jueves, 11 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 1 (parte 1 de 3)

¿Hay Alguna Esperanza Para Israel?

Por Dr. David R. Reagan


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Lo crea o no, la gran mayoría de los cristianos profesantes en el mundo de hoy, tanto católicos como protestantes, responderían a esta pregunta con un rotundo “¡NO!”. Esto se debe a que se les ha enseñado que, debido al hecho de que los judíos rechazaron a Jesús como su Mesías y lo crucificaron, Dios derramó Su ira sobre ellos en el año 70 d. C., destruyendo su ciudad capital, su Templo y su nación. Y, desde entonces, la Iglesia ha reemplazado a Israel.

Desde el punto de vista de la mayoría de los cristianos, los judíos han sido condenados por Dios a vagar por la tierra sin rumbo fijo y a ser perseguidos donde quiera que vayan. El pueblo de Dios, que alguna vez fue amado, se ha convertido en el pueblo eternamente rechazado.

Aquí, en resumen, está la afirmación que la Iglesia ha hecho con respecto a los judíos durante los últimos 2,000 años:

Los judíos pueden haber sido el pueblo escogido de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento, pero ya no. Rechazaron a Dios como rey de su nación, y a Jesús como rey de sus corazones. Dios derramó Su ira sobre ellos en el año 70 d. C., los dejó a un lado permanentemente y los reemplazó con la Iglesia. Están desprovistos de cualquier esperanza futura. Han recibido lo que se merecen.

¿Rechazados por Dios?

Bueno, ¿qué pasa con eso? ¿Han dejado los judíos de ser el pueblo escogido de Dios?

  • ¿Se ha desentendido Dios de ellos? 
  • ¿Los ha reemplazado Dios con la Iglesia? 
  • ¿Ha transferido Dios sus promesas a la Iglesia? 
  • ¿Han perdido toda esperanza como nación? 
  • ¿Están desprovistos de cualquier papel en los tiempos del fin?

Durante 2,000 años, la Iglesia, tanto católica como protestante, ha respondido a todas estas preguntas con un “¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!”.

Mi opinión es que la respuesta a todas las preguntas debería ser “¡No! ¡No! ¡No!”.

Las Cuestiones Básicas

Vayamos a las Escrituras para considerar cuatro cuestiones que estas preguntas plantean acerca de Israel:

1) La permanencia de Israel: ¿Los ha rechazado Dios? 

2) La posición de Israel: ¿Los ha reemplazado Dios? 

3) La promesa de Israel: ¿Los ha abandonado Dios?

 4) El propósito de Israel: ¿Todavía tiene Dios uno para ellos?

La Permanencia de Israel

Comencemos con una consideración de la permanencia del judío. El primer símbolo de Israel presentado en la Biblia se encuentra en Éxodo 2. Es la zarza ardiente que no podía ser consumida por el fuego. Era un símbolo profético de la existencia eterna de la nación de Israel. Este hecho se afirma además en otros pasajes de las Escrituras. Considere, por ejemplo, las palabras pronunciadas por el rey David a Dios en 2 Samuel 7:24: “Has establecido para ti a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre; y tú, oh SEÑOR, has llegado a ser su Dios” (énfasis añadido).

Jeremías declara la misma promesa en términos poderosos. Comienza con lo que yo llamo la “firma de Dios” (Jer. 31:35):

Así ha dicho el SEÑOR, quien da el sol para luz del día, y la luna[c] y las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar de manera que rugen sus olas — el SEÑOR de los Ejércitos es su nombre . . .

Ahora, habiéndose identificado claramente, Dios procede a garantizar la existencia permanente de Israel (Jer. 31:36):

Si esas leyes faltaran delante de mí, dice el SEÑOR, entonces la descendencia de Israel dejaría de ser nación delante de mí perpetuamente.

Jeremías entonces enfatiza la promesa de otra manera (Jer. 31:37):

Así ha dicho el SEÑOR: “Si se pueden medir los cielos arriba y se pueden explorar los cimientos de la tierra abajo, entonces yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice el SEÑOR.

Lo que Dios está diciendo aquí es que la nación de Israel existirá siempre y cuando el sol salga y se ponga, y las estaciones del año vayan y vengan. Y luego, para enfatizar Su punto, el Señor declara que la nación de Israel continuará existiendo hasta que todos los cielos de arriba y los cimientos de la tierra de abajo hayan sido explorados y medidos. En otras palabras, Israel está aquí para quedarse.

Una expresión muy dramática de esta verdad se puede encontrar en lenguaje simbólico en Isaías 49:14-16. El pueblo judío es retratado preguntando a Dios por qué los ha abandonado y olvidado. El Señor responde a su pregunta con una pregunta: “¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre?”. Entonces Dios responde a Su pregunta afirmando que es posible pero no probable, pero añade: “. . . yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada . . .”. Piénselo, ¡Dios tiene al pueblo judío tatuado en Sus manos!

En otro pasaje, que se encuentra en Jeremías, el profeta cita a Dios diciendo que todas las naciones dejarán de existir excepto Israel (Jer. 30:11):

Porque yo estoy contigo para salvarte, dice el SEÑOR. Ciertamente haré exterminio en todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero en ti no haré exterminio, sino que te castigaré con justicia. De ninguna manera te daré por inocente.

Estos pasajes enseñan claramente que Dios tiene la intención de preservar a Israel como nación, y Él ha mantenido esa promesa durante 2,000 años, a pesar de la dispersión y persecución del pueblo judío.

La implicación clara es que Dios tiene un propósito continuo para el pueblo judío — pero llegaremos a eso más adelante.

La Posición de Israel

¿Qué pasa con la posición del judío? ¿Ha reemplazado Dios a Israel con la Iglesia?

Veamos lo que el apóstol Pablo tenía que decir. En Romanos 9:3-4, hace una fuerte afirmación con respecto a la relación continua entre Dios y el pueblo judío:

3) Porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne.

4) Ellos son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas.

Esto fue escrito años después de la Cruz. La Iglesia había sido establecida. Sin embargo, con respecto a los judíos, Pablo habla de:

Su condición continua de hijos adoptivos

Sus pactos continuos 

Sus promesas continuas

No habla de ninguna transferencia de pactos o promesas a la Iglesia. El hecho es que los Pactos Abrahámico y Davídicos que Dios hizo con los judíos son incondicionales y eternos (Gn. 13:14-15 y 2 S. 7:13).

Y el Nuevo Pacto, prometido a los judíos en el Antiguo Testamento (Jer. 31:31-34), y que entró en vigor tras la muerte de Jesús, se ha ampliado para incluir a los creyentes gentiles. Pero sigue siendo una promesa a Israel, y no se cumplirá hasta que los judíos vuelvan sus corazones a Dios y reciban a Su Hijo como su Mesías.

Sin embargo, la mayoría de los cristianos que defienden la Teología del Reemplazo argumentan: “Los judíos rechazaron a Jesús; por lo tanto, Dios los rechazó”.

Suena muy razonable, pero de nuevo, veamos lo que Pablo tiene que decir en Romanos 3:

1) ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? . . . 

2) Mucho, en todo sentido. Primeramente, que las palabras de Dios les han sido confiadas. 

3) ¿Qué, pues, si algunos de ellos han sido infieles? ¿Acaso podrá la infidelidad de ellos invalidar la fidelidad de Dios? 

4) ¡De ninguna manera! Antes bien, sea Dios veraz aunque todo hombre sea mentiroso . . .

Como puede ver, la respuesta de Pablo es exactamente lo opuesto a la respuesta de la Teología del Reemplazo. Él niega enfáticamente que Dios haya invalidado Sus promesas al pueblo judío debido a su incredulidad.

Pablo enfatiza el punto de nuevo en Romanos capítulo 11 en términos inequívocos:

1) Por tanto, pregunto: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Porque yo mismo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. 

2) Dios no rechazó a su pueblo, al cual conoció de antemano . . .

¿Cómo podría haber algo más claro que esto? Ahora, usted puede entender por qué Romanos 3 y Romanos 9-11 han sido ignorados en la enseñanza cristiana.

Pablo continúa con su argumento a favor de los judíos en Romanos 11:

18) No te jactes contra las demás ramas. Pero aunque te jactes en contra de ellas, no eres tú [creyentes gentiles] quien sustentas a la raíz sino la raíz [Israel] a ti.

23) Y ellos [los judíos] también, si no permanecen en incredulidad, serán injertados; porque Dios es poderoso para injertarlos de nuevo.

25) Hermanos, para que no sean sabios en su propio parecer, no quiero que ignoren este misterio: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.

26) Y así todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el libertador; quitará de Jacob la impiedad,

27) Y éste será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.

28) Así que, en cuanto al evangelio son enemigos por causa de ustedes, pero en cuanto a la elección son amados por causa de los padres;

29) porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. (Énfasis añadido en los versículos 26, 27 y 29).

Una vez más, Pablo deja claro que Dios no ha terminado con el pueblo judío. Él ha hecho un pacto de salvación con ellos, y está decidido a llevarlo a cabo hasta su cumplimiento.

El versículo 26 a menudo causa confusión. La gente siempre me llama y me pregunta: “¿Significa esto que todos los judíos van a ser salvos?”.

La respuesta es: “¡No!”. Y el contexto lo deja claro. En el capítulo 9, al llegar a este pasaje, Pablo cita un versículo de Isaías: “También Isaías proclama con respecto a Israel: Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, el remanente será salvo” (Ro. 9:27). El remanente estará formado por aquellos judíos que vivan hasta el final del período de la Tribulación y acepten a Jesús como su Mesías.

Un Repaso

Hagamos una pausa para hacer un repaso:

1) Dios no ha rechazado a Israel. 

2) Tampoco los ha reemplazado. 

3) Los judíos están actualmente bajo disciplina.

Y permanecerán bajo disciplina hasta que se vuelvan a Dios en arrepentimiento y acepten a Jesús como su Mesías.

La Promesa de Israel

Esto nos lleva a nuestra tercera cuestión: la Promesa de los judíos.

Dios ha hecho una promesa a Israel que tiene la intención de cumplir. Es una promesa de que un día la nación de Israel se convertirá en la nación principal del mundo y que todas las bendiciones de Dios fluirán a través del pueblo judío. Hay muchas escrituras del Antiguo Testamento que se refieren a esta promesa. Uno de los más elocuentes se encuentra en Isaías 2:

2) Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa del SEÑOR será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él todas las naciones. 

3) Muchos pueblos vendrán y dirán: “Vengan, subamos al monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas”. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.

4) Él juzgará entre las naciones y arbitrará entre muchos pueblos. Y convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.

Esta promesa de prominencia mundial es incondicional y se reconfirma en detalle en Isaías 60-63. La promesa no se ha cumplido hasta el día de hoy. El carácter de Dios, como alguien que nunca miente y que siempre es fiel en cumplir Sus promesas, requiere que Él cumpla esta promesa en algún momento en el futuro.

Lea la parte 2 aquí

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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