martes, 2 de noviembre de 2021

El extraño mundo del “Metaverso” de Mark Zuckerberg: ‘borrando las líneas’ de la realidad con transhumanismo del NOM (1 de 2)

Por Leo Hohmann

“El Metaverso está por llegar…Sólo necesitaba 5G”.

Bienvenido al metaverso: un extraño mundo nuevo donde las mismas élites globalistas multimillonarias que destruyeron las vidas de millones usando una pandemia como su principal ariete, ahora intentarán atraerlos a una falsa utopía creada por medio de Inteligencia Artificial (I)A y algoritmos informáticos.

Facebook anunció esta semana que cambiará su nombre a “Meta” y, si bien eso puede sonar como otro cambio de marca corporativo digno de un bostezo, es todo lo contrario, dice Patrick Wood, un experto en tecnocracia y transhumanismo.

El cambio de nombre es fundamental para los planes del CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, de impulsar una agenda que atraiga a los mil millones de usuarios de Facebook a una nueva realidad transhumanista, dice Wood, editor en jefe de Technocracy News and Trends y autor de varios libros sobre el tema.

Wood apareció en una entrevista el 28 de octubre con Brannon Howse (disponible en inglés) y levantó el velo de un misterioso mundo nuevo llamado el metaverso, que pronto se apoderará de Internet — y de las vidas de muchos buscadores de emociones techno desprevenidos.

“Sólo se está desarrollando ahora”, dijo. “No se ha hablado mucho de ello hasta ahora fuera de la comunidad de jugadores”.

Facebook está lejos de ser el único jugador del metaverso. Muchos esperan sacar provecho de ello.

El proveedor de servicios móviles Verizon, en un comunicado de prensa que promociona sus planes para ser un jugador en este campo, dice: “El metaverso está por llegar. Sólo necesitaba 5G”.

“El tipo de mundos digitales que sólo hemos visto en películas de ciencia ficción o en un fragmento de experiencia de realidad virtual — se llama Metaverso, y la tecnología finalmente ha llegado para que sea más que una idea”, afirma Verizon en el lanzamiento acompañado de la imagen futurista a continuación.

Verizon proporciona la siguiente leyenda que describe la imagen:

“Hemos vislumbrado la versión de Hollywood del Metaverso —una heroína caminando por una calle concurrida con anuncios digitales arremolinándose en el aire mientras villanos IGC acechan en las sombras. En la vida real, podrías ser tú, sentado en casa, usando un reloj o anteojos para convertir tu sala de estar en una versión virtual de nuestro mundo real. O puedes optar por crear un mundo de fantasía, poniéndote en un mundo como algo sacado directamente de una película de anime”.

Para aquellos que no están familiarizados, los avances tecnológicos de rápida evolución han ido más allá de lo que se conoce como “realidad virtual”, en lo que el mundo de la tecnología llama “realidad mejorada”.

Para tener una idea de cómo será, Wood recomienda la película Ready Player One, de 2018.

“Es una película de ciencia ficción en la que un hombre se pone estas gafas, vive en un mundo distópico y, de repente, se ve inmerso en este nuevo mundo”, explicó Wood. “Y es un mundo artificial, pero él puede viajar a través de él, hacer cosas, abrazar a la gente, amar a la gente, disparar armas, hacer todo ese tipo de cosas en este mundo virtual”.

“Mucha gente está comparando el metaverso con esa película”.

Las Big Tech (gigantes tecnológicos), y las élites globalistas multimillonarias como Zuckerberg, creen que pueden hacer que su realidad sea mejor que la realidad real de vivir en la sombría “nueva normalidad”, creada por las mismas élites en la forma del Gran Reinicio.

“Mark Zuckerberg está liderando el grupo en este momento. No es el único; hay otras empresas que ya han invertido mucho en esto”, dijo Wood. “Pero Zuckerburg se está duplicando, triplicando, cuadruplicando, para hacer del metaverso lo suyo para el futuro. Va a transformar completamente Facebook en un producto metaverso”.

Aquí es donde comenzará a volverse extraño: una tierra de fantasía donde los usuarios podrán “marcharse” de su realidad actual, o mezclar y combinar partes de su realidad actual con una nueva realidad de su propia creación.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)

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lunes, 1 de noviembre de 2021

Video: Entrevista a Patrick Wood (parte 1 de 3)

Patrick Wood es un experto líder y crítico en Desarrollo Sostenible, Economía Verde, Agenda 21, Agenda 2030 y Tecnocracia histórica.

Él es el autor de Technocracy Rising: The Trojan Horse of Global Transformation (2015) y coautor de Trilaterals Over Washington, Volúmenes I and II (1978-1980) con el fallecido Antony C. Sutton.

Portada del libro: El Ascenso de la Tecnocracia – El Caballo de Troya de la Transformación Global

Wood sigue siendo un destacado experto en la elitista Comisión Trilateral, sus políticas y logros en la creación de su autoproclamado Nuevo Orden Económico Internacional, que es la esencia del Desarrollo Sostenible a escala mundial.

Economista de formación, analista financiero, y escritor de profesión y constitucionalista estadounidense por elección, Wood mantiene una cosmovisión bíblica y tiene profundos conocimientos históricos sobre los ataques modernos a la soberanía, los derechos de propiedad y la libertad personal. Dichos ataques se caracterizan por la implementación de políticas de la ONU, como la Agenda 21, Desarrollo Sostenible, Crecimiento Inteligente y en educación, la adopción generalizada de Estándares Estatales Básicos Comunes.

Wood es un orador frecuente e invitado en programas de radio en todo el país. Su investigación actual se basa en la hegemonía de la Comisión Trilateral, centrándose en la tecnocracia, el transhumanismo y el cientificismo, y cómo éstos están transformando la economía global, la política y la religión.

Si desea obtener información adicional sobre este tema, visite el sitio web oficial de Wood:

»» Technocracy News & Trends

Material recomendado:

»» Conferencia: El NOM y la Marca de la Bestia (7 partes)

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 5 (parte 1 de 2)

Depender del Espíritu Santo

Por Dr. David R. Reagan

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“¡Pueden comprar el Espíritu Santo por un centavo!”. Nunca olvidaré esas palabras blasfemas. Todavía retrocedo horrorizado cada vez que pienso en ellas, a pesar de que han pasado 60 años desde que las escuché.

Lo crea o no, las gritó un evangelista visitante, mientras predicaba en la iglesia de mi niñez. Se le conocía en todas partes como un predicador que podía “sofocar al Espíritu Santo”. Las iglesias lo llamaban para sofocar cualquier “emocionalismo del Espíritu Santo” que pudiera estar comenzando.

Predicaría poderosamente sobre los peligros de enfatizar el Espíritu Santo — cómo eso conduciría a un emocionalismo desenfrenado y luego a un comportamiento irracional. El clímax de su sermón siempre llegaba cuando buscaba en el bolsillo de su abrigo, sacaba un pequeño Nuevo Testamento de bolsillo, lo agitaba en el aire y gritaba: “¿Quieres el Espíritu Santo? ¡Puedes comprar el Espíritu Santo por un centavo!”. ¡Fue el sermón más emotivo que he escuchado contra el emocionalismo!

El punto que él estaba haciendo es uno con el que crecí — es decir, que el Espíritu Santo es la Biblia. Nuestra posición era que cuantas más escrituras memorizaras, más Espíritu Santo recibirías. No teníamos el concepto de que el Espíritu Santo fuera una persona del Dios único. Para nosotros, el Espíritu Santo era un objeto inanimado.

Tenía 16 años cuando escuché este sermón. Ya me había dado cuenta de que nuestro concepto del Espíritu Santo estaba completamente equivocado, razón por la cual el sermón me irritó con tanta fuerza. Mi revelación sobre el Espíritu Santo había llegado unos tres años antes, cuando tenía 13 años.

Lidiando con el Fantasma Santo

Tenga en cuenta que, cuando era adolescente, la única versión de la Biblia que teníamos era la King James. Se refería al Espíritu Santo como el Fantasma Santo (esa versión lo traduce como Holy Ghost; nota del traductor), y el uso del término fantasma me presentaba un gran problema.

Se suponía que los fantasmas eran algo malvado y aterrador. Yo era un boy scout, y cuando íbamos de campamento, nos sentábamos alrededor de la fogata y contábamos historias de fantasmas, tratando de asustarnos unos a otros. Por lo general, lo lográbamos y, a menudo, ¡pasábamos la noche durmiendo juntos en la misma tienda!

Con este trasfondo, seguía preguntándome cómo este Fantasma Santo [Holy Ghost] en la Biblia podría ser bueno. Cuando leí acerca de Él, ciertamente parecía ser bueno, sin embargo, era llamado fantasma. Simplemente no tenía sentido para mí.

Entonces, un sábado por la mañana, tomé un autobús urbano y fui al centro de mi ciudad natal de Waco, Texas. Pagué nueve centavos para ir al Strand Theatre a ver una doble función de películas de vaqueros. Para mí era un ritual habitual de los sábados por la mañana. Entre las películas siempre mostraban una serie que solía dejar a una damisela angustiada atada a las vías del tren. También mostraban una comedia animada.

Esta mañana en particular, la comedia era una que había visto antes. Se llamaba “Gasparín, el fantasma amistoso”. Mientras estaba sentado viendo a este simpático fantasma que ayudaba a la gente en problemas, de repente se me ocurrió que el Espíritu Santo [Holy Ghost] en la Biblia debe ser una persona como ese fantasma en la pantalla. Eso resolvió mi lucha teológica — hasta tres años después, cuando pasé por un rito de iniciación en nuestra iglesia llamado “Clase de Entrenamiento para Hombres Jóvenes”. Éste era un curso obligatorio para todos los jóvenes de 16 años. En él, se nos enseñaba a orar públicamente, dirigir el canto y servir la comunión. También nos enseñaban las doctrinas fundamentales de nuestra iglesia.

Nunca olvidaré la noche en que llegamos al tema del Espíritu Santo [Holy Ghost]. El maestro preguntó: “¿Quién puede definir el Espíritu Santo para mí?”.

Mi mano se estiró. “El Espíritu Santo es como Gasparín, el fantasma amistoso y . . .”.

Hasta allí llegué. La maestra me interrumpió a mitad de la oración. Me hizo saber en términos inequívocos que relacionar a Gasparín con el Espíritu Santo era una tontería. Nos dejó en claro a todos que el Espíritu Santo era la Biblia. Pero no me convenció. Seguí siendo un creyente secreto de Gasparín.

Una Larga Historia de Confusión

A lo largo de los años, descubrí que la confusión de mi iglesia acerca del Espíritu Santo no era nada única. La confusión tampoco era nada nuevo. Ha existido a lo largo de la historia de la Iglesia. De hecho, puede encontrarla en el Nuevo Testamento.

En Hechos 19 se nos dice que cuando Pablo llegó a Éfeso en su tercer viaje misionero, encontró algunos discípulos. Les preguntó: “Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” Su asombrosa respuesta fue: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo” (Hechos 19:2).

Ésa fue una situación trágica. Pero lo que es aún más trágico es el hecho de que casi 2000 años después, la misma ignorancia del Espíritu Santo existe en la Iglesia moderna. Esto fue claramente revelado en una encuesta realizada en 1997 por el Grupo de Investigación Barna de Oxnard, California. La encuesta mostró que sólo el 40% de los estadounidenses creen en la existencia del Espíritu Santo. Pero lo que fue aún más sorprendente fue la respuesta de los “cristianos nacidos de nuevo”. Más de 5 de cada 10 cristianos nacidos de nuevo (55%) estuvieron de acuerdo en que el Espíritu Santo es un símbolo de la presencia o el poder de Dios, ¡pero no una entidad viviente!1 Parece que a los cristianos se les ha lavado el cerebro para creer que el Espíritu Santo es un poder impersonal como “La Fuerza”, en La Guerra de las Galaxias.

Necesitamos tomarnos en serio la naturaleza y el propósito del Espíritu Santo si queremos tener alguna esperanza de vivir una vida triunfante en estos tiempos del fin. Satanás conoce la profecía bíblica. Sabe que vive con un tiempo prestado. Está decidido a llevarse consigo a tanta gente como pueda. Está decidido a causar estragos en la vida de los cristianos y en sus iglesias. Nuestra única esperanza de enfrentarnos a sus ataques cada vez más intensos es aprender a confiar en el poder del Espíritu Santo de Dios.

Las Causas de la Confusión

¿Por qué hay tanta confusión sobre el Espíritu, y por qué siempre ha sido así en la Iglesia? Creo que se relaciona en parte con el papel modesto del Espíritu. Como veremos, una de sus funciones principales es señalar a las personas a Jesús como Salvador y Señor. No llama la atención sobre sí mismo. Trabaja entre bastidores. Otro factor se relaciona con los muchos símbolos que se usan del Espíritu en las Escrituras — como el viento, la lluvia y el fuego. Estos símbolos parecen connotar una fuerza impersonal.

Nuestro Dios Creador se nos ha revelado como Padre. Ése es un concepto que podemos captar. Jesús tomó un cuerpo humano y vivió entre nosotros. Tenemos biografías de él. Pero, para la mayoría de la gente, el Espíritu Santo es una entidad oscura y difícil de captar. Para muchos, tratar de captar el concepto es como intentar clavar gelatina en una pared.

La Identidad del Espíritu

Entonces, veamos por un momento la identidad del Espíritu Santo. Lo primero que debe tener en cuenta es que nunca se hace referencia al Espíritu como un “eso”. El Espíritu no es un objeto inanimado. Con respecto a la Biblia, el Espíritu está íntimamente relacionado con la Palabra de Dios, porque fue el Espíritu quien inspiró a los escritores bíblicos (2 Timoteo 3:16), pero la Biblia es la palabra del Espíritu, no el Espíritu mismo (Efesios 6:17). El Espíritu obra a través de la Biblia para atraer a la gente a Jesús, aunque la obra del Espíritu no se limita al testimonio de las Escrituras. El Espíritu puede testificar directamente a nuestro espíritu (Romanos 8:16).

El Espíritu Santo es una persona. Siempre se hace referencia al Espíritu directamente en las Escrituras como “Él”. Refiriéndose al Espíritu, Jesús les dijo a Sus discípulos que, cuando se fuera, enviaría un “Consolador” (Paracletos en griego, que significa un ayudante o intercesor). Jesús agregó: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:7–8). Para Jesús, el Espíritu Santo era “Él”, no “Eso”.

La Biblia dice que se le puede mentir al Espíritu Santo (Hechos 5:3–4). También dice que el Espíritu Santo puede ser apagado (1 Tesalonicenses 5:19) y contristado (Efesios 4:30). Éstas son características de una personalidad. No se le puede mentir a una silla, apagar una pared o entristecer a una lámpara.

El Espíritu Santo es la presencia sobrenatural de Dios en el mundo hoy. Pablo lo expresó de esta manera: “El Señor es el Espíritu” (2 Corintios 3:17). Lucas declaró que el Espíritu Santo es “el Espíritu de Jesús” (Hechos 16:6–7). Pedro comparó el Espíritu Santo con Dios el Padre, cuando le dijo a Ananías y Safira que le habían mentido al Espíritu Santo (Hechos 5:3), y luego agregó: “No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hechos 5:4). Recuerde ese viejo axioma de la geometría: “Las cosas iguales a una misma cosa son iguales entre sí”.

El Espíritu Santo es una de las tres personas que constituyen el Dios único. Ésa es la razón por la que se nos dice que seamos bautizados “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Como tal, Él es co-igual a Jesús y al Padre, pero juega un papel diferente.

La Obra del Espíritu

Esto nos lleva a la obra del Espíritu. El Espíritu Santo tiene dos roles: uno hacia el incrédulo y otro dentro del creyente. En cuanto al incrédulo, el Espíritu Santo es el evangelista del Padre. Con respecto al creyente, Él es el Alfarero del Padre. Consideremos estos dos roles en detalle.

Jesús resumió la obra del Espíritu con respecto a los incrédulos. Dijo que el Espíritu Santo convencería “al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Específicamente, el Espíritu convence a los incrédulos de su pecaminosidad, les imprime la justicia de Jesús y les señala el juicio del infierno (Juan 16:9–11).

La Biblia deja en claro que ninguna persona puede venir a Jesús sin el testimonio del Espíritu Santo. Jesús lo expresó de esta manera: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44). ¿Y cómo atrae el Padre a los incrédulos a Jesús? A través del Espíritu Santo, que da testimonio de Jesús como el Hijo unigénito del Padre (Juan 15:26; 1 Juan 5:7).

Cuando una persona responde al testimonio del Espíritu, al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, “nace de nuevo” (Juan 3:3), y el Padre le da a esa persona un regalo de cumpleaños muy especial: el Espíritu Santo (1 Corintios 12:13). Así es, el Espíritu Santo deja de estar en el exterior atrayendo a la persona hacia Jesús. En cambio, se mueve dentro de la persona y se instala dentro de ella (Romanos 8:9). Cuando lo hace, su función cambia.

El Espíritu en el Creyente

Dentro del creyente, el Espíritu Santo es el Alfarero del Padre. Su función es moldear a cada creyente a la imagen de Jesús (Romanos 8:29; Gálatas 4:19), un proceso al que la Biblia se refiere como santificación (Romanos 6:22; 2 Tesalonicenses 2:13). El Espíritu lo hace ante todo dándonos dones. Cada persona, cuando nace de nuevo, recibe al menos un don del Espíritu y, a veces, más de uno (1 Corintios 12:4–11). Si somos buenos administradores de nuestros dones, y los usamos para promover el reino del Señor, es posible que recibamos dones adicionales durante nuestro caminar espiritual con el Señor.

El Espíritu también realiza Su obra de santificación guiándonos (Romanos 8:14), consolándonos (Hechos 9:31), fortaleciéndonos (Filipenses 4:13; 1 Juan 4:4), orando por nosotros (Romanos 8:26–27), animándonos (Romanos 15:5), defendiéndonos (Lucas 12:11–12), e iluminándonos mientras estudiamos la Palabra (1 Juan 2:27).

La obra de santificación dura toda la vida. Continúa hasta que muramos, o seamos arrebatados para encontrarnos con el Señor en el cielo. Es un trabajo interior que se aplica al alma.

Para aclarar esto, permítame explicarle que la salvación es un proceso. No solemos pensar en ello de esta manera. Cuando se nos pregunta si somos salvos, solemos responder diciendo: “Sí, fui salvo en mayo de 1951”. Normalmente damos la fecha en que recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Está bien, excepto por el hecho de que deja la impresión de que nuestra salvación comenzó y terminó ese día.

El hecho es que el día que aceptó a Jesús, la única parte de usted que nació de nuevo fue su espíritu. Su espíritu cobró vida por el poder regenerador del Espíritu Santo, y fue justificado ante Dios. La justificación es el primer paso en el proceso de la salvación. Se refiere a su posición legal ante Dios. Debido a su fe en Jesús, Dios perdona y olvida sus pecados, y usted se presenta ante el Padre justificado en la justicia de Jesús (Romanos 5:18).

En ese momento, comienza el segundo paso del proceso. Se llama santificación. El Espíritu Santo entra y comienza la obra de moldear su alma carnal a la imagen de Jesús. Su alma es su personalidad, su voluntad y sus emociones. Cuando comienza la santificación, se involucra en una lucha espiritual. Cada vez que empiece a tomar una decisión, su espíritu regenerado lo llevará en la dirección de Dios, mientras que su alma carnal lo atraerá al mundo. Esa es la lucha que Pablo describe en su vida en Romanos 7, cuando habla de querer hacer lo correcto, pero a menudo termina haciendo lo incorrecto (Romanos 7:7–25).

El paso final en el proceso de salvación no ocurre hasta la resurrección o el rapto. En ese momento, los cuerpos de los creyentes serán glorificados, lo que significa que serán perfeccionados y hechos inmortales (1 Corintios 15:51–55).

Y allí lo tenemos — las tres etapas en el proceso de salvación: justificación (el espíritu), santificación (el alma) y glorificación (el cuerpo).

Un Proceso Lento y Doloroso

La obra de santificación es un proceso lento y doloroso. Es lento porque el Espíritu es un caballero y no nos obliga a cambiar todo a la vez. Es doloroso porque tenemos una tendencia natural a resistir la obra que el Espíritu quiere hacer dentro de nosotros.

Verá, el Espíritu quiere tomar la dirección de nuestra vida. Pero generalmente queremos que Él sea un residente y no un presidente. Queremos que Él resida dentro de nosotros, pero no que presida. Así que terminamos sofocando la obra del Espíritu, razón por la cual se nos manda: “No apaguéis el Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19).

La mayoría de nosotros venimos al Señor por una necesidad muy específica. Queremos que Él solucione un problema específico que está arruinando nuestra vida. Luego, poco después de haberlo aceptado y recibido el don de Su Espíritu, descubrimos que Él está preocupado por cada aspecto de nuestra vida, no sólo por el problema que nos molestaba. El Espíritu comienza a convencernos de pecados que en realidad nunca nos molestaron tanto y que realmente preferiríamos que Él pasara por alto. Damos la bienvenida al Espíritu como un Ayudador, pero comienza a actuar como un Entrometido.

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 28 de octubre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 4 (pdf)

Creer en el Poder de Dios

Por Dr. David R. Reagan

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««En estos peligrosos tiempos del fin, necesitamos desesperadamente el poder de Dios. Sin embargo, muchos cristianos, si no la mayoría, continúan aferrándose tenazmente al Dios del deísmo, un Dios distante e impotente.

¿Dónde está en su concepto de Dios? ¿Tiene a Dios en una caja? ¿Lo ve como el Gran Anciano en el Cielo que alguna vez tuvo un gran poder, pero que ahora se ha quedado sin gasolina?»».


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Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 4 (parte 2 de 2)

Creer en el Poder de Dios

Por Dr. David R. Reagan

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Un Escape Milagroso de la Cárcel

Pablo y Silas están en una cárcel de Filipos. Están orando y cantando himnos a Dios cuando, de repente, ocurre un terremoto. Para su asombro, la puerta de su celda se abre y salen (Hechos 16:19–34) Son liberados por un milagro de Dios. Pero, ¿qué ley de la naturaleza fue violada? La respuesta es ninguna.

No hay nada de milagroso en los terremotos en Israel. Ocurren todo el tiempo. Lo milagroso de éste fue su momento oportuno. Simplemente “sucedió” que ocurrió en el momento en que Pablo y Silas estaban orando por liberación. Y simplemente “resultó” estar enfocado en su área de modo que “los cimientos de la prisión se sacudían” (Hechos 16:26).

Un Embarazo Milagroso

Ana, una mujer judía afligida por un vientre estéril, va al templo y ora fervientemente para que el Señor bendiga su vientre y le permita tener un hijo. El Señor escucha su oración y la responde, permitiéndole concebir (1 Samuel 1:9–20). Cuando nace el niño, Ana regresa al templo y le da a Dios toda la gloria. También dedica su hijo a Dios. El niño crece hasta convertirse en el gran profeta Samuel (1 Samuel 2:1–10).

Ahora bien, ¿qué aspecto de esta historia viola una ley de la naturaleza? Ana tenía un esposo y tuvo relaciones sexuales con él después de su oración (1 Samuel 1:19). Cada aspecto de esta historia parece ser perfectamente natural. Sin embargo, la Biblia lo trata como un milagro de Dios, y Ana también lo vio como tal. ¿Por qué?

Una vez más, fue un milagro del momento oportuno. Tenía un útero estéril. Parecía no haber esperanza. Pero ella oró, y Dios escuchó y respondió. Tocó su útero y le permitió concebir de forma natural.

Supongamos que tuvimos un incidente con Ana en una típica iglesia moderna. Digamos que hay una mujer que ha ido a un médico tras otro en busca de una cura para su útero estéril. Finalmente, en un último acto de desesperación, se demora una noche después de la iglesia, y cuando el santuario está casi vacío, va al frente, se arrodilla y derrama su corazón ante Dios, suplicándole que tenga misericordia de ella. Un mes después está embarazada. Ella se apresura a ir a la iglesia llena de alegría y acción de gracias y comienza a compartir su milagro con todos. ¿Qué cree que pasaría?

En muchas iglesias, habría una reunión de emergencia de la junta gobernante. La mujer sería llamada y castigada por perturbar la paz de la congregación. Ella protestaría, tratando de explicar que había orado por un milagro y que Dios le habría dado uno. Los miembros de la junta directiva le explicarían entonces que cuando oraba tenía una “experiencia psicológica”, que posteriormente le permitía relajarse durante las relaciones sexuales y así concebir. En otras palabras, los líderes de la iglesia tratarían de desestimar un milagro de Dios.

Ceguera a los Milagros

El hecho es que la mayoría de la gente está ciega a los milagros de Dios. Constantemente descartan como “coincidencia” o “suerte” las bendiciones especiales que Dios trae a sus vidas. ¡Estoy convencido de que la mayoría de los que profesan ser cristianos son tan insensibles espiritualmente que no reconocerían un milagro si Dios les abofeteara con uno!

Recuerdo la historia del niño que jugaba en el techo de su casa. De repente pierde el equilibrio, se cae y comienza a deslizarse por el techo. Presa del terror, comienza a gritar: “¡Sálvame, Señor, por favor sálvame!”. Justo cuando llega al borde, sus pantalones se enganchan en un clavo y se salva de caer. Él mira hacia arriba, se encoge de hombros y dice: “No importa, Señor”.

Una historia similar se refiere a un hombre en una inundación. Las aguas han subido rápido, y él está colgando de la ventana de su segundo piso, clamando a Dios que lo salve. A lo largo llega una lancha a motor a su rescate. Se niega a entrar. “Creo en los milagros”, explica. “Estoy esperando que Dios me salve”.

El agua sigue subiendo. Lo obligan a subir al techo. Continúa clamando a Dios. Llega un helicóptero y deja caer una escalera de cuerda. Él lo aleja. "Estoy esperando que Dios me salve", grita.

El agua sigue subiendo. Lo obligan a subir al techo. Continúa clamando a Dios. Llega un helicóptero y deja caer una escalera de cuerda. Él lo aleja. “Estoy esperando que Dios me salve”, grita.

El hombre se despierta en un lugar extraño. “¿Dónde estoy?”, pregunta.

“Estás en el cielo”.

“¿El cielo? ¿Qué pasó?”.

“Te ahogaste”.

“¡Ahogado! Pero me acerqué a Dios con fe y creí que Él me libraría. ¿Por qué no respondió?”. 

“Bueno, te envió un bote a motor y un helicóptero. ¿Qué más querías?”.

La cuestión es que a menudo estamos tan ocupados buscando lo espectacular que pasamos por alto lo sobrenatural. Lo sobrenatural no siempre es espectacular.

Supongamos que se encuentra en un aprieto financiero. El alquiler está vencido y le faltan $200. No sabe qué hacer, excepto orar. Entonces, clama al Señor. Más tarde en el día, está limpiando su escritorio cuando descubre una pieza de correo que había sido tapada varias semanas antes y olvidada. Lo abre y, para su asombro, resulta ser una tarjeta de cumpleaños de sus padres con un cheque de $200 adjunto.

¿Suena familiar? Todos tenemos historias como ésa. Si le sucediera, ¿comenzaría a elogiar su suerte o comenzaría a balbucear sobre coincidencias? ¿O inclinaría la cabeza y le daría a Dios toda la alabanza y la gloria? Una “coincidencia” es cuando Dios realiza un milagro y no recibe el crédito por ello.

Una Paradoja sobre el Poder de Dios

Esto me lleva a mi punto central. Tiene que ver con una paradoja sobre el poder de Dios.

Aquí está la paradoja: el poder de Dios es ilimitado, pero usted y yo, tan débiles y tontos como somos, podemos limitar el poder de Dios en nuestras vidas con nuestra incredulidad.

Recuerdo bien la primera vez que me enfrenté a esta verdad fundamental. Estaba almorzando con un hombre piadoso que tenía una profunda relación personal con el Señor. Comenzó a hablarme sobre la sanidad. Me contó cómo había sido curado milagrosamente de un tumor. También me habló de una sanidad milagrosa que había experimentado su esposa. Cuando me habló de la obra de Dios en su vida, no dije nada; pero debo haber tenido incredulidad escrita en mi rostro, porque de repente dijo: “No me crees, ¿verdad?”.

No supe qué responder. No quería llamarlo mentiroso o insinuar que era un tonto. Así que me quedé sentado mirando mi plato.

Pero fue insistente. Nuevamente preguntó: “¿No me crees?”.

Cuando todavía dudaba en responder, me hizo una pregunta diferente: “¿Alguna vez has experimentado una curación milagrosa en tu vida?”.

“No lo creo”, respondí.

“¿Y tu esposa o tus hijos?”.

“No que yo sepa”.

“¿Qué hay de alguien en tu iglesia?”.

“No lo creo”.

“Bueno, déjame preguntarte esto. ¿Crees que Dios podría curarte si quisiera?”.

Pensé por un momento y luego respondí honestamente: “No, no lo creo”.

“Entonces”, respondió mi amigo, “nunca esperes que Él lo haga. Verás, David, Dios es un caballero. No te forzará a recibir una bendición”.

Su respuesta atravesó mi corazón. Me hizo pensar profundamente en la naturaleza de Dios y Su poder. Fui conducido a las Escrituras en busca de respuestas, y el primer versículo que el Espíritu Santo trajo a mi atención resultó ser uno que me cambió la vida. Era Hebreos 13:8: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.

Ese verso estalló como una bomba en mi espíritu. De repente me di cuenta de que Dios no se había retirado en el primer siglo. Me di cuenta de que el Dios obrador de milagros de la Biblia sigue siendo el Dios de la historia. Él todavía está en el trono, todavía escucha las oraciones y todavía hace milagros. Él es el Dios que no cambia (Malaquías 3:6).

Creo que grité “¡Aleluya!” durante una semana. Saltaba las bancas y me colgaba de los candelabros. ¡Mis amigos pensaron que me había vuelto pentecostal de la noche a la mañana! Pero no, acababa de descubrir que mi Dios estaba vivo y sano, y todavía en control.

Había dejado que Dios saliera de mi caja. Había decidido dejar de decir: “Dios no puede hacer eso”. Caminaba con una fe renovada que afirmaba: “Nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Mientras continuaba escudriñando las Escrituras, encontré ejemplo tras ejemplo de la paradoja de que nosotros, que somos tan débiles, podemos limitar al Creador todopoderoso con nuestra incredulidad.

Ejemplos de la Paradoja en las Escrituras

Un ejemplo clásico se encuentra en el primer capítulo de Deuteronomio. Mientras los hijos de Israel se preparaban para entrar en la Tierra Prometida, Moisés pronunció un discurso para animarlos y exhortarlos a ser siempre obedientes a Dios. La introducción que conduce a la oración de Moisés dice lo siguiente (Deuteronomio 1:2–3):

2) Once jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea.

3) Y aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehová le había mandado acerca de ellos,

¿Leyeron esa cita minuciosamente? ¡Afirma que a los hijos de Israel les tomó 40 años hacer un viaje de 11 días! ¿Alguna vez ha tenido una experiencia así? Ciertamente yo sí.

¿Por qué les tomó tanto tiempo? No tenemos que adivinar. Se nos da la razón en el Salmo 78. El salmo presenta un resumen histórico de la liberación de los hijos de Israel de Egipto, y sus andanzas durante 40 años en el desierto del Sinaí. El tema del salmo es que los judíos constantemente “tentaron a Dios” en sus corazones debido a su incredulidad (Salmos 78:18).

El salmista Asaf reitera los increíbles milagros que Dios realizó: la división del mar; su guía por una nube en el día y un fuego por la noche; la provisión de agua de las rocas; y su alimentación diaria con maná. Luego afirma que “Con todo esto, pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas” (Salmo 78:32). Luego resume su actitud afirmando: “Y volvían, y tentaban a Dios. . . No se acordaron de su poder ”(Salmos 78:41–42).

El Nuevo Testamento contiene un ejemplo igualmente dramático de personas que limitan el poder de Dios con su incredulidad. Se puede encontrar en Marcos 6:1–6. Este pasaje nos dice que Jesús pudo realizar muy pocos milagros en su ciudad natal de Nazaret. Marcos dice: “Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos” (Marcos 6:6). Mateo declara: “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (Mateo 13:58). Piense en ello, ¡su incredulidad limitó el poder de Jesús! También lo motivó a dejar la ciudad y trasladar la sede de su ministerio a Capernaum.

Una Experiencia Personal de la Paradoja

Con frecuencia he experimentado esta barrera espiritual de incredulidad en mi propio ministerio. Recuerdo un incidente en una iglesia en Indiana donde estaba celebrando una reunión. Era una iglesia muy tradicional. Una noche, en respuesta a la invitación que le ofrecí al final de mi sermón, una señora se acercó y pidió que oráramos para que ella se curara del cáncer. Cuando hice ese anuncio, inmediatamente sentí un fuerte sentimiento de incredulidad en la congregación.

Compartí mi discernimiento y luego dije que me preocupaba que el espíritu de incredulidad pudiera limitar mi oración por la curación de la dama. Entonces, les pedí a todos aquellos que creían en la curación que se acercaran. Hubo una larga pausa. Finalmente, una persona pasó al frente y luego otra. ¡Terminamos con unas 8 personas de 300! Luego les pedí a esos 8 que unieran sus manos en un círculo alrededor de la dama, para formar un escudo espiritual de su fe para protegerla de la incredulidad de la congregación. Fue sólo cuando el escudo estuvo en su lugar que procedí a orar por su curación.

El Señuelo del Dios del Deísmo

En estos peligrosos tiempos del fin, necesitamos desesperadamente el poder de Dios. Sin embargo, muchos cristianos, si no la mayoría, continúan aferrándose tenazmente al Dios del deísmo, un Dios distante e impotente.

¿Por qué? Creo que hay al menos dos razones principales. Primero, muchos temen a un Dios poderoso porque quieren un Dios que puedan controlar. Quieren un Dios en una caja, porque quieren ser el Dios de sus vidas.

En segundo lugar, muchos temen a un Dios trascendente, personal y bondadoso, porque no quieren intimidad. No quieren un Dios que constantemente está metiendo Su nariz en sus asuntos.

Desafíos con Respecto al Poder de Dios

¿Dónde está en su concepto de Dios? ¿Tiene a Dios en una caja? ¿Lo ve como el Gran Anciano en el Cielo que alguna vez tuvo un gran poder, pero que ahora se ha quedado sin gasolina?

Lo desafío a abrir esa caja y permitir que Dios opere en su vida en la plenitud de Su poder. Lo desafío a creer en un Dios que todavía está en el trono, que todavía escucha las oraciones y que todavía las responde milagrosamente. Lo desafío a creer en el Dios de la Biblia, que nunca cambia, y con quien nada es imposible. Lo desafío a creer las palabras de 1 Pedro 5:6–7:

6) Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;

7) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Observe cuidadosamente las palabras importantes con las que termina este pasaje: Él tiene cuidado de vosotros”. El verdadero Dios de este universo es un Dios personal y bondadoso, de poder ilimitado. Su “poderosa mano” está lista para ayudarlo, esperando que se acerque fe.

Nuestro Dios es un Dios maravilloso
Él reina desde el cielo arriba
Con sabiduría, poder y amor
Nuestro Dios es un Dios maravilloso.5

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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