viernes, 7 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 6 (parte 1 de 2)

La Evidencia del Nacimiento Virginal

Por Dr. David R. Reagan

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El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. — Mateo 1:18-21

Me gustaría comenzar afirmando mi tesis desde el principio: La creencia en el nacimiento virginal de Jesús es absolutamente esencial para la fe cristiana

Negar el nacimiento virginal es negar la deidad de Jesús, y si Jesús no fue Dios en la carne, entonces usted y yo no tenemos esperanza en absoluto.

Una Doctrina Bajo Ataque

Y, sin embargo, a pesar de la centralidad y la esencialidad de la doctrina del nacimiento virginal, no hay doctrina en toda la cristiandad que haya sido más denigrada y ridiculizada.

Considere a Thomas Jefferson. Él era un deísta que rechazaba lo sobrenatural. Produjo su propia versión del Nuevo Testamento. Fue un trabajo de cortar y pegar que eliminó el nacimiento virginal, todos los milagros de Jesús y, por supuesto, Su resurrección. En cuanto al nacimiento virginal, Jefferson escribió:

Llegará el día cuando la generación mística [concepción] de Jesús por el Ser Supremo como su padre, en el vientre de una virgen, se clasificará con la fábula de la generación de Minerva en el cerebro de Júpiter.1

A principios del siglo XX, cuando la Escuela alemana de la Alta Crítica invadió este país, el portavoz principal de ese punto de vista liberal era Harry Emerson Fosdick, el pastor de la Iglesia Riverside en la Ciudad de Nueva York. Aquí está su observación condescendiente concerniente al nacimiento virginal: “Por supuesto que no creo en el nacimiento virginal…No conozco a ningún ministro inteligente que lo haga”.2

En su libro, In Quest of Jesus (En Búsqueda de Jesús), publicado en 1983, W. Barnes Tatum, un profesor del Greensboro College en Carolina del Norte, llamó al nacimiento virginal una “ficción teológica”.3

Hans Kung, el renombrado teólogo católico que ha sido censurado por su iglesia por sus ideas heréticas, tenía esto que decir sobre el nacimiento virginal: “Aunque el nacimiento virginal no puede entenderse como un evento histórico-biológico, puede  considerarse como un hecho significativo, al menos para esa época”.4

El teólogo Robert Funk, el fundador y líder del notorio Seminario Jesús, escribió estas palabras sobre el nacimiento virginal:

El nacimiento virginal de Jesús es un insulto a la inteligencia moderna y debería abandonarse. Además, es una doctrina perniciosa que denigra a las mujeres.5

Y luego, por supuesto, está John Shelby Spong, el ex Obispo Episcopal de Newark, Nueva Jersey, que es conocido por sus opiniones apóstatas. Esto es lo que tenía que decir acerca del nacimiento virginal:

Con el tiempo, el relato del nacimiento virginal se unirá a Adán y Eva…como elementos mitológicos claramente reconocidos en nuestra tradición de fe cuyo propósito no era describir un evento literal, sino capturar las dimensiones trascendentes de Dios en las palabras y conceptos terrenales de los seres humanos del primer siglo.6

En otras palabras, el nacimiento virginal, como la historia de Adán y Eva, es sólo un mito inventado por gente primitiva e ignorante.

El Significado de Estos Ataques

Ahora, ¡lo sorprendente acerca de todos estos ejemplos es el hecho de que cada una de las personas que he citado es un cristiano profesante! Por lo tanto, no estoy hablando de ataques de ateos o gnósticos. Sus ataques son esperados. Estoy hablando de ataques de cristianos profesantes.

Y para que no piense que este tipo de incredulidad es característica sólo de los cristianos liberales, echemos un vistazo a Rob Bell. Él es el pastor de una mega iglesia llamada Mars Hill Church que está ubicada en Gran Rapids, Michigan. Y él es uno de los líderes de lo que es llamado el Movimiento de la Iglesia Emergente, un movimiento que afirma ser evangélico, pero en realidad, es apóstata. 

En su éxito de librería, Velvet Elvis (Elvis de Terciopelo), subtitulado Repainting the Christian Faith (Repintando la Fe Cristiana), Rob escribió estas palabras acerca del nacimiento virginal:

Si descubriera que Jesús tuvo un padre terrenal llamado Larry, encontraran la tumba de Larry, tomaran muestras de ADN y demostraran sin lugar a dudas que el nacimiento virginal era realmente un poco de mitología… ¿Podría seguir siendo un cristiano?7

Observe cuán sutil es con esta declaración. Sin negar el nacimiento virginal, procede a arrojar toda clase de dudas al respecto, y en el proceso deja claro que si se trata de un mito, no pondría en peligro su fe, porque obviamente no lo considera esencial para el cristianismo. 

Nacimientos Asombrosos

Entonces, ¿qué acerca de ello? ¿Es el nacimiento virginal sólo un poco de mitología? ¿Hace alguna diferencia para la fe cristiana?

La Biblia nos habla acerca de muchos nacimientos notables. Por ejemplo, está el nacimiento de Isaac de padres de casi 100 años de edad. Y luego están los nacimientos de Sansón, Samuel y Juan el Bautista — todos los cuales nacieron de mujeres con úteros estériles.

De forma similar, ha habido algunos nacimientos notables desde los tiempos bíblicos — como los quintillizos Dionne en Canadá en 1934, el primer nacimiento de este tipo en el que los cinco sobrevivieron la infancia. En 1974, en Sudáfrica, la familia Rosenkowitz dio a luz a séxtuples, de nuevo, el primer nacimiento de este tipo en el que todos los seis sobrevivieron. Y luego estaba los septillizos McCaughey, nacidos en Iowa en 1997. Sólo para ser superados por los óctuples Suleman, nacidos en California en 2009.

Pero ninguno de estos nacimientos, por espectaculares como puedan haber sido — ninguno de ellos es el más espectacular de los tiempos modernos. El nacimiento más asombroso desde los tiempos bíblicos tendría que ser el de Louise Brown en Lancashire, Inglaterra el 25 de julio de 1978. Fue el primer bebé concebido fuera del cuerpo humano — el primer “bebé de probeta”.

La historia da testimonio de matrices estériles hechas fértiles. La historia atestigua sorprendentes nacimientos múltiples. La historia atestigua la concepción fuera del útero. 

Pero ninguno de estos nacimientos es tan asombroso, tan milagroso, y estupendo como el nacimiento de Jesús de Nazaret — el nacimiento proclamado a los pastores de Belén por los ángeles de Dios. El nacimiento de Jesús de Nazaret es el nacimiento más excepcional de toda la historia registrada, ya que la Biblia nos dice que nació de una virgen. 

Y ahí es donde me gustaría que vayamos ahora mismo — a la Biblia. Comencemos nuestro estudio del nacimiento virginal examinando las Escrituras. 

El Nacimiento Virginal de Jesús

Para preparar el escenario para nuestro estudio, consideremos un pasaje de Mateo 1, versículos 18-21. Voy a presentar estos versículos de una versión de la Biblia con la que quizás no estén familiarizados. Se llama el Nuevo Testamento Judío. Es una traducción de David Stern, un judío mesiánico que vive en Jerusalén.8

El propósito de esta traducción es mostrar que el Nuevo Testamento es un libro que fue escrito por judíos y que está inmerso en la cultura judía. Lo hace restaurando los nombres judíos de las personas y lugares que han sido anglicados en nuestras traducciones inglesas. Considere cuidadosamente este pasaje muy familiar:

18 He aquí de qué modo tuvo lugar el nacimiento de Yeshúa el Mesías. Cuando su madre Miryam quedó comprometida en matrimonio con Yosef, antes de que se casasen, se descubrió que ella estaba embarazada por el Ruach HaKodesh (el Espíritu Santo).

19 Su futuro marido, Yosef, era un hombre justo, de manera que hizo planes para romper en silencio el compromiso, en lugar de que ella se viese sometida a la vergüenza pública. 

20 Pero mientras estaba pensando en esto, se le apareció en sueños un ángel de ADONÁI y le dijo: “Yosef, hijo de David, no temas llevarte a Miryam a casa como tu mujer porque lo que ha sido concebido en ella lo ha sido por el Ruach-HaKodesh.

21 Ella dará a luz un hijo, y tú deberías ponerle por nombre Yeshúa (que quiere decir: “ADONÁI salva”) porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados”.

22 Todo esto sucedió a fin de que se cumpliese lo que ADONÁI había dicho por medio del profeta:

23 “La virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarán su nombre Emmanuel (el nombre significa “Dios está con nosotros”).

El Ataque Satánico

Como puede ver, la Biblia afirma claramente que Jesús nació de una virgen. Y no creo que sea exagerado decir que Satanás odia el hecho del nacimiento virginal. Lo odia porque éste atestigua la divinidad de Jesús, y Satanás está determinado a hacer todo lo posible para convencer al mundo de que Jesús era sólo un hombre.

Como ejemplo, considere una de las canciones contenidas en el popular musical de Broadway y película llamada, “Jesucristo Superestrella”. En una de las escenas clave en la producción, María Magdalena entona una canción acerca de Jesús mientras está durmiendo. Las palabras van así (énfasis añadido):9

Yo no sé cómo amarle
Ni qué hacer, cómo hablarle
Él cambió algo en mí 
Ya no soy la misma, soy otra mujer
Desde que me miró. 

No puedo comprenderlo 
me emociono con verlo, 
Sé que es un hombre más 
Y he tenido tantos, debo saber, 
Que es un hombre más, sólo uno más.

Observe las palabras, “es un hombre más, sólo uno más, es sólo un hombre”. Satanás ha orquestado ataques como éste contra el hecho del nacimiento virginal desde que fue proclamado a los pastores en Belén.

Los filósofos y científicos se burlan de él como nada más que un “mito infantil”. Los líderes judíos, desde los primeros tiempos, lo han calificado como “un engaño cruel”. Lo más triste de todo es que muchos teólogos cristianos modernos afirman que es “una leyenda no esencial”.

¡Los ataques de Satanás han sido muy exitosos!

Hoy en día, el nacimiento virginal es negado flagrantemente en muchos seminarios cristianos. De hecho, me atrevería a decir que es la doctrina más ridiculizada de la fe cristiana. Generalmente es desestimada como nada más que un “mito recién llegado” imaginado por un grupo de pastores ignorantes en el primer siglo.

Esta observación está apoyada por las encuestas. En 1998, el grupo Harris realizó una encuesta a más de 7,000 clérigos en los Estados Unidos, y encontró los siguientes porcentajes de clérigos que niegan el nacimiento virginal:10

19% del clero luterano estadounidense

34% de pastores bautistas estadounidenses

44% de sacerdotes episcopales

49% de ministros presbiterianos

60% del clero metodista

79% de pastores congregacionales

Esta incredulidad entre el clero está afectando al público general estadounidense. En 1998, el año en que se realizó la encuesta al clero, el 83% de los estadounidenses creían en el nacimiento virginal. Diez años después, ese porcentaje había caído más de 20 puntos a 61%.11

Sin embargo, ¡estas encuestas muestran que entre el público general hay mucha más fe en la Palabra de Dios que entre el clero!

Ambivalencia en la Época de Jesús

Lo interesante es que esta ambivalencia acerca del origen de Jesús no es nada nuevo. Incluso en la época de Jesús, Su origen era una cuestión de ambivalencia y especulación constante.

En Juan 6 se nos dice que los líderes judíos se burlaron de Su afirmación de que había venido del cielo. Ellos dijeron, “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?”.

En Juan 7 se nos dice que algunos de los residentes de Jerusalén rechazaron la afirmación de Jesús de ser el Mesías porque dijeron, “Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea”.

Y, en Juan 8, se nos dice que algunas de las personas acusaron a Jesús de haber nacido de fornicación, mientras que otros afirmaron que era un samaritano mestizo.

Otra cosa interesante es que Jesús mismo reveló la razón de toda esta ambivalencia acerca de Su origen. Esto es lo que Él tenía que decir al respecto en Mateo 16:13-17

13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Note cuidadosamente el último versículo. Jesús dijo que Su divinidad había sido revelada a Pedro por Dios el Padre. El punto es que la única forma en la que alguien podrá conocer la deidad de Jesús es mediante una revelación divina de parte de Dios. El hombre nunca llegará a este conocimiento a través de la filosofía, la teología o la ciencia. Debe ser revelado.

El hombre, a través de su propio conocimiento, siempre concluirá que Jesús fue un gran erudito, un maestro inspirado, un profeta visionario, un líder moral — o lo que sea.

Pero el hombre, razonando por sí mismo, siempre perderá el hecho central de que Jesús es el Hijo del Dios Viviente. Y, por lo tanto, el hombre operando en la carne siempre negará el nacimiento virginal, porque el nacimiento virginal y la deidad de Jesús son inseparables.

Si Jesús es Dios, entonces debe nacer de Dios. No puede nacer de padres humanos. Por lo tanto, mi posición es que negar el nacimiento virginal es negar la deidad de Jesús.

Como ve, sin el nacimiento virginal, Jesús es — en las palabras del musical de Broadway — “sólo un hombre más”, nacido con la defectuosa naturaleza pecaminosa que todos heredamos de Adán. Y si Jesús es sólo otro hombre, entonces usted y yo no tenemos esperanza alguna. Es por eso que el nacimiento virginal no es un asunto periférico. Es fundamental para la fe cristiana.

La Esencialidad del Nacimiento Virginal

Centrémonos por un momento en la esencialidad del nacimiento virginal. ¿Por qué es tan importante para la fe cristiana? Yo diría que hay tres razones.

En primer lugar, se relaciona con la integridad de la Biblia como la Palabra de Dios. La Biblia dice rotundamente que Jesús nació de una virgen. Si eso no es cierto, entonces, ¿qué podemos creer en la Biblia? Si lo que ella dice acerca del nacimiento de Jesús es ficción, ¿entonces como podemos creer lo que dice acerca de Su muerte y resurrección?

En segundo lugar, se relaciona con la integridad de Jesús como el Mesías. Para que Jesús fuera nuestro Salvador, tres condiciones debían cumplirse:

a) Él tenía que ser Humano. Ningún ángel podía morir por nuestros pecados.

b) Él tenía que ser Divino. Un simple mortal no podía soportar el precio infinito que debía pagarse por nuestros pecados.

c) Él tenía que ser Inmaculado. Un pecador no podía morir por los pecados de otros.

El nacimiento virginal garantizó el cumplimiento de estas tres condiciones:

a) Debido a que nació de María, Él era Humano.

b) Debido a que fue concebido por el Espíritu Santo, Él era Divino.

c) Debido a que nació santo, sin una naturaleza pecaminosa, Él estaba calificado para servir como nuestro Salvador.

Este último punto es extremadamente importante. Verá, aunque Adán y Eva pecaron, Dios le asignó la responsabilidad a Adán (Génesis 3:17-19). Romanos 5:12-21 enfatiza este punto. Afirma que, así como la muerte entró al mundo a través del pecado de un hombre, Adán, y dio lugar a la condenación para todos los hombres, así también, la esperanza de la vida y la justificación han llegado a través de un hombre, Jesucristo.

El punto es que la naturaleza pecaminosa es transmitida por el padre, y por lo tanto, para que Jesús naciera sin una naturaleza pecaminosa, tenía que nacer sin un padre terrenal. Y esto nos lleva a otro punto importante. No fue el nacimiento de Jesús lo que fue milagroso. Él estuvo en el vientre de María durante 9 meses y nació como usted y como yo. Lo que fue milagroso fue Su concepción. En un gran milagro de creación, fue colocado en el vientre de María por el Espíritu Santo.

El Dr. Henry Morris, fundador del Instituto para la Investigación del Creacionismo, describe el proceso en estas palabras:

El cuerpo creciendo en el vientre de María debe haber sido especialmente creado en perfección completa, y colocado allí por el Espíritu Santo, con el fin de que fuera libre del daño inherente del pecado.

Cristo aún sería “nacido de la simiente de David según la carne” (Romanos 1:3), debido a que Su cuerpo fue nutrido por, y nacido de, María, quien era de la simiente de David. Él aún sería el Hijo del Hombre, compartiendo toda la experiencia humana universal desde la concepción hasta la muerte, excepto el pecado. Él es verdaderamente la “simiente de la mujer” (Génesis 3:15), Su cuerpo no se formó ni de la simiente del hombre ni del óvulo de la mujer, sino que creció a partir de una semilla única plantada en el cuerpo de la mujer por Dios mismo.

Es decir, Dios directamente formó un cuerpo para el segundo Adán, tal como lo hizo para el primer Adán (Génesis 2:7). Esto fue nada menos que un milagro de creación, capaz de ser realizado sólo por el Creador mismo.12

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 5 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 2 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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Las Promesas Olvidadas de la Navidad

La mayoría de la gente parece haber olvidado que, al mismo tiempo que el ángel Gabriel le dio a María una serie de promesas con respecto a la Primera Venida del Mesías, también le reveló algunas promesas con respecto a la Segunda Venida del Mesías. Yo llamo a estas últimas promesas las “promesas olvidadas de la Navidad”. Echemos un vistazo a las promesas que Gabriel le dio a María (Lucas 1:31-33):

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Siete Promesas Gloriosas

Esta magnífica declaración contiene siete promesas. Cuatro de ellas se relacionan con la Primera Venida del Señor y, por lo tanto, todas se han cumplido. María concibió y dio a luz un hijo. Su nombre fue llamado Jesús. Él fue grande, y fue llamado el Hijo de Dios.

Las últimas tres promesas que Gabriel hizo a María no se han cumplido. Se relacionan con la Segunda Venida de Jesús:

1) Se le dará el trono de David.

2) Él reinará sobre la casa de Jacob.

3) Su reino no tendrá fin.

Llamo a estas tres promesas las “promesas olvidadas” de la Navidad porque la mayoría de las iglesias de la cristiandad no las enseñan hoy. Eso es porque la mayoría de las iglesias toman la posición de que Jesús nunca regresará a esta tierra para reinar. Esto se llama el punto de vista Amilenial.

Promesas Espiritualizadas

El punto de vista amilenial se basa en la suposición de que la Biblia no quiere decir lo que dice. Para corroborar el punto de vista, sus defensores se ven obligados a espiritualizar las Escrituras. Así, en su interpretación de las promesas de Lucas 1:31-33, convierten el trono de David en el trono de Dios y la casa de Jacob se convierte en la Iglesia. Luego concluyen que las promesas se han cumplido en el reinado actual de Jesús desde el trono de Su Padre sobre Su Iglesia.

El Trono de David

No hay duda de que Jesús está reinando actualmente desde el trono de su Padre sobre Su reino, la Iglesia. Pero, identificar ese reinado con el prometido a María requiere un gran salto de la imaginación.

El “trono de David” no es el trono de Dios. El trono de Dios está en el Cielo. El trono de David está en Jerusalén (Salmo 122:5).

Jesús mismo diferencia claramente entre el trono de Dios y Su propio trono en Apocalipsis 3:21. En ese versículo, Jesús dice que un día permitirá que los creyentes se sienten con Él en Su trono, tal como Su Padre le ha permitido compartir Su trono.

Jesús no está en el trono de David hoy. Él está sentado a la diestra de Su Padre, en el trono de Su Padre. Él ocupará el trono de David cuando regrese a la tierra para reinar desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 24:21-23).   

La Casa de Jacob

La “casa de Jacob” no es la Iglesia. Éste es un término del Antiguo Testamento para los hijos de Israel (Éxodo 19:3). La Iglesia nunca es referida en las Escrituras como la casa de Jacob. La Biblia enseña que un remanente de los judíos un día aceptará a Jesús como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27). Esto ocurrirá al final de siete años de un terrible sufrimiento llamado la Tribulación, o “el tiempo de angustia de Jacob” (Jeremías 30:7).

Cuando Jesús regrese al final de ese tiempo de sufrimiento, el remanente judío será reunido en la tierra de Israel y se convertirá en la nación más importante del mundo (Ezequiel 37:11-28; Zacarías 8: 22-23). Jesús entonces gobernará sobre la casa de Jacob.

El Reino Eterno

El reino actual de la Iglesia no es un reino eterno. El reino de la Era de la Iglesia terminará con el Rapto de la Iglesia.

El reino de la Iglesia será seguido por el reino milenial, cuando Jesús reinará sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 2:1-4). Ese reino durará mil años (Ap. 20:1-7).

El reino final y Eterno de Cristo se establecerá en una tierra nueva y perfeccionada (1 Corintios 15:24; Ap. 21:1-8).

Creyendo la Palabra de Dios

¿Por qué no podemos aceptar que las promesas hechas a María significaron lo que dijeron? Las primeras cuatro querían decir exactamente lo que dijeron. ¿Por qué deben espiritualizarse las tres últimas? La única razón para espiritualizarlas es para forzarlas a conformarse a alguna doctrina preconcebida.

Creo que Dios sabe cómo comunicarse. Si Dios hubiera tenido la intención de prometer a María que su Hijo reinaría desde el Cielo sobre la Iglesia para siempre, lo habría dicho. En cambio, Él le reafirmó la promesa que había hecho muchas veces a través de los profetas del Antiguo Testamento, de que Su Hijo reinaría desde el trono de David en Jerusalén sobre Israel, y que a Él se le daría un reino que duraría para siempre (Isaías 9:6-7; Ezequiel 37:21-28).

Si las promesas que Dios hizo a los judíos no querían decir lo que dijeron, entonces, ¿cómo podemos estar seguros de que Sus promesas a la Iglesia significan lo que dicen? Creo que Dios quiere decir lo que dice.

Un Dios de Profecía

Nuestro Dios conoce el futuro y tiene la audacia de proclamarlo (Isaías 46:10). Él también tiene el poder de asegurarse de que lo que proclama se cumpla (Isaías 46:11). Lo más importante es que Él es fiel (1 Corintios 1:9), por lo que podemos descansar en Sus promesas.

Regocijémonos de que el nacimiento en Belén de hace tanto tiempo, es una prueba positiva de que el que nació allí pronto regresará en gloria como Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:16).

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 1 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 2:8-14

Cada año, en Navidad, recuerdo las notables profecías concernientes al nacimiento de Jesús y cómo corroboran Su deidad y la fidelidad de Dios. Echemos un vistazo a algunas de esas profecías.

El Momento del Nacimiento

El momento del nacimiento del Mesías había sido indicado en Génesis 49:10, en palabras pronunciadas por Jacob en su lecho de muerte a su hijo Judá: “El cetro no será quitado de Judá . . .hasta que venga Silo, y le obedecerán los pueblos”.

El término, “Silo”, fue reconocido por los rabinos judíos como un título mesiánico. El “cetro” se refiere al poder judicial de la nación. Por lo tanto, esta profecía declara que el Mesías vendrá en un momento en que el poder judicial de la nación haya sido eliminado.

Aunque Judá fue privada de su soberanía nacional durante el período de 70 años de cautiverio babilónico, nunca perdió su cetro, porque a los judíos se les permitió tener sus propios jueces, incluso mientras estaban en cautiverio.

Josh McDowell, en su libro, Evidencia que Exige un Veredicto, señala que “la primera señal visible del comienzo de la remoción del cetro de Judá se produjo cuando Herodes el Grande, que no tenía sangre judía, sucedió a los príncipes macabeos que pertenecían a la tribu de Leví y quienes fueron los últimos reyes judíos en reinar en Jerusalén”.1

El punto de inflexión crucial se produjo poco después de la muerte de Herodes cuando, alrededor del año 7 d. C., los romanos eliminaron el poder del Concilio del Sanedrín en Judá para pronunciar la pena de muerte. Así, el cetro (el poder judicial supremo) fue quitado de Judá.

Tenga en cuenta que Jesús el Mesías había nacido alrededor del año 4 a. C., durante los últimos años de Herodes (Mateo 2:1), por lo que “Silo” había llegado poco antes de que el cetro partiera — ¡tal como fue profetizado!

El Lugar de Nacimiento

El lugar del nacimiento del Mesías también había sido profetizado con precisión quinientos años antes por el profeta Miqueas: “Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel” (Miqueas 5:2).

¿Alguna vez se ha preguntado qué significa el término “Efrata” en este pasaje? Es una designación geográfica para indicar con precisión qué Belén está siendo identificado. Es como diferenciar entre Springfield, Missouri y Springfield, Illinois.

El punto es que había otra Belén en la tierra de Israel en el área al norte, cerca del Mar de Galilea. Había sido asignada a la tribu de Zabulón.

La Naturaleza Divina del Niño

También se había profetizado que el niño especial nacido en Belén sería tanto humano como divino. Daniel enfatizó la humanidad del Mesías, cuando se refirió a Él como “el Hijo del Hombre” (Daniel 7:13). Isaías enfatizó Su divinidad, cuando dijo que el Mesías sería llamado “Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

Incluso en la profecía de Miqueas sobre Belén hay una referencia a la naturaleza divina del niño que nacería allí. Miqueas declaró que el niño sería uno cuyos “orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad” (Miqueas 5:2; RVR-1995). En otras palabras, Él sería un ser eterno nacido en un cuerpo físico.

La naturaleza divina del niño también fue indicada en otras profecías acerca de Su nacimiento. Por ejemplo, la primera profecía mesiánica en la Biblia es una pronunciada por Dios mismo en el Jardín del Edén, cuando le dijo a Satanás que un día sería derrotado por Aquel que nacería de “la simiente de la mujer” (Génesis 3:15). Esto parece ser una clara indicación de que el Mesías nacería milagrosamente a través de una virgen. Miles de años después, Isaías profetizó específicamente que el nacimiento ocurriría de esta manera: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo...” (Isaías 7:14).

Además, Isaías predijo que al Mesías se le daría un nombre que indicaría Su divinidad. Él será llamado “Emanuel”, dijo Isaías, que significa “Dios con nosotros” (Isaías 7:14). Seiscientos años después, cuando el ángel Gabriel se le apareció a María para decirle que ella sería la madre del Mesías, especificó que ella debía llamar al bebé Yeshúa (Lucas 1:31). Ese nombre en hebreo significa “Salvación de Dios” (Mateo 1:21).

Otros detalles profetizados sobre el nacimiento del Mesías incluyeron:

  • Una estrella señalaría Su nacimiento (Números 24:17 y Mateo 2:2).
  • Se le presentarían regalos (Salmo 72:10-11 y Mateo 2:1-12).
  • Los niños en Su lugar de nacimiento serían sacrificados (Jeremías 31:15 y Mateo 2:16).
  • Él residiría en Egipto (Oseas 11:1 y Mateo 2:11-15).

La Celebración del Nacimiento

La concepción y el nacimiento del Mesías fueron celebrados en algunos himnos proféticos notables. María profetizó en un cántico de regocijo que el niño que había concebido era evidencia de que “su misericordia [de Dios] es de generación en generación” (Lucas 1:50). Ella continuó profetizando que Él “esparciría a los soberbios”, “derribaría gobernantes", “exaltaría a los humildes” y “saciaría a los hambrientos” (Lucas 1:52-53).

Su pariente, el sacerdote Zacarías, también entonó un cántico profético de celebración cuando nació su hijo, Juan el Bautista. Refiriéndose al bebé en el vientre de María, proclamó que Dios “ha levantado para nosotros un cuerno de salvación” (Lucas 1:69). Luego declaró que su propio hijo sería llamado “profeta del Altísimo”, y profetizó que su hijo iría “delante del Señor para preparar sus caminos” (Lucas 1:76).

Zacarías concluyó su cántico con una de las profecías poéticas más hermosas sobre el Mesías que se pueden encontrar en cualquier parte de las Escrituras: “A causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios . . . la luz de la aurora nos visitará de lo alto, para alumbrar a los habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz” (Lucas 1:78-79).

El siguiente cántico profético de celebración se entonó en la noche del nacimiento del Mesías, cuando un ángel se apareció a los pastores de Belén y proclamó: “... he aquí, les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). A ese ángel se le unió repentinamente una multitud de ángeles que cantaron un coro triunfante: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz entre los hombres con los que se complazca” (Lucas 2:13-14).

El cántico profético final relacionado con el nacimiento del Mesías fue cantado por un hombre “justo y piadoso” de Jerusalén, llamado Simeón. El Espíritu Santo había venido sobre él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías (Lucas 2:25-26). Se le dio ese glorioso privilegio cuarenta días después del nacimiento del Mesías, cuando los padres de Jesús vinieron al templo en Jerusalén para dedicar su bebé a Dios.

Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos, agradeció al Señor, y luego cantó: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:30-32).

La Importancia de las Profecías del Nacimiento

El cumplimiento de todas estas profecías en la vida de una persona, Jesús de Nazaret, es una prueba positiva de que Él es quien dijo ser, es decir, el Mesías de Dios (Marcos 14:62 y Lucas 22:70).

La fidelidad de Dios en el cumplimiento de cada una de estas profecías en detalle también es significativa, porque nos da la seguridad de que Él también cumplirá fielmente todas las profecías que el ángel Gabriel le dio a María con respecto al regreso de Jesús.

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Estimado lector: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.


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lunes, 3 de abril de 2023

El Reino Venidero – Parte 37

 Por Dr. Andy Woods

Haga clic en la imagen para ir al Índice

Comenzamos a escudriñar los textos del Nuevo Testamento que los teólogos del “reino ahora” emplean en un intento de argumentar que el reino es una realidad presente, para mostrar que ninguno de estos pasajes enseña una forma presente del reino. Hemos examinado los textos típicos de los Evangelios, Hechos, las cartas de Pablo, las epístolas generales y Apocalipsis, que son típicamente utilizados por los teólogos del “reino ahora”. En este punto, nos encontramos en gran medida de acuerdo con la siguiente declaración de Craven. Con respecto a un establecimiento espiritual presente del reino, Craven señala: “No hay ningún pasaje críticamente indiscutible en las Escrituras que declare, o implique necesariamente, incluso un establecimiento parcial en los tiempos del Nuevo Testamento”.[1] Luego comenzamos a echar un vistazo a algunos otros argumentos misceláneos utilizados por los teólogos del “reino ahora”. En las últimas dos entregas, notamos cómo los teólogos del “reino ahora” a menudo apelan al supuesto silencio del Nuevo Testamento con respecto a un futuro reinado terrenal de Cristo. Allí, expusimos las falacias lógicas y bíblicas asociadas con una argumentación tan inadecuada. Ahora pasamos a examinar otro argumento misceláneo que comúnmente emana del campo del “reino ahora”.

¿Inactividad Presente de Jesús?

Típica de los teólogos del “reino ahora” es la idea de que, si Cristo no está gobernando ahora de manera regia desde el Trono de David en el cielo sobre una forma espiritual actual del Reino Davídico, entonces esto significa que Jesús está inactivo en este momento. En otras palabras, la falta de una entronización actual de Cristo se traduce en la conclusión de que Jesús actualmente no está haciendo nada. El dispensacionalista progresista y teólogo del “reino ahora”, David Anderson, exhibe esta misma mentalidad cuando dice:

Pero, claramente, Jesús no estableció un reino teocrático natural con Él mismo como el rey gobernando desde Jerusalén en la tierra antes de Su resurrección. Entonces, ¿qué pasó con el reino que prometió? Fue pospuesto, sugieren muchos intérpretes del Nuevo Testamento . . .Pero si el punto de vista premilenial que acabamos de exponer es verdadero, eso deja la pregunta sobre el ministerio actual de Cristo. ¿Qué está haciendo ahora mismo? Pero los dispensacionalistas clásicos o revisados también deberían reconocer la escatología ya de Hebreos. Cristo no está pasivo en el trono. Él está reinando. Tiene súbditos. Y debido a que Él es el precursor, hay muchas bendiciones presentes que pertenecen a la era escatológica y que se pueden disfrutar ahora porque se ha inaugurado el Pacto Davídico con algunas de sus bendiciones.[2]

¿Es válida la mentalidad que dice que, si Jesús no reina ahora como rey, entonces no está haciendo nada actualmente? El hecho de que los dispensacionalistas tradicionales se resistan a la idea de que la era actual deba caracterizarse como el Reino Davídico, no significa que también crean que Jesús de alguna manera está inactivo o no hace nada en la actualidad. Esta caracterización errónea representa un argumento de “hombre de paja”, ya que los dispensacionalistas tradicionales han categorizado durante mucho tiempo el ministerio actual y activo de Cristo como Su “Sesión Presente”, en lugar de Su reinado davídico. Si bien no corresponde a lo que predice el Antiguo Testamento con respecto al reinado davídico, el dispensacionalismo tradicional ha reconocido durante mucho tiempo la “Sesión Presente” de Cristo como una sesión activa en la que Cristo, mientras está a la diestra del Padre, participa en numerosas actividades.[3] Como bien dice Waterhouse, “La Biblia enseña que Cristo está ahora a la diestra de Dios en gloria (Hechos 7:56; Col. 3:1; He. 1:3; 8:1; 12:2). Él no está en lo más mínimo inactivo”.[4]

Chafer explica las razones de la ignorancia generalizada con respecto al ministerio celestial presente de Cristo:

El ministerio presente de Cristo en el cielo, conocido como Su sesión, es de gran alcance, tanto en consecuencia como en importancia. Tampoco ha sido tratado, ni siquiera con una consideración pasajera, por los teólogos del pacto, sin duda debido a su incapacidad — debido a que se enfrentan a su teoría del pacto único — para introducir características y ministerios que indiquen un nuevo propósito divino en la Iglesia y, por lo tanto, muchos tienden a romper la unidad de un supuesto propósito inmutable y pacto de Dios. Dado que, como se verá, ciertos ministerios vitales de Cristo en el cielo proporcionan completamente la seguridad del creyente, los arminianos han evitado el presente período de sesiones de Cristo de una manera igualmente imperdonable. Esta negligencia explica muy bien el énfasis de sus ministraciones desde el púlpito. El público cristiano, debido a que está privado del conocimiento del ministerio actual de Cristo, desconoce sus vastas realidades, aunque puede desde la niñez relatar los meros hechos históricos y las actividades de Cristo durante sus tres años y medio de servicio en la tierra. Los cristianos en general no reconocen que Cristo está haciendo algo ahora, y este tipo de predicación de verdad parcial es totalmente responsable. Sin embargo, sigue siendo cierto, ya sea que lo descuide uno u otro tipo de teólogo, que Cristo está ahora comprometido en un ministerio que determina el servicio y el destino de todos aquellos que han puesto su confianza en Él.[5]

La Sesión Presente de Cristo

Aquí hay sólo una pequeña muestra de algunas de las actividades actuales en las que Cristo está ahora involucrado. Así como Cristo creó todas las cosas (Juan 1:3), Él actualmente sostiene el mismo universo que Él creó (Col. 1:16–17). En Su actual posición de gloria (Juan 17:5), también ha sido designado por el Padre como cabeza sobre todas las cosas relativas a Su cuerpo, la iglesia (Ef. 1:22–23; Col. 1:18). En esta posición, Él funciona como esposo de Su esposa, la iglesia (Ef. 5:22–33), y ocupa la posición de constructor de la iglesia (Mt. 16:18). El Libro de los Hechos, que documenta tanto el nacimiento como el crecimiento de la iglesia primitiva, demuestra su eficacia como arquitecto de la iglesia. “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”(Hechos 2:41); “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47); “Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil” (Hechos 4:4); “Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres” (Hechos 5:14); “Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Hechos abunda tanto en “informes de progreso” claros (Hechos 2:47; 6:7; 9:31; 12:24; 16:5; 19:20; 28:30–31), y a veces menos claros (Hechos 1:15; 2:41; 4:4, 31; 5:14, 42; 8:25, 40; 11:21; 13:49; 17:6), que evidencian la vigorosa actividad presente de Cristo como constructor de la iglesia.

Más allá de esto, Cristo es el otorgante actual de dones espirituales a todos los miembros de Su cuerpo, la iglesia. Según Efesios 4:7–12:

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres . . .Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Estos dones espirituales, que son otorgados soberanamente por Dios (1 Co. 12:11; He. 2:4), son habilidades empoderadas por el Espíritu con el propósito expreso de servir a Cristo principalmente dentro del contexto de Su iglesia local (1 Co. 12; Ro. 12:3–8; 1 Pedro 4:10–11). Además, Cristo está activo en Su posición actual como Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (He. 6:20), intercediendo continuamente por los santos. El ministerio de intercesión que Él comenzó durante Su ministerio terrenal (Juan 17:9, 20), ahora continúa a la diestra del Padre (Ro. 8:34). Así, Hebreos 7:25 explica: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Además, cuando el cristiano peca (1 Juan 1:8), Cristo como Sumo Sacerdote también está activo en perdonar tal pecado cuando el creyente se lo confiesa (1 Juan 1:9). Cristo no lo hace con el propósito de restaurar la posición del creyente o estar delante de Dios, que es inalterable, sino con el propósito de restaurar la comunión del creyente con Dios. Chafer explica: “El efecto del pecado del cristiano sobre sí mismo es que pierde su comunión con Dios, su gozo, su paz y su poder. Por otro lado, estas experiencias son restauradas en gracia infinita por el solo hecho de que él confiese su pecado (1 Juan 1:9)”.[6] 

Es en este sentido que Cristo también funciona actualmente como nuestro abogado (He. 9:24; 1 Juan 2:1) o abogado defensor. Gracias a la justicia proporcionada por Su sangre derramada aplicada a nosotros, Él está activo en defender nuestra justa causa al Padre en medio de las perpetuas acusaciones de Satanás lanzadas contra los santos (Ap. 12:10). En resumen, Cristo actualmente persigue una sesión activa a través de Sus roles continuos como el sustentador del universo y también como cabeza de la iglesia, esposo, otorgante de dones espirituales y constructor. Su actividad actual también se evidencia en que Él intercede y aboga continuamente por el creyente.

La Sesión Presente de Cristo no es el Reino

A pesar de las muchas actividades asociadas con el ministerio actual de Cristo en Su sesión presente, éstas no deben confundirse con su gobierno davídico y su reino futuro. Como se ha señalado anteriormente, la actividad de Dios en, y a través de la iglesia, se parece poco a las condiciones que anticipa la Escritura con respecto a Su futuro gobierno terrestre.[7] Incluso el evento clave que inició la Era de la Iglesia, el derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia en el Día de Pentecostés (Hechos 2), no armoniza con precisión con las predicciones sobre el Pacto Davídico. Charles Ryrie pregunta: “Si Cristo inauguró su reinado davídico en su ascensión, ¿no parece incongruente que su primer acto como rey davídico reinante fuera el envío del Espíritu Santo (Hechos 2:33), algo que no está incluido en las promesas del Pacto Davídico?”.[8]

Continuará

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

El Dr. Andy Woods es oriundo de California, donde asistió a la universidad y obtuvo una licenciatura en Derecho. En 1998, cambió de rumbo y comenzó a hacer la transición del Derecho a la Teología, cuando decidió ingresar al seminario.

Finalmente obtuvo un Doctorado en Exposición Bíblica del Seminario Teológico de Dallas. Actualmente se desempeña como pastor en la Iglesia Bíblica de Sugar Land, en el área de Houston, mientras se desempeña como Presidente del Seminario Teológico Chafer, en Albuquerque, Nuevo México. Es un escritor prolífico y un conferenciante muy solicitado.

Visite el sitio web del Dr. Andy Woods:


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Notas Finales

[1] E.R. Craven, "Excursus on the Basileia," in Revelation of John (New York: Scribner, 1874), 95.

[2] David Anderson, The King-Priest of Psalm 110 in Hebrews (New York: Lang, 2001), 2, 296.

[3] L.S. Chafer, Systematic Theology (Grand Rapids: Kregel, 1993), 5:273-79.

[4] Steven Waterhouse, Not by Bread Alone (Amarillo, TX: Westcliff, 2007), 97.

[5] Chafer, 5:273-74.

[6] Ibid., 5:277.

[7] Vea las partes 9 y 10 de esta serie.

[8] Charles Ryrie, Dispensationalism (Chicago: Moody, 1995), 169.

jueves, 23 de marzo de 2023

EE.UU., Tenemos un Problema (parte 2 de 2)

Atrapados en una Furiosa Tormenta

 Por Tim Moore

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

Y se Levantó Otra Generación

Las Escrituras describen claramente lo que sucedió en el antiguo Israel. “Toda aquella generación [aquellos que habían sido testigos personalmente de la fidelidad de Dios a través de los 40 años de andar errante y la conquista inicial de Canaán] fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al SEÑOR, ni la obra que Él había hecho por Israel” (Jueces 2:10).

¡Qué acusación tan trágica! ¿De quién fue la culpa de que la próxima generación no conociera al SEÑOR o lo que Él había hecho por Su pueblo?

Es fácil culpar a “la próxima generación”, porque siempre parecerán ser más blandas y menos motivadas que las que vinieron antes. Pero la próxima generación es criada por la generación anterior. Dios fue inflexible al ordenar a Su pueblo que transmitiera su fe; vertiendo conocimiento sobre el Santo de Israel en esa próxima generación.

Con respecto a sus palabras reveladas, el SEÑOR ordenó: “…Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Dt. 6:4-9)

Escribir esas palabras en los postes de las puertas y portones y atarlas a los brazos y la frente era una indicación externa del llamado a grabarlas en sus corazones.

El punto es que, cuando Josué pronunció su desafío al pueblo de Israel, ellos respondieron de todo corazón: “Nosotros también serviremos al SEÑOR, porque Él es nuestro Dios” (Josué 24:18). Sin embargo, sólo unas pocas generaciones más tarde, esa fe ferviente dio paso al abandono apático del Dios vivo y verdadero.

Para cuando Elías estaba proclamando la Palabra del Señor, Dios testificó que sólo quedaban 7,000 que no se habían inclinado ante Baal y besado ese ídolo detestable (1 Reyes 19:18). De manera reveladora, cuando Elías pidió a los hijos de Israel que eligieran a quién servirían, el SEÑOR Dios o Baal (en una repetición profética de la elección que Josué planteó unas pocas generaciones antes), “el pueblo no le respondió ni una palabra” (1 Reyes 18:21). La lamentable atrofia de la fe en la tierra fue demostrada por un sonido ensordecedor de silencio.

El compositor Neil Peart capturó las implicaciones de tal aparente indecisión: “Si eliges no decidir, aun así has tomado una decisión”. El pueblo del antiguo Israel, al igual que los llamados “ningunos” de hoy, ciertamente había tomado una decisión.

Tal vez lo único peor que el silencio frente a una opción tan dramática es afirmar falsamente algo que contradice el testimonio vivo de una persona. Jesús reprendió la hipocresía de los fariseos y escribas cuando dijo: ...Bien profetizó Isaías de ustedes cuando dijo: Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de Mí. Pues en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres” (Mateo 15:7-9).

Atrapados en una Furiosa Tormenta

¿Dónde estamos hoy? Nuestra sociedad está atrapada en una furiosa tormenta de violencia, caos y maldad. Cada mes, elijo “señales de los tiempos” para resaltar en nuestra revista bimestral Farolero (Lamplighter), y me doy cuenta de que se manifestarán ejemplos más escandalosos antes de que podamos imprimir.

La analogía de la tormenta ofrece perspicacia. Las poderosas y destructivas tormentas eléctricas, huracanes y tornados comienzan como pequeñas perturbaciones atmosféricas. Lo que comienza como un evento meteorológico de baja presión eventualmente se transforma en un monstruo que no se puede controlar ni evitar. Lo único que la gente puede hacer es agacharse y orar, o huir a otro lugar.

A lo largo del siglo pasado, el desdén por las normas morales se manifestó en semillas de depravación que se sembraron en la década de 1960. Y lo toleramos todo. La brújula moral de Estados Unidos fue destrozada por líderes electos que practicaron el engaño para perseguir ambiciones egoístas y políticas en bancarrota. Los fundamentos espirituales de nuestra nación fueron socavados por las decisiones de la Corte Suprema, que eliminaron la oración y relegaron la fe cristiana a las afueras de la sociedad. El tejido de la familia fue irreparablemente desgarrado por leyes que respaldaban el divorcio no contencioso y políticas que fomentaban la infidelidad y la crianza monoparental de los hijos.

En una precipitada carrera por empujar los límites de la liberación, los radicales ahora proclaman que todos los valores judeocristianos son patriarcales y opresivos—expresando claramente su rechazo al Dios de las Escrituras y Sus leyes. En cumplimiento práctico de Salmos 2:2-3, nuestros propios líderes electos intentan apaciguar a las masas inquietas al rechazar al Señor y a Su Ungido, mientras intentan alegremente ¡romper sus cadenas y librarnos de sus cuerdas!”.

Como un tonto que navega desde un puerto seguro o se arroja a la deriva desde un amarre seguro, nuestra nación ahora está siendo arrojada a un mar de relatividad moral e inundada por olas de crimen, ansiedad y desesperación.

Una Luz en la Oscuridad

La única manera de escapar del camino autodestructivo en el que estamos es primero reconocer nuestra difícil situación. Al igual que los astronautas del Apolo 13, debemos comprender la sombría realidad de que “tenemos un problema”. Los consejeros le dirán que es la parte más difícil de cambiar la trayectoria de alguien adicto al alcohol o las drogas. En su autoengaño, las personas autodestructivas se niegan a aceptar que tienen un problema.

Si nuestra sociedad— desde nuestros líderes nacionales hasta los ciudadanos comunes—reconoce primero nuestro problema espiritual, el próximo desafío es comprender que la autosuficiencia no es una virtud absoluta. Nuestros líderes políticos se apresuran a promocionar nuestra capacidad para superar cualquier desafío, llegando a nuestro interior y levantándonos por nuestros propios medios. Pero tal actitud es deliberadamente antibíblica. Necesitamos a Dios.

Incluso si nuestra nación se apartara de la negación, aceptara una autoconciencia bíblica y reconociera su propia necesidad, ¿volvería la abrumadora mayoría a Cristo? La rebelión se ha extendido tanto, y la priorización del ecumenismo está tan arraigada, que nuestros impulsores culturales abrazarán cualquier moda espiritual antes de venerar al Dios vivo y verdadero y Su Palabra revelada.

Para visualizar la trayectoria necesaria, EE.UU. necesita

1. Darse cuenta de que tiene un problema espiritual (Salmos 9:17).

2. Llegar al final de sí mismo y confesar su mayor necesidad (Ap. 3:17).

3. Volverse a Dios y abrazar a Jesucristo como Salvador y Señor (Salmos 33:12a).

Aunque estoy convencido de que la herida autoinfligida de Estados Unidos es incurable (Jeremías 30:12-13), los cristianos fieles nos esforzamos por actuar como sal y luz, trabajando por el bienestar de esta tierra pagana. Como Jeremías dijo a los exiliados que vivían en Babilonia, “en su bienestar [tendremos] bienestar” (Jeremías 29:7). Buscamos el bienestar de nuestra nación, y del Estado, y la ciudad y el vecindario en el que vivimos, para apoyar los conductos de bendición para las personas cercanas y lejanas.

Al hacerlo, debemos lidiar con otro problema.

Extranjeros y Peregrinos en una Tierra Extraña

Pedro se refirió a los seguidores de Jesucristo como piedras vivas que son rechazadas por los hombres (1 Pedro 2:4). Aunque estamos unidos a la Piedra Escogida—nuestra preciosa Piedra Angular, en este mundo vivimos como “peregrinos y expatriados” (2:11, RVA-2015).

Este lenguaje era demasiado familiar para los oyentes y lectores judíos de Pedro. Los judíos se identifican con el peregrinaje de Abraham como un extranjero en Canaán porque, como pueblo, esperaban ser rescatados de la esclavitud en Egipto. Vivieron como exiliados en Babilonia, anhelando su liberación del cautiverio. Los cristianos estadounidenses presumen que tenemos derecho a vivir en una sociedad que honra a Dios y respeta nuestra fe—bastante ajenos al hecho de que esta rara vez ha sido la experiencia de los santos de Dios.

En un nivel profundamente introspectivo, es hora de darnos cuenta de que, al igual que las generaciones de los elegidos que nos han precedido, en este mundo también tenemos un problema. Jesús nos lo dijo. Él dijo: “En este mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). La mayoría de las veces, seremos perseguidos, enjuiciados y abusados. Esta oscuridad presente dará paso a un futuro aún más horrible; durante la Tribulación, el Anticristo buscará destruir a todos los que adoran al Cordero. Apocalipsis 6:9-11 describe el clamor de todos los martirizados por mantener su testimonio de fe.

Así que, hermanos y hermanas, entendamos que no somos inmunes a la hostilidad del mundo. Esa hostilidad crecerá y hará metástasis a medida que se acerque el final, lo que nos conducirá a un mayor ostracismo para nosotros como seguidores de Cristo. Ése no es sólo nuestro problema inminente y creciente, es nuestro gran privilegio y oportunidad.

Tengan Cuidado Cómo Andan

Por esta razón, la Biblia dice: “Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:14-16).

Apropiarse esta comprensión no es una actitud derrotista. Es el primer paso necesario para prepararnos para nuestro llamado ascendente en Cristo en un momento como éste. En lugar de aferrarnos a una visión de ascendencia de Pollyanna ante los ojos del mundo, podemos enfocarnos en honrar y servir a nuestro Padre celestial—incluso mientras abogamos por la piedad y las políticas, leyes e instituciones que honran a Cristo. Estamos llamados a ser una fuerza restrictiva contra el mal y faros de esperanza, hasta que seamos colectivamente arrebatados fuera del mundo.

Necesitamos recuperar la audaz confianza de los apóstoles y los primeros cristianos que se consideraban privilegiados de sufrir por de Cristo. Pablo animó a la iglesia de Filipos a “[comportarse] de una manera digna del evangelio de Cristo” frente a una gran oposición (Filipenses 1:27-28). Él dijo: “Porque a ustedes se les ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él (1:29). Del mismo modo, Pedro y los otros apóstoles, después de ser azotados por enseñar en el nombre de Jesús, siguieron su camino “regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta Su Nombre” (Hechos 5:41).

Mediten en sus Caminos

Hablando de considerar, en esta hora crepuscular es crítico que apliquemos la advertencia dada al pueblo judío a través del profeta Hageo. Dos veces, el Señor le dijo a su pueblo: “¡Considerad vuestros caminos!”.  La NASB señala que, en ambos casos, el texto original enfatiza que las personas deben “poner su corazón en” considerar sus caminos. Otras traducciones traducen esto como, “Piensen cuidadosamente en sus caminos” (por ejemplo, la Christian Estándar Bible, CSB). El Señor está enfatizando claramente la importancia de que Su pueblo se aleje de su rutina para considerar cómo deben proceder.

En ese espíritu, sólo necesitamos sopesar las palabras de Jesús con respecto a la fe y el amor. Él preguntó retóricamente: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). También advirtió que, a medida que aumenten la apostasía y la persecución, “muchos se apartarán de la fe”, y  “debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:9-12).

Solía pensar que esos versículos se aplicaban al mundo incrédulo, pero ahora los considero advertencias para los cristianos. La preocupación de Cristo era por sus ovejas. El peligro de que nuestro amor se enfríe frente a la creciente anarquía toca la crítica que Él dirigió a Éfeso—la primera iglesia en Apocalipsis 2–3. La clave para evitar esas trampas es aferrarse a la tercera pata del taburete de tres patas de Pablo: fe, esperanza y amor.

Pedro nos dice que el resultado de la fe activa es el amor (2 Pedro 1:5-7), mientras  que Hebreos 11:1 caracteriza la fe como “certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve”.  Todavía no vemos a Cristo cara a cara; ¿lo espera con tanta seguridad que su corazón resuena con la anticipación de Su venida?

Una Advertencia a los Individuos

No es suficiente recuperar nuestra sociedad. Si no conoces a Jesús como Salvador y Señor, tu propio destino eterno es horrible más allá de las palabras. Al igual que nuestra Sociedad misma, debes:

  1. Darte cuenta de que tienes un problema espiritual
  2. Llegar al final de ti mismo y confesar tu gran necesidad (en el espíritu de Apocalipsis 3:17)
  3. Volverte a Dios y abrazar a Jesucristo como tu Salvador y Señor

El tiempo es esencial. Jesús está a las puertas del Cielo, listo para que Su Padre lo envíe a recoger a Su Novia, la Iglesia. ¡Puede suceder cualquier día!

Sin embargo, no se te garantiza otro día—ni siquiera otra hora. Invoca el Nombre del Señor ahora mismo y serás salvo. Únete a todos los que hemos creído en el Señor Jesucristo y lo amamos con todo nuestro corazón, alma y mente. Entonces, juntos podemos proclamar las Buenas Nuevas de que Él ha venido, ha pagado la pena por el pecado, ¡y volverá pronto!

Regresa a tu Primer Amor

Entonces, terminamos donde comenzamos: Con la advertencia de Jesús a la iglesia en Éfeso. Elogió su trabajo y perseverancia. Elogió la falta de voluntad de la iglesia para sucumbir a la tolerancia con el fin de complacer al mundo atado al infierno. Elogió su discernimiento y perseverancia. Pero Su reprensión plantea un desafío para cada uno de nosotros, a medida que los días se hacen más largos y oscuros: ¿nos mantendremos fieles a nuestro primer Amor—a Cristo, nuestro Salvador y Señor?

Estados Unidos está manifestando todas las desgarradoras Señales de la Sociedad que marcan proféticamente la proximidad del Día del Señor. Al igual que la antigua Judá, nuestra herida parece ser incurable, ya que nuestra nación evita al Dios que nos bendijo.

Las señales de nuestra propia sociedad ofrecen una nota de advertencia para aquellos de nosotros que aspiramos a seguir a Cristo. Día a día, hora a hora, minuto a minuto—elige si permanecer fiel y seguirlo.

La Gloria del Señor ciertamente viene, después de desatar Su terrible y veloz de juicio e ira. ¿Estás listo?

Lea la parte 1 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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