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jueves, 27 de julio de 2023

Sois Salvos, Si Retenéis – 1 Corintios 15:1-2

Por Dr. Charlie C. Bing

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano – 1 Corintios 15:1-2

Para muchas personas, este pasaje parece dar la salvación, y luego quitarla. Esto implica que el evangelio nos salvó, pero después no continúa salvándonos a menos que lo “retengamos”. Algunos usan este pasaje para decir que los creyentes pueden perder su salvación. Otros dicen que muestra que algunos que son considerados creyentes resultan ser falsos creyentes porque ellos no se mantuvieron en el evangelio. Ninguno de estos puntos de vista satisface los detalles del pasaje en su contexto. 

Lo que Pasó, Está Pasando, Podría Pasar

Aunque algunos en la iglesia de Corinto estaban empezando a negar la resurrección de Cristo, por el pasaje es muy claro que el apóstol Pablo está seguro acerca de su posición: habían “recibido” y “creído” el evangelio que les había predicado (el tiempo pasado denota una acción completada) y ahora “perseveran” en ese evangelio (el tiempo perfecto denota una acción en el pasado con resultados continuos). Su perseverancia se refiere a su justificación posicional, que no se cuestiona y fue afirmada anteriormente: “ya habéis sido justificados” (1 Co. 6:11). No hay duda de que la carta Pablo se dirige a los corintios como creyentes genuinos (vea 1 Co. 1:2, 4, 9; 3:16; 4:14; 6:15, 19-20; 11:1; 12:13). Sin embargo, el tiempo presente “sois salvos”, claramente depende de la condición “si retenéis la palabra”, que se refiere al evangelio. ¿Significa esto que los lectores pueden perder su salvación o prueba que nunca fueron verdaderamente salvos si no “retenéis”?

Están Siendo Salvados

El punto de vista de que Pablo les está diciendo a los lectores que pueden perder su salvación o refutar su salvación proviene de definir rígidamente “sois salvos” como salvación del infierno. La definición básica de “salvo” es librado o preservado, y se usa en la Biblia para la liberación de varias cosas (enfermedad, muerte, enemigos, peligro, pecado). Esto requiere que nos preguntemos: “¿Librados de qué?”. Como muestra la carta a los corintios, estos creyentes tenían muchos problemas de pecados de los que ellos necesitaban ser librados.

La secuencia de pensamiento es importante: Pablo predicó el evangelio, los corintios lo recibieron, y ahora perseveran en él. Lo que les falta es experimentar la salvación en un sentido continuo, por eso Pablo usa el tiempo presente “sois [estáis siendo] salvos”. Si Pablo estuviera hablando del infierno, habría hablado con más naturalidad de su salvación final: “seréis salvos”.

Si Retenéis

La experiencia de la liberación continua del pecado en la vida del creyente tiene una condición: Uno debe “retener” el evangelio. Esto no es un logro asumido o una condición hipotética, sino algo real (la condición de primera clase del griego no justifica la traducción de “si” como “dado que”). El verbo para “retenéis” (katecho) se usa en el Nuevo Testamento en relación con la experiencia de la santificación del cristiano (vea Lc. 8:15; 1 Tes. 5:21; He. 10:23). Pablo está diciendo que los corintios deben continuar siguiendo la verdad del evangelio que aprendieron para poder experimentar sus efectos santificadores. Ésta no es una condición para la salvación eterna, sino una condición muy real de la santificación. Por lo tanto, es posible que los creyentes no retengan el evangelio. El Nuevo Testamento muestra que los creyentes pueden no perseverar o no retener la verdad (1 Ti. 5:14-15; 6:20-21; 2 Ti. 1:5; 2:17-18, 24-26; 4:9-10, 14-16).

El Evangelio y sus Resultados

Basándose en el evangelio que les predicó y recibieron (creyeron), Pablo puede decir que los corintios “perseveran” en su salvación. Su posición es segura, sin embargo su experiencia de ser librados (salvos) por la provisión del mismo evangelio depende de su firmeza a su verdad. Por eso es que Pablo les recuerda el evangelio que les ha predicado en los versos 3-4: “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. Es el mismo evangelio que él había “recibido” al principio de su ministerio (Gá. 1:11-12; 2:16), “predicado” en su primera visita (Hch. 18:1-8), y explicado anteriormente en la epístola (1 Co. 1:17-21; 2:5).

Entonces, la palabra salvo se está usando para describir la experiencia de vivir las verdades del evangelio que se centran en la muerte y resurrección de Jesucristo. La muerte y resurrección de Jesucristo no es sólo la base de la salvación de uno del infierno, también es la base de la identidad de uno, y la experiencia como cristiano. En Romanos 6:2-5, Pablo enseña que la unión del creyente con Cristo es la base para una vida de victoria sobre el pecado. Como Cristo murió y resucitó, así también aquellos que están en Él han muerto al pecado y han resucitado con Él para andar en una nueva vida.

Nadie puede ser librado del pecado a menos que continúe identificándose con la muerte y resurrección de Cristo enseñada en el evangelio. Esto es lo que Pablo quiere decir con “si retenéis la palabra que os he predicado”. Cualquier defecto en el evangelio, o en nuestra identificación con Cristo en Su muerte y resurrección, dará como resultado una experiencia cristiana defectuosa. En otras palabras, si los corintios no continúan reteniendo el evangelio que Pablo predicó, habrían “creído en vano”, porque su fe inicial en el evangelio no produciría una experiencia santificadora en ellos, que es uno de los resultados esperados. El término “en vano” significa de balde. Se usa en el Nuevo Testamento para describir algo que no alcanza su objetivo esperado; nunca se usa para cuestionar la realidad de la acción relacionada con él (por ejemplo, vea 1 Co. 15:10, 58). Si los corintios niegan la resurrección de Cristo, no pueden ser librados de una vida pecaminosa, lo que hace que su fe inicial en el evangelio no alcance el resultado deseado de su santificación.

Conclusión

No es de extrañar que Pablo haga del evangelio su prioridad: “Primeramente os he enseñado” (1 Co. 15:3; algunas versiones lo traducen como “lo más importante). Tenemos que entender bien el evangelio para ser salvos (del infierno), pero también debemos entender bien el evangelio para seguir siendo salvos (del pecado). La liberación que Dios quiere para nosotros no es sólo del castigo del pecado (nuestra justificación), sino también del poder del pecado (nuestra santificación) y de la presencia del pecado (nuestra glorificación). Como cristianos, es crucial que entendamos qué significa estar unidos con Jesucristo en Su muerte y resurrección. Si mantenemos el evangelio recto, nuestro andar también lo será. El evangelio que inicialmente nos salva es el mismo evangelio que continúa salvándonos y el evangelio que nos mantiene salvos y el evangelio que finalmente nos salva – ¡y todo es por la gracia de Dios!

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Fuente: 

Recurso recomendado:    

jueves, 19 de diciembre de 2019

¿Qué es la Teología de la Gracia Gratuita?

Por Dr. Charles C. Bing


Las etiquetas teológicas son una manera conveniente de resumir sistemas de creencias. Muchas etiquetas se han convertido en una parte establecida del dialogo teológico, como Arminianismo, Calvinismo, Amilenialismo, o Premilenialismo. Muchos que han escuchado la etiqueta "Teología de la Gracia Gratuita" se preguntan qué significa. Este es un breve resumen.

1. La Gracia Gratuita enseña que la gracia para la salvación es absolutamente gratuita. Obviamente por aquí es por donde debemos comenzar, aunque no debería ser necesario decirlo ya que la palabra gracia (griego charis) esencialmente significa un regalo gratuito inmerecido. Sin embargo, ya que algunos hablan de una gracia costosa o barata, es necesario clarificar que la gracia es totalmente gratuita. Esto no significa que es gratuita para el que la da, quien en este caso es Dios, pero quiere decir que no se requiere ningún pago o mérito de aquellos a los que se les ofrece, que son todos los pecadores que no son salvos y que no se la merecen. Romanos 3:24 hace una diferencia entre el regalo gratuito del receptor y el costo para el Dador: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.

2. La Gracia Gratuita significa que la gracia para la salvación sólo se puede recibir a través de la fe. Ya que nosotros como pecadores no podemos hacer nada para ganarnos la gracia de Dios, se nos ha dado como un regalo que sólo se puede recibir a través de la fe. Por fe (o creer, que es de la misma palabra griega) queremos decir la respuesta humana al aceptar algo como verdadero y digno de creer. Es una convicción, una persuasión interna. Esta definición descarta cualquier otra condición de obras, desempeño, o mérito (Ro. 4:4-5). La fe no se puede definir como obediencia a los mandamientos cristianos, bautismo, rendición, compromiso de la vida de uno a Dios, o alejarse de los pecados. Estas cosas pueden y deberían ser el resultado de la fe, pero en sí mismas son diferentes a la fe, de otra manera la gracia deja de ser gracia (Ro. 11:6). Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe... no por obras...”. La fe es una respuesta simple, pero eso no significa que sea una fácil. Muchos que sostienen la Gracia Gratuita creen que arrepentimiento, como un cambio de parecer o de sentir, se puede usar algunas veces para describir el aspecto de la fe porque viene como una convicción o persuasión acerca de algo. Otros partidarios de la Gracia Gratuita no piensan que el arrepentimiento (como alejarse de los pecados) tenga algún rol en la salvación o en la fe que salva.

3. La Gracia Gratuita cree que el objeto de la fe es el Señor Jesucristo. La fe siempre debe de tener un objeto, porque la fe en sí misma no es la causa efectiva de la salvación (somos salvos “por gracia”), pero es el medio por el cual somos salvos (“por medio de la fe”). El Único que de hecho nos salva es el Señor Jesucristo. Pero no es cualquier Jesús, es Jesús el Hijo de Dios, quien murió por nuestros pecados y resucitó y que garantiza salvación eterna para todos los que creen en Él.

4. La Gracia Gratuita se aferra a la obra terminada de Cristo. La Gracia es gratuita porque Jesucristo hizo toda la obra a nuestro favor. Su proclamación “consumado es” en la cruz significa que Él hizo el pago final y completo por la culpa de nuestros pecados. Esto también significa que no podemos añadir nada a lo que Jesús ya logró. No podemos hacer nada para ganar o retener nuestra salvación. La Gracia Gratuita, por lo tanto, enseña la seguridad eterna para el creyente.

5. La Gracia Gratuita provee la única base para la seguridad de la salvación. Cualquier sistema de creencias que requiera nuestro desempeño no puede dar la seguridad de la salvación. El desempeño humano es subjetivo, variable, impredecible, y siempre imperfecto. La fe debe descansar en Jesucristo y Su promesa como se revela en la Palabra de Dios. La persona y la obra de Cristo y la Palabra de Dios son verdades objetivas que no pueden cambiar. Por lo tanto la Gracia Gratuita ofrece la única base para la seguridad de la salvación.

6. La Gracia Gratuita hace una diferencia entre la salvación y el discipulado. Mientras que algunos sistemas teológicos creen que todos los cristianos son discípulos, la Gracia Gratuita entiende que la condición para la salvación (creer) es diferente a las muchas condiciones para el discipulado (negarse a sí mismo, tomar su cruz, seguir a Cristo, permanecer en Su Palabra, amar a Cristo por encima de la familia, etc.). Ya que la gracia es absolutamente gratuita, no puede demandar esas condiciones o dejaría de ser gracia. La Gracia Gratuita cree que los compromisos del discipulado debe ser el resultado de la salvación, no el requisito. Hacerlos la condición para la salvación inserta las obras y el mérito humano en el evangelio de la gracia.

7. La Gracia Gratuita enseña que la vida cristiana también es por gracia a través de la fe. Ya que somos salvos por gracia y sostenidos por la gracia, también crecemos por gracia, a la cual se puede acceder a través de la fe. La gracia provee para todo lo que necesitamos; todo lo que no merecemos y más. Así como en la salvación, la gracia para crecer está disponible por medio de la fe: “por quien [el Señor Jesucristo] también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes...” (Ro. 5:2; compare Gá. 2:20).

8. La Gracia Gratuita provee la mejor motivación para una vida piadosa. Si la salvación es por el desempeño humano, no existe la seguridad, y si no hay seguridad, una motivación para una buena conducta fácilmente se transforma en lo que hacemos para probar que somos salvos o para evitar el infierno. La culpa, el temor, y las dudas pueden producir una buena conducta, pero no necesariamente una conducta piadosa. Conducirnos piadosamente incluye las motivaciones internas del amor y la gratitud. La seguridad de la gracia de Dios y la obra terminada de Cristo permiten a los cristianos crecer en un ambiente de libertad y amor incondicionales (Tito 2:11-12).

9. La Gracia Gratuita sostiene que el cristiano es responsable. De acuerdo con la Gracia Gratuita, el creyente es liberado de cualquier requisito de la Ley o las obras como la base para la salvación eterna. Pero la Gracia Gratuita también nos enseña que los cristianos deben vivir vidas santas porque: 

1) Debemos de estar agradecidos por lo que Dios ha hecho (Ro. 12:1-2); 
2) Dios quiere que tengamos buenas obras (Ef. 2:10); 
3) Tenemos una nueva posición en Cristo (Ro. 6:1-14); 
4) Tenemos un nuevo Señor: Jesús (Ro. 6:15-23); y 
5) Tenemos un nuevo poder: el Espíritu Santo (Ro. 8:1-11). 

Por estas cosas, la Gracia Gratuita enseña que Dios nos va a pedir cuentas por el tipo de vidas que llevamos. Dios puede disciplinarnos en esta vida (Heb. 12:5-11) y vamos a encarar el Tribunal de Cristo en el futuro en donde los creyentes le van a dar cuentas a Dios (Ro. 14:10-12; 1 Cor. 3:11-4:5; 2 Cor. 5:10). 

En este juicio, los creyentes van a ser recompensados o se les van a negar sus recompensas. De ninguna manera la Gracia Gratuita enseña que los cristianos pueden pecar sin consecuencias.

10. La Gracia Gratuita está comprometida primeramente con una interpretación correcta de la Biblia. Esto debería ser obvio, pero es necesario decirlo porque muchos han forzado sus sistemas teológicos en sus interpretaciones, en lugar de dejar que la Biblia hable por sí misma. El sistema de la Gracia Gratuita es el resultado de un enfoque literal y de sentido llano a la Biblia, que considera las varias formas en las que Dios administra Su plan para el mundo a través de los edades, y el contexto apropiado de cualquier pasaje bíblico. El sistema de la Gracia Gratuita busca ser bíblico sobre todas las cosas. Su primer compromiso no es con un sistema teológico, sino con lo que dice la Biblia, aun cuando algunas cosas en particular no se puedan reconciliar fácilmente con otras enseñanzas o interpretaciones tradicionales. Por lo tanto, la posición de la Gracia Gratuita permite varias interpretaciones de algunos pasajes bíblicos, siempre y cuando sean consistentes con los buenos principios de interpretación de la Biblia y las claras enseñanzas de la gracia gratuita de Dios.

Conclusión

La teología de la Gracia Gratuita empieza con la llana y clara enseñanza de la Biblia de que la gracia es absolutamente gratuita. A partir de allí, las enseñanzas de la Biblia acerca de la salvación, fe, seguridad, garantía, la vida del cristiano, y el discipulado se ven consistentes con la naturaleza incondicional de la gracia. La gracia gratuita de Dios debería motivar a los cristianos a adorar, servir, y a vivir una vida recta para el “Dios de toda gracia” (1 Pe. 5:10) quien “nos amó primero” (1 Jn. 4:19).


Fuente: 
Apuntes sobre la Gracia

miércoles, 9 de octubre de 2019

NO SOLO DE PAN – Un Bosquejo de la Doctrina Bíblica (pdf)

Por Dr. Steven Waterhouse

Haga clic sobre la imagen para descargar el documento

Contenido

Capítulo 1: Bibliología – La doctrina de la Biblia

Capítulo 2: Teología Propia – La doctrina de Dios

Capítulo 3: Angelología – La doctrina de los ángeles

Capítulo 4: Satanología – La doctrina de Satanás

Capítulo 5: Demonología – La doctrina de los demonios

Capítulo 6: Antropología – La doctrina del hombre

Capítulo 7: Hamartiología – La doctrina del pecado

Capítulo 8: Cristología – La doctrina de Cristo

Capítulo 9: Soteriología – La doctrina de la salvación

          Parte 1: Salvación provista

          Parte 2: Salvación aplicada

          Parte 3: Resultados de la salvación

Capítulo 10: Pneumatología

          Parte 1: La doctrina del Espíritu Santo

          Parte 2: Los dones del Espíritu Santo

Capítulo 11: Eclesiología – La doctrina de la Iglesia

Capítulo 12: Escatología – La doctrina de los eventos futuros


El Dr. Steven W. Waterhouse ha servido como pastor de la Iglesia Westcliff Bible Church en Amarillo, Texas, desde 1985. Tiene títulos del Dallas Theological Seminary; Capital Bible Seminary, Lanham, MD; Spring Harbor University, Michigan; y de la Universidad de Cornerstone en Grand Rapids, MI.

viernes, 12 de mayo de 2017

El Israel de Dios de Gálatas 6:16




El propósito de esta sección es presentar el punto de vista dispensacional de Gálatas 6:16, el único pasaje que todos los Teólogos del Pacto utilizan como evidencia de que la Iglesia es el Israel espiritual, o que los creyentes gentiles llegan a ser judíos espirituales. El versículo no confirma su tesis. 

El Libro de Gálatas se ocupa de los gentiles que estaban procurando obtener la salvación por medio de la ley. Los que estaban engañándolos eran judaizantes, que eran judíos que demandaban fidelidad a la Ley de Moisés. Para ellos, un gentil tenía que convertirse al judaísmo antes de que pudiera calificar para ser salvo por Cristo. En el versículo 15, Pablo dice que lo importante para ser salvo es la fe, que da como resultado un nuevo hombre. Él también menciona dos elementos: la circuncisión y la incircuncisión. Esto se refiere a dos grupos de personas: judíos y gentiles, dos grupos ya mencionados por estos mismos términos en 2:7-9:

Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.

En el versículo 16, Pablo pronuncia entonces una bendición sobre los miembros de los dos grupos que siguen esta regla de salvación sólo por fe. El primer grupo son “ellos”, la incircuncisión, los cristianos gentiles, a quienes él había dedicado la mayor parte de la epístola. El segundo grupo, es el “Israel de Dios”. Éstos son la circuncisión, los creyentes judíos quienes, al contrario de los judaizantes, seguían la regla de la salvación por gracia por medio de sólo la fe. Los Teólogos del Pacto tienen que ignorar el significado primario de kai (la conjunción que usualmente se traduce “y”), que en el versículo separa a los dos grupos, con el fin de hacerlos un mismo grupo.

En una obra reciente, el Dr. S. Lewis Johnson, que fue profesor de Griego y Exégesis del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Dallas, ha hecho un estudio detallado de Gálatas 6:16. En su introducción, Johnson hace la siguiente observación:

A pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario, hay un persistente apoyo para el argumento de que el término Israel puede referirse a los creyentes gentiles de esta era presente…el principal apoyo se encuentra en Gálatas 6:16…

No puedo sino pensar que consideraciones dogmáticas cobran mucha importancia en la interpretación de Gálatas 6:16. La tenacidad con la cual se mantiene la aplicación del “Israel de Dios” a la Iglesia, a pesar de la enorme evidencia en contra, lleva a pensar que los defensores de este punto de vista creen que su sistema escatológico, usualmente amilenarista, depende de que el término se refiera al pueblo de Dios, compuesto tanto de judíos como de gentiles. El Amilenarismo no depende de esta interpretación, pero este punto de vista pareciera tener un lugar predilecto en la exégesis amilenial.

Hablando de que el término se refiere al Israel étnico, el sentido que el término Israel tiene en cada uno de los más de sesenta y cinco pasajes en el Nuevo Testamento y de los quince usos que le da Pablo, el respetado comentarista reformado William Hendricksen, en tonos muy emocionales, escribe, “Me niego a aceptar esa explicación”.

A lo que me estoy refiriendo, está bien expresado por D.W.B.Robinson en un artículo escrito como hace veinte años: “Citar con desenvoltura Gálatas 6:16 para apoyar el punto de vista de que ‘la iglesia es el nuevo Israel’ debe ser objetado vigorosamente. Hay motivos de peso para una interpretación limitada”. En mi opinión, podemos decir más que eso. Hay más que razones de peso para una interpretación más limitada. Hay un abrumador respaldo para ello. De hecho, el punto de vista menos adecuado entre varias alternativas, es el punto de vista de que el “Israel de Dios” es la iglesia.

Johnson presenta tres puntos de vista en cuanto a este versículo. Sólo el primero insiste en que “el Israel de Dios” es la Iglesia como un todo, en cambio los otros dos lo limitan a creyentes judíos.

El primer punto de vista dice que “el Israel de Dios” es simplemente un término descriptivo de la iglesia creyente de este tiempo. El Israel de Dios es el cuerpo que debe andar conforme a la regla de la nueva creación y eso incluye a creyentes judíos y gentiles. Es impresionante la lista de nombres de personas que apoyan este punto de vista, aunque las bases de esta interpretación son débiles y pocas.

Johnson rechaza este punto de vista por tres motivos: 1) gramaticales; 2) exegéticos; 3) teológicos.

Razón gramatical: el uso de la palabra griega kai (que se ha traducido “y”) Si la intención de Pablo era que “ellos” se refiriera al “Israel de Dios” debería haber omitido la palabra kai (“y”).William Hendricksen ha hecho precisamente eso, ha dejado de traducir esa palabra, para que el texto diga lo que él quiere que diga.

Razón exegética: No hay ejemplos en la literatura bíblica de que el término Israel se use para la iglesia o para el pueblo de Dios compuesto de creyentes judíos y gentiles. En los primeros capítulos del Libro de los Hechos se hace una diferencia en el uso de los términos Israel e Iglesia, porque Israel existe al lado de la recientemente formada iglesia, y las dos entidades son nombradas con palabras diferentes.

Para quienes quieren citar como evidencia Romanos 9:6, Johnson muestra que este versículo no apoya tal punto de vista, porque aquí se hace distinción entre judíos que creen y judíos que no creen. Algunos de ellos son creyentes, por lo cual pertenecen al verdadero Israel, otros, en cambio, aunque son israelitas étnicos, no son el verdadero Israel, porque no son creyentes y no han sido elegidos. No se hace mención de los gentiles en este versículo.

Muchos Teólogos del Pacto están de acuerdo con esta explicación de Romanos 9:6 y no lo usan para respaldar la idea de que “el Israel de Dios” de Gálatas 6:16 se refiera a la  Iglesia.

Razón teológica: No hay ninguna evidencia histórica de que el término Israel se identificara con la iglesia antes del año 160 D.C. Además, en esa fecha no se caracterizaba a la iglesia como “el Israel de Dios”. En otras palabras, por más de un siglo después de Pablo no hay evidencia de que se identificara así.

El resumen de Johnson en cuanto al primer punto de vista: Para terminar la discusión de la primera interpretación, parece claro que hay poca evidencia - gramatical, exegética o teológica- que la respalde.

La segunda postura es que “el Israel de Dios” es el remanente creyente judío dentro de la iglesia. Esta es la postura de Johnson mismo y es también la postura dispensacionalista. Johnson describe este punto de vista como sigue:

La segunda de las interpretaciones importantes de Gálatas 6:16 y del “Israel de Dios” es que las palabras se refieren simplemente al los israelitas étnicos creyentes en la iglesia cristiana. ¿No habla Pablo de sí mismo como de un israelita (Rom.11:1)? ¿Y no habla el Apóstol también de “un remanente escogido por gracia (Rom.11:5), palabras que, en el contexto, se refieren evidentemente a israelitas creyentes? ¿Qué cosa más apropiada podría haber escrito Pablo, se dice, en una obra que atacaba tan enérgicamente a creyentes profesantes judíos, los judaizantes, para dejar en claro que no estaba atacando a los verdaderos creyentes judíos? Los judaizantes eran anatematizados, pero el remanente escogido por gracia era “el Israel de Dios”.

Esta expresión, “el Israel de Dios” debería contrastarse con su expresión en 1 Corintios 10:18, “el Israel según la carne”, como el verdadero Israel creyente versus el elemento incrédulo, tal como en Romanos 9:6 el apóstol distingue dos Israel, uno elegido y creyente, el otro incrédulo, pero ambos son israelitas étnicos (vv.7-13).

Johnson apoya este parecer por las mismas tres razones por las que rechaza la primera opinión. Por consideraciones gramaticales y de sintaxis, Johnson dice que “no hay razones gramaticales o de sintaxis que sean contrarias a esta postura” y, por lo demás, el sentido común de kai es tomado en cuenta como corresponde.

En cuanto a motivos exegéticos, Johnson dice:

Exegéticamente esta explicación es correcta, puesto que “Israel” tiene el sentido étnico que Pablo emplea siempre. Llegando al final de su epístola-batalla con su duro y severo ataque a los judaizantes y la omisión de sus acostumbradas palabras de gratitud, Pablo modera su lenguaje con una bendición especial para aquellos creyentes israelitas fieles que, entendiendo la gracia de Dios y la exclusión de toda obra humana como el fundamento de la redención, no han sucumbido a los sutiles halagos de los judaizantes engañadores. Ellos, no los falsos hombres de Jerusalén, son “el Israel de Dios” o, como los llama en otra parte, “el remanente escogido por gracia” (Rom.11:5).

En cuanto a motivos teológicos, Johnson dice:

Teológicamente la postura es correcta en su apoyo a dos grupos dentro de un pueblo de Dios, gentiles y judíos étnicos. Romanos 11 explica en detalle la relación entre ambos integrantes desde los días de Abraham, hasta el tiempo presente y hasta el futuro  cumplimiento de las grandes promesas incondicionales hechas a los patriarcas.

La tercera postura está de acuerdo con la segunda, que “el Israel de Dios” tiene que referirse a creyentes judíos y no a la iglesia como un todo, pero ve a este remanente judío como futuro:

La tercera interpretación es la postura de que la expresión “el Israel de Dios” se usa escatológicamente y se refiere al Israel que se volverá al Señor en el futuro, durante los eventos que tendrán lugar en la segunda venida de nuestro Señor. Pablo, mientras escribía Gálatas, tenía en mente su bien conocida profecía en cuanto a la salvación de “todo Israel” de Romanos 11:25-27.

La tercera postura, entonces, dice que el término “el Israel de Dios” se refiere al Israel étnico, pero localizan la bendición en el futuro.

Johnson no tiene mayores objeciones frente a esta tercera postura, porque gramaticalmente esta última posición es acertada. También es acertada teológicamente, porque:

Esta opinión armoniza con la importante enseñanza de Pablo de que hay dos clases de israelitas, uno creyente y otro incrédulo.

El único problema es exegético, por cuanto el tema escatológico no era el objetivo principal de la epístola a los Gálatas. Sin embargo, Johnson admite que esta postura puede considerarse exegéticamente posible, puesto que, en el contexto más amplio, el Pacto Abrahámico y el Reino de Dios fueron mencionados.

La segunda postura parece ser la mejor. En tanto que la tercera es bíblicamente aceptable, la primera no lo es. Johnson concluye:

Si hay alguna interpretación que tambalea en un fundamento débil, es la opinión de que Pablo iguala el término “el Israel de Dios” con la iglesia creyente de judíos y gentiles. Para sostenerla debe ignorarse el uso general del término ‘Israel’ que Pablo hace en el Nuevo Testamento y su uso en todas las Escrituras. El uso gramatical y de sintaxis de la palabra kai es forzado y distorsionado –y aceptar el sentido poco común, porque el sentido usual no satisface – solamente porque no está de acuerdo con lo que el exegeta quiere creer. Y para agravar el asunto, en el contexto especial de Gálatas y en el contexto general de las enseñanzas de Pablo, especialmente como son explicadas en Romanos 11, los principales pasajes de Pablo en cuanto a los tratos de Dios con los judíos y los gentiles, son atenuados. La doctrina de que la Iglesia de judíos y gentiles es “el Israel de Dios” reside en una ilusión. Es un caso clásico de exégesis tendenciosa.

Conclusión

Para la Israelología Dispensacional, la conclusión es que la Iglesia nunca es llamada, y no es, un  “Israel espiritual” o un “nuevo Israel”. El término “Israel” es usado para la nación o para el pueblo de Israel como un todo, o para el remanente creyente de ellos. Nunca se usa para la Iglesia en general o para los creyentes gentiles en particular.



Si desea leer otros artículos del Dr. Arnold G. Fruchtenbaum, haga clic aquí.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Conferencia: La Biblia y la Ciencia,

¿Cuál es la verdad?

Apreciados lectores:

Comparto con ustedes esta interesante conferencia expuesta por el Dr. Roger Liebi, quien posee un Doctorado en Divinidades del Seminario Teológico de Whitefield en Florida, Estados Unidos. 

Además, el Dr. Liebi posee también estudios sobre las lenguas del mundo bíblico que incluyen griego, hebreo clásico y moderno, el arameo y el acadio. Además de manejar más de 8 idiomas. 


Si desean obtener mayor información acerca del expositor, les invito a visitar el siguiente sitio web:

lunes, 21 de febrero de 2011

Estudio Bíblico Mesiánico: Dios el Padre

(Imagen cortesía de revelationillustrated.com)

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer - Juan 1:18

Introducción

La Doctrina de la Trinidad enseña que hay tres Personas específicas en la Deidad. En la mayoría de los estudios bíblicos, las dos Personas en las cuales se centra la mayor parte de la atención son Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Como resultado, los creyentes tienen a menudo una idea borrosa de quién exactamente es Dios el Padre y qué exactamente es lo que el Padre hace y de qué es responsable.

En este estudio, Dios el Padre será discutido en dos áreas principales: la primera, la Paternidad de Dios; y la segunda, las obras de Dios el Padre.

I. La Paternidad de Dios

La primera área distingue Su personalidad de la del Hijo y de la del Espíritu Santo. Hay seis aspectos diferentes de la Paternidad de Dios:

El Padre del Mesías.
El Padre de la Creación.
El Padre de los ángeles.
El Padre de todos los hombres.
El Padre de Israel, y
El Padre de los creyentes.

A. El Padre del Mesías

El primer aspecto de la Paternidad del Padre es que Él es el Padre del Mesías. El hecho de que Dios el Padre es el Padre del Mesías, Yeshúa (Jesús) el Hijo, es visto de cinco maneras.

1. Engendrado por el Padre

La primera forma en la que Dios es visto como el Padre del Mesías es que el Hijo fue engendrado por el Padre. Esto es enseñado en el Antiguo Testamento en Salmo 2:7: Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

En el Nuevo Testamento, esto es enseñado en Juan 1:14: Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Juan 1:18 dice: A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Esto se encuentra una vez más en Juan 3:16-17: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Otro ejemplo es I Juan 4:9: En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

El hecho de que el Mesías fue engendrado por el Padre a menudo ha sido malinterpretado. Algunos grupos, principalmente aquellos entre los cultos que enseñan que Yeshúa no es eterno, interpretan que el término “engendrado por el Padre” significa que Jesús fue creado por Dios el Padre. En realidad, el término engendrado enfatiza “singularidad” en que Él es el único Hijo de Dios, no Su creación.

Mientras que la Paternidad de Dios tiene muchos aspectos, existe una singularidad en la relación con el Hijo. Así pues, el término “engendrado por el Padre” no significa que Jesús fue creado por Dios el Padre, sino que la relación Padre-Hijo es exclusiva. Esto simplemente no es cierto de otras relaciones. La paternidad de Dios del Mesías es vista en que Él (Jesús) es engendrado por el Padre, lo que significa que Él es el único Hijo de Dios; Él tiene una relación exclusiva que no es cierta de otras relaciones entre padre e hijo.

2. Reconocido por el Padre

La segunda forma en la que la Paternidad de Dios es vista es que el Padre mismo reconoció que Yeshúa es Su Hijo. Un ejemplo es Mateo 3:17b, donde Dios el Padre, hablando desde el Cielo declaró: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Dios el Padre reconoció que Jesús es el Hijo.

3. Reconocido por Yeshúa mismo

La tercera forma en la que la Paternidad de Dios es vista es que el Hijo reconoció a Dios el Padre como Su Padre (Mateo 11:27; Juan 8:54; 14:12-13).

4. Reconocido por otros hombres

La cuarta forma en la que la Paternidad de Dios es vista en que otros hombres reconocieron que Jesús es el Hijo de Su Padre y que Dios el Padre era el Padre del Mesías. Un ejemplo es Mateo 16:16, donde Pedro hizo su gran confesión y dijo literalmente: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Pedro reconoció que Yeshúa era el Hijo de Dios; por lo tanto, Dios el Padre es el Padre del Mesías.

Otros ejemplos de esto se encuentran en Marcos 15:39 y Romanos 8:32. Jesús fue reconocido como el Hijo de Dios por los hombres y esto enfatizó una vez más que Dios el Padre es el Padre del Mesías.

5. Reconocido por los demonios

La quinta forma en la que la Paternidad de Dios es vista es el hecho de que también los demonios reconocieron que Yeshúa era el Hijo de Dios. Un ejemplo es Mateo 8:28-29: Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

En estos versos, los demonios estaban hablando y reconocieron que Él era el Hijo de Dios. Esto significaría automáticamente que Dios es el Padre del Mesías.

B. El Padre de la Creación

El segundo aspecto de la Paternidad del Padre es que Él es el Padre de la Creación. Un ejemplo de esta verdad se encuentra en I Corintios 8:6: para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de Él.

En este pasaje, el Padre es tratado como Dios, el Padre y es conectado con la Creación en que Él es el Padre de la Creación.

Un segundo ejemplo está en Santiago 1:17: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

En este verso, Él es tratado como el Padre y es llamado el Padre de las luces, un título que lo conecta con la Creación misma.

C. El Padre de los ángeles

El tercer aspecto en el que la Paternidad es vista es que Él es el Padre de todos los ángeles. Por esa razón, los ángeles son mencionados como los hijos de Dios.

Hay cuatro Escrituras que enseñan esta verdad. El primer pasaje es Génesis 6:1-4, que menciona a los hijos de Dios. Algunos interpretan que el término hijos de Dios en el Libro de Génesis se refiere a los descendientes de Set en oposición a los hijos de Caín. Los otros tres pasajes, Job 1:6; 2:1 y 38:7, muestran claramente que el término hijos de Dios debe referirse a ángeles. Todas estas Escrituras usan el término hijos de Dios y, en esos contextos, nadie duda de que se refieran a ángeles. La consistencia debería mantenerse, por eso Génesis 6 también debe referirse a ángeles.

D. El Padre de todos los hombres

El cuarto aspecto de la Paternidad de Dios es que Él es el Padre de todos los hombres. Un ejemplo de esto es Hechos 17:29: Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.

Este verso declara que todos los hombres son el linaje de Dios. En cierto sentido, existe la Paternidad universal de Dios de todos los hombres; Él es el Padre de todos los hombres en el sentido de que Él es el Creador del hombre. Del mismo modo, Él es el Padre de todos los ángeles. Es desafortunado que los liberales se hayan refugiado en este aspecto, ignorando los otros.

Sí, la Biblia enseña que existe la universalidad de la Paternidad de Dios. Ciertamente es el Padre de todos los hombres, pero sólo en la relación del Creador con el creado. No significa, como ellos han estado enseñando, que esto significa automáticamente una salvación universal; que de todos modos todas las personas serán salvadas. La Biblia no enseña que todas las personas serán salvadas. Debido a que Dios es el Padre de todos los hombres no significa que todos los hombres van a ser salvos; sólo significa que Dios es el Creador de todos los hombres.

Otro ejemplo donde se dice que Él es el Padre de todos los hombres está en Efesios 3:14-15: Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.

En este pasaje, los conceptos de la familia y la Paternidad de Dios son reunidos. Esto, también, enfatiza la universalidad de la Paternidad de Dios. Él es el Padre de todos los hombres en virtud de ser el Creador de todos los hombres.

Un tercer ejemplo es Hebreos 12:9: Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?

Se habla de Dios el Padre siendo el Padre de los espíritus sin distinción. Otra vez, Él es el Padre de todos los hombres, no en una relación de salvación, sino que en una relación de creación. Existe una universalidad de la Paternidad de Dios debido a que Él es el Creador de todos los hombres.

E. El Padre de Israel

El quinto aspecto de la Paternidad de Dios es que Él también es el Padre de Israel. Esto es subrayado un número de veces a lo largo del Antiguo Testamento. Un ejemplo se encuentra en Éxodo 4:22: Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.

Dios llamó a Israel el hijo de Jehová. Como una nación, Israel es el hijo nacional de Dios. Ninguna nación es llamada alguna vez el hijo de Dios excepto una, y ésa es Israel.

Un segundo ejemplo se encuentra en Deuteronomio 32:6: ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció.

En este pasaje, Moisés señaló muy claramente que Dios el Padre es también el Padre de Israel; Israel, como una nación, es el hijo de Dios.

Un tercer ejemplo es Isaías 64:8, en el que se dice que Israel es el hijo de Dios.

Un cuarto ejemplo es Jeremías 3:4.

Un quinto ejemplo es Oseas 11:1: Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.

Finalmente, Malaquías 1:6 también enfatiza esta relación exclusiva de Israel como el hijo de Dios: El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

Al hablarle a Israel, Dios le recuerda a Israel que Él es Su Padre y que Israel es Su hijo.

F. El Padre de los Creyentes

El sexto aspecto de la Paternidad de Dios es que Él es el Padre de los creyentes. Juan 1:12 declara: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Ésta es su relación exclusiva en el aspecto de la salvación. Hablar de que Dios el Padre es el Padre de todos los hombres enfatiza a Dios como el Creador de todos los hombres, de quien todos los hombres reciben su vida. Pero eso no garantiza la salvación de todos los hombres, ya que cada individuo debe ejercitar el acto personal de fe. Dios el Padre es unívocamente el Padre de los creyentes en virtud del nuevo nacimiento, en virtud de la regeneración. Es esta relación de Dios el Padre con los creyentes que refleja el aspecto de la salvación.

Otros pasajes que se refieren a Dios el Padre como el Padre de los creyentes incluyen a Mateo 5:45; 6:6-15; Romanos 8:14-16; y I Juan 3:1.

II. Las Obras de Dios el Padre

La segunda área en el estudio de Dios el Padre concierne a Sus obras. Mientras que los aspectos de la paternidad lo distinguen de las otras dos Personas de la Trinidad en lo que a la personalidad se refiere, las obras de Dios el Padre lo distinguen de las obras del Hijo y del Espíritu Santo.

Cinco obras de Dios el Padre necesitan ser mencionadas. Primera, Dios el Padre genera al Hijo para toda la eternidad (Juan 5:17-26). Segunda, es Dios el Padre quien es el autor del decreto que hará que se lleve a cabo todo lo que Él desee (Salmo 2:7-9). Tercera, se dice que la obra de la elección es la obra de Dios el Padre (Efesios 1:3-6). Cuarta, es Dios el Padre quien envió al Hijo a hacer la obra de la redención (Juan 5:36). Y quinta, es Dios el Padre quien disciplina a Sus hijos. Debido a que Él es el Padre de los creyentes, Él tiene el derecho de disciplinar a los creyentes. La obra de la disciplina divina es una obra de Dios el Padre (Hebreos 12:9).

Artículos relacionados:
Estudio Bíblico Mesiánico: La Trinidad - Parte 1
Estudio Bíblico Mesiánico: La Trinidad - Parte 2

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (
endefensadelafe.org)

Original article:
God the Father (pdf)

Traducido y publicado con permiso de:

Ariel Ministries (
ariel.org)

jueves, 30 de octubre de 2008

Dios el Hijo: Su preexistencia

Siendo al mismo tiempo perfectamente humano y perfectamente divino, el Señor Jesucristo es semejante y a la vez distinto a los hijos de los hombres. Las Escrituras son muy claras respecto a la semejanza de Él con los humanos (Jn. 1:14; 1 Ti. 3:16; He. 2:14-17), y lo presentan como a un hombre que nació, vivió, sufrió y murió entre los hombres. Pero de igual manera la Biblia enseña que Él es diferente a nosotros, no solamente en el carácter impecable de su vida terrenal, en su muerte vicaria y en su gloriosa resurrección y ascensión, sino también en el hecho maravilloso de su preexistencia eterna.

En cuanto a su humanidad, Él tuvo principio, pues fue concebido por el poder del Espíritu Santo y nació de una virgen. En cuanto a su divinidad, Él no tuvo principio, pues ha existido desde la eternidad. En Isaías 9:6 leemos: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado.» La distinción es obvia entre el niño que nació y el Hijo que nos es dado.

Así también en Gálatas 4:4 se declara: «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.» El que existía desde la eternidad, llegó a ser, en la plenitud del tiempo, «nacido (la descendencia) de mujer». Declarando que Cristo fue preexistente, meramente se afirma que Él existió antes de que se hubiera encarnado, puesto que todos los propósitos también afirman que Él existía desde toda la eternidad pasada. La idea de que Él era preexistente sólo en el sentido de ser el primero de todos los seres creados (la así llamada herejía arriana del siglo IV) no es una enseñanza moderna. Así las pruebas de su preexistencia y las pruebas para su eternidad pueden ser agrupadas juntas. Es también evidente que si Cristo es Dios, Él es eterno, y si Él es eterno, Él es Dios, y las pruebas para la deidad de Cristo y su eternidad se sostienen unas a otras.

La eternidad y deidad de Jesús son establecidas por dos líneas de revelación:

1ª.) Declaraciones directas, y 2ª.) Implicaciones de la Escritura.

A. Declaraciones directas de la eternidad y deidad del Hijo de Dios

La eternidad y deidad de Jesucristo están sostenidas en una vasta área de la Escritura, la cual afirma su infinita Persona y su existencia eterna igual con las otras Personas de la Trinidad. Este hecho no es afectado por su encarnación.

La Escritura declara en Juan 1:1-2: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.» De acuerdo a Miqueas 5:2: «pero tú, Belén Efrata, pequeño para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.»

Isaías 7:14 afirma su nacimiento virginal y le da el nombre de Emanuel, lo cual significa «Dios con nosotros». De acuerdo a Isaías 9:6-7, aunque Jesús fue un niño nacido, Él fue también dado como un Hijo y es llamado específicamente «el Dios fuerte». Cuando Cristo declaró en Juan 8:58:

«De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy», los judíos entendieron que esto era una afirmación de la deidad y la eternidad (cf. Ex. 3:14; Is. 43:13). En Juan 17:5, Cristo, en su oración, declaró: «Ahora, pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (cf. Jn. 13:3). Filipenses 2:6-7 dice que Cristo fue «en forma de Dios» antes de su encarnación. Una declaración más explícita se hace en Colosenses 1:15-19, donde se declara que Jesucristo es, antes de toda la creación, el Creador mismo, y la imagen exacta del Dios invisible. En 1 Timoteo 3:16 se declara a Jesucristo como «Dios... manifestado en carne». En Hebreos 1:2-3 el hecho de que el, Hijo es el Creador y la exacta imagen de Dios se declara nuevamente, y su eternidad se afirma en 13:8 (cf. Ef. 1:4; Ap. 1:11). La Escritura declara muy a menudo que Cristo es eterno y que Él es Dios. La educación contemporánea, la cual acepta la Biblia como la autoridad irresistible, con excepción de algunas sectas, afirma la eternidad y deidad de Cristo.

B. Implicaciones de que el Hijo de Dios es eterno

La Palabra de Dios constante y consistentemente implica la preexistencia y eternidad del Señor Jesucristo. Entre las pruebas obvias de este hecho pueden resaltarse varias:

1. Las obras de la creación son adjudicadas a Cristo (Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 1:10). Por lo tanto, Él antecede a toda la creación.

2. El Ángel de Jehová, cuya apariencia se recuerda a menudo en el Antiguo Testamento, no es otro que el Señor Jesucristo. Aunque Él aparece algunas veces como un ángel o aun como un hombre, Él lleva las marcas de la deidad. Él apareció a Agar (Gn. 16:7), a Abraham (Gn. 18:1; 22:11-12; véase Jn. 8:58), a Jacob (Gn. 48:15-16; véase también Gn. 31:11-13; 32:2432), a Moisés (Ex. 3:2, 14), a Josué (Jos. 5:13-14) y a Manoa (Jue. 13:19-22). Él es quien lucha por los suyos y los defiende (2 R. 19:35; 1 Cr. 21:15-16; Sal. 34:7; Zac. 14:1-4).

3. Los títulos adjudicados al Señor Jesucristo indican la eternidad de su Ser. Él es precisamente lo que sus nombres sugieren. Él es «el Alfa y Omega», «el Cristo», «Admirable», «Consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Dios», «Dios con nosotros», el «gran Dios y Salvador» y «Dios bendito para siempre». Estos títulos identifican al Señor Jesucristo con la revelación del Antiguo Testamento acerca de Jehová Dios (compárese Mt. 1:23 con Is. 7:14; Mt. 4:7 con Dt. 6:16; Mr. 5:19 con Sal. 66:16, y Sal. 110:1 con Mt. 22:42-45). Además, los nombres que el Nuevo Testamento le da al Hijo de Dios se hallan íntimamente relacionados con los títulos del Padre y del Espíritu, lo que indica que Cristo está en un plano de igualdad con la Primera y la Tercera Personas de la Trinidad (Mt. 28:19; Hch. 2:38; 1 Co. 1:3; 2 Co. 13:14; Jn. 14:1; 17:3; Ef. 6:23; Ap. 20:6; 22:3), y explícitamente Él es llamado Dios (Ro. 9:5; Jn. 1:1; Tit. 2:13; He. 1:8).

4. La preexistencia del Hijo de Dios se sobreentiende en el hecho de que Él tiene los atributos de la Deidad: Vida (Jn. 1:4), Existencia en sí mismo (Jn. 5:26), Inmutabilidad (He. 13:8), Verdad (Jn. 14:6), Amor (1 Jn. 3:16), Santidad (He. 7:26), Eternidad (Col. 1:17; He. 1:11), Omnipresencia (Mt. 28:20), Omnisciencia (1 Co. 4:5; Col. 2:3) y Omnipotencia (Mt. 28:18; Ap. 1:8).

5. De igual manera, la preexistencia de Cristo se sobreentiende en el hecho de que Él es adorado como Dios (Jn. 20:28; Hch. 7:59-60; He. 1:6). Por lo tanto, se concluye que siendo el Señor Jesucristo Dios, Él existe de eternidad a eternidad. Este capítulo, que recalca la Deidad de Cristo, debe estar inseparablemente relacionado con el que sigue, en el cual se da énfasis a la humanidad del Hijo de Dios, realizada a través de la encarnación.

Por: Lewis S. Chafer

martes, 14 de octubre de 2008

Propósito y Comisión

La Iglesia: Su propósito y comisión


En la era actual Dios está dando a conocer su sabiduría y está manifestando su gracia ante las huestes angélicas por medio de la iglesia (Ef. 3:10). En el cielo, la iglesia será por toda la eternidad la ilustración de lo que la gracia de Dios puede hacer (Ef. 2:7). Sin embargo, estrictamente hablando, la comisión divina de la iglesia se entrega más bien a individuos que a un grupo corporativo. Cristo, como cabeza de la iglesia, puede dirigir a cada creyente en los senderos de la voluntad de Dios en armonía con sus dones personales y el plan de Dios para la vida individual. Sin embargo, todo esto está en armonía con el propósito general de Dios para la iglesia en el tiempo actual. En la iglesia como cuerpo, Dios está cumpliendo un propósito divino presente que se está revelando exactamente como fue profetizado en las Escrituras.

A. El actual propósito divino en el mundo.

El actual propósito divino para esta era no es la conversión del mundo, sino el llamamiento a todos los que creerán en Cristo, a fin de que salgan del mundo y formen el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Es cierto que el mundo se convertirá y que habrá un reino de justicia en la tierra; pero, según la Biblia, el día de una tierra transformada, lejos de ser el resultado del servicio cristiano, no precederá a la venida de Cristo, sino que vendrá después, y sólo será posible por su presencia y poder inmediatos.

Es después de ser cortada la Piedra —símbolo del regreso de Cristo— que Dios establece un reino eterno en la tierra (Dn. 2:44-45). Es después del regreso del Señor y de la toma de posesión del trono de su gloria que El dice a las ovejas de su mano derecha que entren en el reino terrenal preparado para ellas (Mt. 25:31-34). Del mismo modo, es después que se le ve descender del cielo que Cristo reina mil años sobre la tierra (Ap. 19:11-20:9; comp. con Hch. 15:13-19; 1 Co. 15: 20-25).

Al anunciar los rasgos peculiares de esta era (Mt. 13:1-50), el Señor hace mención de tres características principales:

1) El lugar de Israel en el mundo sería como el de un tesoro escondido en el campo (Mt. 13:44); 2) el mal continuaría hasta el final de la era (Mt. 13:4, 25, 33, 48); y 3) serán reunidos los hijos del reino, comparados con el trigo, la perla de gran precio y los buenos peces (Mt. 13:30, 45, 46, 48).

De estas tres características de la era se desprende que el propósito supremo de Dios para esta edad es la reunión de los hijos del reino. De acuerdo con esto, se afirma en Romanos 11:25 que la ceguera actual de Israel durará hasta que sea completada la iglesia (nótese Ef. 1:22-23), hasta el fin de la era de especial bendición para los gentiles.

De igual modo, el misterio de iniquidad, el mal, seguirá obrando durante la era actual, aunque restringido, hasta que el que lo detiene, el Espíritu de Dios, sea quitado de en medio (2 Ts. 2:7). Como el Espíritu se irá solamente cuando haya completado el llamamiento de la iglesia, el propósito inmediato de Dios no es la corrección del mal en el mundo, sino el llamamiento de todo el que crea. Aún falta cumplir los pactos de Israel (Ro. 11:27), y el mal será desterrado de la tierra (Ap. 21:1); pero el propósito actual de Dios, y todo evidentemente espera esto, es terminar de completar la iglesia.

En Hechos 15:13-19 se da la sustancia del discurso de Santiago al concluir el primer concilio de la iglesia en Jerusalén. La ocasión de este concilio fue la necesidad de determinar la cuestión del propósito actual de Dios. La Iglesia primitiva estaba compuesta mayormente por judíos, y éstos estaban confundidos en cuanto a su propia posición nacional a la luz del hecho de que el nuevo evangelio estaba fluyendo hacia los gentiles. Jacobo sostiene que, según la experiencia de Pedro en la casa de Cornelio el gentil, Dios está visitando a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. "Después de esto", dice Jacobo, el Señor regresará y entonces cumplirá sus propósitos para con Israel y los gentiles.

La implicación práctica de todo esto en relación con el tema de este estudio es que, en la era actual, el creyente individual (y mucho menos la iglesia) no ha sido puesto para la realización de un programa de mejoramiento mundial; en cambio, el creyente es llamado a ser testigo de Cristo y de su gracia salvadora en todo el mundo, y por medio de este ministerio de predicación el Espíritu de Dios cumplirá el propósito divino supremo de la era.

B. La formación de la Iglesia

Cristo profetizó que El edificaría su iglesia (Mt. 16:18), y el apóstol Pablo comparó la iglesia con una estructura de piedras vivas que crecen para formar un templo vivo en el Señor y que son edificados para morada de Dios en el Espíritu (Ef. 2:21-22). Del mismo modo, el ministerio del creyente de ganar almas y edificar el cuerpo de Cristo no continúa para siempre, sino "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef. 4:13). La "estatura de la plenitud de Cristo” no se refiere al desarrollo de hombres semejantes a Cristo, sino más bien al desarrollo del cuerpo de Cristo hasta su completa formación (Ef. 1:22-23). El mismo aspecto de la verdad vuelve a ser anunciado en Efesios 4:16, donde los miembros del cuerpo, como las células vivas del cuerpo humano, se presentan como si estuvieran en una actividad incesante para ganar almas y, por lo tanto, están haciendo crecer el cuerpo.

C. La comisión del creyente

Cristo predijo que la siembra que iba a caracterizar a la presente dispensación daría como resultado que una cuarta parte llegaría a ser trigo (Mt. 13:1-23). Sin embargo, aunque la predicación del evangelio se relaciona con la vida y con la muerte (2 Co. 2:16), el hijo de Dios es comisionado para instar a tiempo y fuera de tiempo en sus esfuerzos por ganar los perdidos. Ha sido designado para ir por todo el mundo predicar el evangelio a toda criatura (Mr. 16:15), sabiendo que la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios Ro. 10:17). También se afirma en 2 Corintios 5:19 que Dios, que estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, nos ha entregado la palabra de la reconciliación. "Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2 Co. 5:20).

Este ministerio está sobre cada creyente y puede ser ejercido de muchas maneras.

1. El evangelio puede ser presentado a los inconversos, por medio de ofrendas. Evidentemente, hay muchos creyentes sinceros que no han despertado a la efectividad de la acción de dar de su sustancia con este objeto. El mensajero no puede ir a menos que sea enviado, pero el que lo envía es un copartícipe en el servicio y ha invertido su dinero en bonos que pagarán dividendos eternos.

2. El evangelio puede ser presentado a los inconversos en respuesta a las oraciones. El que dijo: "Si algo pidiereis en mi nombre yo lo haré" (Jn. 14:14), ciertamente enviará obreros a la mies en contestación a las oraciones. Se prueba fácilmente que no hay ministerio más fructífero para el hijo de Dios que el de la oración; sin embargo, cuán pocos parecen comprender que las almas se salvan por medio de ese servicio.

3. El evangelio puede ser presentado a los inconversos por medio de la palabra hablada. Puesto que todos han sido comisionados para la realización de esta tarea, es necesario observar ciertas condiciones imperativas: a) el mensajero debe estar deseoso de ser puesto donde el Espíritu lo desee; b) el mensajero debiera ser instruido en cuanto a las verdades precisas que constituyen el evangelio de la gracia que tiene la misión de declarar; c) el mensajero debe estar lleno del Espíritu Santo, o le faltará la pasión propulsora por los perdidos, que es lo único que lo lleva a uno a un servicio de ganar almas valiente e infatigablemente. "Cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo —dijo Cristo—, me seréis testigos..." (Hch. 1:8). Sin esta plenitud no habrá disposición para testificar. Pero estando llenos, nada puede impedir el flujo de la compasión divina (Hch. 4:20).

4. El evangelio puede ser presentado por diversos medios mecánicos tales como la literatura, la radio, la televisión y la música sagrada. Sin consideración del medio usado, la verdad debe ser presentada de tal modo que el Espíritu Santo pueda usarla.

5. Indudablemente el Espíritu Santo usa muchos otros medios en la difusión del evangelio, por ejemplo, instituciones educacionales donde se preparan predicadores, La aviación misionera que sirve para transportar a los hombres que llevan el evangelio, y la página impresa. Aunque no todos los cristianos estén igualmente dotados para predicar directamente el evangelio, cada cristiano tiene parte en la responsabilidad de hacer que el evangelio sea predicado a toda criatura.
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