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miércoles, 24 de abril de 2024

La Primacía de la Profecía (Parte 1 de 2)

Editor Ejecutivo
Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

¿Pueden sus ídolos presentar tales obras? ¡Que vengan y muestren lo que pueden hacer! dice Dios, el Rey de Israel. Que procuren decirnos qué ocurrió en el pasado lejano o qué guarda el futuro. ¡Sí, a la prueba! ¡Si son dioses, dígannos lo que va a ocurrir en el porvenir, o realicen algún milagro que nos deje atónitos, estupefactos! ¡Pero no! ¡Son menos que nada y nada pueden hacer!” (Isaías 41:21-24; Nueva Biblia Viva).

Omnisciente. Omnipotente. Audaz.

Esas palabras describen la capacidad y la determinación de Dios para proclamar de antemano Sus planes para la humanidad. Su disposición a arriesgarse al predecir lo que sucederá en el futuro es exclusiva del Dios vivo y verdadero. Ningún otro supuesto dios hace predicciones declarativas — y por buenas razones.

La profecía no sólo es una característica única de la Biblia, sino también un aspecto que valida todo lo que contiene. Pero tal vez deberíamos dar un paso atrás y definir estos términos.

Proclamación y Predicción

La profecía bíblica puede definirse como la proclamación de la verdad o la predicción de lo que está por venir. Las profecías son reveladas por Dios a través de un profeta humano como advertencias, instrucciones, expectativas o exhortaciones divinas. Siempre, el profeta y la profecía señalan y glorifican a Dios.

La profecía que predice eventos futuros (ya sea que ya se hayan realizado o que aún no se hayan cumplido) constituye entre el 28 y el 32% de la Biblia. Incluso esa variación se basa en si se cuentan versículos, capítulos o libros. Pero es evidente. para cualquiera que lea el texto. que una porción considerable de las Escrituras se refiere a personas, circunstancias y eventos mucho antes de su aparición en la historia humana.

Durante los últimos dos años, he enfatizado que toda la Palabra de Dios es profética si se incluye la porción que dice la verdad. De principio a fin, la Biblia afirma revelar la verdad de Dios. Aunque no hubo un testigo ocular humano de la Creación, Génesis establece una secuencia precisa de eventos “en el principio”. Cada declaración hecha por Dios — ya sea atribuida a Él como una cita directa o registrada por los autores de las Escrituras según el Espíritu Santo los inspiró — contiene la Verdad que Él quiere que Sus criaturas comprendan.

Algunos profetas se especializaron en decir la verdad. Cuando el profeta Natán se acercó al rey David y le describió la codiciosa ofensa de un hombre rico, David se indignó con razón. Pero el profeta no tardó en dar el ultimátum de Dios sobre el grave pecado de David: “¡Tú eres ese hombre!” (2 Samuel 12:7). Esa verdad anunciada hirió a David hasta lo más profundo, e inmediatamente reconoció su pecado. Tristemente, la única verdad predicha en ese encuentro fue la predicción de Natán de que el hijo de David y Betsabé moriría.

La frase, “Así dice el Señor”, se encuentra más de 1,900 veces en la Biblia. Es como si Dios quisiera dejar muy claro que Él es el autor de las Escrituras. Es por eso que llamamos a la Biblia la Palabra de Dios.

También es la razón por la que Satanás ha estado decidido a socavar la credibilidad de Dios ante los ojos de las criaturas hechas a Su imagen desde el principio.

¿Dios Realmente Dijo?

Cuando Dios creó los cielos y la tierra y colocó al hombre y a la mujer en la tierra para someterla y gobernarla (Génesis 1:28), hizo una sola estipulación: no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Mucho antes de que existieran los Diez Mandamientos, sólo había un límite que el hombre debía observar.

Las Escrituras no nos dicen cuánto tiempo Adán y Eva disfrutaron de la buena tierra mientras cultivaban y guardaban el Jardín del Edén. Pero Génesis 3 registra que en poco tiempo, Satanás vino en forma de serpiente para cuestionar la clara directiva de Dios. Primero preguntó: “¿De veras Dios les ha dicho: No coman de ningún árbol del jardín? Al confundir deliberadamente la instrucción de Dios, Satanás tenía la intención de sembrar sutilmente la duda y sugerir que la prohibición de Dios era demasiado extrema.


"La Historia de Satanás" (Haga clic sobre la imagen para ir a la sección de descarga)

Cuando Eva respondió con su propia interpretación errónea del mandato de Dios, Satanás contradijo directamente a Dios al declarar: “¡No morirán!”.

Jesús dijo del diablo: “Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). En el siglo XXI después de Cristo, podemos dar fe de los milenios de mentiras perpetradas por el diablo y un sinnúmero de personas desventuradas engañadas para que no creyeran en Dios.

Tristemente, hoy en día hay muchos que afirman seguir a Cristo, pero niegan la realidad de la profecía bíblica, o al menos minimizan su relevancia y poder. O, por ignorancia deliberada, simplemente descartan por completo la profecía bíblica. Con respecto a la Palabra profética de Dios, si Satanás preguntara: “¿Realmente dijo Dios?”, esencialmente responderían: “No lo sé, y realmente no me importa”.

Otros que sí conocen la Palabra profética de Dios se han convertido en burladores. Cumpliendo la profecía de Pedro, ahora son burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo permanece como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4). Pedro dijo que los días postreros estarían marcados por este tipo de burlas. Tristemente, estaba hablando de los burladores que saben del regreso prometido de Jesús y de Su relato de la creación, en otras palabras, de los que profesan ser cristianos.

Palabras para Informar, Inspirar y Exhortar

Puede sonar duro describir la actitud de los que ignoran o minimizan tan cruelmente la profecía bíblica. Pero imagínese si su cónyuge le escribiera una carta y se propusiera contarle sus pensamientos más profundos y sus planes de mayor alcance. ¿Quién en su sano juicio se diría a sí mismo: “Leeré las partes de su carta que describen el clima y su actividad diaria, pero no tengo ningún interés en sus planes para el futuro”?

¿Por qué Dios se revela a Sí mismo y a sus planes a nosotros, Sus criaturas? Porque Él quiere que sepamos lo que Él escoge revelar. Amós escribió: “Ciertamente, nada hará el SEÑOR Dios sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Eso no quiere decir que Dios nos diga todo lo que sólo Su mente infinita puede saber o comprender.

Moisés habló con verdad cuando dijo: ““Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para siempre...” (Dt. 29:29). Para algunos, esa revelación selectiva es desagradable y los deja sin ganas de creer en Dios. Me he dado cuenta de que es la gran bondad de Dios la que le impide revelarnos muchas cosas.

Por un lado, nuestras mentes limitadas no podrían contener o comprender la mente de Dios. Por otro lado, demasiado conocimiento resultaría destructivo para nosotros, tal como lo fue para Adán y Eva. Y, finalmente, como sabe cualquiera que haya estado expuesto a cualquier información ultrasecreta, cierta información sólo debe compartirse cuando sea “necesario”.

Dios ha revelado lo que Él quiere que sepamos (y lo que necesitamos saber) para informarnos, inspirarnos y exhortarnos. Pero Él no está obligado ni inclinado a revelar más de lo que podemos comprender. Jueces 13 ofrece un maravilloso ejemplo de esto. El ángel del Señor se apareció a Manoa y a su esposa para profetizar que tendrían un hijo. En un gran presagio mesiánico, la única respuesta del ángel a una pregunta acerca de su identidad fue: “Yo soy” (Jueces 13:11). Cuando se le presionó para que le diera su nombre real, el ángel respondió: “¿Por qué preguntas por mi nombre? Es Admirable” (Jueces 13:18).

Más tarde, Manoa se dio cuenta de que durante su interacción con el ángel había “visto a Dios”. Muchos creen que el ángel era Jesús en forma pre-encarnada. Se negó a revelar su nombre a Manoa y a su esposa porque aún no era el momento de hacerlo.

Por lo tanto, aunque podemos impacientarnos por saber lo que aún no se ha revelado, debemos regocijarnos de que muchas cosas ya se han revelado para nosotros. Por ejemplo, podemos llamar a Jesús por Su nombre y alabarlo por Su obra de salvación terminada. Pedro escribió: “Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para ustedes. Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas” (1 Pedro 1:10-11).

Tenemos la bendición y la ventaja de la retrospectiva, mientras que ellos miraban hacia adelante como a través de un espejo, vagamente. Y, sin embargo, incluso ahora sabemos en parte, y vivimos anticipando el cumplimiento de “la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13).

Lea la parte 2 aquí

Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

viernes, 28 de febrero de 2020

“Los Poderosos Ángeles de Apocalipsis” (parte 3 de 6)

Una Entrevista con Nathan Jones 

Haga clic sobre la imagen para leer el Prólogo del libro

(Nota: Nathan Jones sirve como evangelista en el Ministerio Cordero y León y es el co-anfitrión del programa de televisión Cristo en la Profecía. Este artículo es una entrevista que el Dr. David Reagan condujo con Nathan acerca de su más reciente libro, Los Poderosos Ángeles de Apocalipsis).

3. ¿Son los demonios reales, y si es así, son ángeles caídos?

¡Absolutamente reales! Cuando llegamos a la Gran Señal descrita en Apocalipsis 12, nos presentan a los villanos de la Tribulación. Ahí es donde encontramos al Dragón Rojo, un símbolo del propio señor de los demonios — Satanás. Demasiadas personas hoy han llegado a la conclusión de que realmente no existe tal cosa como el Diablo. Piensan que es sólo un símbolo del mal, o una fuerza de la naturaleza. Pero, la Biblia deja muy en claro que Satanás es un ser muy real. 

La entidad malvada que hoy llamamos Satanás fue un buen ángel conocido como Lucifer hace mucho tiempo. En realidad existía con el propósito de glorificar a Dios. Fue creado extra especial, imbuido de gran sabiduría y esculpido perfectamente en belleza. A Lucifer se le dio un gran honor, habiendo sido ungido para servir en el ilustre papel de guardián del trono de Dios.

Día y noche, Lucifer dirigía a las huestes del Cielo en el canto de las alabanzas al Todopoderoso con sus “tamboriles y flautas”. Pero, no pasó mucho tiempo antes de que este jefe superior entre los ángeles creyera que alguien tan especial como él también debería recibir una parte de la atención. El corazón de Lucifer se enorgulleció y, en su avaricia, cometió el primer pecado: codició la autoridad y la posición de Dios. Se descubrió que el ángel, una vez considerado perfecto en todos sus sentidos, tenía iniquidad hirviendo en su corazón. Donde antes la belleza y el brillo definían las virtudes de Lucifer, ahora la oscuridad de la codicia y la lujuria por el poder corrompían cada uno de sus pensamientos. 


Ésta es una de las 12 ilustraciones de página completa de ángeles dibujados especialmente para el libro de Nathan, por la artista cristiana, Shalis Stevens. 

Al igual que todas las criaturas conscientes de Dios, Lucifer disfrutaba del libre albedrío, por lo que pudo haber elegido arrepentirse ante su Creador, pero en cambio conspiró para usurpar su Lieja. Lucifer convenció a otros ángeles con la probable promesa de que si unían a él para derrocar a Dios, ellos mismos se convertirían en dioses y serían adorados por la humanidad. El pecado es como un virus, que se propaga e infecta a otros muy rápidamente, y no pasó mucho tiempo antes de que un asombroso tercio de los ángeles conspiraran junto a Lucifer. 

Lucifer, como uno de los “jefes principales” junto con el Arcángel Miguel, lo convierte en uno de los seres más poderosos jamás creados; y, sin embargo, su poder no es nada comparado con el Creador. Por lo tanto, Lucifer tenía cero posibilidades de lograr con éxito su golpe. Él y sus intrigantes cómplices fácilmente perdieron ante el Todopoderoso y Sus leales ángeles. Expulsados de su morada celestial, los insurgentes cayeron a la tierra como estrellas fugaces. En su caída, los ángeles rebeldes se transformaron en demonios, y Lucifer llegó a ser conocido como el Diablo o Satanás.

Apocalipsis 12 también describe cómo Satanás dirigirá sus ejércitos de regreso al Cielo en el punto medio de la Tribulación en otro intento de derrocar a Dios. Pero, volverá a fracasar miserablemente, y entonces será permanentemente y para siempre excluido de la morada de Dios. En ese momento, Dios permitirá que el Dragón Rojo reúna a sus hordas demoníacas — Abadón y los Demonios Langostas, los Cuatro Jinetes del Éufrates, la Quimera y los Demonios Rana — que se convierten en juicios sobre toda la malvada humanidad. Incluso en la rebelión, Satanás y los demonios juegan un papel en la inevitable victoria de Cristo.

Apocalipsis 20 proporciona los detalles finales del último intento de Satanás de derrocar a Dios durante el Reino Milenial. La historia terminará alegremente con el inevitable fracaso de Satanás y los demonios y la eterna sentencia al Lago de Fuego.

En la cuarta parte de esta entrevista con el autor Nathan Jones, veremos algunos de los conceptos erróneos más comunes o sorprendentes sobre los ángeles. 


Lea la parte 1 »»aquí
Lea la parte 2 »»aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Si desea conocer más acerca de este tema, visite nuestra sección:

Nota: La versión completa de esta entrevista en pdf, estará disponible exclusivamente para nuestros colaboradores. Si desea apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos:

martes, 21 de agosto de 2018

Los Días de Noé – Conclusión

Génesis 6


"El Diluvio", por Francis Danby.


Llena de Violencia

Así como las condiciones del mundo en los días previos al Diluvio presagiaban una catástrofe venidera, así también las condiciones del mundo en los días postreros de esta era prefiguran una catástrofe aún mayor. Algunas de estas características se resumen a continuación:

1)   Preocupación por los apetitos físicos (Lucas 17:27)
2)   Rápidos avances en la tecnología (Génesis 4:22)
3)   Actitudes e intereses groseramente materialistas (Lucas 17:28)
4)   Filosofías uniformistas (Hebreos 11:7)
5)   Devoción excesiva al placer y la comodidad (Génesis 4:21)
6)   Creencia o conducta sin preocupación por Dios (2 Pedro 2:5; Judas 15)
7)   Desprecio por la sacralidad de la relación matrimonial (Mateo 24:38)
8)   Rechazo de la inspirada Palabra de Dios (1 Pedro 3:19)
9)   Explosión de la población (Génesis 6:1, 11)
10) Violencia generalizada (Génesis 6:11, 13)
11) Corrupción en toda la sociedad (Génesis 6:12)
12) Preocupación por la actividad sexual ilícita (Génesis 4:19; 6:2)
13) Palabras y pensamientos generalizados de blasfemia (Judas 15)
14) Actividad satánica organizada (Génesis 6:1-4)
15) Promulgación de sistemas y movimientos de depravación anormal (Génesis 6:5, 12)

Estas condiciones prevalecían en los días de Noé y todas están creciendo rápidamente de nuevo hoy. Por lo tanto, hay una buena razón para creer que estos tiempos presentes son los que inmediatamente preceden al regreso del Señor Jesucristo.

Génesis 6:5, 6

Las intrigas antediluvianas de Satanás y sus ángeles rápidamente alcanzaron un éxito asombros, no sólo entre los cainitas y los descendientes de los otros hijos de Adán, sino que incluso entre los descendientes de Set. Dios había hecho al hombre a su propia imagen, para responder con un corazón de amor al amor de Dios, pero ahora “todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Al hombre se le había dicho “multiplicaos y llenad la tierra” (Génesis 1:28), pero ahora “estaba la tierra llena de violencia” (6:11). Un estado de anarquía y terror debe haber reinado. No es de extrañar que el escritor bíblico (probablemente el propio Noé), hablando en términos del punto de vista humano, dijo: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”.

Si bien es cierto que Dios “no es hombre para que se arrepienta” (1 Samuel 15:29), parece, sin embargo, arrepentirse en ocasiones (es decir, “cambiar de parecer”) hacia el hombre, debido a que el hombre ha cambiado de actitud hacia Él. En la misma situación en la que la declaración anterior fue registrada, Dios había dicho: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras” (1 Samuel 15:11). De hecho, es precisamente porque Dios no se arrepiente, que debe parecer arrepentirse cuando el hombre “cambia de parecer”. La actitud de Dios hacia el hombre está condicionada por la actitud del hombre hacia Él.

A pesar de que Dios había creado un mundo perfecto para el hombre y de que había sido paciente hacia Sus criaturas, finalmente llegó un momento cuando, en justicia a Su propia santidad, tuvo que terminar con la iniquidad sin límites del hombre. Cualquier retraso adicional hubiera impedido por completo el cumplimiento del propósito de Dios en y para la humanidad. La maldad externa del hombre se había vuelto “grande en la tierra”, debido a que su imaginación interior se había vuelto completamente malvada y siempre malvada. 

Aunque los ángeles malvados habían agravado esta condición, el hombre mismo era básicamente responsable. Los demonios sólo pueden controlar a aquellos cuyas mentes ya son tan rebeldes hacia Dios o tan obsesionadas con deseos ilícitos como para estar abiertas a tal posesión. Los ángeles no tomaron a todas las mujeres, sino sólo “a las que escogieron”. Sin embargo, todos los antediluvianos se habían vuelto incurablemente malvados, si no nada más a través del consentimiento en las anormalidades de aquellos que estaban tan poseídos.

Debido a que el mal llenaba los pensamientos del corazón del hombre, por lo tanto a Dios “le dolió en su corazón”. Aunque el proceso de razonamiento en realidad no se centra en el corazón como un órgano, ni que ni siquiera Dios tiene un corazón físico, esta figura se usa frecuentemente en toda la Biblia para expresar el asiento más profundo de las emociones y decisiones. 

Aunque es cierto del hombre natural en general que “todos están bajo pecado” (Romanos 3:9), esta descripción del hombre antediluviano en el versículo 5 (también en los versículos 11-13) difícilmente pueden aplicarse a todos los hombres en todas partes. La maldad externa ciertamente no es “grande” en el caso de todo incrédulo farisaico, ni tampoco algunos sino sólo los más depravados imaginan “sólo el mal continuamente”. Hay ciertos grados de pecado y, por lo tanto, grados de castigo, en el caso de los incrédulos en general. Pero una acusación tan terrible como la inscrita en el versículo 5, ciertamente es algo grotesco y anormal, y por lo tanto, refleja una causa grotesca y anormal. Por lo tanto, ésta requería un remedio cataclismo, nada menos que la limpieza singular de un bautismo mundial en las aguas del gran Diluvio. Antes de que la maldad demoníaca pudiera ganar control de todo hombre, mujer y niño en todo el mundo, destruyendo así las promesas redentoras de Dios, Dios debe intervenir en un juicio catastrófico. 

Lea la parte 1 »»aquí
Lea la parte 2 »»aquí
Lea la parte 3 »»aquí




Este artículo fue tomado de la magistral obra “The  Genesis Record”, escrito por el Dr. Henry Morris. 

El Dr. Henry Madison Morris nació en Dallas, Texas en 1918. Se licenció en Ingeniería Civil por la Rice University de Houston en 1939. Posteriormente obtuvo el grado de Master en Hidráulica en la Universidad de Minnesota (1948), y su Doctorado en Ingeniería Hidráulica en 1950 en la misma universidad.


Al año siguiente se convirtió en catedrático de Ingeniería Civil en la Universidad de Louisiana en Lafayette. Posteriormente fue profesor de Ciencia Aplicada en Southern Illinois y más tarde Jefe del Departamento de Ingeniería Civil de la Virginia Tech University.

El Dr. Morris fundó en 1970 el Institute for Creation Research con el propósito de llevar a cabo investigaciones científicas en el área de los orígenes e historia de la Tierra.


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Traducido por Donald Dolmus
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Los Días de Noé – Parte 3

Génesis 6




Génesis 6:3

Éste ha sido otro versículo difícil, sujeto a diversas interpretaciones. Cuando Dios dijo, “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre”, hay una pregunta acerca de si se refería al Espíritu Santo o al espíritu que Él había infundido en el cuerpo del hombre, y también si se refería a la humanidad en general o a Adán en particular (la palabra “hombre” es Adán, y el mismo Adán todavía puede haber estado vivo cuando Dios habló estas palabras, quizás en los días de Enoc). La referencia a “ciento veinte años” se ha entendido por algunos como a la longevidad futura del hombre y por otros como el tiempo que aún quedaba antes de la llegada del Diluvio, además de la interpretación de que éste era simplemente el tiempo restante antes de la muerte de Adán.

Parece que la lectura más natural del pasaje se refiere al Espíritu Santo de Dios en Su ministerio de convencer “al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). A medida que el carácter moral y espiritual del mundo antediluviano se degeneró, especialmente después de la conquista demoníaca que acabamos de describir, era evidente que la gente se había vuelto tan irremediablemente corrupta como para estar más allá de la recuperación. Se habían resistido total e irrevocablemente al testimonio del Espíritu, por lo que era inútil “contender” más con el hombre. Esta palabra (hebreo doon) se usa sólo aquí y, por lo tanto, tiene un significado algo incierto, posiblemente incluyendo también la idea de “juzgar”.

El Señor también enfatizó que el hombre también era “carne”, el “también” probablemente refiriéndose al hecho de que tenía un cuerpo físico así como una naturaleza espiritual. Dado que el testimonio del Espíritu de Dios al espíritu del hombre había sido rechazado, no había propósito alguno en ser servido más para mantener su vida física y multiplicación continua. También puede haber una sugerencia implícita de que el hombre no había llegado a ser mejor que los animales: estaba dominado exclusivamente por la “carne” — ya no se preocupaba por Dios, sino sólo por sus propios apetitos corporales, al igual que los animales. Dios le dijo a Noé que “He decidido el fin de todo ser” (6:13), y más tarde, de hecho, “Y murió toda carne” (7:21), incluyendo al hombre y los animales. 

Esta lucha del Espíritu de Dios con los apetitos carnales del hombre fue tomada más tarde por el apóstol Pablo como un tipo del conflicto en el creyente del Nuevo Testamento entre su espíritu (iluminado y energizado por el Espíritu de Dios) y su carne, la naturaleza natural y carnal con la que nación (Romanos 8:5; Gálatas 5:16, 17).

Este testimonio antediluviano del Espíritu de Dios al hombre debe haber sido logrado por la predicación de la Palabra de Dios por medio de uno de Sus profetas. Se sabe que tanto Enoc como Noé dieron un fuerte testimonio a la gente de su época, y es posible que Matusalén y Lamec hicieran lo mismo. 

Esta profecía en particular evidentemente fue dad, quizás a través de Matusalén, apenas 120 años antes de la llegada del Diluvio. Puesto que Enoc ya había sido trasladado, Matusalén era el patriarca viviente más antiguo en este momento. Sem, Ham y Jafet aún no habían nacido; y presumiblemente los mandamientos específicos de Dios a Noé (5:32; 6:10; 6:13-21) aún no habían sido dados. 

Dios siempre ha sido paciente, incluso en condiciones tan horribles como las que prevalecían en los días de Noé (1 Pedro 3:20). Aunque todos lo habían rechazado, aún concedió 120 años a la humanidad a la luz de la pequeña posibilidad de que al menos algunos “procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Éste era más que un tiempo suficiente para aquellos que eran niños para crecer hasta la madurez y tener abundante oportunidad para aceptar o rechazar a Dios. Aquellos que nacerían más tarde (por ejemplo, Sem, Ham, Jafet, y sus esposas) presumiblemente requerirían alguna manifestación muy especial de la gracia de Dios para tener salvación (vea 6:8; 7:1).

Génesis 6:4

Uno de los hechos más asombrosos revelados por la paleontología (el estudio de los restos fosilizados de criaturas que habitaron la tierra en una era anterior) es que casi todos los animales modernos alguna vez estuvieron representados por antepasados más grandes. Uno piensa en los mamuts y osos de las cavernas, cucarachas y libélulas gigantes, y enormes reptiles como los dinosaurios. Junto con ellos ocasionalmente se encuentran huellas humanas gigantes, lo que sugiere que “había gigantes en la tierra en aquellos días”. No sólo en la Biblia, sino en muchos otros libros antiguos, se conservan tradiciones de gigantes.

Con un testimonio tan uniforme de la tradición antigua, y también con la evidencia paleontológica, es una sofisticación superficial que ignora la posibilidad de que estos datos puedan contener reflejos primitivos de los eventos y personajes reales descritos históricamente aquí en el registro de Génesis.

Los hijos de las uniones de demoníacamente controlados hombres y mujeres de este período son los que se dice que se convirtieron en los “gigantes”, los poderosos hombres de antaño. La palabra en el hebreo es nephilim y viene del verbo naphal (“caer”). Aunque algunos comentaristas sugieren que la palabra significa “los que caen sobre” — es decir, “atacantes” — el significado más natural y probable es “los que han caído”, probablemente una referencia a la naturaleza de sus pseudo padres, los ángeles caídos. El nombre también llegó a significar “gigantes” y se aplicó más tarde a los gigantes vistos en Canaán por los espías israelitas (Números 13:33). La palabra fue así entendida por los traductores de Génesis al griego, representando la palabra en la Septuaginta como gigantes. 

En cuanto a por qué los hijos nacidos de padres controlados por demonios deben convertirse en gigantes, podemos hacer al menos una suposición razonable, sin embargo, en ausencia de la revelación bíblica sobre el tema, no puede ser más que eso. La genética moderna ha mostrado que hay dos causas básicas de las variaciones en las características físicas entre los hombres, a saber, mutaciones y recombinaciones. En el sistema genético hay un tremendo número de factores para diferentes características, algunos dominantes en una población particular, algunos latentes o recesivos. Éstos pueden ser “recombinados” de varias maneras, para permitir una variación casi ilimitada en las características físicas. La recombinación, sin embargo, puede operar sólo sobre factores que ya están implícitamente presentes en los genes. Las mutaciones, por otro lado, pueden introducir nuevas características que no estaban presentes del todo, respondiendo a influencias externas cuyas energías producen cambios aleatorios en el sistema genético.

Los factores para la gran estatura física aparentemente han residido desde el principio en el conjunto de genes creados de la población humana. Su aparición como características frecuentes o dominantes en una población específica podría resultar por casualidad en una población endogámica pequeña, o bien podría resultar por diseño en el caso de la manipulación controlada de los genes por parte de los criadores que entienden lo suficiente acerca del proceso genético para hacer esto. Los genetistas hoy parecen estar a punto de lograr avances que permitirían exactamente tal “ingeniería genética”, como este tipo de cosas que se pueden lograr de forma práctica.

Se cree que las mutaciones también pueden producir “gigantismo”. El extraño proceso de clonación, mediante el cual los genetistas creen que algún día serán capaces de producir una raza de copias al carbón de Einstein (o de Will Chamberlain, o lo que quieran), mediante la implantación de células corporales en óvulos humanos fertilizados podría ser otro medio de hacerlo. 

El punto es que, si los genetistas modernos pueden discutir con toda seriedad la posibilidad inminente de lograr tales cosas, entonces no es improbable que el conocimiento de estos secretos pudiera haber estado disponible a las huestes angélicas (y demoníacas). Habiendo obtenido esencialmente un control completo sobre las mentes y los cuerpos de estos padres antediluvianos, estos “hijos de Dios” caídos podrían entonces, por alguna manipulación genética, hacer que su progenie se convirtiera en una raza de monstruos. Los últimos también estarían bajo su control y posesión. 

La combinación demoníaca del materialismo y la impiedad de la civilización cainita en general, con esta irrupción de la simiente de la Serpiente directamente en un gran número de la raza humana y luego con el empuje de las hordas de los descendientes monstruosos de estas uniones ilícitas, llevaron a condiciones en el mundo que finalmente fueron intolerables incluso para un Dios de compasión y longanimidad. 

Los hombres poseídos por demonios y su progenie, junto con todos los otros habitantes impíos del mundo antediluviano, pronto perecerían en las aguas del Diluvio. Estas aguas ahora son las aguas del mar y bien pueden ser éstas a las que se hace referencia en conexión con el juicio final cuando dice que “el mar entregó los muertos que había en él” (Apocalipsis 20:13). Los espíritus malignos que moraban en sus cuerpos han sido encarcelados en el Tártaro (2 Pedro 2:4) y probablemente sean “espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé” (1 Pedro 3:19,20), a quienes Cristo fue en el Espíritu después de Su muerte para proclamar Su victoria definitiva sobre sus propósitos malvados.

Había gigantes “también después”, en los días de los cananeos, y éstos también eran conocidos como, entre otras cosas, los nephilim (Números 13:33). Humanamente hablando, eran descendientes de Anac, y por eso también eran conocidos como los anaceos. Estos pueblos eran, por supuesto, conocidos por Moisés y probablemente fue él quien insertó editorialmente la frase “y también después” en el registro original de Noé aquí en Génesis 6:4. Moisés probablemente también insertó la información de que éstos eran los “valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”, hombres cuyas hazañas de fuerza y violencia los habían hecho famosos en canciones y fábulas en todas las naciones en las épocas posteriores al Diluvio. Para los hombres rebeldes de épocas posteriores, eran reverenciados como grandes héroes; pero a los ojos de Dios eran simplemente hombres impíos de violencia y maldad. 

Lea la parte 1 »»aquí
Lea la parte 2 »»aquí
Lea la conclusión »»aquí




Este artículo fue tomado de la magistral obra “The  Genesis Record”, escrito por el Dr. Henry Morris. 

El Dr. Henry Madison Morris nació en Dallas, Texas en 1918. Se licenció en Ingeniería Civil por la Rice University de Houston en 1939. Posteriormente obtuvo el grado de Master en Hidráulica en la Universidad de Minnesota (1948), y su Doctorado en Ingeniería Hidráulica en 1950 en la misma universidad.


Al año siguiente se convirtió en catedrático de Ingeniería Civil en la Universidad de Louisiana en Lafayette. Posteriormente fue profesor de Ciencia Aplicada en Southern Illinois y más tarde Jefe del Departamento de Ingeniería Civil de la Virginia Tech University.

El Dr. Morris fundó en 1970 el Institute for Creation Research con el propósito de llevar a cabo investigaciones científicas en el área de los orígenes e historia de la Tierra.


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Estimado lector: Su valiosa contribución, por medio de sus oraciones y sus ofrendas voluntarias, hace posible que sigamos produciendo materiales que contribuirán grandemente a su crecimiento y edificación espiritual.

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domingo, 19 de agosto de 2018

Los Días de Noé – Parte 2

Génesis 6




Satanás no había olvidado la profecía de Dios de que una Simiente prometida de la mujer un día lo destruiría. Él había implantado su propia simiente espiritual en Caín y sus descendientes, pero Dios había preservado la línea de la verdadera Simiente por medio de Set. Cuando Noé nació y Lamec fue llevado a profetizar que “alivio” concerniente a la Maldición vendría a través de él (Génesis 5:29), Satanás y sus ángeles debieron temer que sus oportunidades de victoria en este conflicto cósmico estaban en peligro inminente. Deseando refuerzos para una batalla venidera contras las huestes del cielo, y también deseando, de ser posible, corromper por completo a la humanidad antes de que la Simiente prometida pudiera lograr la derrota de Satanás, parecen haber decidido utilizar el maravilloso poder de la procreación que Dios le había dado a la familia humana y corromperla para sus propios fines. Los hombres ahora se estaban multiplicando rápidamente sobre la tierra y, al implantar su propia “simiente” en la humanidad, ellos podrían reclutar en sólo una generación a una vasta multitud de aliados contra Dios. Así que estos “hijos de Dios” vieron a las hijas de los hombres y “tomaron esposas [o, literalmente, “mujeres”] escogiendo entre todas”.

Algunos comentaristas han dicho que, dado que la frase “tomaron esposas” es la misma frase que se usa normalmente en todo el Antiguo Testamento para “tomar esposa”, aquí no puede haber algo más que el matrimonio humano normal. Por lo tanto, argumentan, estos “hijos de Dios” deben ser simplemente creyentes masculinos en la línea de Set que se casaron con mujeres atractivas de la línea cainita (u otra), sin importar si eran o no verdaderos creyentes en Dios. Este argumento, sin embargo, es débil y, por lo demás, es apenas suficiente para derrocar el peso de la evidencia. La palabra usada para “esposa” (hebreo ishah) también se usa comúnmente para “mujer”, independientemente si era o no una mujer casada. La palabra para “tomar” (hebreo laqach) es un verbo muy común, y puede tener cualquier sustantivo como su objeto. Siquem, por ejemplo, “tomó” a Dina y se acostó con ella, aunque no estaba casado con ella (Génesis 34:2).

El hecho de que estas criaturas pudieran tomar cualquier mujer que eligieran sugiera además un estado de libertinaje que hizo que las uniones sexuales indiscriminadas fueran comunes. Esto también es sugerido por la frase descriptiva de Cristo “casándose y dándose en casamiento” (Mateo 24:38), como característica de las actitudes negligentes de los días de Noé.  

Si, por el bien del argumento, al menos, asumimos que los bene elohim, eran, de hecho, ángeles, y que los ángeles pueden asumir una forma humana tan total que realmente tienen sistemas reproductivos masculinos, entonces una pregunta grave tendría que plantearse relativa a la naturaleza de la progenie que resultaría de su relaciones sexuales con mujeres humanas. La identidad de los “gigantes” se discute más abajo, pero la seriedad de este problema influye en cómo deberíamos interpretar estas uniones. Los ángeles caídos no tienen la posibilidad de salvación, pero los hombres y las mujeres caídos tienen al menos esta posibilidad. ¿Cuál sería, entonces, el caso de “personas” que eran mitad ángel, mitad hombres? 

Ésta parece ser una situación tan grotesca que parece extremadamente dudoso que Dios la habría permitido en absoluto, incluso si realmente fuera fisiológicamente una posibilidad realista. Y, sin embargo, como ya se indicó, violenta el texto real del pasaje si hacemos que signifique simplemente que los hijos de Set comenzaron a casarse con las hijas de Caín. (Si esto lo que significaba, ¿por qué el escritor simplemente no lo dijo, y evitar así toda esta confusión?). ¿Y por qué los gigantes, y por qué la violencia universal?

Seguramente no todos los hijos de Set eran hombres piadosos; entonces, ¿por qué deberían ser llamados hijos de Dios? (recuerde que todos ellos perecieron en el Diluvio). Además, Adán tuvo muchos hijos además de Caín y Set; ¿eran ellos “hijos de Dios” espirituales también? No es muy probable, en este período de la historia. Además, ¿por qué destacar sólo la unión de hombres piadosos con mujeres impías? ¿Qué pasa con las “hijas de Dios”? ¿Se estaban casando con los “hijos de los hombres”?

Esta interpretación naturalista es tan forzada e incómoda que parece perjudicar a la doctrina de la inspiración divina suponer que esto es realmente lo que el escritor quiso decir. Seguramente quería transmitirles a sus lectores la idea de que, en estos días de Noé, una irrupción tan terrible de anormalidades y maldades estalló en la tierra que sólo podía ser explicada por una causa demoníacamente sobrenatural.

Los exégetas racionalistas, por supuesto, aceptan el significado llano del texto aquí y están de acuerdo de que éste habla de ángeles cohabitando con mujeres humanas. Entonces, siendo racionalistas, mantienen que dado que este tipo de cosas es imposible, el escritor del Génesis simplemente recurriendo a los mitos y leyendas de los semidioses en diversas tradiciones religiosas.

Por otro lado, ¿no es posible que la Biblia tenga el verdadero registro y que estas diversas leyendas de gigantes y semidioses representen las distorsiones que se habían acumulado a través de largos siglos de transmisión verbal de los cuentos en culturas removidas de la verdadera línea de transmisión patriarcal?

Es significativo que la Septuaginta traduzca la frase “hijos de Dio” como “ángeles de Dios”. Ésta era la versión del Antiguo Testamento en uso dominante en el período apostólico y, por lo tanto, ésta sería la forma en que la frase habría sido leída por Cristo y Sus apóstoles. El libro apócrifo de Enoc también existía entonces, y aparentemente era conocido por los escritores del Nuevo Testamento (Judas 14); y éste desarrollaba intensamente esta interpretación angelical. Como resultado aparente de estos hechos, esta interpretación está fuertemente implícita, y probablemente requerida (como se señala a continuación) por tres pasajes del Nuevo Testamento: Judas 6; 2 Pedro 2:4-6; 1 Pedro 3:19,20.

Es cierto, sin embargo, que existe una grave dificultad en la idea de las uniones sexuales entre ángeles y humanos, no sólo la cuestión de si tal cosa es posible, sino aún más en la teológicamente paradójica y grotesca naturaleza de la progenie de tales uniones. ¿Hay alguna forma de resolver este dilema?

Una solución parece consistir en reconocer que los hijos eran verdaderos hijos humanos de verdaderos padres y madres humanos, pero que todos estaban poseídos por espíritus malignos. Es decir, estos angélicos “hijos de Dios” caídos cumplieron sus propósitos por algo equivalente a la posesión demoníaca, morando en los cuerpos de hombre humanos, y luego también tomando (o “poseyendo”) los cuerpos de las mujeres también. Los hombres cuyos cuerpos poseían evidentemente se hicieron tan atractivos para las mujeres negligentes y rebeldes de la época, que podían apoderarse y usar a cualquiera de las mujeres que eligieran. La belleza seductora de las mujeres, probablemente reforzada por diversos cosméticos artificiales y seducciones desarrolladas en ese tiempo, era suficiente para inducir a los hombres a la constante obsesión con el sexo, lo que aseguraba una máxima rapidez de multiplicación de la población. Así pues, los “hijos de Dios” controlaban no sólo a los hombres cuyos cuerpos habían adquirido para su propia explotación, sino también a las mujeres que tomaron para sí mismos de esta manera, y luego a todos los hijos que tuvieron. 

Estos ángeles satánicos particular, por lo tanto, agravaron su pecado original al seguir a Satanás en su rebelión contra Dios al dejar ahora “su propia habitación” y no guardar su “primer estado” (literalmente, “principado”), “yendo tras carne extraña” como más tarde hicieron los sodomitas “de la misma manera” (Judas 6,7). Por lo tanto, Dios ya no les permite vagar por la tierra como a otros demonios, sino que los ha confinado en “prisiones de oscuridad”, arrojándolos a un “infierno” especial (literalmente, “Tártaro”, no el lugar ordinario de los espíritus difuntos) donde están “reservados para el juicio” (2 Pedro 2:4).

Este horrible fenómeno de la “toma” y “habitación” demoníaca de cuerpos humanos a menudo se ha repetido desde entonces, aunque aparentemente nunca en una escala mundial que Satanás intentó en los días de Noé. Muchos de esos casos de posesión demoníaca se mencionan en el Nuevo Testamento, y los misioneros aún dan testimonio de su ocurrencia común en tierras de paganas hoy en día. Incluso en las modernas “tierras cristianas”, donde la influencia del Evangelio hasta ahora la ha mantenido al mínimo, esta forma de actividad satánica está evidentemente aumentando rápidamente. El espiritismo, la brujería, y otras formas de creencias y prácticas ocultas — incluso el propio satanismo — están cautivando las mentes y cuerpos de multitudes hoy, especialmente entre los jóvenes.

Un fenómeno estrechamente relacionado es el tremendo aumento reciente de interés en las “huestes del cielo” — en términos de astrología, las así llamadas carrozas de los dioses, las diversos objetos voladores no identificados, y sus extraños ocupantes —. Aunque los científicos muy acertadamente han señalado las falaces suposiciones e interpretaciones involucradas en éstos, queda un residuo obstinado de fenómenos científicamente inexplicables, pero aparentemente bien comprobados, unidos a estos tipos de datos altamente inusuales. 

No debe olvidarse que existen “principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12) y que Satanás es el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2). Los ángeles malvados, así como los santos ángeles de Dios, aparentemente en ciertas ocasiones tienen la habilidad de aparecer en formas materiales de varios tipos (incluso como “ministros de justicia — 2 Corintios 11:15) y también de habitar y controlar los cuerpos de seres humanos. Además, Jesús advirtió que, en los días postreros, “habrá terror y grandes señales del cielo” (Lucas 21:11). Es posible que esta característica particular de los días de Noé esté comenzando a repetirse en la proliferación moderna de este gran complejo de fenómenos ocultos inexplicables y espiritualmente intimidantes, cuyo propósito para ser ganar control satánico directo sobre las mentes y cuerpos de huestes de seres humanos antes de que Cristo regrese. 

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Este artículo fue tomado de la magistral obra “The  Genesis Record”, escrito por el Dr. Henry Morris. 

El Dr. Henry Madison Morris nació en Dallas, Texas en 1918. Se licenció en Ingeniería Civil por la Rice University de Houston en 1939. Posteriormente obtuvo el grado de Master en Hidráulica en la Universidad de Minnesota (1948), y su Doctorado en Ingeniería Hidráulica en 1950 en la misma universidad.


Al año siguiente se convirtió en catedrático de Ingeniería Civil en la Universidad de Louisiana en Lafayette. Posteriormente fue profesor de Ciencia Aplicada en Southern Illinois y más tarde Jefe del Departamento de Ingeniería Civil de la Virginia Tech University.

El Dr. Morris fundó en 1970 el Institute for Creation Research con el propósito de llevar a cabo investigaciones científicas en el área de los orígenes e historia de la Tierra.


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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