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jueves, 15 de junio de 2017

Libro: ¿Qué Amor es Éste? — Endosos

Lo que líderes cristianos están diciendo acerca de este libro

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TIM LAHAYE
Autor de más de 50 libros, incluyendo coautor de la serie Dejados Atrás.

"El sugerir que el Dios misericordioso, paciente, de gracia y amoroso de la Biblia inventara una doctrina tan espantosa como el Calvinismo, a la que nos gustaría hacernos creer que es un acto de 'gracia' el seleccionar solamente a ciertas personas para ir al cielo y mediante la exclusión, escoger a otros para ir al infierno, se acerca peligrosamente a la blasfemia. Y es por eso que felicito a Dave Hunt por escribir esta excelente aclaración de la doctrina que tiene sus raíces en el humanismo griego, de donde se originó, y no de las escrituras.

Este libro bien podría ser el libro más importante escrito en el siglo XXI para que todos los cristianos evangélicos puedan leer. Le ayudará a conocer y amar el verdadero Dios de la Biblia que claramente dice de sí mismo, 'no es mi voluntad que ninguno perezca sino que todos vengan al arrepentimiento.' El Calvinismo está muy lejos del Dios de la Biblia que ama a la humanidad tanto que envió a su Hijo unigénito para salvar a todo aquel que pide de él misericordia en el nombre de su hijo resucitado, Jesucristo. Todo ministro evangélico debería leer este libro. Si lo hicieran, veríamos un avivamiento de la pasión para ganar almas que impactaría a este mundo y las multitudes podrían ver claramente al verdadero Dios de la Biblia, y no al falso dios del Agustinianismo y Calvinismo."

CHUCK SMITH
Pastor, Calvary Chapel Costa Mesa

“Dave Hunt lo ha hecho otra vez. Así como sus libros, La Seducción de la Cristiandad y Una Mujer Cabalga la Bestia han movido a la comunidad cristiana a fijarse seriamente en las enseñanzas aberrantes de algunos Pentecostales y la Iglesia Católica, ahora en su último libro sobre el Calvinismo, él trae a la luz las enseñanzas de Juan Calvino, que de seguro causarán impacto a través de toda la iglesia y enviará a muchos de vuelta a un estudio serio del TULIP a la luz de la palabra de Dios. Él ha investigado los orígenes de las enseñanzas del Calvinismo y documenta minuciosamente sus resultados. Es una lectura obligada para aquellos que son serios en su deseo de comprender la influencia que Calvino ha tenido y sigue teniendo en la Iglesia Evangélica”.

ELMER L. TOWNS
Decano, Escuela de Religión, Liberty University

"Dave Hunt ha dado detalles exactos para mostrar las fallas agonizantes de los abusos calvinistas que la mayoría de las personas no ha considerado. Me gustaría que todos mis estudiantes en Liberty University (Universidad Libertad)  lean este análisis a profundidad. Parece que cada año el Calvinismo, como el diente de león, brota en la primavera. Los estudiantes se ocupan en discutir las cuestiones del Calvinismo. Aquellos estudiantes que no les gusta ganar almas agresivamente utilizan su punto de vista del Calvinismo para defender su posición. Aquellos que son ganadores de almas agresivos atacan las debilidades del Calvinismo. Muy poco de sus discusiones se basan en la verdad de la palabra de Dios. En el análisis final, sus argumentos son como malas hierbas, es decir, dientes de león que no fructifica. Muchos leerán este libro 'para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,' sino que pueden basarse en la palabra de Dios".

WILLIAM MACDONALD
Autor de más de 80 libros en 100 idiomas incluyendo Comentario Bíblico del Creyente y El Verdadero Discipulado

"Este libro expone al Calvinismo tradicional por presentar a Dios de una manera totalmente anti-bíblica. Los calvinistas profesos tendrán que reconsiderar su posición cuando se den cuenta de las verdades bíblicas que están en juego. Este libro permanecerá como una obra definitiva sobre el tema".

DR. CHUCK MISSLER
Fundador, Koinonia House

 "El carácter de Dios ha sido totalmente tergiversado por nuestras tradiciones denominacionales comunes. Dave Hunt continúa su compromiso intrépido por revelar la verdad — a pesar de no ser considerado la norma actual o de ser políticamente incorrecto —. Ponga venda a sus prejuicios y esté listo para recibir una perspectiva impresionante y urgentemente necesaria en esta área muy controvertida. Éste es otro tema esencial para el estudiante serio de la palabra de Dios".

ARNO FROESE
Director Ejecutivo, Ministerio Llamada de Medianoche • Editor, Llamada de Medianoche

"Raramente alguien ha llevado a cabo la exhaustiva tarea de detallar y documentar la idea errónea de la gracia soberana de Dios como Dave Hunt. Al leerse esta obra, debe convencer incluso al más acérrimo calvinista a reconocer la errónea teología filosófica de preselección como un intento de eliminar la capacidad del hombre para ejercer su libre albedrío, que reduce el amor soberano de Dios a un acto de un mero dictador. Este libro debe ser leído por cada comunicador del Evangelio en defensa de los principios fundamentales de la gracia de Dios".

JOSEPH R. CHAMBERS, DD, DSL
Pastor, autor, y anfitrión de radio

"Este increíble libro de Dave Hunt es fundamental en la generación de 'guerra de clases'. Es difícil creer que el mundo cristiano tiene su propio sistema de 'segregación'. Eso es exactamente lo que representa el híper-Calvinismo, y este libro expone lo que es realmente el horror de la segregación espiritual por lo que realmente es. El Calvinismo convierte a nuestro Padre celestial en el peor déspota, y me uno a Dave en declararlo: ¡No Culpable! La revelación bíblica de la redención no deja a nadie sin invitación".

JIM CUSTER
Ministerio Right Start

"Estoy contento de ver a Dave abordar un tema duro, y suministrarnos de materiales de las que muchos de nosotros no hemos tenido acceso hasta ahora, y que desafían la base bíblica del TULIP".

BOB WILKIN, PH.D.
Fundador y Director Ejecutivo, Grace Evangelical Society

"Dave Hunt nos ha dado una fascinante exposición del Calvinismo moderno de cinco puntos que es altamente legible y práctico. Especialmente disfruté de la sección de perseverancia y seguridad de la salvación".

HARRY BOLLBACK
Co-fundador con Jack Wyrtzen de Word of Life Internacional

"Como un biblicista, este libro me parece una refrescante revisión bíblica de las cosas que durante muchos años han llevado a confusión a los creyentes. Hemos permitido que palabras e ideas de hombres determinen nuestra posición. Este libro nos recuerda de escuchar lo que la Palabra de Dios tiene que decir".

JOE JORDAN
Director Ejecutivo Word of Life Fellowship, Inc.

"La manera en que Dave Hunt trata esta antigua controversia sobre la elección y la predestinación en su libro, ¿Qué Amor es Este? La Tergiversación de Dios que hace el Calvinismo, no sólo nos hace reflexionar, sino que también lleva al lector a concentrarse en un punto de vista bíblico en esta cuestión teológica tan controvertido. Muchas veces la teología se aborda filosóficamente y no bíblicamente, y este enfoque traerá estragos a la iglesia. En el libro de Dave, somos desafiados a volver a las Escrituras a medida que evaluamos el trabajo de Dios sobre este tema tan importante de la salvación. Éste es definitivamente un libro que nos lleva a reflexionar sobre cómo formulamos nuestra doctrina".

Para mayor información, visite nuestra sección:
»» Calvinismo

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

La Salvación tal como es Enseñada en la Biblia


El propósito de este estudio es ver lo que Dios ha dicho acerca de la salvación. No es suficiente leer solamente estas afirmaciones. Rogamos que se tome el tiempo de buscar cada referencia en las Escrituras para ver por sí mismo que la Biblia enseña realmente estas verdades. Le animamos a ser como aquellos que son descritos en Hechos 17:11: 

“Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. 

¿Quién es Dios? 

El Dios vivo es Santo (Isaías 6:3; 57:15; 1 Pedro 1:15; Apocalipsis 4:8), por lo cual Él está absolutamente apartado y separado de todo lo que es pecaminoso (Isaías 59:2; Salmo 24:3-4; Isaías 6:3-5). La Biblia me enseña que Dios, en Su absoluta santidad y en Su inagotable misericordia, ha provisto un camino para que yo pueda ser salvo y para que pueda llegar al pleno  conocimiento de la verdad (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:3-6).  

¿Quién soy yo? 

Yo soy un pecador perdido (Salmo 14:1-3; Romanos 3:10-18, 23; Isaías 53:6; Salmo 51:5; 1 Reyes 8:46) y mi corazón es engañoso y perverso (Jeremías 17:9-10; Marcos 7:20-23; Mateo 7:11). De modo que soy culpable ante el Juez justo de toda la tierra (Romanos 3:19) y estoy bajo la ira y la condenación de un Dios santo (Romanos 1:18; 2:1-9; Juan 3:18, 36). 

¿Qué merezco? 

Por causa de mi condición pecaminosa y malvada yo merezco la pena de muerte (Ezequiel 18:4; Génesis 2:17; Romanos 1:32; 6:23), la que incluye la eterna separación de Dios y el eterno castigo por Dios; aun el lago de fuego, que fue preparado para el diablo y sus ángeles (2 Tesalonicenses 1:8-9; Mateo 25:41, 46; Marcos 9:42-48; Apocalipsis 20:11-15; 21:8). 

¿Qué es el Evangelio (Buenas Nuevas)? 

Por causa de Su maravilloso amor y misericordia, Dios envió a Su amado Hijo al mundo (Juan 3:17; Mateo 1:21-23; Lucas 19:10; 1 Timoteo 1:15). El Señor Jesucristo, quien es el eterno Dios (Juan 1:1; Isaías 7:14; 9:6; Miqueas 5:2; Tito 2:13) y el Creador de todas las cosas (Juan 1:3; Colosenses 1:13-16), murió en la cruz en mi lugar y como mi sustituto y así pagó la pena de muerte por mí (Isaías capítulo 53; Romanos 5:6-8; 1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21; Gálatas 1:4; 1 Pedro 2:24; 3:18; 1 Juan 2:2; 3:16; 4:10). Él también resucitó de los muertos como comprobación de que Dios el Padre estaba complacido y satisfecho de que la pena de muerte fue plenamente cancelada por Dios el Hijo (1 Corintios 15:4-20; Romanos 4:25) y para demostrar que Él (Jesucristo) era y es todo lo que Él  aseguraba ser (Romanos 1:4).  

¿Qué debo hacer para ser salvo? 

En vista de quién es Cristo y lo que Él  ha hecho en la cruz por mí,  es responsabilidad mía creer en el Señor Jesucristo (Hechos 16:30-31; Juan 3:16, 18, 36). Esto significa que yo debo venir a Cristo (Juan 6:35-37) y recibirlo como mi Salvador y Señor personal  (Juan 1:12; Romanos 6:23), comprendiendo y creyendo los siguientes hechos: 

• El Señor Jesús es el único Salvador (Hechos 4:12; Juan 10:9; 14:6). No hay salvación fuera de Él.

• El Señor Jesús murió y resucitó para mi salvación (1 Tesalonicenses 4:14; 1 Corintios 15:3-4; Romanos 10:9).

• El Señor Jesús puede salvarme (Hebreos 7:25; Isaías 59:1; Mateo 19:24-26).

• El Señor Jesús quiere salvarme (Juan 6:37; compare con 1 Timoteo 2:4).

• El Señor Jesús me salvará si yo confío en Él y sólo en Él como mi Salvador (Juan 3:16). 

También debo darme cuenta de que no soy salvo...

»» Por buenas obras (Isaías 64:6; Efesios 2:9; Tito 3:5)

»» Por tratar de guardar la ley (Romanos 3:20; Gálatas 2:16; Santiago 2:10).

»» Por el bautismo en agua (Efesios 2:8-9; Hechos 16:31). 

Soy salvo solamente por la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe (Efesios 2:4-9 y Tito 3:4-7). Fe es descargar todo mi peso en Cristo (en quién es Él, en lo que Él ha hecho y en lo que Él ha dicho). Nada traigo en mis manos, sólo me aferro a Tu cruz. 

¿Cómo puedo saber que soy salvo? 

Porque Dios no puede mentir (Tito 1:2; Hebreos 6:18) y porque Jesucristo siempre es fiel (Hebreos 13:8), con confianza y alegría acepto y descanso en las siguientes promesas de salvación:

Mateo 11:28; 
Juan 1:12; 3:16; 3:18; 3:36; 5:24; 6:35; 6:37; 6:47; 10:9; 11:25; 
Hechos 10:43; 16:31; 
Romanos 10:9; 10:13; 
1 Juan 5:11-12. 

¿Qué debo hacer ahora que soy salvo? 

Ahora que soy un creyente en Cristo, es mi responsabilidad crecer y seguir creciendo en la gracia y en el conocimiento de mi Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3:18).

Para ser un creyente sano y que crece debo: 

»» Ser bautizado en obediencia al mandamiento de Cristo (Mateo 28:19-20; Hechos 10:48; 2:38) y como un testimonio público de mi nueva vida en Cristo (2 Corintios 5:14-17; Romanos 6:3-11; Gálatas 2:20).

»» Alimentarme diariamente de la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2; Mateo 4:4; Salmo 119:97).

»» Venir a Dios y venir ante Dios diariamente en oración (Hebreos 4:16; 1 Tesalonicenses 5:17; Lucas 18:1).

»» Asistir fielmente a una iglesia que cree y enseña la Biblia (Hechos 2:42; Hebreos 10:25).

»» Confesar mis pecados (el pensar, el actuar y el ser que no está en armonía con la Santa Persona de Dios; mi carácter y conducta que no es igual a la de Él) a Dios diariamente y estar de acuerdo con Él en que lo que he hecho es pecaminoso a Sus ojos (1 Juan 1:8-2:2 y ver especialmente 1 Juan 1:9; Salmo 51:3-6; Salmo 32:3-6; Proverbios 28:13).

»» Confesar a Cristo ante los demás (Salmo 107:2; Mateo 10:32; Romanos 10:9-10). Alégrate de tenerlo a Él como tu Salvador.

»» Se un fiel testigo, señalando claramente hacia Cristo con hechos y palabras (Hechos 1:8; Isaías 43:10-12). Debo atraer la atención hacia Cristo por mi manera de vivir y hablar (Filipenses 2:15-16; Colosenses 3:17; 1 Pedro 3:15; Colosenses 4:4-6).

Fuente: Middle Town Bible Church

martes, 23 de mayo de 2017

Película: La Luz del Mundo

Presenta a Jesucristo como Creador, Redentor y Rey de reyes




En esta película, La Luz del Mundo, Jack Chick usa el talento que Dios le ha dado para entregar el evangelio en una forma  convincente y dramática.

La verdad como nunca antes la ha visto

Esta película de 78 minutos de duración lo lleva en un viaje inolvidable, mostrando el relato bíblico de la creación del hombre y la entrada del pecado en el mundo. Vea por qué Jesucristo vino al mundo y cómo resolvió el problema del pecado de una vez y para siempre.  Siga la vida del Señor, desde su milagroso nacimiento hasta la agonía de la crucifixión y su gloriosa resurrección. Los inconversos se darán cuenta del terrible precio que Cristo pagó por los pecados de ellos, y comprenderán por qué él es el único camino al cielo.

La Biblia cobra vida

Gracias a más de 360 óleos impresionantes, le parecerá estar realmente allí, observando cómo se desarrolla la historia bíblica. Se emocionará al escuchar la conmovedora narración de José Caballero, teniendo como trasfondo musical la magnífica obra original del compositor John Campbell. A esto añada los inolvidables efectos de sonido y experimentará el mensaje de la Biblia como nunca antes. Muchas personas, al presenciar proyecciones de esta película, han derramado lágrimas. 

La historia real

En estos tiempos cuando muchos cristianos están produciendo películas con un mensaje moderado, para no "ofender" a algunas personas, La Luz del Mundo provee exactamente lo que usted esperaría de Jack Chick: una presentación del evangelio que es clara, bíblicamente exacta, directa y con un emotivo llamado a la salvación.

¿Conoce a personas inconversas que ven televisión?

Millones de personas son adictas a la televisión, por lo que este es un gran medio para alcanzarlos con el evangelio. Invite a su hogar a familiares, amigos, vecinos y otras personas que no son salvas para que vean la película. O présteles la película para que la vean cuando tengan tiempo. De una u otra manera, recibirán el evangelio en una forma que nunca olvidarán. También puede mostrarla si hay personas inconversas en una clase de escuela dominical, en el grupo de jóvenes y el de adultos, en estudios bíblicos o células en hogares.

¿Desea creer en Cristo ahora mismo?

Lo más resaltante de la película es la conmovedora invitación a creer en Cristo. Después de ver lo que dice la Biblia -que el cielo o el infierno será su hogar eterno-, y mientras su corazón está aún sensible, las personas tienen la oportunidad de orar para recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador personal.

Fuente: Publicaciones Chick

Para conocer más acerca del Hijo de Dios, haga clic aquí

miércoles, 3 de mayo de 2017

Libro electrónico: La Seguridad Eterna


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La doctrina de la seguridad eterna, o SE (OSAS –Una vez salvos siempre salvos, por sus siglas en inglés) es uno de los tópicos más ardientemente debatidos en todo el cristianismo. ¿La muerte del Señor realmente pagó por todos los pecados de nuestra vida, y por lo tanto les garantiza un lugar en el Cielo a todas las personas creyentes nacidas de nuevo?

O, ¿somos nosotros responsables por los pecados que cometemos después de haber nacido de nuevo, corriendo el riesgo de que nuestro comportamiento después de ser salvos pueda hacer que Dios rescinda Su promesa de salvarnos?

Y, si Dios no rescinde Su promesa, ¿podemos nosotros alejarnos de nuestra relación con Él y efectivamente renunciar a nuestra salvación?

Usted encontrará las respuestas a estas y otras preguntas en este libro, así como las respuestas bíblicas a algunas de las preguntas más frecuentes acerca de la Seguridad Eterna.

Descargue otros ebooks de Jack Kelley:


 

     

jueves, 31 de marzo de 2016

¿Hay Muchos Caminos a Dios? (pdf)

¿Un camino o muchos?


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“¿Qué pasará con aquellos que nunca han escuchado el Evangelio?” Ésta es una de las preguntas más frecuentes que me hacen. Las personas creen que Dios es justo, y no pueden reconciliar esa creencia con la idea de que Él pueda consignar al Infierno a una persona a la que nunca se le dio la oportunidad de escuchar el Evangelio.

Por lo tanto, cada vez más, muchos cristianos están concluyendo que debe haber muchos caminos a Dios y que judíos, musulmanes, budistas y otros sinceros lograrán llegar al Cielo.

Preguntas Cruciales

¿Qué tiene la Biblia que decir acerca de este asunto tan importante? ¿Están condenados a una eternidad en el Infierno aquellos que vivan y mueran sin escuchar el Evangelio? ¿Y qué acerca de los que han puesto su fe en el dios de alguna religión distinta al Cristianismo y que luchan para vivir vidas rectas? ¿También están condenados al Infierno? ¿Es posible que Dios se haya revelado a Sí Mismo de maneras diferentes a pueblos diferentes y, por lo tanto, haya muchos caminos diferentes a Dios? ¿Podría ser cierto el rótulo que vi en una clase de Escuela Dominical en una iglesia que decía: “Nuestro Dios es demasiado grande como para ser confinado a una religión”?

Lea también:
»» ¿Tiene razón el Papa al decir que "todos somos hijos de Dios"?



sábado, 12 de abril de 2014

Revista Llamada de Medianoche - Abril 2014

Huellas que Llevan a la Cruz


Temas incluidos en esta edición:

- Enemigo en común de Israel y Arabia Saudita
- Nuevo eje en el Cercano Oriente
- Nieta de dirigente de Hamás recibe servicios médicos en Israel
- Sorprendentes trasfondos de la Cena del Señor
- Un Mesías que no se rinde

Para poder descargar y leer esta revista, necesitará tener instalado el programa Adobe Reader. Descárguelo gratuitamente en el siguiente enlace:

domingo, 5 de enero de 2014

Editorial: ¿Predestinados para Condenación?


El otro día alguien me llamó y me preguntó: “Cómo es posible que hayamos sido elegidos, y a pesar de eso tengamos que anunciar el Evangelio a los perdidos, para que sean añadidos y lleguen a ser hijos de Dios?“ Citó como fundamento de su pregunta el pasaje de Efesios 1:4: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado”.

Es cierto que podríamos sacar de esto la lógica conclusión de que si hay elegidos también debe haber no elegidos, en otras palabras: personas salvas y personas perdidas, predestinadas para esto. Y si existiera este tipo de predestinación, todo el esfuerzo humano por ganar almas para Jesús no tendría sentido.

Pero, ¿realmente es así? ¡No! Detrás de estos pensamientos está la astucia de Satanás, que quiere llevarnos a un callejón sin salida por medio de falsas conclusiones, aparentemente lógicas. Si escucháramos al adversario, ya no haríamos nada para llevar a las personas a Cristo, pensando que, de todos modos, todo saldrá como debe salir. Pero, ¿qué significa realmente la predestinación
bíblica?

Es un hecho inamovible que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:4). Pero, en Su grandeza, en Su conocimiento inconmensurable, Él hace una elección porque sabe cuál será la decisión de cada persona individualmente. Con nuestra razón limitada y oscurecida por el pecado, no podemos concebir el conocimiento absoluto de nuestro Dios y las consecuencias que resultan de él. Pero, las palabras de Romanos 8:29 nos hacen entrever algo de esta verdad: “A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…”. Dios nos vio desde el principio, desde la eternidad, incluso ya nos conocía por nombre (comp. Éxodo 33:12). También nuestra decisión a favor o en contra de Él le es conocida. En 2 Timoteo 2:19 leemos: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: “Conoce el Señor a los que son suyos”. Y Jesucristo, el Hijo de Dios, dijo: “Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas” (Jn. 10:14). Lo mismo leemos en el Salmo 1:6: “Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá”.

La libre elección es parte de la dignidad del ser humano. Él tiene la libertad de decidir qué hará con Jesucristo. Si bien nuestra libre voluntad está bajo el yugo del pecado y de Satanás, esto no significa que no podamos decir “sí” o “no”. Incluso después del arrebatamiento de la Iglesia, en el período de la Gran Tribulación, las personas tendrán la libertad de decir “sí” a Dios.

La decisión en contra de Cristo, lleva al ser humano a un terrible abismo de donde no habrá vuelta. Pero, la decisión a favor de Él nos hace participes de la maravillosa elección de Dios. Entonces, sigamos caminando con Jesús, pues Su elección nos lleva a la gloria: “… los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo… Y a los que predestinó, a éstos también llamó, y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro. 8:29-30). ¿No nos da esto razón suficiente para involucrarnos más activamente en Su causa?

Cordialmente en Cristo, les saluda


Peter Malgo


Conozca más acerca del Calvinismo:


viernes, 22 de noviembre de 2013

Lo que un Dios Soberano no Puede Hacer



Una de las expresiones más comunes que uno escucha en los círculos cristianos, especialmente para consuelo cuando las cosas no van bien, es que “Dios está en control, Él aún está en el trono”. Los cristianos se consuelan con estas palabras pero, ¿qué significan? ¿Dios no estaba en “control” cuando Satanás se rebeló y cuando Adán y Eva desobedecieron, pero ahora sí lo está? El hecho de que Dios esté en control, ¿significa que todas las violaciones, asesinatos, guerras y la maldad multiplicada son exactamente lo que Él planeó y lo que desea?
Cristo nos pide que oremos, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). ¿Por qué esa oración si ya estamos en el reino de Dios con Satanás atado, tal como Juan Calvino enseñó y los Reconstruccionistas afirman hoy en día? ¿Podría un mundo de maldad desenfrenada ser en realidad lo que Dios desea? ¡Seguro que no!
“¡Espere un minuto!”, alguien argumenta. “¿Está sugiriendo que nuestro Dios omnipotente no puede realizar Su voluntad en la tierra? ¡Qué clase de herejía es ésta! Pablo dice claramente que Dios ‘hace todas las cosas según el designio de su voluntad’ (Efesios 1:11)”.
Sí. Pero la Biblia misma contiene muchos ejemplos de hombres desafiando la voluntad de Dios y desobedeciéndole. Dios se lamenta, “Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí” (Isaías 1:2). Los sacrificios que le ofrecen y sus malas vidas no están, obviamente, de acuerdo con Su voluntad. Se nos dice que “los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios” (Lucas 7:30). La declaración de Cristo en Mateo 7:21 muestra claramente que no todo el mundo hace siempre la voluntad de Dios. Esto también está implícito en Isaías 65:12; 1 Tesalonicenses 5:17-19; Hebreos 10:36; 1 Pedro 2:15, 1 Juan 2:17 y muchos otras Escrituras. De hecho, Efesios 1:11 no dice que todo lo que ocurre está de acuerdo a la voluntad de Dios, sino que de acuerdo con “el consejo” de Su voluntad. Es evidente que el consejo de la voluntad de Dios le ha dado al hombre la libertad para desobedecerle. No hay otra explicación para el pecado.
Sin embargo, en su afán de proteger la soberanía de Dios de cualquier desafío, A. W. Pink sostiene fervientemente: “Dios ordena de antemano todo lo que llega a ocurrir…Dios inicia todas las cosas, regula todas las cosas…”1 Edwin H. Palmer está de acuerdo: “Dios está detrás de todo. Él decide y causa que sucedan todas las cosas que ocurren…Él ha predestinado todo ‘según el designio de su voluntad’ (Ef. 1:11): el movimiento de un dedo…el error de un mecanógrafo – incluso el pecado”.2
Aquí nos enfrentamos con una distinción vital. Una cosa es que Dios, en Su soberanía y sin menoscabo de esa soberanía, dé al hombre el poder para rebelarse contra Él. Esto abriría la puerta para el pecado como responsabilidad exclusiva del hombre por una libre elección. Es algo totalmente diferente que Dios controle todo hasta el punto de que Él deba causar efectivamente que el hombre peque.
Es una falacia pensar que para que Dios esté en control de Su universo, Él deba, por lo tanto, predestinar e iniciar todo. De este modo, Él causa el pecado, luego castiga al pecador. Para justificar este punto de vista, se afirma que “Dios no tiene la obligación de extender Su gracia a aquellos que predestina al juicio eterno”. De hecho, sin embargo, la obligación no tiene ninguna relación con la gracia.
En realidad disminuye la soberanía de Dios sugerir que Él no puede usar para Sus propios propósitos lo que Él no predestina ni origina. No hay razón ni lógica ni bíblica de por qué un Dios soberano, por su propio designio soberano, no les pueda permitir a criaturas hechas a Su imagen, la libertad de una genuina elección moral. Y hay razones de peso de por qué lo haría.
Más de un ateo (o un buscador sincero que esté preocupado por el mal y el sufrimiento) nos dice en nuestras caras, “Usted afirma que Dios es todopoderoso. Entonces, ¿por qué no detiene el mal y el sufrimiento? ¡Si Él puede y no lo hace, es un monstruo; si no puede, entonces no es todopoderoso!”. El ateo piensa que nos tiene arrinconados.
La respuesta involucra ciertas cosas que Dios no puede hacer.
Pero Dios es infinito en poder, ¡así que no debe haber nada que él no pueda hacer! ¿En serio? El hecho mismo de que Él es infinito en poder significa que Él no puede fallar. Hay muchas otras cosas que seres finitos hacen todo el tiempo; pero que el Dios infinito, absolutamente soberano no puede hacer porque Él es Dios: mentir, engañar, robar, pecar, confundirse, etc. De hecho, muchas otras cosas que Dios no puede hacer son de vital importancia que las entendamos, al enfrentar los desafíos de los escépticos.
Por desgracia, hay muchas preguntas sinceras que la mayoría de los cristianos no pueden responder. Pocos padres se han tomado el tiempo para pensar en los muchos desafíos intelectuales y teológicos que sus hijos enfrentan de forma creciente, desafíos para los que la juventud de hoy no halla respuestas desde tantos púlpitos y lecciones de escuela dominical. Como resultado, un número creciente de aquellos criados en hogares e iglesias evangélicas están abandonando la “fe” que nunca entendieron adecuadamente.
¿Son la soberanía y el poder la cura para todo? Muchos cristianos superficialmente piensan que sí. Sin embargo, hay mucho para lo que la soberanía y el poder son irrelevantes. Dios actúa no sólo soberanamente, sino que en amor, gracia, misericordia, bondad, justicia y verdad. Su soberanía se ejerce solamente en perfecta armonía con todos Sus demás atributos.
Hay muchas cosas que Dios no puede hacer, no a pesar de lo que Él es, sino por quién Él es. Incluso Agustín, descrito como el primero de los tempranos así llamados Padres de la Iglesia, quien “enseñó la absoluta soberanía de Dios”,3 declaró, “Por lo tanto, Él no puede hacer algunas cosas por la sencilla razón de que es omnipotente”.4
Debido a su santidad absoluta, es imposible que Dios haga lo malo, que cause que otros hagan lo malo o incluso atraer a alguien hacia lo malo: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie…” (Santiago 1:13-14). Pero, ¿qué pasa con los muchos lugares en la Escritura donde dice que Dios tentó a alguien o que Él fue tentado? Por ejemplo, “probó Dios a Abraham” (Génesis 22:1). La palabra hebrea ahí y en todo el Antiguo Testamento es nacah, que significa probar o demostrar, como en la valoración de la pureza de un metal. No tiene nada que ver con tentar a pecar. Dios estaba probando la fe y la obediencia de Abraham.
Si Dios no puede ser tentado, ¿por qué se le advierte a Israel, “No tentaréis a Jehová vuestro Dios” (Deut. 6:16)? Incluso se nos dice que en Masah, al exigir agua, “tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está pues Jehová entre nosotros, o no? (Éxodo 17:7). Luego, ellos “tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto… y hablaron, ¿Podrá Dios poner mesa en el desierto? Ellos enojaron al Dios Altísimo” (Salmo 78:18, 41, 56).
Dios no estaba siendo tentado a hacer lo malo, Él estaba siendo provocado, así que Su paciencia estaba siendo probada. En lugar de esperar obedientemente a que Él satisficiera sus necesidades, Su pueblo estaba exigiendo que usara Su poder para darles lo que querían, para satisfacer sus deseos. Su “tentación” de Dios era un desafío blasfemo, que lo obligaba a ceder a sus deseos o a castigarlos por su rebelión.
Cuando Jesús fue “tentado por el diablo”, para que se arrojara desde el pináculo del templo para demostrar que los ángeles lo sostendrían en sus manos, Él citó Deuteronomio 6:16 — “No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:1-11). En otras palabras, ponernos deliberadamente en un lugar donde Dios debe actuar para protegernos, es tentarle.
Santiago sigue diciendo, “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. La tentación a lo malo no proviene de afuera, sino de adentro. El hombre que podría no ser “tentado” a ser deshonesto en los negocios, podría sucumbir a la tentación de cometer adulterio y, así, sería deshonesto con su esposa. Se dice que “todo hombre tiene su precio”.

Dios no estaba tentando a Adán y a Eva a pecar cuando les dijo que no comieran de un árbol en particular. Eva fue tentada por su propia codicia y deseo egoísta. Aun en la inocencia, el hombre podía ser egoísta y desobediente. Vemos esto en niños pequeños, quienes aún probablemente no conocen la diferencia entre lo bueno y lo malo.

Adicionalmente, hay una serie de otras cosas que Dios no puede hacer. Dios no puede negarse a Sí mismo o contradecirse. Él no puede cambiar. No puede faltar a Su palabra. Específicamente en relación con la humanidad, hay algunas cosas que Dios no puede hacer, las cuales son muy importantes de entender y de explicar a otros. Uno de los conceptos más fundamentales (y menos comprendido por personas “religiosas”) es éste: Él no puede perdonar el pecado sin que la pena sea pagada y aceptada por el hombre.

¿Estamos diciendo que a pesar de Su soberanía y poder infinito, Dios no puede perdonar a quien Él quiera, que Él no puede simplemente hacer borrón y cuenta nueva en el registro celestial? Exactamente: Él no puede, debido a que Él es también perfectamente justo. “¿Así que está sugiriendo”, se quejan algunos, “que Dios quiere salvar a toda la humanidad, pero carece del poder para hacerlo? Es una negación de la omnipotencia y soberanía de Dios si hay algo que Él desee, pero que no pueda lograr”. De hecho, la omnipotencia y la soberanía son irrelevantes con respecto al perdón.
Cristo en el Jardín, la noche antes de la Cruz, clamó, (Mateo 26:39). Seguramente si hubiera sido posible proveer la salvación de cualquier otra forma, el Padre hubiera permitido que Cristo escapara los atroces sufrimientos físicos de la Cruz, y la infinita agonía espiritual de soportar la pena que Su justicia perfecta había pronunciado sobre el pecado. Pero incluso para el Dios Todopoderoso, no había otra forma. Es importante que expliquemos claramente esta verdad bíblica y lógica cuando presentemos el Evangelio.
Supongamos que un juez tiene ante él a un hijo, una hija u otros ser amado hallado culpable de múltiples asesinatos por el jurado. A pesar de su amor, el juez debe respetar la pena exigida por la ley. El amor no puede anular a la justicia. La única manera en la que Dios podía perdonar a los pecadores y permanecer justo, sería que Cristo pagara la pena por el pecado (Romanos 3:21-28).
Hay otros dos asuntos de vital importancia en relación con la salvación del hombre, que Dios no puede hacer: Él no puede obligar a nadie a amarlo; y Él no puede obligar a nadie a aceptar un regalo. Por la misma naturaleza del amor y el dar, el hombre deber tener el poder de elegir. La recepción del amor de Dios y el regalo de la salvación por medio de Jesucristo, sólo puede ser por un acto del libre albedrío del hombre.
Algunos argumentan que si fuera la voluntad de Dios que todos los hombres sean salvos, el hecho de que no todos se salvan significa que la voluntad de Dios se frustraría y que Su soberanía sería anulada por los hombres. También se argumenta que si un hombre puede decir sí o no a Cristo, él tiene la palabra final en su salvación y su voluntad es más fuerte que la voluntad de Dios: “La herejía del libre albedrío destrona a Dios y entrona al hombre”.5
No hay nada en la Biblia o en la lógica que sugiera que la soberanía de Dios requiera que el hombre sea incapaz de tomar una decisión real, moral o de otra clase.
Darle al hombre el poder de tomar una decisión genuina e independiente no disminuye el control de Dios sobre Su universo. Siendo omnipotente y omnisciente, Dios ciertamente podría arreglar las circunstancias para impedir que la rebelión del hombre frustre Sus propósitos. De hecho, Dios incluso podría usar el libre albedrío del hombre para ayudar a cumplir Sus propios planes y, de este modo, ser glorificado aún más.
El gran designio de Dios desde la fundación del mundo de otorgarle al hombre el Regalo de Su amor, excluye a cualquier capacidad para forzar ese Regalo sobre cualquiera de Sus criaturas. Tanto el amor como los regalos de cualquier tipo deben ser recibidos. La fuerza pervierte la transacción.
El hecho de que Dios no puede fallar, mentir, pecar, cambiar o negarse a Sí mismo, no disminuye en lo más mínimo Su soberanía. Ni tampoco es menos soberano debido a que no puede obligar a nadie a amarlo o a recibir el regalo de la vida eterna por medio de Jesucristo. Y desde el lado del hombre, prevalece la limitación inversa: no hay nada que alguien pueda hacer para merecer o ganar el amor o un regalo. Deben ser dados gratuitamente desde el corazón de Dios, sin ninguna razón que no sea el amor, la misericordia y la gracia.
Maravillosamente, en Su gracia soberana, Dios ha constituido así al hombre y ha designado así un regalo que el hombre puede recibir voluntariamente por un acto de su voluntad y responder en amor al amor de Dios. Alguien ha dicho, “El libre albedrío del hombre es la más maravillosa de las obras del Creador”.6 El poder de elección abre la puerta a algo maravilloso más allá de la comprensión: una genuina comunión entre Dios y el hombre por la eternidad. Sin el libre albedrío, el hombre no podría recibir el regalo de la vida eterna, así que Dios no podría dárselo.
Pusey señala que “sin el libre albedrío, el hombre sería inferior a los animales inferiores, que tienen una especie de limitada libertad de elección…Sería contradictorio que el Dios Todopoderoso creara a un agente capaz de amarlo, sin ser capaz también de rechazar Su amor…sin el libre albedrío, no podríamos amar libremente a Dios. La libertad es una condición del amor”.7
Es el poder de una elección genuina del corazón y voluntad propios del hombre, que Dios le ha dado soberanamente que le permite a Dios amar al hombre, y al hombre recibir ese amor y amar a Dios a cambio “porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Es imposible que el poder de elección pueda desafiar la soberanía de Dios, dado que es la soberanía de Dios la que ha otorgado este regalo sobre el hombre y establecido las condiciones para amar y dar.
Sugerir que a Dios le faltaría “poder” (negando así Su soberanía), si Él ofreciera la salvación y algunos la rechazaran es no entender el asunto. El poder y el amor no pertenecen a la misma discusión. De hecho, de las muchas cosas que hemos visto que Dios no puede hacer, una falta de “poder” no es la razón para ninguna de ellas, ni tampoco Su soberanía es mitigada en lo más mínimo por cualquiera de ellas.
Así pues, para que a la humanidad le haya sido dado por Dios el poder de elegir amarlo o no, y recibir o rechazar el regalo gratuito de la salvación; lejos de negar la soberanía de Dios, es admitir lo que la soberanía de Dios en sí ha proporcionado amorosa y maravillosamente.
Que voluntariamente podamos responder desde el corazón a Su amor con nuestro amor y, en gratitud por Su gran regalo, proclamar las buenas nuevas a otros.
Notas
1 Arthur W. Pink, The Sovereignty of God (Baker Book House, 1984), 240. 

2 Edwin H. Palmer, the five points of Calvinism (Baker Books, 1999), 25.
3 C. Norman Sellers, Election and Perseverance (Schoettle Publishing Co., 1987), 3.
4 Augustine of Hippo, The City of God (n.p.n.d.), V. 10.
5 W.E. Best, Free Grace Versus Free Will (W.E. Best Books Missionary Trust, 1977), 35.
6 Junius B. Reimensnyder, Doom Eternal (N.S. Quiney, 1880), 257; cited in Samuel Fisk, Calvinistic Paths Retraced (Biblical Evangelism Press, 1985), 223.
7 Edward B. Pusey, What Is Of Faith As To Everlasting Punishment? (James Parker & Co., 1881), 22-23; cited in Fisk, op. cit., 222.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

martes, 4 de septiembre de 2012

El Origen del Pecado


¿De dónde viene el pecado? ¿Cómo pudo entrar en esa creación “tan buena”? ¿Será que Dios quería que el pecado entrara en el mundo? ¿Quizás Él, incluso, sea el verdadero autor del pecado?

Por David Dunlap

En el correr de la historia, a menudo se ha meditado en el origen del pecado. Muchos plantearon la interrogante: Ya que Dios es perfecto, sin mácula de pecado y el absoluto soberano de Su universo, ¿cómo pudo entrar el pecado en el mundo que Dios había encontrado “tan bueno”? Después de todo, Dios podría haber creado ángeles y seres humanos perfectos y santos, de modo que ni siquiera hubieran podido pecar. Eso, sin embargo, habría significado reducir a la creación más noble de Dios a ser seres parecidos a máquinas, sin libre albedrío. El deseo de Dios, sin embargo, es que el ser humano se decida voluntariamente por Él.

Dios, en Su soberanía, dio al ser humano una libre voluntad, la cual representa una parte esencial de su ser. Dios nunca se opondría a Su propia voluntad, ni despreciaría la forma de ser del ser humano, como Él lo ha creado. La Escritura, no obstante, deja claro que las decisiones del ser humano no siempre corresponden a la voluntad de Dios.

¿Cómo entró el pecado en el mundo? A través de la desobediencia del primer hombre y de la primera mujer frente a la voluntad revelada de Dios. Leemos: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro. 5:12). Dios no lo decretó, pero lo permitió.

Es verdad que el libre albedrío del ser humano exige un alto precio – guerra, delitos, rebelión y pecado. Dios considera que esa libre voluntad dada a los seres humanos es digna del precio. De ahí que nunca debemos llegar a la conclusión, que el libre albedrío del ser humano contrariaría la voluntad definitiva de Dios. Esa perfecta voluntad es el designio eterno de Dios, fundamentado en Su consejo sabio y eterno, que decide y determina, y es inalterable (Ef. 3:11).

En la lucha con este problema tan grave, algunos han llegado a la triste conclusión de que Dios mismo debía ser el verdadero autor del pecado. Esta doctrina fue difundida por los fanáticos discípulos de Juan Calvino, quienes deseaban confirmar su teología. No obstante, es necesario decir que Juan Calvino mismo y muchos calvinistas moderados no sostenían esa doctrina. Sus raíces, sin embargo, se encuentran en los escritos y el pensamiento de Calvino. Él creía, correctamente, en la soberanía de Dios sobre Su creación, pero luego llevó esa importante doctrina un lamentable paso más allá, enseñando que Dios determina todos los sucesos de antemano. Según esta doctrina, el así-llamado determinismo, no existe ningún acontecimiento, ninguna acción, ninguna decisión del ser humano que no haya sido predeterminada por Dios de esa manera. Eso incluye la guerra, la corrupción política, la injusticia, la inmoralidad y el pecado. En su obra teológica más importante, que influenció la manera de pensar de sus seguidores, Juan Calvino escribió: “El poder de la providencia divina llega hasta el punto de que las cosas tienen que resultar de la buena manera que Dios las ha previsto, y también la voluntad del ser humano debe dirigirse por ese plan”.1

A él le siguió el audaz reformador Martín Lutero, quien en su clásico De la libre voluntad defendió el punto de vista de que Dios determina todas las cosas de antemano, incluyendo los actos pecaminosos del ser humano y del mismo Satanás. “Todo lo que hacemos, todo lo que ocurre, aun cuando nos parezca que sucede de manera cambiable y coincidente, sucede, de hecho, de manera compulsiva e inmutable… Aun cuando, de acuerdo a ese pensar, Dios obra y crea todo en todos, Él necesariamente también obra y crea en Satanás y en los paganos. Pero en ellos Él obra tal como ellos son y como los encuentra, es decir, como ellos están errados y son malos, y son arrancados de aquella eficacia de la omnipotencia divina, ellos solamente hacen lo errado y lo malo… De ahí que el incrédulo no puede sino errar y pecar siempre, porque alejado del impulso de la omnipotencia divina no le es permitido estar ocioso, sino que tiene que querer, desear y actuar tal como ha sido creado”.2

Este enfoque teológico aún es enseñado en la actualidad. A.W. Pink, autor hipercalvinista que falleció en el año 1952, escribió: “Nada sucede jamás, sin que Él lo haya predestinado así”.3

El próximo paso lógico en esta doctrina del determinismo consiste en la declaración que dice que Dios es el autor del pecado. Después de la muerte de Juan Calvino, en el año 1564, el principal defensor de esta falsa doctrina especial del calvinismo llegó a ser Theodore Beza, profesor de teología en la Universidad de Ginebra. A través de su amplia influencia, este error pronto llegó a ser aceptado como ortodoxia, y se propagó rápidamente en toda Europa. Desafortunadamente, esta doctrina de que Dios es el autor del pecado, aun hoy es propagada por muchos calvinistas. Esto se trata de la inevitable consecuencia de la doctrina de que Dios predestina y fija todos los acontecimientos de antemano. Si uno quiere ser un determinista consecuente, uno debe creer que Dios, quien ha determinado la salvación eterna para los escogidos, del mismo modo ha predeterminado las cosas más horrendas que han sucedido en el correr de la historia. Esto también incluye, según la opinión de muchos autores calvinistas, la entrada del pecado en este mundo.

Un cristiano sincero tiene que estremecerse de horror y rechazar la blasfemia de una doctrina de este tipo, que deshonra a Dios. Es casi imposible imaginar que haya cristianos que propaguen esta doctrina públicamente, sin embargo, esto es un triste hecho. Tan sólo hay que escuchar las palabras del profesor calvinista Dr. John Feinberg, del Trinity Evangelical Divinity School: “Yo creo que todas las cosas están condicionadas en forma causal… Dios es quien escoge, y creó a Adán como pecador”.4

Esto parece implicar que Dios no solamente creó a Adán y Eva, sino que también participó en el pecado de Adán y Eva. Esta cita no es algo aislado; su autor es solamente uno de los muchos calvinistas que han enseñado que el pecado ocurrió porque Dios lo había predeterminado en el ser humano. A.W.Pink impone esta doctrina a sus lectores, cuando declara firmemente: “Era claramente la voluntad de Dios que el pecado entrara en el mundo, o eso no hubiera ocurrido. Dios tenía el poder de evitar eso. Nada ocurre jamás, si Él no lo ha determinado de antemano… La determinación de Dios de que el pecado debía venir al mundo, era un misterio escondido en Él”.5

¿Será esta una doctrina bíblica? ¿Cómo entró el pecado en el mundo? Al utilizar las Escrituras como nuestro compás divino, vemos claramente la doctrina de que Dios ni es el autor del pecado, ni ha seducido al ser humano al pecado. En el Nuevo Testamento, dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Sg. 1:13).

En otro pasaje leemos: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él” (Hab. 1:13). Quien estudia las Escrituras cuidadosamente, llegará a la conclusión de que Dios jamás ha seducido a alguien al pecado, porque el pecado siempre es el resultado de una rebelión contra Dios. “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” (Sg. 4:1).

Dios, sin lugar a dudas, es soberano, santo, fiel, justo, bueno, inmutable, todopoderoso, incomparable, por encima de todo. De ahí que el suponer, o atribuirle, en cualquier forma, que Dios sea el autor del pecado, signifique ensuciar y difamar la incomparable grandeza de Su nombre. El profesor de Biblia Harold Mackay enfatiza la seriedad de esta falsa doctrina, y escribe en forma apasionada:

 ¿Sabe Dios todas las cosas de antemano? ¡Sin lugar a dudas! ¿Permite Dios todas las cosas? ¡Sí! ¿Ha Dios predeterminado todas las cosas? ¡No! No hay duda de que todos los planes y designios eternos de Dios terminarán cumpliéndose en su totalidad. Pero eso no significa que Dios haya predeterminado todos los acontecimientos en la historia de la humanidad. Deducir que todos los delitos, corrupciones, atrocidades, tragedias y guerras que han mancillado la historia de la humanidad, sean parte de la predeterminación eterna de Dios es un pensamiento demasiado terrible como para, siquiera, sostenerlo por tan solo un momento”.6

Pero, ¿cómo hacen las Escrituras entonces, para armonizar la soberanía de Dios con la entrada del pecado? Vemos que Dios, con toda seguridad, a causa de Su omnisciencia y Su omnipotencia, es capaz de saber todo y de determinar todo, y la Biblia enseña que Dios permite ciertas cosas y predetermina otras, pero que no determina todo de antemano.

Aun cuando las Escrituras declaran inequívocamente que el ser humano puede oponerse, tanto a la voluntad como al plan de Dios (Lc. 7:30; Mt. 23:37), un ser mortal, sin embargo, no puede evitar, ni contrariar, el plan definitivo de Dios para este mundo. Todo individuo, sin embargo, puede decidir por sí mismo si quiere participar en ese plan. El Señor Jesucristo volverá y arrebatará a la iglesia – ése es Su plan definitivo; pero algunos, posiblemente, decidan no participar en eso. Las Escrituras enfatizan, repetidas veces, que el ser humano puede ejercer la voluntad que Dios le ha dado, o que con esa voluntad puede rechazar los deseos, bendiciones y privilegios que Dios tiene preparados para él.

El Salmo 32 nos revela aún más de los caminos eternos de Dios. El salmista dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti” (vs. 8-9). Este versículo puede ser entendido en el sentido de que Dios, en Su soberanía, no quiere seguidores “parecidos a los mulos”. Al contrario. Él desea seguidores que acepten Sus indicaciones y Sus consejos por su libre voluntad. Él desea, para con Su pueblo, una relación fundada en el afecto y el amor mutuos, no en compulsión y presión.

En sentido figurado, Dios podría ponerles “cabestro y freno” a los incrédulos y llevar sus corazones y mentes irresistiblemente a que hagan Su voluntad. Eso, sin embargo, produciría “mulo(s)… con cabestro y freno, sin voluntad propia, y justamente eso es lo que Dios no quiere. Dios desea que el ser humano crea en Él con naturalidad, solamente por la libre voluntad que Dios le ha dado.

¿Por qué entró el pecado en el mundo? Por la misma razón por la que algunas personas perecen y otras creen en Cristo hasta la eternidad – es la decisión del ser humano de despreciar la voluntad de Dios por la rebelión. Debemos liberarnos de la idea de que el pecado ha entrado en el mundo por la voluntad de Dios, y también de la idea de que Dios no quiere que todas las personas sean salvas, ya que las Escrituras dicen que Él desea justamente eso (cp. 1 Ti. 2:4). Pero, el ser humano puede rechazar la voluntad y el plan que Dios tiene para él, y muchos lo harán. En Su soberanía, Dios creó al ser humano con libre voluntad, y a pesar de la caída y la perdición del pecado, Su propósito eterno no ha sido desbaratado. Él no obliga al ser humano a tener fe, sino que, más bien, desea que todas las personas vengan a la fe en Cristo voluntariamente.

Nota: Todos los énfasis son añadidos por mí - Donald Dolmus

Publicado por primera vez en la “Carta de Amigos” del Ariel Ministries, Primavera/verano 09; publicado con la amable autorización de Georg Hagedorn, CMV (cmv-cmv@t-online.de)

1 Juan Calvino, Instituto, Libro II, Cap 4.6
2 Martín Lutero, “Vom unfreien Willen” (De la voluntad no libre)
3 A.W. Pink, Gleanings from the Scriptures (Espigueos de las Escrituras), Chicago, IL; Moody, 1954, pág. 206
4 John Feinberg, Predestination and Free Will (Predestinación y libre voluntad), Downers Grove, IL, InterVarsity Press, 1986, pág. 24
5 A.W. Pink, Gleanings from the Scriptures, Chicago, IL; Moody, 1964, pág. 207
6 H.G. Mackay, Biblical Balance (Equilibrio Bíblico), Toronto, Everyday Publications, 1978, pág. 55

Tomado de:

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