Cuantas más cambian las cosas, más permanecen igual.
Esa frase fue introducida por primera vez en el mundo literario por el novelista francés Jean-Baptiste Alphonse Karr, pero captura la vanidad expresada por el autor del Eclesiastés. El Predicador que escribió ese libro de sabiduría llegó a comprender que no hay nada nuevo bajo el sol.
Aplicada a la profecía bíblica, podría ser más apropiado decir que muchas cosas parecen estar llegando a un punto crítico, o convergiendo. La batalla milenaria entre la oscuridad y la luz ha continuado desde el Jardín, pero ahora el choque de fuerzas espirituales parece particularmente intenso. Es como si Dios estuviera aumentando la presión (permitiendo que las señales proféticas se multipliquen exponencialmente) y Satanás estuviera reconociendo que su tiempo es corto.
Convergencia: La idea de que las señales proféticas se están multiplicando y entrelazando a un ritmo exponencial, indicando la rápida aproximación de los Tiempos del Fin. A medida que el Fin se acerca, esperaríamos naturalmente que la oscuridad se desate en una frenética anticipación de la Luz que pronto estallará desde los cielos; la Luz cuyos primeros indicios anunciarán la pronta desaparición de los terrores de la noche. Y eso es precisamente lo que está sucediendo.
Terror Santo o Esperanza Bienaventurada
Para aquellos que perciben las sombras que se alargan y reconocen que la maldad está en aumento, pero no comprenden las implicaciones de estos cumplimientos proféticos, la creciente desilusión amenaza con apagar su gozo. Muchas personas ven el aumento de guerras y rumores de guerras, la descomposición de la sociedad, el creciente alejamiento de la fe en la Iglesia y todas las demás señales predichas simplemente como evidencia de que el mundo “se está yendo al garete”. Lo que muchos no comprenden es que Jesús nos dijo que estas cosas sucederían. Él dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Si eres un cristiano veterano — es decir, un seguidor firme de Jesús que ha visto mucho a lo largo de una larga vida de fidelidad — ¡éste no es el momento de tambalearse! Eso es lo que la señora Margaret Thatcher solía decirles a sus colegas en el parlamento cuando muchos de ellos se debilitaban ante el peligro. Ella sabía que se podía alcanzar la victoria si se mantenían firmes y luchaban por lo que era correcto en principio y en el mejor interés de su nación.
Tenemos la seguridad de que la victoria ya está ganada, aunque Cristo aún no haya atado a Satanás ni instituido Su reinado en la Tierra. El Reino Milenario llegará pronto. Sólo tenemos que resistir y pelear “la buena batalla” un poco más (1 Ti. 6:12). El encargo de Pablo a Timoteo era continuar, siguiendo el mandato dado “hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ti. 6:13-15).
Nuestra situación actual está lejos de ser precaria. Para parafrasear al general de Marina Chesty Puller (cuando le dijeron que su batallón estaba rodeado por fuerzas chinas en Corea): “Estamos rodeados. ¡Bien! ¡Ahora no pueden escapar de nosotros!”.
Amigos, estamos rodeados, no por el enemigo, sino por personas que desconocen su destino eterno. Puede que incluso sean enemigos involuntarios de la Cruz, pero las Escrituras dicen que Cristo murió por ellos, así como murió por mí y por ti. ¿Amamos a los perdidos con un amor semejante al de Cristo? ¿Estamos dispuestos a arriesgar la vida, la integridad física, la vergüenza, la humillación o incluso la simple incomodidad para compartir el Evangelio con aquellos que están pereciendo?
Una Brillante Esperanza para el MañanaPerdón del pecado y una pazque perdura, Tu queridapresencia para animar y guiar;Fortaleza para hoy y brillanteesperanza para mañana, Bendicionestodas mías, con diez milademás.¡Grande es Tu fidelidad!¡Grande es Tu fidelidad!Mañana tras mañana, veo nuevasmisericordias; Todo lo que he necesitadoTu mano ha provisto—¡Grande es Tu fidelidad, Señor, para conmigo!– Thomas O. Chisholm (1923)
Si el Señor tarda y algunos de nosotros somos llamados a nuestro hogar celestial mientras la guerra continúa en la Tierra, ¿hemos entrenado a jóvenes soldados cristianos para tomar nuestro manto y continuar el avance? Hay una razón por la cual la Escritura dice que las puertas del Hades no prevalecerán contra la Iglesia de Jesucristo: debemos seguir avanzando hasta que nuestro Comandante nos releve del deber.
No hay duda de que el miedo está aumentando en el mundo. Es palpable en muchos círculos, incluso dentro de las filas de aquellos que están bien versados en la profecía bíblica. Pero, como cualquier buen comandante militar puede decir, el miedo es debilitante y contagioso. Por eso se nos dice que nos animemos unos a otros—y más aún cuando vemos que el Día se acerca.
La esperanza también es contagiosa. Una sola persona desbordante de esperanza resiliente y eterna (no simplemente esperanza en la esperanza o en una causa inútil, sino en una causa justa y una promesa confiable) puede motivar a otros a levantarse y seguir adelante.
El lema de las Fuerzas de Defensa de Israel es “Acharai”, que significa “¡Sígueme!”. Captura el énfasis en que los líderes lideren con valentía para alcanzar la victoria. Esa confianza inquebrantable es lo que ha distinguido a las FDI de sus enemigos árabes en las guerras de los últimos 80 años.
Cuando Jesús llamó a Sus discípulos, dijo: “Síganme”. Si eres un seguidor de Cristo, Él también te ha llamado a seguirle. Incluso mientras la batalla espiritual se libra a nuestro alrededor, podemos tener confianza porque Él ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos.
En el Rapto, cada seguidor de Jesús se levantará para encontrarse con nuestra Esperanza Bienaventurada. Durante la Tribulación, aquellos que se rebelen llegarán a darse cuenta de que Él es su Terror Santo. La elección es milenaria. Moisés presentó a los hijos de Israel la misma elección: vida y muerte, bendición y maldición. Les exhortó a escoger la vida para que ellos y sus descendientes pudieran vivir (Dt. 30:19).
A medida que el mundo se sale de control, te insto a elegir entre la esperanza y el miedo—una decisión que determinará tu eficacia en el ejército de Dios. Si eliges la esperanza, irradia confianza en la certeza de que el Santo Niño de Belén descenderá a nosotros, vendrá a a recogernos y a morar con nosotros, nuestro Señor Emmanuel.
Luego, levanta tu rostro, disciplina tus palabras y forma a aquellos que te siguen. Y permanece en la lucha, hasta que hayas echado “mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado” (1 Ti. 6:12).
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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