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lunes, 27 de octubre de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 7 (Parte 2 de 2)

 El Destino de los Incrédulos 

Por Dr. David R. Reagan

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Preguntas Sobre el Cielo

26) Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado 

27) sino una horrenda expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios. — Hebreos 10

1) ¿No enseña la historia del hombre rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 el tormento eterno en el infierno?

No, no es así. De hecho, el tormento eterno ni siquiera se menciona. Además, la historia no tiene nada que ver con el infierno. Es una representación del Hades tal como existía antes de la cruz, cuando el Paraíso todavía era uno de sus compartimentos.

La confusión proviene del hecho de que algunas traducciones dicen en el versículo 23 que el hombre rico estaba en el infierno. Eso es incorrecto. La palabra real usada en el texto griego es Hades y no Gehenna, la palabra para infierno.

Cuando las personas no salvas mueren, sus almas van a un compartimiento en el Hades llamado Tormentos, donde son sometidas a sufrimiento. Ese sufrimiento en particular llegará a su fin al concluir el reino milenario de Jesús. En ese momento, Él juzgará a los que están en el Hades y los consignará al infierno (Ap. 20:11-15). Se nos dice que el Hades será arrojado al “lago de fuego,” que es el infierno (Ap. 20:14).

Para aquellos que han sufrido durante largos periodos en el Hades, su sufrimiento puede terminar instantáneamente cuando sean enviados al infierno, donde experimentarán la “destrucción eterna” (2 Tes. 1:9). Otros continuarán sufriendo por un tiempo en el infierno antes de “perecer” (Juan 3:16).

La Biblia enseña claramente que habrá grados de castigo, por lo que algunos sufrirán más tiempo y más intensamente que otros (Lucas 12:35-48; 20:45-47; y Hebreos 10:29).

2) ¿No enseñó Jesús el tormento eterno cuando dijo que el infierno es un lugar “donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga”? (Marcos 9:48)

Jesús no podría haber estado enseñando el tormento eterno cuando hizo esta declaración porque estaba citando Isaías 66:24, que dice que los redimidos podrán ver los cadáveres de los perdidos. La fraseología sobre el gusano y el fuego es un lenguaje figurativo que enfatiza el hecho de que el testimonio de lo que les sucede a los pecadores impenitentes nunca morirá.

Se utiliza un lenguaje similar sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra. Judas 7 nos dice que estas ciudades experimentaron “el castigo del fuego eterno”. Eso no significa un fuego que arde eternamente; más bien, habla de un fuego con consecuencias eternas.

3) ¿Qué pasa con aquellos durante la Tribulación que toman la marca de la bestia? ¿No dice la Biblia que serán atormentados para siempre? (Ap. 14:9-11)

Nuevamente, no hay mención de tormento eterno en estos versículos. Se nos dice que ellos serán “atormentados en presencia de los santos ángeles y en presencia del Cordero” (Ap. 14:10), pero no se menciona la duración de este tormento. Para concluir que el tormento continuará eternamente, uno tendría que asumir que el alma es inmortal. Pero la Biblia niega la inmortalidad del alma (1 Timoteo 6:13-16).

El pasaje sí dice que “el humo de su tormento subirá para siempre”, pero eso es una expresión figurativa que denota un testimonio eterno de su destino. Por ejemplo, se nos dice en Isaías 34:10 que el humo de la destrucción de Edom subirá para siempre. No hay tal humo que se eleve de Edom hoy, excepto en el sentido de que tenemos la memoria de su destrucción.

4) ¿Qué hay del Anticristo y del Falso Profeta? ¿No dice la Biblia que serán sometidos a tormento eterno? (Ap. 19:20 y 20:10)

Sí, Apocalipsis 20:10 afirma que el Anticristo y su Falso Profeta serán “atormentados por los siglos de los siglos”, junto con Satanás y sus ángeles demoníacos. Pero esto ciertamente no indica que el resto de la humanidad sufrirá tormento eterno.

El Anticristo y el Falso Profeta son dos casos especiales. Tenga en cuenta que serán responsables de la muerte de la mitad de la humanidad durante los primeros tres años y medio de la Tribulación. Eso es un total de 3 mil millones de personas en términos de hoy (asumiendo que mil millones de la población mundial de siete mil millones serán llevados en el Rapto). También van a matar a dos tercios de los judíos durante la segunda mitad de la Tribulación.

Así, al final de los siete años de la Tribulación, es probable que tengan la sangre de casi dos tercios de la humanidad en sus manos. Toda la carnicería de todos los líderes nefastos de la historia —como Hitler, Stalin y Mao— palidece en comparación.

Pero bien puede ser que Apocalipsis 20:10 no esté hablando de los seres humanos que servirán como el Anticristo y el Falso Profeta. En su lugar, puede estar hablando de los espíritus demoníacos que los poseen. Nótese que el pasaje se refiere a “la bestia y el falso profeta”. Se nos dice en Apocalipsis 11:7 que la bestia “sube del abismo”. Según las Escrituras, éste es el pozo donde los espíritus malignos están encarcelados, no los seres humanos. Del mismo modo, el Falso Profeta es referido como “otra bestia” (Ap. 13:11), es decir, otra de la misma especie.

5) ¿No motivará el punto de vista Condicionalista a las personas a perder el miedo al castigo y, por lo tanto, a animarlas a ignorar a Dios y Su Palabra?

Edward Fudge, el hombre que ha escrito el libro definitivo sobre el punto de vista Condicionalista, trató específicamente esta cuestión. Cuando la gente cuestionaba su opinión afirmando que eliminaría el miedo al infierno y fomentaría la impiedad, él respondió:8

Sólo si su único motivo para servir a Dios es la creencia de que Él infligirá a los malvados un tormento inimaginablemente peor que el que cualquier tirano monstruoso entre los hombres haya soñado jamás infligir a sus víctimas.

La verdad es que la doctrina tradicional del tormento eterno en el infierno ha creado más ateos que casi cualquier otra cosa que los cristianos hayan enseñado jamás . . .

Lo que hace el punto de vista Condicionalista es magnificar la justicia de Dios (cada pecador condenado recibe exactamente lo que merece y nada más), la misericordia de Dios (incluso el peor pecador finalmente perece para siempre), y la santidad de Dios (Su ira es real, pero se mide con precisión exacta de acuerdo con Su propio carácter).

6) ¿No requiere el punto de vista Condicionalista una gran espiritualización de las Escrituras?

En absoluto. De hecho, es la visión Tradicionalista del tormento eterno la que requiere mayor espiritualización. Aquellos que se adhieren al concepto tradicional deben espiritualizar palabras y expresiones como “perecer”, “destrucción”, “consumido por el fuego” y “segunda muerte”.

El punto de vista Condicionalista sólo requiere la espiritualización de expresiones figurativas como “su gusano no morirá” y “el humo de su tormento subirá para siempre”.

El punto de vista Condicionalista está completamente arraigada en las Escrituras. El punto de vista tradicional depende de constructos teológicos desarrollados por los hombres.

7) ¿Acaso las sectas no sostienen el punto de vista Condicionalista?

Muchos, como los Testigos de Jehová, creen que las almas de los pecadores son aniquiladas al morir, pero ésa no es la posición Condicionalista.

Un grupo marginal, los Adventistas del Séptimo Día, sí adopta el Condicionalismo, pero su respaldo al mismo no lo invalida más de lo que su respaldo a la Trinidad invalida ese concepto plenamente bíblico.

8) ¿Cuál considera que es el argumento más poderoso en contra del concepto tradicional del tormento eterno en el infierno?

El hecho de que la Biblia dice que Jesús pagó el precio por nuestros pecados (Isaías 53:5; Gálatas 1:4; Hebreos 1:3 y 1 Pedro 2:24).

¿Cuál fue ese precio? Fue un sufrimiento extremo seguido de la muerte. No fue tormento eterno. Por lo tanto, los pecadores impenitentes experimentarán lo que Jesús experimentó: sufrimiento seguido de la muerte (la “muerte segunda”).

La conclusión es que, debido a una noción preconcebida y no bíblica de que el alma es inmortal, hemos interpretado el tormento eterno en las Escrituras cuando nunca fue destinado para la humanidad. El infierno fue creado para Satanás y sus ángeles, no para la humanidad, y son Satanás y sus hordas demoníacas quienes serán enviados al infierno y a sus tormentos eternamente.


Lea la parte 1 »»aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 23 de octubre de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 7 (Parte 1 de 2)

 El Destino de los Incrédulos 

Por Dr. David R. Reagan

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“No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno”. Mateo 10:28

Nota del traductor/editor: En este artículo, la palabra infierno debe entenderse como lago de fuego.


Muchas personas consideran que el infierno no es más que una palabrota o una broma.

Constantemente escucho a personas en la televisión decir: “¡Voy a ir de fiesta al infierno!”. Lo dicen con entusiasmo, como si estuvieran presumiendo de un gran logro. Conan O’Brien, el exconductor del programa de NBC Late-Night Show, escribió e interpretó una canción burlándose del infierno. La canción es tan perversa que sólo se pueden citar partes. La siguiente sección les dará una idea:1

Voy a ir al infierno cuando muera
Voy a ir al infierno cuando muera
No puedo ser salvado, es demasiado tarde para mí
Voy a ir al I-N-F-I-E-R-N-O cuando M-U-E-R-A
Podrías decir que estoy hecho un desastre, pero soy sincero
Dormiré con tu madre por una comida casera.
Le daré a un tipo sin piernas un par de zapatos nuevos...
Voy a ir al infierno cuando muera
Voy a ir al infierno cuando muera

Cuando se le preguntó al actor de cine Tom Hanks sobre sus esfuerzos de colaboración con el director Ron Howard, él dijo: “Ron Howard es un gran hombre y un gran director. Seguiría a Ron Howard hasta el infierno”.2 Ted Turner, de la televisión por cable, se burló del infierno de manera similar cuando dijo: “No necesito que nadie muera por mí. He tomado algunas copas y he tenido algunas novias, y si eso me va a enviar al infierno, que así sea”.3

La banda australiana de hard rock, AC/DC, lanzó un álbum en 1979 titulado Highway to Hell. La canción principal alardeaba de su determinación de acabar en el infierno. Aquí está la primera estrofa:4

Viviendo tranquilo, viviendo libre
Con un boleto solo de ida voy
Sin pedir nada, déjame estar
Voy tomando todo a mi manera
No necesito razón, no necesito rima
No es nada que prefiera hacer
Voy bajando, festejando
Mis amigos también estarán allá
Estoy en la carretera al infierno

La segunda estrofa es aún peor. Presume de pagar sus deudas a Satanás e incluso se refiere al infierno como “la tierra prometida”.

La actitud burlona sobre el infierno ha sido quizás mejor expresada por el cómico blasfemo y de lenguaje soez, George Carlin (1937-2008):5

La religión en realidad ha convencido a la gente de que hay un hombre invisible—que vive en el cielo—que observa todo lo que haces, cada minuto de cada día. Y el hombre invisible tiene una lista especial de diez cosas que no quiere que hagas. Y si haces alguna de estas diez cosas, tiene un lugar especial, lleno de fuego y humo, de quemaduras y tortura y angustia, donde te enviará a vivir y sufrir y quemarte y ahogarte y gritar y llorar por siempre hasta el fin de los tiempos… ¡pero te ama!

El comentario de Carlin sobre el infierno es interesante porque resume bastante bien por qué creo que la mayoría de los pastores rara vez predican sobre el infierno. Estoy convencido de que a la mayoría les resulta difícil hablar de un Dios justo y amoroso que va a atormentar a las personas perdidas eternamente. Cuando mencionan el infierno, generalmente sólo dicen que significa “separación eterna de Dios”. Se evita el concepto de tormento eterno.

No hay duda al respecto: el infierno ha sido trivializado por el mundo e ignorado por la Iglesia. Pero el infierno era un tema muy importante para Jesús. Habló de él repetidamente, mientras que rara vez habló del cielo.

La Realidad del Infierno

La Biblia presenta el infierno, al igual que el cielo, como un lugar real. La Biblia dice que Dios creó este lugar terrible para servir como el destino final del Diablo y sus ángeles (Mateo 25:41). La Biblia también enseña que el infierno será el destino de todas las personas que rechacen la gracia y misericordia que Dios ha proporcionado a través de Jesús y que elijan, en cambio, seguir a Satanás (Mateo 25:46).

El infierno se describe en las Escrituras como un lugar de oscuridad y tristeza (Mateo 22:13), un lugar de fuego (Mateo 5:22), un lugar de tormento (Ap. 14:10), un lugar de destrucción (Mateo 7:13) y un lugar de deshonra y desprecio eterno (Daniel 12:2).

Su Distinción del Hades

El infierno no es el Hades. Un estudio cuidadoso de las Escrituras revelará que Hades en el Nuevo Testamento es el mismo lugar que el Seol en el Antiguo Testamento (Salmo 49:15).

Antes de la cruz, el Hades (o Seol) era el lugar de espera para los espíritus de los muertos que aguardaban su resurrección, juicio y eventual asignación al cielo o al infierno. Según la parábola de Jesús sobre el hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), el Hades estaba compuesto por dos compartimentos: el Paraíso y los Tormentos.

Al morir, los espíritus de los justos (aquellos que habían puesto su fe en Dios) iban al compartimiento en el Hades llamado Paraíso. A los injustos se les asignaba el compartimiento llamado Tormentos. Los dos compartimientos estaban separados por un abismo amplio y profundo que no podía cruzarse. Este abismo también se conoce como “el pozo sin fondo” (Ap. 9:1-2, NVI).

La Biblia indica que la naturaleza del Hades cambió radicalmente en el momento de la cruz. Después de Su muerte en la cruz, Jesús descendió al Hades y declaró a todos los espíritus allí Su triunfo sobre Satanás mediante el derramamiento de Su sangre por los pecados de la humanidad (1 Pedro 3:18-19 y 4:6).

La Biblia también indica que, después de Su resurrección, cuando ascendió al cielo, Jesús se llevó el Paraíso con Él, transfiriendo los espíritus de los muertos justos del Hades al cielo (Efesios 4:8-9 y 2 Corintios 12:1-4). A partir de entonces, los espíritus de los muertos justos son presentados estando en el cielo ante el trono de Dios (Ap. 6:9 y 7:9).

Así, desde el tiempo de la cruz, los espíritus de los santos fallecidos ya no van al Hades. En cambio, son llevados directamente al cielo. Los espíritus de los santos del Antiguo Testamento no podían ir directamente al cielo porque sus pecados no habían sido perdonados. Sus pecados sólo habían sido cubiertos, por así decirlo, por su fe. Sus pecados no podían ser perdonados hasta que Jesús derramara Su sangre por ellos en la cruz.

Las almas de los muertos injustos todavía van al Hades y permanecerán allí hasta el fin del reinado milenial de Jesús. En ese momento, serán resucitados y juzgados en el Gran Juicio del Trono Blanco descrito en Apocalipsis 20:11-15. Serán juzgados por sus obras y, dado que ninguna persona puede ser justificada ante Dios por obras (Efesios 2:8-10), todos los injustos serán arrojados al infierno, al que el pasaje en Apocalipsis se refiere como “el lago de fuego” (Ap. 20:14).

La Duración del Infierno

¿Cuánto tiempo serán atormentados los impíos en el infierno? El punto de vista Tradicional sostiene que el infierno es un lugar de tormento consciente y eterno. Según esta visión, una persona que termina en el infierno está condenada a una existencia interminable de dolor y sufrimiento insoportables. El infierno es un lugar sin escape y sin esperanza.

Otro punto de vista, el que sostengo, se llama Condicionalismo. Adopta la posición de que la inmortalidad es condicional, dependiendo de la aceptación de Cristo. Por lo tanto, creo que la Biblia enseña que los injustos serán resucitados, juzgados y castigados en el infierno por un período de tiempo proporcional a sus pecados y luego sufrirán destrucción (la muerte del cuerpo y del alma).

En un momento echaremos un breve vistazo a ambas perspectivas pero, antes de hacerlo, me gustaría recordarles una verdad aleccionadora: el infierno es una realidad, y es un destino espantoso. El infierno existe porque Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7). Él va a tratar con el pecado, y lo hace de una de dos maneras: mediante la gracia o mediante la ira. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”.

Cualquiera que sea la conclusión que saquemos de las Escrituras sobre la duración del infierno, debemos recordar que el infierno debe ser evitado a toda costa. Ya sea que los malvados sufran allí eternamente o sean destruidos después de soportar el terrible castigo de Dios, el infierno es un lugar inimaginablemente aterrador.

También debemos recordar que nuestras creencias sobre la duración del infierno no se encuentran en el plano de la doctrina fundamental. Los cristianos sinceros y piadosos pueden estudiar los mismos pasajes de las escrituras sobre el infierno y llegar a conclusiones diferentes acerca de la cuestión de su duración. Nuestros puntos de vista variados, alcanzados mediante un estudio diligente y piadoso, no deben causar división ni resentimiento en el cuerpo de Cristo.

El Punto de Vista Tradicional

A pocos tradicionalistas les complace la doctrina del tormento eterno de los malvados, pero la aceptan de todos modos porque creen que es bíblica. En esto merecen ser elogiados.

La mayoría señala escrituras como Mateo 25:46 para apoyo: “Y éstos [los malvados] irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna”. Dado que la palabra “eterna” se usa tanto para los malvados como para los justos, concluyen que el castigo debe ser eterno, de la misma manera que lo es la vida.

Muchos tradicionalistas también citan Apocalipsis 20:10 — un versículo específicamente sobre el Diablo, el Anticristo y el Falso Profeta — para demostrar que un Dios de amor puede, de hecho, condenar al menos a algunas de Sus criaturas a un tormento eterno: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Si es posible que Dios trate a un grupo de Sus criaturas de esta manera, razonan, ¿por qué sería imposible para Él hacer lo mismo con otro grupo?

Aun así, otro pasaje del Apocalipsis en el capítulo 14 también figura en el argumento de los Tradicionalistas. Dice:

9) Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano, 

10) él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en la copa de Su ira. Será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero. 

11) El humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos. No tienen reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre».

Los tradicionalistas notan que no sólo estos incrédulos son arrojados al lago de fuego donde “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos”, sino que no tienen descanso “ni de día ni de noche”. Esto contrasta marcadamente con los salvos, que disfrutarán del descanso eternamente (Ap. 14:13). Para los tradicionalistas, tanto el “descanso” de los creyentes como la “inquietud” de los incrédulos parecen implicar un estado consciente y eterno.

Otros Argumentos Tradicionalistas

En otras partes de la Biblia, varios pasajes que hablan del infierno usan la palabra “destruir” o “destrucción” para describir lo que les ocurre a los impíos. Los tradicionalistas afirman que la imagen en estos pasajes no es de aniquilación, sino de una ruina de la vida humana fuera de la presencia de Dios para siempre. De esta manera, pueden concebir una “destrucción” que dura para siempre.

Un argumento tradicionalista más filosófico concierne a la creación de la humanidad a imagen de Dios. Algunos tradicionalistas creen que los tormentos del infierno deben ser eternos, ya que la humanidad fue creada a imagen de Dios y esa imagen no puede ser “descreada”. Por lo tanto, creen que la inmortalidad fue otorgada a la humanidad cuando Dios creó al hombre y a la mujer a Su imagen.

Por último, muchos tradicionalistas creen que el infierno debe ser eterno debido a la naturaleza del pecado en sí mismo. Todo pecado es una ofensa contra Dios, dice este argumento, y dado que Dios es infinito, todo pecado es infinitamente odioso. Jonathan Edwards (1703-1758), el gran teólogo puritano, siguió esta línea de argumentación en su famoso sermón, “La justicia de Dios en la condenación de los pecadores”.

Como pueden ver, estos argumentos parecen tanto bíblicos como sustanciales. Sin embargo, no están exentos de problemas importantes. Permítanme explicar por qué creo que el enfoque condicionalista es una mejor solución a la dificultad.

El Punto de Vista Condicionalista

La doctrina de la duración del infierno ha sido sostenida con tanta firmeza a lo largo de la historia del cristianismo que pocos han osado desafiarla. A esto se suma el hecho de que la mayoría de los desafíos modernos han provenido de las sectas. Así, una persona que se atreva a cuestionar el punto de vista tradicional corre el riesgo de ser etiquetada como miembro de una secta.

Una característica clásica de las sectas “cristianas” modernas es su negación de la realidad del infierno. Algunos argumentan que todos serán salvados. La mayoría sostiene que los injustos son aniquilados al morir.

Las opiniones de las sectas sobre el infierno siempre me han resultado repugnantes, porque niegan la enseñanza clara de las Escrituras de que los injustos serán enviados a un lugar de sufrimiento llamado infierno. Sin embargo, nunca he podido aceptar completamente el punto de vista tradicionalista de un castigo consciente y eterno.

Dificultades Tradicionalistas

Mi primera dificultad con la visión tradicionalista es que parece impugnar el carácter de Dios. Me seguía preguntando: “¿Cómo podría un Dios de gracia, misericordia y amor atormentar a la gran mayoría de la humanidad eternamente?”. No me parecía ni amoroso ni justo. Me doy cuenta de que Él es un Dios de rectitud, santidad y justicia, pero ¿es el sufrimiento eterno justicia? El concepto de tormento eterno parece convertir al verdadero Dios de justicia en un sádico cósmico.

En segundo lugar, el concepto de tormento eterno parece contradecir los ejemplos bíblicos. Dios destruyó Sodoma y Gomorra con fuego — de manera repentina y rápida. Destruyó el malvado mundo de Noé con agua — de manera repentina y rápida. Ordenó que los cananeos fueran asesinados rápidamente. En la Ley de Moisés no había disposición para el encarcelamiento o la tortura. Los castigos por la violación de la Ley consistían ya sea en restitución o en la muerte. Incluso los animales sacrificados eran liberados del sufrimiento mediante prescripciones precisas para su matanza, que garantizaban una muerte lo más rápida e indolora posible.

Como estudiante de la Palabra Profética de Dios, encontré un tercer problema con la visión tradicionalista. Parece contradecir una frase descriptiva que se utiliza en la profecía para describir el infierno. Ese término es “la segunda muerte”. Es un término peculiar del libro de Apocalipsis (Ap. 2:11; 20:6,14 y 21:8). ¿Cómo puede el infierno ser una “segunda muerte” si consiste en un tormento eterno y consciente?

El Problema de la Destrucción

Una cuarta razón por la que siempre me ha preocupado la visión tradicionalista es que parece ignorar una enseñanza bíblica importante sobre el infierno; a saber, que el infierno es un lugar de destrucción. El propio Jesús habló del infierno como un lugar de “destrucción” (Mateo 7:13). Además, en Mateo 10:28 Jesús dijo: “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma. Más bien, teman a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno”.

Del mismo modo, en 2 Tesalonicenses 1:9, Pablo dice que aquellos que no obedecen el evangelio “sufrirán el castigo de eterna destrucción”. El autor de Hebreos dice que los injustos experimentarán un juicio aterrador que consistirá en un “fuego que ha de consumir a los adversarios” (Hebreos 10:27). Incluso uno de los versículos más reconfortantes de la Biblia habla de la destrucción de los injustos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree  en él, no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16, énfasis añadido; RVR1977).

El argumento Tradicionalista de que la palabra “destruir” o “destrucción” debería interpretarse como “pérdida irreparable” me parece exagerado. Parece mucho más probable que “destruir” deba entenderse exactamente en ese sentido.

El Significado del Castigo

Quinto, hay una diferencia entre castigo eterno y castigar eternamente. Una cosa es experimentar un castigo que es eterno en sus consecuencias; otra cosa es experimentar un castigo eterno en sí mismo.

La Biblia también habla del juicio eterno (Hebreos 6:2). ¿Es eso un juicio que continúa eternamente, o es un juicio con consecuencias eternas? De manera similar, la Biblia habla de la redención eterna (Hebreos 9:12). Pero esto no significa que Cristo continúe el acto de redención eternamente. Ese acto tuvo lugar en la Cruz, una vez y para siempre. Fue una redención eterna porque el resultado de la redención tuvo consecuencias eternas.

Simbolismo

Sexto, mencioné anteriormente que los tradicionalistas a menudo citan Apocalipsis 14:9-11 para demostrar que el sufrimiento de los malvados será eterno. Con mayor frecuencia destacan dos frases. La primera se refiere a aquellos que reciben la marca de la bestia durante la Tribulación, quienes serán “atormentados con fuego y azufre en presencia de los santos ángeles”. La segunda es que “el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos”. Observe que este pasaje no habla de un tormento eterno. Más bien, habla de “el humo de su tormento” que asciende para siempre.

La Biblia es su propia mejor intérprete, y cuando busques declaraciones similares a ésta, verás que son simbólicas de un castigo que tiene consecuencias eternas, no de un castigo que continúa eternamente. Por ejemplo, considera Isaías 34:10, que habla de la destrucción de Edom. Dice que el humo de la destrucción de Edom “subirá para siempre”.

He estado en Edom (la parte sur de la actual Jordania en el área alrededor de Petra). He visto su destrucción. Pero no había humo elevándose al cielo. Esta referencia al humo eterno es obviamente simbólica, indicando que la destrucción de Edom dará testimonio eterno de cómo Dios trata con una sociedad pecadora.

Lo mismo ocurre con Judas 7, cuando dice que Sodoma y Gomorra experimentaron “el castigo del fuego eterno”. Nuevamente, he estado en la zona de Jordania donde se cree que existieron estas ciudades gemelas. El área está completamente devastada, pero no hay humo que se eleve al cielo. No están ardiendo eternamente. Simplemente sufrieron una destrucción por fuego que tuvo consecuencias eternas.

Inmortalidad

Por último, muchos tradicionalistas creen que el alma es inmortal. ¿Pero lo es? Creo que la Biblia niega muy específicamente la inmortalidad del alma.

Adán y Eva no eran inmortales cuando fueron creados. Su existencia eterna dependía de su relación con Dios y de que comieran del árbol de la vida. Cuando su relación con Dios se rompió, se les dio la sentencia de muerte, y Dios los expulsó inmediatamente del Jardín del Edén para evitar que comieran del fruto del árbol de la vida y pudieran “vivir para siempre” (Génesis 3:22).

En 1 Timoteo 6, Pablo dice claramente que sólo Dios posee la inmortalidad:

15) …el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores; 

16) el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el dominio eterno. Amén. (Énfasis agregado).

Además, en 1 Corintios 15, Pablo enseña que los creyentes no se vuelven inmortales hasta que son resucitados. Él dice que nuestros cuerpos muertos son “sembrados en corrupción,” pero son “resucitados en incorrupción” (1 Corintios 15:42).

Él repite este punto importante unos versículos más adelante cuando describe lo que sucederá en el momento del Arrebatamiento:

51) Así que les digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados 

52) en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

53) Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. [Énfasis agregado]. 

54) Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «Devorada ha sido la muerte en victoria. 

55) ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?».

En otras palabras, la inmortalidad es un don de Dios que Él concede por Su gracia a los redimidos en el momento de su resurrección. La inmortalidad está  condicionada a que pongamos la fe en Dios. Nunca se menciona que los incrédulos se vuelvan inmortales. No hay necesidad de creer en un castigo eterno si el alma no es intrínsecamente inmortal. Y no lo es.

Un Resumen

A estas alturas deberías darte cuenta de que tanto las posiciones Tradicional como Condicional sobre el infierno pueden reunir un buen respaldo bíblico para su punto de vista. No estamos hablando aquí de una visión bíblica frente a una no bíblica.

Al definir cualquier doctrina, se debe considerar todo lo que la Biblia tiene que decir sobre el tema. En lo que respecta al tema del infierno, la única forma en que he podido incorporar todo lo que la Biblia tiene que decir es concluir:

1) Aquellos que mueren fuera de una relación de fe con Jesús son inicialmente confinados en un compartimiento en el Hades llamado Tormentos.

2) Al final del Milenio, serán resucitados y juzgados por sus obras por Jesús en el Gran Juicio del Trono Blanco.

3) Todos ellos serán condenados al Infierno porque nadie puede ser justificado ante Dios por sus obras.

4) Serán arrojados al lago de fuego (infierno) donde sufrirán un tiempo de tormento proporcional a sus pecados.

5) Luego experimentarán la “segunda muerte” (muerte del cuerpo, alma y espíritu).

La Realidad del Infierno

¿Cuál punto de vista es correcto: el Tradicionalista o el concepto Condicionalista? He emitido mi voto a favor de la comprensión Condicionalista. Puedes decidir que la evidencia apunta en la otra dirección. Está bien. Lo importante es tener en cuenta que el infierno es una realidad y, independientemente de su naturaleza específica, es un destino terrible.

Y porque es una realidad horrible, necesita ser predicada. La gente necesita conocer la consecuencia de rechazar el amor, la gracia y la misericordia de Dios.

Se ha contado la historia de C. S. Lewis escuchando el sermón de un joven predicador sobre el juicio de Dios sobre el pecado. Al final de su mensaje, el joven dijo: “¡Si no recibes a Cristo como Salvador, sufrirás graves ramificaciones escatológicas!”.

Después del servicio, Lewis le preguntó: “¿Quiso decir que quien no cree en Cristo irá al infierno?”.

“Exactamente”, respondió el joven predicador.

“Entonces dígalo”, respondió Lewis.

Hay demasiado en juego como para andarse con rodeos.


Comentarios Cristianos Sobre el Infierno

“La moralidad puede mantenerte fuera de la cárcel, pero se necesita la sangre de Jesucristo para mantenerte fuera del infierno”. Charles Spurgeon (1834-1892), pastor británico.

“Dios no mantiene casas a medio camino. Es o el cielo o el infierno para ti y para mí”. Billy Sunday (1862-1935), evangelista estadounidense.

“El himno nacional del infierno es, ‘Lo Hice a Mi Manera’”. Varios autores.

“Creo que un gran número de personas van a morir e ir al infierno porque están confiando en su religiosidad en la iglesia, en lugar de su relación con Jesús para llevarlos al cielo. Dan muestras de arrepentimiento y fe con palabras, pero nunca han nacido de nuevo”. Adrian Rogers (1931-2005), pastor estadounidense.

“No digas que un Dios amoroso te va a enviar al infierno: no lo hará. Lo que te va a enviar al infierno es que eres un pecador y no quieres admitirlo”. J. Vernon McGee (1904-1988), comentarista bíblico estadounidense en la radio.


Lea la parte 2 »»aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 7 de diciembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 12 (parte 1 de 2)

  Aferrarse a la Esperanza

Por Dr. David R. Reagan

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La esperanza es esencial para la vida. Sin ella, las personas descienden a una profunda depresión, o se suicidan, o simplemente se tumban y mueren.

Durante el Holocausto, Viktor Frankl, quien luego se convirtió en un renombrado psiquiatra mundial, era un prisionero en uno de los campos de la muerte de los nazis. El observó que cada año, mientras Navidad se aproximaba, la esperanza de que los prisioneros fueran liberados el día de Navidad se extendía por todo el campamento. Era una esperanza irracional, pero era esperanza. Luego, cuando la Navidad llegaba y se iba sin ninguna liberación, cientos de prisioneros se tumbarían y morirían. Sin esperanza, ellos no podían vivir.1 Frankl concluyó, “Es una peculiaridad del hombre que él sólo puede vivir mirando hacia el futuro”.2

Una Necesidad Desesperada

El mundo necesita desesperadamente esperanza en estos tiempos del fin. Vivimos en un mundo de temores crecientes — temor a un holocausto nuclear, temor a un colapso económico, temor a plagas como el SIDA, temor al terrorismo, temor a la guerra y — por supuesto — temor a la vida y a la muerte. Los cristianos también necesitan esperanza, especialmente cuando enfrentan una persecución cada vez mayor.

Algunos podrían responder diciendo: “¡Los cristianos son los únicos que tienen alguna esperanza!”. Eso es cierto, pero el problema es que la mayoría de los cristianos profesantes no pueden articular su esperanza más allá de una declaración vaga como: “Mi esperanza es el cielo”.  

Una Virtud Ignorada

Me di cuenta de esto un día cuando estaba leyendo el gran poema de amor de Pablo en 1 Corintios 13. Termina con la famosa frase: “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).3

Mientras pensaba en estas palabras, de repente se me ocurrió que había escuchado cientos de sermones acerca de la fe y cientos acerca del amor, pero no pude pensar en uno solo acerca de la esperanza. En ese momento el Señor grabó en mi corazón que la esperanza es la más ignorada de las virtudes cristianas. 

Supe instantáneamente por qué eso es cierto. Es porque la esperanza está relacionada directamente con el conocimiento que uno tiene de la profecía bíblica, y no hay un tema en la Iglesia moderna que sea más ignorado que la profecía.

Deténgase y piense en ello por un momento. ¿Cuál es su esperanza? ¿Cómo se la explicaría a un incrédulo? ¿Podría ir más allá de las palabras, “Mi esperanza es el cielo”?

Mi Herencia

Durante los primeros 30 años de mi vida recibí casi ninguna enseñanza acerca de profecía bíblica, y vivía con poca esperanza. Si usted me hubiera pedido que definiera mi esperanza, le habría dado una respuesta patética, basada más en la filosofía griega que en la teología hebrea.

Se me enseñó que, si moría antes que el Señor volviera, experimentaría “el sueño del alma”. En otras palabras, caería en la inconsciencia total y yacería en mi tumba hasta que el Señor volviera. A Su regreso, me enseñaron que ocurriría un “big bang” que vaporizaría el universo. Mi alma sería resucitada, y me marcharía hacia un mundo etéreo llamado Cielo, donde flotaría por ahí en una nube y tocaría un arpa eternamente.

Para mí, era un cuadro sombrío. No me agradaba la idea de yacer comatoso en una tumba por eones de tiempo. El “big bang” me asustaba hasta la muerte. Me repulsaba la idea de convertirme en alguna clase de espíritu incorpóreo sin ninguna individualidad o personalidad. Ciertamente no podía emocionarme tener que tocar un arpa por siempre. De hecho, encontraba esa idea francamente hilarante.

Verá, crecí en una iglesia que creía que es un pecado terrible tocar un instrumento musical en un servicio de adoración. Sin embargo, ¡íbamos a tocar arpas en el Cielo eternamente! No tenía sentido para mí, así que lo descarté como un montón de tonterías sin sentido.

No tenía a quien culpar sino a mí mismo, porque no estudiaba la Palabra de Dios como debía hacerlo. Cuando finalmente empecé a hacer eso, y el Espíritu Santo comenzó a dirigirme hacia el estudio de la profecía bíblica, comencé a hacer descubrimientos acerca del futuro que ministraron gran esperanza a mi espíritu. De hecho, llegué a estar tan emocionado acerca de mis descubrimientos que empecé a saltar las bancas de la iglesia y a colgarme de los candeleros gritando “¡Aleluya!” y “¡Alabado sea el Señor!” ¡La gente pensó que me había convertido en pentecostal de la noche a la mañana! No, sólo había descubierto las maravillosas promesas de Dios para el futuro, que están diseñadas para darnos esperanza en el presente.

La Falacia del Sueño del Alma

El primer descubrimiento que hice se refería al “sueño del alma”. Descubrí que es un concepto no bíblico. Es cierto que cuando morimos, nuestros cuerpos “duermen” metafóricamente, pero los espíritus de los muertos nunca pierden su conciencia.

Jesús enseñó esto claramente en Su historia acerca del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19–31). Cuando murieron, sus espíritus fueron al Hades. El espíritu del hombre rico fue a un compartimento en el Hades llamado “Tormento”. El espíritu de Lázaro fue a un compartimento llamado “el seno de Abraham”. En la Cruz, Jesús se refirió al seno de Abraham como el “Paraíso” (Lucas 23:43). Los dos compartimentos estaban separados por una “gran sima”, que no podía cruzarse.

En la historia de Jesús, ambos hombres son descritos totalmente conscientes. Incluso sostienen una conversación entre ellos. Sus almas no están dormidas.

Evidencia adicional de la conciencia después de la muerte puede encontrarse en Apocalipsis 7. Juan ha sido llevado al Cielo y se le está dando un recorrido del salón del trono de Dios. Él mira “una gran multitud… de cada nación y de todas las tribus y pueblos y lenguas”, de pie ante el trono de Dios, “vestida con ropas blancas” y batiendo palmas en adoración (Ap. 7:9). Ellos están completamente conscientes mientras cantan, “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Ap. 7:10).

Juan quiere saber la identidad de estas personas. Se le dice que son mártires de Cristo que han salido de la “gran tribulación” (Ap. 7:14).

Aquí hay dos escenas en las Escrituras de personas que están totalmente conscientes después de la muerte. Pero note que hay una diferencia muy importante en las dos escenas. En la historia de Jesús, los salvos están en el Hades, en un compartimiento llamado “el seno de Abraham”, o “Paraíso”. En la visión de Juan, los salvos están en el cielo. ¿Por qué las dos ubicaciones diferentes?

El Hades y el Cielo

La respuesta es que, antes de la Cruz, las almas de los salvos no iban directamente al Cielo. No podían ir allí porque sus pecados no habían sido perdonados. Sus pecados sólo fueron cubiertos por su fe, no perdonados. No puede haber perdón de pecados sin el derramamiento de sangre (Levítico 17:11; Hebreos 9:22). El perdón de los que murieron en la fe antes de la Cruz tuvo que esperar el derramamiento de la sangre del Mesías.

Esa es la razón por la que Jesús descendió al Hades después de Su muerte en la Cruz (1 Pedro 3:19–20). Fue allí para proclamar el derramamiento de Su sangre por los pecados de la humanidad. Debe haber habido grandes gritos de regocijo por parte de los santos del Antiguo Testamento que habían estado esperando estas buenas nuevas. Ahora sus pecados no sólo estaban cubiertos por su fe, sino que fueron perdonados por la sangre de Jesús. Eso los convirtió en candidatos para ser llevados a la presencia del Padre Celestial. Y eso es exactamente lo que sucedió cuando Jesús ascendió más tarde al cielo. Se llevó consigo “a los cautivos” (Efesios 4:8; NVI), refiriéndose a los salvos que habían sido retenidos en el Hades, esperando la sangre derramada del Mesías.

El Hades y el Infierno

Ha habido muchos malentendidos sobre todo esto a lo largo de la historia del cristianismo, porque los traductores han confundido el Hades con el Infierno.4 Los dos no son lo mismo. Hades (llamado Seol en el Antiguo Testamento) es un lugar temporal donde se mantienen los espíritus de los muertos. El Infierno es el destino final de los inconversos. Nadie está en el Infierno hoy. Los primeros en ir al Infierno serán el Anticristo y su Falso Profeta (Apocalipsis 19:20). Satanás se unirá a ellos al final del Milenio, cuando será arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20:10).

Los no salvos se encuentran actualmente en el Hades, en el compartimento llamado Tormento. Al final del reinado milenial del Señor, serán resucitados, juzgados, condenados y consignados al “lago de fuego”, que es el Infierno (Apocalipsis 20:11–15). Note que en Apocalipsis 20:14 el texto dice específicamente que tanto “la muerte como el Hades” serán arrojados al lago de fuego. Esto significa que tanto el cuerpo (muerte), como el alma (Hades) serán asignados al Infierno.

Las Afirmaciones de Pablo

Desde la Cruz, los espíritus de los salvos han sido llevados inmediatamente a la presencia del Señor en el Cielo por Sus santos ángeles. Pablo afirma que el paraíso se trasladó del Hades al Cielo. En 2 Corintios 12:2–4 declara que fue llevado al “tercer cielo”, al que identifica como el “Paraíso”. El primer cielo es la atmósfera de este planeta. El segundo cielo es el espacio exterior. El tercer cielo es donde reside Dios.

Pablo también afirma la conciencia después de la muerte. En 2 Corintios 5:8, escribió que preferiría “estar ausente del cuerpo, y presente al Señor”. El repitió este sentimiento en su carta a los Filipenses donde escribió, “el vivir es Cristo, y morir es ganancia” (Filipenses 1:21). Él explicó el significado de esta declaración, al añadir que su deseo era “partir para estar con Cristo” (Filipenses 1:23). 

El Estado Intermedio

Mi segundo descubrimiento fue que no estamos destinados a una existencia etérea como espíritus incorpóreos. Inmediatamente después de la muerte, tanto los salvos como los perdidos reciben un cuerpo que voy a llamar un “cuerpo espiritual intermedio”. Le he dado ese nombre porque es un cuerpo que es intermedio entre nuestro cuerpo físico actual y el cuerpo glorificado definitivo que los santos recibirán al momento de su resurrección.

La Biblia no nos dice mucho acerca de este cuerpo, excepto que es tangible y reconocible. Un ejemplo de eso se encuentra en 1 Samuel 28 donde se nos dice que el rey Saúl, en su rebelión contra Dios, buscó el consejo de una bruja. Ella, a su vez, procuró invocar a su espíritu demonio familiar. En su lugar, el Señor envió a Samuel, quien había muerto hace tiempo atrás. En el momento que Samuel apareció, tanto la bruja como Saúl lo reconocieron. Samuel procedió a pronunciar sentencia sobre Saúl, diciéndole que su reino sería entregado a David y que, al día siguiente, “tú y tus hijos estaréis conmigo” (1 Samuel 28:8–19). Al día siguiente, Saúl y sus tres hijos, incluido Jonatán, fueron asesinados por los filisteos (1 Samuel 31:1–6).

Otro ejemplo del cuerpo espiritual intermedio puede encontrarse en Mateo 17, donde se cuenta la historia de la Transfiguración de Jesús. Esto fue cuando a Sus discípulos se les dio una visión de Su gloria venidera. Mientras atestiguaban este acontecimiento maravilloso, dos personas aparecieron repentinamente y empezaron a hablar con ellos. Las dos personas eran Moisés y Elías (Mateo17:1–5). 

Es muy posible que estos dos aparecieran nuevamente en la ascensión de Jesús. Lucas nos dice que mientras los discípulos miraban fijamente a Jesús mientras Él ascendía al cielo, dos hombres vestidos de blanco aparecieron de repente y les dijeron: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:9–11). Los hombres no son identificados. Podrían haber sido ángeles, pero también podrían haber sido Elías y Moisés.

Un ejemplo adicional de cuerpos espirituales intermedios es uno que ya he mencionado. Es la escena que Juan vio en el cielo que se registra en Apocalipsis 7. Vio una gran multitud, demasiada para ser contada. Estaban de pie ante el trono de Dios vestidos con túnicas blancas y agitando ramas de palmera. A Juan se le dijo que éstos eran mártires que salían de la gran Tribulación (Apocalipsis 7:9–14).

La Glorificación

Cuando Jesús regrese, la Biblia dice que traerá con Él los espíritus de los salvos (1 Tes. 4:13–14). Él resucitará sus cuerpos en un gran milagro de recreación (ya sea que sus cuerpos estén preservados, putrefactos, cremados o disueltos en el océano). En un parpadeo, Él reunirá sus espíritus con sus cuerpos resucitados y luego glorificará sus cuerpos (1 Tes. 4:15–16). Luego, aquellos santos que estén vivos serán arrebatados para recibir al Señor en el cielo y serán transformados mientras ascienden (1 Tes. 4:17).

Toda mi vida he escuchado a las personas decir: “Hay dos cosas en la vida que no puedes evitar: la muerte y los impuestos”. Esa declaración es incorrecta. La única cosa que no podemos evitar son los impuestos y más impuestos. Una generación entera de creyentes evitará la muerte — la generación que esté viva cuando el Señor regrese por Su Iglesia. Con razón Pablo concluyó este gran pasaje en 1 Tesalonicenses diciendo: “Por lo tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes. 4:18).

¿Qué es un cuerpo glorificado? Pablo escribió un capítulo entero acerca del tópico en 1 Corintios 15. Él dijo que nuestros cuerpos glorificados serán incorruptibles, gloriosamente puros, poderosos y espirituales (1 Corintios 15:42–44). 

Pablo además declara que el cuerpo glorificado será inmortal y, como tal, no estará más sujeto a la muerte (1 Corintios 15:53–55). Éste es un punto importante. Muchos en la cristiandad creen en la inmortalidad del alma. Ése no es un concepto bíblico. Proviene de los escritos de Platón, un filósofo griego. La Biblia dice que sólo Dios posee la inmortalidad (1 Timoteo 6:16). No recibimos la inmortalidad hasta que se nos dan nuestros cuerpos glorificados. La inmortalidad es un regalo de gracia para los redimidos.

La Naturaleza del Cuerpo Glorificado

Pablo hizo una declaración en su carta a los Filipenses que creo que nos provee el marco de referencia para entender cómo serán nuestros cuerpos glorificados. Él escribió que, cuando Jesús regrese, “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20–21). En otras palabras, nuestros cuerpos glorificados van a ser como el cuerpo resucitado de Jesús.

Ahora, piense en ello por un momento. Después de Su resurrección, Jesús tenía un cuerpo tangible que podía ser tocado y reconocido (Lucas 24:41–43; Juan 20:27–28). Al principio, las personas tenían dificultad en reconocerle, pero eso es entendible. Si usted enterró a su amigo un día y él golpeara su puerta al siguiente, ¿lo reconocería? ¿No asumiría que era alguien que se parecía a su amigo? Una vez que los discípulos se dieron cuenta que Jesús verdaderamente había resucitado, no tuvieron más dificultad en reconocerle, incluso a la distancia (Juan 21:1–7).

Entonces, Jesús tenía un cuerpo similar a los que tenemos ahora. Era tangible y reconocible. También era un cuerpo que comía. Jesús es descrito comiendo con Sus discípulos varias veces, incluyendo una porción de pescado en la playa del Mar de Galilea (Lc.24:30–31, 41–42; Juan 21:10–13).

Debo admitir que me emociono cuando leo estos relatos de Jesús comiendo, y también cuando leo acerca de nuestra comida con Él en el Cielo, en la “cena de las bodas del Cordero” (Ap. 19:7–9). ¡Tengo esta fantasía que seremos capaces de comer todo lo que queramos en nuestros cuerpos glorificados y no tendremos que preocuparnos por aumentar de peso! (Esto debería ser suficiente para hacer que muchos de ustedes griten “¡Maranata!”)

Una Dimensión Diferente

El cuerpo resucitado de Jesús era similar a los nuestros en muchos sentidos, pero también había algunas diferencias. El cuerpo de Jesús parecía tener una dimensión diferente, ya que podía pasar a través de paredes de un cuarto encerrado (Juan 20:26), y podía moverse de un lugar a otro casi instantáneamente (Lucas 24:30–36). En un momento estaba en el camino a Emaús, en el siguiente estaba en Jerusalén, y luego aparecería en el área de Galilea.

Sus discípulos estaban tan sobresaltados y asustados por Su habilidad de desaparecer y reaparecer repentinamente en otro lugar, que pensaron que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús contradijo esa idea inmediatamente al decirles: “Palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). 

Cuando la Palabra dice que nuestros cuerpos glorificados serán de naturaleza “espiritual” (1 Corintios 15:44), no quiere decir que seremos espíritus etéreos. Dice que nuestro cuerpo natural será resucitado como un cuerpo espiritual, no como un espíritu. Aún tendremos un cuerpo, pero ya no será controlado más por la antigua naturaleza pecaminosa, la carne. En cambio, será un cuerpo rendido completamente al control del Espíritu Santo.

Hay otra cosa que la Biblia revela acerca del cuerpo glorificado que debería ser una fuente de gran consuelo. El cuerpo glorificado será un cuerpo perfeccionado. Eso significa que los ciegos verán, los sordos oirán, los cojos caminarán, y los mudos hablarán. Aquéllos que son enfermos mentales tendrán sus mentes sanadas (Isaías 29:18–19, 32:3–4, 35:5–6). Ya no habrá más dolor o muerte (Ap. 21:4). Dios “enjugará toda lágrima” y “ya no habrá más llanto, ni clamor ni dolor” (Ap. 21:4).

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

jueves, 19 de octubre de 2017

La Historia de Satanás: Destino Final




Satanás deambula por esta tierra como un león rugiente, buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8). Esto no significa que Satanás es libre de hacer lo que le plazca. Está con una correa. Puede ser el príncipe de este mundo, pero opera bajo la autoridad del Rey del universo.

Este punto importante está ilustrado en la historia de Job. Satanás tuvo que pedirle permiso a Dios antes de poder tentar a Job, e incluso cuando se le concedió el permiso, se pusieron ciertas limitaciones en lo que él podía hacer (Job 1:7-12).

Esta historia ilustra otro punto. Satanás actualmente tiene acceso al trono de Dios y, según Apocalipsis 12:10, él usa ese acceso para acusar a los creyentes día y noche.  

El Destino Profetizado de Satanás

El destino final de Satanás fue profetizado en el mismo momento cuando Adán y Eva pecaron. Dios maldijo a Satanás cuando dijo:

Y pondré enemistad 
Entre ti [Satanás] y la mujer, 
Y entre tu descendencia y su descendencia; 
Él [la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza, 
Y tú le herirás [a la simiente de la mujer] en el talón.

Ésta es una profecía extraordinaria dada en los albores mismos de la historia. Es la primera profecía mesiánica en la Biblia. Lo que Dios está diciendo aquí es que una persona nacida de la simiente de la mujer (una virgen) sufrirá una herida de parte de Satanás en el talón, pero él luego infligirá una herida en la cabeza de Satanás. La herida en el talón es simbólica de un golpe no letal. Esta profecía se cumplió en la resurrección de Jesús de entre los muertos. La herida en la cabeza es simbólica de un ataque letal y se cumplirá cuando Jesús regrese y arroje a Satanás al lago de fuego. 

Las Actividades Actuales de Satanás

Mientras esperamos la derrota final de Satanás, debemos lidiar con las tentaciones que él y sus hordas demoníacas colocan delante de nosotros. Afortunadamente, aquellos de nosotros que somos creyentes tenemos la bendición de que el Espíritu Santo mora en nosotros, y se nos asegura que “…mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

Se nos alienta a “vestíos de toda la armadura de Dios”, para que podamos “estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). Y se nos dice que si nos sometemos a Dios entonces, cuando resistamos al diablo, él huirá de nosotros (Santiago 4:7).

También se nos aconseja que evitemos darle a Satanás una oportunidad en nuestras vidas (Efesios 4:27). En otras palabras, deberíamos hacer todo lo posible para evitar la tentación. Y, en ese sentido, he aprendido a través de la experiencia personal, que es mucho más fácil evitar la tentación que resistirla.

En el próximo segmento de esta serie de la “Historia de Satanás”, veremos lo que Biblia dice en cuanto a su gobernador mundial del tiempo del fin — el Anticristo —.


Artículos relacionados:
La Historia de Satanás: No tomada seriamente
La Historia de Satanás: Orígenes antiguos 
La Historia de Satanás: Caída elevada 
La Historia de Satanás: Carácter despreciable

La Historia de Satanás: Dominio Terrenal
El Ministerio de los Ángeles

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:
Satan’s story

jueves, 20 de julio de 2017

Viviendo con una Perspectiva Eterna: Un Buen Consejo


Uno de los servidores públicos más grandes en la historia de Inglaterra fue William Gladstone (1809-1898), quien sirvió como Primer Ministro cuatro veces durante la segunda mitad del siglo XIX.

Gladstone era un cristiano comprometido quien siempre asistía a la iglesia. También enseñó clases de la escuela dominical durante toda su vida adulta. De hecho, su objetivo temprano en la vida era convertirse en un clérigo anglicano, pero después de su graduación de Oxford,  su empecinado padre insistió en que entrara en la política.1

William Gladstone

Poco antes de morir, Gladstone pronunció un discurso en el que contó que había sido visitado por un joven ambicioso que buscaba su consejo acerca de la vida. El muchacho le dijo al anciano estadista que lo admiraba más que a nadie y quería pedirle sus consejos con respecto a su carrera.2

Una Entrevista Extraordinaria

“¿Qué esperas hacer cuando te gradúes de la universidad”, le preguntó Gladstone.

El joven respondió, “Espero poder asistir a la facultad de Derecho, señor, tal como usted lo hizo”.

“Ésa es una meta noble”, dijo Gladstone, “¿y luego qué?”.

“Espero practicar la ley y hacerme un buen nombre, al defender a los pobres y a los marginados de la sociedad, tal como usted lo hizo”.

“Ése es un propósito noble”, respondió Gladstone. “¿Y luego qué?”.

“Bueno, señor, espero un día postularme para el Parlamento y convertirme en un servidor del pueblo, tal como usted lo hizo”.

“Ésa también es una esperanza noble. ¿Luego qué?, preguntó Gladstone.

“Espero poder servir en el Parlamento con gran distinción, al evidenciar integridad y preocupación por la justicia — así como usted lo hizo —”.

 ¿Luego qué?, preguntó Gladstone.

“Espero servir al gobierno como Primer Ministro, con los mismos vigor, dedicación visión e integridad que usted”.

“¿Y luego qué?”, preguntó Gladstone.

“Espero retirarme con honores y escribir mis memorias — así como usted lo está haciendo actualmente — para que otros puedan aprender de mis errores y triunfos”.

 “Todo eso es muy noble”, dijo Gladstone, “¿y luego qué?”.

El joven pensó por un momento. “Bueno, señor, supongo que entonces moriré”.
“Eso es correcto”, dijo Gladstone. “¿Y luego qué?”.

El joven estaba perplejo. “Bueno, señor”, respondió con vacilación, “nunca he pensado en eso”.

“Joven”, respondió Gladstone, “el único consejo que tengo para ti es que vayas a casa, leas tu Biblia y piensa en la eternidad”.

Un Buen Consejo

¡Piensa en la eternidad! Qué buen consejo. La vida pasa muy rápidamente. Es como un vapor que está aquí en un momento y se evapora el siguiente. Nos estamos preparando para la eternidad. ¿Está usted listo?

O, ¿está viviendo como si esperara vivir para siempre? ¿Está enfocado en esta vida, determinado a acumular todo el dinero, el poder y la fama que pueda? ¿Es usted como el joven que visitó a Gladstone — es usted una persona que nunca ha pensado en la eternidad? —. Si es así, la Palabra de Dios tiene una severa advertencia para usted (Santiago 4:13-15):3

Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero». 

¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma.

Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».

En la segunda parte de esta serie acerca de vivir con una perspectiva eterna, exploraremos la fugaz naturaleza de la vida.

Lea también:
»» Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin (pdf)
»» Viviendo a la Luz de Su Venida
»» La Curva Exponencial (pdf)
»» Un Manifiesto Profético (pdf)
»» 50 Razones por las que Estamos Viviendo en los Tiempos del Fin (pdf)

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Notas
1) Roy Jenkins, Gladstone: A Biography (New York, New York: Random House, 1997), 768 pages.


2) Hay muchas versiones de esta conversación que circulan por Internet, todas haciendo el mismo punto. La versión reproducida aquí es una composición preparada por el autor.

3) Nueva Traducción Viviente
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