Por Tommy Nelson
Una de las porciones más asombrosas de las Escrituras para mí son los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis — las Siete Iglesias del Apocalipsis. Uno podría preguntarse: “¿Por qué, en el libro de la profecía del tiempo del fin, Dios dedicaría dos capítulos a las características de siete iglesias asiáticas?”. La respuesta es maravillosa. Las siete iglesias también son proféticas de toda la era de la iglesia, o “las cosas que son” (1:19).
El capítulo 1 del Apocalipsis analiza la visión de Juan en el pasado—del Cristo resucitado y Su posición de autoridad sobre toda la historia. “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).
Los capítulos 4 al 22 miran hacia el futuro — el período de la Tribulación, la Segunda Venida, el Reino, el juicio final y el estado eterno— todo futuro. Y, entre el pasado del capítulo 1 y el futuro de los capítulos 4 al 22, se encuentra el presente (capítulos 2 y 3), la era de la Iglesia— un período que ya abarca veinte siglos.
Una Trayectoria Descendente
Primero, la Iglesia Apostólica: Éfeso. Doctrinalmente ortodoxa, pero perdiendo lentamente el amor de la novia por su Esposo. Luego, Esmirna, la iglesia que sufría la persecución del Imperio Romano y, por lo tanto, no recibió ninguna advertencia. Luego, Pérgamo, la iglesia que introdujo el compromiso doctrinal, como lo hizo la Iglesia desde Constantino en adelante, donde el emperador sirvió como cabeza del gobierno y de la Iglesia, y luego el compromiso inundó la iglesia.
A continuación, Tiatira representa la Iglesia de la Edad Media, donde Jezabel persiguió y gobernó mientras el catolicismo surgía y florecía, trayendo juicios y plagas. Luego, Sardis marcó el punto de inflexión en la historia de la Iglesia. La Iglesia visible tenía nombre de estar viva, pero Jesús la declaró muerta (Ap. 3:1).
Observe la progresión en las iglesias a las que Jesús amonestó:
- Éfeso perdió su Primer Amor.
- Pérgamo tenía “algunos que se aferran a la enseñanza de Balaam”.
- Tiatira tenía a “los que toleran a la mujer Jezabel”, una concesión que creció progresivamente.
Pero, en Sardis, el compromiso alcanza su clímax: “Tienes un nombre que dice que estás vivo, pero estás muerto”. Así fue la historia de la Iglesia. A finales de la Edad Media, antes de la Reforma, “estás muerto”. Así era la Iglesia visible.
Las Cosas que Quedan
En Sardis, había “cosas que quedaban” en su llamamiento y que no se estaban cumpliendo (3:2). Sus obras no se completaron a los ojos de Dios.
- Debían recordar el llamado de Dios para arrepentirse de su desobediencia.
- Pero había unos pocos justos, un remanente en Sardis, fieles a Dios. Habían rechazado las concesiones culturales de su época y andaban con Dios en vestiduras blancas, sin la mancha del mundo. Habían vencido y eran dignos del nombre de cristianos.
Estas personas podían tener la seguridad del Cielo, del Libro de la Vida y de ser confesadas ante Dios. Es interesante que el mayor elogio de las Iglesias recayera sobre quienes pertenecían a las peores Iglesias— por ejemplo, en Sardis, quienes recordaban su vocación, su salvación y la moral cristiana que los identificaba.
Aferrándose a la Verdad
Se habían reformado. En una época ya pasada, habían retrocedido. Eran reformadores. La Era de la Iglesia a la que se refiere Sardis se llama La Reforma. De hecho, un antiguo erudito me enseñó que Sardis significa “los que escapan”. Así fue la reforma de los protestantes, los protestantes que regresaron a la fe de los apóstoles.
Huelga decir que Sardis es mi favorita de las Siete Iglesias. Una iglesia auténtica debe odiar cualquier doctrina que se aparte de las doctrinas de los apóstoles, de sus enseñanzas morales o del propósito y la fe que recibimos de ellos. Ésta es la única verdadera sucesión apostólica. Y esto fue a lo que Sardis, o mejor dicho, los pocos fieles de Sardis, se aferraron tenazmente. Esos santos fieles eran santos protestantes.
¿Adivinan cuál podría ser mi época favorita de la Iglesia? Lo adivinaron: La Reforma Protestante.
La Reforma abrió las puertas a la inundación del Evangelio, primero a Europa, luego a Inglaterra, luego a América y finalmente al resto del mundo en el mayor esfuerzo misionero de la historia.
Ésta sería la era de Filadelfia, donde las puertas que se abrían no se cerrarían “porque tienes poca fuerza y no has negado mi nombre” (3:8). Ésta fue la Iglesia que siguió a Sardis.
Manteniéndose Firmes
Gracias, oh pocos solitarios de Sardis.
En resumen, ésta es la historia de Sardis. En una época de transigencia espiritual, algunos miembros de la Iglesia de Sardis se negaron a ceder y a aceptar los errores del momento. Recordaron su doctrina y su propósito como cristianos. Supieron decir “no”, aunque la mayoría se había desviado del camino apostólico. Muchos cristianos hoy pertenecen a una iglesia o denominación que ha abandonado los fundamentos bíblicos; deben tomar la decisión de quedarse o irse...
Y deberían irse.
Como dijo Pablo a Timoteo respecto a la creciente transigencia teológica de su época: “...si alguien se limpia de estas cosas (falsos maestros), será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21).
Los cristianos no pueden seguir el consejo de la mentira y permanecer en el camino de la verdad.
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Las Cosas que Son
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