miércoles, 28 de febrero de 2018

Libro: Israel en la Profecía Bíblica — Capítulo 12 (Parte 3)

La Redención de Israel


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III. Arrepentimiento y Salvación

Durante la conversación que Jesús hizo a Sus discípulos en el Monte de los Olivos durante la última semana de Su vida, se refirió a la segunda mitad de la Tribulación como “la gran tribulación” (Mateo 24:21). Esto ha motivado a muchos eruditos de la profecía a proclamar que la primera mitad de la Tribulación será relativamente pacífica, pero nada podría estar más alejado de la verdad. ¿Cómo podría la segunda mitad de la Tribulación ser peor cuando la mitad de la población del mundo va a morir en la primera mitad?

Tenga en cuenta que Jesús estaba hablando a una audiencia judía. Su punto era que, para el pueblo judío, la última mitad de la Tribulación sería la “gran tribulación”.

La “Gran Tribulación” para los Judíos

Y eso es precisamente lo que las Escrituras enseñan. Se nos dice en 2 Tesalonicenses 2:1-4 que el Anticristo entrará al reconstruido Templo judío en Jerusalén y declarará ser Dios, y cuando los judíos lo rechacen como su Mesías, se volverá contra ellos con venganza e intentará aniquilarlos (Apocalipsis 12:13-17). Los masacrará a diestra y siniestra mientras huyen de su patria a un lugar especial de protección que Dios ha preparado para ellos en la moderna nación de Jordania (Daniel 11:41).

El profeta Zacarías dice que la matanza en todo el mundo será tan grande que dos tercios de los judíos serán asesinados (Zacarías 13:8-9). Éste es el tiempo al que tanto Jeremías y Daniel se refieren como un tiempo de “angustia” sin precedentes para el pueblo judío (Jeremías 30:7 y Daniel 12:1). Y así será. Así es como el profeta Sofonías lo describe (Sofonías 1:14-17):

14) Cercano está el día grande del Señor, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día del Señor; gritará allí el valiente.

15) Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,

16) día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres.

17) Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra el Señor; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol.

En medio de esos días terrible, el pueblo judío clamará con las palabras de Salmo 70:1-2:

1) Oh Dios, acude a librarme;
 Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.

2) Sean avergonzados y confundidos
Los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
Los que mi mal desean.

¿Por qué Satanás motivará al Anticristo a enfocar su ira sobre el pueblo judío? Es porque, como he señalado antes, Satanás odia a los judíos con pasión porque:
  • Son el Pueblo Escogido de Dios.
  • Fue a través de los judíos que Dios dio las Escrituras.
  • Fue a través de los judíos que Dios proveyó al Mesías, Jesús.
  • Dios ha prometido que un día un gran remanente de los judíos aceptará a Jesús como su Mesías (Isaías 10:22; Romanos 9:27 y 11:25-27).

Una vez más, como he señalado antes, Satanás quiere aniquilar al Pueblo Escogido de Dios para que Dios no pueda cumplir Su promesa de que un día un gran remanente de los judíos volverá sus corazones a Su Hijo y será salvo. 

El Propósito de la “Gran Tribulación”

Pero, ¿por qué Dios va a permitir que esta carnicería ocurra? La respuesta es una que es difícil de tragar. Él va a obrar a través del sufrimiento de un Segundo Holocausto para traer al pueblo judío al final de sí mismo para que conviertan sus corazones endurecidos a Dios, reciban a Su Hijo como Su Mesías y sean salvos.

Las Escrituras describen esta horrible experiencia en lenguaje alegórico, describiéndolo como un proceso de refinamiento (Ezequiel 22:18-22):

18) Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron.

19) Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén.

20) Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y os pondré allí, y os fundiré.

21) Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos.

22) Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros.

Malaquías, el último profeta de las Escrituras hebreas, usa la misma imagen. Hablando del Mesías, dice (Malaquías 3:2-4):

2) ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

3) Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.

4) Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.

En un versículo, el profeta Zacarías resume el proceso y sus resultados, usando las mismas imágenes. Hablando de la tercera parte de los judíos que sobrevivirá hasta el final de la Tribulación dice, “Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro” (Zacarías 13:9).

Un Glorioso Día de Salvación

Zacarías usa un lenguaje poderoso para describir en detalle el arrepentimiento y salvación del remanente judío que se llevará a cabo el día que Jesús regrese a esta tierra (Zacarías 12:10):

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

La amable respuesta de Dios a este arrepentimiento es presentada por Zacarías en el siguiente capítulo: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1).

Isaías nos dice que después de que este maravilloso día de salvación haya tenido lugar, Dios mirará hacia él y dirá (Isaías 54:7-8):

7) Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias.

8) Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.

Lea la parte 1 aquí 
Lea la parte 2 aquí
Lea la parte 4 aquí
Lea la parte 5 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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