La Comprensión del Apocalipsis
“¡El libro de Apocalipsis es un rompecabezas chino que nadie puede entender!”. Debo haber escuchado esas palabras cientos de veces cuando crecía en la iglesia.
¿Saben qué pasó? Que deseché el libro como causa perdida, y lo ignoré durante treinta años. ¿Para qué perder el tiempo tratando de descifrar un libro misterioso que ni siquiera los eruditos bíblicos podían entender?
Durante los cuarenta años, he estado enseñando profecía bíblica en todos los Estados Unidos y alrededor del mundo. Al hablar con cristianos de todas las denominaciones, he descubierto que la mayoría ignora el libro de Apocalipsis, y muchos realmente le tienen miedo.
La Importancia del Apocalipsis
Este es el triste estado de cosas de la Iglesia en su conjunto, así como para los cristianos individuales. Es como leer una novela genial, pero nunca leer el último capítulo para ver cómo termina la historia. La lectura y la comprensión del libro de Apocalipsis son de vital importancia para la cristiandad, ¡porque nos dice que vamos a ganar al final! Es un libro de victoria, que está diseñado para animar a los cristianos mientras tratan de hacer frente, y superar a, este mundo pagano.
Estudiar el libro de Apocalipsis hoy es particularmente importante, porque los cristianos se enfrentan a dos grandes desafíos—la decadencia de la sociedad y la creciente apostasía en la Iglesia.1 Al enfrentar estas sombrías realidades, necesitamos el aliento que contiene el libro de Apocalipsis.
Hay otra razón por la que deberíamos enfocarnos en el Apocalipsis. Las señales de los tiempos claramente que estamos viviendo en los últimos días — que Jesús está a las puertas mismas del cielo, esperando el mandato de Su Padre de regresar por Su Iglesia. que su Padre le dé la orden de regresar. El Estado de Israel ha sido restablecido. Los judíos están de regreso en Jerusalén. Europa se ha unido. Ya la tecnología moderna le ha dado sentido a numerosas profecías que nunca antes habíamos entendido.
A principios del siglo XX, no había señales en absoluto que indicaran el pronto regreso del Señor. La primera señal apareció en 1917, cuando la Declaración Balfour fue emitida por el gobierno británico, en la que prometía que Palestina se convertiría en una patria para los judíos. Hoy en día, hay tantas señales que apuntan al pronto regreso del Señor, que uno tendría que ser espiritualmente ciego para no discernirlas. Ya no busco señales; estoy escuchando sonidos — el toque de una trompeta y el grito de un ángel: “¡Viene el Novio!”.
¿Gloria o Ira?
Jesús regresará pronto, y ese hecho hace que el libro de Apocalipsis sea relevante para nuestras vidas. El libro comienza y termina con la promesa de que Jesús regresará. En Apocalipsis 1:7 se nos dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por”. El libro termina con Jesús mismo haciendo la misma proclamación: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).
El regreso de Jesús será el evento culminante de la historia. Para algunos, será el día más maravilloso de sus vidas, porque Jesús vendrá como su gloria, como su “bienaventurada esperanza” (Tito 2:13). Para otros, Su regreso será una experiencia aterradora, porque vendrá como su santo terror, derramando la ira de Dios sobre todos aquellos que han rechazado el regalo de amor, gracia y misericordia de Dios (Apocalipsis 19:11).
La Biblia dice que toda persona sobre la faz de la tierra está bajo la ira de Dios, o bajo Su gracia: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). Es gloria estar bajo la gracia de Dios. Es terror estar bajo Su ira.
El regreso de Jesús significará gloria o ira para cada uno de nosotros. También significará ambas cosas para Jesús. Cuando regrese a esta tierra, vendrá en ira para juzgar y hacer la guerra contra los enemigos de Dios (Apocalipsis 19:11). Pero la ira será seguida por la gloria, cuando sea coronado Rey de reyes y Señor de señores y comience Su majestuoso reinado desde el monte Sion, como “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Él manifestará Su gloria ante las naciones (Isaías 24:21–23), y recibirá el honor y la alabanza que le fueron negadas cuando vino por vez primera (2 Tesalonicenses 1:10).
Ira y gloria — estas dos palabras resumen el significado del regreso del Señor para ti, para mí y para Él.
Dios, en Su insondable gracia, no desea que nadie perezca, sino que todos sean traídos al arrepentimiento y la salvación (2 Pedro 3:9). Por tanto, Dios nos ha dado el maravilloso
Libro de Apocalipsis, para advertirnos de Su ira y llamarnos a Su gloria. Cuando comparezcamos ante Él, no tendremos excusas. Él nos lo ha explicado todo con anticipación y en detalle en el libro de Apocalipsis.
El Descuido de la Profecía
Comencemos nuestro estudio de Apocalipsis mirando dos versículos de 2 Timoteo 3 — los versículos 16 y 17. Pablo le escribió estas palabras a un joven predicador: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
Estos son versículos que la mayoría de los cristianos conocemos muy bien. Es posible que los conozca de memoria porque los ha memorizado, o puede que casi los haya memorizado porque los ha escuchado tantas veces. Probablemente se esté preguntando por qué motivo alguien comenzaría un estudio del libro de Apocalipsis con estos dos versículos.
La mayoría de los cristianos conocemos muy bien estos versículos. Tal vez hasta te los sepas de memoria porque te los has aprendido, o casi los sepas de memoria por haberlos escuchado tantas veces. Tal vez te estés preguntando por qué razón estamos comenzando un estudio del Apocalipsis con estos dos versículos.
Bueno, les diré por qué. No hay porción de la Palabra de Dios que haya sido más ignorada por los estudiantes de la Biblia y por la Iglesia en general que la Palabra Profética de Dios. Eso es increíble si se tiene en cuenta el hecho de que casi un tercio de la Biblia es de naturaleza profética.
Permítanme darles un ejemplo de lo que estoy hablando. La mayoría de los jóvenes que están estudiando hoy para ser predicadores, culminarán el seminario y nunca tomarán un curso sobre profecía bíblica. Se graduarán y predicarán durante años, y nunca predicarán un solo sermón sobre profecía bíblica. De hecho, ignoran un tercio de la Santa Palabra de Dios.
Eso es lamentable, porque Pablo dijo, por inspiración del Espíritu Santo, que toda la Escritura — no sólo el Nuevo Testamento, no sólo los libros de historia del Antiguo Testamento, sino toda la Escritura — es inspirada por Dios. Eso incluye la profecía bíblica. Cuando Pablo dijo que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”, quiso decir que esa declaración incluía la profecía bíblica.
Cuando Pablo dijo que «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra», tenía la intención de que en esas palabras quedara incluida la profecía bíblica.
Toda la Palabra de Dios es práctica, realista y necesaria si queremos ser moldeados por el Espíritu Santo a la imagen de Jesús. Necesitamos toda la Palabra de Dios, y eso incluye la Palabra Profética de Dios, y eso incluye el libro de Apocalipsis.
Una Experiencia Personal
Supongo que crecí en una iglesia bastante típica. Me crié en una iglesia que enfatizaba el Nuevo Testamento e ignoraba la profecía bíblica. Asistía fielmente a la iglesia cada vez que la puerta estuvo abierta durante 30 años. Estaba allí los domingos por la mañana y por la noche, los miércoles por la noche y durante la escuela bíblica de vacaciones. Sin embargo, después de treinta años de ir a la iglesia, no sabía absolutamente nada sobre la profecía bíblica, porque la ignorábamos casi por completo.
Cada vez que nos metíamos en un estudio de la profecía, simplemente lo repasábamos muy rápidamente y tratábamos de terminarlo tan pronto como podíamos. El resultado fue que,
después de treinta años de ir a la iglesia, yo era tan ignorante de la profecía bíblica, que si me hubieran preguntado qué es Rapto, probablemente habría dicho: “¡Es una sensación que sientes cuando tu novia te besa!”. De la misma manera, probablemente habría identificado a Gog y Magog como un equipo de comediantes. Para mí, el Anticristo era un “predicador denominacional”, porque nos considerábamos no denominacionales, y pensábamos que éramos la única iglesia verdadera.
Sencillamente ignorábamos la palabra profética de Dios. La trágica consecuencia es que nuestro crecimiento espiritual se atrofió. Nuestra santificación —es decir, nuestro desarrollo a la imagen de Jesús — se retrasó, porque el espíritu del hombre fue creado para alimentarse con la Palabra de Dios; y no sólo del Nuevo Testamento, no sólo del Antiguo Testamento, sino toda la Palabra de Dios.
La Principal Barrera al Apocalipsis
Los predicadores con los que crecí, generalmente tomaban la posición de que el libro de Apocalipsis era imposible de entender. Creo que la única vez que estudiamos el libro, fue cuando un ministro se dejó llevar un poco por el entusiasmo y se comprometió precipitadamente al decir: “Les diré lo que vamos a hacer. Vamos a comenzar por el evangelio de Mateo, y seguir por todo el Nuevo Testamento, estudiando todos los libros”. Tres años después, cuando llegamos al libro de Apocalipsis, se arrepentiría de haber hecho la promesa. Pero la había hecho y, por lo tanto, se sentía obligado a cumplirla.
Entonces, se ponía de pie ante la congregación y decía algo como esto: “Bueno, hermanos, prometí que recorreríamos todo el Nuevo Testamento. Hemos llegado al libro de Apocalipsis. Se los diré ahora mismo, nadie puede entenderlo. Nadie lo ha hecho nunca. Nadie lo hará jamás. Es un rompecabezas chino”. No puedo comenzar a decirles cuántas veces he escuchado eso.
“Sí, es un rompecabezas chino”, enfatizaría el ministro. “Así que les diré lo que haremos. Lo estudiaremos los próximos miércoles por la noche, y trataremos de terminarlo tan rápido como podamos”.
¿Saben lo que pasó? La asistencia disminuyó drásticamente, mientras el predicador se ponía de pie y trataba de salir del paso y acabar este libro que consideraba un rompecabezas. No lo entendía. Cómo pensaba que podía enseñárselo a alguien, no lo sé.
El efecto fue que se creó una barrera psicológica en mi mente. Como dije antes, desde entonces descubrí que esta barrera mental contra el libro existe en el pensamiento de la mayoría de los cristianos profesantes, independientemente de la iglesia en la que crecieron.
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Recurso recomendado:
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)