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miércoles, 24 de agosto de 2022

El Enfoque Evangelístico de la Palabra Profética de Dios

Por Tim Moore

Los estatutos del Ministerio Cordero y León resumen nuestra misión en una sucinta Declaración de Propósito:

Proclamar el pronto regreso de Jesús a tantas personas como sea posible lo más rápido posible.

Incluso los propósitos más específicos incluyen:

  • Señalar a los incrédulos al arrepentimiento en Jesús
  • Llamar a los creyentes a un compromiso con la santidad y el evangelismo
  • Enseñar los fundamentos de la profecía bíblica
  • Desafiar a la Iglesia a defender la justicia

Obviamente, nuestra misión general está ligada a metas evangelísticas adicionales. Como les decimos a los pastores e iglesias que consideran invitar a un evangelista de Cordero y León a hablar, buscamos motivar el evangelismo urgente, la vida santa y un enfoque en nuestro Rey que regresará pronto: Jesucristo. Incluso la palabra, “evangelista”, transmite nuestro llamado a guiar a otros a la fe en Cristo.

El trabajo principal de un evangelista es difundir el evangelio de Jesucristo al mundo.

Entonces, aunque nos especializamos en enseñar las verdades de la profecía bíblica, nuestro objetivo final es doble:

1. Advertir a los incrédulos que huyan de la ira venidera y lleguen a los amorosos brazos de nuestro Salvador.

2. Alentar a los seguidores de Cristo a vivir de una manera que honre a nuestro Novio celestial — aun cuando anticipamos Su pronto regreso.

Esos objetivos se centran en el Evangelio de Jesucristo.

El poder de la profecía en la vida de los incrédulos/mensaje a los incrédulos.

Juan preguntó a las multitudes que vinieron a ser bautizadas por él: “¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera?”  (Lucas 3:7). Esa pregunta resuena a través de los siglos y debería motivar a cada seguidor de Jesús. ¿Quién advertirá a los que son hostiles a Dios que Su ira está sobre ellos (Juan 3:36)?

La Biblia nos dice que el camino hacia la perdición es amplio, pero, ciertamente, algunos que escuchan el Evangelio entrarán por la puerta estrecha que conduce a la vida (Mateo 7:13-14). El mensaje de la Cruz es la salvación para aquellos que creen, pero, para aquellos que rechazan el don de Dios de la liberación de la paga del pecado es locura. Pablo dijo: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).

En su segunda carta a la iglesia de Corinto, Pablo fue aún más enfático. Escribió:

Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (2 Corintios 2:14-15).

Pablo es un ejemplo entre los evangelistas. Después de su propia conversión dramática, dedicó su vida a compartir el Evangelio de Jesús en todo el mundo romano. Estaba dispuesto a sufrir mucho por esa causa y a llegar a ser “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22).

La conexión entre el Evangelio y la promesa del regreso de Jesús es crítica. En su primer sermón pronunciado en Jerusalén en Pentecostés, Pedro citó profecías de Joel y David, no sólo para probar que Jesús era el Cristo, sino para enfatizar la expectativa de Su regreso. Es por eso que su mensaje culminó con la misma promesa profética que Jesús citó para desafiar a los fariseos (Mateo 22:42-46). El Salmo mesiánico de David describe la estatura exaltada del Hijo de David: Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Salmos 110:1).

Una de mis mayores frustraciones es escuchar a los cristianos — incluidos demasiados en el liderazgo de la iglesia — descartar la Palabra profética de Dios como demasiado avanzada para el estudio y la contemplación por parte de los cristianos comunes. Exhiben en la práctica, si no en palabras, una idea errónea de que sólo los teólogos con títulos avanzados pueden lidiar con las promesas sobre el regreso de Jesús.

Pablo claramente no estuvo de acuerdo. Sabemos que pasó sólo unas pocas semanas plantando una iglesia en Tesalónica, pero es obvio que ya había estado compartiendo su expectativa de que Jesús vendría de nuevo. Sus dos cartas a esa iglesia ofrecen sus respuestas a sus preguntas sobre la segunda venida de Jesús — una anticipación que no habrían tenido sin que Él se los dijera mientras estuvo entre ellos.

El poder evangelístico de la Palabra profética de Dios también es obvio en otros pasajes. Inspirado por un ángel del Señor, Felipe fue conducido al campo al sur de Jerusalén. Cuando llegó allí, se encontró con un alto funcionario de la corte de Etiopía, un eunuco que acababa de llegar de adorar en Jerusalén. Al preguntar sobre lo que el hombre estaba leyendo, Felipe se enteró de que el etíope estaba perplejo por el pasaje de Isaías sobre el sufriente Cordero de Dios (Isaías 53:7-8). Felipe explicó que Jesús fue el cumplimiento del pasaje profético de Isaías, y el hombre abrazó con entusiasmo a Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios (Hechos 8:26-38).

La obediencia de Felipe a Dios, y su disposición a abrir la boca”, y predicar a Jesús desde la Palabra profética de Dios, tuvieron un impacto eterno en la vida del eunuco etíope. La Palabra profética de Dios todavía está tocando corazones hoy en día.

Advertencia de Ira Inminente

Tendemos a pensar en los modelos positivos como ejemplos dignos. Pero la Biblia nos ofrece varios ejemplos de cómo no actuar. Sin embargo, incluso en esos episodios hay demostraciones claras de la gracia de Dios.

Jonás fue llamado por Dios para ir y advertir a la ciudad pagana de Nínive que la ira de Dios estaba a punto de caer. Indignado de que Dios ofreciera una advertencia al odiado enemigo de Israel, Jonás se negó a obedecer. Insistió en que esas personas malvadas merecían el derramamiento del juicio de Dios.

¿Por qué Jonás estaba tan consternado ante la idea de advertir al enemigo de Israel sobre su inminente destino? Jonás entendió que Dios nunca derrama ira sin previo aviso, porque no desea que ninguno perezca, y sabía que inherente a la advertencia había una oportunidad para que los ninivitas se arrepintieran de su maldad y evitaran la justa ira de Dios.

En lugar de obedecer a Dios y clamar contra Nínive (porque, Jonás dijo en 4:2: “…Sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal”), huyó de la presencia del Señor y descendió a Jope.

Siguiendo su gran historia, Jonás obedeció a regañadientes el mandato de Dios y advirtió al pueblo de Nínive. Como él temía, ellos se arrepintieron, y Dios cedió. Jonás estaba muy disgustado. Dios le preguntó retóricamente: “¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jonás 4:11).

Un ejemplo infinitamente mejor de la bondad amorosa de Dios que Jonás es Jesús. Cuando miró hacia Jerusalén, el Señor lloró (Lucas 19:41-44). Manifestando el corazón de compasión que Dios le reveló a Jonás, Jesús reconoció que muchas de Sus amadas criaturas perecerían en sus pecados — deliberadamente ignorantes o insensiblemente impenitentes, a pesar de Su oferta de salvación.

Con la ira de Dios pendiendo sobre un mundo impenitente, la urgencia de advertir a aquellos que ignoran su destino está creciendo cada día. Algunos que llegan a comprender que la ira de Dios está sobre ellos, huirán ansiosamente a los amorosos brazos de Jesús.

El tiempo es esencial. ¿Cuántos miles de millones serán consignados a la condenación eterna si Jesús viene hoy?

Las palabras de Juan el Bautista en Lucas 3:7 fueron impactantes, pero a veces necesitamos un shock para sacarnos de nuestra complacencia. Habiendo captado la atención de las multitudes, Juan interactuó con cada persona de una manera que pudieran entender su mensaje de arrepentimiento. Su respuesta a la multitud en general fue diferente a su respuesta a los recaudadores de impuestos y los soldados, pero su mensaje general apuntaba a la venida del Mesías.

Acerca de Él, Juan dijo:

…Viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará (Lucas 3:16b-17).

Lejos de ser un mensaje de fatalidad, Juan señaló a la Bienaventurada Esperanza. Como registra Lucas, con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo” (Lucas 3:18).

Nuestro mensaje de que Jesús viene pronto representa una advertencia que será una locura para los que se pierden. Pero, a los que se salvan, les ofrece el poder mismo de Dios.

¡Llamado a los Cristianos a Despertar!

Simultáneamente con ofrecer una advertencia urgente a los perdidos, el mensaje de que Jesús viene pronto es un llamado a los cristianos a “mantenerse alerta” o incluso a “despertar”. Éste es un tema que se repite a lo largo del Nuevo Testamento. En Romanos 13:11, Pablo instó: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”.

Recordando a los tesalonicenses que el día del Señor no nos sorprenderá como ladrón, porque no estamos en tinieblas. En cambio, llama a sus hermanos creyentes, hijos de la luz e hijos del día, y luego los anima de esta manera: “…No somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Tes. 5:5-6). Pedro reconoció el cumplimiento profético que representaba el Evangelio de Jesús. Escribió:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado (1 Pedro 1:10-13).

Con tanto énfasis en permanecer sobrios y alertas, es obvio que el Señor conocía muy bien nuestra tendencia humana. Él sabe que nuestro espíritu está dispuesto, pero nuestra carne es débil. Al igual que Sus propios discípulos en el Jardín de Getsemaní, somos propensos a cansarnos a medida que se hace tarde (Mateo 26:36-46). Aun así, Él amonestó a la iglesia en Sardis a “Se vigilante, y refuerza las cosas que quedan” (Ap. 3:2).

Marcos registra que Jesús describió con gran detalle las señales de Su regreso inminente. Contó una parábola sobre un hombre que se fue de viaje, pero dejó a sus siervos a cargo de su casa, ordenándoles que se mantuvieran alerta. Resumió el punto de la parábola de esta manera: “Por tanto, estén alerta, porque no sabéis cuándo viene el dueño de la casa; ya sea por la noche, a medianoche, o cuando el gallo canta, o por la mañana, en caso de que venga repentinamente y los encuentre dormido. Lo que les digo a ustedes les digo a todos: ‘¡Estén alerta!’”.

A medida que se hace tarde, instamos a los seguidores de Jesús que están somnolientos a permanecer alerta — ¡y a los que están dormidos, a despertarse!

La Verdad Os Hará Libres

¿Qué deberíamos estar haciendo mientras esperamos que nuestro Novio venga por nosotros? Obedeciendo Su orden final: Prediquen el Evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Ésa es la verdad que liberará a la gente.

Así que Jesús estaba diciendo a aquellos judíos que habían creído en Él: Si permanecéis en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Este conmovedor versículo captura la relevancia de nuestro mensaje centrado en el Evangelio para el incrédulo y el creyente por igual. Jesús es el camino, la verdad y la vida, así que conocer la verdadera Verdad es conocerlo a Él. Y, con respecto a su propia misión en la tierra, Jesús testificó: “Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz” (Juan 18:37).

Atrapado en un mundo de política y cinismo, la respuesta incrédula de Pilato fue: “¿Qué es la verdad?”  (Juan 18:38).

Los estadounidenses en particular están ansiosos por celebrar sus libertades, especialmente alrededor del Día de la Independencia. Aunque la libertad está siendo atacada como nunca antes, Estados Unidos sigue siendo un faro de esperanza para la mayor parte del mundo. Pero Jesús se estaba refiriendo a una libertad mucho más preciosa que incluso la que se promete en la Constitución de los Estados Unidos; Él estaba hablando de la libertad del pecado. Sólo el Evangelio comunica el plan de salvación de Dios, ofreciendo el camino de la condenación a la justicia, del rechazo a la adopción en la familia de Dios.

Para reafirmarlo una vez más: Cristo fue crucificado por nuestros pecados. Él murió la muerte que merecemos, para que, por Su muerte, podamos vivir. Isaías previó el plan eterno de Dios:

Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados (Isaías 53:5).

El Espíritu de la Profecía

¿Es un ferviente estudiante de la profecía bíblica? ¿Se estremece su corazón al escuchar mensajes de la Palabra profética de Dios? Si es así, el llamado a su vida es claro.

Jesús le dijo a Pedro, “apacienta mis ovejas”.  El discípulo que fue zarandeado por Satanás, cuando su fidelidad demostró faltar, pasó el resto de su vida proclamando la fidelidad eterna de Dios. Predicó el Evangelio.

El anfitrión angelical que escoltó al apóstol Juan cuando fue arrebatado al cielo se llamó a sí mismo “consiervo tuyo y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús”.  ¿Está en esa bendita multitud? Si es así, él también le diría: Adora a Dios (Ap. 22:9) Ese ángel sabio reveló la culminación de la totalidad de la Palabra profética de Dios: “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Ap. 19:10).

Qué mejor manera de adorar a Dios que testificar de Jesucristo — nuestro gran Dios y Salvador, nuestro Alfa y Omega, el Cordero que fue inmolado y el León de Judá, nuestro Rey de reyes y Señor de señores que pronto regresará.

Después de servir 34 años en la Fuerza Aérea, trabajar como piloto instructor para UPS, servir como Representante Estatal en la Legislatura de Kentucky y mucho más, Tim Moore aceptó la invitación del Dr. David Reagan para el papel del liderazgo como Director y Evangelista Sénior del Ministerio Cordero y León. Él escribe, habla y es el anfitrión de Cristo en la Profecía, el programa televisivo semanal del Ministerio. Para obtener una descripción completa de la extensa biografía de Tim, visite nuestro sitio web en LambLion.com.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

miércoles, 24 de febrero de 2021

Folleto: Prediquemos el Evangelio (pdf)

Por Dr. Dennis Rokser

Haga clic sobre la imagen para descargar el documento

Este folleto explica 10 principios bíblicos de 1 Corintios 15 y el ministerio del apóstol Pablo con respecto a la necesidad de predicar el Evangelio y su énfasis y contenido bíblico. Este folleto le ayudará a responder claramente la pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Útil para pastores, misioneros y maestros.

El Dr. Rokser es el Pastor-Maestro de la Iglesia Bíblica de Duluth, Minnesota. Tiene los títulos de Maestría en Divinidad y Doctorado en Ministerio del Grace Biblical Seminary. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

El Contenido del Evangelio de Salvación

Por Dr. Charlie Bing



Cuando compartimos el evangelio claramente, debemos tener dos grandes inquietudes:

Primera, debemos ser absolutamente claros acerca de la condición para la salvación: creer. Esa creencia debe estar libre de cualquier obra, compromiso, o idea de mérito de nuestra parte, para que la gracia siga siendo gracia.

La segunda inquietud es que debemos ser claros acerca del contenido del evangelio, o en lo que se tiene que creer. El contenido del evangelio es la persona y la obra de Jesucristo, que son inseparables como el objeto de la fe que salva.

La Persona de Jesucristo

Somos salvos por Alguien, el Señor Jesucristo. No sólo cualquier Jesús, sino el enviado de Dios, quien es el Hijo de Dios. Existen muchas cosas implícitas en la designación Señor Jesucristo como la deidad, la humanidad, y la misión mesiánica. Si bien es posible que alguien no comprenda una Cristología en su totalidad, debe haber cierta comprensión de la unicidad y autoridad divina de Jesús. El evangelio de Juan, reconocido por su intención evangelista (Jn. 20:30-31), enfatiza la deidad de Jesús más que cualquier otro libro de la Biblia (por ejemplo, Jn. 1:1-3, 14, 18; 5:17-21; 6:69; 7:38; 8:19, 58; 10:30; 20:28). En Juan, la persona de Jesucristo es el objeto de la fe en varios contextos evangelísticos (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:29, 47; 9:35-37; 11:25-26).

La Provisión de Jesucristo

Como el Hijo de Dios, Jesús nos salva por lo que hizo por nosotros; Él proveyó para nuestra mayor necesidad. Después de todo, somos salvos de algo y para algo. Como pecadores separados de Dios, necesitábamos que alguien pagara la pena que nosotros no podíamos pagar. Jesús pagó ese precio al morir en la cruz. Por supuesto, un salvador muerto no podía a nadie, así que Jesús se levantó de entre los muertos. Su resurrección muestra que el precio ha sido pagado, que Dios aceptó el pago, y que Él vive para darnos la vida eterna. Jesús hizo posible que pasemos de muerte a vida, si aceptamos Su provisión (Jn. 5:24).

La persona de Jesús no puede separarse de Su obra. Jesús es el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él dio Su vida por nosotros (por ejemplo, Jn. 6:51; 10:11-18) como el supremo sacrificio por nuestros pecados (Heb. 10:5-10). Isaías 53 habla proféticamente acerca de la muerte sustitutiva de Jesús (Is. 53:3-12) y Su resurrección (Is. 53:10-12).

Una vez más, existen muchas complejidades insondables y profundas que rodean la muerte y resurrección de Jesús, que una persona inconversa pueda no comprender de inmediato. Sin embargo, parece que debe haber al menos la comprensión más simple de que somos pecadores separados de Dios, que Jesús removió la barrera causada por el pecado a través de Su muerte y resurrección, y que ahora vive para darnos Su vida. Es por eso que vemos la predicación de la cruz y de la resurrección en la iglesia primitiva (por ejemplo, Hch. 2:23-24, 36; 3:18-20; 4:2, 10; 5:29-31; 10:39-40; 13:29-30; 17:3; 26:22-23) y por qué esos grandes hechos fueron reiterados en las epístolas (por ejemplo,  Ro. 3-8, 1 Cor. 1:18-24; 2:1-2; 15:1-4; Ga. 3:1; Ef. 1:20; Fil 2:8-9; Col. 2:12- 14; Hebreos; 1 Pe.1:3, 18-21; 3:18).

La Promesa de Jesucristo

Ciertamente es concebible que una persona pueda comprender los hechos acerca de la persona y la obra de Cristo y, sin embargo, no ser salva porque no los aplica a su propia condición espiritual. Creemos en Cristo para algo, y eso es la vida eterna. Dios nos ha prometido que cualquiera que cree en Cristo Jesús como Aquel que murió y resucitó tendrá vida eterna (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:40, 47; 7:38; 10:26-29; 11:25-26; 12:44-50; 20:31). Una persona debe creer, o ser persuadida, de que la promesa es verdadera, y que es verdadera para él.

La vida eterna tiene muchas implicaciones que una persona puede no comprender por completo. Abarca la seguridad eterna, el perdón de pecados, la justificación, el nuevo nacimiento, la glorificación, y otras verdades maravillosas que se aclararán con la instrucción de la Palabra de Dios. La vida eterna también se define  como conocer a Dios a través de Cristo (Jn. 17:3). Una persona debe creer en la promesa de Dios para algún aspecto salvífico de esta vida eterna.

Algunas Incógnitas 

Si bien el contenido del evangelio es esencialmente simple y podemos compartirlo claramente, pueden existir algunas preguntas acerca de ciertas situaciones: ¿Cómo entiende un niño muy pequeño comprender el contenido del evangelio? ¿Cómo puede ser salva una persona con discapacidad mental? ¿Qué les sucede a los bebés que mueren sin ningún conocimiento del evangelio? ¿Cómo entiende un hindú los conceptos de Dios, pecado, Hijo de Dios, resurrección, y vida eterna?

Cuando compartimos el evangelio, debemos darnos cuenta de que el proceso de comunicación tiene dos componentes, el comunicador y el que lo recibe. El oyente no siempre procesa la información exactamente como lo dice el comunicador. En otras palabras, existen barreras en la comunicación del evangelio como el idioma, la interpretación cultural, la atención, la claridad, el procesamiento, la comprensión previa , y las idea religiosas preconcebidas.

A la luz de estas incógnitas, debemos reconocer humildemente que la comprensión de una persona puede no ser siempre lo que pensamos que es. Afortunadamente, el Espíritu Santo sabe lo que nosotros no sabemos. Si bien es nuestra responsabilidad compartir el evangelio con la mayor claridad posible, es Su obra convencer al oyente de Su veracidad (Jn. 16:8). Cuando compartamos el evangelio, debemos depender del Espíritu Santo para que trabaje en el oyente para darle suficiente comprensión para producir fe (Ro. 10:14-17). La forma exacta en que obra el Espíritu Santo en el entendimiento de una persona, seguirá siendo un misterio (Jn. 3:8; 6:44-45, 65). Sin embargo, nada de esto quita el hecho de que, si nos equivocamos en nuestro mensaje, el oyente estará equivocado en su fe.

Conclusión

Estamos llamados a compartir el evangelio de salvación lo que significa que compartimos la persona, la provisión, y la promesa de Jesucristo. ¿Por qué compartiríamos menos que eso? Ya sea que lo expliquemos en los términos más básicos o con gran profundidad, siempre es el Espíritu Santo quien trae el entendimiento que impulsa la fe. Predicamos el evangelio de la gracia a través de la fe sola en Cristo solo y dejamos que Dios haga el resto. Ciertamente eso requiere que lo comuniquemos claramente, y también a que oremos fervientemente.


Fuente:

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Está la comprensión bíblica reservada para una élite?

Capítulo 2 del libro: ¿Qué Amor es Éste?



Los calvinistas enfatizan que su teología descansa sobre una sólida exégesis bíblica, estando “firmemente basada… en la Palabra de Dios”. Algunos han ido tan lejos como para afirmar que “esta enseñanza era considerada como la verdad por los apóstoles”, e incluso que “Cristo enseñó las doctrinas que han llegado a ser conocidas como los cinco puntos del Calvinismo”. De acuerdo con la Biblia misma, sin embargo, nadie debería aceptar tales afirmaciones sin verificarlas en las Escrituras.

Cualquier doctrina que afirme estar basada en la Biblia debe ser comprobada cuidadosamente contra la Biblia. Además, cualquiera que conozca la Biblia debería ser capaz de hacer eso. Depender de algún supuesto experto bíblico para una evaluación de las opiniones de otro sería estar dando vueltas en círculos. No importa cuál opinión uno aceptó, el resultado final sería el mismo: uno aún sería cautivo de la opinión humana. Cada individuo debe verificar personalmente todas las opiniones directamente con la Biblia. Sin embargo, estaba siendo aconsejado a permanecer callado sobre la base que sólo aquellos con calificaciones especiales eran competentes para contrastar el Calvinismo contra la Biblia, una idea que en sí misma contradecía la Escritura.

Los habitantes de la ciudad de Berea, aunque ni siquiera eran cristianos cuando Pablo les predicó por primera vez el Evangelio, “escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas [las que Pablo les predicaba] eran así” (Hechos 17:11), y fueron elogiados como “nobles” por hacerlo. Sin embargo, los calvinistas insisten que se requiere una preparación especial (y aparentemente extensa) para llegar a ser alguien calificado para examinar esa peculiar doctrina a la luz de la Biblia. ¿Por qué?

Después de todo, la misma Biblia declara que un “joven” puede entender sus instrucciones y, por tanto, “limpiar su camino” (Salmo 119:9). Aun un niño puede conocer las Sagradas Escrituras por medio de la instrucción en el hogar impartida por su madre y por su abuela (2 Timoteo 1:5; 3:15). Si una habilidad especial fuera necesaria para probar el Calvinismo contra la Escritura, sin duda que sería una prueba en sí misma que esta peculiar doctrina no provino de una exégesis bíblica válida. Algo tan enigmático, por definición misma, no podría haberse derivado de la Biblia, quien sí misma afirmar estar escrita para los sencillos:

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte …a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29).

¿Es el Calvinismo tan difícil de entender?

¿Realmente debería ser el Calvinismo insondable para el cristiano común? Ese mismo hecho, si fuera cierto, sería una prueba adicional de que el Calvinismo no se derivó de las Escrituras. ¿Cómo podría algo tan complicado posiblemente provenir de aquello que toda persona es capaz de meditar día y noche (Salmo 1:1-2)? Si la alimentación esencial que la Palabra de Dios provee debe ser el sustento diario para la vida espiritual de todo hombre (Deuteronomio 8:3), ¿podría el Calvinismo haber provenido de la Biblia y sin embargo ser indigerible para el cristiano ordinario?

Muchos, cuya obvia sinceridad fue apreciada, me estaban diciendo que a pesar de que cito a Juan Calvino directamente de sus escritos, junto con citas de líderes calvinistas de hoy en día, aún era muy probable que yo tergiversara al Calvinismo porque yo no lo entendía. Aun después de una detallada discusión reciente con amigos calvinistas que duró tres horas, ellos aún me dijeron, “Tú no entiendes el Calvinismo”. Si el Evangelio fuera así de complicado, ¿quién podría ser salvo?

¿Por qué el Calvinismo debe ser un tema tan difícil y aparentemente esotérico que requeriría años comprenderlo? Tal actitud muy bien podría intimidar a muchos a aceptar esta creencia simplemente porque una gama tan amplia de teólogos y líderes evangélicos altamente respetados se adhieren a ella. Ciertamente, la gran mayoría de calvinistas son cristianos ordinarios. ¿Sobre qué base, entonces, sin la habilidad que aparentemente a mí me hacía falta, fueron capaces de aceptarlo?

Para familiarizarse a sí mismo con el Calvinismo, ciertamente hay recursos más que suficientes disponibles para cualquiera que esté genuinamente interesado en consultarlos. Numerosos libros acerca del tema están disponibles, tanto a favor como en contra. Los Cinco Puntos del Calvinismo, por Edwin H. Palmer, junto con libros de R.C. Sproul, John Piper, John McArthur, A.W. Pink, C.H. Spurgeon y otros, son muy recomendados por líderes calvinistas. En el otro lado, los libros de Samuel Fisk son informativos. El libro de Laurence M. Vance, La Otra Cara del Calvinismo, es un tratado exhaustivo de más de 700 páginas con cientos de notas al pie documentando sus citas. Los Institutos de la Religión Cristiana de Calvino así como otros de sus escritos y los de Agustín, John Knox y otros clásicos también están fácilmente disponibles.

Asegurándome de ser preciso e imparcial

Para asegurarme que ninguna interpretación errónea de las doctrinas bajo consideración sobreviviera en este libro, un manuscrito preliminar fue presentado a un número de amigos calvinistas y conocidos para que lo criticaran. Leer y discutir con ellos sus valiosos comentarios, por los que estoy profundamente agradecido, ha sido educativo. En ese proceso, se hizo más claro que nunca que los calvinistas ni siquiera entre ellos mismos concuerdan en todo.

La mayoría de los calvinistas coinciden en cinco puntos principales. Otros insisten que hay diez o aun más puntos relevantes. Palmer sugiere, “El Calvinismo no está restringido a cinco puntos: tiene miles de puntos”. ¡No es probable que podamos cubrir todos esos presuntos puntos en estas páginas! El mismo Palmer aborda sólo cinco.

Existen desacuerdos entre calvinistas de “cinco puntos” y de “cuatro puntos”. Por ejemplo, Lewis Sperry Chafer, fundador del Seminario Teológico de Dallas, se llamaba a sí mismo un calvinista de “cuatro puntos”, ya que rechazaba la expiación limitada. Vance señala que “muchos bautistas en la Asociación General de Iglesias Bautistas Regulares son calvinistas de cuatro puntos”. Negar un punto mientras se acepta los otros cuatro, sin embargo, ha sido llamado por los calvinistas de cinco puntos “la bendita inconsistencia”.

Es ampliamente reconocido que uno “debe sostener todos los cincos puntos del Calvinismo” porque “Los Cinco Puntos del Calvinismo están unidos. El que acepta uno de los puntos, aceptará los otros puntos”. Incluso aquellos que concuerdan en todos los cinco, sin embargo, tienen diferentes formas de entenderlos y defenderlos. Obviamente, no podemos cubrir todas las variedades de opiniones en este libro, sino que debemos atenernos a lo que la mayoría acepta como una presentación justa de sus creencias.

En el mayor interés de la precisión, citamos extensivamente no sólo al mismo Calvino, sino a otros escritos que son muy apreciados por sus colegas. Un libro del cual citamos extensivamente es La Libertad del Alfarero del apologista James R. White, el cual es respaldado por un número de líderes evangélicos de hoy, incluyendo a R.C. Sproul Jr., Jay Adams, Irwin Lutzer y muchos otros. Es un recurso especialmente valioso debido a que escrito específicamente para responder a las objeciones de Norman Geisler a ciertos puntos del Calvinismo, las cuales elevó en su libro reciente, Escogido Pero Libre. Debería haber citas más que suficientes de fuentes autorizadas para que el lector esté absolutamente seguro que el Calvinismo está siendo presentado justamente.

Un Llamado a la discusión abierta

La presciencia de Dios, la predestinación/elección, la elección humana, la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre son ampliamente alegados ser misterios más allá de nuestra habilidad para reconciliarlos. Por tanto, algunos insisten que estos conceptos deberían ser aceptados sin ningún intento de entender o reconciliar conflictos aparentes. Se usa de forma repetida la ilustración de que a medida que nos acercamos a la puerta del Cielo vemos escrito sobre ella, “Todo aquel que quiera venir”, pero que una vez que hemos entrado vemos desde adentro las palabras, “Escogidos en Él desde antes de la fundación del mundo”. Respetamos a los muchos líderes de iglesias que continúan ofreciendo tal explicación como si ella fuera suficiente. Existen, sin embargo, muchas razones convincentes para no consentir con esa popular posición.

En primer lugar, Dios quiere que nosotros entendamos Su Palabra en lugar de alegar “misterio” sobre largas porciones de ella. Él nos la ha dado para nuestro aprendizaje. De la Palabra de Dios, el salmista dijo, “Lámpara es a mis pies y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105) y eso desea ser para cada uno de nosotros hoy. Pedro reconoció que hay “cosas difíciles de entender” y advirtió que la Escritura a veces es torcida, ocasionando la destrucción de aquellos que lo hacen (2 Pedro 3:16). Dios nunca sugiere que haya alguna parte de Su Palabra que no debamos intentar comprender plenamente. Si consideramos que muchos pasajes en la Escritura están dedicados a los temas difíciles que abordaremos, podemos esperar con confianza que la Biblia misma aclarará los problemas.

En segundo lugar, la historia de la Iglesia desde sus comienzos tempranos ha involucrado agudas diferencias de opiniones en muchos temas vitales, incluyendo el Evangelio mismo. Numerosas herejías destructoras se han desarrollado y han sido opuestas vigorosamente. Ni Cristo ni Sus apóstoles consideraron que puntos de vista divergentes fueran normales o aceptables, sino que ordenó a los creyentes a “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Esa orden aplica a nosotros hoy.

En tercer lugar, no parece que nuestro Señor nos quisiera hacer retroceder para no considerar y no comprender seriamente la presciencia y la elección/predestinación así como la responsabilidad del hombre y cómo todo encaja perfectamente en la gracia soberana de Dios. Mientras que es posible que nunca veamos al Cuerpo de Cristo en perfecto acuerdo, cada uno de nosotros es responsable de entender estos asuntos tan claramente como podamos por medio del estudio diligente, y de ayudarnos unos a otros en el proceso.

Finalmente, Dios nos llama a buscarle con el fin de que podamos conocerle, aunque Sus caminos y Sus pensamientos están tan por encima de los nuestros como “como son más altos los cielos que la tierra” (Isaías 55:8-9). Ciertamente que a medida que lleguemos a conocer a Dios, mejor entenderemos Su Palabra y Su voluntad más plenamente. Dios es nuestro Salvador y conocerle es la vida eterna (Juan 17:3). Conocer a Dios debe incluir un profundo entendimiento de todo lo que Él nos ha revelado en Su Palabra.

Debemos vivir, como Cristo dijo (citando Su propia declaración como el YO SOY a Israel por medio de Moisés en Deuteronomio 8:3), no “sólo de pan, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Salomón dijo, Toda palabra de Dios es limpia” (Proverbios 30:5) - [énfasis añadido]. Entonces debemos considerar y buscar comprender cuidadosamente toda palabra.

La Razón más Imperiosa

Es una suposición general que cualquier otro desacuerdo que podamos tener, cuando se trata del Evangelio de nuestra salvación, tanto los calvinistas como los no calvinistas están totalmente de acuerdo. Sin embargo, muchos calvinistas discrepan, afirmando que el Evangelio bíblico es el Calvinismo. Por ejemplo: “El plan de salvación de Dios revelado en las Escrituras consiste de que lo que popularmente es conocido como los Cinco Puntos del Calvinismo”. Loraine Boettner declara, “La gran ventaja de la Fe Reformada es que en el marco de los Cinco Puntos del Calvinismo ésta establece claramente lo que la Biblia enseña con respecto al camino de la salvación”. Otros insisten que “si usted no conoce los Cinco Puntos del Calvinismo, usted no conoce el Evangelio, sino alguna perversión de él…”. B.B. Warfield afirmó, “El Calvinismo es evangelicalismo en su expresión más pura y estable”.

¡Tales afirmaciones de que los Cinco Puntos del Calvinismo conforman el Evangelio suscitan las preocupaciones acerca del Calvinismo a un nuevo nivel! Si se requiere tanto estudio especial para entender el Calvinismo y si años de estudio bíblico aún lo dejan a uno ignorante acerca de este tema, y si el Calvinismo es el Evangelio de nuestra salvación, ¿entonces dónde deja eso a las multitudes que piensan que son salvos pero que son ignorantes del Calvinismo? Esta pregunta puede parecer divisiva, pero no puede ser ignorada.

Otra grave preocupación surge con respecto a la proclamación del Evangelio como Cristo ordenó. Los calvinistas insisten que su doctrina no disminuye el celo con el que el Evangelio debe ser predicado. Para apoyar esta afirmación, nombran a algunos de los grandes predicadores y misioneros que fueron acérrimos calvinistas, tales como George Whitefield, Adoniram Judson, William Carey y otros. Y es cierto que, aunque saben que muchos a los cuales les predican no están entre los elegidos, algunos calvinistas en efecto predican ardientemente para que los elegidos puedan escuchar y creer.

Indudablemente, sin embargo, el celo de tales hombres y mujeres en llevar el Evangelio al mundo no podía ser debido a su Calvinismo sino sólo a pesar de él. Creer que aquellos que serán salvos han sido fijados por el decreto de Dios, que ningún otro puede ser salvo y que los elegidos deben ser regenerados por el acto soberano de Dios sin el Evangelio o cualquier persuasión de algún predicador o por alguna fe en Dios de su parte, difícilmente podría proveer motivación para predicar ardientemente el Evangelio. No importa cuánto el calvinista intente argumentar lo contrario, tal creencia sólo puede reducir el celo que una persona de otra manera podría tener para alcanzar a los perdidos con el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo.

Enfrentando un Verdadero Dilema

El Evangelio que Pedro y Pablo y los otros apóstoles predicaron era para todos en las audiencias que enfrentaron, a dondequiera que fueron: no fue un mensaje que sólo los elegidos podían creer. Pedro le dijo a Cornelio y su familia y amigos, “Y nos mandó [Cristo] que predicásemos al pueblo [no a un grupo selecto],…que…todos los que en él creyeren [de entre la gente a la cual Él predicó], recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:42-43).

En contraste, el evangelio de Calvino dice que Cristo murió y que Su sangre hace expiación sólo por los elegidos. ¿Puede ser éste el mismo Evangelio que Pablo predicó? Pablo le proclamó a las audiencias, Nosotros les anunciamos a ustedes [todos ustedes] las buenas nuevas” (Hechos 13:32). Las “buenas nuevas” del Evangelio que Pablo predicó hicieron eco de que lo que el ángel del Señor les había dicho a los pastores al momento del nacimiento de Cristo: “he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…” (Lucas 2:10). Estas noticias de gran gozo se referían al hecho de que “el Salvador del mundo” (Lucas 2:11; Juan 4:42) había nacido. El evangelio de Calvino, sin embargo, dice que Cristo no es el Salvador del mundo, sino sólo de los elegidos.

Pablo pudo y honestamente dijo a todos los que conoció, “Cristo muró por ti”. En total contraste, un libro que durante mucho tiempo hemos recomendado a los lectores declara, “Como un cristiano reformado, el escritor [el autor] cree que los consejeros no deben decir a cualquier paciente no salvo que Cristo murió por él, ya que ellos no pueden decir eso. Ningún hombre sabe, excepto Cristo mismo quiénes son Sus elegidos por los que Él murió” (énfasis añadido). Obviamente, el mensaje de salvación de Calvino para unos cuantos selectos no trae “gran gozo” a “todo el pueblo”.

Palmer escribe, “Pero gracias a Dios que la muerte de Cristo fue una garantía absoluta que cada uno de los elegidos será salvo”. ¡Así que hay un gran gozo sólo para los elegidos! ¡En cuanto al resto, el evangelio de Calvino de que Dios ya ha predestinado su condenación difícilmente podría ser “noticias de gran gozo”! Ésta es la forma en la que Calvino lo expresó:

Para muchos esto parece un tema complicado, porque consideran muy incongruente que del gran cuerpo de la humanidad algunos deban ser predestinados a la salvación, y otros a la destrucción… De aquí concluimos que todos aquellos que no se reconocen parte del pueblo peculiar de Dios son desgraciados [¡no llenos de gozo!], pues siempre están en un continuo temor.

¿Qué evangelio es éste? Debido a la importancia eterna de esa pregunta para el mundo entero al cual Cristo nos ordenó llevar el Evangelio, estamos obligados a examinar estrechamente el Calvinismo a la luz de la Escritura. ¿Podría realmente ser cierto, como insiste Arthur C. Custance, que “el Calvinismo es el Evangelio y enseñar el Calvinismo de hecho es predicar el Evangelio”?

¿Está el Calvinismo fundamentado en el texto claro de la Escritura? ¿O requiere interpretar palabras y frases comunes como todos, todos los hombres, mundo, todo el que tenga sed, todo hombre, y todo aquel que para que signifiquen “los elegidos”? ¿Se requiere una interpretación peculiar de la Escritura para apoyar esta doctrina?

Nuestra preocupación es por la defensa del carácter del Dios verdadero, el Dios de misericordia y amor cuyas “misericordias son sobre todas sus obras” (Salmo 145:9). La Biblia declara que Él “no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9); “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).Ése es el Dios de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis.

El examen y la discusión abiertos de temas importantes, especialmente del Evangelio y la naturaleza misma del carácter de Dios, sólo pueden ser saludables para el Cuerpo de Cristo. Es mi oración que mi investigación y su comparación con la Santa Palabra de Dios, expresada en las siguientes páginas, traerá una provechosa y necesaria clarificación.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Dave Hunt's book, "What Love is This?", can be obtained in here:

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