miércoles, 5 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 1 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 2:8-14

Cada año, en Navidad, recuerdo las notables profecías concernientes al nacimiento de Jesús y cómo corroboran Su deidad y la fidelidad de Dios. Echemos un vistazo a algunas de esas profecías.

El Momento del Nacimiento

El momento del nacimiento del Mesías había sido indicado en Génesis 49:10, en palabras pronunciadas por Jacob en su lecho de muerte a su hijo Judá: “El cetro no será quitado de Judá . . .hasta que venga Silo, y le obedecerán los pueblos”.

El término, “Silo”, fue reconocido por los rabinos judíos como un título mesiánico. El “cetro” se refiere al poder judicial de la nación. Por lo tanto, esta profecía declara que el Mesías vendrá en un momento en que el poder judicial de la nación haya sido eliminado.

Aunque Judá fue privada de su soberanía nacional durante el período de 70 años de cautiverio babilónico, nunca perdió su cetro, porque a los judíos se les permitió tener sus propios jueces, incluso mientras estaban en cautiverio.

Josh McDowell, en su libro, Evidencia que Exige un Veredicto, señala que “la primera señal visible del comienzo de la remoción del cetro de Judá se produjo cuando Herodes el Grande, que no tenía sangre judía, sucedió a los príncipes macabeos que pertenecían a la tribu de Leví y quienes fueron los últimos reyes judíos en reinar en Jerusalén”.1

El punto de inflexión crucial se produjo poco después de la muerte de Herodes cuando, alrededor del año 7 d. C., los romanos eliminaron el poder del Concilio del Sanedrín en Judá para pronunciar la pena de muerte. Así, el cetro (el poder judicial supremo) fue quitado de Judá.

Tenga en cuenta que Jesús el Mesías había nacido alrededor del año 4 a. C., durante los últimos años de Herodes (Mateo 2:1), por lo que “Silo” había llegado poco antes de que el cetro partiera — ¡tal como fue profetizado!

El Lugar de Nacimiento

El lugar del nacimiento del Mesías también había sido profetizado con precisión quinientos años antes por el profeta Miqueas: “Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel” (Miqueas 5:2).

¿Alguna vez se ha preguntado qué significa el término “Efrata” en este pasaje? Es una designación geográfica para indicar con precisión qué Belén está siendo identificado. Es como diferenciar entre Springfield, Missouri y Springfield, Illinois.

El punto es que había otra Belén en la tierra de Israel en el área al norte, cerca del Mar de Galilea. Había sido asignada a la tribu de Zabulón.

La Naturaleza Divina del Niño

También se había profetizado que el niño especial nacido en Belén sería tanto humano como divino. Daniel enfatizó la humanidad del Mesías, cuando se refirió a Él como “el Hijo del Hombre” (Daniel 7:13). Isaías enfatizó Su divinidad, cuando dijo que el Mesías sería llamado “Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

Incluso en la profecía de Miqueas sobre Belén hay una referencia a la naturaleza divina del niño que nacería allí. Miqueas declaró que el niño sería uno cuyos “orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad” (Miqueas 5:2; RVR-1995). En otras palabras, Él sería un ser eterno nacido en un cuerpo físico.

La naturaleza divina del niño también fue indicada en otras profecías acerca de Su nacimiento. Por ejemplo, la primera profecía mesiánica en la Biblia es una pronunciada por Dios mismo en el Jardín del Edén, cuando le dijo a Satanás que un día sería derrotado por Aquel que nacería de “la simiente de la mujer” (Génesis 3:15). Esto parece ser una clara indicación de que el Mesías nacería milagrosamente a través de una virgen. Miles de años después, Isaías profetizó específicamente que el nacimiento ocurriría de esta manera: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo...” (Isaías 7:14).

Además, Isaías predijo que al Mesías se le daría un nombre que indicaría Su divinidad. Él será llamado “Emanuel”, dijo Isaías, que significa “Dios con nosotros” (Isaías 7:14). Seiscientos años después, cuando el ángel Gabriel se le apareció a María para decirle que ella sería la madre del Mesías, especificó que ella debía llamar al bebé Yeshúa (Lucas 1:31). Ese nombre en hebreo significa “Salvación de Dios” (Mateo 1:21).

Otros detalles profetizados sobre el nacimiento del Mesías incluyeron:

  • Una estrella señalaría Su nacimiento (Números 24:17 y Mateo 2:2).
  • Se le presentarían regalos (Salmo 72:10-11 y Mateo 2:1-12).
  • Los niños en Su lugar de nacimiento serían sacrificados (Jeremías 31:15 y Mateo 2:16).
  • Él residiría en Egipto (Oseas 11:1 y Mateo 2:11-15).

La Celebración del Nacimiento

La concepción y el nacimiento del Mesías fueron celebrados en algunos himnos proféticos notables. María profetizó en un cántico de regocijo que el niño que había concebido era evidencia de que “su misericordia [de Dios] es de generación en generación” (Lucas 1:50). Ella continuó profetizando que Él “esparciría a los soberbios”, “derribaría gobernantes", “exaltaría a los humildes” y “saciaría a los hambrientos” (Lucas 1:52-53).

Su pariente, el sacerdote Zacarías, también entonó un cántico profético de celebración cuando nació su hijo, Juan el Bautista. Refiriéndose al bebé en el vientre de María, proclamó que Dios “ha levantado para nosotros un cuerno de salvación” (Lucas 1:69). Luego declaró que su propio hijo sería llamado “profeta del Altísimo”, y profetizó que su hijo iría “delante del Señor para preparar sus caminos” (Lucas 1:76).

Zacarías concluyó su cántico con una de las profecías poéticas más hermosas sobre el Mesías que se pueden encontrar en cualquier parte de las Escrituras: “A causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios . . . la luz de la aurora nos visitará de lo alto, para alumbrar a los habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz” (Lucas 1:78-79).

El siguiente cántico profético de celebración se entonó en la noche del nacimiento del Mesías, cuando un ángel se apareció a los pastores de Belén y proclamó: “... he aquí, les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). A ese ángel se le unió repentinamente una multitud de ángeles que cantaron un coro triunfante: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz entre los hombres con los que se complazca” (Lucas 2:13-14).

El cántico profético final relacionado con el nacimiento del Mesías fue cantado por un hombre “justo y piadoso” de Jerusalén, llamado Simeón. El Espíritu Santo había venido sobre él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías (Lucas 2:25-26). Se le dio ese glorioso privilegio cuarenta días después del nacimiento del Mesías, cuando los padres de Jesús vinieron al templo en Jerusalén para dedicar su bebé a Dios.

Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos, agradeció al Señor, y luego cantó: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:30-32).

La Importancia de las Profecías del Nacimiento

El cumplimiento de todas estas profecías en la vida de una persona, Jesús de Nazaret, es una prueba positiva de que Él es quien dijo ser, es decir, el Mesías de Dios (Marcos 14:62 y Lucas 22:70).

La fidelidad de Dios en el cumplimiento de cada una de estas profecías en detalle también es significativa, porque nos da la seguridad de que Él también cumplirá fielmente todas las profecías que el ángel Gabriel le dio a María con respecto al regreso de Jesús.

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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