Quiero compartir con ustedes dos historias reveladoras e inspiradoras sobre la muerte.
La primera es apócrifa y ha circulado en Internet durante varios años. La segunda es una historia real sobre una mujer que se enfrenta a la muerte.
La Historia Apócrifa
Una anciana con cáncer terminal llamó a su pastor y le pidió que fuera a su casa para ayudarla a planear su funeral.
Después de discutir el orden del servicio y las canciones que quería que se cantaran, el pastor le preguntó qué tipo de mensaje quería que transmitiera.
Ella pensó por un momento y luego dijo: “¿Por qué no relaciona el mensaje con el hecho de que he pedido a mis hijos que se aseguren de que me entierren con un tenedor en la mano derecha?”.
El pastor estaba sorprendido y desconcertado por su declaración. “¿Por qué un tenedor?”, preguntó.
“Bueno”, respondió ella, “toda mi vida he ido a almuerzos y cenas de la iglesia, y he notado que cuando termino mi comida, alguien siempre recoge mi plato y luego dice: ‘Guarda tu tenedor, porque lo mejor está por venir’. ¡Y así es como me siento respecto a la muerte: lo mejor está por venir!”.
La Historia Verdadera
El nombre de Grace Rice MacMullen no les resultará familiar a la mayoría de ustedes. Ella fue la hija mayor del fallecido evangelista John R. Rice. Grace era una cristiana vibrante y activa que llevó a muchas personas al Señor.
Su historia es demasiado familiar. Los médicos descubrieron cáncer, lo trataron con quimioterapia y ella entró en remisión. Luego la enfermedad regresó con fuerza. Los médicos le dijeron que viviría de cuatro a seis meses. Eso fue el 18 de agosto de 1981. Ella regresó a casa, calculó cuatro meses y luego escribió las siguientes palabras:
¿Qué estaré haciendo el 18 de diciembre?
Bueno, eso depende. Estaré alabando al Señor por Su gloria y bondad, ya sea por fe o por vista. Si es por fe, como lo he estado haciendo, mi alabanza puede ser contenida, alternando a veces con una lágrima.
Si no es por fe, ¡ah entonces, ah entonces! ¡Con ángeles y trompetas y coros e instrumentos indescriptibles!
¡Seguiré amando al Señor, tal vez ciegamente, vacilante, pero con todo el corazón, confiando plenamente!
¡O si no — o si no! Lo amaré en un estallido de luz donde las sombras se disipan, para conocer como soy conocida — con esa efusión plena que sólo al fin puede expresar mi amor limitado, reducido y anhelante — en la luz y el color más puros y relucientes, y en su sustancia.
Ese día, hablaré un poco con Dios, como de costumbre, sobre las cosas en las que estoy pensando, sobre las personas que amo, sobre cómo va el día, sobre lo que necesito y deseo.
O bien — o bien — ese día hablaré con Dios mismo, en persona, sin cristales oscuros de por medio, si hacerme la niña hablando de cosas infantiles.
Ese día yaceré en la cama, o me moveré en una silla de ruedas, encontrando mis necesidades satisfechas minuto a minuto por manos amorosas y rostros sonrientes.
Moverme con la gracia planificada por Dios mismo, como lo hizo Eva; rodar por un largo campo de hierba, saltar un arroyo. Observaré con ojos sin opacar y escucharé con oídos sin obstruir, probaré con papilas gustativas inmaculadas y oleré las fragancias de otro mundo.
¿Dónde estaré?
¿Aquí o allí?
¡Qué poco importa!
* * * * * * * * * *
Grace nunca llegó al 18 de diciembre. La muerte llegó el 24 de octubre. Sus maravillosas palabras nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre la fe cristiana frente a la muerte. Permítanme dejarles algunas preguntas simples: ¿Ese es el tipo de fe que tienes? ¿Estás listo para morir, y sabes a dónde irás cuando mueras? ¿Cuál será tu destino eterno? ¿El cielo o el infierno?
¿Estás listo para morir con una sonrisa en el rostro?
La Vida sin Jesús
“Sin Cristo, la vida humana es simplemente una muerte prolongada. Todo se está descomponiendo. Pero Jesús nos da la vida eterna, que cambia radicalmente nuestra vida en la tierra. No sólo tenemos la eternidad que anhelar, sino que tenemos el poder de vivir en una relación correcta con Dios y con los demás ahora mismo, en nuestra vida diaria. Jesús es nuestra esperanza para el futuro y nuestra confianza para cada día. ¡Alabado sea!” — William J. y Randy Petersen de The One Year Book of Hymns (Tyndale Publishers, 2017)
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