jueves, 6 de diciembre de 2018
Las Promesas Olvidadas de la Navidad (pdf)
El Hombre Olvidado de la Navidad
- Era de la tribu de Judá, descendiente de David a través de Salomón (Mateo 1:1-16).
- Era un artesano, muy probablemente un carpintero (Mateo 13:55).
- Era un hombre justo delante de Dios (Mateo 1:19).
miércoles, 5 de diciembre de 2018
La Verdad del Nacimiento Virginal (parte 1)
miércoles, 28 de noviembre de 2018
Un Cuestionario de Navidad
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¿Cuándo Nació Jesús?
El Milagro de la Encarnación
viernes, 15 de diciembre de 2017
Las Promesas Olvidadas de la Navidad (pdf)
viernes, 9 de diciembre de 2016
Las Promesas Olvidadas de Navidad
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Read in Lamplighter (pdf):
viernes, 26 de diciembre de 2014
La Navidad y su Trasfondo
>> Las Promesas Olvidadas de Navidad
>> Cristo y la Navidad
>> El Festival de Invierno
>> El Mesías Judío: Nacido en Belén
>> El Mesías Judío: Nacido de una Virgen
>> ¿Es el Nacimiento Virginal de Cristo Esencial para su Fe?
>> ¿Cuándo Nació Jesús?
>> El Cumplimiento de la Navidad
>> Una Pequeña Ciudad en Judá y el Reino Venidero
>> ¡Nace un Rey!
domingo, 23 de enero de 2011
¿Es el Nacimiento Virginal de Cristo esencial para su fe?
Y sin embargo, a pesar de la centralidad y esencialidad de la doctrina del nacimiento virginal, no existe ninguna doctrina en toda la Cristiandad que haya sido más vilipendiada y ridiculizada.
Considere a Thomas Jefferson. El era un Deísta que rechazaba lo sobrenatural. Él produjo su propia versión del Nuevo Testamento. Fue un trabajo de copiar y pegar que eliminó el nacimiento virginal, todos los milagros de Jesús y, por supuesto, Su resurrección. Con respecto al nacimiento virginal, Jefferson escribió: “Vendrá el día cuando la generación [concepción] mística de Jesús por el Ser Supremo como su padre, en el vientre de una virgen, será clasificada junto a la fábula de la generación de Minerva en el cerebro de Júpiter”.
A comienzos del Siglo XX, cuando la Escuela Alemana de la Alta Crítica invadió este país, el popular portavoz principal de ese punto de vista liberal fue Harry Emerson Fosdick, el pastor de la Iglesia Riverside en la Ciudad de Nueva York. Ésta es su observación condescendiente con respecto al nacimiento virginal: “Por supuesto que no creo en el nacimiento virginal… No conozco a ningún ministro inteligente que lo haga”.
En su libro, En Búsqueda de Jesús (In Quest of Jesus), publicado en 1983, W. Barnes Tatum, un profesor de la Universidad Greensboro en Carolina del Norte, llamó al nacimiento virginal “ficción teológica”.
Hans Kung, el renombrado teólogo católico que ha sido censurado por su iglesia por sus ideas herejes, tenía esto que decir acerca del nacimiento virginal: “Aunque el nacimiento virginal no puede ser entendido como un evento histórico y biológico, puede ser considerado como un símbolo significativo, al menos para esa época”.
El teólogo Robert Funk, el fundador y líder del notorio Seminario Jesús, escribió estas palabras acerca del nacimiento virginal: “El nacimiento virginal de Jesús es un insulto a la inteligencia moderna y debería abandonarse. Además, es una doctrina perniciosa que denigra a las mujeres”.
Y luego, por supuesto, está John Shelby Spong, el antiguo Obispo Episcopal de Newark, Nueva Jersey, quien es reconocido por sus opiniones apóstatas. Esto es lo que él tenía que decir acerca del nacimiento virginal: “Con el tiempo, el relato del nacimiento virginal se unirá a Adán y Eva… como elementos mitológicos claramente reconocidos en nuestra tradición de fe cuyo propósito no fue describir un evento literal, sino capturar las dimensiones trascendentes de Dios en palabras y conceptos terrenales de los seres humanos del Siglo I”.
En otras palabras, el nacimiento virginal, al igual que la historia de Adán y Eva, es sólo un mito inventado por gente primitiva e ignorante.
Ahora, lo sorprendente acerca de todos estos ejemplos es el hecho de que ¡cada una de las personas que he citado era un cristiano profesante! Así pues, no estoy hablando acerca de ataques de ateos o agnósticos. Sus ataques son esperados. Estoy hablando de ataques de cristianos profesantes.
Y para que usted no piense que esta clase de incredulidad es característica sólo de los cristianos más liberales, demos un vistazo a Rob Bell. Él es el pastor de una mega-iglesia llamada Mars Hill Church que se encuentra en Grand Rapids, Michigan. Y él es uno de los líderes de lo que es llamado El Movimiento de la Iglesia Emergente, un movimiento que afirma ser evangélico, pero que en realidad es apóstata.
En su libro best-seller, Elvis de Terciopelo (Velvet Elvis), subtitulado Repintando la Fe Cristiana, Rob escribió estas palabras acerca del nacimiento virginal: “Si descubriera que Jesús tuvo un padre terrenal llamado Larry, si encontraran la tumba de Larry, tomaran muestras de ADN y demostraran más allá de toda sombra de duda que el nacimiento virginal fue realmente sólo un poco de mitología… ¿Podría usted ser todavía un cristiano?”.
Note qué sutil es él con esta declaración. Sin negar el nacimiento virginal, simplemente procede a proyectar toda clase de dudas acerca de él y, en el proceso, deja en claro que si es un mito, no pondría en peligro su fe debido a que obviamente no considera que sea esencial para el cristianismo.
Entonces, ¿qué acerca de ello? ¿Es el nacimiento virginal sólo un poco de mitología? ¿Realmente hace alguna diferencia para la fe cristiana?
Artículos relacionados:
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El Mesías Judío: Nacido de una virgen
El Mesías Judío: Nacido en Belén
Las Promesas Olvidadas de Navidad
Alabanza: Tu Nombre levantaré
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
Is the Virgin Birth of Christ essential to your faith?
Cortesía de:
Lamb & Lion Ministries (lamblion.com)
sábado, 25 de diciembre de 2010
El Mesías Judío: Nacido de una virgen
Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Lucas 1:30-35
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Quizá la declaración más discutida de todas las que el Nuevo Testamento hace respecto de Jesús, es que nació de una virgen en cumplimiento de la profecía de Isaías (Isaías 7:14). Lo que se pone en duda no es su nacimiento, que fue muy normal. Lo que se discute es la manera en que fue concebido. En la manera normal de realizarse la concepción, el espermatozoide y el óvulo tienen que unirse para producir un niño. En el caso de Jesús, las Escrituras afirman que no estuvo presente espermatozoide alguno que hiciera de María una mujer encinta. El Espíritu Santo hizo sombra sobre ella y se generó la vida en un óvulo de su seno, que se convirtió en Jesús niño.
Si vamos a ver, toda vida es un milagro. Los espermatozoides y los óvulos entran en contacto con gran frecuencia y sin embargo, no siempre se produce vida. Si creo en un Dios soberano y todopoderoso que puede hacer todo cuanto quiere, entonces no es tan gran cosa creer que pudo hacer surgir una nueva vida de un óvulo en el seno de una mujer sin la ayuda de un espermatozoide de varón, para convertirse de esta manera singular en el Padre del niño.
Isaías predijo el nacimiento virginal
Está en perfecto acuerdo con todos los demás fenómenos sobrenaturales relacionados con el Mesías prometido, que su entrada a este mundo se realizara también de una manera singular. Isaías profetizó específicamente que una virgen daría a luz un hijo y su nombre sería “Emanuel”. ¡Ese nombre significa Dios con nosotros! También escribió para Israel, su nación: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
Ese niño que sería llamado Dios fuerte y Padre eterno es el mismo niño que nacería de una virgen en Belén. El hijo de esa virgen no era otro, sino el Mesías mismo. Por lo menos una fuente talmúdica asocia esta profecía de un niño nacido de virgen con el Mesías. En el Talmud babilónico, el Rabí Huní en nombre del Rabí Ide y el Rabí Josué dijo: “Este hombre es el Rey Mesías, de quien se dice en el Salmo 2:7: ‘Yo te engendré hoy’”.
¿Cuándo es virgen una virgen?
No hay duda de que esta profecía es la más discutida de todas las que se proponen como mesiánicas. Los eruditos que desacreditan esta profecía lo hacen a base del hecho de que el vocablo hebreo “almah”, que se traduce “virgen”, también se puede traducir “doncella”. Es cierto. El vocablo “almah” puede designar a veces una joven doncella, pero siempre se refiere a una joven soltera. Sobre esto dijo Martín Lutero: “Si hay alguien, judío o cristiano, que me pueda probar que hay algún pasaje de las Escrituras en que ‘almah’ signifique ‘mujer casada’, le daré cien florines…”1
El propósito original de este pasaje relativo a una virgen que da a luz un hijo tiene que ver con la promesa de una señal milagrosa que se le da a la casa de Judá como garantía de que sus enemigos no la aplastarían. Por tanto, sería una señal vacía y sin sentido si se tratara sencillamente de que una joven doncella diera a luz un niño, y especialmente un hijo ilegítimo. El parto es algo frecuente en las mujeres casadas, y lamentablemente sucede también entre las doncellas solteras. Sin embargo, sería una señal verdaderamente milagrosa para la casa de David que una virgen fuera a dar a luz un niño.
Por mucho que los hombres pongan en tela de juicio la afirmación de que Jesús es el cumplimiento de la profecía de Isaías respecto de un hijo nacido de virgen, no se puede pasar por alto que doscientos cincuenta años antes de nacer Jesús, la traducción del Antiguo Testamento al griego hecha por los hebreos (la Septuaginta o versión de los Setenta) traduce la palabra “almah” con el vocablo griego parzénos, que sólo tiene un significado: “virgen”. ¡Aquellos escribas judíos esperaban un Mesías que nacería de una virgen!
1. E. W. Hengstenberg. Christology of the Old Testament (Cristología del Antiguo Testamento), vol. 1, p. 418.
Tomado del libro, "La Promesa", por Hal Lindsey.
viernes, 24 de diciembre de 2010
El Mesías Judío: Nacido en Belén
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Y Él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová Su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz.
Mateo 2:4-6
Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, (Herodes) les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a Mi pueblo Israel.
Una vez al año, en la Navidad, el mundo recibe un significativo recordatorio de lo que Dios llega a hacer para guardar una promesa y cumplir las profecías al pie de la letra.
El profeta Miqueas, contemporáneo y amigo de Isaías, fue usado por Dios para añadir varias piezas estratégicas al rompecabezas de la profecía mesiánica que se había ido desarrollando por siglos en Israel. En el capítulo cinco de su libro, Miqueas escribió una de las profecías más específicas acerca del Mesías que habría de venir. Su lugar de nacimiento sería una oscura aldea de la provincia de Judea, en Palestina: Belén, la ciudad donde había nacido el rey David.
Entre los eruditos, tanto judíos como cristianos, que han aceptado el concepto de un Mesías personal, ha sido casi unánime la idea de que este pasaje se refiere al lugar de procedencia del Mesías. El antiguo Tárgum de Jonatán dice de la profecía de Miqueas: “De ti, Belén, saldrá el Mesías delante de Mí, para ejercer dominio sobre Israel; Aquel cuyo nombre se ha mencionado desde la antigüedad y desde la eternidad” (Miqueas 5:2).
La autoridad normativa entre los judíos modernos con respecto a la interpretación de las Escrituras es la serie de comentarios de Soncino acerca del Antiguo Testamento. Afirma al llegar a la extraordinaria profecía: “Esta profecía del Mesías es comparable a la más famosa acerca de la ‘vara del tronco de Isaí’, que aparece en Isaías 11:1. Para darle ánimo al pueblo en medio de su calamitosa situación, Miqueas profetiza que saldrá un hombre de Belén (esto es, de la Casa de David), el cual, en el poder del Señor restaurará a Israel a su tierra y reinará sobre él en nombre de Dios en medio de una paz permanente”:
¡Los sabios lo buscaban entonces y lo siguen buscando ahora!
Estaba muy difundido el conocimiento de que este pasaje bíblico profetizaba de dónde sería oriundo el Mesías. Cuando los tres sabios gentiles, comúnmente llamados magos, llegaron de Mesopotamia a la corte de Herodes buscando el lugar de nacimiento del Mesías judío, Herodes convocó a los teólogos de Israel. Cuando interrogó a estos dirigentes judíos sobre dónde habría de nacer su Mesías, dijeron sin vacilar: “En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta”, y luego comenzaron a citarle a Herodes la profecía de Miqueas.
Todo está en las manos de Dios
Durante dos mil años nunca ha habido duda alguna acerca del lugar donde nació Jesús. Todo el mundo sabe que fue en Belén. No obstante, la forma en que llegó hasta allí su madre en el momento exacto en que habría de nacer es realmente asombrosa. Hasta muy poco antes de su nacimiento, María vivía en Nazaret, el pueblo de ella y de José. Cuatro años antes, el emperador romano Augusto César decidió imponerles un impuesto especial a algunas de sus provincias conquistadas. Esta imposición se llevó a cabo mediante un censo obligado de todas las personas, lo cual les obligaba a regresar a la ciudad de sus antepasados.
A los judíos les disgustó la idea de un impuesto especial, así que enviaron una comitiva hasta Roma para protestar, ya que Cirenio, el gobernador de Siria, no tenía autoridad para solucionar el problema. En aquellos tiempos la comunicación y el transporte eran lentos. El resultado final de aquellas gestiones fue el fracaso, y los judíos se tuvieron que someter al censo y al impuesto. Mientras los recaudadores oficiales de impuestos se trasladaban hacia el oriente, pueblo por pueblo y provincia por provincia, se produjo una demora en el curso natural de los acontecimientos. De esta forma, cuando se puso en vigor la inscripción en Judea, y María y José se vieron obligados a salir rumbo a Belén, ciudad de sus antepasados, se cumplió el tiempo exacto en que ella habría de dar a luz al niño.
Los tiempos no fueron fijados por María, ni tampoco por el César, o los romanos que recaudaban los impuestos. Ninguno de ellos era el que controlaba las cosas. ¡Era el Dios que rige el universo quien tenía en Su mano el timón, y fue Él quien “movió a los pueblos de la tierra y fijó los tiempos de todo, hasta el último día, de modo que María y José llegara a Belén en el momento exacto para que Jesús, el Mesías escogido, naciera en el lugar debido; el lugar señalado por el dedo infalible de la profecía”!
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