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jueves, 27 de julio de 2023

Sois Salvos, Si Retenéis – 1 Corintios 15:1-2

Por Dr. Charlie C. Bing

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano – 1 Corintios 15:1-2

Para muchas personas, este pasaje parece dar la salvación, y luego quitarla. Esto implica que el evangelio nos salvó, pero después no continúa salvándonos a menos que lo “retengamos”. Algunos usan este pasaje para decir que los creyentes pueden perder su salvación. Otros dicen que muestra que algunos que son considerados creyentes resultan ser falsos creyentes porque ellos no se mantuvieron en el evangelio. Ninguno de estos puntos de vista satisface los detalles del pasaje en su contexto. 

Lo que Pasó, Está Pasando, Podría Pasar

Aunque algunos en la iglesia de Corinto estaban empezando a negar la resurrección de Cristo, por el pasaje es muy claro que el apóstol Pablo está seguro acerca de su posición: habían “recibido” y “creído” el evangelio que les había predicado (el tiempo pasado denota una acción completada) y ahora “perseveran” en ese evangelio (el tiempo perfecto denota una acción en el pasado con resultados continuos). Su perseverancia se refiere a su justificación posicional, que no se cuestiona y fue afirmada anteriormente: “ya habéis sido justificados” (1 Co. 6:11). No hay duda de que la carta Pablo se dirige a los corintios como creyentes genuinos (vea 1 Co. 1:2, 4, 9; 3:16; 4:14; 6:15, 19-20; 11:1; 12:13). Sin embargo, el tiempo presente “sois salvos”, claramente depende de la condición “si retenéis la palabra”, que se refiere al evangelio. ¿Significa esto que los lectores pueden perder su salvación o prueba que nunca fueron verdaderamente salvos si no “retenéis”?

Están Siendo Salvados

El punto de vista de que Pablo les está diciendo a los lectores que pueden perder su salvación o refutar su salvación proviene de definir rígidamente “sois salvos” como salvación del infierno. La definición básica de “salvo” es librado o preservado, y se usa en la Biblia para la liberación de varias cosas (enfermedad, muerte, enemigos, peligro, pecado). Esto requiere que nos preguntemos: “¿Librados de qué?”. Como muestra la carta a los corintios, estos creyentes tenían muchos problemas de pecados de los que ellos necesitaban ser librados.

La secuencia de pensamiento es importante: Pablo predicó el evangelio, los corintios lo recibieron, y ahora perseveran en él. Lo que les falta es experimentar la salvación en un sentido continuo, por eso Pablo usa el tiempo presente “sois [estáis siendo] salvos”. Si Pablo estuviera hablando del infierno, habría hablado con más naturalidad de su salvación final: “seréis salvos”.

Si Retenéis

La experiencia de la liberación continua del pecado en la vida del creyente tiene una condición: Uno debe “retener” el evangelio. Esto no es un logro asumido o una condición hipotética, sino algo real (la condición de primera clase del griego no justifica la traducción de “si” como “dado que”). El verbo para “retenéis” (katecho) se usa en el Nuevo Testamento en relación con la experiencia de la santificación del cristiano (vea Lc. 8:15; 1 Tes. 5:21; He. 10:23). Pablo está diciendo que los corintios deben continuar siguiendo la verdad del evangelio que aprendieron para poder experimentar sus efectos santificadores. Ésta no es una condición para la salvación eterna, sino una condición muy real de la santificación. Por lo tanto, es posible que los creyentes no retengan el evangelio. El Nuevo Testamento muestra que los creyentes pueden no perseverar o no retener la verdad (1 Ti. 5:14-15; 6:20-21; 2 Ti. 1:5; 2:17-18, 24-26; 4:9-10, 14-16).

El Evangelio y sus Resultados

Basándose en el evangelio que les predicó y recibieron (creyeron), Pablo puede decir que los corintios “perseveran” en su salvación. Su posición es segura, sin embargo su experiencia de ser librados (salvos) por la provisión del mismo evangelio depende de su firmeza a su verdad. Por eso es que Pablo les recuerda el evangelio que les ha predicado en los versos 3-4: “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. Es el mismo evangelio que él había “recibido” al principio de su ministerio (Gá. 1:11-12; 2:16), “predicado” en su primera visita (Hch. 18:1-8), y explicado anteriormente en la epístola (1 Co. 1:17-21; 2:5).

Entonces, la palabra salvo se está usando para describir la experiencia de vivir las verdades del evangelio que se centran en la muerte y resurrección de Jesucristo. La muerte y resurrección de Jesucristo no es sólo la base de la salvación de uno del infierno, también es la base de la identidad de uno, y la experiencia como cristiano. En Romanos 6:2-5, Pablo enseña que la unión del creyente con Cristo es la base para una vida de victoria sobre el pecado. Como Cristo murió y resucitó, así también aquellos que están en Él han muerto al pecado y han resucitado con Él para andar en una nueva vida.

Nadie puede ser librado del pecado a menos que continúe identificándose con la muerte y resurrección de Cristo enseñada en el evangelio. Esto es lo que Pablo quiere decir con “si retenéis la palabra que os he predicado”. Cualquier defecto en el evangelio, o en nuestra identificación con Cristo en Su muerte y resurrección, dará como resultado una experiencia cristiana defectuosa. En otras palabras, si los corintios no continúan reteniendo el evangelio que Pablo predicó, habrían “creído en vano”, porque su fe inicial en el evangelio no produciría una experiencia santificadora en ellos, que es uno de los resultados esperados. El término “en vano” significa de balde. Se usa en el Nuevo Testamento para describir algo que no alcanza su objetivo esperado; nunca se usa para cuestionar la realidad de la acción relacionada con él (por ejemplo, vea 1 Co. 15:10, 58). Si los corintios niegan la resurrección de Cristo, no pueden ser librados de una vida pecaminosa, lo que hace que su fe inicial en el evangelio no alcance el resultado deseado de su santificación.

Conclusión

No es de extrañar que Pablo haga del evangelio su prioridad: “Primeramente os he enseñado” (1 Co. 15:3; algunas versiones lo traducen como “lo más importante). Tenemos que entender bien el evangelio para ser salvos (del infierno), pero también debemos entender bien el evangelio para seguir siendo salvos (del pecado). La liberación que Dios quiere para nosotros no es sólo del castigo del pecado (nuestra justificación), sino también del poder del pecado (nuestra santificación) y de la presencia del pecado (nuestra glorificación). Como cristianos, es crucial que entendamos qué significa estar unidos con Jesucristo en Su muerte y resurrección. Si mantenemos el evangelio recto, nuestro andar también lo será. El evangelio que inicialmente nos salva es el mismo evangelio que continúa salvándonos y el evangelio que nos mantiene salvos y el evangelio que finalmente nos salva – ¡y todo es por la gracia de Dios!

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Fuente: 

Recurso recomendado:    

viernes, 25 de junio de 2021

Arrepentimiento: ¿Qué Hay en una Palabra?

Por Dr. Charlie Bing


Arrepentimiento ha sido una palabra problemática para los cristianos y teólogos (¡sin hacer distinción!). Existen diferentes opiniones sobre su significado, traducción, y relación con la salvación eterna. En última instancia, el significado de arrepentimiento debe determinarse por su uso y el contexto, pero cualquier estudio de arrepentimiento debe comenzar con un tratado acerca de la palabra misma.

La composición de la palabra

La palabra en español arrepentimiento se traduce de la palabra griega metanoia (verbo metanoeo). Esta palabra está formada por dos palabras, meta, que significa después o cambio, y noeo que significa pensar (una forma de la palabra nous, o mente). Por lo tanto la palabra resultante sugiere el significado de un pensamiento posterior o un cambio de mentalidad. Muchos eruditos del lenguaje están de acuerdo con esta definición básica.

Sin embargo, la palabra en sí misma no determina cuál es el objeto del cambio de mente. Eso se deja al contexto. En los tiempos bíblicos, se usaba metanoia en el lenguaje común para alguien que cambiaba de opinión en un sentido no ético acerca de una variedad de cosas. Por lo tanto, arrepentimiento es un término fluido que deja su definición final al contexto, así como la palabra docena, que nos deja la pregunta “¿Docena de qué?”.

En el Nuevo Testamento, vemos ejemplos de alguien que cambia de opinión acerca de una actitud pecaminosa (Lc. 18:9-14), obras muertas (Heb. 6:1), confianza en ídolos paganos (Hch. 17:30), o acerca de Dios (Hch. 20:21). Aunque se asocia con mayor frecuencia siempre con el pecado, el pecado no es siempre su objeto. De hecho, en la Versión King James del Antiguo Testamento la palabra arrepentirse normalmente se usa para referirse a Dios arrepintiéndose de algo, lo que muestra que ésta no se refiere automáticamente al dolor o a apartarse del pecado.

La formación de la palabra

No debemos suponer que dos palabras raíces que se unen para formar una tercera palabra siempre le dan su definición precisa y final. Por ejemplo, la palabra griega ekklesia proviene de ek (salir de) y klesis (llamados, de kaleo llamar), por lo tanto, su significado literal es llamados fuera, pero comúnmente lo traducimos como asamblea o iglesia.

Sin embargo, las palabras raíces nos pueden dar una valiosa información acerca del desarrollo y el significado final de la palabra. En el caso de ekklesia, la iglesia está formada ciertamente de aquellos a los que Dios ha llamado de entre la masa de la humanidad. Otro ejemplo, homologeo, viene de homoios (mismo) y lego (hablar), por eso lo traducimos como decir la misma cosa, o estar de acuerdo, confesar. Para algunos es familiar, theopneustos, de theos (Dios) y pneuma (espíritu/Espíritu, aliento), nos da aliento de Dios o inspiración. O considere exagorazo de ek (salir de) y agorazo (comprar), por lo tanto, comprar de, o redimir.

Rastrear el significado de la raíz es muy útil, pero no determinante, para el significado final. Sin embargo, el origen de una palabra no es arbitrario, sino informativo. Por lo tanto, no podemos ignorar la formación de metanoia, que nos da la básica definición de un cambio de opinión.

La traducción de la palabra

Nuestra comprensión de metanoia también se ve favorecida por la traducción de la palabra hebrea shûb (volverse [de algo], usada más de 1,000 veces en el Antiguo Testamento). En la traducción griega del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta, arrepentir regularmente se traduce con la palabra griega strepho y sus diferentes formas. Nunca se traduce con metanoia. Si metanoia significa dar vuelta del pecado, entonces se espera que traduzca la palabra hebrea voltear (shûb), al menos ocasionalmente.

A finales del siglo II, el padre de la iglesia, Tertuliano, argumentó que el significado de “cambiar de opinión” es la mejor traducción de metanoia. En la misma línea, eruditos de habla inglesa se han quejado por mucho tiempo de que no existe una buena  traducción de una sola palabra para metanoia. El experto en griego A. T. Robertson dijo: “Es una tragedia lingüística y teológica que tengamos que usar 'arrepentimiento' para traducir metanoia”. La palabra arrepentimiento tiene sus raíces en la palabra en latín penitentia,  lo que denota penitencia como dolor, o peor, la doctrina católica de la penitencia, en la que los pecados de una persona son absueltos por los actos de castigo prescritos por un sacerdote. El arrepentimiento  no debe definirse en términos de acciones externas o emociones dolorosas. A la luz de cómo se forma y usa metanoia, parece que un cambio de mente es una buena traducción.

Pero puede existir una mejor. Cuando examinamos lo que se entiende bíblicamente por  mente (nous), hallamos que algunas veces se usa para orientación interna y la actitud moral. (véase Ro. 1:28; 7:23, 25; Ef. 4:17, 23; Col. 2:18). Por tanto, la mente, bíblicamente hablando, no siempre se refiere al intelecto puro. Entonces la mejor traducción de metanoia sería un cambio de corazón. Se refiere al cambio interno de actitud y dirección moral de una persona. La Biblia no analiza psicológicamente la persona interior, sino que lo deja así.

Lingüísticamente, un cambio de corazón no exige un cambio de conducta, aunque eso es lo que normalmente se espera de un cambio interno. La Biblia distingue entre el cambio interno del arrepentimiento y la conducta externa que éste motiva. Esto es claro en la progresión lógica del arrepentimiento interno a la conducta externa mencionado en Mt. 3:8; Lc. 3:8 y Hch. 26:20, y en el escenario improbable de que uno cambie su comportamiento siete veces al día en Lc. 17:3-4.

Las implicaciones de la palabra

En relación con la salvación eterna, el arrepentimiento no es un segundo paso o una condición. La salvación es siempre sólo a través de la fe sola en Cristo Jesús solo. Pero a veces parece que hay una superposición entre la fe y el arrepentimiento (véase Mr. 1:15; Lc. 5:32; 24:47; Hch. 11:18; 17:30, 34; 2 Pe. 3:9). Dado que la fe es ser persuadido de que algo es verdad, cuando uno es persuadido (cree), hay un cambio de mente y corazón. El arrepentimiento es el concepto más general, ya que una persona puede cambiar su corazón acerca de algo, incluso de Dios o el pecado, pero no puede ser salvo. Cuando uno cree en el evangelio, uno se convence de algo de lo que no estaba convencido antes, por lo tanto, ha cambiado de corazón acerca de quién es Jesús y lo que Él ha prometido acerca de la vida eterna, y su propia condición en relación con eso (véase Hch. 20:21). La fe involucra el arrepentimiento, pero el arrepentimiento no siempre involucra fe.

Conclusión

En general, una buena traducción de metanoia es tener un cambio de mente o corazón. Pero, dado que esto es incómodo, probablemente nos quedemos con la palabra arrepentimiento. Entonces se convierte en nuestra responsabilidad explicarla, clarificarla, y aplicarla correctamente. Su significado exacto debe ser aclarado por el contexto. De cualquier manera, como un cambio interno, el arrepentimiento no es de ninguna manera una obra que merezca la salvación. El arrepentimiento interno siempre se puede distinguir de sus actos externos, aunque uno es la causa del otro. Al predicar el evangelio, la palabra a usar es creer, porque es ciertamente la palabra más normativa, predominante, y específica para usar. 

Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

jueves, 18 de marzo de 2021

Libro electrónico: Simplemente por Gracia (pdf)

 Por Dr. Charles Bing

Haga clic sobre la imagen para descargar el ebook


El libro Simplemente por Gracia es una introducción de las creencias cristianas básicas, escrita de una manera fácil de entender. Al observar las principales cuestiones y problemas que rodean el concepto de la gracia, el autor, Charles C. Bing, ayuda a los lectores entender y apreciar el don que Dios provee y lo fácil que es en realidad obtenerlo. “Porque sólo cuando uno comprende la sencillez de lo que significa la ‘gracia’”, escribe Bing, “es cuando uno va a poder comenzar a entender también sus riquezas profundas”.

Contenido

Prefacio por Charles C. Ryrie

Introducción

1. El Don de la Gracia

2. El Dios de Toda Gracia

3. Sorprendidos por la Gracia

4. Salvados por Gracia

5. Un Laberinto de Gracia

6. Salvaguardados por la Gracia

7. Asegurados por la Gracia

8. La Gracia y las Buenas Obras

9. Una Nueva Responsabilidad

10. Una Nueva Vida

11. Un Nuevo Compromiso

12. Una Nueva Libertad

13. Compartiendo el Don

Notas

Nota a los lectores: Este valioso recurso me fue proporcionado amablemente por el Dr. Bing, quien me dio su autorización para subirlo a este sitio web. El Dr. Bing es el Director del Ministerio GraceLife, que se encuentra ubicado en Texas, EE.UU. Espero que este material contribuya grandemente a su crecimiento y edificación espiritual. 

Dr. Charles Bing

miércoles, 28 de octubre de 2020

El Contenido del Evangelio de Salvación

Por Dr. Charlie Bing



Cuando compartimos el evangelio claramente, debemos tener dos grandes inquietudes:

Primera, debemos ser absolutamente claros acerca de la condición para la salvación: creer. Esa creencia debe estar libre de cualquier obra, compromiso, o idea de mérito de nuestra parte, para que la gracia siga siendo gracia.

La segunda inquietud es que debemos ser claros acerca del contenido del evangelio, o en lo que se tiene que creer. El contenido del evangelio es la persona y la obra de Jesucristo, que son inseparables como el objeto de la fe que salva.

La Persona de Jesucristo

Somos salvos por Alguien, el Señor Jesucristo. No sólo cualquier Jesús, sino el enviado de Dios, quien es el Hijo de Dios. Existen muchas cosas implícitas en la designación Señor Jesucristo como la deidad, la humanidad, y la misión mesiánica. Si bien es posible que alguien no comprenda una Cristología en su totalidad, debe haber cierta comprensión de la unicidad y autoridad divina de Jesús. El evangelio de Juan, reconocido por su intención evangelista (Jn. 20:30-31), enfatiza la deidad de Jesús más que cualquier otro libro de la Biblia (por ejemplo, Jn. 1:1-3, 14, 18; 5:17-21; 6:69; 7:38; 8:19, 58; 10:30; 20:28). En Juan, la persona de Jesucristo es el objeto de la fe en varios contextos evangelísticos (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:29, 47; 9:35-37; 11:25-26).

La Provisión de Jesucristo

Como el Hijo de Dios, Jesús nos salva por lo que hizo por nosotros; Él proveyó para nuestra mayor necesidad. Después de todo, somos salvos de algo y para algo. Como pecadores separados de Dios, necesitábamos que alguien pagara la pena que nosotros no podíamos pagar. Jesús pagó ese precio al morir en la cruz. Por supuesto, un salvador muerto no podía a nadie, así que Jesús se levantó de entre los muertos. Su resurrección muestra que el precio ha sido pagado, que Dios aceptó el pago, y que Él vive para darnos la vida eterna. Jesús hizo posible que pasemos de muerte a vida, si aceptamos Su provisión (Jn. 5:24).

La persona de Jesús no puede separarse de Su obra. Jesús es el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él dio Su vida por nosotros (por ejemplo, Jn. 6:51; 10:11-18) como el supremo sacrificio por nuestros pecados (Heb. 10:5-10). Isaías 53 habla proféticamente acerca de la muerte sustitutiva de Jesús (Is. 53:3-12) y Su resurrección (Is. 53:10-12).

Una vez más, existen muchas complejidades insondables y profundas que rodean la muerte y resurrección de Jesús, que una persona inconversa pueda no comprender de inmediato. Sin embargo, parece que debe haber al menos la comprensión más simple de que somos pecadores separados de Dios, que Jesús removió la barrera causada por el pecado a través de Su muerte y resurrección, y que ahora vive para darnos Su vida. Es por eso que vemos la predicación de la cruz y de la resurrección en la iglesia primitiva (por ejemplo, Hch. 2:23-24, 36; 3:18-20; 4:2, 10; 5:29-31; 10:39-40; 13:29-30; 17:3; 26:22-23) y por qué esos grandes hechos fueron reiterados en las epístolas (por ejemplo,  Ro. 3-8, 1 Cor. 1:18-24; 2:1-2; 15:1-4; Ga. 3:1; Ef. 1:20; Fil 2:8-9; Col. 2:12- 14; Hebreos; 1 Pe.1:3, 18-21; 3:18).

La Promesa de Jesucristo

Ciertamente es concebible que una persona pueda comprender los hechos acerca de la persona y la obra de Cristo y, sin embargo, no ser salva porque no los aplica a su propia condición espiritual. Creemos en Cristo para algo, y eso es la vida eterna. Dios nos ha prometido que cualquiera que cree en Cristo Jesús como Aquel que murió y resucitó tendrá vida eterna (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:40, 47; 7:38; 10:26-29; 11:25-26; 12:44-50; 20:31). Una persona debe creer, o ser persuadida, de que la promesa es verdadera, y que es verdadera para él.

La vida eterna tiene muchas implicaciones que una persona puede no comprender por completo. Abarca la seguridad eterna, el perdón de pecados, la justificación, el nuevo nacimiento, la glorificación, y otras verdades maravillosas que se aclararán con la instrucción de la Palabra de Dios. La vida eterna también se define  como conocer a Dios a través de Cristo (Jn. 17:3). Una persona debe creer en la promesa de Dios para algún aspecto salvífico de esta vida eterna.

Algunas Incógnitas 

Si bien el contenido del evangelio es esencialmente simple y podemos compartirlo claramente, pueden existir algunas preguntas acerca de ciertas situaciones: ¿Cómo entiende un niño muy pequeño comprender el contenido del evangelio? ¿Cómo puede ser salva una persona con discapacidad mental? ¿Qué les sucede a los bebés que mueren sin ningún conocimiento del evangelio? ¿Cómo entiende un hindú los conceptos de Dios, pecado, Hijo de Dios, resurrección, y vida eterna?

Cuando compartimos el evangelio, debemos darnos cuenta de que el proceso de comunicación tiene dos componentes, el comunicador y el que lo recibe. El oyente no siempre procesa la información exactamente como lo dice el comunicador. En otras palabras, existen barreras en la comunicación del evangelio como el idioma, la interpretación cultural, la atención, la claridad, el procesamiento, la comprensión previa , y las idea religiosas preconcebidas.

A la luz de estas incógnitas, debemos reconocer humildemente que la comprensión de una persona puede no ser siempre lo que pensamos que es. Afortunadamente, el Espíritu Santo sabe lo que nosotros no sabemos. Si bien es nuestra responsabilidad compartir el evangelio con la mayor claridad posible, es Su obra convencer al oyente de Su veracidad (Jn. 16:8). Cuando compartamos el evangelio, debemos depender del Espíritu Santo para que trabaje en el oyente para darle suficiente comprensión para producir fe (Ro. 10:14-17). La forma exacta en que obra el Espíritu Santo en el entendimiento de una persona, seguirá siendo un misterio (Jn. 3:8; 6:44-45, 65). Sin embargo, nada de esto quita el hecho de que, si nos equivocamos en nuestro mensaje, el oyente estará equivocado en su fe.

Conclusión

Estamos llamados a compartir el evangelio de salvación lo que significa que compartimos la persona, la provisión, y la promesa de Jesucristo. ¿Por qué compartiríamos menos que eso? Ya sea que lo expliquemos en los términos más básicos o con gran profundidad, siempre es el Espíritu Santo quien trae el entendimiento que impulsa la fe. Predicamos el evangelio de la gracia a través de la fe sola en Cristo solo y dejamos que Dios haga el resto. Ciertamente eso requiere que lo comuniquemos claramente, y también a que oremos fervientemente.


Fuente:

lunes, 16 de marzo de 2020

¿Por qué la Salvación por Señorío es tan Popular?




Una pregunta que suele hacer quienes sostienen la posición de la Gracia Gratuita es, ¿Por qué la Salvación por Señorío es tan popular? La posición de la Gracia Gratuita enseña la salvación por gracia sólo a través de la fe en Cristo solo, lo que significa que una persona no salva, además de creer, no puede hacer nada o hacer ningún compromiso (como someterse a Jesús como el Señor de la vida de uno) para ser salvo, y que creer significa estar convencido o persuadido de la verdad del evangelio. El punto de vista del Señorío se opone a la posición de la Gracia Gratuita al enseñar que una persona no salva debe creer en Jesucristo como Salvador y someterse a Él como Señor (o Amo) de su vida. Ellos enseñan que creer incluye sumisión, compromiso y obediencia. Aunque se podrían dar respuestas bíblicas específicas (vea Apuntes de Gracia anteriores), aquí simplemente vamos a decir algunas de las razones por las que la Salvación por Señorío es tan popular.

Escritura mal interpretada. Si no se distingue entre los pasajes de la Biblia que se refieren a la salvación y los que se refieren a vida cristiana (o discipulado) guía a muchos al punto de vista del Señorío. Confunden los asuntos de justificación y santificación, lo que hace que el “evangelio” del Señorío incluya muchas condiciones de compromiso y obediencia. Desafortunadamente, esto añade mérito humano al evangelio. Predicar estos textos como condiciones para la salvación puede producir más compromiso externo, pro también induce a la culpa y la duda.

La Ley vs. la Gracia. La teología del Señorío a menudo proviene de confundir la Ley y la gracia. Transferir las leyes morales de la Ley Mosaica a la era de la gracia después de que Jesucristo ha cumplido la Ley hace que el cumplimiento de la Ley sea una parte importante para la salvación — si no al inicio como una condición para la salvación, entonces al final como prueba de la salvación. Los partidarios del Señorío creen que los que son verdaderamente salvos mantendrán las Leyes morales del Antiguo y del Nuevo Testamentos, demostrando que Jesús es el Amo de sus vidas. Pero este punto de vista no sólo ignora el cambio de dispensaciones entre Ley y la Gracia, es decir, la diferencia entre el programa de Dios para Israel y Su programa para la Iglesia, también ignora la realidad de que nadie puede guardar todas las leyes perfectamente.

Nuevo-viejo Calvinismo. Ha habido un gran resurgimiento de un fuerte calvinismo determinista, especialmente entre los jóvenes adultos. La teología del Señorío es un resultado necesario de esta teología porque, en este punto de vista, Dios elige a algunos para la salvación y les da la fe para creer. Ese regalo divino de fe no puede fallar, por lo tanto, garantiza una vida perseverante de sumisión a Jesús como Señor, si uno es verdaderamente salvo. Esta visión del cristianismo predica la necesidad de un total compromiso a Jesucristo, lo cual es encomiable en sí mismo, pero no si se usa como una prueba de la salvación. La predicación del compromiso atrae a muchos jóvenes adultos, quienes responden a tales desafíos. Desafortunadamente, es muy probable que muchos de estos calvinistas “jóvenes, inquietos y Reformados” no entiendan el paquete completo que hace del compromiso una condición para la salvación.

Una visión poco realista del pecado. Una renuencia a admitir que los cristianos pecan severa o continuamente, guía a muchos a un punto de vista del Señorío, porque no están dispuestos a admitir que dichas personas son salvas, ya que no han hecho a Jesús su Señor. Si bien es doloroso cuando los cristianos pecan, un enfoque más bíblico es reconocer que esta realidad se refleja en toda la Biblia. La gracia les da a las personas la libertad de servir a Dios o a sus propios deseos egoístas. Desafortunadamente, no todos escogen servir a Dios, pero la solución no es hacer que el evangelio sea más difícil con condiciones adicionales. Etiquetar a estas personas como no salvas ignora o no toma en cuenta las enseñanzas de la Biblia acerca de la disciplina de Dios y la disciplina de la iglesia para los cristianos pecadores y su pérdida de recompensas temporales y eternas. También es posible que, para empezar, nunca entendieran realmente el evangelio simple y no son salvos.

Una cura para la mundanalidad. Una sincera y legítima preocupación acerca de la mundanalidad de los cristianos modernos también causa que muchos adopten la posición del Señorío. Ellos concluyen que la mundanalidad es el resultado de un evangelio que hace la salvación sea  demasiado “fácil”. Creen que si la salvación está disponible sólo para los que están totalmente comprometidos con el señorío de Cristo, entonces la piedad está garantizada. Para ellos, creer no es una condición suficiente para la salvación; debe ser creer y someterse o creer y comprometerse. Desafortunadamente, esto cambia la condición del evangelio de la fe sola a la fe más algo que el pecador debe hacer.

La naturaleza humana. Nuestra aversión humana natural a la gracia alimenta la visión del Señorío. Desde la creación, los humanos han querido contribuir a su salvación a su propia manera. Esto apacigua al ego que desea importancia, incluso si esto es sólo el sentimiento de “yo ayudé' o “estoy totalmente comprometido”, por lo tanto, soy salvo. Esto apela a la sutil tendencia pecaminosa de toda la humana hacia el legalismo: la auto-inflada actitud de que puedo hacer algo por mí mismo para ser aceptable delante de Dios. El legalismo predominante en casi todos los sistemas religiosos le da la bienvenida a esta teología del Señorío.

Retórica engañosa. Los partidarios del Señorío han influenciado a muchos con su retórica despectiva y tergiversación del punto de vista de la Gracia Gratuita. Por ejemplo, la posición Gracia Gratuita a veces es llamada la posición del “no señorío,  aunque sus partidarios creen que el señorío de Jesucristo es esencial para Su provisión de salvación y santificación piadosa. La diferencia es que los partidarios de la Gracia Gratuita no piensan que el compromiso con Jesús como el Maestro de la vida de uno es el asunto de la salvación. El asunto es creer en Jesús como el Aquél que murió por los pecados de uno, resucitó, y garantiza la salvación eterna. El compromiso con Cristo como Amo es un asunto de santificación (es decir, la vida cristiana o el discipulado). Los partidarios del Señorío también acusan de “creencia fácil”, lo cual es engañoso, ya que nadie ha dicho que creer es fácil. Es simple, pero no necesariamente fácil. Otra acusación derogatoria es que el punto de vista de la Gracia Gratuita es “antinomiano” (sin ley) y les da a los creyentes una licencia para pecar. Si bien los partidarios de la Gracia Gratuita no creen que los cristianos estén bajo la Ley del Antiguo Testamento, sí reconocen los mandamientos del Nuevo Testamento, con el entendimiento de que estos mandamientos hacen que los cristianos sean más como Cristo, pero no traen ni prueban la salvación. La posición de la Gracia Gratuita enseña que las buenas obras y la santidad son el deseo de Dios para cada cristiano.

Rumores. Las personas tienden a repetir el lenguaje y la retórica que les transmiten sin evaluarlos teológica o bíblicamente. Dichos como “Recibe a Jesús como tu Señor y Salvador” y “Si Él no es el Señor de todo, no es Señor del todo”, se han convertido en parte de la jerga cristiana popular. Por lo general, se piensa poco acerca de estas frases antes de que sean usadas y repetidas. Usar semejante lenguaje no confirma a alguien como Señorío, pero ciertamente los inclina de esa manera.

Censura. Francamente, aquellos que sostienen una posición de Señorío, especialmente los Calvinistas Reformados, tienen mucha influencia. Esta posición domina la industria editorial y las instituciones académicas, y celebra grandes conferencias populares entre los jóvenes adultos. Tan feo como suena y es, ese control excluye deliberadamente a la perspectiva de la Gracia Gratuita de los foros, instituciones y publicaciones académicas y populares, por lo que la Salvación por Señorío florece. La llamada “libertad académica” no siempre es real.

Conclusión

Todas estas razones se pueden reducir a una: la incapacidad de comprender todas las riquezas del  don gratuito de la gracia de Dios lleva a muchos cristianos a la Salvación por Señorío. Su perspectiva implica que tal gracia es demasiado buena para ser verdad, por lo que requiere de la persona algún compromiso al Señorío de Jesucristo para ser salvo, permanecer salvo, o demostrar que alguna vez fue salvo. La Gracia Gratuita, por otro lado, acepta la sorprendente e inmerecida naturaleza de la gracia salvadora de Dios y, por lo tanto, enseña que la vida eterna sólo se puede recibir a través de la respuesta de la fe, aparte de cualquier mérito por parte del pecador.

Fuente:

martes, 3 de marzo de 2020

Preguntas acerca de la Seguridad en Romanos 8




La madurez espiritual es imposible para los creyentes que han llegado a dudar de su salvación eterna. Sin embargo, la falta de garantía es muy común entre los que son y los que dicen ser cristianos.

Las dudas pueden originarse de muchas fuentes. Tal vez la persona que duda nunca fue realmente salva por la fe sola en Jesucristo solo. O podrían haberse confundido acerca del evangelio. A veces, los pecados persistentes o las pruebas difíciles pueden hacer que las personas duden si realmente son cristianas. Algunos tipos de personalidad están propensos a dudar de su salvación porque están orientados a la introspección o los sentimientos emocionales. De cualquier manera, la falta de seguridad es un obstáculo triste e innecesario para crecer en la gracia, ya que la seguridad es el derecho de cada cristiano. Juan les dijo a sus lectores: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13a).

En Romanos 8 encontramos cuatro preguntas que, al preguntarse y contestarse, ponen fin al problema de la seguridad sin lugar a dudas. No es de sorprenderse que estas preguntas se encuentren en el libro que menciona la gracia más que cualquier otro libro en el Nuevo Testamento. Hasta este punto, Pablo ha demostrado que la gracia ha justificado (3:21-5:21) y santificado (6:1-8:17) al creyente. Ahora muestra cómo asegura al creyente (8:17-39). Explica que Dios ha predestinado a todos los que ha justificado para que sean finalmente glorificados, es decir, conformados a la imagen de Su Hijo, Jesucristo (8:29-30). Este enunciado es un fuerte argumento para la seguridad. Sin embargo, el pináculo de esta lógica de la gracia se encuentra al final del capítulo 8.

Las cuatro preguntas son presentadas de forma retórica, ¿Qué, pues, diremos a esto?' (8:31a). La verdad que Pablo está explicando es tan poderosa y magnífica que demanda una respuesta y su conclusión. Aquí están las cuatro preguntas y su conclusión:

1. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (8:31b). Esta pregunta introductoria lanza un desafío a todos los que dudan o desafían la suficiencia de la obra salvadora de Jesucristo. Por supuesto, no existe nadie que pueda oponerse al propósito y plan final de Dios: glorificar a aquellos que son suyos (8:28-30). La respuesta de Pablo a esta primera pregunta incluye una pregunta retórica: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (8:32). En otras palabras, si Dios nos dio el regalo mayor, Su Hijo, ¿por qué no nos daría todo lo demás que se necesita para garantizar nuestra glorificación? Como creyentes,podemos estar seguros de que somos salvos eternamente porque nadie puede destruir el plan de Dios para nosotros.

2. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” (8:33a). La segunda pregunta es una réplica de una corte judicial. Nadie puede acusarnos de de delitos pecaminosos, porque Dios nos ha justificado (8:33b). En la corte final, nuestro Juez, el más honorable altísimo y santo Dios, nos ha absuelto y nos ha declarado justos de acuerdo con Su justicia perfecta. Si Dios ha pronunciado su veredicto, ¿quién puede traer otra vez los cargos por nuestra mala conducta para presentarlos delante de Él? ¡No existe doble sentencia en el sistema legal de Dios! Como creyentes, podemos estar seguros de que somos salvos eternamente porque no hay ningún pecado que Jesucristo nuestro Señor no haya ya absuelto.

3. “¿Quién es el que condenará?” (8:34a). La tercera pregunta cuestiona si existe alguien que pueda emitir un veredicto de “Culpable” en contra de nosotros. Pero si ya fuimos declarados “No culpables” en nuestra justificación, ¿quién puede revertir el veredicto de Dios? “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (8:34b). Cuando Jesús dijo desde la cruz, “Consumado es”, estaba diciendo que nuestra deuda por el pecado fue pagada en su totalidad  con Su muerte. Él tomó el castigo por nosotros. Luego se levantó de entre los muertos, probando que Dios aceptó ese pago, por lo que estamos libres del castigo futuro. La palabra “intercesión” también es un término judicial. Se refiere al trabajo de un abogado defensor. Como nuestro abogado, podemos contar con que Jesús va a ganar el caso. Él ahora vive en la presencia de Dios, a Su mano derecha, defendiendo nuestro caso ante el Padre (Heb. 7:25). Su súplica por nosotros se basa en la obra suficiente y terminada que hizo en la cruz. Como creyentes, podemos estar seguros de que somos salvos eternamente porque nuestros pecados, pasados, presentes, y futuros, permanecen pagados por el mismo Cristo Jesús.

4. “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (8:35a). ¿Quién puede interponerse en nuestra relación entre Dios y nosotros? ¿Quién puede interrumpir Su propósito de amarnos desde el principio de nuestra salvación hasta su destino final? La respuesta de Pablo es inclusiva. Él busca en el universo físico y el campo espiritual cualquier cosa que tenga el poder de interponerse entre nosotros y nuestro Padre Celestial. 

Situaciones como “tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada” (8:35b) nos tientan a pensar que, dado que Dios permite estas cosas, no debe amarnos. Pero no hay contradicción entre el amor de Dios por nosotros y nuestro sufrimiento. Aun las fuerzas tan poderosas y amenazantes como la muerte, espíritus malignos, o la incertidumbre del futuro no pueden cancelar el amor de Dios hacia nosotros. ¡Y la frase “ni ninguna otra cosa creada” (8:39) aun nos incluye a nosotros! Su conclusión es exhaustiva: absolutamente nada “nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (8:39b). Con semejante garantía, los que hemos creído nunca debemos dudar de que estaremos para siempre con Dios.

Conclusión

¿Puede algo interrumpir el amor de Dios por Sus hijos, a quienes llevará a su destino final de ser glorificados en la imagen de Cristo? Pablo contesta, “¡Nadie, ninguna cosa, en ningún lugar, de ninguna manera!”. Nuestra salvación eterna descansa en lo que Jesús ha hecho por nosotros y la consiguiente fidelidad y poder de Dios. Lo que Dios prometió, Él lo hará. Podemos descansar en la seguridad de esta salvación, si es que la hemos recibido como un regalo de Dios por medio de la fe en Jesucristo nuestro Salvador. Estas cuatro preguntas de Romanos 8 evitan que veamos subjetivamente a nuestros sentimientos o nuestra conducta. En cambio, nos mantienen enfocados objetivamente en la persona y la obra de Jesucristo, el Ancla de nuestra alma.

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jueves, 27 de febrero de 2020

Eternamente Seguro



¿Puede una persona que es salva perder o abandonar esa salvación? La Biblia contesta “No”, que una vez que una persona es salva permanece salva por toda la eternidad. Esto generalmente se llama la doctrina de la seguridad eterna, y a menudo se le llama (a veces en tono derogatorio) como “una vez salvo siempre salvo”.

Si hacemos la pregunta de otra manera, es fácil ver cómo la seguridad eterna tiene sentido. Por ejemplo, ¿qué tal si preguntamos: ¿Puede una persona eternamente salva perder esa salvación eterna? O, ¿puede una persona justificada ser des-justificada? O, ¿puede desnacer una persona que ha nacido espiritualmente? O, ¿puede una persona a la que gratuitamente se le da el regalo de la vida eterna perderla en función de alguna condición?

Aquellos que creen en la seguridad eterna generalmente son etiquetados como calvinistas. Aquellos que creen que la salvación se puede perder son generalmente etiquetados como arminianos.

Lo que dice la Biblia

La Biblia enseña la seguridad eterna de muchas maneras diferentes.

1. La Biblia habla con certeza acerca de la posesión de una nueva vida basada únicamente en la fe en Cristo como Salvador (Juan 3:1-16; 5:24; 10:28; 20:31).

2. La Biblia se refiere a esta vida como “eterna” lo que significa para siempre e implica que no hay interrupción (Juan 10:28; 11:25-26).

3. Ya que la salvación por gracia esencialmente significa que es un regalo, entonces es un regalo incondicional que no depende de las obras de la persona, conducta, o condición después de la salvación (Ro. 3:24; 4:5; Ef. 2:8-9).

4. La Biblia nos enseña que el propósito predestinante de Dios y la justificación inicial resultan en una eventual glorificación sin excepción para cada creyente (Ro. 8:29-30; Ef. 1:4-5).

5. La Biblia presenta la salvación eterna como una relación legal y vinculante con Dios que no puede ser separada por nadie (incluidos nosotros mismos) ni nada (Ro. 8:1, 31-39).

6. La Biblia presenta la salvación eterna como una irrevocable relación filial con el Padre por adopción, que resulta en bendiciones eternas (Juan 17:3; Ro. 8:15-17; Gá. 3:26).

7. Somos sellados por el Espíritu Santo, Quien garantiza nuestra glorificación (2 Cor. 1:22; Ef. 1:13-14; 4:30).

8. Somos mantenidos seguros por el poder del Padre y del Hijo (Juan 10:28-30; 17:9-12; Judas 24).

9. Ya que todos nuestros pecados (pasados, presentes, futuros) han sido perdonados por Jesucristo y Su sacrificio eternamente suficiente, no hay pecado que pueda hacernos perder nuestra relación con Él. Col. 2:13-14; Heb. 10:12-14

10. Las oraciones intercesoras de Jesucristo y Su defensa cuando pecamos garantizan que nuestra salvación se completará eternamente (Juan 17:9-12, 24; Heb. 7:25; 1 Juan 2:1).

11. La Biblia habla de la salvación en voz pasiva, lo que indica que la causalidad no es de nosotros, sino de Dios; por lo tanto, se basa en Su obra, no en la nuestra (Ef. 2:5, 8; 2 Tes. 2:10; 1 Tim. 2:4).

12. La Biblia demuestra con el ejemplo (Abraham, David, Israel) y por precepto de que Dios es fiel a Sus promesas, incluso cuando nosotros no lo somos (Sal. 89:30-37; Ro. 3:3-4; 4:16; 2 Tim. 2:13).

Algunos problemas de negar la seguridad eterna

Negar la salvación eterna presenta muchos problemas, tales como: ¿Cuánto pecado o qué pecados cancelan mi salvación? ¿Cuántas veces puede una persona nacer de nuevo? ¿No hay un nivel de intimidad con Dios más allá de Su aceptación o rechazo? ¿No existe otra consecuencia para el pecado del creyente que el Infierno? Si una persona cree en Cristo y es salvada, pero peca y pierde su salvación, entonces, ¿lo que tiene que creer no es lo que ya había creído? Se necesita otra condición además de la fe sola. Es fácil ver que sin la seguridad de la salvación eterna la garantía es imposible y no hay un cimiento sólido para el crecimiento cristiano.

¿Qué hay acerca de los otros pasajes?

Hay una serie de pasajes en la Biblia comúnmente citados por aquellos que no creen en la seguridad eterna. Sería imposible analizarlos todos individualmente aquí. Cuando se interpretan consistente y correctamente, cada uno de estos pasajes se puede entender de una manera que armonice con la seguridad eterna. Primero, deben ser interpretados fieles al contexto que considera el estado eterno de los creyentes y el propósito del autor. Segundo, deben ser consistentes con el completo plan de Dios para bendecirnos eternamente por Su gracia. Tercero, deben armonizarse con la enseñanza consistente de la justificación por gracia a través de la fe sola, aparte de las obras o algún otro mérito. Cuarto, algunos de estos pasajes se están refiriendo a la pérdida de las recompensas, no de la vida eterna. Quinto, algunos de estos pasajes son condiciones para el discipulado, no para la vida eterna.

¿Y qué acerca de proveer una licencia para pecar?

La objeción más común a la seguridad eterna es que ésta es una excusa conveniente para pecar. Después de todo, el que se opone podría decir, si una persona tiene garantizada la vida eterna, entonces puede hacer lo que desee sin temor a las consecuencias. Pero este argumento es débil por varias razones:
  • Primero, el argumento que proviene de una experiencia hipotética o real (aunque no es común), no determina la veracidad de una doctrina. 
  • Segundo, mientras que algunos que sostienen la seguridad eterna pueden pecar y excusarse en esto, esto también es cierto para aquellos que rechazan la seguridad eterna. 
  • Tercero, la naturaleza de la salvación por gracia es que le enseña al creyente a negar la impiedad y a vivir para Dios (Tito 2:11-12). 
  • Cuarto, el resultado del nuevo nacimiento es una nueva persona con una nueva capacidad para las cosas espirituales. Hay una nueva relación con Dios (Ro. 6:1-5), una nueva libertad para no pecar (Ro. 6:6-14), una nueva vida (Ro. 6:11; Ef. 2:1), y una nueva perspectiva y orientación (2 Cor. 5:17). 
  • Quinto, la Biblia enseña que existen graves consecuencias y pérdida de recompensas para los creyentes que viven pecaminosamente (1 Cor. 3:12-15; 5:5; 9:27; 2 Cor. 5:10), lo que es una motivación para que uno viva una vida piadosa.

Algunas implicaciones

La seguridad eterna del creyente (la realidad objetiva de que uno posee la vida eterna) es un asunto separado de la seguridad del creyente (la realización subjetiva de que uno posee la vida eterna). Sin embargo, si alguno no cree en la garantía eterna, entonces inevitablemente habrá ocasiones en las que la persona pierda su seguridad. También están los que pueden profesar que conocen a Cristo como su Salvador, pero que no poseen vida eterna y, por lo tanto, no tienen la seguridad eterna, sino sólo una falsa seguridad. La doctrina de la seguridad eterna del creyente en Cristo últimamente descansa en el carácter de Dios, quien es fiel a Su Palabra, y también en la gratuidad de Su gracia.


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martes, 18 de febrero de 2020

Dando de Gracia

Por Dr. Charles C. Bing


La gracia difícilmente puede ser más práctica en la vida del cristiano que cuando toca nuestras finanzas, especialmente lo que damos. Bajo la Ley, dar era obligatorio y requería varios diezmos (décimas) y ofrendas. Bajo la Ley del Antiguo Testamento, los creyentes daban para poder ser bendecidos; bajo la gracia del Nuevo Testamento, los creyentes dan porque ya están bendecidos. Jesucristo nos liberó de los requisitos de la Ley para que podamos responder a Su maravilloso regalo de la vida eterna. Mientras que dar legalistamente se enfoca en el acto externo y en la cantidad, dar de gracia se enfoca en el motivo interno.

La enseñanza bíblica más importante acerca de dar motivados por la gracia se encuentra en 2 Corintios 8 y 9. Estos capítulos contienen muchos principios acerca de las motivaciones, la cantidad, los efectos, y las recompensas de dar por gracia.

Motivos internos para dar de gracia

El Apóstol Pablo elogió la actitud y la motivación de los macedonios, quienes dieron tan generosamente. Sus donaciones nos sirven como un buen ejemplo.

1. Debemos estar dispuestos a dar libremente. 2 Cor. 8:3; 9:2

2. Debemos, primero, de entregarnos a nosotros mismos a Dios. 2 Cor. 8:5

3. Debemos dedicarnos a ayudar a otros. 2 Cor. 8:4-5

4. Debemos de ser motivados por el amor a los demás. 2 Cor. 8:7

5. Debemos de dar lo que hemos propuesto en nuestro corazón. 2 Cor. 9:7

6. Debemos de dar alegremente. 2 Cor. 9:5,7

Cantidades para dar de gracia

En lugar de tener un porcentaje fijo como un diezmo, el dar motivado por la gracia es la respuesta del creyente en agradecimiento a Dios por las muchas bendiciones recibidas.

1. Podemos dar sin importar cuánto dinero tengamos. 2 Cor. 8:2-3

2. Podemos dar generosa y sacrificialmente. 2 Cor. 8:3; 2 Cor. 9:5-6,11,13

3. Debemos dar de acuerdo a cómo nos ha bendecido Dios. 2 Cor. 8:12 (comp. 1 Cor. 16:2)

Efectos de dar de gracia

Muy a menudo, cuando se dan algunos regalos, nosotros no vemos el impacto total que estos tienen. Pablo explicó los efectos de la generosidad de los macedonios y mostró cómo los regalos que dieron en respuesta a la gracia de Dios tuvieron un efecto en cadena.

1. Satisfacemos las necesidades de otras personas. 2 Cor. 8:14; 9:12

2. Con nuestro ejemplo, promovemos la fe, el amor, y la adoración a Dios de los beneficiarios. 2 Cor. 9:2,13

3. Aumentamos los frutos de justicia. 2 Cor. 9:10

4. Motivamos a los beneficiarios a agradecer a Dios. 2 Cor. 9:12

5. Le damos la gloria a Dios. 2 Cor. 9:13

6. Fortalecemos nuestro vínculo de oración y amor con los beneficiarios. 2 Cor. 9:14

Recompensas por dar de gracia

Aunque no damos para obtener ganancia, la Biblia claramente nos enseña que dar generosamente añade tesoros en el cielo lo que da dividendos, o recompensas al dador.

1. Vamos a cosechar abundantes bendiciones de Dios. 2 Cor. 9:6

2. Vamos a tener una experiencia especial del amor y la gracia de Dios. 2 Cor. 9:7-8

3. Vamos a tener siempre en abundancia para más buenas obras en el futuro. 2 Cor. 9:8-11

Conclusión

Sin duda, en la Biblia existen más principios acerca del dar. Estos capítulos forman una unidad compacta que muestra lo que significa estar motivados a dar generosamente por la gracia de Dios. Dar de gracia es una manera que tenemos para agradecer a Dios por Su “don inefable” (2 Cor. 9:15).

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miércoles, 12 de febrero de 2020

Interpretando Hebreos: Comenzando con los Lectores

Por Dr. Charles C. Bing



Muchos encuentran a Hebreos como un libro difícil de interpretar. Tal vez la mayor dificultad es la interpretación de los cinco pasajes de las advertencias (2:1-4; 3:7-4:13; 6:1-8; 10:26-39; 12:25-29). Muchos comentarios tratan a estas como advertencias para los incrédulos entre los lectores. Esto considera al público objetivo de las advertencias a aquellos que profesan, pero no poseen, la fe. Pero, ¿es esto consistente con la evidencia en el texto? La mayoría está de acuerdo en que el resto del libro claramente les habla a creyentes. ¿Existe alguna aparente disparidad entre la manera en que esas advertencias se abordan y el resto de la epístola?

Evidencia externa a las advertencias

El sentido común nos muestra que la epístola fue escrita para creyentes, como la mayoría está de acuerdo. No necesitamos decir más. Además de las advertencias, encontramos que se dirige a los lectores como “hermanos” (10:19; 13:22) y “hermanos santos” (3:1). Se les dicen cosas que sólo pueden aplicarse a los cristianos (3:1; 6:9; 5:12; 10:24- 25). Note que todos estos aparecen un poco antes o después de las secciones de las advertencias.
Exhortaciones

También, la naturaleza de las exhortaciones en el capítulo 13 muestra que, obviamente, están destinadas a los creyentes. No existe ningún intento de aplicarlas a dos grupos diferentes. De hecho, en toda la epístola, los pasajes de las advertencias nunca se introducen con una transición que indique que el autor está cambiando su atención a un grupo diferente dentro de los lectores. Implicar lo contrario es artificial y, por lo tanto, interrumpe el flujo del texto.

Evidencia interna de las advertencias

Ahora vamos a examinar cómo le habla el autor a los que quiere advertir. Su lenguaje deja en claro que ellos son cristianos.

1. Se les habla en primera persona plural, lo que muestra que el autor se identifica con ellos como creyente (la terminación “omos” en 2:1,3; 3:14,19; 4:1,3,11; 6:1,3;10:26,30,39; 12:28; y “nosotros” en 4:2; 12:28).

2. También son llamados “hermanos” (3:12). De la misma manera que en las secciones sin advertencias, esto claramente muestra su posición común en la familia de Dios.

3. Han creído (4:3; 10:39). Esto habla de una fe incondicional en Cristo como Salvador. No se le dice que casi creyeron, o que no creyeron lo suficiente.

4. Tienen la confianza cristiana (3:14; 10:35). Esto se refiere a su seguridad de los beneficios de las provisiones de Cristo. Por lo tanto, se les dice que se mantengan firmes (3:14; 4:14; 10:23) y que perseveren (10:36) en esa confianza.

5. Están en peligro de negar su fe. Aún no lo han hecno, pero podrían “deslizarse” (2:1), “apartarse del Dios vivo” (3:12), “recaer” (6:6), “retroceder” (10:39), o “desechar” (12:25). Todo este lenguaje demanda un punto de partida del cual puedan caer. El único punto en la epístola es Jesucristo y su confesión de Él.

6. Se les motiva a que entren en el reposo de Dios (4:11) y que maduren (6:1). Como en el Antiguo Testamento, el “reposo” se refiere no sólo a recibir la promesa de Dios, sino también disfrutarla. Esto es un privilegio sólo para los creyentes, así como la posibilidad de crecer a la madurez.

7. Sufrieron por su fe después de que fueron “iluminados” (10:32-34). Pudieron soportar esta persecución porque sabían que tenían una posesión celestial (10:34).

8. Nunca se les dice que tienen que creer en Cristo, lo cual pudiéramos esperar si fueran incrédulos. Sería una vergüenza que el autor hubiera omitido eso. En lugar, él dice que la epístola fue escrita para exhortar o animar a los lectores (13:22).

9. Se les describe como que han experimentado las bendiciones que vienen con la fe en Cristo. La evidencia más convincente está en 6:4-5: Fueron “iluminados”, han “gustado del don celestial”, fueron “partícipes del Espíritu Santo”, y “gustaron de la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero”. Cualquier intento de aplicar estas descripciones a los incrédulos sería forzar el texto a expensas de una buena exégesis y el sentido llano del lenguaje. También recibieron “el conocimiento de la verdad” (10:26), fueron “santificados” (10:29), “conocieron” a Dios (10:30), fueron “iluminados” (10:32), y, por implicación, son llamados “justos”' o rectos (10:38).

10. Se les dan analogías del Antiguo Testamento que, en el pasado y ahora en su presente, aplican al castigo de Dios sobre Su pueblo. En 3:16 se usa el Salmo 95 para hablar de los redimidos que salieron de Egipto y que obviamente aplica a los lectores redimidos. En 10:30 se habla de Deut. 32:36, que habla de Dios juzgando a “Su pueblo”. Que esto aplica a los creyentes es obvio en 10:31 en donde está el prospecto de caer “en” las manos de Dios. No pueden caer de Sus manos.

11. Se les exhorta a que sirvan “a Dios agradándole con temor y reverencia” (12:28), algo imposible para los incrédulos.

12. Enfrentan la perspectiva de recompensas condicionadas a su perseverancia fiel y obediencia. Pueden ser “participantes de Cristo” (3:14), entrar en el reposo de Dios (4:9,11), tener “una mejor y perdurable herencia en los cielos” (10:34), recibir “tan grande galardón” (10:35), y recibir “un reino inconmovible” (12:28).

Conclusión

La evidencia de que el autor se está dirigiendo a cristianos, tanto en la naturaleza general de la epístola y en las advertencias mismas, es abrumadora. No hay necesidad de ver como incrédulos a los que se les escriben las advertencias. Ellos no tienen necesidad de salvación, sino de una perseverancia fiel. Evidentemente, ellos eran judíos creyentes que estaban siendo tentados a disfrazar su cristianismo con el judaísmo, o revertirse del todo, por la amenaza de la persecución.

Probablemente la razón por la que muchos interpretan estas advertencias como escritas a incrédulos es por la severidad de los juicios amenazantes, especialmente aquellos que mencionan el fuego. ¿Será que la mención del fuego implica automáticamente una amenaza de condenación eterna? ¡Absolutamente no! Pero eso es materia de otro estudio.

Nosotros que creemos, tomemos en serio tanto las exhortaciones para crecer en nuestra confesión de Cristo y las advertencias acerca de descuidar nuestro crecimiento. Todo Hebreos puede aplicar para nosotros.

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