Recompensas Celestiales
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Niveles de Gloria
Las Escrituras también nos aseguran que habrá distinciones de gloria que se darán a los creyentes. Considere estas palabras de Pablo: “Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Romanos 8:18, RVA-2015). Pablo habla de este tipo de recompensa de nuevo en 2 Corintios 4:17, donde escribe: “Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable…” (RVA-2015).
Lo que todo esto significa no está precisamente explicado en detalle, pero las posibilidades son alucinantes. Tanto es así, que cuando lo experimentemos, ¡es posible que nos encontremos deseando que se nos hubiesen dado más oportunidades de sufrir por el Señor!
Grados de Autoridad Reinante
Otro tipo de recompensa que se menciona en la Biblia es una que se relaciona con el Milenio y con el Estado Eterno. Es el grado de autoridad reinante que compartiremos con Jesús bajo Su supervisión.
Se nos asegura que reinaremos con Él (2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 5:9-10). Pero nuestro grado de participación en Su reinado estará relacionado con nuestro servicio a Él ahora (Lucas 19:1-27). Algunos reinarán sobre una ciudad, algunos sobre cinco y otros sobre ninguna.
Actitudes hacia las Recompensas
Desafortunadamente, la mayoría de los cristianos parecen tener una actitud muy despreocupada hacia las recompensas, y hay varias razones para esta falta de preocupación.
En primer lugar, muchos parecen pensar que si son motivados por una recompensa, ¡perderán la recompensa! Esta extraña actitud se basa en la enseñanza de Jesús registrada en Mateo 6:1-4. En este pasaje, Jesús les advierte a Sus discípulos en contra de “hacer vuestra justicia delante de los hombres” porque si lo hacen “no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos”.
Lo que Jesús está advirtiendo es en contra de hacer nuestras buenas obras con el fin de recibir la alabanza de la gente. Está diciendo que deberíamos ser motivados, en cambio, por la alabanza de Dios. Se supone que debemos ser motivados por la esperanza de que, cuando estemos ante Jesús para ser juzgados, Él dirá, “Bien, buen siervo y fiel” (Mateo 25:21).
Una segunda razón por la que a algunos creyentes no les apasionan las recompensas es porque creen que éstas serán temporales. Esta actitud se basa en una escena en el Cielo que es descrita por el apóstol Juan en Apocalipsis 4. Juan dice que vio a 24 ancianos adorando a Dios (Apocalipsis 4:10-11). Como parte de su adoración, ellos se arrodillan y lanzan sus coronas delante del trono de Dios.
Esta escena ha producido una enseñanza de que tan pronto como recibamos nuestras recompensas en el Cielo, las lanzaremos a los pies de Jesús y terminaremos con ellas. Por lo tanto, son vistas como poca cosa.
Pero Apocalipsis 4:9 presenta una palabra calificadora. Dice que los 24 ancianos hacen esto “cada vez” (NVI) que se produce la adoración. Eso no indica una acción de una vez por todas. En 1 Pedro 5:4 se nos dice que las coronas “durarán para siempre” (TLA).
Una Visión Socialista de las Recompensas
Algunos argumentan que las recompensas tienen que ser temporales debido a que no puede haber distinciones en el Cielo, de lo contrario habría celos, y dicho pecado no puede existir en la atmósfera perfecta del Cielo. Pero ésta es una visión terrenal. En el Cielo, nuestra naturaleza pecaminosa no existirá. Viviremos en perfecto amor.
Por lo tanto, cuando veamos a un santo con una corona especial o exhibiendo alguna otra recompensa, nuestros corazones se llenarán de admiración y aprecio — lo mismo que sentimos en esta vida cuando uno de nuestros hijos recibe una recompensa especial.
El Pastor Glenn Meredith, de McKinney, Texas, quien ha enseñado extensamente sobre las recompensas celestiales, ha concluido: “Créanme, habrá distinciones eternas en el Cielo, porque lo que haga ahora en esta vida, tendrá un profundo impacto en las recompensas que recibirá y los servicios que se le asignarán”.
“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos…” (palabras de Jesús en Mateo 5:21).
Preguntas
1) Ya que nuestras recompensas celestiales van a estar basadas en parte en cómo usamos nuestros dones espirituales, ¿sabe cuáles son sus dones espirituales? (Lea Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:4-11, 28-31; Efesios 4:11; 1 Pedro 4:10-11). Enumere a continuación los dones espirituales que cree que el Espíritu Santo le ha dado. Si está en un grupo de estudio bíblico, léales la lista a ellos y pregúnteles si pueden identificar otros dones de los que usted no esté consciente.
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2) ¿Sabía que hay pruebas en el Internet que pueden ayudarle a identificar sus dones espirituales? Busque “pruebas de dones espirituales” en Google y luego escriba a continuación los dones que tiene que fueron identificados por estas pruebas.
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3) ¿Qué recompensa celestial le gustaría recibir y por qué?
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4) ¿Siente que entiende completamente la enseña bíblica de que somos salvos por la fe y no por obras (Efesios 2:8-9), pero de que somos salvos para buenas obras (Efesios 2:10; Tito 2:14). ¿Cuál cree que es el significado de esto para los cristianos culturales que no se preocupan por practicar su fe?
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5) Reflexione sobre las recompensas que los creyentes recibirán en esta vida como resultado de su fe en Jesús como Señor y Salvador y el don del Espíritu Santo que reside en ellos. Enumere algunas de esas recompensas a continuación:
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6) Debido a la importancia que las Escrituras dan a las recompensas celestiales, ¿siente que ahora está más motivado a ganar algunas de las recompensas sirviendo al Señor más diligentemente?
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Traducido por Donald Dolmus