El mensaje de Jesús a la Iglesia en Tiatira es tan relevante hoy como lo fue para ese cuerpo de Cristo local hace más de 1,930 años. El Señor elogió su amor, fe, servicio y perseverancia, e incluso comentó que sus obras recientes eran mayores que las de al principio. Hasta aquí, todo bien.
Entonces el Hijo de Dios volvió Sus ojos como llama de fuego hacia una influencia corrosiva dentro de su cuerpo y dijo: “Pero tengo esto contra ti: que toleras...” (Ap. 2:20).
Para ser claros, la comunidad de creyentes en Tiatira estaba tolerando a una mujer a la que Él llamó Jezabel—una profetisa autoproclamada que estaba desviando a Su rebaño. Al igual que la esposa extranjera del rey Acab, quien introdujo sus deidades paganas y su religión falsa para corromper y extraviar a Israel, esta mujer incitaba a los seguidores de Cristo a cometer actos de inmoralidad y a comer alimentos ofrecidos a ídolos—dos de las ofensas específicas que Santiago y los apóstoles prohibieron a la creciente iglesia gentil (Hechos 15:19-20).
Se pueden extraer tres lecciones cruciales de este breve pasaje de Apocalipsis:
- En nuestra inclinación a ser discreto y tolerantes, podemos caer en el pecado más abyecto.
- El Señor disciplinará a aquellos a quienes ama, sometiéndolos a una tribulación con “t” minúscula como consecuencia natural del pecado.
- Aunque la ira de Dios se enciende tanto por el pecado como por la tolerancia del pecado, Su propósito final es el arrepentimiento.
Oh, Ten Cuidado…
La canción de la escuela dominical de los niños advierte a los ojos pequeños que tengan cuidado con lo que ven, a los oídos pequeños que tengan cuidado con lo que oyen, a las lenguas pequeñas que tengan cuidado con lo que dicen, a las manos pequeñas que tengan cuidado con lo que hacen, a las mentes pequeñas que tengan cuidado con lo que piensan, y a los corazones pequeños que tengan cuidado con en quién o en qué confían. ¿Por qué? Porque “el Padre que está arriba está mirando con amor”.
Hillary Morgan Ferrer, de Mama Bear Apologetics, lo expresa de esta manera: “Lo que toleras hoy, lo aceptas mañana. Lo que aceptas hoy, lo abrazas mañana”. La tolerancia es una pendiente resbaladiza que inevitablemente conduce hacia abajo — alejándonos del camino recto y angosto que hemos sido llamados a recorrer con el Señor.
Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre la identidad de la mujer a la que se refiere como Jezabel en Apocalipsis 2:20. Quienquiera que fuera, claramente estaba guiando a las personas hacia el pecado. Pero, si bien Jesús la llama individualmente, Su queja con la Iglesia en general era su falta de disposición para criticar, confrontar y condenar sus falsas enseñanzas e inmoralidad. Era como dejar que un lobo viviera entre las ovejas y luego preguntarse por qué estaban desapareciendo una por una.
Nuestra cultura moderna ha elevado la “tolerancia” a un mantra que elimina toda discreción. Y la discreción misma—o la palabra más anticuada, discriminación—ha pasado a ser considerada como prejuiciosa e inapropiada. Según algunos funcionarios, los padres ni siquiera mantienen el derecho a elegir lo que es mejor para sus propios hijos.
Sin embargo, las Escrituras son claras. Se espera que los padres sean discernidores sobre lo que se les permite a sus hijos ingerir—ya sea física, intelectual o espiritualmente. El mismo juicio sólido que se ejerce en beneficio de los niños debe aplicarse dentro de la iglesia para proteger al rebaño.
Si esto es cierto para la Iglesia, también es cierto para cada cristiano individual. Debemos cuidar nuestros propios corazones.
La Disciplina del Padre
Proverbios 3:11-12 dice: “Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni aborrezcas Su reprensión, porque el Señor ama a quien reprende, como un padre al hijo en quien se deleita”.
El escritor de Hebreos observó: “Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia” (Hebreos 12:11). El versículo anterior explica el motivo paternal de Dios: “Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad”.
Qué mundo al revés en el que vivimos, donde los estudiantes ridiculizan a los maestros y los niños mandan a los padres. Los expertos desorientados que hicieron impopular la disciplina parental nos han legado una nación de tiranos indómitos y egocéntricos. Pero Dios no se verá obligado a seguir tal necedad.
A veces el Señor sujeta a Sus hijos a un juicio correctivo, y a veces nos permite sufrir las consecuencias naturales del pecado. Él no es vengativo en ninguno de los casos, sino que está decidido a reprender y corregir. Como confesó una vez mi propio hijo cuando era un niño pequeño, a veces sólo necesitas una buena nalgada.
Arrepentimiento — No es Sólo para los no Salvos
Una de las enseñanzas falsas que ha infiltrado la Iglesia en los últimos años es que el arrepentimiento es un acontecimiento único. Según esta lógica, una persona que reconoce su propia necesidad de un Salvador confiesa al Señor, arrepintiéndose de su pecado y su pecaminosidad. Confían en Cristo y reciben perdón por sus pecados: pasados, presentes y futuros. A partir de ese momento, como afirma Romanos 8:1, NO hay condenación para los que están en Cristo Jesús.
Pero eso es el Evangelio, dices. ¿Cómo puede haber alguna enseñanza falsa en lo que acabo de escribir?!?
El error radica en creer que, tras haber creído, nunca necesitaré arrepentirme de nuevo. Esto presenta una comprensión trágicamente errónea de la palabra “arrepentirse”, ya que, en ocasiones, incluso los cristianos comprometidos necesitan regresar.
Hay claramente un arrepentimiento que lleva a la salvación, cuando aceptamos la sangre derramada de Jesucristo como el único y suficiente medio para limpiarnos y llevarnos a una relación con Dios el Padre.
Pero el arrepentimiento también se entiende correctamente como un cambio de dirección—un cambio en el comportamiento o en el pensamiento o en la actitud del corazón. En ocasiones, me encuentro conduciendo por la carretera cuando de repente los lugares de referencia son desconocidos o las señales están todas equivocadas. Sin querer, he tomado un giro equivocado. Lo único que se puede hacer es dar la vuelta y volver al camino correcto. Esa es la idea detrás del arrepentimiento tal como aparece en el Apocalipsis. Como ovejas, todos somos “propensos a vagar, propensos a dejar al Señor [a quien] amamos”.
Jesús se dirige a los cristianos profesantes en iglesias reales, y los llama a arrepentirse, dar la vuelta y seguir Su ejemplo. Nuestro Señor incluso predice la calamidad que le sobrevendrá a Jezabel “y a los que cometen adulterio con ella... a menos que se arrepientan de sus obras” (Ap. 2:22). Incluso en la ira, el Señor siempre recuerda la misericordia (Habacuc 3:2). Su objetivo siempre es motivarnos al arrepentimiento para que podamos tener una relación correcta con Él.
Retener
Aunque Jesús no se anda con rodeos al condenar a Jezabel y a aquellos que ella desvió, Él elogia a aquellos que “no mantienen su enseñanza”. Independientemente de cuán equivocados estén los demás (y eso incluye a muchos dentro de las iglesias confesantes hoy), las Escrituras nos dicen que siempre hay un remanente fiel.
Esto fue cierto cuando Elías se lamentaba de que era la única persona fiel que quedaba en Israel. A Satanás le gusta susurrar ese mensaje desalentador al oído de cada seguidor fiel de Cristo: “Eres el único que intenta ser fiel. ¿Qué sentido tiene?”.
Las palabras de Jesús a los pocos fieles en Tiatira fueron: “Retengan lo que tienen hasta que Yo venga” (Ap. 2:25). De hecho, Él no les impuso ninguna otra carga. Estos santos heridos y maltratados simplemente recibieron una palabra de aliento y un llamado a perseverar. Así que, aquellos de nosotros que anhelamos la llegada de Jesús debemos hacer precisamente eso: esforzarnos por perseverar.
Pronto, esa larga anticipación se verá cumplida, y lo veremos con nuestros propios ojos. Él nos dará autoridad sobre las naciones junto con nuestra Estrella de la Mañana: Jesucristo mismo.
Yo diría que vale la pena aferrarse a eso, ¿no crees?
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Las Cosas que Son
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