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lunes, 30 de septiembre de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 5 (Parte 2)

El Mal de la Teología del Reemplazo

Por Dr. David R. Reagan


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Un Símbolo Judío-Cristiano

La naturaleza judía de la iglesia primitiva está atestiguada por el siguiente símbolo. Es el símbolo cristiano más antiguo que se ha encontrado. Está tallado en artefactos encontrados en Jerusalén que datan del siglo I.

Como se puede ver, muestra al pez, el símbolo de la Iglesia, emergiendo de raíces judías, representadas por la Menorá y la Estrella de David. El pez se convirtió en un símbolo para los cristianos debido a que la palabra pez en griego es ICTHUS — un acrónimo para Iesous, Christos, Theos, Huios and Soter, que quiere decir, Jesucristo, el Hijo de Dios y Salvador.

La Gentilización de la Iglesia

Ahora bien, a medida que la Iglesia comenzó a extenderse más allá de su origen judío, y a medida que abarcaba a más y más gentiles, rápidamente perdió contacto con sus raíces judías. Este proceso se aceleró con la destrucción de la iglesia madre en Jerusalén durante la Segunda Rebelión judía contra los romanos, que terminó en el año 135 d. C.

Otra clave para la gentilización de la Iglesia fue el desarrollo de un enfoque interpretativo alegórico de las Escrituras, que permitió a la Iglesia apropiarse de las promesas de Israel para sí misma.

Así, Tertuliano, escribiendo en el siglo III, fue capaz de argumentar que la promesa de Génesis 25:21-25, de que “el mayor servirá al menor” (hablando, por supuesto, de Esaú y Jacob), ¡era en realidad una profecía de que Israel se volvería subordinado a la Iglesia!6

La Evolución de la Teología del Reemplazo y el Antisemitismo

Como resultado de estos acontecimientos históricos, los apologistas cristianos, a partir del siglo II, comenzaron a volverse contra los judíos, caracterizándolos como “asesinos de Cristo”. Considere los siguientes ejemplos:

La Epístola de Bernabé (100 d. C.) — Este escrito fue un candidato a ser incluido en la Biblia. Es una buena demostración de cuán profundamente los métodos griegos de interpretación ya habían impactado a los cristianos. El escritor insistió en que el Antiguo Testamento nunca fue pensado para ser leído literalmente, sino que debía ser interpretado alegóricamente.

El escritor argumentó que “sólo el cristiano podía darle entender la Biblia”. Los “judíos carnales”, con su “mentalidad terrenal”, no habían logrado reconocer el mensaje oculto de sus propias Escrituras y, como resultado, habían perdido eternamente su derecho a las promesas del pacto hechas a Abraham, Isaac y Jacob.7

Ignacio de Antioquía (c. 50-117) — Dijo que “aquellos que participan de la Pascua son partícipes de aquellos que mataron a Jesús”.8

Justino Mártir (100-165) — Afirmó que el pacto de Dios con Israel ya no era válido y que los gentiles habían reemplazado a los judíos.9 Además, fue el primero en identificar a la Iglesia como “el verdadero Israel espiritual”. 10 Y declaró que la difícil situación de los judíos —su exilio y persecución— había ocurrido “con equidad y justicia” porque habían “matado al Justo”. 11

Melitón de Sardis (fallecido hacia 180) — También se centró en el deicidio (el asesinato de Dios). Lo hizo proclamando: “¡El Rey de Israel ha sido asesinado con la diestra de Israel! ¡Ay de la nueva maldad del nuevo asesinato!”.12

Ireneo (130-202) — Fue alumno de Policarpo quien, a su vez, fue discípulo del apóstol Juan. Declaró que “la casa de Jacob y el pueblo de Israel han sido desheredados de la gracia de Dios”. Y argumentó esto porque “han rechazado al Hijo de Dios” y “lo mataron”.13

Clemente de Alejandría (c. 150 - c. 215) — Afirmó que Israel “negó al Señor” y, por lo tanto, “perdió el lugar del verdadero Israel”.14

Hipólito de Roma (170-235) — Es considerado por muchos como el teólogo más importante del siglo III. Fue alumno de Ireneo. Declaró que los judíos habían sido oscurecidos a los ojos de sus almas “con una oscuridad total y eterna”. Además, declaró que estaban destinados a ser “esclavos de las naciones, no por cuatrocientos años como en Egipto, ni setenta como en Babilonia, sino [...] siempre”.15

Tertuliano de Cartago (155-230) — Culpó a los judíos por la muerte de Jesús y argumentó que habían sido rechazados por Dios.16

Cipriano de Cartago (c. 200-258) — Fue alumno de Tertuliano. Escribió:17

Me he esforzado por demostrar que los judíos . . . se apartaron de Dios y perdieron el favor de Dios . . . mientras que los cristianos ocuparon su lugar, siendo merecedores del bien del Señor por la fe, y procediendo de todas las naciones y del mundo entero.

Y añadió:18 

Nosotros, los cristianos, cuando oramos, decimos: “Padre nuestro”, porque ha comenzado a ser nuestro y ha dejado de ser el Padre de los judíos, que lo han abandonado.

Orígenes de Alejandría (185-254): Fue responsable de gran parte del antisemitismo, todo lo cual se basaba en su afirmación de que los judíos eran responsables de matar a Jesús. En uno de sus tratados escribió:19

Decimos con confianza que ellos [los judíos] nunca serán restaurados a su condición anterior. Porque cometieron un crimen de la clase más impía, al conspirar contra el Salvador de la raza humana. . . Por consiguiente, convenía que la ciudad donde Jesús sufrió estos sufrimientos pereciera por completo, y que la nación judía fuera derrocada, y que la invitación de felicidad que Dios les ofrecía pasara a otros: los cristianos. . .

El Concilio de Elvira (305) — Fue un sínodo eclesiástico de clérigos españoles que se celebró en lo que hoy se conoce como la ciudad de Granada, situada en el sur de España. El concilio votó para prohibir a los cristianos compartir una comida con un judío, casarse con un judío, bendecir a un judío u observar el día de reposo.20

El Punto de Inflexión para el Cristianismo

Llegamos ahora a un gran punto de inflexión en la historia del cristianismo — a saber, la conversión de Constantino al cristianismo en el año 306 d. C., y su adopción final del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano en el año 321 d. C.

Como hemos visto, a principios del siglo IV, la Teología del Reemplazo y su virulento antisemitismo se habían arraigado en el pensamiento cristiano. Y, cuando el cristianismo recibió la aprobación del Imperio de la noche a la mañana, los emperadores comenzaron a promulgar como ley los conceptos y afirmaciones de los teólogos cristianos contra los judíos y el judaísmo.21

En el Edicto de Milán, emitido en el año 313 d. C., se concedió favor al cristianismo, mientras que las sinagogas fueron prohibidas. Otro edicto, emitido en el año 315 d. C., autorizaba la quema de judíos si eran condenados por violar las leyes.22

A medida que la Iglesia se volvía cada vez más dominante dentro del Imperio Romano, se aprobaron nuevas leyes que restringían severamente la jurisdicción rabínica, prohibían la conversión al judaísmo y excluían a los judíos de ocupar altos cargos o servir en el ejército.23 Como Clarence Wagner lo ha resumido: “En lugar de que la Iglesia aprovechar esta oportunidad para difundir su mensaje del Evangelio en amor,  verdaderamente se convirtió en la Iglesia Triunfante, lista para vencer a sus enemigos”.24

El Concilio de Nicea (325 d. C.) — Éste fue el primer concilio ecuménico de la Iglesia. Se celebró en lo que hoy es Turquía, y fue convocado y presidido por el emperador Constantino. Éste es el concilio histórico que resolvió la cuestión cristológica de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre. En cuanto a los judíos, el concilio cambió la celebración de la Resurrección de la Fiesta judía de las Primicias a la Pascua, en un intento de desvincularla de las fiestas judías. El Consejo declaró:25

Porque es indecoroso más allá de toda medida que en esta fiesta tan sagrada sigamos las costumbres de los judíos. De ahora en adelante no tengamos nada en común con este odioso pueblo.

Además de llamarlos “pueblo odioso”, el concilio también se refirió a los judíos como “miserables contaminados”, “una chusma muy hostil” y “parricidas”.26

Eusebio de Cesarea (c. 265-339) — Enseñó que las promesas de las Escrituras estaban destinadas a los gentiles y las maldiciones a los judíos. Afirmaba que la Iglesia era el “verdadero Israel”.27

Hilario de Poitiers (c. 300 – c. 368) — Este obispo francés fue reconocido como santo por la Iglesia. Escribió: “Los judíos son un pueblo perverso maldito por Dios para siempre”.28

Juan Crisóstomo (349-407) — Fue arzobispo de Constantinopla. Fue apodado “La Lengua de Oro”, por su poderosa predicación. Presentó ocho sermones contra los judíos. He aquí algo de lo que tenía que decir:29

La sinagoga no es sólo un burdel y un teatro, también es una cueva de ladrones y un lugar de alojamiento para las bestias salvajes. Los judíos son asesinos empedernidos poseídos por el diablo. Su libertinaje y embriaguez les da los modales de un cerdo. . . Por eso odio a los judíos.

Procedió a negar que los judíos pudieran recibir el perdón. Afirmaba que era un deber cristiano odiar a los judíos. También afirmó que los judíos adoraban a Satanás.

¡Y este hombre fue canonizado como Santo!

San Jerónimo (347-420) — Otro hombre al que se le concedió la santidad fue el famoso traductor de la Biblia al latín. Describió a los judíos como “... serpientes, con la imagen de Judas. Sus salmos y oraciones son el rebuzno de los asnos. . . Son incapaces de entender las Escrituras”.30

San Ambrosio, Obispo de Milán (c. 340-397) — Éste es el hombre que convirtió a San Agustín. Con respecto a los judíos, escribió:31

Los judíos son los más despreciables de todos los hombres. Son lujuriosos, codiciosos, rapaces. Son pérfidos asesinos de Cristo. Adoran al diablo. Su religión es una enfermedad. Los judíos son los odiosos asesinos de Cristo y, por matar a Dios, no hay expiación posible, ni indulgencia, ni perdón. Los cristianos nunca pueden cesar en la venganza, y el judío debe vivir en servidumbre para siempre. Dios siempre odió a los judíos. Es esencial que todos los cristianos los odien.

San Agustín (354-430) — Es considerado el más grande de todos los Padres de la Iglesia en términos del impacto general de su teología en la Iglesia. Con respecto a los judíos, simplemente apoyó lo que se había escrito antes que él.

Su única nueva contribución fue su respuesta a la pregunta frecuente: “¿Por qué Dios ha permitido que los judíos continúen existiendo?”. Su respuesta fue que, aunque los judíos merecen la muerte, están destinados a vagar por la tierra para presenciar la victoria de la Iglesia sobre la Sinagoga.

Pero, en términos de la Teología del Reemplazo, proporcionó otra piedra angular con su desarrollo del amilenialismo, y su afirmación de que el reino milenial había comenzado con la venida de Jesús, y que la Iglesia Romana era el cumplimiento de las promesas del reino que se hicieron a Israel.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Video: Las Raíces del Antisemitismo y la "Teología" del Reemplazo


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jueves, 26 de septiembre de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 5 (Parte 1)

El Mal de la Teología del Reemplazo

Por Dr. David R. Reagan


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La mayoría de los cristianos no son conscientes del hecho de que el cristianismo mismo fue una de las principales causas del Holocausto. No el verdadero cristianismo, por supuesto, sino una perversión del mismo, conocida como Teología del Reemplazo. Es por esta razón que muchos judíos ven el Holocausto como un acontecimiento cristiano, y es la razón por la que la mayoría de ellos no están dispuestos a escuchar una presentación del Evangelio cristiano.

Cuando comenzó el siglo XX, esta teología herética era característica tanto de los católicos como de los protestantes. Estaba estrechamente identificada con la escatología conocida como amilenialismo. Ésta es la creencia de que estamos en el Milenio ahora y lo hemos estado desde la Cruz. Es un punto de vista del tiempo del fin que niega que Jesús regresará alguna vez a esta tierra para reinar sobre todo el mundo. En cambio, argumentan que Él está reinando ahora desde el Cielo.

Mi Experiencia Personal

Fui criado en una iglesia militantemente amilenial. Con esto quiero decir que alguien podía ser expulsado de la iglesia por tener cualquier otro punto de vista profético.

Rara vez escuchábamos alguna predicación del Antiguo Testamento, y casi nunca escuchábamos algo acerca de la profecía bíblica del tiempo del fin. El sermón clásico que escuchábamos una y otra vez sobre los tiempos del fin era uno que decía: “¡No hay un solo versículo en la Biblia que siquiera insinúe que Jesús volverá a poner Sus pies en esta tierra!”. 

Un Descubrimiento Impactante

Así que, pueden imaginarse lo sorprendido que estaba a los 12 años, cuando estaba hojeando la Biblia y descubrí Zacarías 14. Era muy fácil de entender. Decía que el Mesías regresaría al Monte de los Olivos, que el monte se partiría por la mitad cuando Sus pies lo tocaran, que Él pronunciaría una palabra sobrenatural que destruiría a todos los ejércitos alrededor de Jerusalén, y que ese día Él se convertiría en “rey sobre toda la tierra”.

Siempre me habían enseñado que la Biblia quería decir lo que decía, así que este pasaje me resultó muy confuso, ya que mi pastor había enseñado que Jesús nunca regresaría a esta tierra. Así que decidí confrontar a mi pastor con él, y lo hice con temor y temblor.

Nunca olvidaré ese encuentro. Le recordé lo que había estado enseñando, y luego le pedí que me dijera el significado de Zacarías 14:1-9. Sacó su Biblia y leyó el pasaje y luego pareció sentarse allí y estudiarlo en silencio durante una eternidad. Finalmente, levantó la vista, me señaló con el dedo en la cara y dijo: “Hijo, no sé lo que significa este pasaje, pero puedo garantizarte una cosa: ¡no significa lo que dice!”.

Bueno, eso fue difícil de aceptar para mí. Una vez más, me habían enseñado que la Biblia significaba lo que decía. Y, siendo un irlandés testarudo, decidí buscar otras opiniones. Un predicador me explicó que todas las profecías del Antiguo Testamento se habían cumplido. “No tengo idea de cuándo o dónde se cumplió esta profecía”, dijo, “pero puedo garantizarte  una cosa: se ha cumplido, porque todas las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en Jesús”.

Cuando tenía unos 18 años, llegó a la ciudad un predicador que se había graduado del seminario. Repitió la misma vieja afirmación de que no hay un solo versículo en la Biblia que insinúe que Jesús volverá a poner sus pies en esta tierra. Después de su sermón, lo confronté con Zacarías 14. Ni siquiera pestañeó. Se sabía el pasaje de memoria. Simplemente soltó: “¡Apocalíptico!”. No tenía idea de qué estaba hablando. No sabía si eso era una teoría o una enfermedad. Pero él era graduado del seminario, así que acepté su explicación.

Cuando comencé a predicar a los 20 años, proclamaba con confianza que Jesús nunca volvería a poner sus pies en esta tierra. Una vez, una ancianita con zapatos tenis se me acercó y me preguntó: “¿Qué hay de Zacarías 14?”. Le respondí bruscamente: “¡Apocalíptico!”. Se asustó muchísimo, se dio la vuelta y salió corriendo. Yo no sabía de qué estaba hablando, y ella tampoco.

No me di cuenta en ese momento, pero me habían introducido a la interpretación alegórica de las Escrituras. La posición oficial de mi iglesia era que todo en la Biblia significa exactamente lo que dice, a menos que esté hablando de la Segunda Venida de Jesús, ¡en cuyo caso nunca significa lo que dice!

Descubrimiento de la Teología del Reemplazo y Liberación de Ella

También me introdujeron a la Teología del Reemplazo, aunque nadie en nuestra denominación sabía realmente qué era eso. Les resultará difícil creer cómo me enfrenté a este concepto antibíblico. ¡Me enseñaron que era pecaminoso orar el Padre Nuestro! Cuando pregunté por qué, me dijeron: “El Padre Nuestro es irrelevante para los cristianos de hoy en día, porque ya ha sido respondido. La oración hace la súplica: ‘Venga tu reino’, y el reino ya ha venido en la forma de la Iglesia”.

Otra forma en la que me vi sometido a la actitud de la Teología del Reemplazo fue a través de la enseñanza de que todo el Antiguo Testamento había sido clavado en la cruz y, por lo tanto, era irrelevante para el cristianismo. Nos llamábamos “Una Iglesia del Nuevo Testamento” y, cuando el ministro nos decía que nos aseguráramos de traer nuestras Biblias a la iglesia, sabíamos que se refería a nuestros Nuevos Testamentos. Muchos de nosotros ni siquiera teníamos una Biblia completa.

El comienzo de mi liberación de estos puntos de vista ocurrió cuando tenía unos 30 años. Empecé a leer los Profetas Menores y me cautivaron. Sus mensajes parecían muy relevantes para los problemas de la actualidad. Y, una vez más, fue el libro de Zacarías el que resultó ser mi punto de inflexión. Después de leerlo de principio a fin por primera vez en mi vida, me impactó el hecho de que está lleno de profecías mesiánicas sobre la Primera Venida, y que cada una de ellas significaba lo que decía. De repente, me di cuenta de que si las profecías de la Primera Venida en este libro “apocalíptico” significaban lo que decían, entonces las profecías de la Segunda Venida deben significar lo que dicen.

Mi estudio de la profecía bíblica desde entonces me ha convencido de que la tergiversación de las Escrituras a través de la espiritualización es un terrible abuso de la Palabra de Dios. Ha llevado a los cristianos a rechazar el relato de la creación de Génesis, así como las promesas de Dios para el futuro.

Desde el principio hasta el final de la Biblia debemos interpretar la Palabra de Dios por su significado de sentido llano. Si no lo hacemos, se producirán doctrinas trágicas como la Teología del Reemplazo.

La Raíz del Problema

Me gustaría entrar en el tema de la Teología del Reemplazo yendo a la raíz del mismo, que es el odio de Satanás hacia el pueblo judío. Satanás odia a los judíos con pasión por varias razones:

1) Dios los escogió para que fueran Sus testigos ante el mundo.  

2) A través de ellos, Dios le dio al mundo la Biblia.  

3) A través de ellos, Dios dio al mundo el Mesías.  

4) Dios ha prometido que salvará a un gran remanente de ellos.  

5) Dios ha prometido que, a través de ese remanente, bendecirá a todas las naciones del mundo durante el reinado milenial de Jesús.

Satanás está decidido a destruir a todos los judíos del planeta tierra para que Dios no pueda cumplir las promesas que les ha hecho.

Supersesionismo

Parte de la estrategia de Satanás ha sido infectar a la Iglesia con lo que históricamente se ha llamado supersesionismo. Ésta es la idea de que Dios ha reemplazado a los judíos con la Iglesia. Recién en el siglo XX este concepto llegó a ser conocido como la Teología del Reemplazo.

Hay dos tipos básicos de supersesionismo. El primer tipo se llama “supersesionismo económico”. Yo prefiero llamarlo “sustitucionismo histórico”. Esta es la forma más moderada de la teología. Argumenta que el plan de Dios desde el principio era que el papel de Israel como pueblo de Dios expirara con la venida del Mesías y el establecimiento de la Iglesia. O, para decirlo de otra manera, era el plan de Dios que el pueblo de Dios se transformara de un grupo étnico a un grupo universal.1

Un ejemplo de este punto de vista entre los primeros Padres de la Iglesia se puede encontrar en los escritos de Melitón de Sardes (fallecido circa 180). Escribió:3

El pueblo [Israel] era precioso antes de que la iglesia surgiera, y la ley era maravillosa antes de que el evangelio fuera dilucidado. Pero cuando la iglesia se levantó y el evangelio tomo precedencia, el modelo quedó anulado, cediendo su poder a la realidad. . . El pueblo [Israel] quedó anulado cuando la iglesia surgió.

Un representante moderno de esta escuela de pensamiento es Karl Barth (1886-1968). Esto es lo que dijo:3

El primer Israel, constituido sobre la base de la descendencia física de Abraham, ha cumplido su misión ahora que el Salvador del mundo ha brotado de él y su Mesías ha aparecido. Sus miembros sólo pueden aceptar este hecho con gratitud y, en confirmación de su propia elección y llamamiento más profundos, unirse al pueblo de este Salvador, su propio Rey, cuyos miembros los gentiles están llamados a ser ahora también. Su misión [de Israel] como comunidad natural ha llegado a su fin y no puede continuar ni repetirse.

El tipo mucho más común de supersesionismo, y el tipo que ha caracterizado a la Iglesia casi desde sus comienzos, se llama supersesionismo punitivo. Éste enfatiza la desobediencia de Israel a Dios, su posterior castigo justificable por parte de Dios y su desplazamiento como pueblo de Dios.

Dicho de otro modo: “El pueblo elegido de Israel ha sido reemplazado por la Iglesia, porque la nación judía actuó malvadamente y ha perdido el derecho de ser el pueblo de Dios”.4

Antisemitismo

Es este punto de vista el que desde el principio hizo que la Iglesia se infectara con una forma virulenta de antisemitismo. Durante casi 2,000 años, la Iglesia en general, tanto católica como protestante, ha sostenido que, debido al hecho de que los judíos rechazaron a Jesús como su Mesías, Dios derramó Su ira sobre ellos en el año 70 d. C., destruyendo su nación y su Templo, y en el proceso, los desestimó, dejándolos sin ningún propósito como nación.

En resumen, debido a su continua desobediencia y su rechazo a Jesús, Dios ha reemplazado a Israel con la Iglesia, transfiriendo las bendiciones prometidas a Israel a la Iglesia.

Hoy en día, esto se llama Teología del Reemplazo, y aquellos que todavía creen en ella, la mayoría de los cristianos profesantes, consideran que el Israel moderno es un accidente de la historia, sin ningún significado espiritual. En consecuencia, negarían que Dios tenga planes especiales para el pueblo judío en los últimos tiempos. Una vez más, para ellos, el reencuentro de los judíos y el restablecimiento de Israel son simplemente accidentes de la historia, sin ningún significado espiritual.

Permítanme darles un ejemplo gráfico de lo que estoy diciendo. Consideren la siguiente declaración que hizo uno de los portavoces más conocidos de la cristiandad:5

Creo que es problemático relacionar la profecía con los acontecimientos actuales que se desarrollan en el Estado-nación de Israel. Puede que haya alguna relación, por supuesto. Sólo Dios lo sabe. Pero el estado secular de Israel creado en 1948 no es, a mi entender, idéntico al pueblo judío como pueblo del pacto escogido y llamado por Dios.

Apoyo firmemente a Israel porque es un refugio para judíos perseguidos — no porque crea que cumple la profecía bíblica. También apoyo un Estado palestino, tanto por consideraciones históricas como prudenciales. Dado el estado de las cosas en Oriente Medio, un Estado palestino es la única solución viable para la paz. 

¿Y quién escribió estas palabras? ¡Chuck Colson!

Las Raíces de la Teología del Reemplazo

Como dije antes, las raíces de la Teología del Reemplazo y su fruto de antisemitismo se remontan a los inicios mismos del cristianismo.

Debemos tener en cuenta que la Iglesia comenzó como una institución judía. Fue fundada en Judea por judíos que eran seguidores de un Mesías judío, y todos sus documentos fundacionales fueron escritos por judíos.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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lunes, 20 de mayo de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 4 (parte 3 de 3)

Los Horrores del Holocausto

Por Dr. David R. Reagan


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Promesas de Esperanza

Creo que también es importante notar que las advertencias de Dios en las Escrituras acerca de un futuro Holocausto siempre van seguidas por declaraciones de esperanza, prometiendo que el pueblo judío sería preservado a través de sus sufrimientos.

Por ejemplo, siguiendo la profecía de Moisés en Deuteronomio 28, de que su pecado finalmente resultaría en su dispersión y persecución por todo el mundo, Dios inmediatamente les proporcionó una gloriosa declaración de esperanza en el capítulo 30:

1) Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 

2) y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 

3) entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 

4) Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; 

5) y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres.

¡Qué asombrosa declaración de amor! El punto es que Dios disciplina a aquellos a quienes ama. El autor de la carta a los Hebreos en el Nuevo Testamento enfatiza este punto en el capítulo 12:

5) [Citando Job 5:17; Proverbios 3:11 y Salmos 119:75] Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él;

6) Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.

7) Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

8) Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

11) Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Una vez más, cada vez que en las Escrituras hebreas encontramos terribles advertencias de juicio, esas advertencias siempre van seguidas de promesas de esperanza. Un ejemplo clásico se puede encontrar en Jeremías 30, donde se da una profecía sobre el terrible sufrimiento que el pueblo judío soportará durante la Gran Tribulación, a la que se hace referencia en este pasaje como “el tiempo de angustia de Jacob” (versículo 7). Antes de que el pasaje concluya, Dios da esta increíble promesa en el versículo 11:

Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

La Fidelidad de Dios

Dios ha sido fiel a todas Sus promesas. Él dijo que el pecado persistente y sin arrepentimiento por parte de Su Pueblo Escogido resultaría en una dispersión y persecución mundial, y así fue. Dijo que preservaría al pueblo judío y castigaría a sus perseguidores, y eso es precisamente lo que ha hecho.

Ninguna otra nación se ha dispersado por el mundo y ha sido capaz de conservar su identidad. Los enemigos de Israel mencionados en la Biblia son voluminosos — los asirios, los babilonios, los romanos, los cananeos, los hititas — y la lista sigue y sigue. ¿Dónde están hoy? En el basurero de la historia. ¿Dónde están los judíos? Reunidos en su tierra natal.

¿Dónde estaba Dios en el Holocausto? Él estaba con Su Pueblo Escogido. Él lloraba por ellos, y escuchaba sus oraciones. Isaías proclama que cuando el pueblo judío es afligido, Dios es afligido (Isaías 63:9).

Dios respondió a las oraciones de los que estaban en los campos de exterminio preservando al pueblo judío y destruyendo a sus torturadores nazis. Alemania quedó devastada y todos los principales líderes nazis se suicidaron o fueron arrestados, juzgados, condenados y sentenciados a prisión o a muerte.

De las cenizas del Holocausto surgió una nación judía revivida con renovada determinación. Estaban decididos a no volver a marchar pasivamente hacia los hornos. Estaban decididos a crear su propia nación con su propio gobierno. Y eso es exactamente lo que sucedió cuando se proclamó el Estado de Israel en Tel Aviv, el 14 de mayo de 1948.

Incluso los portavoces judíos han reconocido que algo bueno salió del Holocausto. Tomemos, por ejemplo, a Elie Wiesel, el famoso sobreviviente del Holocausto del campo de exterminio de Auschwitz, que se convirtió en la voz judía del Holocausto a través de sus perspicaces escritos, y que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1986.

En un discurso pronunciado en Jerusalén en los años 1980, Wiesel dijo:9

Si no hubiera sido por la misericordia del Señor, que nos dejó un remanente para ver este día de nuestra redención, todos hubiéramos sido como Sodoma y Gomorra. Y no olvidemos que nuestra generación que vio la página más oscura de nuestra historia, también vio la página más brillante: el regreso a Eretz Israel y Jerusalén.

Jan Willem van der Hoeven, Director del Centro Internacional Sionista Cristiano en Jerusalén, ha hecho una observación similar: “Si no hubiera sido por el Holocausto, las Naciones Unidas nunca habrían alcanzado una mayoría que estuviera de acuerdo con el renacimiento del joven Estado de Israel”.10

Un Objetivo Incumplido

Lo único que el Holocausto no logró fue persuadir al pueblo judío para que volviera sus corazones a Dios, confiara en Él con fe y aceptara a Su Hijo como su Mesías.

El Estado moderno de Israel es un Estado muy secular. La mayoría de sus ciudadanos son ateos o agnósticos. Muy pocos son judíos observantes. Aún menos son judíos ortodoxos.

Ésta es la razón por la que la Biblia enseña que hay otro Holocausto esperando al pueblo judío en el futuro (Zacarías 13:7b-9). Ocurrirá durante los últimos tres años y medio de la Tribulación, cuando Satanás inspirará al Anticristo a aniquilar a los judíos. Será el último vítor de Satanás. Matará a dos tercios de los judíos, pero el resto será llevado al fin de sí mismo y volverá sus corazones a Dios. Y, en ese glorioso día, recibirán a Jesús como su Mesías. El profeta Zacarías describe este evento en el capítulo 12, versículo 10 de sus profecías citando a Dios diciendo:

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

El resultado de este arrepentimiento se describe en Zacarías 3:1 de la siguiente manera:

En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

La fuente de la sangre de Jesús será aplicada al remanente judío, permitiéndoles reconciliarse con Dios para que Él pueda cumplir todas las promesas que ha hecho de que un día los establecerá como la primera nación del mundo a través de quien todas Sus bendiciones fluirán.


Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 9 de mayo de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 4 (parte 2 de 3)

Los Horrores del Holocausto

Por Dr. David R. Reagan


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El Sufrimiento de los Justos

Podemos comprender el sufrimiento de los que viven en rebelión contra Dios, pero ¿qué pasa con el sufrimiento de los justos? ¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas?

El apóstol Pablo es un buen ejemplo de esta pregunta. Fue un hombre que dedicó su vida a servir al Señor y, sin embargo, sufrió mucho en el proceso. Aquí hay una poderosa descripción que escribió en 2 Corintios 11 acerca de sus sufrimientos:

24) De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 

25) Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 

26) en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 

27) en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 

28) y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

Pablo también sufrió algún tipo de aflicción corporal a la que llamó “un aguijón en la carne” (2 Corintios 12:7).

Y cuando Pablo clamó a Dios: “¿Por qué a mí, Señor?”, la respuesta que recibió fue: “Bástate mi gracia...” (2 Corintios 12:9). De nuevo, una respuesta muy dura que llama al ejercicio de la fe.

No hay duda de que, a menudo, sufrimos como resultado de nuestros propios pecados, pero los ejemplos de Job y Pablo indican claramente que gran parte del sufrimiento que experimentamos en la vida se debe a otras razones.

Jesús mismo indicó esto cuando respondió a una pregunta que Sus discípulos le hicieron después de haber sanado a un hombre que había nacido ciego. Le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?”. La respuesta de Jesús fue: “No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:1-3).

Dios es soberano. Él permite que algunos sufran para glorificar Su nombre y que otros no sufran por la misma razón. Su voluntad soberana es la que determina cada circunstancia. “Por lo tanto, podemos decir con seguridad que ningún sufrimiento carece de un propósito en el plan de Dios, aunque nosotros, como seres humanos finitos, no veamos ese propósito con claridad”.2

Experimentamos sufrimiento por una variedad de razones:

  • Sufrimos porque vivimos en un mundo caído y corrompido por el pecado del hombre.  
  • Sufrimos porque el sufrimiento nos refina en justicia.
  • Sufrimos porque el sufrimiento nos impide enamorarnos de este mundo malvado y, por lo tanto, nos ayuda a mantener una perspectiva eterna, recordándonos que debemos ser peregrinos y extranjeros que pasamos por este mundo hacia una vida mejor en un mundo nuevo y perfecto.
  • Sufrimos porque el sufrimiento nos motiva a apoyarnos fuertemente en el Señor, confiando en Él como nunca antes lo habíamos hecho.
  • Sufrimos porque la fe que demostramos en medio del sufrimiento trae honor y gloria a Dios.
  • Sufrimos por propósitos que sólo Dios mismo conoce.

Dios nunca promete que los justos no sufrirán. Pero lo que Él promete con respecto al sufrimiento es algo glorioso.

Él promete que caminará a través del sufrimiento con nosotros y nos dará la gracia y la fuerza para lidiar con él victoriosamente. En el Salmo 23:4 Él dice que Él caminará con nosotros “a través del valle de sombra de muerte”. En Isaías 43:2, Él promete que pasará con nosotros “a través de las aguas”, y caminará con nosotros “a través del fuego”.

La Voluntad del Hombre vs. la Voluntad de Dios

Hay otra cosa que debemos considerar si queremos entender mejor las terribles tragedias humanas como el Holocausto. Tiene que ver con la voluntad del hombre cuando interactúa con la voluntad de Dios.

La Biblia enseña que el hombre fue creado con libre albedrío. Pero también enseña que Dios es soberano. ¿Cómo se pueden reconciliar estas dos verdades? Se han escrito volúmenes sobre el tema, pero nunca se ha producido una respuesta definitiva. La conclusión es que la reconciliación de los dos es un misterio conocido sólo por Dios.

Lo que sí sabemos es que el libre albedrío del hombre no puede negar la voluntad última de Dios, porque Dios tiene la sabiduría y el poder para orquestar toda la maldad del hombre — y de Satanás — para el triunfo de Su voluntad en la historia. Es por eso que el Salmo 2 describe a Dios sentado en los cielos riendo en respuesta a los líderes del mundo que están agitando sus puños contra Él. Se ríe no porque no le importe. Se ríe porque tiene todo bajo control.

Su sabiduría y poder para orquestar todo el mal para el triunfo de Su voluntad ha sido ilustrado en la muerte de Su Hijo en la Cruz. Satanás había trabajado horas extras para reunir a dos grupos que se odiaban entre sí, los judíos y los romanos, motivándolos a conspirar para matar a Jesús. Cuando Jesús murió en la cruz, Satanás pensó que había logrado su mayor victoria. Pero tres días después, Dios convirtió el acto más cobarde de la historia en el más glorioso, a través del poder de la Resurrección.

Al hablar de la voluntad de Dios, también debemos tener en cuenta que Él tiene tanto una voluntad perfecta como una voluntad permisiva. Esto se puede demostrar fácilmente.

Por ejemplo, considere el hecho de que la Biblia revela que es la voluntad perfecta de Dios que todas las personas sean salvas (2 Pedro 3:9). Sin embargo, en Su voluntad permisiva, Dios permite que las personas lo rechacen y se pierdan.

También podemos ver esto obrando en las profecías bíblicas. Hay una serie de profecías que enseñan claramente que los judíos reconstruirán su Templo en los tiempos del fin y restablecerán su sistema de sacrificios. ¿Expresan estas profecías la voluntad perfecta de Dios? Claro que no. Su voluntad perfecta es que los judíos acepten a Jesús como su Mesías. Pero Él les va a permitir reconstruir su Templo, porque Él va a obrar a través de sus esfuerzos equivocados para llevar a un gran remanente de los judíos a la salvación.

¿Fue el Holocausto la voluntad de Dios? Claro que no. Era la voluntad de Satanás porque, como he señalado antes, odia al pueblo judío con pasión, y está decidido a destruirlo para que Dios no pueda cumplir las promesas que les ha hecho.

¿Es Dios responsable del Holocausto? Sí. Él es soberano, y Satanás no lo es. Satanás no puede infligir sufrimiento sin el permiso de Dios. No nos gusta esta verdad. Preferimos atribuir todas las cosas buenas a Dios y todas las cosas malas a Satanás. Pero la Biblia nunca hace eso. Por ejemplo, todas las calamidades naturales en la Biblia se atribuyen a Dios.

El Sufrimiento del Pueblo Judío

Con estos antecedentes, creo que podemos entender mejor el sufrimiento del pueblo judío. Eso no significa que podamos comprenderlo realmente. Después de todo, debemos tener en cuenta que los caminos de Dios están más allá de nuestra comprensión. Isaías enfatizó este punto muy poderosamente cuando escribió estas palabras en Isaías 55:

8) Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 

9) Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Si pudiéramos entender verdaderamente todo acerca de Dios, Él no sería Dios. Somos finitos; Él es infinito. Siempre habrá acontecimientos en nuestras vidas y en la historia del mundo que no podemos explicar. Es por eso que estamos llamados a vivir por fe y no por vista (2 Corintios 5:7).

Perspectivas Sobre el Holocausto

Hay algunas cosas sobre el Holocausto que necesitan ser enfatizadas — cosas que rara vez se mencionan. La primera es que el Holocausto fue profetizado en la Palabra de Dios. No es un evento que haya tomado a Dios por sorpresa.

Una de estas profecías, muy detallada, se remonta a la época de Moisés, hace unos 3,400 años. Fue pronunciada por Moisés cuando los hijos de Israel se preparaban para entrar en su Tierra Prometida. Se encuentra en Deuteronomio 28.

Moisés advirtió a su pueblo que Dios los bendeciría si eran obedientes a sus leyes y que los maldeciría si eran desobedientes. Procedió a mencionar una gran variedad de maldiciones, incluyendo cosas tales como enfermedades, malas cosechas, confusión del gobierno, epidemias de rebelión y divorcio adolescente, y derrotas en guerras.

Moisés entonces señaló que, si se negaban a arrepentirse en respuesta a estos juicios correctivos, Dios los sometería a Su juicio final, que sería la expulsión de la tierra. En los versículos 36-57 profetiza su cautiverio en Babilonia. En el versículo 64 comienza a hablar de una dispersión mundial, que finalmente resultaría en una persecución sin precedentes:

64) Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra. 

65) Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; 

66) y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida. 

67) Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuese la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos.

Los hijos de Israel procedieron a quebrantar las leyes de Dios. Uno de sus errores más graves fue violar la ley que prohibía casarse con mujeres extranjeras. Se les había advertido que esto los llevaría a la idolatría, y así fue (Dt. 7:3-4).

Dios envió los juicios correctivos, tal como lo había advertido, y levantó voces proféticas, como Elías, para llamar al pueblo al arrepentimiento, pero persistieron en su rebelión. Incluso rechazaron a Dios como rey de su nación y exigieron un rey humano, a pesar de las advertencias de que tales reyes los oprimirían seriamente (1 S. 8:4-22). Su persistente rebelión condujo finalmente a la decisión de Dios de permitir que el reino del norte de Israel fuera destruido por los asirios, y que el reino del sur de Judá fuera llevado al cautiverio babilónico.

Cuando llegó el momento de que el reino de Judá fuera disciplinado por los babilonios, el Señor habló del juicio con el corazón quebrantado. Casi se le puede oír llorar mientras se describe su decisión en 2 Crónicas 36:

15) Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. 

16) Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

En Su gracia y misericordia, el Señor dispuso que los judíos regresaran a su tierra natal después de 70 años de cautiverio y, aunque habían sido curados de la idolatría, continuaron despreciando las leyes de Dios, lo que finalmente resultó en su rechazo de Su Hijo como su Mesías. Esto llevó a su segundo desalojo de su tierra, cuando los romanos destruyeron su nación en el año 70 d. C.

Fueron esparcidos por todo el mundo, y fueron perseguidos dondequiera que iban, en cumplimiento de las profecías de Deuteronomio 28, que culminaron en el Holocausto.

Advertencias Contemporáneas

Las advertencias contenidas en las Escrituras no son las únicas que Dios le dio al pueblo judío. A medida que se acercaba el momento del Holocausto, Dios alzó voces proféticas contemporáneas para advertir a los judíos del peligro que enfrentaban.

Esta acción estaba de acuerdo con otro principio sobre el carácter de Dios — a saber, Él nunca derrama Su ira sin previo aviso. En tiempos bíblicos, Él advirtió tanto a Israel como a Judá repetidamente a través de profetas y juicios correctivos antes de permitir que las naciones fueran conquistadas. De la misma manera, envió dos profetas (Jonás y Nahúm) al imperio asirio pagano para advertirle de su inminente juicio. Y Jesús mismo advirtió sobre la destrucción de Jerusalén por los romanos unos 40 años antes de que ocurriera (Mateo 24).

Por lo tanto, cuando el antisemitismo comenzó a cobrar fuerza en toda Europa a finales del siglo XIX, Dios comenzó a levantar voces proféticas que comenzaron a llamar al pueblo judío a regresar a su tierra natal. Uno de ellos fue Eliezer Ben-Yehuda (1858-1922), quien publicó su primer ensayo en 1879. En él, suplicó apasionadamente al pueblo judío que regresara a casa:3

¿Por qué no vemos, todos los que tenemos los ojos tan agudos, que si no nos apresuramos a unirnos, el fin está cerca, el horrible fin de la esperanza de nuestro pueblo de una eventual redención? . . . ¿Cuál es este punto en el que todos podemos unirnos? Es el reasentamiento de la tierra.

Theodor Herzl (1860-1904) creía que la ola de antisemitismo conduciría a la destrucción de los judíos si no se retiraban a un “refugio seguro”. Temía que, si los judíos permanecían en Europa “se produciría un apocalipsis desastroso”.4 Aunque a muchos les cautivó su visión de un Estado judío, muy pocos estaban dispuestos a irse, dejar sus hogares y comprometerse con una vida de precursor en Palestina. Herzl se sintió tan angustiado por su falta de voluntad para prestar atención a sus advertencias que escribió en su diario: “¡Tengo derecho a convertirme en el mayor antisemita del mundo!”.5

El colega de Herzl, Max Nordau (1849-1923) heredó el manto de Herzl cuando murió en 1904, y Nordau continuó proclamando el peligro inminente que enfrentaban los judíos europeos y la necesidad de que escaparan regresando a su tierra natal. Proféticamente, declaró: “Un tercio de ustedes perecerá, un tercio será asimilado y un tercio se salvará al regresar a Sion”.6

La más apasionada de las voces proféticas fue la de Zeev Jabotinsky (1880-1940). Gritó advertencias por toda Europa en las décadas de 1920 y 1930. Su mensaje se resumía en una frase que repetía a menudo: “Liquida a la diáspora, o la diáspora te liquidará a ti”.7

No tengo ninguna duda de que Jabotinsky fue una verdadera voz profética, levantada por Dios para advertir al pueblo judío del inminente holocausto. Considere, por ejemplo, las siguientes palabras que pronunció en un discurso a los judíos de Polonia en 1938:8

Continúo advirtiéndoles incesantemente que una catástrofe se acerca... Mi corazón sangra porque vosotros, queridos hermanos y hermanas, no veis el volcán que pronto comenzará a escupir su lava que todo lo consume. . . ¡En el nombre de Dios! Que cualquiera de vosotros se salve a sí mismo mientras haya tiempo. Y el tiempo es muy poco... Quienquiera que de ustedes escape de la catástrofe, él o ella vivirá para ver el momento exaltado de una gran boda judía: el renacimiento y el surgimiento de un estado judío. No sé si tendré el privilegio de verlo; ¡mi hijo lo hará! Creo en esto porque estoy seguro de que mañana por la mañana saldrá el sol.

Si los judíos hubieran prestado atención a estas advertencias, el Holocausto podría haberse evitado. Tenga en cuenta que, además de enviarles voces proféticas, Dios motivó a los británicos a abrir Palestina a la inmigración a través de la Declaración Balfour en 1917. Y hay que tener en cuenta también que los nazis nunca llegaron a Oriente Medio. Llegaron hasta Grecia en el norte y Egipto en el sur, pero nunca se les permitió llegar a Palestina.

Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 2 de mayo de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 4 (parte 1 de 3)

Los Horrores del Holocausto

Por Dr. David R. Reagan


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En este punto surge una pregunta muy importante: Si Dios no ha rechazado a los judíos, y si realmente los ama, entonces ¿por qué permitió que sufrieran una de las atrocidades más horribles en la historia de la humanidad — a saber, el Holocausto?

No es una pregunta agradable, pero es legítima y debe ser tratada. Y para lidiar con esto adecuadamente, debemos comenzar con una consideración de lo que la Biblia tiene que decir acerca de la naturaleza de Dios y Su relación con el sufrimiento.

El Ejemplo de Job

La mayoría de los eruditos de la Biblia consideran que el libro de Job es el libro más antiguo de la Biblia. Es interesante que este antiguo libro se centre en el problema del sufrimiento. Ezequiel dice que Job fue uno de los tres hombres más justos que jamás haya vivido, junto con Noé y Daniel (Ez. 14:14). Sin embargo, pocos han sufrido como Job.

El increíble sufrimiento de Job fue agravado por sus supuestos amigos que acudieron a él y culparon de todo su dolor y pérdida a sus pecados. Sus acusaciones eran injustificadas, porque el primer versículo del libro de Job dice que era un hombre “íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.

Después de una larga y dolorosa discusión con sus amigos, uno de ellos cambió el argumento de los supuestos pecados de Job a una respuesta parcialmente correcta en cuanto a por qué estaba sufriendo. Dijo que el sufrimiento era con el propósito de refinar a Job en justicia (capítulos 32-37).

Llamo a esto una “respuesta parcialmente correcta”, porque la Biblia enseña claramente que el sufrimiento puede refinarnos espiritualmente si nuestros corazones están verdaderamente rendidos a Dios. Considere estas palabras del apóstol Pablo, otro hombre justo que sufrió mucho (Ro. 5):

1) Justificados, pues, por la fe tenemos[a] paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 

2) por medio de quien también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 

3) Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia, 

4) y la perseverancia produce carácter probado, y el carácter probado produce esperanza.

Job sufrió para ser refinado en justicia. Pero había otra razón, más importante y definitiva, para su sufrimiento.

Mientras Job continuaba clamando: “¿Por qué a mí, Señor?”, Dios finalmente respondió a su pregunta con una larga serie de contrapreguntas, constituyendo el discurso más largo de Dios que se registra en la Biblia (Job 38-41). Dios preguntó:

“¿Dónde estabas tú cuando creé los cielos y la tierra?”

“¿Dónde estabas cuando hablé para que existiera el león?  

“¿Dónde estabas cuando colgué las estrellas en el espacio y les di nombres?

En resumen, Dios estaba diciendo: “¿Quién eres tú para cuestionarme?”.

Dios nunca responde a la pregunta: “¿Por qué a mí, Señor?”. En lugar de eso, Él llama a la persona que pregunta a apoyarse en su fe y confiar en que Dios sabe lo que es mejor y que todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que conocen al Señor. Por lo tanto, la respuesta final a la razón del sufrimiento de Job fue cumplir los propósitos perfectos de Dios, que no siempre se nos revelan.

El Ejemplo de Habacuc

Un ejemplo clásico de este principio se puede encontrar en el libro de Habacuc. Este hombre fue llamado por Dios para ser profeta de la nación de Judá. En respuesta, Habacuc llamó a la nación al arrepentimiento, advirtiéndoles que, si no se arrepentían, sufrirían el mismo destino que sus hermanos del norte en la nación de Israel, que habían sido llevados cautivos por los asirios.

Pero el pueblo se negó rotundamente a arrepentirse a pesar de las repetidas advertencias del profeta. Finalmente, Habacuc se volvió a Dios con desesperación y clamó: “¿Hasta cuándo, oh Señor, vas a tolerar la maldad de esta gente que se ríe de mis advertencias? ¿Cuándo me vas a validar como profeta disciplinándolos con tu ira?”.

Cuando Dios finalmente respondió a los lamentos de Habacuc, el profeta se sorprendió. Dios le dijo que iba a enviar a los babilonios, “un pueblo furioso e impetuoso”, para conquistar a Judá (1:5-6). Esta revelación llevó a Habacuc a hacer una pregunta teológica perspicaz: “¿Cómo puedes castigar a los que son malos con los que son más malos?” (1:12-13). La respuesta de Dios fue profunda y resuena a través de los siglos. Se cita en el Nuevo Testamento en Romanos 1:17, Gálatas 3:11 y Hebreos 10:38. La respuesta que Dios dio fue: “El justo por su fe vivirá” (2:4).

Fue una respuesta difícil. Pero Dios suavizó el golpe al dejar en claro que Él, a su vez, trataría con los babilonios (2:6-12), lo cual, por supuesto, es exactamente lo que hizo cuando el Imperio Medo-Persa conquistó Babilonia en un día.

El hecho es que Dios a menudo obra a través de las fuerzas del mal en la historia para lograr Sus propósitos. Cuando le reveló a Jeremías que Judá sería conquistada por Babilonia, llamó a los ejércitos babilonios mi “martillo, y armas de guerra” (Jer. 51:20). Y, cuando le dijo a Isaías que Babilonia sería conquistada por los medos y los persas, se refirió a ellos como “mis consagrados” (Is. 13:3).

Sólo Dios tiene el panorama general. Sólo Él conoce el esquema general de la historia. Se nos asegura una y otra vez en Su Palabra que Él es un Dios de justicia (Is. 61:8). Lo que puede parecernos una injusticia a corto plazo, en última instancia obrará para la justicia a largo plazo. Debemos andar por fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios...” (He. 11:6).

La Naturaleza de Dios

Otro de los problemas clave que tenemos al lidiar con el sufrimiento es nuestra visión limitada de la naturaleza de Dios. El cristianismo mismo es parcialmente responsable de esto.

En la predicación cristiana a lo largo de los siglos, el énfasis se ha puesto principalmente en el amor de Dios, lo que ha provocado la pregunta: “¿Cómo puede un Dios de amor permitir el sufrimiento?”.

No hay duda de que el verdadero Creador de este universo es un Dios de amor — algo que nunca se dice en el Corán del falso dios del islam. Dios emerge claramente, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, como un Dios de amor, gracia y misericordia.

Pero ése es sólo un lado de la naturaleza del carácter de Dios. Lo que se ha ignorado es el hecho de que las Escrituras también revelan que Él es un Dios de santidad, rectitud y justicia. Y como tal, Él no puede tolerar el pecado. Él se ve obligado a lidiar con ello, y lo hace de una de dos maneras: con gracia o con ira.

Juan el Bautista destacó este importante punto en uno de sus sermones registrados en Juan capítulo 3. Todos los cristianos están familiarizados con Juan 3:16, que es probablemente el versículo más conocido de la Biblia, pero pocos están familiarizados con Juan 3:36, donde Juan el Bautista proclamó: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

Cada persona sobre la faz de la tierra vive bajo la gracia de Dios o bajo Su ira. Es algo glorioso estar bajo la gracia de Dios; es algo temible vivir como sujeto de Su ira.

Un Ejemplo de Ignorancia Cristiana

La mayoría de los cristianos han escuchado poco, si es que han escuchado algo, acerca de la ira de Dios. Esto me recuerda una ocasión en la década de 1980 cuando me invitaron a ser entrevistado en una estación de radio secular en Oklahoma City. El presentador del programa, que decía ser cristiano, había escuchado una de mis enseñanzas en cinta de casete y había quedado impresionado. Así que me invitaron a ser entrevistado.

Comenzó la entrevista pidiéndome que definiera el propósito de mi ministerio. Le expliqué que es un ministerio que se enfoca en la profecía bíblica, para proclamar el pronto regreso de Jesús. Continué diciendo: “Ese mensaje es como una espada de dos filos. Para el creyente es un llamado a la santidad y a la evangelización; para el incrédulo es un llamado a huir de la ira que está por venir, al huir a los brazos amorosos de Jesús ahora mismo”.

“¿Qué quieres decir con ira?”, preguntó. Le expliqué que en la Segunda Venida de Jesús, Él derramará la ira de Dios sobre aquellos que han rechazado la gracia, la misericordia y el amor de Dios.

“¡Nunca antes había escuchado tales tonterías en toda mi vida!”, exclamó. “¡Jesús es mi Dios, y Él es un Dios de amor que nunca lastimaría a una mosca!”. Entonces proclamó: “¡Tu Dios es un monstruo!”. En ese momento me colgó.

Lo primero que me vino a la mente fueron las palabras de Jesús que dirigió a la iglesia de Tiatira, cuando los llamó a arrepentirse de los pecados que estaban cometiendo al tolerar a una falsa profetisa en medio de ellos. Esas palabras están registradas en Apocalipsis 2:

22) He aquí, yo la arrojo en cama [a la falsa profetisa], y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 

23) Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

Hasta aquí el Jesús manso y gentil “que no le haría daño a una mosca”.

La Cuestión del Pecado

Simplemente no podemos estar convencidos de que Dios toma en serio el pecado y que tiene la intención de tratarlo de una manera muy seria. Pensamos en Él como el osito de peluche cósmico que hace un guiño a nuestros pecados y que es fácil de convencerr.

No existe tal Dios. El punto de vista bíblicamente equilibrado de Dios se puede encontrar en el libro de Nahúm. Proclama la verdad que se ha enseñado a todos los cristianos: “¡Bueno es el SEÑOR! Es una fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian” (1:7). Ésa es una verdad que celebramos y proclamamos al mundo.

Pero Nahúm no se detiene ahí. En el capítulo 1 procede a revelar la naturaleza completa de Dios:

2) ¡Dios celoso y vengador es el SEÑOR! Vengador es el SEÑOR y está indignado. El SEÑOR se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos. 

3) El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable . . .

Esas son palabras aleccionadoras. Son palabras que rara vez escuchamos desde un púlpito.

“¿Cómo puede un Dios de amor ser también un Dios de ira?”, nos preguntamos. La respuesta, de nuevo, es porque Él es un Dios de santidad, rectitud y justicia, y por lo tanto debe lidiar con el pecado. En realidad, Su amor requiere ira, porque ¿cómo podría un Dios de amor ignorar a un asesino en serie o a un abusador de niños? Él no sería un Dios de amor si dejara el pecado sin castigo.

Una vez más, Dios toma el pecado muy en serio. Él es un Dios santo, y no puede tener comunión con aquellos que son impíos. Debido a la naturaleza caída de la humanidad, somos capaces de racionalizar todos los pecados. Esa es la razón por la que Dios nos dio los Diez Mandamientos — para confrontarnos con nuestro pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Y ésa es la razón por la que Él hizo lo impensable al encarnarse, vivir una vida perfecta, y ofrecerse a Sí mismo como sacrificio por nuestros pecados. Él lo hizo para que pudiéramos ser reconciliados con Él a través de la fe en Jesús como nuestra ofrenda por el pecado.

Todos somos pecadores. Ninguno de nosotros es inocente. “No hay justo, ni aun uno” (Ro. 3:10). Y “la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). Cuando respondemos al sufrimiento diciendo: “¡No me lo merezco!”, olvidamos que lo único que cualquiera de nosotros “merece” es la muerte. Cada respiro que damos es un regalo de la gracia de Dios.

El tema del pecado es tan importante que ha llevado a un observador reflexivo del Holocausto a concluir que es la cuestión crucial para entender lo que sucedió:1

La culpa del Holocausto recae directamente sobre los hombros de la humanidad pecadora. El Holocausto fue el producto de las decisiones pecaminosas tomadas por hombres pecadores en rebelión contra un Dios santo. Si el Holocausto prueba algo, es la depravación total del hombre.


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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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