lunes, 26 de marzo de 2018

La Resurrección de Jesús – Parte 3

Su Realidad y Esencialidad




4) Hipnosis — Otra teoría moderna es que los discípulos experimentaron hipnosis masiva. Los defensores de esta idea argumentan que los discípulos querían tan desesperadamente que Jesús se levantara de entre los muertos que crearon un aura de autosugestión (o hipnosis mental) y, por lo tanto, cada vez que el nombre de Jesús era mencionado, Sus discípulos creían que podían verlo.

Ahora, la hipnosis masiva es una probabilidad, incluso de hasta 500 personas, dado precisamente el tipo correcto de ambiente controlado y el adecuado medio masivo como la radio, la televisión, o el cine. Pero la hipnosis masiva sin alguna forma de medios de comunicación masivos, y sin un hipnotista profesional, y sin las condiciones ideales, está completamente fuera del ámbito del razonamiento sensato. 

Entonces, les pregunto, ¿cómo pudieron 500 personas al aire libre de un país, antes de la invención de los medios masivos, y antes del descubrimiento de la hipnosis, estar sujetos a la hipnosis masiva? ¿Y cómo explica esto el hecho de la tumba vacía? Creo que es obvio que los escépticos le están buscando una quinta pata al gato. 

5) Desmayo — Esto nos deja con una teoría centenaria que ha sido resucitada y popularizada por un cristiano apóstata llamado Hugh Schonfield. Es llamada la “teoría del desmayo”.

Ésta es la idea de que Jesús realmente no murió en la cruz. En cambio, simplemente se desmayó y luego se despertó tres días después. Schonfield revivió esta idea en 1965 en su libro llamado The Passover Plot.3 (El Complot de la Pascua).

El Sr. Schonfield nos pide que creamos que después de que Jesús fue azotadoy crucificado, y después de que Él estuvo en una tumba fría y húmeda durante tres días sin comida ni agua, de repente revivió, removió sus envolturas fúnebres, hizo rodar la piedra, y corrió por todo el país durante 40 días sin el beneficio de siquiera una dosis de penicilina o una vacuna antitetánica. ¡Sólo un tonto podría creer tales tonterías!

6) Nostalgia — Hay otra teoría que se ha vuelto muy popular entre los modernos teólogos liberales. Es lo que yo llamo la “teoría de la nostalgia”. Es la idea que mencioné anteriormente que la Resurrección ocurrió sólo en los corazones de los discípulos. 

Un concepto tan ridículo es una consecuencia natural de la apostasía liberal, ya que los deja con la clase de Jesús que les gusta — uno que era sólo humano. Su “mesías” resulta ser un hombre que tenía buenas intenciones, pero que en realidad era un tonto iluso que creía que era Dios en la carne.

Esta teoría niega las bien documentadas apariciones posteriores a la Resurrección de Jesús y, como todas las otras teorías, no logra explicar por completo el hecho de la tumba vacía. 

Un Resumen

La tumba de Jesús estaba vacía. Estaba vacía, no porque fuera la tumba equivocada. Tampoco estaba vacía porque el cuerpo había sido robado. 

El hecho de la tumba vacía no estaba basado en alucinaciones o hipnosis. Ciertamente no estaba basado en sueños o ilusiones. ¡La tumba estaba vacía! Ése es un hecho histórico.

Pero permítanme apresurarme a decir que la mayor evidencia de la resurrección de Jesús no es la tumba vacía.

Evidencia Poderosa

La mayor evidencia de la Resurrección en la Escritura se ve en las vidas transformadas de los discípulos de Jesús. Porque 50 días después de Su crucifixión, Sus discípulos se habían transformado milagrosamente de un grupo de individuos derrotados, frustrados y sin esperanza, en una confiada banda de soldados cristianos decididos a ganar el mundo para su Señor.


El propio hermano de Jesús, Jacobo, quien no creía en Él mientras estaba vivo, se convirtió en el líder de la Iglesia en Jerusalén. Pedro, quien lo negó tres veces en un ataque de cobardía, comenzó a proclamarlo valientemente, incluso ante el propio Concilio Sanedrín que había condenado a muerte a Jesús (Hechos 4:1-12). Un joven cristiano llamado Esteban, dio su vida por Jesús (Hechos 7:51-60). Y el perseguidor más despiadado de la Iglesia, Saulo de Tarso, se convirtió en el misionero más grande en la historia de la Iglesia, todo porque se encontró con el Señor resucitado en el camino a Damasco (Hechos 9:1-9). Le pregunto, ¿qué más evidencia uno podría exigir?

La Evidencia más Convincente

Bueno, hay más evidencia, y considero que es la evidencia más convincente de todas. Tengo en mente la forma en la que las vidas de las personas continúan siendo transformadas hoy a través de su encuentro con un Jesús viviente. 

¿Lo ha conocido? ¿Ha nacido de nuevo al poner su fe en Él? Romanos 10:9 dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

La salvación se encuentra en una relación personal con un Jesús viviente. Así es como Jesús lo expresó: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Cuando uno de los discípulos de Jesús llamado Tomás, finalmente lo encontró después de Su resurrección, clamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” Jesús respondió: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:28-29). Lo desafío a creer en el Señor resucitado, “para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).


Si desea conocer más acerca de este tema, visite nuestra sección:
»» La Resurrección de Jesús en la Profecía
Lea la parte 1 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:
The Resurrection of Jesus


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Notas

1) Gran parte del material en este artículo con respecto a la evidencia de la Resurrección fue extraído de cintas de audio de presentaciones hechas por Walter Martin en la década de 1970. Su hija, Jill Rische, ha hecho que estas cintas estén disponibles en Internet en www.waltermartin.com

2) Gary R. Habermas, “Explaining Away Jesus’ Resurrection: The Recent Revival of Hallucination Theories,” www.garyhabermas.com/articles/crj_explainingaway/crj_explainingaway.htm#ch3.

3) Hugh Schonfield, The Passover Plot (New York, NY: Bantam Books, 1965).

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