martes, 15 de julio de 2025

Éfeso: Recuerda Tu Primer Amor

Por Mark Hall


El Apocalipsis captura nuestra imaginación como ningún otro libro. La visión que Juan tiene de Jesús es impresionante e inspiradora. Para comprender las Siete Iglesias del Apocalipsis, primero debemos ver a Jesús como Juan lo vio en la Isla de Patmos: como el Gran Yo Soy, el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega. Debemos verlo como Aquel que es, que era, y que ha de venir, el Rey de reyes y Señor de señores.

Escucha Sus poderosas palabras cuando dice: “Yo soy el Primero y el Último... Estoy vivo para siempre... Tengo las llaves del Hades y de la Muerte”. ¡Imagina eso! ¡Qué maravilloso es saber que Jesucristo, el resucitado Señor de Gloria, tiene las llaves de la Muerte y del Infierno y tiene todo el poder sobre ellos!

Escucha Sus poderosas palabras cuando le dice a Juan: “Escribe las cosas que has visto, las que son y las que han de suceder después de esto”. Estas palabras son la clave vital para entender no sólo las siete iglesias, sino todo el libro de Apocalipsis.

Además, Juan escribe en Apocalipsis 1:3 “Bienaventurados los que leen y oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas que en ella están escritas; porque el tiempo está cerca”.

El Señor quiere que leas este libro de profecía porque es la revelación de Jesucristo. Y promete que aquellos que lo hagan serán bendecidos.

El Mensaje de Jesús a las Iglesias

Juan vio a Jesús de pie entre los candelabros que representan a la iglesia. Qué pensamiento tan precioso saber que el Señor está entre nosotros. Como el Señor de señores y como el Cordero de Dios sacrificado desde la fundación del mundo, Jesús tiene la autoridad de hablar a Su iglesia para elogiarla, animarla, e incluso reprenderla. Jesús camina entre Sus iglesias y las inspecciona, incluida la iglesia en la que te encuentras ahora mismo. Asiste a cada servicio y a cada reunión. Conoce la vida de tu iglesia. Imagina lo que diría si le escribiera una carta a tu iglesia.

Lo que Jesús dijo a las siete iglesias revela verdades eternas que pueden aplicarse a nuestra sociedad, nuestras iglesias y, sin duda, a nuestras vidas personales. Esa es exactamente la razón por la que Jesús dijo: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

Con esa visión en mente, dirijamos nuestra atención al mensaje del Señor a la iglesia de Éfeso — un mensaje que nuestra generación necesita escuchar desesperadamente.

Jesús Conoce

En Su carta a Éfeso, Jesús primero alabó sus fortalezas y esfuerzos. Dijo: “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Has sufrido, has sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has desmayado” (Ap. 2:2-3, RV1995).

Jesús lo ve todo. No se le escapa nada. Sabe que los creyentes en Éfeso soportaron pacientemente las dificultades y no se cansaron de obedecerle. Los vio resistir el mal y exigir cuentas a aquellos que enseñaban falsas doctrinas.

Si estuvieras buscando una iglesia, pensarías: “¡Este es el lugar ideal para estar! Realmente lo tienen todo bajo control”. Imagina al pastor leyendo la carta de Cristo a la iglesia de Éfeso. Al principio, están emocionados por las palabras del Señor que elogian sus actos de servicio y sacrificio. Pero de repente, Su tono cambia con las impactantes palabras... “Tengo esto contra ti... Has abandonado tu primer amor...” (Ap. 2:4).

¿Cómo pudo pasarle esto a una iglesia que era activa y vibrante? La realidad es que parecían tenerlo todo, pero les faltaba lo principal. Habían abandonado a su Primer Amor, Jesucristo. Habían olvidado su razón más importante para existir.

¿Qué Pasa con Nosotros Hoy?

Las palabras que Jesús habló a la iglesia en Éfeso son las mismas palabras que desesperadamente necesitan ser escuchadas en la Iglesia de esta generación. La Iglesia de hoy no sólo se ha apartado de la verdad bíblica divina, sino que también nos hemos alejado de nuestro primer y mayor Amor, el Señor Jesucristo. La Iglesia de hoy ha elegido la mundanalidad y las falsas ocupaciones en lugar de amar a Jesucristo y cumplir Su propósito.

Hemos abandonado nuestro Primer Amor... Jesucristo. No importa cuán ocupados estemos por el Reino de Dios, nada jamás igualará la importancia de amar a Jesucristo con todo nuestro corazón.

Pablo lo dijo mejor en 1 Corintios 13:

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

Pablo continuó afirmando: “Ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Co. 13:13). Nuestras mayores obras de servicio están muertas y son inútiles sin nuestro amor por Jesucristo. Lo único que Jesús desea por encima de todo es que lo amemos. No son nuestras obras, ni nuestra energía, ni nuestro ajetreo; es nuestro amor por Él. El amor piadoso hacia Jesucristo vence al mundo. Nunca se rinde. Nunca da marcha atrás. Es un amor que confía en Dios hasta el final. El amor por Jesús nos hace creer en Él, seguirlo y obedecerlo. Es este amor por Jesucristo el que falta desesperadamente en la Iglesia de hoy.

Cómo Amar

Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo desarrollamos o recuperamos un amor ardiente y apasionado por Jesús? En Su asombrosa gracia, Jesús nos da la respuesta que nos señala la dirección correcta.

“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras…” (Ap. 2:5).

Primero, RECUERDA… Recuerda el amor de Jesús por ti y tu amor inicial por Él:

  • Recuerda el día en que te salvó.
  • Recuerda las grandes cosas que ha hecho por ti.
  • Recuerda la pasión que sentías al pasar tiempo con Él y servirle.
  • Recuerda Sus bendiciones y Su promesa de vida eterna y grandes recompensas.
  • Recuerda, sobre todo, que Él debe ser tu Primer Amor como ningún otro.

En segundo lugar, Jesús dijo ARREPIÉNTETE …  En este momento, Jesús nos está llamando, a la iglesia de esta generación, a arrepentirnos y alejarnos de CUALQUIER COSA que haya reemplazado a Jesucristo como nuestro Primer Amor. En un tono muy sombrío, Jesús también dijo: “…si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar” (Ap. 2:5).

Negarse a arrepentirse es un asunto muy serio y tendrá graves consecuencias. Nos damos cuenta de que, cuando Jesús murió en la Cruz, murió por todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros. Pero, mientras caminamos en Su gracia, Él aún nos llama a eliminar cualquier cosa de nuestra vida que obstaculice nuestro amor y devoción hacia Él.

La pregunta no respondida sobre la Iglesia de Éfeso es, ¿se arrepintieron? ¿Se volvieron y comenzaron de nuevo en el amor de Jesús? ¿O continuaron como siempre lo habían hecho? Esa es la misma pregunta que enfrentan todos los que han abandonado su Primer Amor, Jesucristo. No dejes de arrepentirte y volver a Él.

En tercer lugar, Jesús dijo:  HAZ LAS OBRAS QUE HICISTE AL PRINCIPIO…

Cuando tu amor por Jesús era nuevo y fresco, ¿cuáles eran las cosas que hacías? Pídele a Jesús que renueve tu corazón con una actitud que busque agradarle y crecer más en amor por Él. La base de nuestro canto, enseñanza, ministerio y servicio es un amor profundo y duradero por Jesús. Arrepiéntete hoy y regresa a Jesús como tu Primer Amor.

Cuarto, CONSIDERA LAS PROMESAS hechas a aquellos que vencen porque creen en Jesús y permanecen en Jesús…

Escucha la recompensa que tiene reservada para aquellos que vencen: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del Paraíso de Dios” (Ap. 2:7).

Si creemos que Jesús es el Hijo de Dios (Juan 5:5), también debemos vencer la tentación de abandonar a Jesús como nuestro Primer Amor— y, si es necesario, regresar a Él en arrepentimiento. Entonces se nos dará el derecho a comer del árbol de la vida. El mensaje es que somos llamados y empoderados por medio del Espíritu Santo para ser “más que vencedores” de cualquier cosa que se interponga entre nosotros y nuestro amor y devoción por Jesucristo (Ro. 8:31-39).

Para hacer esto, debemos mantener lo principal como lo principal: sobre todo, amar a Jesús con todo nuestro corazón. No hay nada en tu vida que sea más grande que eso (Mateo 22:36-38).

Regresa a tu Primer Amor

Si tu amor por Cristo no es lo que debería ser, arrepiéntete y pídele a Dios que envíe un avivamiento a tu alma y llene tu corazón con un profundo y duradero amor por Jesús. ¡Sé un vencedor!

Las últimas palabras de Jesús a la iglesia en Éfeso (así como a las otras seis iglesias) son: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 2:7).

Estas palabras no son sólo para la iglesia de Éfeso, sino para cada creyente de todas las generaciones, incluida la nuestra. Su mensaje es que lo conozcas como tu primer y mayor Amor.

¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Mark Hall es un pastor jubilado de Shelbyville, Tennessee, que todavía enseña sobre la profecía bíblica.

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