lunes, 16 de abril de 2018

Audio: Panorama Profético del Medio Oriente – Donald Dolmus (Parte 2)


¿Qué es lo que motiva a los enemigos de Israel a querer destruirlo? ¿Qué eventos están ocurriendo en el Medio Oriente que podrían afectar al mundo? ¿Qué nos dice la Biblia sobre el Anticristo?

Mis anfitriones fueron el pastor Marvin Úbeda y el hermano Yarok Bendaña.

El programa "Orientaciones" se transmite de lunes a viernes a través de Radio Ondas de Luz.

Escuche la parte 1 aquí

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 1 (pdf)

La Primera Venida de Jesús en la Profecía Bíblica


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««La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que hay cerca de 300 profecías en el Antiguo Testamento que se relacionan con la Primera Venida del Mesías. Pero, éstas no son 300 profecías diferentes. Muchas, como la profecía de que el Mesías nacería de la simiente de Abraham, se repiten varias veces.

Cuando todas las profecías repetidas son eliminadas, quedan 108 profecías específicas del Antiguo Testamento acerca del Primer Advenimiento. Un buen lugar para comenzar a estudiar estas profecías es el Evangelio de Mateo. La razón es que su biografía de Jesús fue escrita a los judíos, por lo que hace un gran esfuerzo para mostrar cómo los eventos en la vida de Jesús fueron un cumplimiento de las profecías contenidas en las Escrituras hebreas»».

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Video: ¿Qué sucede un minuto después de que mueres? – Parte 4



Si has sufrido la tragedia de haber perdido un hijo, ¿dice algo la Biblia que consuele tu dolor? ¿Tienes la esperanza de volver a ver a tu hijo otra vez?

El invitado del programa es el Dr. Erwin Lutzer

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Lea también:

viernes, 13 de abril de 2018

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 1 (parte 4)

La Primera Venida de Jesús en la Profecía Bíblica


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La Resurrección y Ascensión del Mesías

La resurrección del Mesías de entre los muertos fue profetizada por David en el Salmo 16:10:

Porque no dejarás mi alma en el Seol [Hades], ni permitirás que tu santo vea corrupción.

Las profecías concernientes a la Resurrección son presentadas en detalle en el capítulo 11.

Los profetas hablaron de la ascensión del Mesías al Cielo (Salmos 68:18), donde Él sería exaltado a la diestra de Dios (Salmos 110:1), y serviría como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios, interviniendo constantemente a nuestro favor (Salmos 110:4).

Profecías de la Primera Venida en el Nuevo Testamento

Las profecías sobre el Primer Advenimiento del Mesías no están confinadas al Antiguo Testamento. Ésta es una verdad que a menudo es pasada por alto.4 

Los Evangelios contienen muchas profecías acerca del Primer Advenimiento. Un buen número de ellas se agrupan alrededor del nacimiento de Jesús. (De nuevo, éstas se describen en detalle en el capítulo 5).

Los ángeles hablaron profecías acerca de la Primera Venida del Señor a José y María, al sacerdote Zacarías, y a los pastores de Belén. Había también varias profecías que el Espíritu Santo instó a personas conectadas con el nacimiento de Jesús — personas como los padres de Juan el Bautista (Zacarías y Elizabeth), la madre del Señor, y dos profetas ancianos llamados Simeón y Ana.

Juan el Bautista, quien era un profeta de Dios, hizo varias declaraciones proféticas sobre su primo, Jesús. La más significativa fue la que proclamó cuando Jesús vino para ser bautizado por él: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Incluso Caifás, el Sumo Sacerdote en el momento de la muerte de Jesús, fue movido por el Espíritu Santo a hacer una declaración profética acerca de la muerte de Jesús y su importancia. ¡El profetizó que Jesús iba a morir por los pecados de la nación! (Juan 11:50-51).

Jesús, “el Profeta”

La mayor parte de las profecías del Nuevo Testamento concernientes a los eventos relacionados con el Primer Advenimiento, vino de la boca de Jesús mismo. Mil quinientos años antes, Moisés había profetizado que el Mesías sería un profeta (Deuteronomio 18:15. 18). Ésta es la razón por la que a Juan el Bautista se le preguntó si él era “el Profeta” (Juan 1:21). Él negó que lo fuera (Juan 1:22-23). Él era un profeta, pero no era “el Profeta”.

Más tarde, cuando Jesús comenzó Su ministerio, Sus señales milagrosas causaron que la gente exclamara: “Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo” (Juan 6:14; 7:41).

Jesús ciertamente operó como un profeta. Habló voluminosas profecías sobre Su Segundo Advenimiento. También habló proféticamente acerca de eventos que ocurrirían durante Su Primer Advenimiento — o que resultarían de él. 

El Tema del Asunto

Con respecto a Su Primera Venida, el tema al que Jesús le dio la mayor atención fue a Su muerte y resurrección. Repetidamente, Les dijo a Sus discípulos que lo matarían y que resucitaría de entre los muertos el tercer día después de Su muerte. Aquí hay un ejemplo clásico de dichos enunciados (Mateo 17:22-23):

“Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo [a Sus discípulos]: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará…”.

Otro tema que profetizó en detalle fue acerca del Espíritu Santo. Él declaró que enviaría al Espíritu después de Su partida, y profetizó cuál sería la obra del Espíritu Santo (Juan 16:7-14).

Jesús también profetizó acerca de la Iglesia, los judíos, y la ciudad de Jerusalén. Dijo que la Iglesia sería establecida sobre la confesión de Pedro de que Él era el Mesías, “el Hijo del Dios viviente”, y Él dijo que “las puertas del Hades” no podrían prevalecer contra ella (Mateo 16:15-19). Advirtió que Su rechazo por los judíos daría como resultado que la ira de Dios se derramaría sobre la nación de Israel, la ciudad de Jerusalén, y el Monte del Templo (Mateo 23:37-38; Mateo 24:2).

Otro grupo de las profecías de Jesús se relacionaban con Sus discípulos. Él les dijo que cuando Su tiempo de sufrimiento llegara, ellos lo abandonarían (Mateo 26:31). Le dijo a Pedro que lo negaría 3 veces (Mateo 26:33-34). Le prometió a los apóstoles que serían ungidos por el Espíritu Santo, siendo “investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49). Incluso reveló que Pedro moriría como mártir (Juan 21:18-19).

La Importancia

El 100% de exactitud de las profecías de Jesús acerca de Sí mismo es prueba positiva de que Él es Dios en la carne. Ese mismo grado de precisión aplicó a Sus profecías sobre individuos, los judíos, la Iglesia, y la ciudad de Jerusalén.

No hay duda de que Jesús era “el Profeta”, a quien Moisés le dijo a su pueblo que aguardaran — Quien también sería el Mesías de Dios. 


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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La Prueba del Profeta




Los imitadores y los falsificadores siempre han asediado la Palabra y el Camino verdaderos de Dios. Por esta razón, el Señor determinó un claro conjunto de pruebas que la persona debe pasar para que la reconozcan como vocero auténtico de Dios. Hay cuatro pasajes principales del Antiguo Testamento que tratan el tema de los falsos profetas: 

1) Deuteronomio 13:1-18; 
2) Deuteronomio 18:9-22; 
3) Jeremías 23:9-40; y 
4) Ezequiel 12:21-14:11.

Al examinar estos cuatro pasajes, y muchos otros, la Escritura presenta por lo menos siete características del profeta verdadero. Aunque todas estas características no se hallen en cada profeta, algunos profetas las presentan todas. Sin embargo, para todo seguidor de Dios que realmente deseara saber quién era verdadero y quién era falso, no había duda acerca de la autenticidad del profeta.

Las siete características distintivas del profeta verdadero

1. El profeta verdadero nunca recurría a la adivinación, la hechicería ni la astrología (Deuteronomio 18:9-14: Miqueas 3:7; Ezequiel 12:24). La fuente del mensaje profético era Dios mismo (2 Pedro 1:20-21).

2. El profeta verdadero nunca adaptaba su mensaje para servir las ansias o deseos de la gente (Jeremías 8:11; 28:8; Ezequiel 13:10). Los profetas falsos daban un mensaje que les acarreaba popularidad y dinero. Eran los profetas al estilo de las grandes empresas ricas, como las 500 de la revista Fortune, los oportunistas religiosos (Miqueas 3:5-6, 11). El profeta verdadero daba el mensaje de Dios sin alteraciones e independientemente de sufrir pérdidas y vergüenzas personales y hasta daño físico.

3. El profeta verdadero mantenía su integridad y carácter personal (Isaías 28:7; Jeremías 23:11; Oseas 9:7-9; Miqueas 3:5, 11; Sofonías 3:4). Jesús dice que los profetas verdaderos y los falsos serían conocidos por sus frutos, esto es, por lo que hacen y dicen (Mateo 7:15-20).

4. El profeta verdadero estaba dispuesto a sufrir en aras de su mensaje (1Reyes 22:27-28; Jeremías 38:4-13; Ezequiel 3:4-8).

5. El profeta verdadero anunciaba el mensaje coherente con la ley y los mensajes de otros profetas verdaderos (Jeremías 26:17-19). El mensaje nunca contradecía ni desechaba una verdad anteriormente revelada, sino que la confirmaba y se edificaba sobre ese cuerpo de verdad (Deuteronomio 13:1-3).

6. El profeta verdadero tenía el cien por ciento de éxito cuando predecía acontecimientos futuros (Deuteronomio 18:21-22). ¡Al contrario de los “psíquicos” (espiritistas) modernos, no bastaba con tener una tasa de éxito que fuera interior a lo absoluto! Si el supuesto profeta no tenía el cien por ciento de precisión, la gente tenía que sacarlo fuera de la ciudad y apedrearlo (Deuteronomio 18:20).

7. A veces el profeta veía legitimado su mensaje por la obra de uno o más milagros (ver Éxodo 5-12). Sin embargo, esta prueba no era concluyente porque los profetas falsos también hacían milagros ocasionalmente (Éxodo 7:1-12; 8:5-7; Marcos 13:22; 2 Tesalonicenses 2:9). Por tanto, Moisés señala más de esta prueba en Deuteronomio 13:1-3:

Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncia una señal o un prodigio, y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: “Vamos en pos de otros dioses a los cuales no has conocido y sirvámosles”, no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el Señor tu Dios te está probando para ver si amas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.

La prueba verdadera era el contenido del mensaje, no los milagros. El profeta verdadero sólo hablaba en el nombre del Señor y llamaba a la gente hacia Dios, no para alejarla de Dios.

Tomado de: 
El Libro Completo sobre Profecía Bíblica, por Mark Hitchcock (págs. 18-20).

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