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viernes, 7 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 6 (parte 2 de 2)

La Evidencia del Nacimiento Virginal

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice 

La Anunciación

Regresemos ahora a las Escrituras y continuemos con la historia de la natividad, mediante la lectura de Lucas 1, comenzando con el versículo 26 — una vez más, usando el Nuevo Testamento Judío.

26 En el sexto mes, el angel Gabri’el fue enviado por Dios a una ciudad en el Galil llamada Natzeret,

27 a una virgen comprometida en matrimonio con un hombre llamado Yosef, de la casa de David. El nombre de la virgen era Miryam. 

28 Acercándose a ella, el ángel le dijo: “¡Shalom, mujer favorecida! ¡ADONÁI está contigo!”.

29 Ella se sintió profundamente turbada por sus palabras y se preguntó qué clase de saludo podía ser ese.

30 El ángel le dijo: “No temas, Miryam, porque has hallado gracia con Dios. 

31 ¡Mira! Quedarás embarazada y darás a luz un hijo, al que deberás poner por nombre Yeshúa.

32 Él será grande, será llamado Hijo de HaElyon. ADONÁI, Dios le entregará el trono de su antepasado David;

33 y él gobernará la casa de Ya’akov para siempre, no habrá fin a su Reino”.

Hagamos una pausa por un momento porque quiero recordarles un hecho muy importante: la persona que escribió estos versículos fue un hombre llamado Lucas, quien era un médico. Esto es importante porque nos da más información acerca del nacimiento virginal que todo el resto de los escritores del Evangelio combinados.

Y no creo que haya sido un accidente. Piénselo — ¡Dios usó a un médico, un hombre de ciencia, para darnos los hechos detallados acerca del nacimiento virginal! Y creo que Dios hizo esto a propósito para que nadie pudiera descartar legítimamente la historia como las imaginaciones mitológicas de una persona ignorante y supersticiosa. ¡El testigo más importante del nacimiento virginal es un doctor!

Costumbres Nupciales del Primer Siglo

Otra cosa que debemos tener en cuenta al considerar estos versículos de Lucas es que en esa época, no había bodas a la fuerza — ¡simplemente no existían! 

Se negociaba y firmaba un contrato de matrimonio formal, llamado Ketubah, en cuyo momento se consideraba que la pareja estaba casada, pero el matrimonio no se consumaba hasta después de un período de espera de 9 meses a un año. Durante ese tiempo, el esposo preparaba una casa para que vivieran y la esposa demostraba su fidelidad.

Y si la mujer quedaba embarazada durante ese tiempo, era un asunto muy serio. Significaba que sería apedreada a muerte por infidelidad o humillada por un decreto de divorcio. Así pues, el anuncio de Gabriel de que María iba a quedar embarazada durante ese período de espera, tenía grandes consecuencias, por decir lo menos.

La Respuesta de María

Consideremos la respuesta de María al anuncio de Gabriel:

34 “¿Cómo podrá ser esto”, le preguntó Miryam al ángel, “puesto que soy virgen?”.

35 El ángel le constestó: “El Ruach HaKodesh [el Espíritu Santo] vendrá sobre ti, el poder de HaElyon [el Altísimo] te cubrirá. Por lo tanto el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.

36 ¡Tú tienes un familiar, Elisheva, que es una mujer anciana y todo el mundo dice que ella es estéril, pero ha concebido un hijo y está embarazada de seis meses! 

37 Porque para Dios nada es imposible”. 

38 Miryam dijo: “Yo soy la sierva de ADONÁI, hágase en mí como tú has dicho”.  

Ahora, lo primero que debemos notar acerca de la respuesta de María es que, aunque probablemente no tenía más de 14 años, no era una niña ingenua. Ella sabía lo que se necesitaba para tener un bebé, y por eso inmediatamente proclamó, “¿Cómo podrá ser esto puesto que soy virgen?”. Gabriel responde diciéndole que la concepción será milagrosa por el poder del Espíritu Santo.

Dudo que María tuviera alguna idea de lo que eso significaba — tal como no podemos comprenderlo completamente hoy — sin embargo, sabiendo que eso complicaría enormemente su vida y su relación con José, ella respondió, “Yo soy la sierva de ADONÁI, hágase en mí como tú has dicho”. Ésa, mis amigos, fue una declaración de fe increíblemente valiente.

La Inocencia de María

Pero la respuesta de María no es la única evidencia de su inocencia. Evidencia adicional puede encontrarse en el relato de Lucas. Sigamos leyendo:

39 Sin demora alguna, Miryam se puso en camino y se fue a la ciudad en la región montañosa de Y’hudad

40 donde Zacarías vivía, entró a su casa y saludó a Elisheva.

41 Cuando Elisheva oyó el saludo de Miryam, el bebé en su seno se movió. Elisheva fue llena del Ruach HaKodesh 

42 y habló a gran voz: “¡Cuán bendita eres entre las mujeres! ¡Y qué bendito es el niño en tu seno!

43 ¿Pero quién soy yo como para que la madre de mi Señor venga a mí?

44 ¡Porque tan pronto como llegó a mis oídos el sonido de tu saludo, el bebé en mi seno saltó de gozo!

45 Bendita seas por haber confiado en que la promesa que te ha hecho ADONÁI se cumplirá en ti”.

Observe que la inocencia de María se atestigua una y otra vez en estos versículos particulares. Por ejemplo, lo primero que nos dicen es que María corrió a una pariente, Elizabeth, para compartir con ella las buenas noticias de su embarazo. Déjeme preguntarle, ¿cuántas chicas solteras embarazadas ha visto comportarse de esa manera? Normalmente se sienten abrumadas por la vergüenza, ¡y las últimas personas que quieren que sepan acerca de su situación son sus parientes!

¡Y su inocencia se ve confirmada por el hecho de que escogió a una familia sacerdotal para compartir la noticia! La importancia de esto es que el esposo de Elizabeth, Zacarías, era un sacerdote. Si María estaba embarazada por fornicación, habría sido responsabilidad de Zacarías reportarla y hacer que ella fuera juzgada y lapidada.

Creo que la inocencia de María también se confirma por la reacción de Elizabeth cuando ella exclamó, “¡Cuán bendita eres entre las mujeres! ¡Y qué bendito es el niño en tu seno!”. ¡Lo hizo antes de que María pudiera siquiera decirle el propósito de su visita!

El pasaje dice que lo hizo bajo la unción del Espíritu Santo. En otras palabras, a Elizabeth le fue dada una palabra de conocimiento sobrenatural, y esto debió haber servido como confirmación a María del mensaje que Gabriel le había dado.

Y otra confirmación es proporcionada por Juan el Bautista, quien en ese momento aún estaba en el vientre de su madre, Elizabeth. Él comenzó a saltar con alegría en el vientre de su madre, cuando María llegó, ¡porque sintió la presencia del Mesías!

El Cántico de María

Continuemos con nuestra búsqueda de evidencia de la inocencia de María. La siguiente pieza de evidencia se encuentra en un hermoso cántico que María le canta a Elizabeth:

46 Luego Miryam dijo: “Mi alma enaltece a ADONÁI

47 y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador,

48 que se ha fijado en su sierva en su humilde posición. ¡Porque, imagínate! ¡Desde ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bendita! 

49 El Todopoderoso ha hecho grandes cosas conmigo. Su nombre es realmente santo

50 y en cada generación él tiene misericordia de aquellos que le temen”.

Le pregunto, ¿qué chica soltera embarazada se ha comportado de esta manera, entonando cánticos de alabanza a Dios delante de sus familiares? ¡El comportamiento de María es el comportamiento de la inocencia!

La Respuesta de José

Y su inocencia es confirmada también por lo que Mateo nos dice acerca del comportamiento de su esposo, José. Mateo dice que, debido a que José era un hombre justo, al principio quería divorciarse de María discretamente, pero luego cambió de opinión y decidió seguir adelante con el matrimonio porque un ángel se le apareció y le aseguró la inocencia de María (Mateo 1:18-23).

Mateo deja en claro que la respuesta inicial de José a la noticia del embarazo de María fue de conmoción. Claramente era una parte inocente. Y su disposición a continuar con el matrimonio demostró que fue convencido por la visita del ángel de que María, también, era completamente inocente.

Las Objeciones del Mundo

Sin embargo, el mundo, incluyendo a algunos líderes cristianos profesantes, grita, “¡Tonterías!”.

“¡Es científicamente imposible!”, dicen. Bueno, ¡por supuesto que lo es! Pero la concepción de Jesús fue un milagro de Dios realizado por Aquél que creó el universo entero por medio de Su palabra. Como Gabriel le dijo a María: “Para Dios no hay nada imposible”.

Los críticos responden, “Pero se menciona sólo en Mateo y Lucas. No se menciona en los Evangelios de Marcos y Juan, ni se menciona en las epístolas de Pablo, Pedro y Juan”. Mi respuesta es pregunta, “¿Cuántas veces debe Dios decir algo para que sea verdadero?”. Una es suficiente para mí.

Se indica específicamente en dos Evangelios, y es mencionado indirectamente por Pablo en Gálatas 4:4, donde se refiere a Jesús habiendo “nacido de mujer”, la cual era una declaración muy pintoresca en una cultura masculina dominante. 

Los críticos responden afirmando que los cristianos primitivos simplemente trataron de deificar a Jesús, al relacionar su nacimiento con mitos paganos de grandes personas, como Alejandro Magno — personas que supuestamente nacieron de la unión entre un dios y una mujer terrenal. Pero todos esos mitos crudamente representaban a los dioses viniendo a la tierra y teniendo relaciones sexuales con mujeres.

La idea de que los judíos ortodoxos del primer siglo trataran de deificar a su Mesías, aplicándole mitos paganos es absurda. Igualmente de absurdo es creer que ellos dedicarían sus vidas a un mito y que estarían dispuestos a morir por él. 

El último suspiro de los críticos es su opinión de que un nacimiento virginal no se anticipaba en ninguna parte de las Escrituras hebreas y, por lo tanto, tenía que ser un mito que fue conjurado por gente ignorante y supersticiosa.

Pero esto ignora el hecho de que los dos escritores que mencionan el nacimiento virginal eran hombres educados — Mateo, el ex recaudador de impuestos romanos, y Lucas, un médico.

El argumento también ignora el hecho de que el nacimiento virginal del Mesías fue definitivamente anticipado en la profecía bíblica.

La Profecía Bíblica

En los albores de la historia, en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva pecaron, Dios les prometió que algún día se reconciliarían con Él a través de “la simiente de la mujer”. Esa declaración claramente implica un Mesías que nacería de una virgen. Puede encontrar esa declaración en Génesis 3:15 —

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Miles de años después, el profeta Isaías declaró específicamente que el Mesías nacería de una virgen. En Isaías 7:14, encontramos estas palabras: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.

Algunos teólogos liberales argumentan que la palabra hebrea para virgen utilizada en este pasaje también puede significar “señorita”, pero pasan por alto dos hechos:

1) Cuando la Biblia hebrea fue traducida al griego cerca de 280 años antes de Jesús, lo que produjo lo que se llama La Septuaginta, los 70 sabios judíos que hicieron la traducción usaron una palabra griega en este pasaje que sólo puede significar virgen, porque ésa fue su interpretación del significado del pasaje.

2) Y esa palabra, parthenos, es la palabra que Mateo usó en su Evangelio, al citar la profecía. De nuevo, ésta sólo puede significar virgen.

Fe Basada en la Evidencia

Como hemos visto, las Escrituras están llenas de evidencia sólida del nacimiento virginal. Y, sin embargo, no prueban el nacimiento virginal, debido a que el nacimiento virginal, como la deidad de Jesús y Su resurrección, básicamente debe ser aceptado por fe.

Pero, no estamos llamados a ejercer una fe ciega. Se nos da evidencia sustancia sobre la cual podemos basar nuestra fe.

Sin embargo, el mundo aún grita: “¡Es imposible!”.

En respuesta, necesitamos tener en cuenta las palabras que el ángel Gabriel habló a María. Él dijo: “No hay nada imposible para Dios”. 

Lo que el mundo necesita tan desesperadamente hoy es la sencilla fe infantil de María cuando dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.

Reflexiones Sobre María

En ese sentido, me gustaría añadir unas palabras sobre María. En la tradición protestante, ha sido ignorada casi por completo, principalmente debido al hecho de que los católicos le han prestado tanta atención.

Ahora bien, ella ciertamente no debe ser elevada al estatus de un dios, como algunos lo han hecho, pero merece nuestra atención. Por un lado, la mayoría de la gente no parece darse cuenta del hecho de que probablemente tenía sólo unos 14 años cuando fue visitada por el ángel Gabriel. Esa era la edad del matrimonio en Israel en ese momento, como todavía lo es en gran parte de esa parte del mundo.

Entonces, estamos hablando aquí de una adolescente que es un modelo de fe, pureza y devoción a Dios. Y una de las claves de su carácter se revela en el cántico de regocijo que entonó cuando quedó embarazada del niño Jesús. Esa canción, registrada en Lucas 1, revela que ella estaba inmersa en las Escrituras. Obviamente había nacido en una familia justa, donde se le había enseñado la Palabra de Dios desde la infancia.

Sin embargo, las Escrituras también revelan que ella era una pecadora que necesitaba un Salvador, al igual que todos nosotros. Ella comenzó su cántico de regocijo declarando: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:47).

Y como María, todos nosotros hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Todos necesitamos un Salvador.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Estimado lector: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.


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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 6 (parte 1 de 2)

La Evidencia del Nacimiento Virginal

Por Dr. David R. Reagan

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El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. — Mateo 1:18-21

Me gustaría comenzar afirmando mi tesis desde el principio: La creencia en el nacimiento virginal de Jesús es absolutamente esencial para la fe cristiana

Negar el nacimiento virginal es negar la deidad de Jesús, y si Jesús no fue Dios en la carne, entonces usted y yo no tenemos esperanza en absoluto.

Una Doctrina Bajo Ataque

Y, sin embargo, a pesar de la centralidad y la esencialidad de la doctrina del nacimiento virginal, no hay doctrina en toda la cristiandad que haya sido más denigrada y ridiculizada.

Considere a Thomas Jefferson. Él era un deísta que rechazaba lo sobrenatural. Produjo su propia versión del Nuevo Testamento. Fue un trabajo de cortar y pegar que eliminó el nacimiento virginal, todos los milagros de Jesús y, por supuesto, Su resurrección. En cuanto al nacimiento virginal, Jefferson escribió:

Llegará el día cuando la generación mística [concepción] de Jesús por el Ser Supremo como su padre, en el vientre de una virgen, se clasificará con la fábula de la generación de Minerva en el cerebro de Júpiter.1

A principios del siglo XX, cuando la Escuela alemana de la Alta Crítica invadió este país, el portavoz principal de ese punto de vista liberal era Harry Emerson Fosdick, el pastor de la Iglesia Riverside en la Ciudad de Nueva York. Aquí está su observación condescendiente concerniente al nacimiento virginal: “Por supuesto que no creo en el nacimiento virginal…No conozco a ningún ministro inteligente que lo haga”.2

En su libro, In Quest of Jesus (En Búsqueda de Jesús), publicado en 1983, W. Barnes Tatum, un profesor del Greensboro College en Carolina del Norte, llamó al nacimiento virginal una “ficción teológica”.3

Hans Kung, el renombrado teólogo católico que ha sido censurado por su iglesia por sus ideas heréticas, tenía esto que decir sobre el nacimiento virginal: “Aunque el nacimiento virginal no puede entenderse como un evento histórico-biológico, puede  considerarse como un hecho significativo, al menos para esa época”.4

El teólogo Robert Funk, el fundador y líder del notorio Seminario Jesús, escribió estas palabras sobre el nacimiento virginal:

El nacimiento virginal de Jesús es un insulto a la inteligencia moderna y debería abandonarse. Además, es una doctrina perniciosa que denigra a las mujeres.5

Y luego, por supuesto, está John Shelby Spong, el ex Obispo Episcopal de Newark, Nueva Jersey, que es conocido por sus opiniones apóstatas. Esto es lo que tenía que decir acerca del nacimiento virginal:

Con el tiempo, el relato del nacimiento virginal se unirá a Adán y Eva…como elementos mitológicos claramente reconocidos en nuestra tradición de fe cuyo propósito no era describir un evento literal, sino capturar las dimensiones trascendentes de Dios en las palabras y conceptos terrenales de los seres humanos del primer siglo.6

En otras palabras, el nacimiento virginal, como la historia de Adán y Eva, es sólo un mito inventado por gente primitiva e ignorante.

El Significado de Estos Ataques

Ahora, ¡lo sorprendente acerca de todos estos ejemplos es el hecho de que cada una de las personas que he citado es un cristiano profesante! Por lo tanto, no estoy hablando de ataques de ateos o gnósticos. Sus ataques son esperados. Estoy hablando de ataques de cristianos profesantes.

Y para que no piense que este tipo de incredulidad es característica sólo de los cristianos liberales, echemos un vistazo a Rob Bell. Él es el pastor de una mega iglesia llamada Mars Hill Church que está ubicada en Gran Rapids, Michigan. Y él es uno de los líderes de lo que es llamado el Movimiento de la Iglesia Emergente, un movimiento que afirma ser evangélico, pero en realidad, es apóstata. 

En su éxito de librería, Velvet Elvis (Elvis de Terciopelo), subtitulado Repainting the Christian Faith (Repintando la Fe Cristiana), Rob escribió estas palabras acerca del nacimiento virginal:

Si descubriera que Jesús tuvo un padre terrenal llamado Larry, encontraran la tumba de Larry, tomaran muestras de ADN y demostraran sin lugar a dudas que el nacimiento virginal era realmente un poco de mitología… ¿Podría seguir siendo un cristiano?7

Observe cuán sutil es con esta declaración. Sin negar el nacimiento virginal, procede a arrojar toda clase de dudas al respecto, y en el proceso deja claro que si se trata de un mito, no pondría en peligro su fe, porque obviamente no lo considera esencial para el cristianismo. 

Nacimientos Asombrosos

Entonces, ¿qué acerca de ello? ¿Es el nacimiento virginal sólo un poco de mitología? ¿Hace alguna diferencia para la fe cristiana?

La Biblia nos habla acerca de muchos nacimientos notables. Por ejemplo, está el nacimiento de Isaac de padres de casi 100 años de edad. Y luego están los nacimientos de Sansón, Samuel y Juan el Bautista — todos los cuales nacieron de mujeres con úteros estériles.

De forma similar, ha habido algunos nacimientos notables desde los tiempos bíblicos — como los quintillizos Dionne en Canadá en 1934, el primer nacimiento de este tipo en el que los cinco sobrevivieron la infancia. En 1974, en Sudáfrica, la familia Rosenkowitz dio a luz a séxtuples, de nuevo, el primer nacimiento de este tipo en el que todos los seis sobrevivieron. Y luego estaba los septillizos McCaughey, nacidos en Iowa en 1997. Sólo para ser superados por los óctuples Suleman, nacidos en California en 2009.

Pero ninguno de estos nacimientos, por espectaculares como puedan haber sido — ninguno de ellos es el más espectacular de los tiempos modernos. El nacimiento más asombroso desde los tiempos bíblicos tendría que ser el de Louise Brown en Lancashire, Inglaterra el 25 de julio de 1978. Fue el primer bebé concebido fuera del cuerpo humano — el primer “bebé de probeta”.

La historia da testimonio de matrices estériles hechas fértiles. La historia atestigua sorprendentes nacimientos múltiples. La historia atestigua la concepción fuera del útero. 

Pero ninguno de estos nacimientos es tan asombroso, tan milagroso, y estupendo como el nacimiento de Jesús de Nazaret — el nacimiento proclamado a los pastores de Belén por los ángeles de Dios. El nacimiento de Jesús de Nazaret es el nacimiento más excepcional de toda la historia registrada, ya que la Biblia nos dice que nació de una virgen. 

Y ahí es donde me gustaría que vayamos ahora mismo — a la Biblia. Comencemos nuestro estudio del nacimiento virginal examinando las Escrituras. 

El Nacimiento Virginal de Jesús

Para preparar el escenario para nuestro estudio, consideremos un pasaje de Mateo 1, versículos 18-21. Voy a presentar estos versículos de una versión de la Biblia con la que quizás no estén familiarizados. Se llama el Nuevo Testamento Judío. Es una traducción de David Stern, un judío mesiánico que vive en Jerusalén.8

El propósito de esta traducción es mostrar que el Nuevo Testamento es un libro que fue escrito por judíos y que está inmerso en la cultura judía. Lo hace restaurando los nombres judíos de las personas y lugares que han sido anglicados en nuestras traducciones inglesas. Considere cuidadosamente este pasaje muy familiar:

18 He aquí de qué modo tuvo lugar el nacimiento de Yeshúa el Mesías. Cuando su madre Miryam quedó comprometida en matrimonio con Yosef, antes de que se casasen, se descubrió que ella estaba embarazada por el Ruach HaKodesh (el Espíritu Santo).

19 Su futuro marido, Yosef, era un hombre justo, de manera que hizo planes para romper en silencio el compromiso, en lugar de que ella se viese sometida a la vergüenza pública. 

20 Pero mientras estaba pensando en esto, se le apareció en sueños un ángel de ADONÁI y le dijo: “Yosef, hijo de David, no temas llevarte a Miryam a casa como tu mujer porque lo que ha sido concebido en ella lo ha sido por el Ruach-HaKodesh.

21 Ella dará a luz un hijo, y tú deberías ponerle por nombre Yeshúa (que quiere decir: “ADONÁI salva”) porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados”.

22 Todo esto sucedió a fin de que se cumpliese lo que ADONÁI había dicho por medio del profeta:

23 “La virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarán su nombre Emmanuel (el nombre significa “Dios está con nosotros”).

El Ataque Satánico

Como puede ver, la Biblia afirma claramente que Jesús nació de una virgen. Y no creo que sea exagerado decir que Satanás odia el hecho del nacimiento virginal. Lo odia porque éste atestigua la divinidad de Jesús, y Satanás está determinado a hacer todo lo posible para convencer al mundo de que Jesús era sólo un hombre.

Como ejemplo, considere una de las canciones contenidas en el popular musical de Broadway y película llamada, “Jesucristo Superestrella”. En una de las escenas clave en la producción, María Magdalena entona una canción acerca de Jesús mientras está durmiendo. Las palabras van así (énfasis añadido):9

Yo no sé cómo amarle
Ni qué hacer, cómo hablarle
Él cambió algo en mí 
Ya no soy la misma, soy otra mujer
Desde que me miró. 

No puedo comprenderlo 
me emociono con verlo, 
Sé que es un hombre más 
Y he tenido tantos, debo saber, 
Que es un hombre más, sólo uno más.

Observe las palabras, “es un hombre más, sólo uno más, es sólo un hombre”. Satanás ha orquestado ataques como éste contra el hecho del nacimiento virginal desde que fue proclamado a los pastores en Belén.

Los filósofos y científicos se burlan de él como nada más que un “mito infantil”. Los líderes judíos, desde los primeros tiempos, lo han calificado como “un engaño cruel”. Lo más triste de todo es que muchos teólogos cristianos modernos afirman que es “una leyenda no esencial”.

¡Los ataques de Satanás han sido muy exitosos!

Hoy en día, el nacimiento virginal es negado flagrantemente en muchos seminarios cristianos. De hecho, me atrevería a decir que es la doctrina más ridiculizada de la fe cristiana. Generalmente es desestimada como nada más que un “mito recién llegado” imaginado por un grupo de pastores ignorantes en el primer siglo.

Esta observación está apoyada por las encuestas. En 1998, el grupo Harris realizó una encuesta a más de 7,000 clérigos en los Estados Unidos, y encontró los siguientes porcentajes de clérigos que niegan el nacimiento virginal:10

19% del clero luterano estadounidense

34% de pastores bautistas estadounidenses

44% de sacerdotes episcopales

49% de ministros presbiterianos

60% del clero metodista

79% de pastores congregacionales

Esta incredulidad entre el clero está afectando al público general estadounidense. En 1998, el año en que se realizó la encuesta al clero, el 83% de los estadounidenses creían en el nacimiento virginal. Diez años después, ese porcentaje había caído más de 20 puntos a 61%.11

Sin embargo, ¡estas encuestas muestran que entre el público general hay mucha más fe en la Palabra de Dios que entre el clero!

Ambivalencia en la Época de Jesús

Lo interesante es que esta ambivalencia acerca del origen de Jesús no es nada nuevo. Incluso en la época de Jesús, Su origen era una cuestión de ambivalencia y especulación constante.

En Juan 6 se nos dice que los líderes judíos se burlaron de Su afirmación de que había venido del cielo. Ellos dijeron, “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?”.

En Juan 7 se nos dice que algunos de los residentes de Jerusalén rechazaron la afirmación de Jesús de ser el Mesías porque dijeron, “Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea”.

Y, en Juan 8, se nos dice que algunas de las personas acusaron a Jesús de haber nacido de fornicación, mientras que otros afirmaron que era un samaritano mestizo.

Otra cosa interesante es que Jesús mismo reveló la razón de toda esta ambivalencia acerca de Su origen. Esto es lo que Él tenía que decir al respecto en Mateo 16:13-17

13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Note cuidadosamente el último versículo. Jesús dijo que Su divinidad había sido revelada a Pedro por Dios el Padre. El punto es que la única forma en la que alguien podrá conocer la deidad de Jesús es mediante una revelación divina de parte de Dios. El hombre nunca llegará a este conocimiento a través de la filosofía, la teología o la ciencia. Debe ser revelado.

El hombre, a través de su propio conocimiento, siempre concluirá que Jesús fue un gran erudito, un maestro inspirado, un profeta visionario, un líder moral — o lo que sea.

Pero el hombre, razonando por sí mismo, siempre perderá el hecho central de que Jesús es el Hijo del Dios Viviente. Y, por lo tanto, el hombre operando en la carne siempre negará el nacimiento virginal, porque el nacimiento virginal y la deidad de Jesús son inseparables.

Si Jesús es Dios, entonces debe nacer de Dios. No puede nacer de padres humanos. Por lo tanto, mi posición es que negar el nacimiento virginal es negar la deidad de Jesús.

Como ve, sin el nacimiento virginal, Jesús es — en las palabras del musical de Broadway — “sólo un hombre más”, nacido con la defectuosa naturaleza pecaminosa que todos heredamos de Adán. Y si Jesús es sólo otro hombre, entonces usted y yo no tenemos esperanza alguna. Es por eso que el nacimiento virginal no es un asunto periférico. Es fundamental para la fe cristiana.

La Esencialidad del Nacimiento Virginal

Centrémonos por un momento en la esencialidad del nacimiento virginal. ¿Por qué es tan importante para la fe cristiana? Yo diría que hay tres razones.

En primer lugar, se relaciona con la integridad de la Biblia como la Palabra de Dios. La Biblia dice rotundamente que Jesús nació de una virgen. Si eso no es cierto, entonces, ¿qué podemos creer en la Biblia? Si lo que ella dice acerca del nacimiento de Jesús es ficción, ¿entonces como podemos creer lo que dice acerca de Su muerte y resurrección?

En segundo lugar, se relaciona con la integridad de Jesús como el Mesías. Para que Jesús fuera nuestro Salvador, tres condiciones debían cumplirse:

a) Él tenía que ser Humano. Ningún ángel podía morir por nuestros pecados.

b) Él tenía que ser Divino. Un simple mortal no podía soportar el precio infinito que debía pagarse por nuestros pecados.

c) Él tenía que ser Inmaculado. Un pecador no podía morir por los pecados de otros.

El nacimiento virginal garantizó el cumplimiento de estas tres condiciones:

a) Debido a que nació de María, Él era Humano.

b) Debido a que fue concebido por el Espíritu Santo, Él era Divino.

c) Debido a que nació santo, sin una naturaleza pecaminosa, Él estaba calificado para servir como nuestro Salvador.

Este último punto es extremadamente importante. Verá, aunque Adán y Eva pecaron, Dios le asignó la responsabilidad a Adán (Génesis 3:17-19). Romanos 5:12-21 enfatiza este punto. Afirma que, así como la muerte entró al mundo a través del pecado de un hombre, Adán, y dio lugar a la condenación para todos los hombres, así también, la esperanza de la vida y la justificación han llegado a través de un hombre, Jesucristo.

El punto es que la naturaleza pecaminosa es transmitida por el padre, y por lo tanto, para que Jesús naciera sin una naturaleza pecaminosa, tenía que nacer sin un padre terrenal. Y esto nos lleva a otro punto importante. No fue el nacimiento de Jesús lo que fue milagroso. Él estuvo en el vientre de María durante 9 meses y nació como usted y como yo. Lo que fue milagroso fue Su concepción. En un gran milagro de creación, fue colocado en el vientre de María por el Espíritu Santo.

El Dr. Henry Morris, fundador del Instituto para la Investigación del Creacionismo, describe el proceso en estas palabras:

El cuerpo creciendo en el vientre de María debe haber sido especialmente creado en perfección completa, y colocado allí por el Espíritu Santo, con el fin de que fuera libre del daño inherente del pecado.

Cristo aún sería “nacido de la simiente de David según la carne” (Romanos 1:3), debido a que Su cuerpo fue nutrido por, y nacido de, María, quien era de la simiente de David. Él aún sería el Hijo del Hombre, compartiendo toda la experiencia humana universal desde la concepción hasta la muerte, excepto el pecado. Él es verdaderamente la “simiente de la mujer” (Génesis 3:15), Su cuerpo no se formó ni de la simiente del hombre ni del óvulo de la mujer, sino que creció a partir de una semilla única plantada en el cuerpo de la mujer por Dios mismo.

Es decir, Dios directamente formó un cuerpo para el segundo Adán, tal como lo hizo para el primer Adán (Génesis 2:7). Esto fue nada menos que un milagro de creación, capaz de ser realizado sólo por el Creador mismo.12

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 5 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 2 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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Las Promesas Olvidadas de la Navidad

La mayoría de la gente parece haber olvidado que, al mismo tiempo que el ángel Gabriel le dio a María una serie de promesas con respecto a la Primera Venida del Mesías, también le reveló algunas promesas con respecto a la Segunda Venida del Mesías. Yo llamo a estas últimas promesas las “promesas olvidadas de la Navidad”. Echemos un vistazo a las promesas que Gabriel le dio a María (Lucas 1:31-33):

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Siete Promesas Gloriosas

Esta magnífica declaración contiene siete promesas. Cuatro de ellas se relacionan con la Primera Venida del Señor y, por lo tanto, todas se han cumplido. María concibió y dio a luz un hijo. Su nombre fue llamado Jesús. Él fue grande, y fue llamado el Hijo de Dios.

Las últimas tres promesas que Gabriel hizo a María no se han cumplido. Se relacionan con la Segunda Venida de Jesús:

1) Se le dará el trono de David.

2) Él reinará sobre la casa de Jacob.

3) Su reino no tendrá fin.

Llamo a estas tres promesas las “promesas olvidadas” de la Navidad porque la mayoría de las iglesias de la cristiandad no las enseñan hoy. Eso es porque la mayoría de las iglesias toman la posición de que Jesús nunca regresará a esta tierra para reinar. Esto se llama el punto de vista Amilenial.

Promesas Espiritualizadas

El punto de vista amilenial se basa en la suposición de que la Biblia no quiere decir lo que dice. Para corroborar el punto de vista, sus defensores se ven obligados a espiritualizar las Escrituras. Así, en su interpretación de las promesas de Lucas 1:31-33, convierten el trono de David en el trono de Dios y la casa de Jacob se convierte en la Iglesia. Luego concluyen que las promesas se han cumplido en el reinado actual de Jesús desde el trono de Su Padre sobre Su Iglesia.

El Trono de David

No hay duda de que Jesús está reinando actualmente desde el trono de su Padre sobre Su reino, la Iglesia. Pero, identificar ese reinado con el prometido a María requiere un gran salto de la imaginación.

El “trono de David” no es el trono de Dios. El trono de Dios está en el Cielo. El trono de David está en Jerusalén (Salmo 122:5).

Jesús mismo diferencia claramente entre el trono de Dios y Su propio trono en Apocalipsis 3:21. En ese versículo, Jesús dice que un día permitirá que los creyentes se sienten con Él en Su trono, tal como Su Padre le ha permitido compartir Su trono.

Jesús no está en el trono de David hoy. Él está sentado a la diestra de Su Padre, en el trono de Su Padre. Él ocupará el trono de David cuando regrese a la tierra para reinar desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 24:21-23).   

La Casa de Jacob

La “casa de Jacob” no es la Iglesia. Éste es un término del Antiguo Testamento para los hijos de Israel (Éxodo 19:3). La Iglesia nunca es referida en las Escrituras como la casa de Jacob. La Biblia enseña que un remanente de los judíos un día aceptará a Jesús como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27). Esto ocurrirá al final de siete años de un terrible sufrimiento llamado la Tribulación, o “el tiempo de angustia de Jacob” (Jeremías 30:7).

Cuando Jesús regrese al final de ese tiempo de sufrimiento, el remanente judío será reunido en la tierra de Israel y se convertirá en la nación más importante del mundo (Ezequiel 37:11-28; Zacarías 8: 22-23). Jesús entonces gobernará sobre la casa de Jacob.

El Reino Eterno

El reino actual de la Iglesia no es un reino eterno. El reino de la Era de la Iglesia terminará con el Rapto de la Iglesia.

El reino de la Iglesia será seguido por el reino milenial, cuando Jesús reinará sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 2:1-4). Ese reino durará mil años (Ap. 20:1-7).

El reino final y Eterno de Cristo se establecerá en una tierra nueva y perfeccionada (1 Corintios 15:24; Ap. 21:1-8).

Creyendo la Palabra de Dios

¿Por qué no podemos aceptar que las promesas hechas a María significaron lo que dijeron? Las primeras cuatro querían decir exactamente lo que dijeron. ¿Por qué deben espiritualizarse las tres últimas? La única razón para espiritualizarlas es para forzarlas a conformarse a alguna doctrina preconcebida.

Creo que Dios sabe cómo comunicarse. Si Dios hubiera tenido la intención de prometer a María que su Hijo reinaría desde el Cielo sobre la Iglesia para siempre, lo habría dicho. En cambio, Él le reafirmó la promesa que había hecho muchas veces a través de los profetas del Antiguo Testamento, de que Su Hijo reinaría desde el trono de David en Jerusalén sobre Israel, y que a Él se le daría un reino que duraría para siempre (Isaías 9:6-7; Ezequiel 37:21-28).

Si las promesas que Dios hizo a los judíos no querían decir lo que dijeron, entonces, ¿cómo podemos estar seguros de que Sus promesas a la Iglesia significan lo que dicen? Creo que Dios quiere decir lo que dice.

Un Dios de Profecía

Nuestro Dios conoce el futuro y tiene la audacia de proclamarlo (Isaías 46:10). Él también tiene el poder de asegurarse de que lo que proclama se cumpla (Isaías 46:11). Lo más importante es que Él es fiel (1 Corintios 1:9), por lo que podemos descansar en Sus promesas.

Regocijémonos de que el nacimiento en Belén de hace tanto tiempo, es una prueba positiva de que el que nació allí pronto regresará en gloria como Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:16).

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 1 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice 

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 2:8-14

Cada año, en Navidad, recuerdo las notables profecías concernientes al nacimiento de Jesús y cómo corroboran Su deidad y la fidelidad de Dios. Echemos un vistazo a algunas de esas profecías.

El Momento del Nacimiento

El momento del nacimiento del Mesías había sido indicado en Génesis 49:10, en palabras pronunciadas por Jacob en su lecho de muerte a su hijo Judá: “El cetro no será quitado de Judá . . .hasta que venga Silo, y le obedecerán los pueblos”.

El término, “Silo”, fue reconocido por los rabinos judíos como un título mesiánico. El “cetro” se refiere al poder judicial de la nación. Por lo tanto, esta profecía declara que el Mesías vendrá en un momento en que el poder judicial de la nación haya sido eliminado.

Aunque Judá fue privada de su soberanía nacional durante el período de 70 años de cautiverio babilónico, nunca perdió su cetro, porque a los judíos se les permitió tener sus propios jueces, incluso mientras estaban en cautiverio.

Josh McDowell, en su libro, Evidencia que Exige un Veredicto, señala que “la primera señal visible del comienzo de la remoción del cetro de Judá se produjo cuando Herodes el Grande, que no tenía sangre judía, sucedió a los príncipes macabeos que pertenecían a la tribu de Leví y quienes fueron los últimos reyes judíos en reinar en Jerusalén”.1

El punto de inflexión crucial se produjo poco después de la muerte de Herodes cuando, alrededor del año 7 d. C., los romanos eliminaron el poder del Concilio del Sanedrín en Judá para pronunciar la pena de muerte. Así, el cetro (el poder judicial supremo) fue quitado de Judá.

Tenga en cuenta que Jesús el Mesías había nacido alrededor del año 4 a. C., durante los últimos años de Herodes (Mateo 2:1), por lo que “Silo” había llegado poco antes de que el cetro partiera — ¡tal como fue profetizado!

El Lugar de Nacimiento

El lugar del nacimiento del Mesías también había sido profetizado con precisión quinientos años antes por el profeta Miqueas: “Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel” (Miqueas 5:2).

¿Alguna vez se ha preguntado qué significa el término “Efrata” en este pasaje? Es una designación geográfica para indicar con precisión qué Belén está siendo identificado. Es como diferenciar entre Springfield, Missouri y Springfield, Illinois.

El punto es que había otra Belén en la tierra de Israel en el área al norte, cerca del Mar de Galilea. Había sido asignada a la tribu de Zabulón.

La Naturaleza Divina del Niño

También se había profetizado que el niño especial nacido en Belén sería tanto humano como divino. Daniel enfatizó la humanidad del Mesías, cuando se refirió a Él como “el Hijo del Hombre” (Daniel 7:13). Isaías enfatizó Su divinidad, cuando dijo que el Mesías sería llamado “Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

Incluso en la profecía de Miqueas sobre Belén hay una referencia a la naturaleza divina del niño que nacería allí. Miqueas declaró que el niño sería uno cuyos “orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad” (Miqueas 5:2; RVR-1995). En otras palabras, Él sería un ser eterno nacido en un cuerpo físico.

La naturaleza divina del niño también fue indicada en otras profecías acerca de Su nacimiento. Por ejemplo, la primera profecía mesiánica en la Biblia es una pronunciada por Dios mismo en el Jardín del Edén, cuando le dijo a Satanás que un día sería derrotado por Aquel que nacería de “la simiente de la mujer” (Génesis 3:15). Esto parece ser una clara indicación de que el Mesías nacería milagrosamente a través de una virgen. Miles de años después, Isaías profetizó específicamente que el nacimiento ocurriría de esta manera: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo...” (Isaías 7:14).

Además, Isaías predijo que al Mesías se le daría un nombre que indicaría Su divinidad. Él será llamado “Emanuel”, dijo Isaías, que significa “Dios con nosotros” (Isaías 7:14). Seiscientos años después, cuando el ángel Gabriel se le apareció a María para decirle que ella sería la madre del Mesías, especificó que ella debía llamar al bebé Yeshúa (Lucas 1:31). Ese nombre en hebreo significa “Salvación de Dios” (Mateo 1:21).

Otros detalles profetizados sobre el nacimiento del Mesías incluyeron:

  • Una estrella señalaría Su nacimiento (Números 24:17 y Mateo 2:2).
  • Se le presentarían regalos (Salmo 72:10-11 y Mateo 2:1-12).
  • Los niños en Su lugar de nacimiento serían sacrificados (Jeremías 31:15 y Mateo 2:16).
  • Él residiría en Egipto (Oseas 11:1 y Mateo 2:11-15).

La Celebración del Nacimiento

La concepción y el nacimiento del Mesías fueron celebrados en algunos himnos proféticos notables. María profetizó en un cántico de regocijo que el niño que había concebido era evidencia de que “su misericordia [de Dios] es de generación en generación” (Lucas 1:50). Ella continuó profetizando que Él “esparciría a los soberbios”, “derribaría gobernantes", “exaltaría a los humildes” y “saciaría a los hambrientos” (Lucas 1:52-53).

Su pariente, el sacerdote Zacarías, también entonó un cántico profético de celebración cuando nació su hijo, Juan el Bautista. Refiriéndose al bebé en el vientre de María, proclamó que Dios “ha levantado para nosotros un cuerno de salvación” (Lucas 1:69). Luego declaró que su propio hijo sería llamado “profeta del Altísimo”, y profetizó que su hijo iría “delante del Señor para preparar sus caminos” (Lucas 1:76).

Zacarías concluyó su cántico con una de las profecías poéticas más hermosas sobre el Mesías que se pueden encontrar en cualquier parte de las Escrituras: “A causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios . . . la luz de la aurora nos visitará de lo alto, para alumbrar a los habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz” (Lucas 1:78-79).

El siguiente cántico profético de celebración se entonó en la noche del nacimiento del Mesías, cuando un ángel se apareció a los pastores de Belén y proclamó: “... he aquí, les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). A ese ángel se le unió repentinamente una multitud de ángeles que cantaron un coro triunfante: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz entre los hombres con los que se complazca” (Lucas 2:13-14).

El cántico profético final relacionado con el nacimiento del Mesías fue cantado por un hombre “justo y piadoso” de Jerusalén, llamado Simeón. El Espíritu Santo había venido sobre él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías (Lucas 2:25-26). Se le dio ese glorioso privilegio cuarenta días después del nacimiento del Mesías, cuando los padres de Jesús vinieron al templo en Jerusalén para dedicar su bebé a Dios.

Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos, agradeció al Señor, y luego cantó: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:30-32).

La Importancia de las Profecías del Nacimiento

El cumplimiento de todas estas profecías en la vida de una persona, Jesús de Nazaret, es una prueba positiva de que Él es quien dijo ser, es decir, el Mesías de Dios (Marcos 14:62 y Lucas 22:70).

La fidelidad de Dios en el cumplimiento de cada una de estas profecías en detalle también es significativa, porque nos da la seguridad de que Él también cumplirá fielmente todas las profecías que el ángel Gabriel le dio a María con respecto al regreso de Jesús.

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 15 de diciembre de 2022

Revista Llamada de Medianoche – Diciembre 2022

¿Por qué debía hacerse la Navidad?

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Temas incluidos en esta edición:

»» Pablo enseña acerca de la Iglesia e Israel
»» ¿Acuerdo o guerra con Líbano?
»» Israel y la oración
»» Disney se desenmascara solo
»» El poder del Cristo exaltado para la Iglesia sufriente

Entre otros.

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lunes, 21 de noviembre de 2022

Esperando a Nuestro Mesías (Parte 1 de 2)

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba sobre él. Lucas 2:25

En los largos y oscuros años que siguieron a la finalización del Antiguo Testamento, Israel descendió a un período de oscuridad silenciosa. Como se profetizó, parecía haber hambre por la Palabra del Señor, porque después de Malaquías no hubo más revelaciones.

El Imperio Griego se levantó y cayó, dando paso finalmente al Imperio Romano. Posicionado en la encrucijada del mundo antiguo, Israel se convirtió en un Estado sometido. Las revueltas de corta duración ofrecieron una esperanza de corta duración. Hace poco más de 2,000 años, la pesada bota de la paz romana había aplastado las esperanzas religiosas y nacionalistas de la mayoría de los judíos. Sólo los zelotes estaban listos para tomar las armas y luchar contra Roma.

Las provincias de Judea representaban una molestia constante para los jefes supremos romanos. Siempre discutiendo, y obstinadamente resistentes a abrazar a los dioses romanos, los judíos insistieron en endurecer sus cervices y adorar a su propio Dios, en lugar de seguir la corriente del gobierno romano.

Fue durante este tiempo oscuro en la historia humana — en un lugar remoto pero estratégico — que Dios envió a Su Hijo al mundo.

Todos estamos familiarizados con la historia de la Navidad, incluso si algunos de los detalles que conocemos son extrabíblicos. Gabriel se le apareció primero al padre de Juan el Bautista, Zacarías, y luego a María. José también tuvo un visitante angelical que predijo el nacimiento de Jesús.

Aparte de esos tres y la esposa de Zacarías, Elizabeth, no hay registro en las Escrituras de que el nacimiento real de Jesús haya sido predicho a nadie más.

La noche en que Jesús nació, aparecieron ángeles en el cielo sobre Belén. No vinieron a proclamar las Buenas Nuevas a los bien conectados o religiosamente orgullosos. Llegaron a “algunos pastores” — hombres en los márgenes mismos de la sociedad que dormían con su ganado en los campos por la noche. Pero, ¡oh, qué espectáculo vieron cuando una multitud de las huestes celestiales apareció sobre sus cabezas y prorrumpió en un canto de alabanza. Informados del nacimiento del Salvador, se apresuraron a Belén para ver al Bebé. Al regresar a sus rebaños, iban “glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido dicho” (Lucas 2:20).

Pero había otras dos personas que, según la Biblia, estaban anticipando al Mesías del Señor. Simeón era un anciano que aguardaba la consolación de Israel”, un título que se refería a la promesa de que el Mesías liberaría a Israel. Y Ana era una profetisa de 84 años. Viuda por muchos años, estaba en el templo día y noche, ayunando, orando y esperando en el Señor.

Lucas describe cómo estos dos judíos fieles recibieron la bendición de conocer al Niño Jesús. El Espíritu Santo le había revelado a Simeón que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo (Lucas 2:26). Ana también tenía discernimiento espiritual. Tan pronto como lo vio, reconoció a Jesús como el Ungido y dio gracias a Dios por permitirle mirar la Redención de Jerusalén.

¿Por Qué Sólo Dos?

Nos gustaría suponer que Simeón y Ana, un hombre y una mujer devotos, eran representantes de un grupo mucho más grande que estaba esperando al Mesías. Pero no creo que ése sea el caso. Sabemos que, cuando los magos llegaron a Jerusalén buscando encontrar y adorar al “Rey de los judíos”, Herodes se turbó — y toda Jerusalén junto con él.

¿Por qué se turbó el rey idumeo y por qué la ciudad se inquietó junto con él? Ciertamente no porque carecieran de señales con respecto al nacimiento de Jesús. Los principales sacerdotes y escribas que se reunieron para responder a la pregunta de Herodes dijeron correctamente que el Mesías nacería “en Belén de Judea, porque esto es lo que ha escrito el profeta” (Mateo 2:5). Las Escrituras no indican que ninguno de ellos se molestara en ir a Belén y ver por sí mismos. A diferencia de los humildes pastores que se apresuraron a ver al Niño Jesús, no pudieron molestarse en caminar las pocas millas hasta la ciudad de David, literalmente en las afueras de Jerusalén hacia el sur.

Herodes tampoco estaba interesado en ir a ver o adorar al niño Rey de los judíos. Envió a los magos visitantes en su camino y les pidió que le informaran. El supuesto deseo de Herodes de eventualmente adorar era evidentemente falso, por lo que Dios advirtió a los sabios en un sueño que no regresaran a Herodes.

No, el rey de los judíos de Idumea estaba preocupado porque el verdadero rey de los judíos —incluso cuando era un niño pequeño en Belén — representaba una gran amenaza para su reinado. Herodes hizo matar a su amada esposa Mariamna y a dos de sus propios hijos, sólo porque su paranoia lo llevó a pensar que su poder estaba en riesgo. Entonces, dada la tendencia de Herodes a arremeter contra cualquiera que pudiera socavar su derecho al trono, toda la ciudad estaba nerviosa preguntándose cómo podría reaccionar cuando los emisarios extranjeros vinieran a adorar al Mesías recién nacido.

Isaías dijo que el Mesías surgiría de la raíz de Isaí (Isaías 11:1), pero que como un “brote tierno” o una “raíz de tierra seca”, Él no tendría “aspecto hermoso ni majestuoso” (Isaías 53:2). Con respecto a la referencia a la tierra seca, la brecha de 400 años entre el Antiguo Testamento y el Nuevo refleja ese período de silencio celestial, y demuestra al menos un cumplimiento parcial de Amós 8:11-12:

He aquí que vienen días, dice el SEÑOR Dios, en los cuales enviaré hambre a la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír las palabras del SEÑOR. Irán errantes de mar a mar. Desde el norte hasta el oriente andarán errantes buscando palabra del SEÑOR y no la encontrarán”.

El Ungido nacido en Belén no era el poderoso rey guerrero que muchos judíos anhelaban. Querían un salvador que los liberara de la opresión romana y restaurara su primacía nacional, no un Salvador que los liberara de sus pecados y restaurara su relación con el Dios Todopoderoso. De hecho, los sacerdotes y escribas se ofendieron mucho cuando Jesús se atrevió a sugerir que serían considerados indignos, o peor aún, que la gracia de Dios se extendería a los gentiles en lugar de a ellos. Fue la referencia de Jesús a la bendición de Dios extendida a los gentiles en lugar de a los judíos lo que indignó a las personas reunidas en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:22-29).

Desde el momento en que nació, Jesús no fue anunciado para las masas. Según las Escrituras, sólo había seis judíos (María, José, Zacarías, Isabel, Simeón y Ana) que esperaban a Jesús con anticipación, junto con “algunos pastores”, a quienes se les informó de Su llegada. El resto de la sociedad judía parece haber estado viviendo sin discernimiento espiritual alguno.

El Patrón Consistente Durante Su Ministerio

De niño, Jesús no sólo era precoz; era diferente a cualquiera que hubiera venido antes (¡un eufemismo de todos los tiempos!). Cuando tenía sólo 12 años, los maestros de la Ley en el templo estaban “asombrados de su entendimiento y de sus respuestas” (Lucas 2:47). Después de que comenzó su ministerio público, confundió a los escribas y fariseos al enseñar como alguien con autoridad. Y aun así, la gente no lo reconoció por quién era.

Incluso los discípulos de Jesús no estaban seguros de qué hacer con Él. Multiplicar panes y peces; calmar un mar tormentoso; curar a los sordos, cojos, leprosos y ciegos; liberar a los poseídos por demonios de la esclavitud; todavía se necesitó la revelación del Padre en el cielo para que Pedro finalmente confesara: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:13-17).

Mientras tanto, las masas, aunque atraídas por los milagros de alimentación y curación, ignoraban en gran medida que Jesús era el Mesías profetizado.

Por Sus propias buenas razones, Jesús no transmitió ese hecho. La mayoría de las veces, les dijo a las personas que sanó que siguieran la Ley, pero que no le dijeran a nadie acerca de Él. Incluso habló en parábolas, para que la plenitud de Su significado fuera irreconocible para las masas que realmente no habían puesto su confianza en Él. Sus palabras y la verdad que revelaron fueron para “los que tienen ojos para ver y oídos para oír” (Mateo 13:16).

En un sentido muy real, sólo las ovejas que reconocieron Su voz lo escucharían y seguirían —entonces y ahora (Juan 10:27-28).

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:27-28

Para algunos de nosotros, la promesa de Su venida resuena en nuestros corazones e inspira nuestros días. Nos despertamos cada mañana con la esperanza de que Él venga ese mismo día.

En la segunda y última parte de este artículo acerca de aquellos que esperan a su Mesías, examinaremos las cuatro categorías de anticipación de los creyentes por el regreso de Cristo y reflexionaremos en qué categoría podemos caer cada uno.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article: Awaiting Our Messiah 

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