miércoles, 30 de julio de 2025

Pérgamo: Mantente Firme contra el Compromiso

Por David Bowen


Alojada entre las antiguas ruinas de Asia Menor se encuentra la ciudad de Pérgamo, que alguna vez fue próspera. Esta antigua ciudad fue el hogar de una de las siete iglesias que recibió un mensaje personal de Jesucristo. Sus palabras, registradas en Apocalipsis 2:12-17, pintan un retrato de una iglesia que lucha por mantener su fe mientras está rodeada por una cultura impregnada de paganismo, idolatría y compromiso moral.

Aunque la iglesia de Pérgamo existió hace casi dos mil años, su historia resuena poderosamente con los cristianos de hoy. Las presiones que enfrentaron— la acomodación cultural, el compromiso doctrinal y la tentación de diluir la verdad por aceptación social—reflejan muchos de los desafíos que confronta la Iglesia moderna. Al examinar el contexto histórico, el mensaje bíblico y sus implicaciones en la actualidad, podemos descubrir verdades atemporales para navegar nuestro propio camino de fe en un mundo secular.

Una Ciudad de Poder y Paganismo

Pérgamo (que es la actual Bergama, Turquía) fue una ciudad de inmensa importancia cultural y política. Como capital de la provincia romana de Asia, era un centro de arte, medicina y religión. Dominando la ciudad había una magnífica acrópolis adornada con templos a Zeus, Atenea, Dionisio y Asclepio, el dios griego de la curación. El templo a Asclepio, también conocido como el “Dios de la Medicina”, atraía a peregrinos de todo el imperio, esperando sanación a través de rituales, interpretación de sueños y encuentros místicos. El caduceo, que es un símbolo de un bastón con dos serpientes enroscadas alrededor de él, proviene de Pérgamo y sigue siendo la insignia oficial del Cuerpo Médico de los Estados Unidos, la División de Farmacia de la Armada y el Servicio de Salud Pública.

La dedicación de Pérgamo al culto del emperador era bien conocida. La ciudad fue la primera en Asia en construir un templo para un emperador vivo, Augusto, y la lealtad al estado romano a menudo se demostraba a través de actos de adoración al emperador divino. Rechazar este culto se consideraba un acto de traición, poniendo a los cristianos en riesgo de persecución.

El Mensaje a la Iglesia

En Apocalipsis 2:12-17, Jesús se dirige a los creyentes en Pérgamo con tanto elogios como correcciones:

Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos, dice esto: Yo sé dónde moras: donde está el trono de Satanás. Guardas fielmente Mi nombre y no has negado Mi fe, aun en los días de Antipas, Mi testigo, Mi siervo fiel, que fue muerto entre ustedes, donde mora Satanás”.

Jesús reconoce el difícil entorno que los creyentes soportaban. Vivir en “el trono de Satanás” se refiere a la idolatría y el culto al emperador que saturaban la ciudad. Sin embargo, en medio de esta oscuridad espiritual, los creyentes habían permanecido fieles al Nombre de Cristo, incluso siendo testigos del martirio de Antipas, uno de sus líderes fieles.

Pero la carta no sólo incluye elogios. Jesús confronta a la iglesia sobre un peligroso compromiso que está arraigándose en su interior:

Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los israelitas, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad. Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas”.

Este compromiso se manifestó en forma de enseñanzas falsas y laxitud moral. Algunos en la iglesia estaban tolerando, e incluso abrazando, prácticas que difuminaban las líneas entre la obediencia fiel y el acomodo cultural. Al participar en festividades paganas y adoptar estilos de vida inmorales, estos creyentes estaban comprometiendo su testimonio cristiano en Pérgamo.

La advertencia es clara: arrepiéntanse o enfréntense a la espada del juicio de Cristo. Sin embargo, como ocurre con todas las cartas en el Apocalipsis, Jesús ofrece una promesa a los fieles:

Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe”.

Aplicación Moderna: Cómo Navegar en una Cultura de Compromiso

La iglesia en Pérgamo ofrece una reflexión sobria para los cristianos de hoy, especialmente en el mundo occidental, donde la acomodación cultural es una tentación creciente. Aunque nuestra sociedad moderna puede no postrarse ante Zeus o Augusto, se postra ante los dioses del consumismo, el relativismo, el individualismo y la autoexpresión. La presión sutil por encajar, por mezclar la fe con la ideología popular y por evitar ofender a los demás puede llevar al mismo tipo de compromiso que Jesús confrontó en Pérgamo. Ésta es una advertencia tanto para el individuo como para la Iglesia.

El Peligro de Mezclar de Mezclar Fe y Cultura

Una de las lecciones más relevantes de Pérgamo es la tentación de diluir el Evangelio para hacerlo más aceptable a la cultura. En Pérgamo, esto significaba participar en banquetes idólatras y comprometer los estándares morales. Hoy en día, podría significar abrazar normas culturales sobre la sexualidad, redefinir la ética bíblica para alinearse con la opinión popular, o minimizar la exclusividad de Cristo para evitar ofender a otros.

Los cristianos están llamados a estar en el mundo, pero no ser del mundo (Juan 17:14-16). Debemos ser sal y luz (Mateo 5:13-16), preservando la verdad y brillando intensamente en un mundo oscurecido por la confusión. Cuando comprometemos nuestra distinción, perdemos nuestro testimonio y corremos el riesgo de la decadencia espiritual.

El Costo de la Fidelidad

Los creyentes en Pérgamo sabían lo que significaba mantenerse firmes a un gran costo personal. Antipas, mencionado en Apocalipsis 2, pagó el precio supremo por negarse a adorar a César. Aunque los cristianos occidentales pueden no enfrentar el martirio, todavía hay un costo por vivir con fe — reputación, relaciones, avance profesional y estatus social.

Jesús nunca prometió aceptación cultural. De hecho, advirtió que Sus seguidores enfrentarían oposición (Juan 15:18-21). El llamado a la Iglesia moderna es abrazar la perseverancia fiel, confiando en que las recompensas eternas superan con creces las pérdidas temporales.

El Llamado al Arrepentimiento y la Renovación

La solución que Jesús ofrece a Pérgamo es simple pero profunda: el arrepentimiento. El arrepentimiento es doble: es tener un dolor personal por el pecado, pero también es un compromiso de volver a la verdad. Las iglesias de hoy deben evaluar regularmente sus enseñanzas, prácticas y prioridades para asegurarse de que se alineen con la Escritura, no con las normas culturales cambiantes. Esto requiere un liderazgo valiente para tener conversaciones difíciles y un compromiso con el discipulado bíblico sobre la relevancia cultural.

La Promesa del Maná Oculto y un Nombre Nuevo

La recompensa que Jesús ofrece — maná oculto y una piedra blanca — señala a Su cuidado íntimo y provisión eterna. El maná nos recuerda que sólo Dios sostiene a Su pueblo, incluso en lugares áridos. La piedra blanca, un símbolo antiguo de absolución y honor, refleja la nueva identidad del creyente en Cristo. En una cultura donde las identidades son fluidas y basadas en el desempeño, Jesús ofrece una identidad permanente, llena de gracia, conocida sólo por Él. Esta promesa recuerda a los creyentes que nuestra validación definitiva no proviene de la aprobación cultural o de la aceptación social, sino de Aquel que nos conoce completamente y nos ama por completo.

Conclusión: Fidelidad en un Mundo Comprometido

La iglesia en Pérgamo era una iglesia sitiada — no por ejércitos físicos, sino por la presión de comprometer su identidad distintiva como pueblo de Dios. Era una iglesia que se mantenía firme en la persecución, pero titubeaba en la acomodación. El mismo desafío enfrenta la Iglesia moderna. ¿Seguirá siendo fiel a Cristo, incluso cuando no sea popular? ¿Resistirá la tentación de mezclarse, incluso cuando sea más fácil? El mensaje de Jesús a Pérgamo es un mensaje para nosotros: mantente firme, arrepiente y confía en que Aquel que sostiene la espada de doble filo también nos sostiene en Su mano. Para aquellos que vencen, hay alimento eterno, identidad celestial y la promesa inquebrantable de vida con Cristo.

¡Maranata, Lord Jesus!


David Bowen - Evangelista y Maestro del Ministerio Cordero y León 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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