Definiendo los Términos
martes, 14 de junio de 2022
Libro: No Perecerán Nunca Jamás – Capítulo 2 (pdf)
viernes, 25 de junio de 2021
Arrepentimiento: ¿Qué Hay en una Palabra?
Arrepentimiento ha sido una palabra problemática para los cristianos y teólogos (¡sin hacer distinción!). Existen diferentes opiniones sobre su significado, traducción, y relación con la salvación eterna. En última instancia, el significado de arrepentimiento debe determinarse por su uso y el contexto, pero cualquier estudio de arrepentimiento debe comenzar con un tratado acerca de la palabra misma.
La composición de la palabra
La palabra en español arrepentimiento se traduce de la palabra griega metanoia (verbo metanoeo). Esta palabra está formada por dos palabras, meta, que significa después o cambio, y noeo que significa pensar (una forma de la palabra nous, o mente). Por lo tanto la palabra resultante sugiere el significado de un pensamiento posterior o un cambio de mentalidad. Muchos eruditos del lenguaje están de acuerdo con esta definición básica.
Sin embargo, la palabra en sí misma no determina cuál es el objeto del cambio de mente. Eso se deja al contexto. En los tiempos bíblicos, se usaba metanoia en el lenguaje común para alguien que cambiaba de opinión en un sentido no ético acerca de una variedad de cosas. Por lo tanto, arrepentimiento es un término fluido que deja su definición final al contexto, así como la palabra docena, que nos deja la pregunta “¿Docena de qué?”.
En el Nuevo Testamento, vemos ejemplos de alguien que cambia de opinión acerca de una actitud pecaminosa (Lc. 18:9-14), obras muertas (Heb. 6:1), confianza en ídolos paganos (Hch. 17:30), o acerca de Dios (Hch. 20:21). Aunque se asocia con mayor frecuencia siempre con el pecado, el pecado no es siempre su objeto. De hecho, en la Versión King James del Antiguo Testamento la palabra arrepentirse normalmente se usa para referirse a Dios arrepintiéndose de algo, lo que muestra que ésta no se refiere automáticamente al dolor o a apartarse del pecado.
La formación de la palabra
No debemos suponer que dos palabras raíces que se unen para formar una tercera palabra siempre le dan su definición precisa y final. Por ejemplo, la palabra griega ekklesia proviene de ek (salir de) y klesis (llamados, de kaleo llamar), por lo tanto, su significado literal es llamados fuera, pero comúnmente lo traducimos como asamblea o iglesia.
Sin embargo, las palabras raíces nos pueden dar una valiosa información acerca del desarrollo y el significado final de la palabra. En el caso de ekklesia, la iglesia está formada ciertamente de aquellos a los que Dios ha llamado de entre la masa de la humanidad. Otro ejemplo, homologeo, viene de homoios (mismo) y lego (hablar), por eso lo traducimos como decir la misma cosa, o estar de acuerdo, confesar. Para algunos es familiar, theopneustos, de theos (Dios) y pneuma (espíritu/Espíritu, aliento), nos da aliento de Dios o inspiración. O considere exagorazo de ek (salir de) y agorazo (comprar), por lo tanto, comprar de, o redimir.
Rastrear el significado de la raíz es muy útil, pero no determinante, para el significado final. Sin embargo, el origen de una palabra no es arbitrario, sino informativo. Por lo tanto, no podemos ignorar la formación de metanoia, que nos da la básica definición de un cambio de opinión.
La traducción de la palabra
Nuestra comprensión de metanoia también se ve favorecida por la traducción de la palabra hebrea shûb (volverse [de algo], usada más de 1,000 veces en el Antiguo Testamento). En la traducción griega del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta, arrepentir regularmente se traduce con la palabra griega strepho y sus diferentes formas. Nunca se traduce con metanoia. Si metanoia significa dar vuelta del pecado, entonces se espera que traduzca la palabra hebrea voltear (shûb), al menos ocasionalmente.
A finales del siglo II, el padre de la iglesia, Tertuliano, argumentó que el significado de “cambiar de opinión” es la mejor traducción de metanoia. En la misma línea, eruditos de habla inglesa se han quejado por mucho tiempo de que no existe una buena traducción de una sola palabra para metanoia. El experto en griego A. T. Robertson dijo: “Es una tragedia lingüística y teológica que tengamos que usar 'arrepentimiento' para traducir metanoia”. La palabra arrepentimiento tiene sus raíces en la palabra en latín penitentia, lo que denota penitencia como dolor, o peor, la doctrina católica de la penitencia, en la que los pecados de una persona son absueltos por los actos de castigo prescritos por un sacerdote. El arrepentimiento no debe definirse en términos de acciones externas o emociones dolorosas. A la luz de cómo se forma y usa metanoia, parece que un cambio de mente es una buena traducción.
Pero puede existir una mejor. Cuando examinamos lo que se entiende bíblicamente por mente (nous), hallamos que algunas veces se usa para orientación interna y la actitud moral. (véase Ro. 1:28; 7:23, 25; Ef. 4:17, 23; Col. 2:18). Por tanto, la mente, bíblicamente hablando, no siempre se refiere al intelecto puro. Entonces la mejor traducción de metanoia sería un cambio de corazón. Se refiere al cambio interno de actitud y dirección moral de una persona. La Biblia no analiza psicológicamente la persona interior, sino que lo deja así.
Lingüísticamente, un cambio de corazón no exige un cambio de conducta, aunque eso es lo que normalmente se espera de un cambio interno. La Biblia distingue entre el cambio interno del arrepentimiento y la conducta externa que éste motiva. Esto es claro en la progresión lógica del arrepentimiento interno a la conducta externa mencionado en Mt. 3:8; Lc. 3:8 y Hch. 26:20, y en el escenario improbable de que uno cambie su comportamiento siete veces al día en Lc. 17:3-4.
Las implicaciones de la palabra
En relación con la salvación eterna, el arrepentimiento no es un segundo paso o una condición. La salvación es siempre sólo a través de la fe sola en Cristo Jesús solo. Pero a veces parece que hay una superposición entre la fe y el arrepentimiento (véase Mr. 1:15; Lc. 5:32; 24:47; Hch. 11:18; 17:30, 34; 2 Pe. 3:9). Dado que la fe es ser persuadido de que algo es verdad, cuando uno es persuadido (cree), hay un cambio de mente y corazón. El arrepentimiento es el concepto más general, ya que una persona puede cambiar su corazón acerca de algo, incluso de Dios o el pecado, pero no puede ser salvo. Cuando uno cree en el evangelio, uno se convence de algo de lo que no estaba convencido antes, por lo tanto, ha cambiado de corazón acerca de quién es Jesús y lo que Él ha prometido acerca de la vida eterna, y su propia condición en relación con eso (véase Hch. 20:21). La fe involucra el arrepentimiento, pero el arrepentimiento no siempre involucra fe.
Conclusión
En general, una buena traducción de metanoia es tener un cambio de mente o corazón. Pero, dado que esto es incómodo, probablemente nos quedemos con la palabra arrepentimiento. Entonces se convierte en nuestra responsabilidad explicarla, clarificarla, y aplicarla correctamente. Su significado exacto debe ser aclarado por el contexto. De cualquier manera, como un cambio interno, el arrepentimiento no es de ninguna manera una obra que merezca la salvación. El arrepentimiento interno siempre se puede distinguir de sus actos externos, aunque uno es la causa del otro. Al predicar el evangelio, la palabra a usar es creer, porque es ciertamente la palabra más normativa, predominante, y específica para usar.
Recurso recomendado:
Ministerio En Defensa de la Fe
martes, 30 de marzo de 2021
Folleto electrónico: Promesas de Dios para Sus Hijos (pdf)
Preguntas Cruciales para la Vida del Cristiano
Ya que la gracia de Dios ha provisto todo lo que el creyente en Cristo necesita para su vida presente como también para la eternidad, hay dos preguntas cruciales que debemos enfrentar en nuestra vida cotidiana:
1. ¿Estamos dispuestos a estudiar las verdades de la Palabra de Dios para que podamos entender sus perspectivas, principios, preceptos y promesas?
2. ¿Estamos dispuestos a responder a las verdades reveladas por Dios en Jesucristo, por medio de la fe?
Dios no bendice la ignorancia y la incredulidad puesto que éstas son serios obstáculos en la vida del cristiano. Las razones son obvias: no puedes creer en algo que no conoces. Es más, al conocer la verdad de Dios y no responder a ella por fe, no habrá apropiación práctica de estas verdades en tu vida. Por lo tanto, el conocimiento de la Palabra de Dios y la fe en sus promesas son absolutamente esenciales para la vida del creyente.
Dos Extremos que Debemos Evitar
Habiendo sido salvos por medio de la gracia de Dios, muchos creyentes nuevos comienzan a vivir la vida cristiana sin tener una idea realista sobre “cómo” debe vivirse. Sin el aprendizaje preciso y balanceado de las Escrituras, por lo general se desarrollan o adoptan dos extremos: o el caminar del creyente se vuelve mecánico, o abraza lo místico.
Con respecto al primero, la vida cristiana que es mecánica implica una obediencia rígida a ciertas reglas y un cumplimiento despiadado de “lo que es bueno”. Puede manifestarse en mucho “ajetreo” para el Señor, pero por lo general está espiritualmente estéril de genuina fecundidad.
El creyente a veces puede pensar que es espiritual por sus obras, perdiendo por completo la gracia de Dios. Este enfoque mecánico conduce a la arrogancia o la desesperación, dependiendo de cómo uno crea que lo está haciendo: bien o mal. Apesta a legalismo.
Por otro lado, algunos creyentes han abrazado una forma mística de la vida cristiana. Para ellos el andar del cristiano es “misterioso” o “profundo.” A veces buscan “nuevas bendiciones” y no se dan cuenta que ya han sido “agraciados” en Cristo”.
Otros viven en miedo porque creen que hay un demonio en cada esquina, o procuran cierto don espiritual para demostrar su espiritualidad. Con frecuencia buscan nuevas “revelaciones.” Aunque aceptan la inerrancia de las Escritura, niegan su suficiencia de una manera práctica. Algunos han llegado al extremo de abusar de la gracia de Dios, como si fuera una licencia para pecar. , dándose licencia para pecar abusando la gracia de Dios. Esto es algo que debemos evitar a toda costa.
jueves, 18 de marzo de 2021
Libro electrónico: Simplemente por Gracia (pdf)
El libro Simplemente por Gracia es una introducción de las creencias cristianas básicas, escrita de una manera fácil de entender. Al observar las principales cuestiones y problemas que rodean el concepto de la gracia, el autor, Charles C. Bing, ayuda a los lectores entender y apreciar el don que Dios provee y lo fácil que es en realidad obtenerlo. “Porque sólo cuando uno comprende la sencillez de lo que significa la ‘gracia’”, escribe Bing, “es cuando uno va a poder comenzar a entender también sus riquezas profundas”.
Contenido
Prefacio por Charles C. Ryrie
Introducción
1. El Don de la Gracia
2. El Dios de Toda Gracia
3. Sorprendidos por la Gracia
4. Salvados por Gracia
5. Un Laberinto de Gracia
6. Salvaguardados por la Gracia
7. Asegurados por la Gracia
8. La Gracia y las Buenas Obras
9. Una Nueva Responsabilidad
10. Una Nueva Vida
11. Un Nuevo Compromiso
12. Una Nueva Libertad
13. Compartiendo el Don
Notas
martes, 19 de enero de 2021
Folleto: Los Tres Tiempos de la Salvación (pdf)
¿Alguna vez alguien le ha preguntado ¿“es usted salvo”? Si ha oído esta pregunta, y nunca ha confiado en Jesucristo como su Salvador, es probable que haya contestado, “no sé”, “espero que sí”, o tal vez dijo que “definitivamente no”. Pero, si ha confiado en Jesucristo y Su obra completa en la cruz, y si ha recibido el don de la vida eterna, usted debería tener la capacidad de responder enfáticamente con un rotundo “Sí” a esta pregunta importante. Pero, ¿se da cuenta de que si usted ha creído en Cristo como su Salvador y ha entendido claramente la enseñanza de las Escrituras, se puede responder a esta pregunta con la triple respuesta: "Sí, he sido salvado; sí, yo estoy siendo salvado; y sí, yo seré salvo"? ¿Confundido? Voy a explicar, mientras estudiamos y escudriñamos juntos las Escrituras, acerca de la salvación en tres tiempos.
miércoles, 28 de octubre de 2020
El Contenido del Evangelio de Salvación
Cuando compartimos el evangelio claramente, debemos tener dos grandes inquietudes:
Primera, debemos ser absolutamente claros acerca de la condición para la salvación: creer. Esa creencia debe estar libre de cualquier obra, compromiso, o idea de mérito de nuestra parte, para que la gracia siga siendo gracia.
La segunda inquietud es que debemos ser claros acerca del contenido del evangelio, o en lo que se tiene que creer. El contenido del evangelio es la persona y la obra de Jesucristo, que son inseparables como el objeto de la fe que salva.
La Persona de Jesucristo
Somos salvos por Alguien, el Señor Jesucristo. No sólo cualquier Jesús, sino el enviado de Dios, quien es el Hijo de Dios. Existen muchas cosas implícitas en la designación Señor Jesucristo como la deidad, la humanidad, y la misión mesiánica. Si bien es posible que alguien no comprenda una Cristología en su totalidad, debe haber cierta comprensión de la unicidad y autoridad divina de Jesús. El evangelio de Juan, reconocido por su intención evangelista (Jn. 20:30-31), enfatiza la deidad de Jesús más que cualquier otro libro de la Biblia (por ejemplo, Jn. 1:1-3, 14, 18; 5:17-21; 6:69; 7:38; 8:19, 58; 10:30; 20:28). En Juan, la persona de Jesucristo es el objeto de la fe en varios contextos evangelísticos (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:29, 47; 9:35-37; 11:25-26).
La Provisión de Jesucristo
Como el Hijo de Dios, Jesús nos salva por lo que hizo por nosotros; Él proveyó para nuestra mayor necesidad. Después de todo, somos salvos de algo y para algo. Como pecadores separados de Dios, necesitábamos que alguien pagara la pena que nosotros no podíamos pagar. Jesús pagó ese precio al morir en la cruz. Por supuesto, un salvador muerto no podía a nadie, así que Jesús se levantó de entre los muertos. Su resurrección muestra que el precio ha sido pagado, que Dios aceptó el pago, y que Él vive para darnos la vida eterna. Jesús hizo posible que pasemos de muerte a vida, si aceptamos Su provisión (Jn. 5:24).
La persona de Jesús no puede separarse de Su obra. Jesús es el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él dio Su vida por nosotros (por ejemplo, Jn. 6:51; 10:11-18) como el supremo sacrificio por nuestros pecados (Heb. 10:5-10). Isaías 53 habla proféticamente acerca de la muerte sustitutiva de Jesús (Is. 53:3-12) y Su resurrección (Is. 53:10-12).
Una vez más, existen muchas complejidades insondables y profundas que rodean la muerte y resurrección de Jesús, que una persona inconversa pueda no comprender de inmediato. Sin embargo, parece que debe haber al menos la comprensión más simple de que somos pecadores separados de Dios, que Jesús removió la barrera causada por el pecado a través de Su muerte y resurrección, y que ahora vive para darnos Su vida. Es por eso que vemos la predicación de la cruz y de la resurrección en la iglesia primitiva (por ejemplo, Hch. 2:23-24, 36; 3:18-20; 4:2, 10; 5:29-31; 10:39-40; 13:29-30; 17:3; 26:22-23) y por qué esos grandes hechos fueron reiterados en las epístolas (por ejemplo, Ro. 3-8, 1 Cor. 1:18-24; 2:1-2; 15:1-4; Ga. 3:1; Ef. 1:20; Fil 2:8-9; Col. 2:12- 14; Hebreos; 1 Pe.1:3, 18-21; 3:18).
La Promesa de Jesucristo
Ciertamente es concebible que una persona pueda comprender los hechos acerca de la persona y la obra de Cristo y, sin embargo, no ser salva porque no los aplica a su propia condición espiritual. Creemos en Cristo para algo, y eso es la vida eterna. Dios nos ha prometido que cualquiera que cree en Cristo Jesús como Aquel que murió y resucitó tendrá vida eterna (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:40, 47; 7:38; 10:26-29; 11:25-26; 12:44-50; 20:31). Una persona debe creer, o ser persuadida, de que la promesa es verdadera, y que es verdadera para él.
La vida eterna tiene muchas implicaciones que una persona puede no comprender por completo. Abarca la seguridad eterna, el perdón de pecados, la justificación, el nuevo nacimiento, la glorificación, y otras verdades maravillosas que se aclararán con la instrucción de la Palabra de Dios. La vida eterna también se define como conocer a Dios a través de Cristo (Jn. 17:3). Una persona debe creer en la promesa de Dios para algún aspecto salvífico de esta vida eterna.
Algunas Incógnitas
Si bien el contenido del evangelio es esencialmente simple y podemos compartirlo claramente, pueden existir algunas preguntas acerca de ciertas situaciones: ¿Cómo entiende un niño muy pequeño comprender el contenido del evangelio? ¿Cómo puede ser salva una persona con discapacidad mental? ¿Qué les sucede a los bebés que mueren sin ningún conocimiento del evangelio? ¿Cómo entiende un hindú los conceptos de Dios, pecado, Hijo de Dios, resurrección, y vida eterna?
Cuando compartimos el evangelio, debemos darnos cuenta de que el proceso de comunicación tiene dos componentes, el comunicador y el que lo recibe. El oyente no siempre procesa la información exactamente como lo dice el comunicador. En otras palabras, existen barreras en la comunicación del evangelio como el idioma, la interpretación cultural, la atención, la claridad, el procesamiento, la comprensión previa , y las idea religiosas preconcebidas.
A la luz de estas incógnitas, debemos reconocer humildemente que la comprensión de una persona puede no ser siempre lo que pensamos que es. Afortunadamente, el Espíritu Santo sabe lo que nosotros no sabemos. Si bien es nuestra responsabilidad compartir el evangelio con la mayor claridad posible, es Su obra convencer al oyente de Su veracidad (Jn. 16:8). Cuando compartamos el evangelio, debemos depender del Espíritu Santo para que trabaje en el oyente para darle suficiente comprensión para producir fe (Ro. 10:14-17). La forma exacta en que obra el Espíritu Santo en el entendimiento de una persona, seguirá siendo un misterio (Jn. 3:8; 6:44-45, 65). Sin embargo, nada de esto quita el hecho de que, si nos equivocamos en nuestro mensaje, el oyente estará equivocado en su fe.
Conclusión
Estamos llamados a compartir el evangelio de salvación lo que significa que compartimos la persona, la provisión, y la promesa de Jesucristo. ¿Por qué compartiríamos menos que eso? Ya sea que lo expliquemos en los términos más básicos o con gran profundidad, siempre es el Espíritu Santo quien trae el entendimiento que impulsa la fe. Predicamos el evangelio de la gracia a través de la fe sola en Cristo solo y dejamos que Dios haga el resto. Ciertamente eso requiere que lo comuniquemos claramente, y también a que oremos fervientemente.
lunes, 16 de marzo de 2020
¿Por qué la Salvación por Señorío es tan Popular?
martes, 3 de marzo de 2020
Preguntas acerca de la Seguridad en Romanos 8
jueves, 27 de febrero de 2020
Eternamente Seguro
- Primero, el argumento que proviene de una experiencia hipotética o real (aunque no es común), no determina la veracidad de una doctrina.
- Segundo, mientras que algunos que sostienen la seguridad eterna pueden pecar y excusarse en esto, esto también es cierto para aquellos que rechazan la seguridad eterna.
- Tercero, la naturaleza de la salvación por gracia es que le enseña al creyente a negar la impiedad y a vivir para Dios (Tito 2:11-12).
- Cuarto, el resultado del nuevo nacimiento es una nueva persona con una nueva capacidad para las cosas espirituales. Hay una nueva relación con Dios (Ro. 6:1-5), una nueva libertad para no pecar (Ro. 6:6-14), una nueva vida (Ro. 6:11; Ef. 2:1), y una nueva perspectiva y orientación (2 Cor. 5:17).
- Quinto, la Biblia enseña que existen graves consecuencias y pérdida de recompensas para los creyentes que viven pecaminosamente (1 Cor. 3:12-15; 5:5; 9:27; 2 Cor. 5:10), lo que es una motivación para que uno viva una vida piadosa.