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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Evangelismo Centrado en la Profecía

 Por Tim Moore

¿Entiendes lo que lees? Él dijo: —¿Y cómo podré, si alguien no me enseña? (Hechos 8:30-31)

Una crítica constante a la profecía bíblica — o al menos a los defensores de la importancia de la Palabra profética de Dios — es que tiene poca relevancia para los creyentes individuales, o para la obra central de la Iglesia. Muchos pastores expresan renuencia a predicar sobre la profecía porque tienen muchas otras preocupaciones que claman por su atención, desde problemas matrimoniales y familiares, hasta Satanás y el pecado pisándole los talones a su rebaño.

Otros son abiertamente hostiles a la profecía bíblica. Rick Warren, un prominente pastor que dirige una gran iglesia y es un autor de best-sellers, caracteriza la profecía como una “distracción”, y dice que cualquiera que se permita involucrarse en distracciones como estudiar la profecía “no es apto para el reino de Dios”. Otro conocido defensor del cristianismo reimaginado, Tony Campolo, dijo: Los cristianos rígidos, que creen en la posibilidad del pronto regreso de Jesús son un problema real para todo el mundo”. Está claro que estos hombres expresan una hostilidad hacia la profecía bíblica que es perturbadora.

Los propios discípulos de Jesús expresaron ciertas expectativas basadas en su comprensión de las profecías del Antiguo Testamento. Durante una visita a Jerusalén, después de la profecía de Jesús acerca de la destrucción del impresionante Templo construido por Herodes, se acercaron al Señor en privado y le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Jesús no desestimó sus expectativas ni se burló de su entendimiento. Y, ciertamente, no reprendió su interés en lo que había sido profetizado. En cambio, expuso las señales de Su venida y del fin del siglo.

¿Por Qué Estudiar Profecía?

La primacía de la profecía fue introducida en los primeros capítulos del Génesis por Dios mismo y está entretejida a lo largo de todo el libro hasta el último capítulo del Apocalipsis. Pronunciada por Dios — ya sea directamente o a través de Sus profetas — beneficia a aquellos que la toman en serio.

Después de Su resurrección, Jesús le preguntó a Pedro tres veces: “¿Me amas?” (Juan 21:15-17). Pero, en Juan 12:44, la pregunta retórica detrás de Su interacción con la multitud era: “¿Confían en mí?”, incluso cuando dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió”. Y, puesto que el espíritu de la profecía es el testimonio de Jesús, el estudio de la Palabra profética de Dios nos ayuda a identificar, entender y compartir al Hijo.

En un sentido muy real, el mayor valor de entender la profecía bíblica no radica en ahondar en el conocimiento secreto accesible sólo a los súper santos del Altísimo. Proporciona la motivación y la comprensión para compartir el Evangelio con la Palabra inspirada por Dios y en el poder del Espíritu Santo.

Esto nos lleva al pasaje citado al principio de este artículo y explica la misión de Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza. Un ángel le dijo: “Levántate y ve al sur”, se levantó y se fue (Hechos 8:26-27). Cuando llegó allí, se encontró con un eunuco etíope que regresaba a casa después de adorar en Jerusalén. Este hombre era obviamente observador y viajó una larga distancia para llegar al Templo. A pesar de su devoción, el eunuco era incapaz de entender los escritos proféticos de Isaías: “Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará?, porque fue quitada de la tierra su vida” (Hechos 8:32-33, citando a Isaías 53:7-8).

Inspirado por el Espíritu Santo, Felipe “abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura le anunció el evangelio de Jesús” (Hch 8:35). Los ojos del etíope también se abrieron e inmediatamente expresó el deseo de profesar su fe en Cristo. La obediencia de Felipe y su disposición a explicar la verdad de la profecía mesiánica hicieron que el nuevo converso siguiera su camino lleno de gozo.

Otro ejemplo famoso de evangelismo a través de la profecía se encuentra en el primer sermón de Pedro en Pentecostés. Se encuentra en Hechos 2:14-36, es una recitación de una profecía tras otra cumplida en la vida y persona de Jesús. Joel dijo: “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán...”. “No estamos ebrios de vino, sino llenos del Espíritu Santo de Dios”.

Hablando del Mesías, David predijo: “No dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que Tu santo vea corrupción...”. “Jesús nazareno, aprobado por Dios con maravillas, prodigios y señales... fue entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios para ser crucificado por manos de inicuos... pero Dios lo levantó, porque era imposible que fuera retenido por la muerte”.

También se le prometió a David que uno de sus descendientes se sentaría en su trono, aunque David permanece muerto y enterrado mientras Jesús vive de nuevo. Es por eso que David también previó a Su Hijo exaltado ascendiendo al cielo, y escuchó de antemano: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. “Ésta es una promesa que permanece en Jesús, el Señor y Cristo, a quien ustedes crucificasteis”.

Al oír esta clara lectura de la profecía bíblica y comprender su cumplimiento en la persona de Jesús, 3,000 de las personas reunidas en Jerusalén “se compungieron de corazón” y clamaron por salvación.

Testimonios Abundan

Podría citar muchos ejemplos de hombres y mujeres compungidos de corazón por la profecía bíblica. Cara a cara con la verdad de que Jesús es el Cristo profetizado, el Hijo del Dios viviente; consciente de que Él derramó Su propia sangre inocente de acuerdo con el plan de salvación predicho por Dios; convencido de que Él murió, pero no sufrió corrupción al resucitar y ascender a la diestra del Padre en el Cielo; convictos de su propio pecado y del castigo merecido por su pecado contra Dios, como se dice en Su Palabra; y creyendo en Su promesa de preparar un lugar para aquellos que confían en Él y rescatarnos de la ira venidera... hombres, mujeres, niños y niñas han invocado el Nombre de Jesús y así han sido salvos.

Nuestro amigo y colega evangelista, Jimmy Phillips, ha estado predicando la profecía bíblica durante 76 años. Cuando se le preguntó por qué enfatizaba la Palabra profética de Dios, Jimmy respondió: “La predico en primer lugar porque la Biblia la enseña. La Biblia no tiene errores. Y los santos varones de Dios hablaron inspirados por el Espíritu”. Con respecto a la urgencia de ese mensaje, el Dr. Phillips dijo: “La convergencia de las señales que tenemos hoy apuntan al Rapto de la Iglesia”.

John Neese, el fundador de SAC Orphans, ha descubierto que la profecía bíblica lo conecta con los niños en Rusia. Resuenan con la esperanza y la promesa transmitidas en las profecías que apuntan a nuestro Señor venidero.

George Collich, quien formó parte del personal del Ministerio Cordero y León durante muchos años, se sintió atraído hacia el Señor mientras escuchaba al Dr. David Reagan enseñar acerca de Apocalipsis.

Jack Hollingsworth, cuya vida fue devastada por el alcohol, fue salvado y luego dedicó su vida a convertirse en un evangelista cantante ansioso por proclamar la verdad profética que lo había liberado.

Aún hay Poder en la Palabra

Juan el Bautista preguntó a los fariseos y a los saduceos: “¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?” (Mateo 3:7). Pablo afirmó que, entre las bendiciones que Dios da a los que reciben la salvación está “esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10). Sin la Palabra profética, no tendríamos ninguna advertencia de la ira ni anticipación del rescate. Alabado sea Dios que, sabiendo ambos, estamos motivados a un evangelismo urgente.

Jesús dijo a sus discípulos: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Algunos cristianos piensan que las palabras en letras rojas de su Biblia impresa tienen un significado especial, ya que han sido coloreadas por los editores para resaltar las palabras habladas de Cristo. Ese mismo patrón continúa en Apocalipsis en Biblias promocionadas como “Ediciones de Letras Rojas”.

Pero, ¿qué hay de las palabras registradas en Apocalipsis 21:5-8? El que está sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Me dijo: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Y me dijo: “Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida”.

Esas palabras no están coloreadas de rojo por los editores de mi Biblia, sin embargo, son claramente dichas por Dios. Lo mismo es cierto en Génesis 1:3, cuando nuestro Dios Creador dijo: “Sea la luz”.

El punto es que, ya sea que las palabras estén en rojo o no, o entre comillas o no, o incluso precedidas por la frase: “Así dice el Señor...”, “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).

En resumen, toda la Palabra de Dios está centrada en el Evangelio y es evangelística. Y eso ciertamente incluye Su Palabra profética.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

lunes, 2 de septiembre de 2024

Una Guía Sencilla Sobre la Profecía Bíblica

Por Robert Jeffress

(Nota: El siguiente artículo fue escrito por nuestro autor colaborador invitado, el Dr. Robert Jeffress, pastor principal de First Baptist Dallas. Su artículo se reimprime con permiso de Pathway Magazine, septiembre/octubre de 2020).

El tema del libro de Apocalipsis es éste: El fin de tu vida, tal como la conoces, se acerca pronto. Ese final vendrá ya sea a través de tu muerte o a través del regreso de Jesucristo, pero tu vida está a punto de sufrir un gran cambio. Y el conocimiento de que tu vida va a terminar debería afectar cómo vives en este momento.

¿Cuál es el futuro que Dios ha planeado para nosotros? Muchos cristianos se confunden acerca de los tiempos del fin. Simplifiquemos el tema de la profecía bíblica al ver una vista previa del plan de Dios.

La Era de la Iglesia

El primer evento en la profecía bíblica es la Era de la Iglesia. La Era de la Iglesia es el período desde Pentecostés hasta el Rapto, durante el cual los gentiles son invitados a participar en las bendiciones del Pacto Abrahámico. Dios emitió una invitación a Abraham y a sus descendientes, los judíos, para que estuvieran en una relación de pacto con Él. Pero Israel rechazó temporalmente esa invitación cuando rechazó a Cristo. Así que Dios extendió Su invitación para incluir a los no judíos, para que pudiéramos ser salvos. Éste es el período en el que estamos viviendo ahora mismo, cuando Dios ha dejado a un lado temporalmente a Israel y ha invitado a todos a ser parte de la bendición de Su pacto.

No nos equivoquemos: Dios no ha terminado con Israel. En Romanos 11:1, 25, Pablo dijo: “¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! ...El endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”. Cuando la Era de la Iglesia termine, Dios terminará Sus tratos con Israel.

El Rapto de la Iglesia

La Era de la Iglesia terminará con el Rapto de la Iglesia. El Rapto es el arrebatamiento al cielo de todos los cristianos antes de que comience la Tribulación. Pablo lo describió en 1 Tesalonicenses 4:16-17: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Hay cuatro elementos del Rapto: En primer lugar, el Señor descenderá del cielo. Desciende en el aire, no al suelo.

Segundo, los muertos en Cristo serán resucitados. ¿Quiénes son los muertos en Cristo? Es cada creyente que ha muerto desde Pentecostés. Cuando los cristianos mueren, nuestros cuerpos permanecen en la tierra, pero nuestros espíritus van a estar con el Señor. Pablo dijo: “Estar ausente del cuerpo es estar presentes al Señor” (2 Corintios 5:8). Pero nuestros cuerpos no permanecerán en la tierra para siempre. En el Rapto, las tumbas serán abiertas y los cuerpos de los salvados serán resucitados.

Tercero, los cristianos que estén vivos en ese momento se encontrarán con el Señor en el aire. Habrá una generación de cristianos que nunca experimentarán la muerte; serán arrebatados para encontrarse con el Señor.

Cuarto, nuestros cuerpos serán cambiados de mortales a inmortales. Pablo dijo: Es necesario que esto [cuerpo] mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). Tu cuerpo puede ser adecuado para este mundo, pero no es adecuado para el mundo venidero. En el Rapto, recibiremos cuerpos completamente nuevos de parte de Dios que están libres de dolor, sufrimiento y enfermedad.

El Rapto es el siguiente evento en la línea de tiempo profética de Dios. No hay profecías que tengan que cumplirse antes del Rapto. Podría suceder en cualquier momento.

La Tribulación

El Rapto de la Iglesia será seguido por la Tribulación. La Tribulación es un período de siete años, que comenzará cuando el líder mundial conocido como el Anticristo, firme un pacto de paz con Israel, y terminará con la Segunda Venida de Jesucristo. Éstos son los últimos siete años de la historia de la Tierra.

Hay dos propósitos para la Tribulación. Primero, será un tiempo de salvación para judíos y gentiles. Muchas personas serán salvas, judíos y gentiles por igual, durante estos últimos siete años. Es una señal de la misericordia de Dios. Quiere salvar a tantas personas como sea posible. Segundo, será un tiempo de condenación de los incrédulos.

Armagedón y la Segunda Venida de Cristo

La Tribulación será seguida por la Segunda Venida de Cristo. Éste es el regreso visible de Jesucristo para establecer Su reino en la tierra. Al final de la Tribulación de siete años, todas las fuerzas del mundo se reunirán en la llanura de Meguido, en Israel, para hacer la guerra y derrocar al Anticristo. Este último conflicto mundial se llama la Batalla de Armagedón.

Mientras las fuerzas del mundo luchan contra el Anticristo, de repente los cielos se abrirán y el Señor Jesús aparecerá. Apocalipsis 19:11-16 dice:

Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

La Segunda Venida es diferente del Rapto. En el Rapto, sólo los creyentes verán al Señor; en la Segunda Venida, todos lo verán. En el Rapto, los cristianos se encontrarán con el Señor en el aire; en la Segunda Venida, Sus pies tocarán el suelo. Éste es el regreso visible de Jesucristo.

El Milenio

A la Segunda Venida de Cristo le sigue el Milenio. El Milenio es un período de mil años durante el cual Cristo reinará en la tierra. Éste es el momento en que Dios cumplirá Su promesa a Abraham en Génesis 12:1-3 de una tierra, descendencia y bendición, donde el Mesías gobernará en el trono de David desde Jerusalén.

Apocalipsis 20:-3 (RVR-1995) dice:

Vi un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello sobre él, para que no engañara más a las naciones hasta que fueran cumplidos mil años. Después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

Con Satanás atado por mil años, parte de la maldición del pecado será removida, pero no toda. Éste es el tiempo que describe Isaías 65, cuando las personas vivirán por lo menos hasta los cien años y no tendrán dificultades con espinos y cardos. Es una renovación, no una recreación de la tierra.

Satanás Liberado y la Rebelión Final

Al final de estos mil años, Satanás será liberado por un corto tiempo. ¿Por qué Dios lo dejaría ir? He aquí por qué: Sólo los creyentes entran en el Milenio. Ustedes y yo entraremos en el Milenio en los nuevos cuerpos resucitados que recibimos en el Rapto. Los cuerpos resucitados no se reproducen, pero los cuerpos naturales sí. Las personas que sean salvas durante la Tribulación entrarán en el Milenio en sus cuerpos naturales. Eso significa que podrán tener hijos.

Es importante que a cada persona se le dé la opción de seguir a Jesús. Así que Dios soltará a Satanás por un corto tiempo; y sorprendentemente, algunos niños que nacieron y crecieron durante el Milenio elegirán seguir a Satanás en lugar de a Jesús. Ésa es la rebelión final.

El Juicio del Gran Trono Blanco

Dios pone fin a esta rebelión en el Juicio del Gran Trono Blanco. Éste es el juicio final de Dios contra todos los incrédulos que han vivido. Apocalipsis 20:13 dice: “El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras”. Cuando los incrédulos mueren, sus espíritus van al Hades. Jesús habló de ello en la historia de Lázaro y el hombre rico. El hombre rico murió y fue al Hades, y dijo: “Estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16:24). El Hades es un lugar de intenso sufrimiento para los que no son salvos hasta su juicio final.

En el Juicio del Gran Trono Blanco, los incrédulos serán juzgados por sus obras. Apocalipsis 20:13 dice: “Fueron juzgados cada uno según sus obras”. ¿Por qué se les juzga por sus obras? Los incrédulos dicen: “No necesito el perdón de Jesucristo; Soy lo suficientemente bueno como para entrar en el cielo”. Entonces Dios les dice: “Está bien. Te juzgaré por tus obras”. Desafortunadamente, el estándar por el cual Dios juzga es la perfección de Jesucristo. Y según ese estándar, “todos están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

El resultado de este juicio es la condenación eterna. Apocalipsis 20:14-15 dice: “La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego”. El versículo 10 dice: “Serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.

Los incrédulos no son destruidos cuando son juzgados; sufren por los siglos de los siglos. La horrible verdad sobre el infierno es ésta: Cuando hayas pasado tres billones de años en la agonía del infierno, no habrás reducido ni un segundo la cantidad de tiempo que te queda. Ése es el destino de todos los que mueren sin confiar en el perdón de Jesucristo.

Eternidad Futura

Después del Juicio del Gran Trono Blanco, entramos en la eternidad futura. Éste es el estado permanente de los creyentes que habitan los nuevos Cielo y Tierra, y de los incrédulos que habitan el Lago de Fuego. En 2 Pedro 3:7 y 10, Pedro explicó que el cielo y la tierra actuales serán destruidos por el fuego. Juan dijo en Apocalipsis 21:1: “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado”. No vamos a pasar la eternidad flotando en algún lugar. La tierra será recreada al estado que Dios originalmente quiso que fuera. En la Nueva Tierra, Dios “enjugará toda lágrima de [nuestros] ojos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron” (v. 4).

Ése es el futuro que Dios ha planeado para aquellos que conocen a Jesucristo.

¿Estás Listo?

¿Cómo debería afectar eso a la forma en que vivimos hoy? La Biblia dice que, un día, sonará la trompeta, los cielos se abrirán y veremos al Rey de reyes y Señor de señores. Cuando eso suceda, trágicamente, muchos cristianos se sentirán avergonzados por sus vidas. Estarán revestidos de inmoralidad, codicia y ambición personal en lugar de estar revestidos de las acciones justas de los santos.

Permíteme preguntarte esto: Cuando te encuentres con Dios cara a cara, ya sea a través de tu muerte o a través del Rapto, ¿te sentirás avergonzado por la vida que has vivido hasta este punto? Si es así, ahora es el momento de hacer esos cambios que asegurarán que estés listo para tu próxima cita con Dios. Es por eso que Pedro escribió en 2 Pedro 3:11-12: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios”.

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 27 de junio de 2024

Los Propósitos de la Profecía Bíblica

[Nota: El siguiente es un extracto del maravilloso libro de Steve Miller, One Day Nearer, publicado por nuestros amigos de Harvest House Publishers. Como escribió Steve: “El fin de los tiempos se acerca rápidamente. Nuestro Señor nos ha llamado a ser vigilantes y fieles, a usar bien nuestro tiempo y a hacer que nuestra vida cuente por la eternidad. Cuanto mejor conozcamos los propósitos de Dios para el futuro, más podremos vivir sabiamente hoy”.

1) Dar Esperanza

Imagínese la Biblia sin profecías. Supongamos que Dios hubiera decidido no decirnos nada acerca de la Segunda Venida, la victoria final sobre el mal, y nuestro futuro hogar en el cielo y la eternidad. Si Dios hubiera dejado las profecías fuera de Su Palabra, no tendríamos idea de lo que nos depara el futuro. En cambio, todo lo que sabríamos es que el mundo en el que vivimos está descendiendo cada vez más profundamente hacia la oscuridad, el mal y la desesperanza.

Sin conocimiento de lo que está por venir, la vida sería sombría. No tendríamos nada que esperar. Pasaríamos de un día a otro llenos de temor e incertidumbre.

Pero, debido a que Dios eligió proporcionarnos vislumbres del glorioso futuro que nos espera, podemos vivir con esperanza. Esa es la razón principal por la que Dios llenó la Biblia con tantas profecías acerca de lo que está por venir: para darnos esperanza.

Lo que sabemos sobre el futuro ayuda a influir en nuestros pensamientos y acciones en el presente. Debido a que conocemos el resultado final de la batalla que ahora se libra en la tierra, podemos vivir con anticipación en lugar de angustia. La profecía bíblica nos ayuda a tener un enfoque eterno—nos recuerda que no importa lo mal que se pongan las cosas, el bien y la justicia prevalecerán. La victoria es segura.

Es por eso que, en 1 Tesalonicenses 4, Pablo escribió extensamente acerca del Rapto prometido que nos librará de este mundo y nos llevará al cielo. Concluyó con la exhortación “aliéntense los unos a los otros con estas palabras” (versículo 18). Cuanto más nos recordamos unos a otros las promesas proféticas de Dios, más esperanza nos damos unos a otros.

2) Darnos un Enfoque Eterno

Debido a que vivimos en un mundo caído, la vida está llena de luchas. Romanos 5:12 dice que, “por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (NVI). Nadie puede evitar el pecado y sus devastadoras consecuencias. Incluso “la creación [está] sujeta a la vanidad” —toda la naturaleza está en “esclavitud a la corrupción”. Gime en anticipación del día en que seamos liberados de nuestros cuerpos mortales en descomposición y se nos den cuerpos nuevos e inmortales (Romanos 8:19-23).

El pecado es la razón por la que la vida está llena de dolor y pruebas. Y después de recibir la salvación en Cristo, entramos en un nuevo tipo de batalla. Debido a que nos hemos alejado del pecado para caminar en la luz, ahora estamos en desacuerdo con la oscuridad que nos rodea. Jesús advirtió a los discípulos, y a nosotros, por extensión, que “en el mundo tendréis tribulación” (Juan 16:33).

Pero fíjese en las siguientes palabras de Jesús: “Ánimo; Yo he vencido al mundo”. En nuestros momentos de sufrimiento, podemos encontrar esperanza en las promesas del Señor de redención y victoria futuras. Incluso cuando la vida se vuelve tan insoportable que no sabemos cómo podemos seguir adelante, se nos recuerda que “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de comparación con la gloria que se nos ha de revelar”.

Las promesas de Dios sobre el futuro están destinadas a ayudarnos a mirar más allá del presente y desarrollar un enfoque eterno. A medida que aprendemos lo que significa vivir con la mente y el corazón puestos en la eternidad, somos más capaces de perseverar a través de las dificultades que enfrentamos ahora. Cada profecía sobre el futuro está diseñada para mantenernos mirando hacia arriba y hacia adelante a la gloria que nos espera.

3) Motivarnos a la Pureza

Una de las verdades más asombrosas de las Escrituras es que algún día seremos completamente transformados a la semejanza de Cristo.

Debido a que moramos en cuerpos imperfectos en un mundo caído, no somos capaces de comprender plenamente en qué nos convertiremos. Como escribió el apóstol Pablo, "porque ahora vemos en un espejo, oscuramente” (1 Corintios 13:12). Llegará un día en el que veremos con claridad, cuando “lo corruptible se vista de incorrupción, y lo mortal se vista de inmortalidad" (1 Corintios 15:54). Por fin, seremos conformados a la imagen del Hijo de Dios (Romanos 8:29).

Esperamos ansiosamente ese día, ¿no es así? Nos cansamos de sucumbir a la tentación y tropezar con el pecado. Nos sentimos cada vez más frustrados a medida que peleamos las mismas batallas espirituales una y otra vez. Con Pablo, decimos: “Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero” (Romanos 7:18-19; NVI).

Cuando luchamos con el pecado, la promesa profética de que algún día tendremos cuerpos glorificados y seremos como Cristo es edificante. Esta esperanza no sólo nos hace seguir adelante, sino que también nos motiva a la pureza personal. Como dice 1 Juan 3:3: “Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro” (NVI).

A medida que fijamos nuestra esperanza en la premisa de que seremos transformados a la semejanza de Cristo en el futuro, el resultado es que querremos ser más como Él en el presente. De esta manera, la profecía bíblica tiene un efecto poderoso y santificador en nuestras vidas.

4) Estimularnos a Compartir el Evangelio

El tiempo se acaba. Cada día que nos acercamos más a la Segunda Venida de Cristo, nos acercamos más al momento en que será demasiado tarde para que los incrédulos reciban a Jesús como su Salvador. Cuando el Rey de reyes y Señor de señores descienda del cielo para reclamar la tierra, empuñará una espada afilada para herir con ella a las naciones” (Ap. 19:15). En ese día, cada incrédulo en la tierra tendrá su destino eterno sellado.

Ahora, es cierto que después de que Cristo arrebate a todos los creyentes al cielo, la tribulación de siete años ofrecerá más tiempo para que los incrédulos vengan a la salvación. Podríamos pensar: Si mi ser querido o amigo no se convierte en cristiano antes del Rapto, todavía tendrá oportunidades durante la Tribulación.

Pero considere las pésimas tasas de supervivencia de aquellos que terminan estando en la tierra durante la Tribulación. En Apocalipsis 6:7-8, se nos dice que una cuarta parte de la población mundial morirá durante el cuarto Juicio de los Sellos. Luego, en Apocalipsis 9:15-18, leemos acerca de cuatro ángeles que “matarán a la tercera parte de la humanidad”. Entre esos dos eventos, la mitad de las personas en la tierra morirán. Además, muchas personas serán tan duras de corazón que, incluso cuando reconozcan a Dios como la fuente de los juicios de la tribulación, pedirán que las rocas y las montañas caigan sobre ellos en lugar de apartarse de su pecado (Ap. 6:15-17).

Cuando se trata de compartir el Evangelio, más vale temprano que tarde. El hecho de que no sepamos el tiempo de la venida de Cristo debería llenarnos de un sentido de urgencia. El deseo de Dios es que la profecía bíblica nos impulse a proclamar el mensaje de salvación antes de que sea demasiado tarde.

5) Descansar en la Soberanía de Dios

Sólo Dios es capaz de declarar “el fin desde el principio”. Y no sólo conoce el futuro, sino que lo planea. Se atreve a decir: “Mi propósito se cumplirá... Yo haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré” (Isaías 46:10-11; NVI).

Esas no son sólo palabras vacías. Hasta este momento, cada una de las declaraciones de Dios sobre el futuro, en forma de profecías bíblicas, se ha cumplido con precisión. Esto nos ayuda a darnos cuenta de que las profecías no son meras conjeturas o predicciones; más bien, revelan exactamente lo que Dios hará. La profecía es historia escrita de antemano.

La abundancia de profecías cumplidas sirve como una poderosa confirmación de que Dios es verdaderamente Dios. Su soberanía es total; nada puede alterar lo que Él dice que sucederá. Aquel que creó y sostiene el universo guía el curso de la historia humana y de nuestras vidas individuales. A medida que el caos se arremolina aparentemente fuera de control aquí en la tierra, todo está en calma en la sala del trono de Dios. Tan cierto como que Jesús silenció la tormenta y las olas, Dios tiene todos los acontecimientos del mundo en sus manos.

Debido a que cada profecía sobre la Primera Venida de Cristo se cumplió literalmente con un 100 por ciento de precisión, podemos estar en paz — confiados en que lo mismo será cierto con cada profecía sobre la Segunda Venida de Cristo. Llegará un día en que todo mal en este mundo será corregido — por toda la eternidad. Nada puede impedir que eso suceda, porque Dios es Dios. Debido a que Su soberanía es total, nuestro futuro celestial está asegurado.

Steve Miller es el editor senior de Harvest House Publishers y autor de varios libros. Él y su esposa, Becky, participan activamente en el ministerio de sordos. Su libro One Day Nearer ofrece 365 maravillosos devocionales que anticipan el glorioso regreso de Jesús. Se puede encontrar en stevemillerresources.com


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 26 de junio de 2024

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – La Primera Guerra de Gog y Magog (Conclusión)

En este programa, veremos cuáles son las conclusiones a las que llega el Dr. David R. Reagan en su libro con respecto a los siguientes aspectos clave de esta segunda guerra, descrita en Ezequiel 38 y 39, tales como: 

  • Contexto
  • Condiciones
  • Participantes
  • Momentos

Los invito a suscribirse al canal “Profecías, Misterios y Otras Cosas”, y activar las notificaciones, para que puedan recibir las alertas cada que vez que se publique un nuevo video. También, los animo a compartir estos videos con sus contactos.  

lunes, 24 de junio de 2024

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – La I Guerra de Gog y Magog (Parte 1)

En este programa, analicé algunos aspectos clave de esta segunda guerra, descrita en Ezequiel 38 y 39 tales como: 

  • Contexto
  • Condiciones
  • Participantes
  • Momentos

Los invito a suscribirse al canal “Profecías, Misterios y Otras Cosas”, y activar las notificaciones, para que puedan recibir las alertas cada que vez que se publique un nuevo video. También, los animo a compartir estos videos con sus contactos.  

lunes, 10 de junio de 2024

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – La Guerra de Aniquilación (Conclusión)

En este programa, presento las conclusiones a las que llega el Dr. David R. Reagan con respecto a la Guerra del Salmo 83. 

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Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin  – Introducción

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – La Guerra de Aniquilación (Parte 1)

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lunes, 27 de mayo de 2024

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – La Guerra de Aniquilación (Parte 1)

En este programa, analicé la primera guerra de los tiempos del fin. Debido al límite de tiempo, el tema será presentado en dos partes.  

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Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin  – Introducción

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jueves, 23 de mayo de 2024

Video: Las 9 Guerras de los Tiempos del Fin – Introducción

Éste es el primer programa de una serie que estará basada en el revelador libro escrito por el Fundador del Ministerio Cordero y León, el Dr. David R. Reagan.

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viernes, 26 de abril de 2024

10 Razones por las que Dios dio la Profecía Bíblica

Por Dr. Nathan E. Jones

¿Sabía que, en un enorme 31% de la Biblia, Dios revela cómo se desarrollarán los acontecimientos antes de que sucedan? ¡Nuestro Padre Celestial desea que Sus hijos sepan lo que les depara el futuro!

Nathan Jones y Todd Hampson (del podcast Prophecy Pros) han compilado una lista de las siguientes razones por las que creen que existe la profecía bíblica. Puede encontrar más información que acompaña a cada uno de estos 10 puntos en el artículo completo publicado en nuestro sitio web.

1. Muestra que Dios dice la verdad.

2. Prueba que la Biblia es la Palabra de Dios. 

3. Muestra que Dios tiene el control. 

4. Demuestra el amor de Dios. 

5. Describe el plan de Dios. 

6. Demuestra el poder de Dios. 

7. Prueba que Dios es digno. 

8. Promete que el mal será castigado. 

9. Nos prepara para estar bien con Él.

10. Nos da esperanza.

Artículos condensados como éste se comparten con los seguidores del Ministerio Cordero y León cada semana, a través de nuestro boletín electrónico en línea (en inglés). Si desea suscribirse para recibir artículos gratuitos, oportunos y perspicaces que comparten el Evangelio y el mensaje del pronto regreso de Jesús, visite ChristinProphecy.org

En febrero y marzo, nuestro programa de televisión Cristo en la Profecía se centra en el libro de Daniel. Presentamos el libro de Todd Hampson, The Non-Prophets Guide to the Book of Daniel (disponible en inglés). Es una lectura amena y esclarecedora. Visite nuestro sitio web o llame a nuestro ministerio para solicitar una copia. 

Click on the image to buy the book

Artículo recomendado:


Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

La Primacía de la Profecía (Parte 2 de 2)


Dios del Espacio y el Tiempo

Aunque estamos confinados al tiempo y limitados en nuestro conocimiento, Dios no lo está. Él es el Dios del espacio y del tiempo — una verdad claramente demostrada incluso en el primer milagro de Jesús.

Ante la crisis única y personal de la escasez de vino en Caná, la mamá judía de Jesús lo animó a ayudar al anfitrión de la boda. Reacio a revelar Su poder, porque aún no había llegado Su hora, Jesús honró la petición de su madre (Juan 2:1-11). Sin fanfarria y sin esfuerzo o intervención personal, milagrosamente transformó el agua en vino.

Este comienzo relativamente mundano de Sus señales y milagros estableció Su poder sobre el universo material (porque el agua no se transforma naturalmente en vino), el tiempo (porque la conversión del jugo de uva en vino no es instantánea) y el espacio (porque Él sabía que el vino estaba listo sin interactuar físicamente con las tinajas).

Después de Su resurrección, Jesús tenía un cuerpo físico y podía comer y tener comunión con Sus discípulos (Lucas 24:38-43). Sin embargo, también demostró Su capacidad para pasar a través de puertas cerradas (Juan 20:19 y 26), desaparecer en un instante (Lucas 24:31) y ascender a los cielos y desaparecer de la vista (Hechos 1:9). Tal vez disfrutemos de estas mismas habilidades en nuestros cuerpos glorificados.

Debido a que Dios existe fuera del espacio y el tiempo, Él puede mirar hacia abajo en nuestro universo y en el tiempo tal como lo conocemos sin restricciones. Y, aunque Él eligió entrar en el mundo en forma humana en un momento señalado en el tiempo humano, Él también puede ver de eternidad en eternidad. Eso le da una perspectiva única.

La Visión del Ojo de Dios

El desafío de prever el futuro ha intrigado a la humanidad a lo largo de la historia. Pero sólo somos capaces de experimentar el tiempo de una manera lineal. Tenemos algún recuerdo del pasado, pero no tenemos conciencia del futuro.

Viajar por la autopista presenta una analogía adecuada. Podemos mirar por el espejo retrovisor y ver una distancia limitada detrás de nosotros. Si el tiempo está despejado, podemos ver una distancia limitada por delante. Pero, a menos que tengamos una aplicación moderna en nuestro automóvil o en nuestro teléfono, no tenemos forma de saber qué nos espera más allá del próximo giro. Inevitablemente, nos sorprendemos cuando llegamos a una colina y nos encontramos en un atasco de tráfico de kilómetros de largo.

Pero, como piloto, puedo volar por encima de la tierra y ver muchos kilómetros por delante de los conductores justo debajo de mí. De hecho, desde 30-40,000 pies, puedo ver más de cien millas en todas las direcciones. Sé lo que les espera a los conductores inconscientes en la próxima curva y una hora por delante. Los pilotos llaman a esto una “visión del ojo de Dios”, no por falta de respeto, sino porque reconocen que la perspectiva de Dios está mucho más allá de la de los humanos confinados a la tierra.

La capacidad de Dios para ver mucho más allá de los horizontes de nuestro tiempo es muy parecida. Sin estar limitado por nuestra línea de tiempo lineal, Él ve detrás y delante de nosotros con la misma claridad. Desde su infinita perspectiva, el principio y el fin son tan claros como el aquí y el ahora. Es por eso que Él puede proclamar: “Yo soy Dios, y no hay otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí. “Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10).

El Propósito de la Profecía

Hice la afirmación de que la profecía bíblica tiene la intención de ofrecer una advertencia, instrucción, expectativa o exhortación divina, pero que, en todos los casos. el profeta y la profecía señalan y glorifican a Dios. El “consiervo” que Juan encontró en su visión del cielo explicó que “el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Ap. 19:10). Pedro nos recuerda que “porque jamás fue traída la profecía por voluntad humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Así que, de nuevo, las profecías son reveladas por Dios, al pueblo de Dios, y para el propósito de Dios.

A medida que somos testigos de la disolución de nuestra sociedad y de la convergencia de señales que apuntan a los Tiempos del Fin, el valor de la profecía bíblica se demuestra día tras día. Satanás todavía está susurrando: “¿Realmente dijo Dios?”. Los burladores todavía se burlan: “¿Dónde está la promesa de Su venida?”. Ciertamente, en este mundo, nuestros problemas se multiplican.

Todo lo que el Señor nos ha revelado se adhiere a la revelación que Jesús compartió con sus discípulos: “Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33). La tribulación o aflicción que tenemos en el mundo es externa, mientras que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, [guarda nuestros] corazones y mentes en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).

La profecía bíblica me asegura que Dios tiene el control, que Él hace que todas las cosas cooperen para Su gloria y mi bien (Ro. 8:28), y que Jesús me rescatará de la ira venidera (1 Tes. 1:10).

¿Qué Harás con la Palabra Profética de Dios?

Pilato hizo una pregunta retórica a la muchedumbre reunida alrededor de su palacio en Jerusalén: “¿Qué haré con Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22). Su respuesta demostró la dureza de su corazón y su rechazo al Señor: “¡Crucifícalo!”.

Hoy en día, la Palabra de Dios presenta un desafío para todos los que afirman seguirlo. ¿Qué harás con la Palabra profética que Él ha revelado para tu instrucción, exhortación y Su gloria? ¿La creerás, la estudiarás y la obedecerás? ¿O la desestimarás, la descartarás y la ignorarás?

La elección es tuya, pero la bendición es sólo para aquellos que “la leen y la guardan”, como se describe en Apocalipsis 1:3 y 22:7.

Lea la parte 1 aquí

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

miércoles, 24 de abril de 2024

La Primacía de la Profecía (Parte 1 de 2)

Editor Ejecutivo
Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

¿Pueden sus ídolos presentar tales obras? ¡Que vengan y muestren lo que pueden hacer! dice Dios, el Rey de Israel. Que procuren decirnos qué ocurrió en el pasado lejano o qué guarda el futuro. ¡Sí, a la prueba! ¡Si son dioses, dígannos lo que va a ocurrir en el porvenir, o realicen algún milagro que nos deje atónitos, estupefactos! ¡Pero no! ¡Son menos que nada y nada pueden hacer!” (Isaías 41:21-24; Nueva Biblia Viva).

Omnisciente. Omnipotente. Audaz.

Esas palabras describen la capacidad y la determinación de Dios para proclamar de antemano Sus planes para la humanidad. Su disposición a arriesgarse al predecir lo que sucederá en el futuro es exclusiva del Dios vivo y verdadero. Ningún otro supuesto dios hace predicciones declarativas — y por buenas razones.

La profecía no sólo es una característica única de la Biblia, sino también un aspecto que valida todo lo que contiene. Pero tal vez deberíamos dar un paso atrás y definir estos términos.

Proclamación y Predicción

La profecía bíblica puede definirse como la proclamación de la verdad o la predicción de lo que está por venir. Las profecías son reveladas por Dios a través de un profeta humano como advertencias, instrucciones, expectativas o exhortaciones divinas. Siempre, el profeta y la profecía señalan y glorifican a Dios.

La profecía que predice eventos futuros (ya sea que ya se hayan realizado o que aún no se hayan cumplido) constituye entre el 28 y el 32% de la Biblia. Incluso esa variación se basa en si se cuentan versículos, capítulos o libros. Pero es evidente. para cualquiera que lea el texto. que una porción considerable de las Escrituras se refiere a personas, circunstancias y eventos mucho antes de su aparición en la historia humana.

Durante los últimos dos años, he enfatizado que toda la Palabra de Dios es profética si se incluye la porción que dice la verdad. De principio a fin, la Biblia afirma revelar la verdad de Dios. Aunque no hubo un testigo ocular humano de la Creación, Génesis establece una secuencia precisa de eventos “en el principio”. Cada declaración hecha por Dios — ya sea atribuida a Él como una cita directa o registrada por los autores de las Escrituras según el Espíritu Santo los inspiró — contiene la Verdad que Él quiere que Sus criaturas comprendan.

Algunos profetas se especializaron en decir la verdad. Cuando el profeta Natán se acercó al rey David y le describió la codiciosa ofensa de un hombre rico, David se indignó con razón. Pero el profeta no tardó en dar el ultimátum de Dios sobre el grave pecado de David: “¡Tú eres ese hombre!” (2 Samuel 12:7). Esa verdad anunciada hirió a David hasta lo más profundo, e inmediatamente reconoció su pecado. Tristemente, la única verdad predicha en ese encuentro fue la predicción de Natán de que el hijo de David y Betsabé moriría.

La frase, “Así dice el Señor”, se encuentra más de 1,900 veces en la Biblia. Es como si Dios quisiera dejar muy claro que Él es el autor de las Escrituras. Es por eso que llamamos a la Biblia la Palabra de Dios.

También es la razón por la que Satanás ha estado decidido a socavar la credibilidad de Dios ante los ojos de las criaturas hechas a Su imagen desde el principio.

¿Dios Realmente Dijo?

Cuando Dios creó los cielos y la tierra y colocó al hombre y a la mujer en la tierra para someterla y gobernarla (Génesis 1:28), hizo una sola estipulación: no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Mucho antes de que existieran los Diez Mandamientos, sólo había un límite que el hombre debía observar.

Las Escrituras no nos dicen cuánto tiempo Adán y Eva disfrutaron de la buena tierra mientras cultivaban y guardaban el Jardín del Edén. Pero Génesis 3 registra que en poco tiempo, Satanás vino en forma de serpiente para cuestionar la clara directiva de Dios. Primero preguntó: “¿De veras Dios les ha dicho: No coman de ningún árbol del jardín? Al confundir deliberadamente la instrucción de Dios, Satanás tenía la intención de sembrar sutilmente la duda y sugerir que la prohibición de Dios era demasiado extrema.


"La Historia de Satanás" (Haga clic sobre la imagen para ir a la sección de descarga)

Cuando Eva respondió con su propia interpretación errónea del mandato de Dios, Satanás contradijo directamente a Dios al declarar: “¡No morirán!”.

Jesús dijo del diablo: “Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). En el siglo XXI después de Cristo, podemos dar fe de los milenios de mentiras perpetradas por el diablo y un sinnúmero de personas desventuradas engañadas para que no creyeran en Dios.

Tristemente, hoy en día hay muchos que afirman seguir a Cristo, pero niegan la realidad de la profecía bíblica, o al menos minimizan su relevancia y poder. O, por ignorancia deliberada, simplemente descartan por completo la profecía bíblica. Con respecto a la Palabra profética de Dios, si Satanás preguntara: “¿Realmente dijo Dios?”, esencialmente responderían: “No lo sé, y realmente no me importa”.

Otros que sí conocen la Palabra profética de Dios se han convertido en burladores. Cumpliendo la profecía de Pedro, ahora son burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo permanece como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4). Pedro dijo que los días postreros estarían marcados por este tipo de burlas. Tristemente, estaba hablando de los burladores que saben del regreso prometido de Jesús y de Su relato de la creación, en otras palabras, de los que profesan ser cristianos.

Palabras para Informar, Inspirar y Exhortar

Puede sonar duro describir la actitud de los que ignoran o minimizan tan cruelmente la profecía bíblica. Pero imagínese si su cónyuge le escribiera una carta y se propusiera contarle sus pensamientos más profundos y sus planes de mayor alcance. ¿Quién en su sano juicio se diría a sí mismo: “Leeré las partes de su carta que describen el clima y su actividad diaria, pero no tengo ningún interés en sus planes para el futuro”?

¿Por qué Dios se revela a Sí mismo y a sus planes a nosotros, Sus criaturas? Porque Él quiere que sepamos lo que Él escoge revelar. Amós escribió: “Ciertamente, nada hará el SEÑOR Dios sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Eso no quiere decir que Dios nos diga todo lo que sólo Su mente infinita puede saber o comprender.

Moisés habló con verdad cuando dijo: ““Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para siempre...” (Dt. 29:29). Para algunos, esa revelación selectiva es desagradable y los deja sin ganas de creer en Dios. Me he dado cuenta de que es la gran bondad de Dios la que le impide revelarnos muchas cosas.

Por un lado, nuestras mentes limitadas no podrían contener o comprender la mente de Dios. Por otro lado, demasiado conocimiento resultaría destructivo para nosotros, tal como lo fue para Adán y Eva. Y, finalmente, como sabe cualquiera que haya estado expuesto a cualquier información ultrasecreta, cierta información sólo debe compartirse cuando sea “necesario”.

Dios ha revelado lo que Él quiere que sepamos (y lo que necesitamos saber) para informarnos, inspirarnos y exhortarnos. Pero Él no está obligado ni inclinado a revelar más de lo que podemos comprender. Jueces 13 ofrece un maravilloso ejemplo de esto. El ángel del Señor se apareció a Manoa y a su esposa para profetizar que tendrían un hijo. En un gran presagio mesiánico, la única respuesta del ángel a una pregunta acerca de su identidad fue: “Yo soy” (Jueces 13:11). Cuando se le presionó para que le diera su nombre real, el ángel respondió: “¿Por qué preguntas por mi nombre? Es Admirable” (Jueces 13:18).

Más tarde, Manoa se dio cuenta de que durante su interacción con el ángel había “visto a Dios”. Muchos creen que el ángel era Jesús en forma pre-encarnada. Se negó a revelar su nombre a Manoa y a su esposa porque aún no era el momento de hacerlo.

Por lo tanto, aunque podemos impacientarnos por saber lo que aún no se ha revelado, debemos regocijarnos de que muchas cosas ya se han revelado para nosotros. Por ejemplo, podemos llamar a Jesús por Su nombre y alabarlo por Su obra de salvación terminada. Pedro escribió: “Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para ustedes. Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas” (1 Pedro 1:10-11).

Tenemos la bendición y la ventaja de la retrospectiva, mientras que ellos miraban hacia adelante como a través de un espejo, vagamente. Y, sin embargo, incluso ahora sabemos en parte, y vivimos anticipando el cumplimiento de “la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13).

Lea la parte 2 aquí

Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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