miércoles, 17 de septiembre de 2025

¿Por qué, oh Señor, las Señales de Tu Venida Están Convergiendo como Nunca Antes?

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León


Oh SEÑOR, ¿por qué te mantienes lejos y te escondes en los tiempos de angustia?” (Salmos 10:1)

El clamor sincero del salmista refleja una pregunta que surge en el corazón de cualquiera que anhela que Jesús venga y enderece este mundo. Mientras Él tarda, muchos compartimos la súplica de David: “¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Salmos 13:1).

El mundo ha estado experimentando un aumento en el tempo y el tono de las señales proféticas que apuntan al pronto regreso de Jesús. En ese mismo sentido, quizás la pregunta no sea tanto “¿Cuánto tiempo más?”, sino más bien, “¿Por qué?”. Es decir, “Señor Jesús, ¿por qué las señales de Tu venida se están multiplicando y convergiendo como nunca antes?”- Si podemos discernir la razón, entonces entenderemos por qué Dios quiere transmitir la inminencia del Rapto y la cercanía de la Segunda Venida.

Siempre hay una Razón

Acepto con gusto dos axiomas fundamentales sobre las interacciones de Dios con el mundo, incluidos sus pronunciamientos proféticos y nuestra capacidad para reconocer cuándo se están cumpliendo:

  1. Dios siempre tiene una razón para lo que hace. 
  2. A menudo podemos (aunque no siempre) llegar a comprender Su razón.

El primer axioma se basa en nuestra confianza en la revelación de Dios sobre Su propio carácter. Él no es arbitrario ni caprichoso. No actúa por capricho, indignación impulsiva o impulso. Él es el Creador no creado, el Motor inamovible, el Juez injuzgable. Reveló Su naturaleza eterna y existencia atemporal cuando le dijo a Moisés que debía ser llamado: “YO SOY EL QUE SOY”, o en forma abreviada simplemente, “YO SOY” (Éxodo 3:14).


Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY, y añadió: Así dirás a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes” (Éxodo 3:14).

El Señor Dios más tarde reveló Su nombre completo como:

¡SEÑOR, SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!” (Éxodo 34:6-7).

Dios es omnipotente, omnipresente y omnisciente—todopoderoso, siempre presente y conocedor de todo. Él es la personificación inmutable de la razón, la verdad y la sabiduría. Y aun así, porque Él es Dios, hay aspectos de Su mente insondable y Su voluntad inquebrantable que están muy, muy por encima de la comprensión del hombre. Dios ha dicho: “Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos, dice el SEÑOR. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que sus caminos, y mis pensamientos más altos que sus pensamientos” (Isaías 55:8-9).

En los versículos que siguen inmediatamente, Dios afirmó que Su palabra cumplirá todo lo que Él desea. Como Él dijo: “Mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía” (Isaías 55:11).

Entonces, basándonos en la revelación de Dios sobre Sí mismo, podemos saber que tiene una razón para todo lo que dice y hace, de acuerdo con Su perfecta voluntad.

El segundo axioma fluye del primero y de la comprensión de que Dios ha elegido revelarse a Sí mismo y Su plan eterno a la humanidad: a menudo podemos comprender Su razón porque Él quiere que comprendamos. Por eso habló a través de profetas y por eso nos dio la Palabra de Dios registrada. La Palabra del Señor revelada a través de Amós lo expresó de esta manera:

A veces, la comprensión plena llega sólo con el tiempo. Incluso los discípulos de Jesús no entendieron completamente todo lo que Él había tratado de revelarles sobre Su sufrimiento y muerte hasta que fue crucificado, sepultado y resucitado. Y los profetas de antaño a veces no comprendieron plenamente todo lo que se les dijo que registraran, como lo registró Daniel: 

En cuanto a mí, Yo escuché, pero no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el final de estas cosas?” (Daniel 12:8).

La respuesta de Dios dejó claro que la comprensión sería otorgada a “aquellos que tienen entendimiento” en el Tiempo del Fin. Ciertamente, estamos mucho más cerca de ese tiempo que Daniel y, con la ventaja de la retrospectiva y el canon completo de la Escritura, podemos entender de maneras que él no podía.

Sin embargo, hay un límite definitivo a nuestra comprensión. Moisés dijo que las “cosas reveladas” pertenecerían a la humanidad (“nosotros y nuestros hijos para siempre”), pero que hay “cosas secretas que pertenecen al Señor nuestro Dios” (Dt. 29:29).

Dado que las diversas Señales de los Tiempos fueron profetizadas repetidamente, y dado que Dios enfatizó el aumento en magnitud y frecuencia, que ocurriría hacia el final a medida que las señales mismas se aceleraran como dolores de parto, debe haber una razón por la cual Él quiere que discernamos la proximidad del fin.

El “Porque” que Refleja el Corazón de Dios

Podríamos suponer que Dios quiere que sepamos que el final está cerca para que podamos sentirnos alentados. Una mera señal de que la ayuda está en camino o que el rescate es inminente puede ofrecer un gran consuelo a quienes están sufriendo y se sienten cada vez más desesperados. Al igual que un prisionero de guerra o un náufrago aferrándose a la supervivencia, la anticipación de la liberación puede proporcionar el incentivo necesario para seguir viviendo. Sin tal anticipación, las personas en circunstancias difíciles a menudo se rinden y sucumben rápidamente.

Al discernir la convergencia de las señales de los tiempos del fin, hay un aspecto de aliento mutuo que todos deberíamos perseguir. El autor de Hebreos dijo que deberíamos “estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras... alentándonos unos a otros; y tanto más, cuanto más vean que se acerca aquel día” (Hebreos 10:24-25). Pero creo que hay otra razón aún más urgente por la que Dios quiere que nos demos cuenta de que el Rapto está cerca.

Para entender por qué Dios quiere que reconozcamos que Jesús está a punto de irrumpir desde los cielos, necesitamos reconocer por qué ha esperado tanto tiempo. Él reveló a Pedro que “El Señor no tarda su promesa [de regresar], como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Jesús está preparado en las puertas del Cielo, ansioso por venir como el Novio para su Novia (la Iglesia). Pero ha tardado porque es la voluntad del Padre que se salven tantos como sea posible.

El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Cuando escuché por primera vez que Jesús venía de nuevo a principios de los años 90, estaba ansioso por que viniera rápidamente. No podía imaginarlo esperando hasta el año 2000. A medida que se acercaba el Y2K, estaba listo para que viniera y nos sacará de un mundo que se oscurecía más cada día. Y, sin embargo, aquí estamos, 25 años después. Lo que me hace preguntar: ¿No te alegra que no viniera según el calendario de Tim Moore? Si lo hubiera hecho, algunos de ustedes que están leyendo esto se habrían quedado atrás.

Dicho esto, Él quiere que reconozcamos que viene pronto para que podamos cortar todo lo que no sirve y el ruido en nuestras vidas y redoblar nuestros esfuerzos para compartir el Evangelio con tantos como sea posible. Si tenemos el corazón de Cristo, querremos instar a todos los que podamos a “huir de la ira venidera”—y a refugiarse en los brazos amorosos de nuestro Salvador. Para usar una analogía del futbol americano, estamos dentro de la advertencia de 2 minutos. Es hora de profundizar y dar todo. Innumerables almas que son preciosas a los ojos de Dios penden precariamente en el borde de la voraz boca del infierno.

Jesús sigue esperando para que por todos los medios se salven tantas personas como sea posible (1 Corintios 9:22; 1 Timoteo 2:4).

¿Estás completamente comprometido?

Cuando Jesús venga, estoy convencido de que muchos cristianos profesantes se sorprenderán. Convencidos de que están ocupados en Sus asuntos, puede que sólo estén ocupados siguiendo las rutinas de su fe. Pero aquellos que comprenden que Su venida es inminente no tienen excusa para no estar completamente comprometidos en servir como el Maestro les ha ordenado.

La parábola de los talentos ofrece todo el incentivo cautelar que necesitamos. No enterremos los dones que Él nos ha dado ni nos abstengamos de servirle con valentía y entusiasmo en el tiempo que nos queda. Aquellos que invierten sabiamente—ya sea con recursos abundantes o limitados—serán llamados “buen y fiel siervo”; aquellos que no producen un retorno de lo que se les ha dado serán considerados un “siervo inútil” (Mateo 25:14-30).

Servicio audaz y entusiasta; invertir en la actividad del Reino; y servir como un centinela para advertir que el Maestro viene pronto. Claramente, Satanás quisiera anular nuestro entusiasmo, silenciar nuestro testimonio y desanimarnos a cada paso. Lo mismo ha sido cierto a lo largo de la Era de la Iglesia y seguirá siendo cierto durante la Tribulación. Por eso, la primera advertencia de Jesús cuando comenzó Su gran discurso sobre las Señales de los Tiempos fue: “Tengan cuidado de que nadie los engañe” (Mateo 24:4).

Dios le dio a Daniel una comprensión del comportamiento de aquellos que no serían engañados ni siquiera por las suaves palabras del Anticristo. Le dijo a Daniel: “…el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará” (Daniel 11:32). Al igual que ellos, no dejemos que nos adormezca la complacencia o la pereza a medida que las Señales de los Tiempos convergen a nuestro alrededor.

Animémonos unos a otros a mostrar fortaleza—en un tiempo como éste. Y actuemos para que el mayor número posible de personas venga al arrepentimiento y no perezca.

La ira de Jesús pronto se encenderá, ¡pero cuán bienaventurados son todos los que se refugian en Él! (Salmos 2:12).


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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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