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jueves, 11 de diciembre de 2025

El Carácter Justo del Rey

Por Dr. Nathan E. Jones


A medida que la temporada navideña nos envuelve suavemente, como si fuera una manta cálida, fresca y fragante recién salida de la secadora, ningún servicio religioso se sentiría completo sin la lectura de este maravilloso pasaje navideño:

Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 

El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6-7).

A lo largo de los siglos, muchos han atribuido la profecía de Isaías sobre el nacimiento del Mesías a la llegada de Cristo instaurando un reino eclesiástico: la Era de la Iglesia. Pero, en realidad, este pasaje apunta mucho más adelante en el tiempo, al advenimiento de un reino aún mayor: el Reino Milenial.

Mientras estamos viviendo en esta Era de la Iglesia, nos encontramos sufriendo en un mundo lleno de miedo, violencia y conflictos. La paz interminable prometida por el profeta sigue siendo estacional y pasajera. En contraste, Isaías estaba revelando un Rey y un Reino que acabarían con todos estos vicios. Profetizó lo que nuestros corazones han deseado durante tanto tiempo: que la paz de la Navidad duraría todo el año.

Conquistador de los Tres Tiranos

Si un reino refleja el carácter de quien lo gobierna, entonces este venidero reino de Cristo ciertamente emula la divinidad de su Rey Mesiánico. Y el libro de Isaías hace justicia especialmente al describir el carácter justo de su monarca. 

En el pasaje de Isaías, el Hijo de Dios es identificado como la máxima autoridad sobre todo gobierno durante Su reinado. Él dirigirá palabras maravillosas y consoladoras a Sus súbditos. Mientras el Hijo gobierna con justicia desde el trono de David, Su asombroso poder garantizará un régimen pacífico.

Lograr una paz mundial tan universal presupone un reconocimiento universal de Dios y una sumisión voluntaria a Su juicio. Y, para aquellos que elijan desobedecer Su ley moral, Cristo traerá un juicio rápido, pero todo con perfecta justicia, pues Él gobernará con gran celo y atención sobre Su reino.

Al comentar sobre Isaías 9, Martín Lutero concluyó que, cuando la justicia define tal reino, naturalmente conquistará lo que él denominó los Tres Tiranos: (1) el pecado, (2) la muerte y (3) el Diablo. Lutero explicó: “El dominio del pecado está roto. El yugo de la muerte está destruido. La ley que condena ha sido sometida”.

Estandarte del Todo Armonioso

Aprendemos mucho más sobre el carácter justo del Rey y del reino al leer Isaías 11:

Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces. Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Él se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean Sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de Su boca, y con el soplo de Sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de Sus lomos, y la fidelidad ceñidor de Su cintura. 

Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como estandarte para los pueblos, y será gloriosa Su morada (1-5, 10).

En este pasaje, el gobernante justo se describe de manera desconcertante tanto como “un retoño del tronco de Isaí” como “una Raíz de Isaí”. ¿Cómo puede el Rey ser al mismo tiempo progenitor y descendiente? Para encontrar la respuesta, recurrimos al significado mesiánico implícito en la descripción de Isaías. El pasaje no sólo identifica a un rey individual de descendencia humana nacido de la línea del padre de David, Isaí, sino que también, en virtud de su contexto, señala que el rey también sería el antepasado de Isaí. Al presentarnos este supuesto enigma, Isaías quiso que comprendamos que este gobernante justo sólo puede ser el Rey Mesiánico profetizado, pues aunque es un hombre, también proviene de orígenes divinos y antiguos.

Al leer sobre el carácter justo del Rey en Isaías 11, el expositor Richard Brand comparó hermosamente la descripción de Isaías sobre la venida de la Santidad de Dios con “flotar levemente en la habitación con una brisa primaveral al son de la hermosa música de cuerdas de Vivaldi”. El “Retoño” poseerá tres pares específicos de estos bellos dones, que se identifican como (1) sabiduría y entendimiento, (2) el Espíritu de consejo y fortaleza, y (3) el Espíritu de conocimiento y temor del Señor. Brand explicó que, según el primer par, el Rey poseerá la perspicacia práctica necesaria para arbitrar asuntos políticos y judiciales. Según el segundo par, poseerá las cualidades para avanzar en negociaciones diplomáticas y consolidar la autoridad militar. Y, según el tercer par, confirmará la piedad del rey ideal, afirmando así su estatus como instrumento de Dios.

La sabiduría divina, el consejo divino y la justicia perfecta—¿caracterizan esto a los líderes caídos de nuestros gobiernos hoy en día? ¡Ciertamente que no! No es de extrañar que los comentaristas hayan descrito el pasaje mesiánico de Isaías como “lleno de imágenes que han moldeado la imaginación de judíos y cristianos durante siglos”. Porque, como Brand identificó tan acertadamente, “Todos nosotros viviremos juntos en un todo armonioso. Éste será el lugar donde toda la creación vive en paz”.

Defensor de la Verdad y la Justicia

Otras características definitorias del reinado del Rey Mesiánico incluyen la justicia perfecta y la verdad absoluta. Veamos nuevamente los escritos de Isaías y Miqueas. Estos dos profetas se hicieron eco mutuamente en sus profecías, declarando que el Rey servirá como legislador y juez. “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Él juzgará entre muchos pueblos, y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas” (Miqueas 4:1-3; véase también Isaías 2:2-4).

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será colocado a la cabeza de los montes, más alto que los collados, y acudirán a él los pueblos (Miqueas 4:1)

Tanto Miqueas como Isaías compartieron una poderosa visión de un futuro que contrastará notablemente con la desagradable experiencia de la humanidad con los gobernantes fallidos de hoy. Dejan a los justos anhelando el día en que el Rey Jesús finalmente transforme este mundo caótico. El Monte Sion se convertirá en la Corte Suprema del mundo. Y el Rey Mesiánico gobernará como soberano sobre todas las naciones, porque sólo Él tendrá todo el poder legítimo para gobernar y juzgar (véase también Salmos 2; 47; 82; 95; 96; 98; 99).

Isaías exhortó a sus lectores a “Contempla a Sion, ciudad de nuestras fiestas señaladas. Tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud… Porque allí, el Majestuoso, el Señor, será para nosotros… Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey; Él nos salvará” (Isaías 33:20-22). 

Un juez generalmente se percibe como alguien que trae condena a los culpables. En cambio, durante el Reino Milenial, la presencia de Cristo será bienvenida como Salvador. Isaías también proclamó la incansable pasión por la justicia del Rey Mesiánico: “Con fidelidad traerá justicia. No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia. Las islas esperarán Su ley” (Isaías 42:3-4).

Jesús recitó este pasaje a las multitudes a las que enseñaba en Mateo 12 (ver versículos 18-21). Lo hizo para revelarse como este Legislador divino profetizado. Podemos extraer tres reflexiones principales de las enseñanzas de Cristo en Mateo 12: (1) Sus milagros compasivos, (2) Su silencio impuesto sobre los sanados y (3) Su alejamiento de los fariseos que conspiraban.

Jesús modeló la justicia temperada con gentileza y moderación, con una actitud hacia los débiles y vulnerables, y lo hizo de una manera extraordinariamente misericordiosa, tierna e imparcial. La vida de Cristo estaba destinada a proporcionarnos un modelo de cómo serán realmente nuestras vidas una vez que vivamos en la verdad y la justicia, como lo haremos durante el Reino Milenial.

Digno Siervo de las Cortes Exaltadas 

Isaías también señaló que aquellos que algún día estarán en el tribunal milenial del Señor mostrarán el mismo asombro reverente que quienes una vez estuvieron ante las exaltadas cortes del Rey Salomón: “He aquí, mi siervo actuará con prudencia; será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado… Los reyes cerrarán la boca ante Él” (Isaías 52:13, 15). Como acertadamente señaló el traductor de la Biblia Wycliffe Kenneth Litwak, “La exaltación del Siervo no tiene precedentes”.

Así asombrará él a muchas naciones. Los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado y entenderán lo que jamás habían oído (Isaías 52.15).

Isaías 52 no sólo profetiza el regreso del remanente de Judá a casa algún día desde el cautiverio babilónico bajo Ciro; en cambio, Dios tenía en mente algo mucho mayor: una liberación definitiva del Señor, que Él llevará a cabo a través del misterioso personaje conocido únicamente como “Mi Siervo”. El sufrimiento de Mi Siervo lo había hecho digno de tan gran exaltación; una gloria reservada sólo para Dios.

Recuerda que, durante el ministerio terrenal de Jesucristo, se le consideraba poco atractivo, débil y un marginado. Aparte de su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos, Jesús rara vez recibió la exaltación que merecía por parte de las multitudes.

Y, sin embargo, debido a las acciones desinteresadas de Mi Siervo al traer la salvación a la humanidad, los ciudadanos del Reino Milenial equipararán a Cristo como verdaderamente digno de recibir la misma gloria que el Dios del universo. Aquellos que comparezcan ante las cortes del Siervo quedarán boquiabiertos y maravillados ante esta transformación. Nosotros también nos quedaremos con la boca abierta, asombrados por la justicia misericordiosa y divina de Cristo, y lo exaltaremos con toda la alabanza que corresponde a un Señor tan justo.

Es en el Reino Milenial cuando la profecía navideña de Isaías finalmente se habrá cumplido. Las pruebas y tribulaciones de esta corrompida Era de la Iglesia habrán pasado. Allí, el mundo conocerá finalmente la rectitud, la justicia, y la paz, habiendo recibido las recompensas por nuestra esperanza. ¡Y el celo del Señor de los ejércitos lo hará realidad!

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

Recurso recomendado:

Libro: JESÚS - El Cordero y el León

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miércoles, 3 de diciembre de 2025

Libro: Cristo en la Profecía – Profecías del Primer Adviento en el Nuevo Testamento

 Dr. David R. Reagan

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B. PROFECIAS DEL PRIMER ADVIENTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

1. INTRODUCCIÓN

Las profecías sobre el Primer Adviento del Mesías no se limitan al Antiguo Testamento. Ésta es una verdad que a menudo se pasa por alto.

Fuentes del Nuevo Testamento

Los Evangelios contienen una serie de profecías sobre el Primer Adviento. Un buen número de ellas están agrupadas alrededor del nacimiento de Jesús.

Los ángeles pronunciaron profecías sobre la Primera Venida del Señor a José y María, al sacerdote Zacarías y a los pastores de Belén. También hubo varias profecías que el Espíritu Santo inspiró en personas relacionadas con el nacimiento de Jesús — personas como los padres de Juan el Bautista (Zacarías y Elisabet), la madre del Señor y dos ancianos profetas llamados Simeón y Ana.

Juan el Bautista, quien era un profeta de Dios, hizo varias declaraciones proféticas sobre su primo, Jesús. Y Caifás, el Sumo Sacerdote en el tiempo de la muerte de Jesús, fue dirigido por el Espíritu Santo a hacer una declaración profética sobre la muerte de Jesús y su importancia.

Jesús, “el Profeta”

La mayor parte de las profecías del Nuevo Testamento sobre eventos relacionados con el Primer Adviento provino de la boca del propio Jesús. Mil quinientos años antes, Moisés había profetizado que el Mesías sería un profeta (Dt. 18:15, 18). Esta es la razón por la que se le preguntó a Juan el Bautista si él era “el Profeta” (Juan 1:21). Él negó que lo fuera (Juan 1:22-23).

Más tarde, cuando Jesús comenzó Su ministerio, Sus señales milagrosas hicieron que la gente exclamara: “Verdaderamente Éste es el Profeta que había de venir al mundo” (Juan 6:14 y Juan 7:41). 

Ciertamente, Jesús actuó como un profeta. Pronunció numerosas profecías sobre Su Segundo Adviento. También habló proféticamente sobre eventos que ocurrieron durante Su Primera Venida — o que resultarían de ella.

El Tema

Con respecto a Su Primera Venida, el tema al que Él dio más atención fue Su muerte y resurrección. Repetidamente, les dijo a Sus discípulos que sería asesinado y que resucitaría de entre los muertos al tercer día después de Su muerte. Otro tema sobre el que profetizó en detalle fue el Espíritu Santo. Afirmó que enviaría al Espíritu después de Su partida, y profetizó cuál sería la obra del Espíritu.

La Importancia

La exactitud del 100% de las profecías de Jesús sobre Sí mismo es una prueba contundente de que Él es Dios hecho carne. También fue totalmente preciso en Sus profecías sobre individuos, los judíos, la Iglesia y la ciudad de Jerusalén. No cabe duda de que Jesús era “el Profeta” que Moisés le dijo a su pueblo que esperara — Aquel que también sería el Mesías de Dios.

2. BOSQUEJO DE LAS PROFECÍAS DEL PRIMER ADVIENTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

I. Profecías de los Ángeles

A. Un “ángel del Señor” a José (Mateo 1:20-23)

1) Su prometida, María, tendría un hijo — versículo 20.

2) El nombre del hijo sería llamado Jesús — versículo 20.

3) Él “salvará a su pueblo de sus pecados” — versículo 20.

B. Gabriel a Zacarías (Lucas 1:11-17)

1) Su esposa tendrá un hijo — versículo 13.

2) El nombre del hijo será Juan — versículo 13.

3) Estará lleno del Espíritu Santo aun estando en el vientre de su madre — versículo 15.

4) “Volverá muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios” — versículo 16.

5) Servirá como precursor del Mesías — versículo 17.

C. Gabriel a María (Lucas 1:26-37)

1) Ella concebirá un hijo — versículo 31.

2) Su nombre será Jesús — versículo 31.

3) Él será grande — versículo 32.

4) Se le llamará “el Hijo del Altísimo” — versículo 32.

5) Ella concebiría por el poder del Espíritu Santo — versículo 35.

D. Ángeles a los Pastores de Belén (Lucas 2:8-14)

Profetizaron que Jesús sería el Salvador de todas las personas — versículos 10-11.

II. Declaraciones Proféticas de Individuos

A. Elisabeth (esposa de Zacarías)

Profetizó que el bebé en el vientre de María era el Señor. Lucas 1:43.

B. María (esposa de José)

Profetizó en un cántico de alegría que iba a dar a luz al Mesías. Lucas 1:46-55.

C. Zacarías (esposo de Elisabet)

1) Profetizó que Dios había enviado un Salvador — “el Sol que nace de lo alto”. Lucas 1:68-73, 78-79.

2) Su hijo recién nacido, Juan, serviría como profeta, preparando el camino para el Mesías. Lucas 1:76-77.

D. Simeón y Ana

Cuando los padres del bebé Jesús lo llevaron al Templo en Jerusalén, ambos profetas ancianos proclamaron al bebé como el Salvador de los judíos y de los gentiles. Lucas 2:25-38.

E. Juan el Bautista

1) Profetizó que el Mesías sería aquel que ha existido eternamente. Juan 1:15, 30.

2) Afirmó que su propósito era preparar el camino para la venida del Mesías. Mateo 3:3; Marcos 1:7; y Juan 1:23.

3) Declaró que Jesús era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29, 36.

4) Profetizó que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo. Mateo 3:11; Marcos 1:8; Marcos 3:16; y Juan 1:33.

5) Declaró que Jesús era el Salvador. Juan 3:36.

F. Caifás, el sumo sacerdote (quien condenó a Jesús a muerte) 

Profetizó que un hombre moriría por el pueblo para que “toda la nación no pereciera” (Juan 11:50). El siguiente versículo, Juan 11:51, dice que Caifás no dio esta profecía “por su propia iniciativa” (en otras palabras, fue inspirada por Dios). El versículo 51 también dice que ésta era una profecía de que Jesús “moriría por la nación”.

III. Profecías de Jesús

A. Acerca de Su Propósito

1) Que vino “para dar Su vida en rescate por muchos”. Mateo 20:28 y Marcos 10:45.

2) Que vino a salvar al mundo y no a juzgarlo. Juan 3:17 y Juan 12:47.

B. Acerca de la Ley 

Que Él vino a cumplir la Ley. Mateo 5:17.

C. Acerca de Su Destino

1) Traición

a) Sería “entregado” (traicionado) a Sus enemigos. Mateo 17:22; Mateo 20:18; Mateo 26:45-46; Marcos 9:31; Marcos 14:42; Lucas 9:44; y Lucas 24:7.

b) Sería traicionado por uno de los apóstoles. Mateo 26:20-24; Marcos 14:17-21; Lucas 22:21-22; Juan 13:18-19, 21; y Juan 17:12.

2) Juicio

a) Sería rechazado y condenado a muerte por los principales sacerdotes y escribas. Mateo 20:18; Marcos 8:31; Marcos 10:33; y Lucas 9:22.

b) Sería entregado a los gentiles para morir. Mateo 20:19; Marcos 10:33; y Lucas 18:32.

3) Sufrimiento

a) Sería maltratado. Lucas 12:50 y Lucas 18:32.

b) Sería objeto de burlas. Mateo 20:19; Marcos 10:34; y Lucas 18:32.

c) Sería escupido. Marcos 10:34 y Lucas 18:32.

d) Sería azotado. Mateo 20:19; Marcos 10:34; y Lucas 18:33.

4) Muerte

a) Sería asesinado. Marcos 8:31; Marcos 9:31; Marcos 10:34; Lucas 9:22; y Lucas 18:33.

b) Sería asesinado en Jerusalén. Mateo 16:21 y Marcos 10:33.

c) Sería asesinado por crucifixión. Mateo 20:19; Mateo 26:2; y Lucas 24:7.

d) Moriría voluntariamente. Juan 10:17-18 y Juan 15:13.

D. Acerca de la Resurrección

1) Cumpliría la “señal de Jonás”, permaneciendo tres días y tres noches “en el corazón de la tierra”. Mateo 12:39-40; Mateo 16:4; y Lucas 11:29-30.

2) Sería “levantado”. Mateo 17:23; Mateo 26:32; Marcos 9:9; y Lucas 18:31.

3) Sería “levantado” al tercer día después de Su muerte. Mateo 16:21; Mateo 17:23; Mateo 20:19; Marcos 8:31; Marcos 9:31; Marcos 10:34; Lucas 9:22; Lucas 18:33; Lucas 24:7; y Juan 2:19-22.

4) Aparecería a Sus discípulos en Galilea. Mateo 26:32.

E. Acerca de Sus Discípulos

1) Lo abandonarían. Mateo 26:31 y Marcos 14:27.

2) Pedro lo negaría tres veces. Mateo 26:33-34; Marcos 14:30; y Lucas 22:34, 61.

3) Pedro sería renovado después de ser probado por Satanás y fortalecería a los otros discípulos. Lucas 22:31-32.

4) Los apóstoles serían ungidos por el Espíritu Santo — “vestidos de poder desde lo alto”. Lucas 24:49 y Hechos 1:5, 8.

5) Pedro sería martirizado. Juan 21:18-19.

F. Acerca de los judíos

1) Su rechazo por parte de los judíos resultaría en que la ira de Dios se derramara sobre la nación de Israel y la ciudad de Jerusalén. Mateo 23:37-38; Mateo 24:2; Marcos 13:2; Lucas 13:34-35; Lucas 19:41-44; Lucas 21:5-6, 20-24; y Lucas 23:28-30.

a) Ilustrado en la maldición de la higuera. Mateo 21:18-19. (Ver también Marcos 11:12-14).

b) Ilustrado en la parábola de los labradores de la viña. Mateo 21:33-46; Marcos 12:1-12; y Lucas 20:9-18.

2) Su rechazo por parte de los judíos resultaría en que el reino fuera entregado a los gentiles (en la forma espiritual de la Iglesia). Mateo 21:42-43 y Juan 10:16.

G. Acerca de la Iglesia

1) La Iglesia sería establecida sobre la confesión de Pedro de que Jesús es el Mesías, “el Hijo del Dios viviente”. Mateo 16:15-19.

2) El Evangelio debería ser predicado a todo el mundo. Mateo 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:47; y Hechos 1:8.

3) Los creyentes podrían realizar señales milagrosas en Su nombre. Marcos 16:17-18.

H. Acerca del Espíritu Santo

1) El Espíritu Santo sería dado cuando Él (Jesús) se fuera. Juan 14:16-17; Juan 15:26; y Juan 16:7-14.

2) El Espíritu Santo:

a) Testificará acerca de Jesús — Juan 15:26.

b) Glorificará a Jesús — Juan 16:14.

c) Servirá como maestro — Juan 14:26.

d) Guiará a los creyentes en la verdad — Juan 14:17; Juan 15:26; y Juan 16:13.

e) Será un ayudador para los creyentes — Juan 14:16; Juan 15:26 y Juan 16:7.

f) “Convencerá al mundo acerca del pecado, la justicia y el juicio” — Juan 16:8.

g) “Revelará lo que ha de venir” — Juan 16:13.

I. Acerca de la Salvación

1) Aquellos que pongan su fe en Él serán salvos. Juan 3:14-16; Juan 6:40, 47; y Juan 11:25-26.

2) Él es el único camino a Dios. Juan 14:6

J. Sobre Su Ascensión

Que Él ascendería al Padre después de Su resurrección. Juan 20:17.


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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viernes, 11 de abril de 2025

Los Tres Sufrimientos y Victorias de Jesús en la Cruz

Revelaciones de la Oración Íntima de Cristo

Por Dr. Nathan E. Jones y Dr. David R. Reagan


¿Sabía que una de las profecías más notables de la Biblia describe en detalle la crucifixión de Jesucristo? Lo que también hace que esta profecía sea particularmente notable es que fue escrita más de 1,000 años antes de que Jesús naciera, y más de 700 años antes de que los romanos perfeccionaran la crucifixión como método de ejecución. Puedes encontrar esta profecía en el Salmo 22 — un salmo escrito por el rey David y recitado por Jesús mientras colgaba de la cruz.

Sufrimiento #1 – Sufrimiento Espiritual (Salmos 22:1-5)

El Salmo 22 comienza con un grito agonizante de desesperación:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, de día clamo y no respondes; y de noche, pero no hay para mí reposo (1-2).

David lamenta el hecho de que, aunque ha estado buscando la ayuda del Señor tanto de día como de noche, todo lo que ha recibido hasta ahora como respuesta es silencio. Este tipo de declaración no es evidencia de una pérdida de fe, sino más bien una expresión de impaciencia y desesperación.

Del mismo modo, mientras Jesús colgaba de la cruz y las tinieblas descendían sobre toda la tierra, el Siervo Sufriente gritó en voz alta: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, que traducido significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:45-46). Por primera vez en la existencia eterna de Cristo, cuando se convirtió en una ofrenda viva por los pecados de la humanidad (2 Corintios 5:21), el Hijo se encontró separado de la Trinidad. Debido a que la santidad de Dios no puede tolerar el pecado, Dios el Padre tuvo que, en efecto, darle la espalda a Su Hijo. Al igual que soportar una amputación sin anestesia, Jesús clamó desde lo más profundo de Su alma.

Aunque soportó un inmenso sufrimiento físico, ese sufrimiento espiritual resultó en un dolor mucho mayor. Y, sin embargo, para preservar su cordura, el salmista se recuerda a sí mismo la fidelidad de Dios:

Sin embargo, Tú eres santo, que habitas entre las alabanzas de Israel. En Ti confiaron nuestros padres; confiaron, y Tú los libraste. A Ti clamaron, y fueron librados; en Ti confiaron, y no fueron decepcionados (3-5)

Sufrimiento #2 – Sufrimiento Emocional (Salmos 22:6-13)

Jesús no sólo sufrió terriblemente espiritualmente, sino que también estaba bajo una tremenda angustia emocional. Aunque no se registra en su totalidad en Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19, muchos teólogos creen que Jesús continuó citando el Salmo 22 mientras colgaba de la cruz.

Pero yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven, de mí se burlan; hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo: Que se encomiende al Señor; que Él lo libre; que Él lo rescate, puesto que en Él se deleita” (6-8).

La palabra hebrea traducida como “gusano” en el versículo 6 es tola, también la palabra para carmesí. En este contexto, lo más probable es que se refiera a la condición roja y sangrienta del Mesías después de su flagelación. Jesús habría quedado tan mutilado e hinchado que apenas se parecería a un hombre.

Si bien este pasaje describe el intenso sufrimiento físico del Mesías, también se combina con el sufrimiento emocional que Jesús estaba experimentando mientras los espectadores se burlaban y se burlaban de Él. Los que pasaban por allí lo blasfemaban, meneaban la cabeza y se burlaban de Él diciendo: “A otros salvó, pero no puede salvarse a sí mismo” (Mateo 27:42).

A pesar de que Jesús soportó las burlas de las mismas personas por las que estaba sufriendo, el salmista hace que el Mesías afirme una vez más su fe:

Porque Tú me sacaste del seno materno; me hiciste confiar estando a los pechos de mi madre. A Ti fui entregado desde mi nacimiento; desde el vientre de mi madre Tú eres mi Dios” (9-10)

Esta reafirmación de la fe es un increíble acto de voluntad. A pesar de que Jesús sufría en soledad sin “quien le ayudara” (v. 11), habiendo sido abandonado por todos Sus discípulos la noche anterior, el Mesías permaneció fiel a lo largo de Sus sufrimientos.

A continuación, el salmista recurre al lenguaje simbólico al describir el ataque espiritual que el Mesías experimentaría durante Su pasión:

Muchos toros me han rodeado; toros fuertes de Basán me han cercado. Ávidos abren su boca contra mí, como un león que despedaza y ruge” (12-13).

Lo que los ojos humanos no pudieron ver fueron las hordas demoníacas que rodeaban la cruz, regodeándose por la proximidad de la muerte del Mesías. Como reveló el apóstol Pedro, Satanás es como “un león rugiente que busca a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Jesús, con Sus ojos espirituales, indudablemente vio el reino demoníaco danzando alrededor de la cruz y regodeándose por su “victoria”, al orquestar el asesinato del Hijo de Dios.

Por lo tanto, no sólo el reino del hombre se burlaba de Cristo en Sus sufrimientos, sino también el reino espiritual.

Sufrimiento #3 – Sufrimiento Físico (Salmos 22:14-21)

Jesús estaba siendo crucificado — una de las muertes más horribles jamás concebidas por la mente depravada del hombre — por lo que claramente, Jesús también sufrió un intenso dolor físico. El salmista describe el sufrimiento físico del Mesías con todos sus detalles sangrientos:

Soy derramado como agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas. Como un tiesto se ha secado mi vigor, y la lengua se me pega al paladar; me has puesto en el polvo de la muerte” (14-15)

Antes de ser crucificado, Pilato mandó azotar a Jesús. Luego, los soldados romanos retorcieron una corona de espinas y la aplastaron contra la frente de Jesús mientras golpeaban Su cabeza con una caña y le escupían. El evangelio de Juan agrega cómo Jesús sufrió una sed extrema mientras colgaba de la cruz, incluso gritando: “Tengo sed”, sólo para recibir una esponja empapada en vinagre. Los huesos de Cristo se habían dislocados. Sufría de una sed extrema. Su corazón estaba tan estresado que estaba a de estallar. La muerte se cernía sobre él.

A continuación nos encontramos con una de las profecías más notables de las Escrituras Hebreas:

Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malhechores; me horadaron las manos y los pies” (16)

Tenga en cuenta que, como se dijo, estas palabras fueron escritas 1,000 años antes del nacimiento de Cristo. Los romanos habían refinado la crucifixión como método de ejecución tan sólo 300 años antes. Y, sin embargo, por inspiración del Espíritu Santo, David profetizó que el Mesías moriría con las manos y los pies traspasados. El método judío de ejecución era la lapidación, pero la pena capital bajo el dominio romano era la crucifixión. El Evangelio de Marcos confirma que los soldados llevaron a Jesús al Gólgota— el “Lugar de la Calavera”, donde no lo apedrearon, sino que lo crucificaron.

El salmista concluye sus observaciones sobre el sufrimiento físico del Mesías:

Puedo contar todos mis huesos; ellos me miran, me observan. Se reparten entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echan suertes” (17-18)

La crucifixión hace que sus víctimas jadeen en busca de aire cuando cuelgan pesadamente de la estaca del verdugo. Todas las costillas del Mesías habían quedado al descubierto. Y, a medida que la sangre de Cristo se desvanecía, un acto más de crueldad se llevó a cabo a sus pies: los soldados echaron suertes por Su ropa (Mateo 27:35).

Mientras los demonios danzaban alegres ante Cristo en Sus sufrimientos y los soldados apostaban por lo único que Jesús poseía, el salmista registra una última oración pronunciada por el Mesías—una súplica por la liberación de Satanás:

Pero Tú, oh Señor, no estés lejos; fuerza mía, apresúrate a socorrerme. Libra mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro. Sálvame de la boca del león y de los cuernos de los búfalos; respóndeme” (19-21).

Si bien ninguno de los Evangelios registra que Jesús pronunciara tal oración en la cruz, indudablemente debió haberlo hecho, tal vez en silencio o en un susurro. Termina la oración pidiendo liberación de Satanás (el león) y sus hordas demoníacas (los bueyes salvajes).

Victoria #1 – Salvación (Salmos 22:22-26)

Los últimos seis versículos del Salmo 22 presentan las gloriosas victorias logradas debido a los sufrimientos del Mesías. Porque, entre los versículos 21 y 22, ocurre el milagro más grande de la historia: ¡La resurrección del Mesías! El milagro no se menciona específicamente, pero ciertamente se infiere. Sabemos esto porque el versículo 22 comienza con un cántico de celebración en agradecimiento a Dios por Su liberación:

Hablaré de Tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. Los que temen al Señor, alábenlo; descendencia toda de Jacob, glorifíquenlo, témanlo, descendencia toda de Israel. Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado, ni le ha escondido Su rostro; sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó. De Ti viene mi alabanza en la gran congregación; mis votos cumpliré delante de los que le temen” (22-25).

En los días previos a la Pasión, Jesús había dicho repetidamente a Sus discípulos que sería asesinado y luego resucitaría. Dios no sólo profetizó a través de David la crucifixión del Mesías, sino también su resurrección. Jesús cumpliría ambas profecías.

La primera victoria que Cristo logró a través de Su muerte y resurrección sacrificial es la más importante: la salvación para todos los que ponen su fe y confianza en Jesús como Salvador.

Los pobres comerán y se saciarán; los que buscan al Señor, lo alabarán. ¡Viva para siempre el corazón de ustedes!” (26).

Pedro explicó el significado de este versículo: “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!” (1 Pedro 2:24).

Victoria #2 – Exaltación (Salmos 22:27-29)

La segunda victoria que Jesús logró a través de Su muerte y resurrección sacrificial se centra en la obediencia al Mesías. La sumisión de Cristo a la humillación de la cruz se transformaría en Su exaltación ante todas las naciones a Su regreso para reinar sobre la tierra.

Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán a Yahvé, y todas las familias de las naciones adorarán delante de Ti. Porque de Yahvé es el reino, y Él gobierna las naciones (27-28)

Una vez que comience el glorioso reinado del Señor, todos los que se salven adorarán ante su Rey, y así prosperarán. En contraste, aquellos que son condenados debido a su incredulidad, también se inclinarán ante Jesús y lo confesarán como Rey antes de ser consignados al lago de fuego.

Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán; se postrarán ante Él todos los que descienden al polvo, aun aquel que no puede conservar viva su alma” (29).

El profeta Isaías predijo, y Romanos 14 y Filipenses 2 afirman, que toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará, que Jesús es el Señor.

Victoria #3 – Proclamación (Salmos 22:30-31)

La tercera victoria debido a la muerte sacrificial y resurrección del Mesías que revela el Salmo 22 implica la proclamación del legado de Cristo. Durante el reinado milenario de Jesús, los redimidos resucitados en sus cuerpos glorificados enseñarán a los que nacerán durante ese tiempo acerca de la justicia y toda suficiencia del sacrificio de Cristo en la cruz.

La posteridad le servirá; esto se dirá del Señor hasta la generación venidera. Vendrán y anunciarán Su justicia; a un pueblo por nacer, anunciarán que Él ha hecho esto” (30-31)

Note en particular la frase final: “Él ha hecho esto”. Literalmente, en hebreo, esto significa: “Consumado es”. El Evangelio de Juan describe cómo justo antes de que Jesús inclinara Su cabeza y entregara Su espíritu, exclamó: “¡Consumado es!”. Jesús había completado Su recitación del Salmo 22; Su sacrificio estaba ahora completo.

Una cosa es cierta, el cumplimiento de las profecías que se encuentran en el Salmo 22 con respecto a los sufrimientos y victorias de Jesucristo en la cruz confirma que Él es realmente el Mesías prometido. Sólo por la sangre derramada del Siervo Sufriente puede la humanidad encontrar la salvación del justo castigo del infierno provocado por nuestra rebelión contra Dios (Efesios 1:7; 1 Juan 1:7). Sólo en el nombre de Jesucristo puede cada uno de nosotros ser salvo y recibir la vida eterna (Juan 14:6; Hechos 4:12).


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Recurso recomendado:

jueves, 10 de abril de 2025

Observaciones del Editor: El Maravilloso Testimonio de la Pasión de Cristo

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León


¿Qué es lo que te apasiona?

Claro, todos estamos emocionados por ciertas cosas y amamos a ciertas personas. Pero, si le preguntas a alguien sobre su equipo deportivo favorito o expresas interés en sus nietos, es probable que desates un torrente de adoración entusiasta. Claramente, no sentimos la misma pasión por todos nuestros gustos y amores.

Incluso dentro de un matrimonio, la pasión puede aumentar y disminuir. La llama que una vez ardió intensamente y llena de deseo a menudo se desvanece en una calidez constante y confiable. Esa es la naturaleza de nuestras emociones y sentimientos humanos. Nuestro sentimiento de amor fluctúa con el tiempo.

El amor de Dios por nosotros no fluctúa según las volubles emociones humanas. Es firme y verdadero, por no decir que es paciente y bondadoso — sufriendo, creyendo, esperando y soportando todas las cosas en su constancia infalible (1 Corintios 13:4-8).

Hablando de Su pueblo elegido, los judíos, el Señor le dijo a Jeremías: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3). Su amor por nosotros se estableció antes de la fundación del mundo y nunca ha vacilado.

Podríamos (y lo haremos) pasar la eternidad relatando las formas en que Dios nos ha amado. Pero el testimonio más maravilloso de Su amor es lo que podemos ver en la Pasión de Jesucristo. En ese acto insondable de sacrificio divino, Pablo nos dice: “Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Sorprendentemente, Su el Señor Dios predijo Su gran acto de amor desinteresado, incensante e inagotable. Si bien el entendimiento humano tiende a funcionar mejor en retrospectiva, Él ofreció numerosas señales que apuntaban no sólo a la encarnación, el nacimiento y el ministerio de Jesucristo, sino también a Su gran Pasión.

Esta edición del Farolero destacará la Palabra profética de Dios que se cumplió en la Persona de Jesucristo y a través de Su muerte expiatoria. Prepárense para asombrarse de nuevo por la anchura, longitud, altura y y profundidad de Su amor que sobrepasa el conocimiento humano (Efesios 3:17-19).

Prepara tu corazón para alabar a nuestro gran Dios y Salvador con celo renovado.

Tim Moore

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Recurso recomendado:

martes, 31 de diciembre de 2024

Luz en la Oscuridad

El Trágico Trasfondo de las Profecías que Rodearon el Nacimiento de Jesús

 Por Tim Moore


Luz en la Oscuridad

El Trágico Trasfondo de las Profecías que Rodearon el Nacimiento de Jesús

En los largos siglos transcurridos desde que Jesucristo nació en Belén, ha surgido un gran mito nostálgico en torno a Su nacimiento. Los artistas y compositores han suavizado las circunstancias de Su llegada, presentando a Belén como quieta y silenciosa, con su sala de parto llena de ganado que mugía suavemente y estrellas que giraban silenciosamente sobre su cabeza.

Es una escena propia del nacimiento de un bebé, con una solemnidad propia del nacimiento de un rey.

Pero ésas no son las circunstancias predichas en la profecía bíblica. Los grandes pasajes que anuncian la entrada humana de Cristo en el mundo cuentan una historia diferente, y una que tiene una relevancia particular para nosotros hoy.

La Visión de Isaías

Isaías, hijo de Amós, profetizó acerca de Judá y Jerusalén durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, todos reyes de Judá. A través de su profeta, el mensaje de Dios se centró inicialmente en la rebeldía del pueblo de Judá e Israel: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Los medios de esa restauración no se detallaron explícitamente en el llamado urgente de Isaías al arrepentimiento. Pero, simultáneamente a esa admonición, había una promesa de que Judá y Jerusalén serían levantados, con Sion (“el monte de la casa de Jehová”) establecido como el principal de los montes y el foco de la búsqueda de las naciones del Señor.

Al principio de su ministerio, durante el año de la muerte del rey Uzías, Isaías fue conducido a la sala del trono de Dios y se le dio una santa comisión. A pesar de su propio pecado y de su origen en un pueblo de labios impuros, la iniquidad de Isaías fue quitada y su pecado fue perdonado. Se le encargó: “Ve y dile a este pueblo...”.

Isaías profetizó un gran sufrimiento, pues las ciudades y las casas, y la tierra misma, quedarían completamente desoladas. Mezclada con ese pronunciamiento devastador había otra promesa de gran esperanza — que conduciría al cumplimiento de la garantía anterior de que los pecados serían perdonados. Pero, al igual que los dolores de parto que preceden a la llegada de un bebé, esa promesa nacería de un gran sufrimiento para la humanidad, y un sufrimiento mucho mayor para el Señor Dios mismo.

Esperanza en Medio de la Guerra

En los días de Acaz, hijo de Jotam, los reyes de Aram y Remalías se levantaron contra Jerusalén. Asediaron la ciudad, una de una larga serie de guerras que causaron destrucción en Jerusalén (como han continuado haciendo a lo largo de la era moderna). Acaz, quien “no hizo lo recto ante los ojos de Jehová, su Dios, como su padre David” (2 Reyes 16:2), se le dio claramente la opción de elegir caminar por fe. La palabra del Señor para él fue: “Si vosotros no creéis, de cierto no permaneceréis” (Isaías 7:9).

Dios le prometió a Acaz que la ciudad sería liberada y los sitiadores castigados, incluso invitó a Acaz a pedir una señal (incluso una tan “profunda como el Seol o alta como el cielo”) para afirmar Su promesa. Tomada al pie de la letra, la respuesta de Acaz parece transmitir reverencia por el Señor y fe en Sus promesas. El rey dijo: “No pediré, ni tentaré al Señor” (Isaías 7:12).

Sin embargo, Dios vio a través de las palabras y discernió la condición del corazón de Acaz. Hablando de nuevo por medio de su profeta, respondió: “Oíd ahora, casa de David: ¿No os basta con ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?

Isaías reveló entonces la promesa que se cumpliría en el nacimiento de Jesús en Belén: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel” (Isaías 7:14). La profecía mesiánica fue dada en medio de la guerra a un rey que realmente no creía en la Palabra del Señor — ni a corto ni a largo plazo.

Los burladores tratan de insinuar que la palabra traducida como “virgen” simplemente significa “doncella”, lo que implica que el nacimiento de este hijo prometido podría cumplirse por medios no milagrosos. A veces señalan al hijo nacido de Isaías y su esposa profetisa en el capítulo 8, antes de que los reyes de Damasco y Samaria fueran derrotados y llevados lejos, como el cumplimiento de la promesa a Acaz. Pero el hijo de Isaías se llamaba “Maher-salal-hasbaz” (veloz es el botín, veloz es la presa), no Emanuel. El hijo de la virgen profetizada no aparecería durante casi 700 años.

Otras Profecías Mesiánicas de Isaías

Isaías reveló mucho más acerca del Mesías y las circunstancias que rodearon Su llegada. Habló de la gracia que Dios derramaría sobre la tierra de Zabulón y Neftalí. Aunque la gente de ese territorio estaba sumida en la tristeza y era tratada con desprecio, Aquel que había de venir haría que esa región volviera a ser gloriosa (Isaías 9:1). La profecía incluso ofrecía esperanza a los gentiles, ya que la luz prometida también brillaría sobre ellos.

De hecho, como profetizó Isaías, la Luz del Mundo se revelaría primero en el área alrededor de Galilea: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos” (Isaías 9:2). Las revelaciones mesiánicas de Isaías estaban entretejidas a lo largo de su gran libro de profecías, pero él continuaría pintando un cuadro de la escena en la que emergería el Mesías:

  • Creció... como raíz de tierra seca
  • Fue despreciado y desechado 
  • Varón de dolores, experimentado en sufrimiento
  • Era semejante a aquel de quien los hombres esconden su rostro 
  • Fue menospreciado, y no lo estimamos 
  • Fue oprimido y afligido 
  • Fue cortado de la tierra de los vivientes

Todas esas frases de Isaías 53 hablan del Siervo Sufriente. Documentan con mucha anticipación la condición del mundo — y la respuesta del mundo a Él — cuando llegara el Mesías.

La pequeña ciudad de Belén pudo haber estado quieta y silenciosa la noche en que Jesús nació, pero el mundo era un caldero hirviente, lleno de más miedo que esperanza esa noche.

El Relato Bíblico de Su Nacimiento

Lucas registra una visitación angelical a una virgen real y literal llamada María. María, que no era una joven doncella a punto de concebir a su primogénito, comprendió plenamente la imposibilidad física de la promesa que se le había hecho: “¿Cómo será esto, si soy virgen?” (Lucas 1:34).

Su pregunta no brotó de un corazón lleno de incredulidad, sino más bien de la perplejidad sobre los medios para que ocurriera un milagro sin precedentes. Gabriel respondió y le dijo que ella sería cubierta por el poder del Espíritu Santo, y que su Hijo sería llamad “el Hijo de Dios”.

Las implicaciones de tal revelación son abrumadoras. María podría haber esperado soportar el ridículo y la condena de su familia y la sociedad al ser encontrada embarazada antes de consumar su matrimonio con José. Sin embargo, ella simplemente le dijo a Gabriel: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). La respuesta de María revela su humildad y sumisión a la voluntad de Dios.

María sería honrada individualmente en la historia de la humanidad, razón por la cual Isabel exclamaría más tarde: “Bendita eres entre todas las mujeres”. Nos queda reflexionar sobre la acogida que experimentó María cuando regresó a su hogar en Nazaret después de tres meses. Mateo nos dice que José estaba comprensiblemente preocupado por la condición de su prometida, hasta que un ángel del Señor reveló la naturaleza milagrosa del embarazo de María.

Los detalles posteriores que rodean el nacimiento de Jesús se describen muy sucintamente en Lucas 2. César Augusto gobernaba desde Roma. Cirenio gobernaba desde Siria. José y María viajaron a Judea para inscribirse en un censo de acuerdo con el decreto romano. (Bajo la omnisciencia de Dios, incluso las políticas tributarias pueden ser aprovechadas para cumplir Su Palabra profética.) María se puso de parto y dio a luz mientras estaban en Belén, poniendo a Jesús en un comedero, porque no había lugar para ellos en la posada. Los únicos celebrantes humanos del santo nacimiento fueron algunos pastores reunidos de los campos circundantes por ángeles que anunciaban el glorioso momento.

Mateo describe otros aspectos de la dinámica política en juego. Cuando los Reyes Magos llegaron más tarde de Oriente, primero llegaron a Jerusalén. El rey Herodes estaba preocupado por sus indagaciones, junto con toda Jerusalén. El rey paranoico había demostrado ser un adversario mortal para cualquier amenaza percibida a su poder (incluyendo a su propia esposa e hijos). Y, aunque los líderes religiosos judíos estaban familiarizados con las profecías sobre Belén, no se molestaron en acompañar a los Reyes Magos las pocas millas para ir y ver por sí mismos — y mucho menos adorar al Rey recién nacido.

Tras la visita de los Reyes Magos, Belén experimentó el cumplimiento de otra trágica profecía citada por Mateo. En su ira, Herodes ordenó la matanza de todos los niños varones en las cercanías de la pequeña ciudad. El asesinato que Faraón no había podido llevar a cabo en Egipto se impuso a los niñitos de Belén, provocando el “llanto y gran lamento” que Jeremías había profetizado muchos años antes.

La misma llegada de Jesús al mundo llevó a la tristeza y lo familiarizó con la tristeza.

Nada ha Cambiado

¿Por qué repasar el trágico trasfondo de las profecías que rodearon el nacimiento de Jesús, y los detalles conflictivos de Su nacimiento? Ciertamente, Su aparición en el mundo representa el punto de bisagra de la historia humana, tanto es así que fechamos el tiempo en términos de a. C. y d. C. (antes de Cristo y después de Cristo). Y aunque ahora se sabe que el año estimado de su nacimiento real está un poco desviado, todavía hablamos de 2024 como “el año de nuestro Señor”.

Pero, sabiendo que Isaías recibió sus revelaciones en medio de la guerra, que otros profetas predijeron detalles sobre el Mesías mientras Israel todavía se estaba alejando del Señor, que Jesús nació en un momento tenso en la historia humana y que la ciudad de Su nacimiento vería más derramamiento de sangre y dolor, la naturaleza de la Primera Venida del Mesías testifica que la Luz siempre vence a las tinieblas.

Esto nos da esperanza y aliento a medida que continuamos viviendo en esta época oscura y turbulenta. El mundo sigue asolado por la guerra. Las personas y las naciones todavía se están alejando de Él y el derramamiento de sangre y el dolor aún plagan a la humanidad. En resumen, Satanás todavía se enfurece, y los momentos de quietud y esperanza parecen pocos y distantes entre sí. Las Escrituras revelan que las tinieblas se profundizarán una vez más antes de que la gloria de la Segunda Venida de Cristo ilumine el mundo. Las profecías de Su Primer Advenimiento contienen presagios de esa Bienaventurada Esperanza.

Ya, pero aún no 

Hay algo revelador en la palabra de Isaías a Acaz, la palabra de Gabriel a María y las promesas de Dios que aún no se han cumplido. La validación de las promesas será su cumplimiento absoluto. Esto es una reminiscencia del llamado de Dios a Moisés para que sacara a su pueblo de la esclavitud en Egipto. El Señor prometió: Yo estaré contigo” (una premonición del Nombre que se le daría al Mesías: Emanuel). Luego dijo: Y esto os servirá de señal de que yo os he enviado: cuando hayáis sacado al pueblo de Egipto, adoraréis a Dios en este monte” (Éxodo 3:12). YO SOY había hablado; Moisés podía obedecer o desobedecer. Pero la prueba de Su llamamiento sólo se revelaría después de que hubiera obedecido y visto la mano del Señor obrando.

Isaías proporcionó otras promesas en torno al Mesías. Isaías 9:4-5 describe la bendición que fluirá por la llegada del Mesías. Retrató con precisión la opresión y la degradación que la humanidad estaba experimentando antes de la Primera Venida (el “yugo de su carga, la vara de su hombro y el cetro de su opresor”, “calzado que lleva el guerrero” y el “manto revolcado en sangre”). Contraste esas frases con su descripción del reinado prometido del Salvador:

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre Admirable consejeroDios fuertePadre eternoPríncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

Al repasar las promesas contenidas en esos tres versículos, vemos que algunas se han cumplido, mientras que otras aún están por cumplirse:

  • Niño nos ha nacido – CUMPLIDA 
  • Hijo nos ha sido dado – CUMPLIDA 
  • Principado sobre su hombro (es decir, autoridad absoluta y afirmado por Jesús en Mateo 28:18 – “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”) – CUMPLIDA, aunque Él aún no está ejerciendo Su reino en la tierra (como se afirma en 2 Corintios 4:4 y Efesios 2:2) 
  • Conocido como Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz: Sí, Sí, Sí y Sí; CUMPLIDA 
  • No habrá fin para el aumento de Su gobierno o la paz - TODAVÍA NO 
  • Reinar en el trono de David y sobre Su reino - TODAVÍA NO 
  • Establecer y mantener la justicia y la rectitud - TODAVÍA NO

Podemos confiar en que la Segunda Venida cumplirá el resto de la profecía mesiánica de Isaías y marcará el comienzo del Reino Milenial de Cristo. Y aquellos con ojos para ver pueden discernir que las Señales de los Tiempos están indicando la inminencia de ese glorioso evento. Las condiciones opresivas descritas en Isaías 9:2-5 están surgiendo de nuevo a medida que el mundo acelera hacia la Tribulación.

Pero, en lugar de abrazar la Luz que ha venido al mundo (y que pronto estallará de nuevo), Jesús dijo que la mayoría de las personas amarán las tinieblas más bien que la Luz, “porque sus obras son malas” (Juan 3:19).

Vuélvase a la Luz

Dada la continua —y creciente— oscuridad en el mundo, algunos dudan del poder de Cristo. Se niegan a aceptar que Él ha traspasado las tinieblas y ofrece la Luz eterna. O simplemente “detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto” (Juan 3:20).

Satanás sigue atrapando a la gente plantando semillas de duda e incredulidad. Todavía pregunta: “¿En verdad Dios ha dicho? ...”. Afirma audazmente mentiras que contradicen la Palabra de Dios y las promesas de Dios. Por ejemplo, incluso hoy en día Satanás ha convencido a muchos en el mundo de que la Tierra de Israel no pertenece a los judíos, que el pueblo escogido de Dios es la fuente de malevolencia en lugar de un conducto de bendición ordenado por Dios. Induce a muchas personas a insistir en que no tienen lugar, ni necesidad, para Cristo en su propio corazón.

La buena noticia de la Navidad es que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (declaración y testimonio confiables de Pablo en 1 Timoteo 1:15). Como anunciaron los ángeles en los cielos de Belén, Su paz eterna es concedida a aquellos con quienes Él está complacido. ¿Cómo podemos agradar a Dios? Obedeciéndole y confiando en su Hijo unigénito, Jesucristo (Hechos 16:31).

Si caminas en la oscuridad, invita a Jesús a entrar y deja que la Luz de Cristo ilumine tu corazón.

Promesas Aún por Venir

Las promesas que apuntaban a Su primera venida se cumplieron exactamente como habían sido predichas. Podemos confiar en que el Señor cumplirá cada promesa que apunta al Rapto de la Iglesia y también a Su Segunda Venida. Jesús lo dijo tres veces en Apocalipsis 22.

Juan registra que el Espíritu y la novia (la Iglesia) dicen: “Ven”. Dice que el que oye (acepta, cree, confía) la profecía bíblica también dirá: “Ven”. Esta Navidad, espero que su corazón eleve canciones de alabanza a nuestro Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Entonces espero que se unan a mí para elevar una oración de tres palabras: “Ven, Señor Jesús”.


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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