lunes, 6 de noviembre de 2017

Un Fracaso de la Reforma – Parte 3

Interpretación Escritural

Por Dr. Andy Woods



La Edad Oscura

La ascendencia de la escuela alejandrina lanzó a la Iglesia a una época a menudo conocida como la Edad Media o incluso “La Edad Oscura”. Durante esta era, el estudio de la profecía del tiempo del fin se volvió casi obsoleto. Esta era dominó la historia de la iglesia durante más de un milenio. Duró desde el siglo IV hasta el siglo XVI.

Durante esta era, sólo una iglesia existía dentro de la cristiandad, la iglesia católica romana. Debido al predominio del método de interpretación alegórico, sólo el clero era considerado calificado para leer e interpretar alegóricamente la Escritura. Una distinción tan aguda entre el clero y los laicos tuvo el efecto neto de eliminar la Biblia para el hombre común.

Este problema se agravó aún más por el analfabetismo generalizado entre la población, que hizo que la Biblia fuera más inaccesible para las masas. Para empeorar las cosas, incluso hasta la época de Lutero, la misa católica romana continuaba siendo leída y conducida en latín, aunque el latín era un lenguaje desconocido para la mayoría de las personas en la época de Lutero. Así pues, aunque muchos iban regularmente a misa, no podían entender lo que estaba siendo comunicado.

Tal analfabetismo bíblico hizo a la gente vulnerable al engaño y la manipulación espiritual. La venta de indulgencias era común a lo largo de la era. La gente no tenía acceso a la Escritura para determinar si el Purgatorio era siquiera un concepto bíblico. Por lo tanto, las autoridades de la iglesia les decían rutinariamente que podían sacar a familiares difuntos del Purgatorio, al pagar la suma monetaria correcta a la iglesia. De hecho, Juan Tetzel, un fraile durante la época de Martín Lutero, bromeó infamemente: “Cuando suena la moneda en el cofre, el alma del Purgatorio surge”.

Estatua de Martín Lutero

La práctica de la venta de indulgencias era tolerada tanto por la iglesia como por las autoridades políticas existentes, dado que servían como una conveniente fuente de recaudación de fondos, necesaria para subsidiar los diversos proyectos de construcción de la iglesia, como la restauración de la Basílica de San Pedro en Roma. 

Además, debido a la inaccesibilidad a la Escritura, las futuras promesas de Dios al pueblo judío no estaban disponibles para servir como una defensa natural o un baluarte contra el antisemitismo del momento. Por lo tanto, el odio desenfrenado contra los judíos continuó sin disminuir y sin oposición. Debido a estas lamentables condiciones, la iglesia tenía una extrema necesidad de un rescate teológico.

El Regreso a la Interpretación Literal

La Reforma Protestante se convirtió en la herramienta que Dios usó para redirigir a la iglesia de regreso al fundamento sólido de Su Palabra eterna. Los reformadores protestantes rescataron a la iglesia del método de interpretación alegórico alejandrino por medio de una aplicación de un método de interpretación literal a áreas selectivas de la Escritura.

Por ejemplo, William Tyndale (1494-1536 d.C.), afirmó: “La Escritura tiene un solo sentido, el cual es el sentido literal”. Lutero también escribió que las Escrituras “son para ser retenidas en su significado más simple posible, y debe entenderse en su sentido gramatical y literal a menos que el contexto lo prohíba claramente”. Calvino escribió en el prefacio de su comentario sobre Romanos: “Es la primera tarea de un intérprete dejar que el autor diga lo que dice, en lugar de atribuirle lo que creemos que debería decir”.

Debido a su adhesión a la interpretación literal, tanto Calvino como Lutero condenaron el método de interpretación alegórico. Lutero denunció el enfoque alegórico de la Escritura con palabras fuertes. Él dijo: “Las alegorías son especulaciones vacías y, por así decirlo, la escoria de la Sagrada Escritura”. “Las alegorías de Orígenes no valen tanto como la suciedad”. “Alegorizar es hacer malabares con la Escritura”. “Alegorizar puede degenerar en un simple juego de monos”. “Las alegorías son embarazosas, absurdas, inventivas, obsoletas y trapos sueltos”.

De manera similar, Calvino rechazó las interpretaciones alegóricas. Él las llamó “juegos frívolos”, y acusó a Orígenes y otros alegoristas de “torturar a la Escritura, en todos los sentidos posibles, del verdadero sentido”.

Los reformadores tampoco quisieron ver la ignorancia bíblica del hombre común explotado con fines financieros, como había sido el caso con la venta de indulgencias. En consecuencia, los reformadores hicieron hincapié en la idea de que la gente ya no tenía que recurrir a un intermediario, como un sacerdote, para recibir y entender la Palabra de Dios. No necesitaban hacerlo porque ya eran sacerdotes (Apocalipsis 1:6).

Esta noción, a menudo llamada “el sacerdocio de todos los creyentes”, también significaba que la Escritura tenía que ser tanto accesible como comprensible para el clero y los laicos por igual. Este nuevo énfasis teológico explica por qué muchos prominentes reformadores, como Tyndale y Lutero, se dispusieron a traducir las Escrituras a lenguajes más allá del latín (como lo había logrado Jerónimo en el siglo IV con su Vulgata Latina), y a los idiomas del hombre común de su propio día. 

El privilegio inherente en la construcción teológica “del sacerdocio de todos los creyentes, también significó que la alfabetización era necesaria para que el hombre común leyera y entendiera la Biblia, así pues, la Reforma introdujo grandes avances en la educación pública, con el propósito de eliminar el analfabetismo. 

En el cuarto segmento de esta serie, veremos la literalidad y las reformas selectivas de los reformadores.


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El Dr. Andy Woods es oriundo de California, donde asistió a la universidad y obtuvo una licenciatura en derecho. En 1998, cambió de rumbo y comenzó a hacer la transición del derecho a la teología, cuando decidió ingresar al seminario.

Finalmente obtuvo un doctorado en exposición bíblica del Seminario Teológico de Dallas. Actualmente se desempeña como pastor en la Iglesia Bíblica de Sugar Land, en el área de Houston, mientras se desempeña como Presidente del Seminario Teológico Chafer, en Albuquerque, Nuevo México. Es un escritor prolífico y un conferenciante muy solicitado.


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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