miércoles, 24 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 4 (parte 2 de 2)

 ¿Cuál es la Opinión de Alá sobre la Biblia?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

La Actitud de Alá Hacia la Biblia

El hecho mismo de que Mahoma afirmara que Alá le dio un nuevo libro sagrado llamado Corán es una prueba positiva de que Alá no es el mismo Dios que Yahvé. ¿Cómo pudo Yahvé, que amaba Su Palabra y la honraba y protegía, de repente decidir tirarla por la ventana y reemplazarla con una nueva revelación?

¿Cambió Yahvé de opinión? ¿Cómo podría? Después de todo, la Biblia revela que una de sus características fundamentales es Su inmutabilidad. Ser inmutable es ser inalterable. Yahvé declaró Su inmutabilidad en Malaquías 3:6 cuando declaró: “Yo, Jehová, no cambio”. Y esta verdad fue reafirmada en el Nuevo Testamento por el escritor de Hebreos cuando declaró que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

En todo el mundo islámico a los musulmanes se les enseña que la Biblia es un libro corrupto e inválido, que fue reemplazado por uno mejor, el Corán. En la raíz de este desprecio islámico por la Biblia están las siguientes palabras de Alá, que están registradas en el Corán (Sura 2, The Qur’an in Modern English).

75) ¿Cómo vais a anhelar [ustedes los musulmanes] que [los judíos] os crean  si algunos de los que escuchaban la Palabra de Alá la alteraron a sabiendas, después de haberla comprendido?

77) ¿No saben que Alá conoce lo que ocultan y lo que manifiestan?

Odio Profundamente Arraigado de los Musulmanes Hacia la Biblia

El odio islámico hacia la Biblia no es un fenómeno nuevo, ni es una tendencia pasajera. Ha sido una de las características más importantes del islam desde los días de Mahoma, y sigue siendo la actitud que se puede encontrar en todas las sociedades musulmanas.

Como dije antes, este odio se justifica por la idea de que, si la Biblia todavía fuera válida o confiable, entonces Alá no habría dado el Corán. En relación con esta idea, los musulmanes creen que, dado que el testimonio, las revelaciones y las enseñanzas de la Biblia no coinciden consistentemente con las del Corán, entonces la Biblia es inválida e inaceptable.

La Biblia es tan vehementemente odiada entre los musulmanes, que se ha convertido en el libro ilegal número uno por defecto entre las naciones islámicas. Incluso hoy en día, en el siglo XXI posmoderno, sólo hay un puñado de países musulmanes donde las Biblias pueden imprimirse, publicarse, venderse, leerse y exhibirse en las bibliotecas sin enfrentar varios niveles de persecución, enjuiciamiento e incluso la muerte.

La recepción y el tratamiento islámico de la Biblia es exactamente lo opuesto a la recepción y el tratamiento que Yahvé exige de Su Santa Palabra. Entonces, ¿cómo podría alguien suponer que el mismo Dios que proveyó la Biblia también nos dio el Corán?

La Falacia de una “Biblia Corrompida”

Cualquiera que afirme que la Biblia ha sido deliberadamente cambiada y corrompida simplemente no sabe de lo que está hablando. El amor de los judíos por las Escrituras hebreas fue tan grande desde el momento en que comenzaron a recibirlas de Dios, que se dedicaron meticulosamente a su preservación.

Los escribas judíos seguían un método muy preciso para producir copias de las Escrituras. Comenzaban orando fervientemente para que Dios los guardara de cualquier error. Luego, cuando comenzaban a copiar, cada palabra era leída en voz alta antes de ser escrita. Cada página tenía un cierto número de líneas, palabras y letras, todas las cuales se contaban. No se toleraban errores. Por lo tanto, cualquier error encontrado invalidaba toda la página, y tenía que ser destruida y copiada de nuevo.

Un par de ejemplos de la preservación cuidadosa y precisa de las Escrituras se pueden encontrar en dos de las copias más antiguas que se conservan de la Biblia completa — el Códice Sinaítico y el Códice Vaticano, ambos recopilados a mediados del siglo IV. Estas Biblias fueron producidas 300 años antes de que existiera el Corán. Ninguna de las dos copias contiene grandes diferencias con la Biblia que tenemos hoy en día.

Además, y aún más convincente, es la evidencia proporcionada en 1947 con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto. Estos rollos contienen copias de libros del Antiguo Testamento, y las copias datan desde el siglo III a. C. hasta el siglo II d. C. Y el punto es que no hay diferencias significativas entre estos rollos y las Escrituras que están contenidas hoy en día en nuestras Biblias modernas.

La evidencia manuscrita del Nuevo Testamento es igualmente convincente. Los manuscritos fueron escritos entre el 49 d. C. y el 95 d. C., y los 27 libros fueron codificados en el siglo IV. Por lo tanto, estamos hablando de un lapso de tiempo de sólo 300 años, ¡y el número de manuscritos griegos que contienen secciones del Nuevo Testamento supera los 15,000!

Igualmente sorprendente es el hecho de que, si todos estos manuscritos desaparecieran mañana, podríamos reunir casi todo el Nuevo Testamento a partir de fuentes más antiguas que los manuscritos existentes. Esto se debe a que los escritos de los Padres de la Iglesia antes del año 300 d. C. contienen 36,289 citas del Nuevo Testamento, incluidos todos los versículos, excepto 11.

En comparación, el mayor número de manuscritos de cualquier escritura antigua es de 643 para la Ilíada. El lapso de tiempo más corto del manuscrito (el intervalo entre el manuscrito más antiguo y la escritura original) es de 750 años para las Historias de Plinio el Joven.

Una “Biblia corrupta” existe sólo en la imaginación de los musulmanes.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 23 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 4 (parte 1 de 2)

 ¿Cuál es la Opinión de Alá sobre la Biblia?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

La Biblia es otro de los temas cruciales en mi investigación acerca de la falsa pretensión de Alá al trono de Yahvé. Si Alá es verdaderamente el Dios de la Biblia, como él afirma, entonces tendría exactamente la misma actitud hacia la Biblia que Yahvé. Si la actitud de Alá hacia la Biblia es diferente de la de Yahvé, entonces Alá no puede ser el Dios de la Biblia.

Comenzaré analizando la actitud de Yahvé hacia la Biblia, y luego examinaré la actitud de Alá para ver si corresponde.

La Actitud de Yahvé Hacia la Biblia

1) Inspirada — Debe reconocerse que Yahvé declaró toda la Biblia como Su Palabra inspirada:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto (2 Timoteo 3:16, NTV)

Este versículo fue escrito antes de que el Nuevo Testamento fuera completado y compilado, por lo que se refiere directamente al Antiguo Testamento. Pero también afirma indirectamente la inspiración divina del Nuevo Testamento. Esto significa que toda la Biblia contiene las palabras de Dios inspiradas en los corazones de los autores que las escribieron en idiomas comprensibles. En confirmación de esto, Pedro escribió:

Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21, NVI).

El rey David lo resumió sucintamente cuando escribió: “Las palabras de Jehová son palabras limpias” (Salmo 12:6). Cabe señalar, además, que 47 veces la Biblia se refiere a sí misma como “la Palabra de Dios”. A la luz de estas declaraciones, creo que podemos decir con seguridad que toda la Biblia es la Palabra inspirada y escrita de Yahvé.

2) Respetada — Yahvé afirma a lo largo de la Biblia que Él valora y respeta Su Palabra y espera que nosotros también lo hagamos. Como ejemplo, considere las palabras que Él habló a través de Moisés en Deuteronomio 6 concerniente a la importancia y santidad de Sus Escrituras:

6) Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 

7) Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 

8) Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 

9) y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

En Proverbios 7:1-2, Yahvé insta al lector a “guardar mis razones” y a “atesorar mis mandamientos”. Añade que Su Palabra debe ser considerada “la niña de tus ojos.

3) Sagrada — El respeto exigido a la Palabra de Dios se basa en su carácter sagrado. Esto se debe a que la Biblia vino de Yahvé y está apartada para Su adoración y servicio. Así, en Salmos 138:2, el rey David exclamó:

Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.

En Juan 6:63, Yahvé mismo proclama el carácter sagrado de Su Palabra: “El Espíritu es el que da vida . . . las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.

El salmo más largo de la Biblia es el Salmo 119. Desde el principio hasta el final de sus 176 versículos, es un himno a la gloria y santidad de la Palabra de Dios. De hecho, 174 de los versículos se refieren directamente a la Palabra de Dios. En el proceso, Yahvé inspiró al salmista a referirse a Su Palabra como “maravillosa” (versículo 18), “deleite” (versículo 24), “establecida para siempre” (versículo 89), “lámpara a los pies” (versículo 105) y “muy pura” (versículo 140). Concluye con la declaración de que “la suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia” (versículo 160).

4) Poderosa — Muchas veces en la Biblia Yahvé afirma el poder de Su Palabra para transformar vidas. Considere estas palabras de Hebreos 4:12:

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

En consecuencia, en su primera carta a la iglesia de Tesalónica, Pablo afirmó que Dios estaba ocupado transformándolos a través del poder de Su Palabra. Escribió: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tes. 2:13).

Yahvé habló a Jeremías sobre el poder de Su Palabra de una manera dramática: “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” (Jeremías 23:29).

Yahvé también habló sobre el poder transformador de Su Palabra en Isaías 55:11:

Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

5) Protegida — Yahvé reverencia tanto Su Palabra, que repetidamente promete proteger su integridad. De hecho, inspiró a Isaías a afirmar de forma categórica que, “La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Isaías 40:8).

En Deuteronomio 4:2, Yahvé advirtió a través de Moisés: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”. Él repitió la advertencia en Deuteronomio 12:32: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.

El rey Salomón emitió una advertencia similar en Proverbios 30, donde escribió:

5) Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan.

6) No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.

La Biblia termina en Apocalipsis 22 con Jesús recordando al lector la importancia de nunca alterar la Palabra de Yahvé:

18) Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 

19) Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

6) Animada — Dado que Yahvé obviamente valora mucho Su Palabra, desea que las personas en todas partes — especialmente aquellos que han puesto su fe en Su Hijo — lean, estudien y mediten en las palabras sobrenaturales de la Biblia.

Al hacerlo, se señalará al lector que el Hijo de Yahvé es la única esperanza de salvación, y se le darán principios fundamentales para vivir que le asegurarán una vida abundante. Y la Biblia también proveerá una esperanza increíble para el futuro.

Considere las siguientes exhortaciones:

Yahvé hablando: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).

Moisés hablando: “. . .no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová” (Dt. 8:3).

Jesús hablando: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Pedro hablando: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).

Pablo hablando: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Para cumplir su deseo de comunicarse con todos los pueblos y naciones, Yahvé ha motivado a Sus seguidores a traducir y distribuir su Palabra por todo el mundo. El resultado es que la Biblia ha sido traducida a todos los idiomas principales del mundo, y las copias completas están disponibles tanto en forma impresa como en Internet.

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Traducido por Donald Dolmus
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lunes, 22 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 3 (parte 2 de 2)

 ¿Es Alá el Padre Amoroso de la Biblia?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

Alá no es un Padre, sino un Gobernante Déspota

De acuerdo con la doctrina islámica, Alá tiene 99 nombres y estos nombres revelan las características de Alá. Nombres como “Al-Muntaqim” (el Vengador), Al-Qawiyy” (el Fuerte), “Al-Mumeet” (el Destructor), “Al-Qahhaar” (el Subyugador) y “Ad-Daarr” (el Angustiador).

Sin embargo, ninguno de los nombres o características de Alá es “padre”. Ninguna palabra, ninguna declaración y ninguna enseñanza en el Corán ni en otros textos islámicos apunta a Alá como padre. Ninguna enseñanza de la doctrina islámica anima a los musulmanes a desarrollar una relación íntima padre-hijo con Alá. Por lo tanto, ningún verdadero musulmán puede llamar a Alá “Abba, Padre”.

Aquí hay algunos versículos coránicos que rechazan directamente cualquier noción de paternidad de Alá:

Es impropio de Alá adoptar un hijo. ¡Gloria a Él! (Sura 19:35, Saheeh).

Los judíos y los cristianos dicen: “Somos los hijos de Alá y Sus predilectos”. Di: “¿Por qué, pues, os castiga por vuestros pecados? No, sino que sois mortales, de Sus criaturas...” (5:18, Saheeh).

Alá no ha adoptado un hijo, ni hay otro dios junto con Él. . . (Sura 23:91, Saheeh).

El islam nunca presenta a Alá como una figura paterna. Él no es el padre de Jesús, ni el padre de los cristianos y judíos, ni el padre de los musulmanes. La paternidad no es una de sus características.

Alá niega ser padre, los musulmanes rechazan la idea de que Alá sea padre y el Corán rechaza la asociación de cualquier noción de paternidad con Alá. Por lo tanto, basándonos en las propias palabras y afirmaciones de Alá, el Corán y los musulmanes, podemos concluir que Alá no es un padre.

Alá es un Amo de Esclavos

Además, la doctrina islámica enseña que Alá es un amo y que las personas son sus esclavos, y deben servirle y relacionarse con él en una relación amo-esclavo. Éstos son sólo algunos de los versículos coránicos que enseñan y apoyan este concepto amo-esclavo del islam, en oposición a la relación padre-hijo en la Biblia:

No hay nadie en los cielos ni en la tierra que no venga al Compasivo sino como siervo (19:93, Pickthall).

Di: “¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! . . . ¡Volveos a vuestro Señor arrepentidos! ¡Someteos a Él antes de que os alcance el castigo, porque luego no seréis auxiliados!” (39:53-54, Pickthall).

Di: “Oh, siervos míos que creen (en la unidad de Alá-el monoteísmo islámico), temed a vuestro Señor (Alá) y cumplid con vuestro deber para con Él. . .” (39:10, Khan).

Además, Alá afirma que incluso Jesucristo y los ángeles del cielo son sus esclavos:

El Ungido no tendrá a menos ser siervo de Alá, ni tampoco los ángeles allegados (Sura 4:172, Pickthall).

Dijo él [Isa (Jesús)]: “Soy el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta” (Sura 19:30, Khan).

Debido a éstos, y muchos otros versículos similares en el Corán y los otros textos islámicos (es decir, hadices), es una creencia común en el islam que todos los musulmanes son esclavos de Alá. Por lo tanto, los musulmanes ven a Alá como su maestro y no como su padre amoroso.

Resumen

Yahvé siempre ha sido y siempre será un Padre amoroso, bondadoso y que guía gentilmente a Su pueblo (judíos y cristianos). En el Antiguo Testamento, Él es visto como el Padre de la nación de Israel, ya que los redimió y los guio a través del desierto y las aguas hacia la tierra prometida. En el Nuevo Testamento, Él se convierte en Padre incluso de los gentiles que creen en Jesús.

La muerte de Jesús en la cruz y su resurrección han hecho posible que todas las personas se conviertan en hijos de Dios. Lo más importante es que Yahvé es el Padre de Jesucristo.

La paternidad amorosa es una de las características más importantes de Yahvé, que da origen a Sus otras características, como redentor, sustentador y dador de vida. Debido a que Él es un Padre amoroso, ama, cuida, redime y da vida. Su paternidad es una gran parte de lo que Él es, que ni siquiera podemos imaginarlo de otra manera.

Sin embargo, por otro lado, Alá es exactamente lo contrario. Rechaza cualquier noción de paternidad. Incluso aquellos que son más fieles a él no pueden acercarse a él como un niño se acerca a un padre. En cambio, Alá llama y trata a su pueblo como a sus esclavos. Por lo tanto, a nadie se le permite acercarse a él y llamarlo “Abba, Padre”.

A la luz de esta gran diferencia, ¿cómo podemos creer en la afirmación islámica de que Alá es la misma persona que Yahvé?

Si Alá fuera verdaderamente la misma persona que Yahvé, al menos tendría el mismo corazón paternal hacia Jesús, los judíos y los cristianos. Puesto que Alá no tiene un corazón paternal, sino que es un autoproclamado amo de esclavos, no es posible considerarlo como el verdadero Dios de la Biblia.

La Verdad Sobre Alá

Si Alá no es el verdadero Dios de la Biblia, ¿quién es? La respuesta se encuentra en las propias palabras de Alá. Se presenta a sí mismo como el principal de todos los engañadores en el Corán 3:54, que dice lo siguiente: “E intrigaron [los judíos] y Alá intrigó también. Pero Alá es el Mejor de los que intrigan”.

Las traducciones al inglés tratan de minimizar el impacto de este versículo, cambiando engañador por planificador, intrigante o conspirador, pero la palabra en árabe es makr, y significa engañador. Un lingüista lo ha expresado de esta manera:

El significado de makr es malicia, artimaña, engaño, astucia, disimulo, picardía, malicia. El verbo makr es engañar, embaucar, hacer trampa, timar, traicionar.

Makra es un sustantivo que significa argucia, artimaña, artificio, estratagema, truco, treta. El makkar, la persona que hace esto — el hacedor o agente de la acción, es un embaucador, un engañador, una persona taimada/astuta, un estafador y un IMPOSTOR.

Curiosamente, en la Biblia hay una definición que coincide con esta autoproclamación de Alá. Hablando de Satanás, dice:

. . .Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira (Juan 8:44, NTV).

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Traducido por Donald Dolmus
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sábado, 20 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 3 (parte 1 de 2)

 ¿Es Alá el Padre Amoroso de la Biblia?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

Quizás la característica más sorprendente del Dios de la Biblia es que es un Padre amoroso y cariñoso que desea una relación íntima con sus hijos.

El concepto de la paternidad de Dios está presente a lo largo de toda la Biblia, y es uno de los aspectos más importantes de quién es Dios. Aunque su amor paternal y su cuidado por su pueblo Israel es evidente en el Antiguo Testamento, su paternidad se hace mucho más obvia en el Nuevo Testamento, especialmente en Su relación con Jesús.

Pero la paternidad de Dios no se limita sólo a Israel y a Jesús. En consecuencia, echemos un vistazo a la paternidad de Dios que se extiende a todos aquellos — gentiles y judíos — que ponen su fe en Jesús como su Señor y Salvador.

Yahvé como Padre en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, Dios es el Padre de la nación de Israel (Dt. 1:31 y 14:1; Isaías 63:16; 64:8). La paternidad amorosa, bondadosa y gentil de Dios hacia la nación de Israel quizás se revela mejor en las propias palabras de Dios en Oseas 11 (NTV):

1) Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo; 

2) pero cuanto más lo llamaba, más se alejaba de mí y ofrecía sacrificios a las imágenes de Baal y quemaba incienso a ídolos.

3) Yo mismo le enseñé a Israel a caminar, llevándolo de la mano; pero no sabe ni le importa que fui yo quien lo cuidó.

4) Guie a Israel con mis cuerdas de ternura y de amor. Quité el yugo de su cuello y yo mismo me incliné para alimentarlo.

Así, el Antiguo Testamento nos presenta a un Dios afectuoso y bondadoso que ha sido el Padre Celestial de la nación de Israel desde sus comienzos en los días de Abraham. Yahvé nunca ha sido un gobernante distante, sino que siempre ha sido un Padre amoroso y cariñoso que está muy interesado e involucrado en la vida de Su pueblo. Los siguientes versículos son una prueba más de la paternidad de Dios para su pueblo:

Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito (Éxodo 4:22-23).

¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová (Jeremías 31:20).

Éstas y otras palabras similares, y las acciones de Yahvé que las acompañan, nos muestran que Él realmente tiene un amor paternal por el pueblo judío. La profundidad y calidad de su paternidad supera con creces las palabras y acciones de todos los padres terrenales. No hay duda de que Dios en el Antiguo Testamento es un Padre muy afectuoso, preocupado e involucrado, y no un gobernante distante, indiferente y despótico.

Yahvé como Padre en el Nuevo Testamento

Después de observar la paternidad afectuosa de Dios en el Antiguo Testamento hacia el pueblo judío, como gentil no pude evitar envidiarlos y desear tener también un padre así. Deseaba que yo también pudiera ser contado como un hijo del Dios del universo. Deseaba que Dios también me amara, cuidara y guiara como Su hijo.

Además, estaba seguro de que éste sería no sólo mi anhelo, sino el anhelo de muchos gentiles a lo largo de generaciones y en todo el mundo de hoy. Como gentil, bajo la dispensación del Antiguo Testamento, probablemente nunca habría recibido el honor y el privilegio de convertirme en hijo de Dios.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento sucede algo asombroso. Jesucristo abre las puertas de la casa de Dios a todas las personas. Independientemente de su nacionalidad, género, edad, cultura y color, cualquier persona de cualquier lugar ahora puede convertirse en un hijo de Dios al creer en Jesús (Juan 1:12; 1 Juan 5:1).

La extensión de la paternidad de Dios a las personas no judías, y su adopción en la familia de Dios, es un aspecto maravilloso del Evangelio de Jesucristo. En otras palabras, la preocupación principal de la misión y el Evangelio de Jesucristo no es que las personas deban observar varias ordenanzas religiosas para asegurar su lugar en algún tipo de paraíso o cielo.

En cambio, la misión y el Evangelio de Jesús tienen un único objetivo principal — que las personas sean adoptadas como hijos e hijas de Dios en la familia de Dios. Los creyentes en Jesucristo son hijos adoptivos de Dios y, naturalmente, se refieren a Dios como su “Padre”, como se ve en las enseñanzas de Jesús a lo largo de Su “Sermón del Monte” (Mateo 5-7).

Estoy agradecido con Jesús por morir en la cruz por mí para que, como gentil, yo también pueda ser aceptado en la familia de Dios. Por lo tanto, ahora puedo acercarme a Dios y llamarlo “Abba, Padre”, tal como lo hizo Jesús (Marcos 14:36). Creo que una de las mejores explicaciones del proceso de adopción de los gentiles en la familia de Dios se encuentra en Efesios 2:

11) No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados “paganos incircuncisos” por los judíos. . . 

12) En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza, 

13) pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.

14) Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. 

15) Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. 

16) Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.

17) Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. 

18) Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.

19) Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios (NTV – énfasis agregado).

El Amor es la Característica de Yahvé y Su Familia

El pasaje anterior de Efesios 2 deja claro que los que creen y siguen a Jesucristo ya no son extranjeros ni esclavos, sino hijos e hijas de Yahvé, que son amados por Él. El amor es la característica más importante del Reino de Dios, como se muestra claramente en el gran poema de amor de Pablo en 1 Corintios 13. Además, Yahvé mismo es amor (1 Juan 4:7-21). Su trato con su pueblo está impulsado por su amor paternal y su cuidado por ellos (2 Co. 6:18; 1 Juan 3:1).

De la misma manera, lo que Yahvé espera de Sus hijos es el amor y no la esclavitud o la servidumbre resultante de la opresión. Primero, están llamados a amar a su Padre Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente (Mateo 22:36). En segundo lugar, se les instruye a amar a otras personas como se aman a sí mismos (Mateo 22:39). Yahvé espera que todas las acciones, actividades, devoción y adoración de Sus hijos sean impulsadas por su amor a Dios y a las personas en general.

Por lo tanto, con un gran nivel de confianza podemos decir que Yahvé es un Padre amoroso y cuidadoso para con Su pueblo. La paternidad es uno de los aspectos más prominentes de quién es Él. Tanto es así, que ni siquiera podemos imaginarlo de otra manera. Al mismo tiempo, podemos decir que aquellos que son adoptados por este Dios amoroso de la Biblia son verdaderamente bendecidos. No son llamados ni tratados como esclavos o ciudadanos de segunda clase en el Reino, sino que son llamados y tratados como hijos mismos de Dios.

No son vistos como trabajadores y luchadores prescindibles e inútiles, sino que son valorados como hijos e hijas. ¡Cuán bienaventurados son los adoptados por Yahvé!

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Traducido por Donald Dolmus
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jueves, 18 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 2 (parte 3 de 3)

 ¿Son Yahvé y Alá el mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

Trinitario versus Unitario

Como todos los cristianos creyentes en la Biblia reconocerían, el Dios de la Biblia es un Dios trinitario, lo que significa que Él es un Dios en tres personas distintas — Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque la palabra “trinidad” nunca se encuentra en la Biblia, el concepto de trinidad se extiende tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, haciendo de la Doctrina de la Trinidad una de las doctrinas más importantes del cristianismo. La Doctrina de la Trinidad se puede definir de la siguiente manera:

Dios existe eternamente como tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y cada persona es completamente Dios, y constituyen el único Dios.

Es una doctrina de vital importancia porque nos revela y nos enseña acerca de la naturaleza de Dios. Un teólogo del siglo XIX, Augustus H. Strong (1836-1921) hizo la siguiente observación: 

En la naturaleza del único Dios hay tres distinciones eternas, que se nos representan bajo la figura de personas, y estas tres son iguales. Esta triple personalidad de la Divinidad es exclusivamente una verdad de revelación. Está claramente, aunque no formalmente, dada a conocer en el Nuevo Testamento, y se pueden encontrar indicios de ella en el Antiguo. 

Como señala Strong, nuestro conocimiento y fe en la naturaleza trinitaria de Dios se basan únicamente en la autorrevelación específica de Dios tal como se registra en la Biblia.

En el Antiguo Testamento, el Dios de la Biblia se presenta como compuesto de más de una persona: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza...”. (Génesis 1:26). Otros ejemplos como éste se pueden encontrar en pasajes como Génesis 3:22 y 11:7, Isaías 6:8 y Salmos 45:6-7. Al mismo tiempo, Deuteronomio 6:4-5 afirma que las tres personas divinas son un solo Dios:

4) Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 

5) Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Entonces, el Antiguo Testamento revela progresivamente que el Dios de la Biblia consiste en tres personas en unidad, y Él es un solo Dios. 

En el Nuevo Testamento se nos presenta a las personas de Dios en la asombrosa escena que representa el bautismo de Jesús, que se registra en tres de los cuatro Evangelios. Como observa el teólogo Wayne Grudem, en este evento de bautismo somos testigos de que los tres miembros de la Trinidad están presentes en el mismo lugar, al mismo tiempo y realizan tres actividades diferentes:4

Dios el Padre está hablando desde el cielo; Dios el Hijo está siendo bautizado; y luego Dios el Padre le habla desde el cielo; y Dios el Espíritu Santo está descendiendo del cielo para descansar sobre Jesús y darle poder para Su ministerio.

Además, pasajes del Nuevo Testamento como Mateo 28:19, 2 Corintios 13:14 y Efesios 4:4-6 confirman las tres personas distintas de Dios en unidad.

Por lo tanto, podemos decir con seguridad que el Dios de Abraham es un solo Dios, que existe eternamente en tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Así, la naturaleza trinitaria de Dios es un absoluto en la revelación bíblica de Dios.

Basándonos en este hecho absoluto (verdad inmutable y atemporal) también podemos razonar con seguridad que, si el islam adorara al mismo Dios que el cristianismo, entonces el dios del islam tiene que ser un Dios en tres personas, al igual que el Dios del cristianismo. Si Alá no es trinitario como lo es Yahvé, entonces Alá no puede ser igual a Yahvé. Si Alá no es un Dios en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), entonces la palabra “Alá” no es el nombre árabe del Dios de Abraham, como algunos han estado afirmando.

El Dios Unitario del Islam

Examinemos ahora las enseñanzas formativas del islam para ver si Alá es trinitario como Yahvé. Primero, en el Corán, Alá afirma que él es un solo dios: “Vuestro Alá un Alá; no hay más Alá que Él, el Compasivo, el Misericordioso” (Corán 2:163, Pickthall).

Esta afirmación es muy similar a cómo Yahvé se presenta en el libro de Deuteronomio: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4).

Hasta el momento no parece haber ningún problema. Sin embargo, surge una gran inconsistencia cuando Alá niega rotundamente tener alguna asociación con Jesucristo y el Espíritu Santo en forma de una trinidad:

¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra . . . ¡Creed, pues, en Alá y en Sus enviados! ¡No digáis ‘Tres’! [Trinidad] ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él! Tener un hijo. . . (Corán 4:171; Sahih)

Este pasaje es entendido por los musulmanes como el rechazo de Alá a la trinidad bíblica, así como de la deidad de Cristo y el Espíritu Santo. Alá reclama deidad sólo para sí mismo. Por lo tanto, rechaza con vehemencia la Santísima Trinidad como una blasfemia contra sí mismo:

No creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el tercero de tres». No hay ningún otro dios que Dios Uno y, si no paran de decir eso, un castigo doloroso alcanzará a quienes de ellos no crean (Corán 5:73; Ali). 

Después de haber reclamado el trono de Dios para sí mismo y haber rechazado a la Santísima Trinidad, Alá habla de castigar severamente a aquellos que todavía continúan creyendo en la Santísima Trinidad o asocian a Alá con la Santísima Trinidad. En la teología islámica, el nombre de este gran pecado blasfemo es “shirk”.  El predicador y autor islámico, el Dr. Abu Ameenah Bilal Philips, define shirk de la siguiente manera: “Shirk significa literalmente asociación, compartir o asociarse, pero islámicamente se refiere al acto de asignar compañeros a Alá en cualquier forma que pueda tomar”. 

Según el Corán, el acto de shirk o asociar a Jesucristo y al Espíritu Santo con Alá, sería el pecado más atroz e imperdonable, como se ve en este versículo del Corán:

Alá no perdona que se Le asocie. Pero perdona lo menos grave a quien Él quiere. Quien asocia a Alá comete un gravísimo pecado (Corán 4:48; Shakir).

La Identidad de Jesús y el Espíritu Santo

Si Jesús y el Espíritu Santo no son miembros divinos de la Trinidad — ambos iguales a Dios el Padre, entonces, ¿quiénes son según el Corán?  

Trataremos en detalle el concepto que el islam tiene de Jesús en un capítulo posterior. Baste por el momento decir que Jesús es visto por los musulmanes como un líder espiritual que fue un mensajero de Alá y uno de sus muchos profetas (Sura 4:121 y Sura 5:75). En resumen, Jesús era un siervo de Alá (Sura 19:30). Eso significa que los musulmanes niegan la divinidad de Jesús — que Él es Dios hecho carne. 

La visión islámica del Espíritu Santo es similar a la de Jesús.  Los musulmanes niegan que el Espíritu Santo sea una persona divina que sea parte de la Trinidad. En cambio, afirman que Él es el Arcángel Gabriel (Jibril, en árabe). Y por lo tanto, consideran que el Espíritu Santo es simplemente un mensajero especial de Alá. De hecho, afirman que el Corán fue revelado por Alá a Mahoma por Gabriel (Sura 2:97). También es visto como un sostén especial de Jesús en su ministerio (Sura 12:87).

Entonces, para decirlo sucintamente, el islam ve a Jesús como un hombre ungido por Alá para ser su siervo. El Espíritu Santo es considerado como un ángel especial, que también está al servicio de Alá. Ninguno de los dos es considerado divino.

Conclusión

Alá quiere ser conocido y adorado como el Dios de la Biblia, pero no quiere ser asociado con el Dios de la Biblia.

Yahvé es un Dios trinitario — un Dios que existe eternamente en tres personas. La Biblia (tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento) revela progresivamente la naturaleza trinitaria de Yahvé. Él es un Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En contraste, Alá se autoproclama unitario. Fue introducido en la arena mundial 600 años después de que se completó la Biblia, y Mahoma afirmó que él era el único dios verdadero. También afirmó que Alá era el Dios de Abraham y el Dios de la Biblia.   

Sin embargo, mientras que Alá reclamó el trono de Dios para sí mismo, rechazó la naturaleza trinitaria de Dios como un pecado blasfemo imperdonable contra sí mismo. 

A la luz de esta gran inconsistencia sobre la naturaleza básica de Alá y Yahvé, y considerando la oposición y aversión de Alá a la Santísima Trinidad, ¿cómo podemos concluir que Alá y Yahvé son una y la misma deidad?       

Con base en el análisis anterior, la única conclusión razonable a la que podemos llegar es que Alá no es el Dios de la Biblia.  Si fuera el Dios de la Biblia, sería parte de la Santísima Trinidad y estaría en paz con esa revelación. En cambio, el Corán revela el odio absoluto de Alá hacia la Santísima Trinidad.

Pero la naturaleza trinitaria del Dios verdadero no es la única diferencia entre Alá y Yahvé. Procedamos a considerar las distintas personalidades de los dos.


Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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