jueves, 11 de diciembre de 2025

El Carácter Justo del Rey

Por Dr. Nathan E. Jones


A medida que la temporada navideña nos envuelve suavemente, como si fuera una manta cálida, fresca y fragante recién salida de la secadora, ningún servicio religioso se sentiría completo sin la lectura de este maravilloso pasaje navideño:

Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 

El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6-7).

A lo largo de los siglos, muchos han atribuido la profecía de Isaías sobre el nacimiento del Mesías a la llegada de Cristo instaurando un reino eclesiástico: la Era de la Iglesia. Pero, en realidad, este pasaje apunta mucho más adelante en el tiempo, al advenimiento de un reino aún mayor: el Reino Milenial.

Mientras estamos viviendo en esta Era de la Iglesia, nos encontramos sufriendo en un mundo lleno de miedo, violencia y conflictos. La paz interminable prometida por el profeta sigue siendo estacional y pasajera. En contraste, Isaías estaba revelando un Rey y un Reino que acabarían con todos estos vicios. Profetizó lo que nuestros corazones han deseado durante tanto tiempo: que la paz de la Navidad duraría todo el año.

Conquistador de los Tres Tiranos

Si un reino refleja el carácter de quien lo gobierna, entonces este venidero reino de Cristo ciertamente emula la divinidad de su Rey Mesiánico. Y el libro de Isaías hace justicia especialmente al describir el carácter justo de su monarca. 

En el pasaje de Isaías, el Hijo de Dios es identificado como la máxima autoridad sobre todo gobierno durante Su reinado. Él dirigirá palabras maravillosas y consoladoras a Sus súbditos. Mientras el Hijo gobierna con justicia desde el trono de David, Su asombroso poder garantizará un régimen pacífico.

Lograr una paz mundial tan universal presupone un reconocimiento universal de Dios y una sumisión voluntaria a Su juicio. Y, para aquellos que elijan desobedecer Su ley moral, Cristo traerá un juicio rápido, pero todo con perfecta justicia, pues Él gobernará con gran celo y atención sobre Su reino.

Al comentar sobre Isaías 9, Martín Lutero concluyó que, cuando la justicia define tal reino, naturalmente conquistará lo que él denominó los Tres Tiranos: (1) el pecado, (2) la muerte y (3) el Diablo. Lutero explicó: “El dominio del pecado está roto. El yugo de la muerte está destruido. La ley que condena ha sido sometida”.

Estandarte del Todo Armonioso

Aprendemos mucho más sobre el carácter justo del Rey y del reino al leer Isaías 11:

Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces. Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Él se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean Sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de Su boca, y con el soplo de Sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de Sus lomos, y la fidelidad ceñidor de Su cintura. 

Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como estandarte para los pueblos, y será gloriosa Su morada (1-5, 10).

En este pasaje, el gobernante justo se describe de manera desconcertante tanto como “un retoño del tronco de Isaí” como “una Raíz de Isaí”. ¿Cómo puede el Rey ser al mismo tiempo progenitor y descendiente? Para encontrar la respuesta, recurrimos al significado mesiánico implícito en la descripción de Isaías. El pasaje no sólo identifica a un rey individual de descendencia humana nacido de la línea del padre de David, Isaí, sino que también, en virtud de su contexto, señala que el rey también sería el antepasado de Isaí. Al presentarnos este supuesto enigma, Isaías quiso que comprendamos que este gobernante justo sólo puede ser el Rey Mesiánico profetizado, pues aunque es un hombre, también proviene de orígenes divinos y antiguos.

Al leer sobre el carácter justo del Rey en Isaías 11, el expositor Richard Brand comparó hermosamente la descripción de Isaías sobre la venida de la Santidad de Dios con “flotar levemente en la habitación con una brisa primaveral al son de la hermosa música de cuerdas de Vivaldi”. El “Retoño” poseerá tres pares específicos de estos bellos dones, que se identifican como (1) sabiduría y entendimiento, (2) el Espíritu de consejo y fortaleza, y (3) el Espíritu de conocimiento y temor del Señor. Brand explicó que, según el primer par, el Rey poseerá la perspicacia práctica necesaria para arbitrar asuntos políticos y judiciales. Según el segundo par, poseerá las cualidades para avanzar en negociaciones diplomáticas y consolidar la autoridad militar. Y, según el tercer par, confirmará la piedad del rey ideal, afirmando así su estatus como instrumento de Dios.

La sabiduría divina, el consejo divino y la justicia perfecta—¿caracterizan esto a los líderes caídos de nuestros gobiernos hoy en día? ¡Ciertamente que no! No es de extrañar que los comentaristas hayan descrito el pasaje mesiánico de Isaías como “lleno de imágenes que han moldeado la imaginación de judíos y cristianos durante siglos”. Porque, como Brand identificó tan acertadamente, “Todos nosotros viviremos juntos en un todo armonioso. Éste será el lugar donde toda la creación vive en paz”.

Defensor de la Verdad y la Justicia

Otras características definitorias del reinado del Rey Mesiánico incluyen la justicia perfecta y la verdad absoluta. Veamos nuevamente los escritos de Isaías y Miqueas. Estos dos profetas se hicieron eco mutuamente en sus profecías, declarando que el Rey servirá como legislador y juez. “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Él juzgará entre muchos pueblos, y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas” (Miqueas 4:1-3; véase también Isaías 2:2-4).

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será colocado a la cabeza de los montes, más alto que los collados, y acudirán a él los pueblos (Miqueas 4:1)

Tanto Miqueas como Isaías compartieron una poderosa visión de un futuro que contrastará notablemente con la desagradable experiencia de la humanidad con los gobernantes fallidos de hoy. Dejan a los justos anhelando el día en que el Rey Jesús finalmente transforme este mundo caótico. El Monte Sion se convertirá en la Corte Suprema del mundo. Y el Rey Mesiánico gobernará como soberano sobre todas las naciones, porque sólo Él tendrá todo el poder legítimo para gobernar y juzgar (véase también Salmos 2; 47; 82; 95; 96; 98; 99).

Isaías exhortó a sus lectores a “Contempla a Sion, ciudad de nuestras fiestas señaladas. Tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud… Porque allí, el Majestuoso, el Señor, será para nosotros… Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey; Él nos salvará” (Isaías 33:20-22). 

Un juez generalmente se percibe como alguien que trae condena a los culpables. En cambio, durante el Reino Milenial, la presencia de Cristo será bienvenida como Salvador. Isaías también proclamó la incansable pasión por la justicia del Rey Mesiánico: “Con fidelidad traerá justicia. No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia. Las islas esperarán Su ley” (Isaías 42:3-4).

Jesús recitó este pasaje a las multitudes a las que enseñaba en Mateo 12 (ver versículos 18-21). Lo hizo para revelarse como este Legislador divino profetizado. Podemos extraer tres reflexiones principales de las enseñanzas de Cristo en Mateo 12: (1) Sus milagros compasivos, (2) Su silencio impuesto sobre los sanados y (3) Su alejamiento de los fariseos que conspiraban.

Jesús modeló la justicia temperada con gentileza y moderación, con una actitud hacia los débiles y vulnerables, y lo hizo de una manera extraordinariamente misericordiosa, tierna e imparcial. La vida de Cristo estaba destinada a proporcionarnos un modelo de cómo serán realmente nuestras vidas una vez que vivamos en la verdad y la justicia, como lo haremos durante el Reino Milenial.

Digno Siervo de las Cortes Exaltadas 

Isaías también señaló que aquellos que algún día estarán en el tribunal milenial del Señor mostrarán el mismo asombro reverente que quienes una vez estuvieron ante las exaltadas cortes del Rey Salomón: “He aquí, mi siervo actuará con prudencia; será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado… Los reyes cerrarán la boca ante Él” (Isaías 52:13, 15). Como acertadamente señaló el traductor de la Biblia Wycliffe Kenneth Litwak, “La exaltación del Siervo no tiene precedentes”.

Así asombrará él a muchas naciones. Los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado y entenderán lo que jamás habían oído (Isaías 52.15).

Isaías 52 no sólo profetiza el regreso del remanente de Judá a casa algún día desde el cautiverio babilónico bajo Ciro; en cambio, Dios tenía en mente algo mucho mayor: una liberación definitiva del Señor, que Él llevará a cabo a través del misterioso personaje conocido únicamente como “Mi Siervo”. El sufrimiento de Mi Siervo lo había hecho digno de tan gran exaltación; una gloria reservada sólo para Dios.

Recuerda que, durante el ministerio terrenal de Jesucristo, se le consideraba poco atractivo, débil y un marginado. Aparte de su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos, Jesús rara vez recibió la exaltación que merecía por parte de las multitudes.

Y, sin embargo, debido a las acciones desinteresadas de Mi Siervo al traer la salvación a la humanidad, los ciudadanos del Reino Milenial equipararán a Cristo como verdaderamente digno de recibir la misma gloria que el Dios del universo. Aquellos que comparezcan ante las cortes del Siervo quedarán boquiabiertos y maravillados ante esta transformación. Nosotros también nos quedaremos con la boca abierta, asombrados por la justicia misericordiosa y divina de Cristo, y lo exaltaremos con toda la alabanza que corresponde a un Señor tan justo.

Es en el Reino Milenial cuando la profecía navideña de Isaías finalmente se habrá cumplido. Las pruebas y tribulaciones de esta corrompida Era de la Iglesia habrán pasado. Allí, el mundo conocerá finalmente la rectitud, la justicia, y la paz, habiendo recibido las recompensas por nuestra esperanza. ¡Y el celo del Señor de los ejércitos lo hará realidad!

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Recurso recomendado:

Libro: JESÚS - El Cordero y el León

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