lunes, 7 de marzo de 2022

Libro: El Suicidio de los EE.UU. – Capítulo 3 (Parte 2)

 Las Advertencias de los Estados Unidos

Por Dr. David R. Reagan

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Las Voces Proféticas de los Estados Unidos

Entonces, ¿dónde está nuestra nación en este proceso? Dios ha enviado una voz profética tras otra para llamarnos al arrepentimiento, y advertirnos de la destrucción inminente si hacemos oídos sordos a las advertencias proféticas.

Peter Marshall

La primera voz que señalaría es Peter Marshall. Era un joven escocés que llegó a este país en 1927, cuando tenía 25 años. Asistió al seminario en Georgia, donde desarrolló una reputación de predicación elocuente. Poco tiempo después de su graduación, se convirtió en el pastor de la prestigiosa Iglesia Presbiteriana de Nueva York en Washington, D.C., conocida como “La Iglesia de los Presidentes”.

Más tarde, en 1947, comenzó a servir como capellán del Senado de los Estados Unidos. Murió repentinamente de un infarto en 1949, cuando sólo tenía 47 años.

En 1944, cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando nuestra nación estaba bien encaminada hacia el cenit de su influencia y poder en la escena mundial, Marshall pronunció un sermón muy inquietante en una iglesia en Nueva Orleans.

El sermón se tituló “Prueba de Fuego”. Se centró en la batalla espiritual entre Elías y los profetas de Baal — y Marshall demostró la relevancia de la historia para Estados Unidos.1

Incluso en esa fecha temprana, cuando los principios judeocristianos aún eran fuertes en nuestra nación, Marshall estaba espiritualmente perturbado por la dirección de nuestra nación hacia una sociedad secular y pagana. Advirtió sobre la llaga enconada del racismo. Expresó su profunda preocupación por el atractivo del materialismo, y denunció la creciente apostasía dentro de la Iglesia. Continuamente a lo largo del sermón, señaló que, como en los días de Elías, los estadounidenses se enfrentaban a una elección entre el dios de Baal — es decir, el materialismo — y el Dios verdadero, Jehová. Una y otra vez citó a Elías: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). Terminó su sermón pidiendo a Dios que enviara un profeta a los Estados Unidos:2

Necesitamos un profeta a quien los Estados Unidos escuchen y le diga ahora: “¿Hasta cuándo se detendrán y estarán entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, síganlo, pero si Baal es Dios, síganlo, ¡y váyanse al infierno!”.

David Wilkerson

Dios suministró ese profeta exactamente 30 años después, en 1974. La voz era la de un hombre notable llamado David Wilkerson.

Durante esos 30 años, de 1944 a 1974, los temores de Peter Marshall se habían hecho realidad. Nosotros, como nación, habíamos sido cautivados por el materialismo. Y esa obsesión, a su vez, había alimentado un espíritu de rebelión contra Dios y Su Palabra. Esto condujo a la década moralmente desastrosa de los 60, y la revolución sexual que produjo.

Fue después de esta revolución moral que Dios ungió a David Wilkerson como profeta de nuestra nación. Le dio a Wilkerson una visión de hacia dónde nos dirigíamos, y Wilkerson puso esa visión por escrito, y la publicó en 1974, en un libro llamado La Visión.3

Wilkerson comenzó su libro con una profecía sobre una calamidad económica mundial: “No es realmente una depresión lo que veo venir — sino una recesión de tal magnitud que afectará el estilo de vida de casi todos los asalariados en Estados Unidos y en todo el mundo”.4 Él profetizó que esta Gran Recesión resultaría en la bancarrota de algunas de las corporaciones más grandes de nuestra nación, y que produciría importantes ramificaciones políticas. Eso, por supuesto, es exactamente lo que sucedió en 2008, cuando el mercado de valores colapsó en medio de las elecciones presidenciales, lo que resultó en la Gran Recesión y la elección de Barack Obama.

También predijo que se avecinaba una “inundación de inmundicia”: “Estamos frente a un derrumbe moral. . . Satanás va a abrir las compuertas del infierno y buscará bautizar al mundo en inmundicia erótica, obscenidad y sensualidad”.5

Concluyó con una predicción de lo que llamó “locura de persecución”:6

Veo venir una hora de persecución como nunca antes la humanidad ha presenciado. Esta será una persecución de los verdaderos creyentes de Jesús, que pronto surgirá como un monstruo de muchas cabezas del mar.

Había una declaración siniestra en su libro que subrayé en rojo y puse un signo de interrogación después. Lo hice porque era una declaración que no estaba dispuesto a respaldar en ese momento. La declaración era: 7

Creo que hemos pasado el punto de no retorno.? 

Una vez más, eso fue en 1974. Wilkerson afirmaba que nuestra nación ya había alcanzado el punto de inflexión, y que ahora nos dirigíamos cuesta abajo hacia la destrucción. En retrospectiva, ahora estoy de acuerdo con su observación.

Francis Schaeffer

Al mismo tiempo — a mediados de los años 70 — Dios levantó otra voz profética. Era un intelectual excéntrico con el nombre de Francis Schaeffer.

Tanto él como su esposa se dedicaron a defender la inerrancia de la Biblia y proteger a la Iglesia de la apostasía. Pero Schaeffer también estaba profundamente preocupado por la deriva materialista de nuestra sociedad.

Aunque nació en Pensilvania, se mudó a Suiza en 1955 y estableció lo que se convirtió en un centro de estudios bíblicos de renombre mundial para estudiantes universitarios que buscaban sentido en la vida.

En 1974, al mismo tiempo que David Wilkerson compartía su visión, Schaeffer comenzó a trabajar en un libro y un documental titulado “¿Cómo Deberíamos Vivir Entonces?”. El libro se publicó en 1976, y la película se estrenó en 1977. Ambos causaron sensación aquí en los Estados Unidos. Schaeffer se centró en el peligro del humanismo, tal como se manifiesta en el materialismo y el hedonismo.8

Concluyó la película hablando proféticamente sobre nuestra sociedad. Dijo: “A medida que se olvide cada vez más la memoria del consenso cristiano que nos dio libertad dentro de la forma bíblica, un autoritarismo manipulador tenderá a llenar el vacío”.9 Específicamente, advirtió sobre el gobierno de una élite arbitraria con valores arbitrarios.10

También advirtió de tres peligros futuros:11

1) Manipulaciones genéticas con seres humanos.

2) Manipulación por parte de los medios de comunicación, particularmente la televisión.

3) Confianza en la ley sociológica — es decir, la ley no basada en la Biblia, la Ley Natural o la Constitución, sino la ley basada en la opinión pública cambiante.

Su declaración final fue muy presagiadora: “Mi esperanza es que esta generación se vuelva de esa mayor maldad, la colocación de cualquier cosa creada en el lugar del Creador, y que esta generación pueda salir de los caminos de la muerte. y pueda vivir.”

Schaeffer amplió enormemente sus pensamientos sobre los peligros de la ley sociológica en un libro que publicó en 1981 titulado A Christian Manifesto.12 Lamentó la continua deriva de nuestra nación hacia una sociedad secular, materialista y pagana:13

El humanismo es un sistema cerrado y exclusivista que excluye todos los puntos de vista enfrentados — especialmente si esos puntos de vista enseñan algo más que valores y estándares relativos. . . Como resultado, la cosmovisión humanista, material-energética y azarosa es completamente intolerante. . .

Concluyó con esta observación contundente:14 

No es demasiado fuerte decir que estamos en guerra y que no hay partes neutrales en la lucha. O se confiesa que Dios es la autoridad final, o se confiesa que el César es el Señor.

Aleksandr Solzhenitsyn

Nuevamente, a mediados de la década de 1970, Dios levantó una tercera voz profética, esta vez extranjera. Fue el novelista ruso ganador del Premio Nobel, Aleksandr Solzhenitsyn.

Solzhenitsyn fue despojado de su ciudadanía soviética en 1974 y se vio obligado a abandonar la Unión Soviética. Tras vagar un tiempo por Europa, acabó en Estados Unidos, viviendo en el estado de Vermont.

En 1978, tres años después de su llegada a Estados Unidos, fue invitado a hablar en la ceremonia de graduación en la Universidad de Harvard. Llegó al campus como un héroe. Partió como un paria. Eso es porque la facultad de Harvard esperaba que lanzara un ataque contra el totalitarismo comunista. En cambio, se centró en lo que consideraba las tendencias más peligrosas de la sociedad estadounidense.15

Mencionó nuestra falta de coraje para enfrentarnos al mal en el escenario internacional. Condenó nuestra tendencia a tratar de resolver todos los problemas a través de nuestro sistema legal en lugar de nuestros funcionarios electos. Criticó duramente a la prensa por su “falta de responsabilidad moral”. Finalmente, condenó lo que llamó “la degradación moral de la sociedad estadounidense” — mencionando específicamente el “estupor televisivo”, la “música intolerable” y “la decadencia general del arte”.

Concluyó haciendo una pregunta crucial: “¿Cómo declinó Occidente de su marcha triunfal a su enfermedad actual?”. Su respuesta: “Elevando al Hombre sobre Dios, en la medida en que el Hombre es visto como el centro de todo lo que existe”.16

Luego observó que la filosofía impía del humanismo se ha convertido en la religión del mundo occidental. Y afirmó que el humanismo siempre conduce al materialismo, y el materialismo produce “pobreza moral”.17

Fue una presentación desafiante y sorprendente, que en realidad fue abucheada en algunos lugares por la intelectualidad de Harvard.

Pero Solzhenitsyn tenía más que decir a nuestra nación, y lo hizo cinco años después, en 1983, cuando recibió el Premio Templeton, que se otorga anualmente a una persona que ha hecho una contribución importante a “la dimensión espiritual” de la vida. Éste es su famoso discurso en el que declaró que todos los horrores de Rusia se debían al hecho de que “los hombres se han olvidado de Dios”.18

Concluyó este discurso declarando que “la salvación humana no se puede encontrar simplemente haciendo dinero”. En cambio, declaró que “la única esperanza para el mundo occidental era que nosotros nos comprometiéramos en una búsqueda decidida de la cálida mano de Dios, que hemos rechazado con tanta temeridad y confianza en nosotros mismos”.19

Don Wildmon

Una vez más, a mediados de los 70, Dios levantó una poderosa voz profética en el lugar más inesperado: Tupelo, Mississippi. Era un pastor humilde que se cansó de la creciente inmundicia en la televisión. Como resultado, en 1976 decidió convocar un boicot nacional a la televisión durante una semana. Fue un llamado que resonó entre los cristianos de todo el país y resultó en el establecimiento de un ministerio poderosamente ungido que llegó a conocerse como la Asociación de la Familia Estadounidense.

En 1978, sus voluntarios, que estaban monitoreando la programación de televisión en las principales cadenas, hicieron un descubrimiento sorprendente: Sears era uno de los principales anunciantes de programas que Wildmon consideraba moralmente inaceptables. Esto condujo a una gran cruzada contra Sears, y la corporación respondió positivamente cortando su patrocinio de los programas. Este éxito espectacular impulsó a Wildmon al centro de atención de los medios seculares y hostiles, y convirtió a Wildmon de un cruzado a un profeta.

Cuando Wildmon comenzó su ministerio, su único objetivo era combatir las blasfemias, el sexo y la violencia en la televisión. Pero, a medida que pasaron los años, se dio cuenta de que estaba en una batalla por la civilización occidental y que Dios lo había llamado a hablar en nombre de los valores cristianos básicos dondequiera que pudieran ser atacados. Su respuesta fue ampliar su alcance de un simple enfoque en la televisión a una defensa del consenso judeocristiano de Estados Unidos dondequiera que fuera asaltado por las fuerzas agresivas del humanismo.

Este alcance ampliado se reveló en un discurso muy importante que fue invitado a pronunciar ante el prestigioso e influyente Consejo de Asuntos Mundiales de Los Ángeles en abril de 1982. En este discurso, Wildmon comenzó a hablar como un profeta, señalando los pecados de nuestra nación y advirtiendo de sus consecuencias.20

Aunque su audiencia era completamente secular, Wildmon comenzó citando las Escrituras:21

Hace años, un simple fabricante de tiendas de campaña judío pronunció estas palabras: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Esa verdad es tan válida para una nación como para un individuo. La verdad de las palabras de Pablo de Tarso es evidente en nuestro país hoy. Desde hace más de una generación nuestra sociedad viene sembrando semillas que hoy están dando sus frutos. La verdad se puede rechazar, pero no se puede evitar.

Luego se lanzó a una breve reseña de la herencia religiosa de nuestra nación, argumentando que “bajo el corazón de los Estados Unidos siempre existió una fuerte creencia en la mano guía de un Ser Divino”.22 Luego afirmó: “Hoy, la creencia parece estar muriendo lentamente, empujado a un lado por aquellos cuya religión es el interés propio y la autocomplacencia”.23

Señaló que había surgido en la nación una “actitud antirreligiosa”, que “nadie se hubiera atrevido a predecir hace una generación”.24 Continuó:25

Tan fuerte es esta actitud antirreligiosa que, en la atmósfera actual, sería imposible que el Congreso hiciera de la Navidad un feriado legal; poner “En Dios Confiamos” en nuestras monedas; incluir en el Juramento a la Bandera la frase “Una nación bajo Dios”; tener un capellán que abra las sesiones del Congreso con una oración, o incluso permitir que nuestras fuerzas armadas tengan capellanes.

En este punto, Wildmon se concentró en el problema fundamental: “El ateísmo y el agnosticismo, con sus hijastros del humanismo, el hedonismo y el materialismo, pueden no ser las religiones oficiales de nuestro país, pero se han convertido en la religión práctica aceptada por muchos en posiciones clave de influencia”. 26 Continuó con la observación de que “toda religión o filosofía que nos enseña a usar a las personas y a amar las cosas es enemiga natural de la fe cristiana, que nos enseña a amar a las personas y a usar las cosas”.27

Wildmon cerró esta poderosa y perspicaz presentación al hablar de las consecuencias inevitables de abandonar nuestra herencia judeocristiana:28

Lo que está en juego es si seguiremos siendo un país que acepta el concepto judeocristiano del bien y el mal, o si daremos la espalda a siglos de progreso para abrazar el ateísmo práctico.  

. . .Podemos tener una sociedad que reconozca a Dios y Sus estándares morales, o podemos tener una sociedad que reconozca los “estándares morales de Hollywood que se inventan sobre la marcha”. Sin embargo, no podemos tener a ambos como iguales.

Luego concluyó como comenzó, recordando a su audiencia que “una nación que le da la espalda a Dios y a sus normas morales, cosechará lo que siembre. . . Estamos empezando a aprender que la fiesta ha terminado. Es hora de pagarle al violinista”. 29 Tristemente, Wildmon solía decir que sus mayores detractores eran los pastores que le escribían y se burlaban de él diciendo: “Estás haciendo girar las ruedas y perdiendo el tiempo. Piénsalo: te has estado oponiendo a la inmoralidad en nuestra nación durante años, y sigue empeorando. No estás ganando”.30

Su respuesta: “Dios no me llamó para ganar; Me llamó a resistir. No ganaremos hasta que Jesús regrese. Pero mientras tanto, ¡debemos resistir!”31

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)

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