I. La Base para la Creencia en el Reino Mesiánico
Los premilenialistas a menudo han sido criticados por basar enteramente su creencia en un Milenio en un pasaje de las Escrituras, Apocalipsis 20. Debido a que se encuentra en un libro muy conocido por su alto uso de símbolos, dicen que es absurdo tomar los mil años de forma literal. Pero ésa es difícilmente una crítica válida. Para empezar, mientras que es cierto que el Libro de Apocalipsis usa muchos símbolos, ya se ha demostrado que el significado de todos estos símbolos es explicado dentro del mismo Libro de Apocalipsis o en otros lugares de las Escrituras. Además, los años nunca son usados en una forma simbólica en este libro. Si son simbólicos, el simbolismo no es explicado en ninguna parte. La mención de 1,260 días, 42 meses y 3 ½ años son todos literales y no simbólicos. Por lo tanto, no hay necesidad de tomar los mil años como cualquier cosa excepto años literales. El deseo de espiritualizar el texto coloca siempre la carga de la prueba sobre el intérprete. Sin pruebas objetivas tendrá como resultado una interpretación subjetiva.
Es, por supuesto, cierto que la figura de mil años se encuentra sólo en Apocalipsis 20. Pero está registrada 6 veces diferentes en este texto, y si la repetición intenta hacer algo, sin duda procura hacer un punto. Si bien es cierto que el Milenio (es decir, mil años) se encuentra sólo en Apocalipsis 20, la creencia en el Reino Mesiánico no descansa en este pasaje único. De hecho, difícilmente descansa en él del todo. La base para la creencia en el Reino Mesiánico es doble.
Primera: Existen las promesas no cumplidas de los pactos judíos, promesas que sólo pueden ser cumplidas en un Reino Mesiánico. Segunda: Existen las profecías no cumplidas de los profetas judíos. Hay numerosas profecías del Antiguo Testamento que hablan de la venida del Mesías, Quien reinará sobre el Trono de David, y gobernará un reino de paz. Hay una gran cantidad de material en el Antiguo Testamento acerca del Reino Mesiánico, y la creencia en un Reino Mesiánico descansa sobre la base de una interpretación literal de este material masivo.
La única contribución real que el libro de Apocalipsis hace al conocimiento del Reino es sólo divulgar cuánto tiempo durará el Reino Mesiánico – a saber, mil años – para el cual es utilizado el término Milenio. Ésta es la única verdad clave con respecto al Reino que no fue revelada en el Antiguo Testamento.
Es a la luz de esto que es posible entender el porqué gran parte del libro está dedicada a la Gran Tribulación y muy poca al Milenio. Mientras que gran parte del material de Apocalipsis 4-19 se encuentra dispersa en las páginas del Antiguo Testamento, es imposible ubicar estos eventos en secuencia cronológica usando sólo el Antiguo Testamento. El Libro de Apocalipsis proporciona el marco por el que esto se puede hacer. Una gran porción del Libro de Apocalipsis fue usada para lograr este objetivo.
Por otra parte, todas las diversas características y facetas del Reino Mesiánico ya han sido reveladas en el Antiguo Testamento. Describe las características generales de la vida en el Reino, lo cual no plantea el problema de un orden de secuencia. Por lo tanto, no había razón para gastar una gran cantidad de tiempo acerca del Reino Mesiánico en el Libro de Apocalipsis. La mayor parte de lo que se necesitaba que fuera revelado ya era conocido por el Antiguo Testamento.
Sin embargo, había dos cosas acerca del Reino Mesiánico que no fueron reveladas en el Antiguo Testamento. La primera era la duración del Reino Mesiánico. Mientras que los profetas del Antiguo Testamento previeron un largo periodo de tiempo de un reinado mesiánico pacífico, no revelaron cuánto tiempo duraría éste. Para responder a esta pregunta, el Libro de Apocalipsis declara que será exactamente mil años. Una segunda cosa que era desconocida de los profetas del Antiguo Testamento eran las circunstancias por las cuales el Reino llegaría a un fin y cómo esto conduciría al Orden Eterno. Esto también es revelado por el Libro de Apocalipsis. Estos dos elementos son todo lo que Apocalipsis 20 añadió al conocimiento del Reino Mesiánico. La creencia en un Reino Mesiánico no descansa en este pasaje, sino que se basa en las numerosas profecías de los profetas del Antiguo Testamento.
La primera base para la creencia en un Reino venidero descansa en los cuatro pactos incondicionales y no cumplidos que Dios hizo con Israel. Estos pactos son incondicionales y por lo tanto dependen únicamente de Dios para su cumplimiento y no en Israel. También están sin cumplirse y puesto que Dios es Uno Que guarda Sus promesas, deberán ser cumplidas en el futuro. Ellas sólo pueden ser cumplidas dentro del marco de un Reino Mesiánico o de un Reino Milenial. Se hablará más acerca de estos pactos luego, pero los puntos principales serán resumidos aquí.
El primero de éstos es el Pacto Abrahámico, el cual prometió una Simiente eterna convirtiéndose en una nación que poseerá la Tierra Prometida con algunas fronteras definidas. Mientras esa nación – los judíos – sigue existiendo, nunca en la historia judía han poseído toda la Tierra Prometida. Para que esta promesa sea cumplida, debe haber un Reino futuro. Además, la posesión de la Tierra no fue prometida simplemente a la simiente de Abraham, sino que personalmente a Abraham cuando Dios dijo, “La daré a ti y a tu descendencia para siempre” (Gn. 13:15). Para que Dios cumpla Su promesa a Abraham (así como a Isaac y Jacob), debe haber un Reino futuro.
El segundo pacto es el Pacto Palestino o Pacto de la Tierra, que habla de una reunión a nivel mundial de los judíos y de la re-posesión de la Tierra tras su dispersión. Mientras que la dispersión ya ha ocurrido y está en efecto hoy en día, la reunión y la re-posesión de la Tierra aún aguardan cumplimiento en el futuro. Esto, también, requiere un Reino futuro.
El Pacto Davídico es el tercer pacto y prometió cuatro cosas eternas: una casa eterna (dinastía), un trono eterno, un reino eterno y una Persona eterna. La Dinastía se convirtió en eterna debido a que culminó en una Persona Quien es ella misma eterna: Jesús el Mesías. Por esa razón, el Trono y el Reino también serán eternos. Pero Jesús nunca se ha sentado aún sobre el Trono de David gobernando sobre un Reino de Israel. El reestablecimiento del Trono Davídico y el gobierno del Mesías sobre el Reino aún aguardan un cumplimiento futuro. Se requiere un reino futuro.
El último de estos pactos es el Nuevo Pacto, que hablaba de la regeneración nacional y salvación de Israel, que abarca a cada miembro judío individual de esa nación. Esto, también, aguarda su cumplimiento final y requiere un reino futuro.
Son los extensos escritos proféticos, así como todos estos pactos, los que proveen la base para la creencia en un Reino Mesiánico futuro y no simplemente un capítulo de un libro muy simbólico. A menos que se entiendan literalmente, pierden todo el significado en el contexto en el cual se encuentran. Alegorizar tan vasta cantidad de material es hacer a una parte importante de la Biblia insignificante.
Para resumir, la base para la creencia en un Reino Mesiánico es doble: las promesas no cumplidas de los pactos judíos y las profecías no cumplidas de los profetas judíos.
II. Características Generales del Reino Mesiánico
Un gran número de los profetas del Antiguo Testamento dirigieron su atención a los detalles del Reino Mesiánico, proporcionando una visión general y comprensiva de la vida durante esa época. Esta sección estará dedicada a aquellos pasajes que se ocupan de las características generales del Reino Mesiánico, que serán ciertas para los judíos y gentiles por igual.
A. Isaías 2:2-4
En este pasaje, Isaías describe una de las características principales del Reino Mesiánico, la de la paz universal. Mientras que las diferencias entre naciones surgirán, tales diferencias ya no serán dirimidas por conflictos militares, sino sólo por la Palabra del Señor desde Jerusalén. Aun el arte de la guerra será olvidado.
B. Isaías 11:6-9
La paz universal descrita en el pasaje anterior se extenderá incluso al reino animal. Todos los animales regresarán al estado edénico y se convertirán en vegetarianos (vs. 6-7). Los más antiguos enemigos, el hombre y la serpiente, serán capaces de vivir en compatibilidad en aquel día (v. 8), porque el conocimiento de Dios se impregnará a lo largo de todo el mundo, afectando al hombre y a los animales por igual (v. 9).
C. Isaías 65:17-25
Este pasaje comienza con el anuncio de la creación de cielos nuevos y una tierra nueva (v. 17). Estos cielos nuevos y tierra nueva no deben ser confundidos con los de Apocalipsis 21-22. El último describe los cielos nuevos y la tierra nueva del Orden Eterno, mientras que el pasaje de Isaías describe los del Reino Mesiánico, el cual será una renovación de los cielos y tierra actuales. Los de Apocalipsis no son una renovación, sino todo un nuevo orden. Por lo tanto, para el Milenio, habrá una renovación total de los cielos y la tierra. El hecho de que se usa el término crear, muestra que ésta será una renovación milagrosa, posible sólo para Dios. El resultado de esta renovación será una continuación de muchas cosas del orden antiguo y un número de cosas nuevas. Un buen ejemplo de lo antiguo y de lo nuevo va a ser visto en lo que las Escrituras dicen acerca de la Tierra de Israel. Israel también va a sufrir el proceso de renovación. Algunas cosas del orden antiguo permanecerán, tales como el Mar Mediterráneo y el Mar Muerto. Pero un número de cosas serán totalmente nuevas, tales como la excesiva montaña elevada (la más alta del mundo) en el centro del país. Tras este anuncio de cielos nuevos y una tierra nueva, hay una descripción de la Jerusalén milenial (vv. 18-19). La Jerusalén milenial será estudiada en detalle en el capítulo 19, Israel en el Reino Mesiánico.
El versículo 20 es especialmente significativo, ya que discute la vida y la muerte en el Reino. Este versículo enseña varias cosas. Primera: ya no habrá ninguna mortalidad infantil en el Milenio; todo aquel que nazca en el Reino alcanzará una cierta edad. Segunda: la edad específica en la que uno puede morir es la edad de cien años. Con la mortalidad infantil removida, todo aquel nacido en el Milenio vivirá al menos hasta su centésimo año de vida. Debido a la prolongación de la vida en el Milenio, aquéllos que mueran a la edad de cien años serán considerados como habiendo muerto jóvenes. Tercera: este versículo limita a las personas que mueran a la edad de cien años a aquellas que son pecadoras; es decir, los incrédulos, pues sólo ellos serán considerados malditos. Así que, entonces, la muerte en el Reino será sólo para los incrédulos. Comparando este pasaje con lo que es declarado acerca de la salvación en otros pasajes, todo el concepto de la vida y la muerte en el Reino puede ser resumido a continuación. Cuando el Reino comience, todos los hombres naturales, tanto judíos como gentiles, serán creyentes. Los judíos en su totalidad serán salvos justo antes de la Segunda Venida del Mesías. Todos los incrédulos gentiles (cabros) morirán durante el intervalo de 75 días entre la Tribulación y el Milenio, y sólo los creyentes gentiles (ovejas) serán capaces de entrar al Reino. Sin embargo, en el proceso de tiempo, habrá nacimientos de judíos y gentiles en el Reino. Estas personas naturales recién nacidas continuarán heredando la naturaleza pecaminosa de sus padres naturales y también tendrán necesidad de regeneración. Aunque Satanás está confinado, reduciendo así la tentación, la naturaleza pecaminosa es muy capaz de rebelarse contra Dios aparte de la actividad satánica. Al tiempo, habrá personas no salvas viviendo en el Reino con necesidad de regeneración. Como en el pasado, los medios de salvación serán por gracia a través de la fe y el contenido de la fe será la muerte del Mesías por el pecado y Su posterior resurrección. Los nacidos en el Reino tendrán hasta su centésimo año para creer. Si no lo hacen, morirán en su centésimo año. El incrédulo no podrá vivir después de su primer siglo de vida. Sin embargo, si creen, vivirán a lo largo del Milenio y nunca morirán. Por lo tanto, la muerte en el Milenio será sólo para los incrédulos. Esa es la razón por la que la Biblia en ninguna parte habla de una resurrección de santos mileniales. Esta es la razón por la que se dice que la resurrección de los santos de la Tribulación completa la primera resurrección (Ap. 20:4-6). También es evidente por el Nuevo Pacto de Jeremías 31:31-34 que no habrá incrédulos judíos en el Reino, todos los judíos nacidos durante el Reino aceptarán al Mesías antes de su centésimo año. La incredulidad será sólo entre los gentiles y, por lo tanto, la muerte existirá sólo entre los gentiles.
Los versos 21-24 continúan describiendo la vida en el Reino como un tiempo de paz y prosperidad personal. Será un tiempo para edificar y plantar. Al que construya y plante se le garantiza el disfrute de las labores de sus manos, porque muchos de los efectos de la maldición serán removidos (vv. 21-22a). La vida estará caracterizada por la longevidad (v. 22b), ausencia de calamidad y agitación (v.23) y respuesta instantánea de Dios (v. 24). Al igual que en Isaías 11:6-9, el reino animal estará en paz entre sí y con el hombre (v. 25).
D. Miqueas 4:1-5
Los tres primeros versos de este pasaje son los mismos que se encuentran en Isaías 2:2-4, que hablan del Monte de la Casa de Jehová convirtiéndose en el centro de atención de la población del mundo gentil; el Reino caracterizándose como un tiempo de enseñanza mesiánica y la ausencia de guerra mientras la paz universal permea a todo el Reino. Miqueas añade que el Reino será un tiempo de paz y prosperidad personal (v. 4), con la completa lealtad de Israel hacia Dios (v. 5).
Resumen
Para resumir las características generales del Reino Mesiánico, éste será un tiempo de prosperidad universal y personal y de paz entre el hombre y el hombre, entre animal y animal y entre el hombre y el animal, con muchos (pero no todos) de los efectos de la maldición removidos. Será una época caracterizada por la verdad, santidad y rectitud, con la justicia siendo dispersada continuamente desde Jerusalén. Será un tiempo de labor en edificar y plantar, con resultados garantizados y disfrute prometido de estas labores.
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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