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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Observaciones del Editor: Dios Escuchó Ayer las Oraciones que Elevamos Hoy

  Por Tim Moore

Antes de las elecciones, no sabíamos definitivamente quién sería el próximo presidente de los Estados Unidos — pero Dios sí. Dios escuchó ayer las oraciones que elevamos hoy.

Lo que quiero decir es esto: Dios no está limitado por el tiempo, así que, cuando nos comunicamos con Él y expresamos las preocupaciones de nuestros corazones, Él ya ha estado obrando antes de que pronunciemos una palabra. De la misma manera, Él ve nuestro futuro con perfecta claridad  a pesar de que los eventos nos llegan en sucesión a medida que avanzamos en el presente.

Cuando leemos las Escrituras y vemos el pleno desarrollo del plan de salvación de Dios en la Primera Venida de Cristo, tenemos la bendición de poder ver las cosas en retrospectiva. A los profetas del Antiguo Testamento se les dio vislumbres de un futuro glorioso, pero por lo demás veían “por medio de un espejo, oscuramente” (1 Corintios 13:12). Ahora, podemos mirar hacia atrás y reconocer que Dios cumple Sus promesas y Sus profecías. Él también honrará Sus profecías y promesas restantes.

Quiero invitarlos a descargar la edición de noviembre/diciembre de 2024 de nuestra revista Lamplighter. A través de ella, queremos ayudarlos a alejarse de las ansiedades e incertidumbres cambiantes del momento para que se paren sobre la Roca que es nuestra Ancla. Nuestro Dios reina y hará Su voluntad se hará. Si Él verdaderamente es nuestra Piedra Angular, las tormentas de esta vida pueden azotar y soplar a nuestro alrededor, pero no nos sacudirán. En las palabras de los hijos de Coré, “no temeremos” (Salmo 46:2).

El mundo continuará cosechando el torbellino de su propia rebelión contra el Señor. Pero quienes están cimentados en Cristo esperan con ansias Su llamado hacia arriba. Anhelamos una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:10). Mientras esperamos, seguimos comprometidos a servirle aquí y ahora. Informados por las revelaciones proféticas de Dios, sabemos lo que nos espera en el futuro — para el mundo y para nosotros.

Debido a que Jesús es nuestro, tenemos la bendita seguridad de nuestra Esperanza Bienaventurada. Y tenemos una paz que sobrepasa todo entendimiento

Recordemos esa verdad, y vivamos consecuentemente en los caóticos días que se avecinan.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

Resource

Download the November/December 2024 edition of our Lamplighter magazine!

Nov/Dec 2024 Lamplighter

miércoles, 21 de junio de 2023

Señales Espirituales Abundantes – Parte 3 de 3

 Por Tim Moore

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

En el primer segmento de esta serie, que explora las Señales Espirituales de los Tiempos del Fin, nos sumergimos en las señales espirituales negativas. En el segundo segmento, abordamos las señales espirituales positivas. En este segmento final, revelaremos la esperanza que los cristianos poseen al vivir en estos tiempos oscuros.

Esperanza Perseverante

El destacado himnista, Horatio Spafford, capturó las alturas de esperanza que podemos profesar incluso desde las profundidades de la desesperación. En 1876, mientras lloraba la muerte de sus cuatro hijas durante un cruce transatlántico, Spafford escribió estas palabras:

Oh Señor, apresura el día en que vea mi fe,

las nubes se enrollarán como un pergamino;

la trompeta resonará y el Señor descenderá;

allí entonces, estará bien mi alma.

Aun así, está bien con mi alma.

está bien con mi alma,

está bien con mi alma,

está bien, está bien con mi alma.

Pero, Señor, es por Ti, 

porque Tu venida esperamos, 

El cielo, no la tumba, es nuestra meta; 

¡Oh, triunfo del ángel! ¡Oh, voz del Señor! 

¡Bendita esperanza, bendito descanso de mi alma!

Está bien con mi alma.

Está bien con mi alma,

Está bien, está bien con mi alma.

Horatio Spafford

Tengo Esperanza — Ayúdame con mi Falta de Esperanza

¿Mira a su alrededor y ve el vaso del mundo medio vacío y vaciándose rápido? ¿O lo ve medio lleno y espera que “vuelva a ser grande” bajo la administración actual?

Oro para que vea las Señales Espirituales por lo que son. Negativas y positivos por igual, todas ellas dan testimonio de la exactitud de la Palabra de Dios, el poder de nuestro Dios y la seguridad de Su victoria.

También prueban que, aunque Satanás está trabajando horas extras para frustrar el plan de Dios para las edades, pronto y muy pronto sonará la trompeta, la voz del arcángel gritará, y Jesucristo descenderá del Cielo para recoger a Su Novia. Luego, después de la Tribulación, regresaremos con Él cuando aparezca por segunda vez en gloria para reinar sobre la tierra con paz, rectitud y justicia.

¿Cree eso?

Si es así, entonces preste atención al resto del encargo de Pedro hacia nosotros. Ya cité su advertencia de que “debemos ser en conducta santa y piadosa”, pero Pedro continuó diciendo que deberíamos estar “aguardando y apresurándose para la venida del día de Dios” (2 Pedro 3:12). ¿Qué más estamos esperando? Según Pedro: “Esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia. Por tanto, oh amados, estando a la espera de estas cosas, procuren con empeño ser hallados en paz por él, sin mancha e irreprensibles. 15 Consideren que la paciencia de nuestro Señor es para salvación...” (2 Pedro 3:13-15).

¿Está esperando Su venida? ¿Está acelerando el día de Dios a través de sus oraciones, evangelismo urgente y diligencia hacia la santidad?

“¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2 Co. 6:2).

“El que tiene oídos, oiga” (Mt. 11:15).

Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

miércoles, 21 de diciembre de 2022

Libro: Angustiados Pero No Abandonados – Prólogo

El Injusto Encarcelamiento de Derek y Alex Henry

Haga clic en la imagen para ir a Amazon y comprarlo

“Creemos que usted causó la muerte de Israel”. Las palabras atravesaron las almas de Derek y Alex Henry. Todavía no habían comenzado a recuperarse de la inesperada muerte de su hijo de un año. Había sido un niño enfermizo, y con frecuencia lo habían llevado al médico. Se había sometido a muchas pruebas médicas, pero nunca se había encontrado una causa subyacente para sus episodios de enfermedad. Cada vez que se enfermaba, había superado lo que lo estaba enfermando sin nada más que medicamentos de venta libre. Cuando comenzó a vomitar de nuevo, aunque sus padres estaban profundamente preocupados, decidieron no buscar ayuda médica. En cambio, siguieron las instrucciones que les habían dado en ocasiones anteriores, y luego lo acostaron por la noche. Cuando se levantaron a la mañana siguiente, estaba muerto.

Seis semanas después, mientras el impacto de su pérdida aún estaba fresco, los Servicios de Protección Infantil se presentaron en su puerta. Derek estaba trabajando. Alarmada, Alex lo llamó para que volviera a casa. Antes de que pudiera llegar, un trabajador social arrancó a su hijo de dos años de su madre que lloraba. Impotente para consolar a su afligida esposa, y profundamente angustiado, Derek apenas pudo discernir lo que dijo el detective de la policía:

“Creemos que causaron la muerte de Israel”.

“¿QUÉ? ¿Cómo podía pensar tal cosa? ¿Cómo podría alguien sospechar de nosotros de un crimen tan escandaloso? Amábamos a nuestro hijo. ¡Después de Dios, nuestros hijos son nuestra vida!”. Tales eran sus pensamientos, o habrían sido sus pensamientos, si en medio de su intenso sufrimiento, hubiera podido pensar coherentemente. De alguna manera, en su lucha por la vida y la familia, Derek logró preguntarle al detective qué pruebas había de que él o Alex habían abusado de sus hijos. No obtuvo una respuesta real. “No es un ambiente seguro”, dijo el detective una y otra vez, sin cargos específicos ni la menor evidencia.

El detective había conversado con la enfermera del médico forense que había examinado a Israel en el hospital después de su muerte. La enfermera había visto moretones en el cuerpo del bebé. Aunque sabía que esto no había contribuido a su muerte, despertaron sus sospechas. Tenía la corazonada de que sus padres — quienesquiera que fueran — habían abusado de él. Ella compartió sus pensamientos con el detective de la policía y un trabajador social de los Servicios de Protección de Menores. Estos profesionales habían sido testigos de muchos casos de abuso infantil, y coincidieron en que las circunstancias eran incriminatorias. 

Un niño había muerto. Había pocas dudas en la mente de los profesionales involucrados de que los padres debían ser personas verdaderamente horribles que, por el bien de la sociedad, necesitaban ser llevados ante la justicia. No necesitaban una investigación. Ellos lo sabían. Pero no sabían toda la historia. Y no conocían a los Henry. El Señor lo sabía — y lo recordaba.  

Lea la reseña del libro »»aquí

martes, 20 de diciembre de 2022

Libro Recomendado: Angustiados Pero No Abandonados

El Injusto Encarcelamiento de Derek y Alex Henry

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El Señor me concedió el privilegio de traducir al español este libro, el cual demostró ser una valiosa fuente de ánimo, que Dios usó para traer una palabra de aliento a mi vida, mientras trabajaba en su traducción. La revisión del texto fue realizada por mi amigo y colaborador del ministerio, el pastor Marcos A. Nehoda.

La autora es Nita Brainard, quien magistralmente nos lleva en una montaña rusa de emociones. Con su estilo, nos hace experimentar junto a Derek y Alex, las angustiosas situaciones que tuvieron que enfrentar de forma inesperada. También nos hace regocijarnos con ellos por la maravillosa fidelidad de Dios hacia Sus hijos, en medio de las tribulaciones que deben atravesar. 

Estoy seguro que su lectura será de mucha bendición para sus vidas. 

El libro ya está disponible en Amazon. Aquí les dejo su descripción:

Antes de que Derek y Alex Henry comiencen a recuperarse de la inesperada muerte de su hijo de un año, son acusados de asesinarlo. Les arrebatan a otros dos hijos; Derek pierde su trabajo; y ambos son encerrados en la Cárcel del Condado de Wayne. En medio de su horror y angustia, se aferran a la fe en el Dios vivo, y luchan contra el sistema para volver a unir a su familia.

Un libro que de seguro demostrará ser un valioso instrumento para alentar la fe y la esperanza en el Señor y Sus promesas, de todos aquellos creyentes que se encuentran enfrentando al temible Euroclidón en sus vidas.

martes, 4 de enero de 2022

Del Editor

Por Tim Moore

A lo largo de las Escrituras, se instruye al pueblo de Dios a marcar el paso del tiempo con recordatorios regulares de su providencia y provisión. Siete veces al año, el pueblo judío observaba fiestas ceremoniales ordenadas por Dios.

Los cristianos también conmemoran eventos clave. Honramos el primer adviento de Jesús, Su crucifixión y resurrección, y la “última cena”, que marca un nuevo pacto en Su cuerpo y sangre. Nos reunimos cada “Día del Señor”, como lo hicieron los primeros discípulos — celebrando cada semana Su validación de las buenas nuevas del Evangelio.

Afortunadamente, Dios nos ha dado temporadas de vida para que podamos apreciar el progreso de nuestras vidas y las tiernas misericordias que derrama sobre nosotros.

Bueno es el SEÑOR para con todos, y su misericordia está en todas sus obras. Salmos 145:9

La transición de un año a otro presenta otra bondad del Dios Todopoderoso. Nos vemos obligados a considerar que nos hemos demorado un año más en la tierra y darnos cuenta de que, un año nuevo — lleno de desafíos y oportunidades desconocidos — nos espera. Y la mayoría de nosotros estamos más que dispuestos a darle vuelta a la página.

Mirando hacia atrás en el último año o dos, podríamos estar tentados a ceder al pesimismo sobre el estado de nuestra nación. De hecho, las señales de decadencia y desánimo nos rodean. Por el contrario, otros están decididos a ver el mundo a través de lentes de color rosa, con la intención de permanecer ajenos a la carnicería moral y espiritual que crece año tras año. Pero ninguno de los extremos es apropiado para un hijo de Dios.

Como he citado antes, los seguidores de Jesucristo no son ni pesimistas ni optimistas. Sabemos que Dios obrará todas las cosas para nuestro bien y Su gloria, por lo que no podemos ser pesimistas. Sin embargo, también entendemos que el mundo se oscurecerá cada vez más a medida que se acerque el final, por lo que no podemos ser optimistas sobre la trayectoria del mundo que nos rodea.

En cambio, somos gente de esperanza. Nuestra esperanza no es algo efímero basado en el capricho del hombre o las compulsiones del destino. Como escribió Edward Mote en 1834, nuestra esperanza se basa “nada menos que en la sangre y la justicia de Jesús” — la Suya, no la nuestra. El mundo ciertamente se oscurecerá, pero nuestros ojos están fijos en nuestra Bienaventurada Esperanza: Jesucristo.

En la plenitud del tiempo, Él ha prometido hacer nuevas todas las cosas. Pronto — muy pronto — Él irrumpirá de los cielos y seremos arrebatados para unirnos a Él en nuevos cuerpos glorificados. Cuando eso suceda, lo viejo será barrido y seremos nuevos — para siempre.

¡Apenas puedo esperar!

Tim Moore

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

jueves, 9 de diciembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 12 (pdf)

Aferrarse a la Esperanza

Por Dr. David R. Reagan

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««En Romanos 15:13, Pablo escribió: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Nuestro Dios es un Dios de esperanza que desea llenarnos de esperanza. 

Si conoce a Jesús como su Salvador, usted es un heredero de algunas promesas increíbles, y si conoce esas promesas y cree en ellas, usted puede vivir en este mundo maligno con esperanza, gozo y grandes expectativas»».

Haga clic en el siguiente ícono para ir a la página de descarga:

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 12 (parte 2 de 2)

Aferrarse a la Esperanza

Por Dr. David R. Reagan

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Actividades Significativas

Mi primer descubrimiento fue que no existe tal cosa como el “sueño del alma”. Permanecemos conscientes después de la muerte. Mi segundo descubrimiento fue que no estamos destinados a ser espíritus incorpóreos. Seguimos teniendo un cuerpo — primero, un cuerpo espiritual intermedio, y luego un cuerpo glorificado. Mi tercer descubrimiento fue que no vamos a estar aburridos tocando el arpa por la eternidad. Vamos a participar en en algunas actividades significantes.

Si usted es un creyente y muere antes que el Señor regrese, irá al Cielo, donde estará involucrado en la adoración (Ap. 7:9–14) y el servicio (Ap. 7:15). Es cierto que la Biblia no especifica acerca de nuestra adoración y servicio, pero podemos estar seguros que encontraremos que serán edificantes y llenos de satisfacción. También podría ser que éste será un tiempo de descanso, preparándonos para el tiempo de servicio vigoroso que seguirá, cuando el Señor regrese a la tierra.

Juicio y Recompensas

En el momento del Arrebatamiento (muy probablemente antes de la Tribulación), los vivos y los muertos en Cristo recibirán sus cuerpos glorificados. Estaremos en el Cielo con el Señor durante la Tribulación. Éste será el tiempo de nuestro juicio, no para determinar nuestro destino eterno, sino para determinar nuestros grados de recompensa. Cada uno de nosotros estaremos ante el tribunal de Cristo y seremos juzgados en cuanto a cómo usamos nuestros dones espirituales para avanzar Su reino (2 Corintios 5:10). Nuestras obras serán juzgadas en cuanto a cantidad, calidad y motivo (1 Corintios 3:13–15, 4:5). Algunos experimentarán vergüenza, mientras todas sus obras son quemadas como carentes de valor (1 Corintios 3:13–15). Otros recibirán grandes recompensas.

Algunas de las recompensas estarán relacionadas con el grado de autoridad gobernante que nos será otorgada durante el reinado milenial del Señor (Lucas 19:11–27). Otras consistirán de coronas y vestiduras especiales. Habrá una “corona de justicia” para aquellos que han vivido anhelando el regreso de Jesús (2 Timoteo 4:7–8). Una “corona de vida” será dada a aquellos que perseveren en las pruebas (Ap. 2:10; Jacobo 1:12). Los ancianos y pastores fieles recibirán una “corona de gloria” (1 Pedro 5:4). Los ganadores de almas recibirán una “corona de gozo” (Filipenses 4:1; 1 Tes. 2:19). Una “corona incorruptible” será dada a aquellos que ejercen dominio propio (1 Corintios 9:25). Incluso las vestiduras que recibimos indicarán nuestros grados de recompensa. De alguna manera reflejarán “las acciones justas de los santos” (Ap. 19:8).

Al final de este tiempo de juicio, nosotros, la Novia de Cristo, nos sentaremos a una mesa de banquete en el Cielo para celebrar nuestra unión con nuestro Novio, Jesús. La Biblia la llama la “cena de las bodas del Cordero” (Ap. 19:9). Será un tiempo de celebración sin precedentes. ¡Los cielos resonarán con “Aleluyas”! (Ap. 19:1–6).

Testigos de Gloria

Cuando termine la comida, regresaremos a la tierra con Jesús (Ap. 19:11–14). Estaremos ahí en nuestros cuerpos glorificados cuando Sus pies pisen el Monte de los Olivos y ese monte se parta a la mitad (Zacarías 14:1–9). Estaremos ahí para gritar “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Hosanna al Rey de reyes!”, mientras cabalgue hacia el Valle del Cedrón en Su caballo blanco y se acerque a la Puerta Oriental. 

Estaremos ahí para ser testigos de la apertura sobrenatural de esa puerta mientras le da la bienvenida a Jesús a la santa ciudad de Jerusalén (Salmos 24:7–8):

7) Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.

8) ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.

Estaremos ahí para gritar: “¡Aleluya!”, cuando Jesús sea coronado Rey de reyes y Señor de señores y comience Su glorioso reinado milenial.

El Reinado Milenial

Durante el reinado del Señor, los redimidos van a estar haciendo cualquier cosa excepto flotando alrededor en las nubes tocando arpas. Vamos a reinar con Jesús sobre aquellos a quienes se les permita entrar al Milenio en la carne (los cuales serán aquellos creyentes que estén vivos al final de la Tribulación). Jesús reinará sobre toda la tierra desde Jerusalén (Isaías 2:1–4), como Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:16). David, en Su cuerpo glorificado, reinará como rey de Israel (Ezequiel 37:24). Aquellos de nosotros que seamos santos glorificados, seremos esparcidos por toda la tierra para ayudar con el reinado de Jesús (2 Timoteo 2:12).

Piense en ello — toda persona en la tierra que esté en una posición de autoridad gobernante será un santo glorificado. Algunos de nosotros estaremos en posiciones administrativas, compartiendo el reinado de Jesús como presidentes, gobernadores o alcaldes (Lucas 19:11–27). Otros fungirán como jueces (1 Corintios 6:3). La mayoría de nosotros actuaremos como “pastores” o maestros, procurando traer a aquellos que nazcan durante el Milenio a la fe en Jesús (Isaías 66:18–21; Jeremías 3:15).

Ninguno de nosotros actuará como legisladores, porque la ley será dada por Jesucristo mismo y será perfecta (Isaías 2:1–4). No habrá ninguna abominación conocida como la Legislatura de Texas o el Congreso de los Estados Unidos. Tampoco habrá ningún grupo de presión o partidos políticos.

El Señor regirá con “una vara de hierro” (Salmos 2:9; Ap. 2:27). El gobierno del mundo será una teocracia, con Jesús actuando como el líder político y espiritual. “Entonces recibirá el honor real y desde Su trono gobernará como rey; también desde Su trono servirá como sacerdote y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios” (Zac. 6:13; NTV).

Se nos dará la bendición de ver este viejo mundo enfermo de pecado inundado con paz, rectitud y justicia, “como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). No habrá gente desamparada o hambrienta (Isaías 65:21–22; Miqueas 4:4). La paz envolverá a la tierra (Isaías 11:4–5). El reinado del Señor se caracterizará por la justicia, equidad y fidelidad (Isaías 11:4–5). “Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti” (Salmos 22:27).5  

El Estado Eterno

Cuando el Milenio termine y entremos en el Estado Eterno, la Biblia no da detalles en cuanto a cuáles serán nuestras actividades. Sólo nos dice tres cosas: veremos la cara de Dios (Ap. 22:4); serviremos al Señor (Ap. 22:3) y reinaremos con Él para siempre (Ap. 22:5).

Ver la cara de Dios es una perspectiva emocionante, ya que la Biblia dice que nadie ha visto nunca Su rostro (Éxodo 33:20; 1 Timoteo 6:16). Creo que la promesa de ver el rostro de Dios significa que vamos a disfrutar intimidad con Él para siempre. Gran parte de eso será, indudablemente, en forma de adoración. Creo que también significa que creceremos en nuestro conocimiento del Señor para siempre. Él es infinito, y sin importar cuánto lleguemos a conocerle, habrá mucho más para que experimentemos. Me siento seguro que un aspecto de esto será el estudio eterno de Su Palabra. Me emociono por todo esto mientras pienso en cantar los salmos con David, o en estudiar el libro de Romanos con Pablo.  

En cuanto al servicio, imagino, por una parte, que nuestros dones y talentos serán aumentados y que los usaremos para glorificar a Dios. De esta forma, un cantante será capaz de cantar con un rango y perfección nunca antes logrado, y un pintor será capaz de pintar con una gloria nunca imaginada.

Reinar con el Señor para siempre implica que estaremos reinando sobre alguien. Quiénes serán, no lo sé. Quizá serán las “naciones” misteriosas referidas en Apocalipsis que parecen habitar la tierra nueva (Ap. 21:24–27, 22:2).

Nuestro Hogar Eterno

Esto me lleva al último descubrimiento que hice cuando el Espíritu Santo me condujo a un estudio profundo de la profecía bíblica. Descubrí que los Redimidos no van a vivir eternamente en un mundo etéreo llamado Cielo. Aprendí, en cambio, que nuestra morada eterna va a ser en una tierra nueva. La mayoría de los cristianos se asombran por esta verdad, lo que demuestra cuán poco se enseña la profecía bíblica en la Iglesia de hoy.

Dado que la Biblia enseña que la tierra actual es eterna (Salmos 78:69, 148:6), he concluido que la “tierra nueva” será la tierra actual renovada por el fuego. Es cierto que Pedro dijo que la tierra actual será “destruida” por el fuego (2 Pedro 3:10–12), pero, en el contexto, es evidente que se está refiriendo a una transformación radical de la tierra actual. 

Anteriormente en el mismo pasaje, se refirió a la tierra original como siendo “destruida” por el agua, hablando del diluvio de Noé. La tierra de la época de Noé no dejó de existir, pero el diluvio la “destruyó”, en el sentido de que éste cambió radicalmente la naturaleza de la tierra — inclinándola sobre su propio eje, dividiendo los continentes, estableciendo el registro fósil, depositando los organismos marinos que se convertirían en los depósitos de petróleo, y creando las profundidades del océano y las alturas de las montañas.

Al final del Milenio, el fuego será utilizado por Dios para quemar la contaminación de la última revuelta de Satanás. En medio de ese infierno ardiente, Dios le dará una nueva forma a la tierra como a una bola de cera caliente. Él la refrescará y la restaurará a su perfección original (Hechos 3:21). Él entonces hará descender a la Nueva Jerusalén a la tierra nueva, con los redimidos dentro (Ap. 21:1–2). Luego, ¡Él mismo vendrá a la tierra para vivir en nuestra presencia eternamente! “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Ap. 21:3).

El Cielo es donde Dios reside. Cuando se suministre la tierra nueva, el Cielo descenderá a la tierra, cuando Dios establezca Su residencia en esta tierra nueva. Así pues, es cierto que los redimidos vivirán eternamente en el Cielo, pero el Cielo estará en la tierra.

La Redención de Toda la Creación

Dios ama a Su creación y tiene la intención de redimirla — toda ella — y no destruirla con algún “big bang” místico. Jesús murió en la Cruz no sólo para redimir a la Humanidad, sino también para redimir a la Creación. Ésa es la razón por la que el sumo sacerdote en el Antiguo Testamento rociaba la sangre no sólo sobre el propiciatorio del Arca, sino también en el suelo frente al Arca (Levítico 16:15).

La sangre en el propiciatorio del Arca era una profecía simbólica que apuntaba al hecho de que la sangre del Mesías cubriría la ley de Dios (las tablas dentro del Arca) con la misericordia y la gracia de Dios. La sangre en el suelo era un recordatorio de que el sacrificio del Mesías haría posible que la maldición fuera removida, y que los reinos animal y vegetal volvieran a su perfección original (Isaías 11:6–9; Romanos 8:18–23).

Un Temor Injustificado

Muchas personas tienen miedo de la profecía Bíblica. Dicen que está llena de “pesimismo”. Esto es cierto para aquellos que han rechazado al Señor. Pero, para aquellos que lo conocen y lo aman, sólo hay buenas noticias. El Antiguo Testamento termina con un ejemplo de lo que estoy hablando. Dice, “Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego” (Malaquías 4:1). Ésas son malas noticias. Pero el mismo versículo siguiente contiene buenas noticias increíbles para los creyentes: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4:2)

La profecía Bíblica está llena de gloriosas promesas que están diseñadas para dar al pueblo de Dios un fuerte sentido de esperanza, mientras vive como peregrinos y extranjeros en medio de un mundo cada vez más malo que rechaza a Dios. Cuando usted lee estas maravillosas promesas, puede entender por qué Pablo escribió estas palabras (1 Corintios 2:9):6 

“Cosas que ojo no vio, no oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que los aman”.

Un Dios de Esperanza

Tal como este versículo indica, no podemos siquiera empezar a imaginar las bendiciones maravillosas que Dios tiene reservadas para los redimidos. Pero el mismo versículo siguiente dice que el Espíritu Santo nos ha revelado estas bendiciones en la Palabra de Dios (1 Corintios 2:10). 

Lo triste es que la mayoría de los cristianos son ignorantes de esas promesas y, por lo tanto, no tienen idea de lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).

En Romanos 15:13, Pablo escribió: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Nuestro Dios es un Dios de esperanza que desea llenarnos de esperanza. 

Si conoce a Jesús como su Salvador, usted es un heredero de algunas promesas increíbles, y si conoce esas promesas y cree en ellas, usted puede vivir en este mundo maligno con esperanza, gozo y grandes expectativas.

Mientras el mundo que hemos construido sobre el dólar colapsa alrededor nuestro, mantengamos una perspectiva eterna con nuestra esperanza firmemente fija en el cercano regreso de Jesús. ¡Maranata!

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

martes, 7 de diciembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 12 (parte 1 de 2)

  Aferrarse a la Esperanza

Por Dr. David R. Reagan

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La esperanza es esencial para la vida. Sin ella, las personas descienden a una profunda depresión, o se suicidan, o simplemente se tumban y mueren.

Durante el Holocausto, Viktor Frankl, quien luego se convirtió en un renombrado psiquiatra mundial, era un prisionero en uno de los campos de la muerte de los nazis. El observó que cada año, mientras Navidad se aproximaba, la esperanza de que los prisioneros fueran liberados el día de Navidad se extendía por todo el campamento. Era una esperanza irracional, pero era esperanza. Luego, cuando la Navidad llegaba y se iba sin ninguna liberación, cientos de prisioneros se tumbarían y morirían. Sin esperanza, ellos no podían vivir.1 Frankl concluyó, “Es una peculiaridad del hombre que él sólo puede vivir mirando hacia el futuro”.2

Una Necesidad Desesperada

El mundo necesita desesperadamente esperanza en estos tiempos del fin. Vivimos en un mundo de temores crecientes — temor a un holocausto nuclear, temor a un colapso económico, temor a plagas como el SIDA, temor al terrorismo, temor a la guerra y — por supuesto — temor a la vida y a la muerte. Los cristianos también necesitan esperanza, especialmente cuando enfrentan una persecución cada vez mayor.

Algunos podrían responder diciendo: “¡Los cristianos son los únicos que tienen alguna esperanza!”. Eso es cierto, pero el problema es que la mayoría de los cristianos profesantes no pueden articular su esperanza más allá de una declaración vaga como: “Mi esperanza es el cielo”.  

Una Virtud Ignorada

Me di cuenta de esto un día cuando estaba leyendo el gran poema de amor de Pablo en 1 Corintios 13. Termina con la famosa frase: “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).3

Mientras pensaba en estas palabras, de repente se me ocurrió que había escuchado cientos de sermones acerca de la fe y cientos acerca del amor, pero no pude pensar en uno solo acerca de la esperanza. En ese momento el Señor grabó en mi corazón que la esperanza es la más ignorada de las virtudes cristianas. 

Supe instantáneamente por qué eso es cierto. Es porque la esperanza está relacionada directamente con el conocimiento que uno tiene de la profecía bíblica, y no hay un tema en la Iglesia moderna que sea más ignorado que la profecía.

Deténgase y piense en ello por un momento. ¿Cuál es su esperanza? ¿Cómo se la explicaría a un incrédulo? ¿Podría ir más allá de las palabras, “Mi esperanza es el cielo”?

Mi Herencia

Durante los primeros 30 años de mi vida recibí casi ninguna enseñanza acerca de profecía bíblica, y vivía con poca esperanza. Si usted me hubiera pedido que definiera mi esperanza, le habría dado una respuesta patética, basada más en la filosofía griega que en la teología hebrea.

Se me enseñó que, si moría antes que el Señor volviera, experimentaría “el sueño del alma”. En otras palabras, caería en la inconsciencia total y yacería en mi tumba hasta que el Señor volviera. A Su regreso, me enseñaron que ocurriría un “big bang” que vaporizaría el universo. Mi alma sería resucitada, y me marcharía hacia un mundo etéreo llamado Cielo, donde flotaría por ahí en una nube y tocaría un arpa eternamente.

Para mí, era un cuadro sombrío. No me agradaba la idea de yacer comatoso en una tumba por eones de tiempo. El “big bang” me asustaba hasta la muerte. Me repulsaba la idea de convertirme en alguna clase de espíritu incorpóreo sin ninguna individualidad o personalidad. Ciertamente no podía emocionarme tener que tocar un arpa por siempre. De hecho, encontraba esa idea francamente hilarante.

Verá, crecí en una iglesia que creía que es un pecado terrible tocar un instrumento musical en un servicio de adoración. Sin embargo, ¡íbamos a tocar arpas en el Cielo eternamente! No tenía sentido para mí, así que lo descarté como un montón de tonterías sin sentido.

No tenía a quien culpar sino a mí mismo, porque no estudiaba la Palabra de Dios como debía hacerlo. Cuando finalmente empecé a hacer eso, y el Espíritu Santo comenzó a dirigirme hacia el estudio de la profecía bíblica, comencé a hacer descubrimientos acerca del futuro que ministraron gran esperanza a mi espíritu. De hecho, llegué a estar tan emocionado acerca de mis descubrimientos que empecé a saltar las bancas de la iglesia y a colgarme de los candeleros gritando “¡Aleluya!” y “¡Alabado sea el Señor!” ¡La gente pensó que me había convertido en pentecostal de la noche a la mañana! No, sólo había descubierto las maravillosas promesas de Dios para el futuro, que están diseñadas para darnos esperanza en el presente.

La Falacia del Sueño del Alma

El primer descubrimiento que hice se refería al “sueño del alma”. Descubrí que es un concepto no bíblico. Es cierto que cuando morimos, nuestros cuerpos “duermen” metafóricamente, pero los espíritus de los muertos nunca pierden su conciencia.

Jesús enseñó esto claramente en Su historia acerca del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19–31). Cuando murieron, sus espíritus fueron al Hades. El espíritu del hombre rico fue a un compartimento en el Hades llamado “Tormento”. El espíritu de Lázaro fue a un compartimento llamado “el seno de Abraham”. En la Cruz, Jesús se refirió al seno de Abraham como el “Paraíso” (Lucas 23:43). Los dos compartimentos estaban separados por una “gran sima”, que no podía cruzarse.

En la historia de Jesús, ambos hombres son descritos totalmente conscientes. Incluso sostienen una conversación entre ellos. Sus almas no están dormidas.

Evidencia adicional de la conciencia después de la muerte puede encontrarse en Apocalipsis 7. Juan ha sido llevado al Cielo y se le está dando un recorrido del salón del trono de Dios. Él mira “una gran multitud… de cada nación y de todas las tribus y pueblos y lenguas”, de pie ante el trono de Dios, “vestida con ropas blancas” y batiendo palmas en adoración (Ap. 7:9). Ellos están completamente conscientes mientras cantan, “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Ap. 7:10).

Juan quiere saber la identidad de estas personas. Se le dice que son mártires de Cristo que han salido de la “gran tribulación” (Ap. 7:14).

Aquí hay dos escenas en las Escrituras de personas que están totalmente conscientes después de la muerte. Pero note que hay una diferencia muy importante en las dos escenas. En la historia de Jesús, los salvos están en el Hades, en un compartimiento llamado “el seno de Abraham”, o “Paraíso”. En la visión de Juan, los salvos están en el cielo. ¿Por qué las dos ubicaciones diferentes?

El Hades y el Cielo

La respuesta es que, antes de la Cruz, las almas de los salvos no iban directamente al Cielo. No podían ir allí porque sus pecados no habían sido perdonados. Sus pecados sólo fueron cubiertos por su fe, no perdonados. No puede haber perdón de pecados sin el derramamiento de sangre (Levítico 17:11; Hebreos 9:22). El perdón de los que murieron en la fe antes de la Cruz tuvo que esperar el derramamiento de la sangre del Mesías.

Esa es la razón por la que Jesús descendió al Hades después de Su muerte en la Cruz (1 Pedro 3:19–20). Fue allí para proclamar el derramamiento de Su sangre por los pecados de la humanidad. Debe haber habido grandes gritos de regocijo por parte de los santos del Antiguo Testamento que habían estado esperando estas buenas nuevas. Ahora sus pecados no sólo estaban cubiertos por su fe, sino que fueron perdonados por la sangre de Jesús. Eso los convirtió en candidatos para ser llevados a la presencia del Padre Celestial. Y eso es exactamente lo que sucedió cuando Jesús ascendió más tarde al cielo. Se llevó consigo “a los cautivos” (Efesios 4:8; NVI), refiriéndose a los salvos que habían sido retenidos en el Hades, esperando la sangre derramada del Mesías.

El Hades y el Infierno

Ha habido muchos malentendidos sobre todo esto a lo largo de la historia del cristianismo, porque los traductores han confundido el Hades con el Infierno.4 Los dos no son lo mismo. Hades (llamado Seol en el Antiguo Testamento) es un lugar temporal donde se mantienen los espíritus de los muertos. El Infierno es el destino final de los inconversos. Nadie está en el Infierno hoy. Los primeros en ir al Infierno serán el Anticristo y su Falso Profeta (Apocalipsis 19:20). Satanás se unirá a ellos al final del Milenio, cuando será arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20:10).

Los no salvos se encuentran actualmente en el Hades, en el compartimento llamado Tormento. Al final del reinado milenial del Señor, serán resucitados, juzgados, condenados y consignados al “lago de fuego”, que es el Infierno (Apocalipsis 20:11–15). Note que en Apocalipsis 20:14 el texto dice específicamente que tanto “la muerte como el Hades” serán arrojados al lago de fuego. Esto significa que tanto el cuerpo (muerte), como el alma (Hades) serán asignados al Infierno.

Las Afirmaciones de Pablo

Desde la Cruz, los espíritus de los salvos han sido llevados inmediatamente a la presencia del Señor en el Cielo por Sus santos ángeles. Pablo afirma que el paraíso se trasladó del Hades al Cielo. En 2 Corintios 12:2–4 declara que fue llevado al “tercer cielo”, al que identifica como el “Paraíso”. El primer cielo es la atmósfera de este planeta. El segundo cielo es el espacio exterior. El tercer cielo es donde reside Dios.

Pablo también afirma la conciencia después de la muerte. En 2 Corintios 5:8, escribió que preferiría “estar ausente del cuerpo, y presente al Señor”. El repitió este sentimiento en su carta a los Filipenses donde escribió, “el vivir es Cristo, y morir es ganancia” (Filipenses 1:21). Él explicó el significado de esta declaración, al añadir que su deseo era “partir para estar con Cristo” (Filipenses 1:23). 

El Estado Intermedio

Mi segundo descubrimiento fue que no estamos destinados a una existencia etérea como espíritus incorpóreos. Inmediatamente después de la muerte, tanto los salvos como los perdidos reciben un cuerpo que voy a llamar un “cuerpo espiritual intermedio”. Le he dado ese nombre porque es un cuerpo que es intermedio entre nuestro cuerpo físico actual y el cuerpo glorificado definitivo que los santos recibirán al momento de su resurrección.

La Biblia no nos dice mucho acerca de este cuerpo, excepto que es tangible y reconocible. Un ejemplo de eso se encuentra en 1 Samuel 28 donde se nos dice que el rey Saúl, en su rebelión contra Dios, buscó el consejo de una bruja. Ella, a su vez, procuró invocar a su espíritu demonio familiar. En su lugar, el Señor envió a Samuel, quien había muerto hace tiempo atrás. En el momento que Samuel apareció, tanto la bruja como Saúl lo reconocieron. Samuel procedió a pronunciar sentencia sobre Saúl, diciéndole que su reino sería entregado a David y que, al día siguiente, “tú y tus hijos estaréis conmigo” (1 Samuel 28:8–19). Al día siguiente, Saúl y sus tres hijos, incluido Jonatán, fueron asesinados por los filisteos (1 Samuel 31:1–6).

Otro ejemplo del cuerpo espiritual intermedio puede encontrarse en Mateo 17, donde se cuenta la historia de la Transfiguración de Jesús. Esto fue cuando a Sus discípulos se les dio una visión de Su gloria venidera. Mientras atestiguaban este acontecimiento maravilloso, dos personas aparecieron repentinamente y empezaron a hablar con ellos. Las dos personas eran Moisés y Elías (Mateo17:1–5). 

Es muy posible que estos dos aparecieran nuevamente en la ascensión de Jesús. Lucas nos dice que mientras los discípulos miraban fijamente a Jesús mientras Él ascendía al cielo, dos hombres vestidos de blanco aparecieron de repente y les dijeron: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:9–11). Los hombres no son identificados. Podrían haber sido ángeles, pero también podrían haber sido Elías y Moisés.

Un ejemplo adicional de cuerpos espirituales intermedios es uno que ya he mencionado. Es la escena que Juan vio en el cielo que se registra en Apocalipsis 7. Vio una gran multitud, demasiada para ser contada. Estaban de pie ante el trono de Dios vestidos con túnicas blancas y agitando ramas de palmera. A Juan se le dijo que éstos eran mártires que salían de la gran Tribulación (Apocalipsis 7:9–14).

La Glorificación

Cuando Jesús regrese, la Biblia dice que traerá con Él los espíritus de los salvos (1 Tes. 4:13–14). Él resucitará sus cuerpos en un gran milagro de recreación (ya sea que sus cuerpos estén preservados, putrefactos, cremados o disueltos en el océano). En un parpadeo, Él reunirá sus espíritus con sus cuerpos resucitados y luego glorificará sus cuerpos (1 Tes. 4:15–16). Luego, aquellos santos que estén vivos serán arrebatados para recibir al Señor en el cielo y serán transformados mientras ascienden (1 Tes. 4:17).

Toda mi vida he escuchado a las personas decir: “Hay dos cosas en la vida que no puedes evitar: la muerte y los impuestos”. Esa declaración es incorrecta. La única cosa que no podemos evitar son los impuestos y más impuestos. Una generación entera de creyentes evitará la muerte — la generación que esté viva cuando el Señor regrese por Su Iglesia. Con razón Pablo concluyó este gran pasaje en 1 Tesalonicenses diciendo: “Por lo tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes. 4:18).

¿Qué es un cuerpo glorificado? Pablo escribió un capítulo entero acerca del tópico en 1 Corintios 15. Él dijo que nuestros cuerpos glorificados serán incorruptibles, gloriosamente puros, poderosos y espirituales (1 Corintios 15:42–44). 

Pablo además declara que el cuerpo glorificado será inmortal y, como tal, no estará más sujeto a la muerte (1 Corintios 15:53–55). Éste es un punto importante. Muchos en la cristiandad creen en la inmortalidad del alma. Ése no es un concepto bíblico. Proviene de los escritos de Platón, un filósofo griego. La Biblia dice que sólo Dios posee la inmortalidad (1 Timoteo 6:16). No recibimos la inmortalidad hasta que se nos dan nuestros cuerpos glorificados. La inmortalidad es un regalo de gracia para los redimidos.

La Naturaleza del Cuerpo Glorificado

Pablo hizo una declaración en su carta a los Filipenses que creo que nos provee el marco de referencia para entender cómo serán nuestros cuerpos glorificados. Él escribió que, cuando Jesús regrese, “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20–21). En otras palabras, nuestros cuerpos glorificados van a ser como el cuerpo resucitado de Jesús.

Ahora, piense en ello por un momento. Después de Su resurrección, Jesús tenía un cuerpo tangible que podía ser tocado y reconocido (Lucas 24:41–43; Juan 20:27–28). Al principio, las personas tenían dificultad en reconocerle, pero eso es entendible. Si usted enterró a su amigo un día y él golpeara su puerta al siguiente, ¿lo reconocería? ¿No asumiría que era alguien que se parecía a su amigo? Una vez que los discípulos se dieron cuenta que Jesús verdaderamente había resucitado, no tuvieron más dificultad en reconocerle, incluso a la distancia (Juan 21:1–7).

Entonces, Jesús tenía un cuerpo similar a los que tenemos ahora. Era tangible y reconocible. También era un cuerpo que comía. Jesús es descrito comiendo con Sus discípulos varias veces, incluyendo una porción de pescado en la playa del Mar de Galilea (Lc.24:30–31, 41–42; Juan 21:10–13).

Debo admitir que me emociono cuando leo estos relatos de Jesús comiendo, y también cuando leo acerca de nuestra comida con Él en el Cielo, en la “cena de las bodas del Cordero” (Ap. 19:7–9). ¡Tengo esta fantasía que seremos capaces de comer todo lo que queramos en nuestros cuerpos glorificados y no tendremos que preocuparnos por aumentar de peso! (Esto debería ser suficiente para hacer que muchos de ustedes griten “¡Maranata!”)

Una Dimensión Diferente

El cuerpo resucitado de Jesús era similar a los nuestros en muchos sentidos, pero también había algunas diferencias. El cuerpo de Jesús parecía tener una dimensión diferente, ya que podía pasar a través de paredes de un cuarto encerrado (Juan 20:26), y podía moverse de un lugar a otro casi instantáneamente (Lucas 24:30–36). En un momento estaba en el camino a Emaús, en el siguiente estaba en Jerusalén, y luego aparecería en el área de Galilea.

Sus discípulos estaban tan sobresaltados y asustados por Su habilidad de desaparecer y reaparecer repentinamente en otro lugar, que pensaron que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús contradijo esa idea inmediatamente al decirles: “Palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). 

Cuando la Palabra dice que nuestros cuerpos glorificados serán de naturaleza “espiritual” (1 Corintios 15:44), no quiere decir que seremos espíritus etéreos. Dice que nuestro cuerpo natural será resucitado como un cuerpo espiritual, no como un espíritu. Aún tendremos un cuerpo, pero ya no será controlado más por la antigua naturaleza pecaminosa, la carne. En cambio, será un cuerpo rendido completamente al control del Espíritu Santo.

Hay otra cosa que la Biblia revela acerca del cuerpo glorificado que debería ser una fuente de gran consuelo. El cuerpo glorificado será un cuerpo perfeccionado. Eso significa que los ciegos verán, los sordos oirán, los cojos caminarán, y los mudos hablarán. Aquéllos que son enfermos mentales tendrán sus mentes sanadas (Isaías 29:18–19, 32:3–4, 35:5–6). Ya no habrá más dolor o muerte (Ap. 21:4). Dios “enjugará toda lágrima” y “ya no habrá más llanto, ni clamor ni dolor” (Ap. 21:4).

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

jueves, 18 de febrero de 2021

Revista Llamada de Medianoche – Febrero 2021

Dios es siempre bueno – no desesperaré 

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Temas incluidos en esta edición:

»» ¿Cambio profundo en el Medio Oriente?
»» Una vez más, Israel es chantajeado
»» Israel: un pueblo muy especial
»» Mantener a Jesús en el centro en tiempos de pandemia 
»» ¿Evangelio de la prosperidad o la dura realidad?

Entre otros.

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martes, 1 de septiembre de 2020

Observaciones del Editor: ¿Pesimismo o Esperanza y Alegría?

 Por Dr. David R. Reagan

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Romanos 15:13).

Recientemente recibí un mensaje de un caballero que escribió para quejarse de que publicamos demasiados artículos negativos. Sugirió que escribiéramos más sobre la esperanza.

Me sorprendió su queja, porque cada uno de los miembros de nuestro personal que escribe para el Ministerio Cordero y León siempre trata de terminar nuestros artículos con una garantía de esperanza. Lo hemos hecho de manera constante desde el comienzo del ministerio en 1980.

Lo que ha cambiado es que, en la década de los 80, por lo general concluiríamos cualquier artículo sobre nuestra nación señalando al lector 2 Crónicas 7:14, pidiéndole que orara por un avivamiento espiritual en Estados Unidos. Ese pasaje dice: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

En la década de 1990 dejé de referir a la gente a ese pasaje porque llegué a la conclusión de que nuestra nación había pasado el punto de sin retorno en su rebelión contra Dios. Ya no creía que hubiera esperanza para nuestra nación. Habíamos llegado demasiado lejos en nuestro rechazo de Dios. Por lo tanto,  en lo que respecta a la esperanza, cambié mi atención de nuestra nación a los individuos.

Comencé a enfatizar que, aunque sentía que no había esperanza para Estados Unidos, hay una esperanza increíble para aquellos que ponen su fe en Jesús. Sí, hay pesimismo en la profecía bíblica, pero es para los incrédulos — para aquellos que rechazan la gracia que Dios provee por medio de la fe en Su Hijo, Jesús.

Para aquellos que ponen su fe en Jesús, hay una esperanza increíble. En primer lugar, está la morada del Espíritu Santo, quien nos guiará, consolará, orará por nosotros, y nos capacitará para comprender las profundidades de la Palabra de Dios. Luego, está la promesa de la vida después de la muerte —  ¡vida en un cuerpo glorificado que es perfecto e inmortal!

Los creyentes incluso tienen la esperanza de escapar de este mundo de inmoralidad y violencia que se oscurece constantemente. Esa esperanza se llama el Rapto de la Iglesia, que ocurrirá antes de que comience la Gran Tribulación. Sí, los creyentes de la Era de la Iglesia — tanto los vivos como los muertos — serán sacados de este planeta antes de que Dios comience a derramar Su ira sobre las naciones rebeldes del mundo. 

¿Significa el destino sellado de nuestra nación que no debemos hacer nada en respuesta?  ¡De ningún modo! Debemos ser sal y luz, defendiendo y hablando a favor de la rectitud. Pero, mucho más importante, debemos compartir el Evangelio con el mayor número posible de personas lo más rápido posible, porque las señales de los tiempos indican que estamos viviendo en tiempo prestado.

Y de eso se trata este ministerio. En el lado negativo, hemos sido llamados a identificar los pecados de nuestra nación, llamar a la gente al arrepentimiento, y advertir sobre la inminente perdición de nuestra nación. Pero, en el lado positivo, hemos sido ordenados para proclamar el pronto regreso de Jesús; primero en el Rapto; y luego en Su Segunda Venida a esta tierra, cuando gobernará en gloria y majestad desde el Monte Sion en Jerusalén; y el mundo entero será inundado de paz, rectitud y justicia.

¡Eso es lo que yo llamo ESPERANZA! La Biblia dice que ella es el “ancla de nuestra alma” (Hebreos 6:19). Y es a causa de esta esperanza, que cada mañana cuando me despierto, mi corazón clama: “¡Maranata!" (1 Corintios 16:22).


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe


jueves, 20 de agosto de 2020

Una Fe Tenaz en Tiempos de Ansiedad (parte 1)

La Pandemia




Hay un viejo dicho que contiene sabiduría: “Cuando te encuentres en un agujero, ¡deja de cavar!”. 

Durante las últimas semanas, nuestra nación ha sido empujada a un agujero. Después de experimentar un auge económico durante los últimos años, de repente nos encontramos enfrentando una crisis de salud pública, una potencial calamidad económica, y un futuro incierto. ¿Cómo deberían reaccionar los cristianos ante un aluvión de noticias negativas y temores crecientes?

En primer lugar, debemos recordarnos constantemente — y a nuestros hermanos creyentes — que nuestra esperanza no está en nuestra cuenta corriente, nuestro 401K (plan de ahorro para la jubilación), nuestra reserva de alimentos y necesidades o cualquier otra persona o cosa. Nuestra esperanza está en Cristo solo. 

Parados firmemente en esa Roca de la Verdad, necesitamos decir la verdad — entre nosotros y ante un mundo que se tambalea por el miedo. 

Los Juicios Correctivos de Dios

Cuando hablamos de la ira de Dios, el mundo se ofende. Visualizan a Dios como un monstruo, que derrama el juicio inmerecido sin misericordia.

Me acordé de esto recientemente cuando el representante estatal de Kentucky, Chris Fugate (quien también es pastor bautista) abrió una sesión diaria de la legislatura con una oración en la que habló del juicio de Dios contra el pecado y nuestra necesidad de arrepentirnos por los pecados individuales y corporativos. Los legisladores izquierdistas en Kentucky estaban indignados de que alguien hablara de juicio o llamara al arrepentimiento.

Pero la Escritura es clara. El apóstol Pablo declaró que el Dios vivo y verdadero no tolerará el pecado para siempre — y no será burlado (Gálatas 6:7-8). Pero, incluso en medio de la ira, Él siempre recuerda la misericordia (Habacuc 3:2). Y, Él es paciente, y no desea que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). 

Esa paciencia y misericordia son evidentes en toda la Biblia. Cuando Dios anunció el juicio sobre un mundo lleno de iniquidad, en forma de un diluvio mundial, comisionó a Noé como pregonero de justicia (2 Pedro 2:5). Mientras construía el arca, Noé llamaba a la gente al arrepentimiento — tanto a través de sus acciones obedientes como de su predicación.

Jonás llegó a comprender la profundidad del amor de Dios por los perdidos. Comprendieron la precariedad de su situación y se arrepintieron en silicio y ceniza — y Dios se arrepintió de Su juicio.


Una Respuesta Adecuada al Juicio

Jesús desafió el pensamiento equivocado de los hombres que plantearon una pregunta sobre la matanza de algunos galileos (Lucas 13:1). Él preguntó, “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?” (Lucas 13:2). En lugar de menospreciar la tragedia o señalar la pecaminosidad de esas personas, habló de la condición de toda la humanidad: “…si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3).

Entonces, siguiendo el ejemplo de Noé y Jonás y Pablo y Jesús, debemos decir la verdad a los que están pereciendo — llamándolos al arrepentimiento y la salvación en Jesús. No es el momento de ofrecer clichés de esperanza vacía. A medida que la tormenta arrecia, debemos señalar el único fundamento de la Iglesia: Jesucristo, su Señor. 

Al igual que la palabra de la cruz, tal mensaje seguirá siendo una insensatez ofensiva para muchos de los que están pereciendo, pero, para otros, representará el poder de Dios (1 Corintios 1:18).


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

Original article:
Tough faith in a time of anxiety

martes, 21 de abril de 2020

¿Prometen las Escrituras que "ningún virus puede tocar" tu casa como creyente?

Por George Lawson



Si crees en la interpretación literal de las Escrituras y, al mismo tiempo, también crees que siempre es la voluntad de Dios que seas físicamente saludable y financieramente rico, tienes que preguntarte, “¿me he perdido algo aquí?”… al menos un poco.

Si Jesús prometió a sus discípulos que resucitaría físicamente al tercer día y no lo hizo, ¿creeríamos en algo más de lo que dijo proféticamente? Y si un maestro religioso nos dice que puede proteger a Florida del Coronavirus, o que puede hacer desaparecer el Coronavirus, ¿deberíamos creer cualquier otra cosa que diga proféticamente?

Recientemente he visto videos de predicadores de “Palabra de Fe”, que han enseñado que “ningún coronavirus puede acercarse a usted o a su casa” e intentan basar su falsa enseñanza en las Escrituras. Escuché a un maestro, que usó el Salmo 91:10 para probar que Covid-19 no te afectará a ti, ni a nadie en tu casa.

No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Salmo 91:10

¿Nos promete el Salmo 91 que ningún virus puede entrar en nuestro hogar? ¿Nos enseñan las Escrituras que nunca sufriremos enfermedades, desastres, peligros o destrucción?

Permítanme darles al menos 4 razones por las que interpretar las Escrituras de esta manera, en la forma en que algunos maestros proponen que las interpretemos, no es fiel a las Escrituras o al Dios que las autorizó.

1. En primer lugar, no es históricamente cierto decir que los creyentes nunca experimentan enfermedades, desastres, peligros o destrucción.

2. No es contextualmente cierto decir que los creyentes nunca experimentan enfermedades, desastres, peligros o destrucción.

3. No tiene sentido lo que sabemos por el NT decir que los creyentes nunca experimentan enfermedades, desastres, peligros o destrucción.

4. Por último, no tendría sentido lo que sabemos contextualmente del Antiguo Testamento decir que los creyentes nunca experimentan enfermedades, desastres, peligros o destrucción.

Les animo a que lean el artículo completo »»aquí 
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