miércoles, 8 de octubre de 2025

¿Cómo Llegamos Aquí y Hacia Dónde Vamos?

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León


A menudo pienso en las personas que vivieron en épocas pasadas y me pregunto qué comprendían sobre su lugar en el curso de Su historia.

Para aquellos que vivieron entre los Testamentos, significaba experimentar una hambruna de la Palabra. Y, sin embargo, había personas que seguían confiadas en que Dios recordaría Sus antiguas promesas y las cumpliría en Su buen momento.

De manera similar, siguiendo el fervor de los apóstoles y la urgencia evangelizadora de los Padres de la Iglesia, la Iglesia ha esperado casi 2,000 años por la promesa del Rapto y el posterior regreso de Jesús. A medida que los años se convirtieron en décadas, y luego en siglos, algunos cristianos comenzaron a preguntarse (y a desviarse). En lugar de preguntar: “¿Hasta cuándo, Señor?”, comenzaron a dudar, ya sea de manera activa o pasiva, de la promesa de Su venida, tal como Pedro advirtió que sucedería (2 Pedro 3:3-4).

Pero siempre ha habido un remanente fiel que permaneció entusiasmado con la promesa de Jesús y amó Su venida. Como Pablo, estaban seguros de que una corona de justicia les estaba reservada (2 Timoteo 4:8).

La Fe de los Padres

No puede haber duda de que los apóstoles esperaban que Jesús regresara. Incluso antes de Su crucifixión, muerte y resurrección, ellos preguntaban: “¿Cuál será la señal de Tu venida?” (Mateo 24:3). Ni siquiera comprendían la naturaleza de Su “partida”, pero ya sabían que Él volvería.

Estando Jesús sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a Él los discípulos en privado, y le preguntaron: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de Tu venida y de la consumación de este siglo? (Mateo 24:3)

Los Padres de la Iglesia Primitiva compartían esa anticipación. Los más antiguos de ellos fueron discípulos de los apóstoles originales. Por ejemplo, Policarpo e Ignacio siguieron a Juan, e Ireneo fue enseñado por Policarpo. No había muchos grados de separación entre muchos líderes de la Iglesia Primitiva y los apóstoles originales. Y, aunque tuvieron que luchar contra las amenazas de herejía en la Iglesia, también compartían la expectativa de que Jesús regresaría—de manera inminente y repentina.

A lo largo de lo que llamamos la Edad Media, la fe inquebrantable se transmitió de una generación a otra, mantenida viva por el aliento del Espíritu Santo. Así como una brasa incandescente retiene el calor, esa fe fundamental estaba lista para estallar en llamas, y lo hizo con la llegada de la Reforma.

Aunque los protestantes durante la era de la Reforma fueron denunciados como herejes por atreverse a leer la Biblia por sí mismos (e incluso, de manera impactante, a traducirla a diferentes idiomas para que la gente común pudiera acceder a la Palabra de Dios), la lectura simple de lo que Dios había elegido revelar estimuló la comprensión de que la historia humana culminaría con el regreso de Jesús—primero por Su Iglesia y luego en gloria para gobernar en la Tierra durante 1,000 años.

La Iglesia Católica había asignado desde hace mucho tiempo una interpretación simbólica y amilenial. Pero a principios del siglo XVII, un jesuita llamado Luis de Alcázar ofreció un punto de vista alternativo, ahora llamado preterismo. Según de Alcázar y los defensores vocales del preterismo hasta hoy, todas las profecías sobre el regreso de Cristo se cumplieron en el año 70 d. C., cuando Jerusalén fue saqueada por los romanos. Esto hace que uno se pregunte qué estamos haciendo todavía aquí hoy y por qué la maldad sigue multiplicándose en la Tierra.

Libertad en Cristo

Como una repudiación directa de la resistencia católica a la lectura y comprensión generalizada de la Biblia, se desató una nueva ola de entendimiento cuando las personas comenzaron a leer la Palabra de Dios por sí mismas—y aceptar una comprensión sencilla de lo que Él reveló a través de la profecía.

Los hombres más destacados de la Ilustración atribuyeron casi universalmente su floreciente conocimiento a la Palabra de Dios y a su creencia de que Él se revelaba a Sí mismo y ciertos misterios para que pudieran ser comprendidos.

A lo largo de la Edad Media, los principales eruditos y los que hoy se clasifican como científicos encontraron tanto inspiración como comprensión en la Palabra de Dios. Y muchos de ellos vivían con expectación, esperando el regreso de Jesús. Por ejemplo, Isaac Newton es venerado como un gran matemático, físico y erudito, pero estaba totalmente comprometido con el estudio de la teología cristiana—incluyendo el momento de la Primera y Segunda Venida de Cristo.

Reconoció sabiamente que Dios nos dio la profecía bíblica “no para satisfacer las curiosidades de los hombres al permitirles prever [fechas y tiempos], sino para que, después de cumplirse, pudieran ser interpretadas por el acontecimiento, y Su propia Providencia… se manifestara entonces al mundo”. La humildad de Newton como científico es evidente en una declaración que es igualmente aplicable a los estudiantes de la profecía bíblica. Parafraseando al poeta contemporáneo George Herbert, escribió a un colega: “Si he visto más lejos, ha sido por estar sobre los hombros de gigantes”.

“Si he visto más lejos, ha sido por estar sobre los hombros de gigantes”. Isaac Newton

Nosotros también tenemos una ventaja sobre aquellos que nos precedieron: la retrospectiva y la libertad. Así como los cristianos fieles buscaban estudiar la Palabra de Dios y adorarlo en espíritu y verdad, muchos se sintieron atraídos por el Nuevo Mundo, donde podían ser libres de la opresión católica y de la burocracia de la iglesia estatal. Hay una razón por la cual la Primera Enmienda de la Constitución de los EE. UU. aborda la libertad religiosa. Habiendo visto el potencial de servir a Dios y al hombre cuando se tiene libertad en Cristo, los fundadores de Estados Unidos no estaban dispuestos a regresar a la esclavitud y la oscuridad.

Expectativa Profética Creciente

Para el siglo XIX, los seguidores de Cristo en ambos lados del Atlántico habían re-desarrollado un sistema bíblico de escatología. Digo “re-desarrollado” porque la anticipación de la Iglesia Primitiva del prometido regreso corporal de Jesús había sido en gran medida dejada de lado por la Iglesia oficial. Pero el Señor levantó hombres como John Nelson Darby y William Blackstone.

Darby es considerado el padre moderno del “dispensacionalismo”, la creencia de que Dios ha interactuado con la humanidad de manera diferente en distintos períodos (o dispensaciones) de la historia humana. Su interpretación sistemática y literal de la profecía bíblica también lo llevó a defender firmemente el Rapto Pre-Tribulación, que eventualmente será seguido por la gloriosa Segunda Venida de Jesús y Su reinado milenial.

John Nelson Darby

Otros hombres se basaron en esa interpretación literal de la Palabra de Dios para reconocer que las promesas de Dios al Israel hereditario todavía son “Sí, y Amén”, a diferencia de la enseñanza católica de que los judíos han sido relegados. William Blackstone, que una vez sirvió con la Cruz Roja en el cuartel general del ejército de Ulysses S. Grant, se convirtió en un destacado sionista cristiano. Su constante apoyo a la reconstitución de una nación judía en Palestina (como se llamaba la Tierra de Israel a fines del siglo XIX) sólo fue superado por su predicación constante de que Jesús arrebataría a la Iglesia antes de regresar para reinar por 1,000 años.

William Blackstone

Blackstone fue tan persuasivo que logró convencer a John D. Rockefeller, J.P. Morgan, senadores, congresistas, editores de periódicos e incluso al presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de firmar su petición en la que abogaba por que la antigua tierra de Israel le fuera devuelta al pueblo judío. Su fervor eventualmente despertó una pasión en Theodor Herzl, quien es reconocido como el fundador judío del sionismo.

El fervor de Blackstone también se transmitió a C. I. Scofield, un teólogo, pastor y escritor que en su momento había servido en el Ejército Confederado antes de cruzar las líneas de batalla de la Guerra Civil en Kentucky para jurar lealtad a la Unión. Sirviendo junto a Dwight L. Moody, quien a su vez había sido animado por Charles Spurgeon, C. I. Scofield sistematizó una versión del dispensacionalismo que incluía la expectativa de un Rapto Pretribulacional y un reinado milenario literal de Jesucristo. Esa perspectiva ganó amplia aceptación a través de su Biblia de estudio anotada.

Al igual que los discípulos que siguieron a los primeros apóstoles, estos hombres y muchos otros, que sólo Dios conoce, transmitieron una comprensión clara y que honra a Cristo de Su Palabra respecto a la promesa de Jesús de regresar. Ninguno de ellos, siendo simples hombres, era infalible en todo su entendimiento. Pero fueron fieles en aceptar la Palabra de Dios, creyendo que tanto “la fe que una vez fue entregada a los santos” (Judas 1:3) como “las cosas que nos fueron reveladas” (Deuteronomio 29:29) no sólo nos pertenecen para siempre, sino que deben ser creídas, apreciadas y compartidas.

Las cosas secretas pertenecen a Yahvé nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley. Dt. 29:29

¿Dónde Estamos en la Línea de Tiempo Profética de Dios?

He ofrecido una visión muy general de algunos de los individuos que han esperado el regreso de Jesús a lo largo de la Edad de la Iglesia. Durante casi 20 siglos, el Espíritu Santo ha asegurado que la Palabra poderosa y eficaz de Dios, incluida Su Palabra profética, no volverá vacía (Isaías 55:8-11).

Obviamente, cada iota y tilde de las Escrituras se cumplirá completa y manifiestamente, porque es la voluntad de Dios. Pero la voluntad de Dios se realizará, ya sea que nos la revele con antelación o no. Por lo tanto, debe haber una razón por la cual Dios ha elegido revelarnos Su voluntad y Sus planes para el futuro.

Mientras nos sentamos a horcajadas sobre 2025, observando cómo las Señales de los Tiempos convergen a nuestro alrededor y los acontecimientos proféticos se aceleran día tras día, debemos agradecer a Dios que tenemos el privilegio de vivir en un tiempo como éste. Los profetas de antaño y los cristianos fieles a lo largo de la Edad de la Iglesia anhelaban presenciar lo que está sucediendo ante nuestros ojos. Sin embargo, en lugar de anhelarlo, muchos seguidores profesos de Cristo bostezan. Adormecidos por la idea errónea de que "todo continúa tal como fue desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:4), se convierten en los mismos burladores de los que Pedro advirtió que surgirían en los Últimos Días.

Ya sea que te des cuenta o no, el tiempo está acelerando hacia el término que Dios ha ordenado. Todas las señales indican que podría ser muy pronto. Si Él tarda, es sólo porque no desea que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento y a la salvación en Jesucristo (2 Pedro 3:9).

El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9

De cualquier manera, nuestra misión es clara y urgente: advertir a toda persona que podamos para que huya de la ira que viene y se refugie en los amorosos brazos de nuestro Salvador. Podemos animarnos unos a otros, y aún más al ver que el día se acerca, confiados en que Aquel que nos llamó—y nos reveló Su Palabra profética—es fiel. Y Él vendrá pronto.


Lea también:





Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Read in Lamplighter:

No hay comentarios:

Share/Bookmark