viernes, 30 de octubre de 2020

La Tormenta Perfecta (parte 2 de 4)

Nuestra Sociedad en Caos

Por Dr. David R. Reagan


La Gracia de Dios hacia Estados Unidos

Cuando el Presidente Trump se estaba postulando para las elecciones en 2016, con el lema de “Hacer que Estados Unidos Vuelva  a ser Grande”, advertí repetidamente que nadie podría hacer grande a nuestra nación de nuevo, mientras estemos burlándonos de Dios. Señalé específicamente varias cosas en particular:

  • La repugnante apostasía en la Iglesia.
  • Nuestra legalización de la matanza de bebés en el vientre de su madre.
  • Nuestra legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
  • Estamos inundando el mundo con películas y programas de televisión violentos, inmorales, y blasfemos.
  • Nuestra abrumadora adicción a las drogas.
  • Nuestra determinación de expulsar a Dios de todos los aspectos de la vida pública.
  • Nuestro liderazgo mundial en la producción de pornografía.

Dios orquestó la elección de Trump y nos dio una ventana de gracia. Dios permitió que Trump lanzara un “milagro económico”, pero creo que lo permitió para dramatizar Su destrucción de la noche a la mañana.

Dios quería que seamos plenamente conscientes de que estamos experimentando Su ira. El problema es que la mayoría de los estadounidenses se han vuelto tan seculares que ya no pueden percibir lo espiritual. Por lo tanto, desestiman la ira de Dios como “mala suerte”.

Destrucción desde Adentro

Estamos cosechando lo que hemos sembrado (Gálatas 6:7). Como señalé en mi libro, Las Voces Proféticas de Dios para Estados Unidos, comenzamos a claudicar la herencia cristiana de nuestra nación al comienzo del siglo XX, cuando nuestras iglesias tradicionales comenzaron a tratar la Biblia como la búsqueda de Dios por parte del hombre, en lugar de la revelación de Dios al hombre. Estas iglesias abandonaron el verdadero Evangelio por el evangelio social, y las iglesias comenzaron a morir. 

Esta apostasía comenzó al mismo tiempo que los humanistas comenzaron a organizarse e impulsar su agenda atea, llamando a la secularización de la sociedad. 

Muy rápidamente, el humanismo (fe en el hombre) se convirtió en nuestra religión. El materialismo (el amor al dinero) se convirtió en nuestro dios, y nuestro estilo de vida se convirtió en hedonismo (la búsqueda del placer). Esto fue en cumplimiento de la profecía. En términos generales, la Biblia dice que, en los tiempos del fin, la sociedad se volverá tan malvada como lo fue en los días de Noé (Mateo 24:37) — una época que se caracterizó por la inmoralidad y la violencia (Génesis 6:5; 11).

Específicamente, el apóstol Pablo profetizó que, en los tiempos del fin, los hombres amarían tres cosas — el yo, el dinero y el placer (2 Timoteo 3:1-5). Ahí es precisamente donde nos encontramos en Estados Unidos hoy. Pero Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7). Cuando esas tres cosas convergen en una “tormenta perfecta”, el resultado es siempre el nihilismo — que es una elegante palabra filosófica para la desesperación. Y así, encontramos a nuestra sociedad regodeándose en la desesperación, mientras la gente busca significado en todas las cosas equivocadas — como sexo, dinero, drogas, alcohol y la búsqueda del poder. 

Manifestantes en Washington, D.C., en junio de 2020.

Básicamente, lo que estamos presenciando hoy es que Dios nos está permitiendo destruirnos a nosotros mismos. Los teólogos lo llaman “ira de abandono”. Se describe en detalle en el capítulo uno de Romanos. Ese capítulo dice que, cuando una nación se llega a caracterizar por la impiedad, la injusticia y la supresión de la verdad — y cuando comienza a adorar a la creación en lugar del Creador — Dios dará un paso atrás, bajará Su cobertura de protección alrededor de la nación, y permitirá que el mal se multiplique.

Cuando esto sucede, Romanos 1 dice que la primera manifestación será una revolución sexual (versículo 24). Si no hay arrepentimiento, entonces Dios dará un paso atrás por segunda vez y bajará más la cobertura, lo que producirá una plaga de homosexualidad (versículos 26-27). Si la rebelión persiste, Dios bajará la cobertura por tercera y última vez, entregando a la nación a una mente depravada (versículos 28-32). Ahí es donde estamos. 

Evidencia de la Depravación

Por lo tanto, no debería sorprendernos que la gente esté demandando un gobierno socialista que los cuide desde la cuna hasta la tumba. Tampoco debería resultar increíble que la gente esté en las calles exigiendo que se retiren las estatuas de algunas de nuestras mayores figuras históricas. Tampoco deberíamos sorprendernos por los siguientes objetivos de los “progresistas”:

  • Anular todas las órdenes ejecutivas de Trump que hacen cumplir los principios judeocristianos.
  • Ampliar la legislación sobre delitos de odio para incluir discursos contra el aborto, la homosexualidad, el matrimonio entre personas del mismo sexo, y el transgenderismo.
  • Promover el Movimiento de la Perversión Sexual para incluir la protección legal de la poligamia, el poliamor, la prostitución, y otras conductas sexuales desviadas.
  • Desfinanciar nuestros departamentos de policía. 
  • Destazar la Segunda Enmienda al restringir drásticamente el derecho de los estadounidenses a poseer armas.
  • Imponer impuestos a las iglesias y ministerios que se niegan a respaldar la revolución sexual.
  • Imponer impuestos draconianos a los estadounidenses de clase media, para proporcionar reparaciones a los negros y homosexuales. 
  • Socializar los aspectos más importantes de la economía estadounidense para lograr una “redistribución de la riqueza”. 
  • Llenar nuestra Corte Suprema con jueces que tienen un desprecio absoluto por nuestra Constitución.
  • Intentar reformar la Constitución para eliminar el Colegio Electoral.
  • Aislar y poner en peligro a Israel, dando el máximo apoyo a sus enemigos.
  • Maximizar nuestro apoyo a las Naciones Unidas y otras organizaciones mundiales con el fin de llevarnos hacia el establecimiento de Un Gobierno Mundial.

En la tercera parte de esta mirada a la “tormenta perfecta”, que se cierne sobre Estados Unidos, examinaremos cómo la destrucción viene desde el gobierno. 


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

Original article:

Lea también: 

Avivamiento vs. Revolución: ¿Cuál será? (pdf)

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jueves, 29 de octubre de 2020

La Tormenta Perfecta (parte 1 de 4)

Nuestra Sociedad en Caos

Por Dr. David R. Reagan


La primera vez que recuerdo haber escuchado el término, “tormenta perfecta”, fue en 1991, cuando los meteorólogos le dieron ese nombre a una tormenta muy fuerte frente a las costas de Nueva Escocia. La tormenta fue producida por un frente frío del noroeste que convergió con un ciclón que descendía desde el noreste. La tormenta se dirigió al sur, hacia Nueva Inglaterra, donde convergió con el Huracán Grace. Esta convergencia de un frente frío, un ciclón y un huracán produjo la “tormenta perfecta”. 

La tormenta recibió mucha publicidad porque produjo olas de hasta 30 pies de altura, que inundaron la casa de vacaciones del Presidente George H. W. Bush, en Kennebuckport, Maine, causando daños importantes. Recibió aún más atención cuando viró de regreso hacia su punto de partida frente a la costa de Nueva Escocia, donde produjo olas de hasta 100 pies. Fue en esta zona que el barco pesquero, Andrea Gail, se hundió, matando a sus seis tripulantes. Esta tragedia inspiró el libro, y la película posterior, La Tormenta Perfecta (2000).

Nuestra Tormenta Social

Hoy, aquí en los Estados Unidos estamos experimentado otra “tormenta perfecta” de un tipo diferente que es mucho más peligrosa. Es una tormenta que nos golpeó repentina y abrumadoramente. Primero, vino la pandemia de coronavirus que produjo un desplome bursátil de 8,000 puntos. Luego, vino un cierre de la economía, seguido de disturbios y saqueos generalizados en las calles. Millones se han quedado sin trabajo, miles de empresas se están declarando en quiebra, y millones de personas están incumpliendo con sus pagos de alquiler e hipoteca.

En un momento, nuestra nación estaba sentada en la cima del mundo disfrutando de uno de los mayores resurgimientos económicos de la historia. Luego, en lo que pareció un aviso de un momento, nos sumergimos en el caos económico, social y político. 

Una vez fui testigo de un colapso social similar de la noche a la mañana en Rusia, en 1992. Cuando llegué a Moscú, apenas podía creer lo que veía. La nación estaba sumida en un caos absoluto. Sólo unos meses antes, ésta había sido la nación más poderosa del planeta Tierra, con más armas nucleares que cualquier otro país. 

"Desunión Soviética", portada de la revista Time del 12 de marzo de 1990.

Encontré todas las tiendas en Moscú vacías — y quiero decir completamente vacías de comida y ropa. Miles de personas estaban de pie en las aceras con mesas plegables llenas de artículos para intercambiar. La gente intercambiaba productos alimenticios como leche y papas por jeans, camisas y ropa interior. En el hotel de primera clase donde me hospedaba, la única comida que tenían para servir eran papas, y una Coca Cola tenía que ser compartida con otras tres personas. 

Al ver este espectáculo desgarrador, el Señor habló a mi corazón y me dijo que regresara a Estados Unidos y compartiera la devastación que Él puede derramar en un instante, sin importar cuán poderosa sea la nación — tal como lo hizo con Babilonia en los tiempos del Antiguo Testamento.

Me dijo que enfatizara que Su juicio sobre nuestra nación sería mucho peor. Después de todo, el pueblo ruso había estado bajo una dictadura totalitaria durante 70 años, durante los cuales los cristianos habían sido severamente perseguidos y la distribución de Biblias había sido prohibida. 

Por el contrario, durante ese mismo período de tiempo, Dios había derramado abundantes bendiciones sobre nuestra nación. Además, tenemos iglesias en cada esquina, un promedio de cinco Biblias en cada hogar, y tenemos el Evangelio siendo proclamado por radio y televisión.

En resumen, a diferencia del pueblo ruso, no tenemos excusa ante Dios por nuestra rebelión desenfrenada contra Él y Su Palabra. El versículo que el Señor puso en mi corazón para esta nación fue Lucas 12:48, que dice que a aquellos a quienes se les da mucho, mucho se espera de ellos. 

Burla Pública de las Advertencias Proféticas

He estado proclamando ese mensaje a lo largo y ancho desde entonces — en libros, artículos de revistas, sermones, programas de televisión y producciones de video. Y descubrí desde el principio que la gente no quería escuchar el mensaje.

Eso no es nada nuevo. Las voces proféticas que Dios envió a las naciones a lo largo de los tiempos del Antiguo Testamento fueron tratadas de la misma manera. La gente se mofaba de ellas, se burlaban y las abucheaban, las acosaban, e incluso intentaban matarlas.  

Cuando Jeremías comenzó a advertir al pueblo de Judá del inminente juicio de Dios, no se arrepintieron. En cambio, se rieron de él y respondieron exclamando: “¡Templo del SEÑOR, templo del SEÑOR! ¡Este es el templo del SEÑOR!” (Jeremías 7:4, RVA-2015). Lo que querían decir, por supuesto, era que no creían que Dios alguna vez permitiría que alguien destruyera el templo. Después de todo, la Gloria Shejiná de Dios residía en el templo. 

Del mismo modo, he descubierto que los estadounidenses tienden a responder de la misma manera a las advertencias de la ira inminente de Dios sobre esta nación. “¡Nunca a Estados Unidos!”, cantan. ¡Estoy convencido de que muchos creen que Dios está sentado en Su trono envuelto en una bandera estadounidense!

Agitador en Mineápolis, 17 de abril de 2020 (Associated Press, foto de Julio Cortez).

Cómo Trata Dios con las Naciones Rebeldes

La Biblia claramente revela un patrón definido de cómo Dios trata con una nación que ha bendecido, cuando ésta comienza a volverse contra Él. Primero, envía voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. En nuestro caso, Dios comenzó a hacer eso a mediados de la década de 1970, cuando levantó voces como David Wilkerson, Francis Schaeffer, Aleksandr Solzhenitsyn and Donald Wildmon. Desde ese momento, el Señor ha demostrado gran paciencia con nosotros, al continuar enviándonos advertencias proféticas, a pesar de nuestra negativa a arrepentirnos.

Cuando nos encaprichamos y resistimos obstinadamente los llamados al arrepentimiento, el Señor comenzó a bombardearnos con juicios correctivos para llamar nuestra atención — juicios como los ataques del 11/9 (2001), el Huracán Katrina (2005), la Caída de la Bolsa de Valores de 2008, y la elección de Barack Obama en 2008. Y ahora, la “tormenta perfecta”.

En la segunda parte de esta mirada a la “tormenta perfecta”, que se cierne sobre Estados Unidos, examinaremos cómo la destrucción viene desde adentro. 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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Lea también: 

Avivamiento vs. Revolución: ¿Cuál será?

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miércoles, 28 de octubre de 2020

Observaciones del Editor: De Cara al 2021

Por Dr. David R. Reagan


No sé quién será elegido para servir como nuestro próximo Presidente. Pero hay dos cosas que sé con certeza. Primero, sé que Dios tiene el control. Segundo, sé que Estados Unidos está bajo el juicio de Dios.

La soberanía de Dios es algo de lo que los incrédulos se burlan. La mayor tragedia es que la mayoría de los cristianos profesantes parecen saber poco al respecto. Después de todo, muchas, sino la mayoría, de las iglesias están escuchando mensajes basados en psicología en lugar de los fundamentos bíblicos.

Pero puede estar seguro de que Dios está en control. Incluso cuando las cosas parecen estar completamente fuera de control, Dios está en Su trono. El Salmo 2 dice que, mientras los líderes políticos del mundo conspiran contra el Creador y Su Ungido, el Mesías, ¡Dios se sienta en los cielos y se ríe! No se está riendo porque no le preocupa. No, se está riendo porque tiene todos los eventos del mundo bajo control. La conclusión es que Dios tiene la sabiduría y el poder para orquestar toda la maldad de Satanás y del hombre para el triunfo de Su Hijo, Jesús.

“Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca” (Salmos 115:3, NVI).

“En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado” (Proverbios 21:1, NVI).

La forma en que Dios trata con naciones rebeldes, particularmente con las que ha bendecido grandemente, también es desconocida para la mayoría de los cristianos profesantes. Como explicarán en detalle los artículos de esta edición, Dios primero envía voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Si son ignoradas, Dios luego enviará juicios correctivos. Y si también son ignorados, Dios entregará a la nación a la destrucción, ya sea por fuerzas externas o internas. 

Nuestra nación se encuentra actualmente en medio de lo que los teólogos llaman “juicio de abandono”. Éste es cuando Dios da un paso atrás, baja su cobertura de protección alrededor de la nación y permite que el pecado se multiplique, lo que resulta en que la nación se destruya a sí misma. 

Los pecados de nuestra nación son tan atroces, que el juicio de Dios permanecerá sobre nosotros sin importar quién gane las elecciones. Si los demócratas ganan, nuestra destrucción nacional se acelerará debido a sus programas impíos.  Si los republicanos ganan, el ritmo se ralentizará, pero no se detendrá. Ya hemos ido demasiado lejos en la renuncia a los valores judeocristianos en los que esta nación se basó. 

Ésta es una nación que le ha dado la espalda a Aquel que nos ha bendecido tan abundantemente. Nuestra sociedad se ha secularizado e incluso paganizado. Nuestras iglesias están llenas de apostasía. Le estamos agitando nuestro puño a Dios y escupiendo en Su cara —  como lo hicimos, por ejemplo, al iluminar la Casa Blanca con los colores del Movimiento de la Perversión Sexual , para celebrar la legalización del entre personas del mismo sexo por nuestra Corte Suprema.

Nuestra nación se está hundiendo. La pregunta crucial es si se hundirá o no con ella. ¿Ha puesto su fe en Jesús como su Señor y Salvador? Si es así, entonces tiene esperanza, porque tiene la promesa del Rapto y la vida eterna. Si ha rechazado la gracia que Dios ha extendido por medio de Su Hijo, entonces está condenado.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36, RVR-1995).

¿Está bajo la gracia o la ira? Si está bajo la gracia, no tiene nada que temer y mucho que esperar. Si está bajo la ira, su futuro es sombrío. ¡Huya de la ira que vendrá huyendo a los brazos amorosos de Jesús ahora!


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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Avivamiento vs. Revolución: ¿Cuál será?

El Contenido del Evangelio de Salvación

Por Dr. Charlie Bing



Cuando compartimos el evangelio claramente, debemos tener dos grandes inquietudes:

Primera, debemos ser absolutamente claros acerca de la condición para la salvación: creer. Esa creencia debe estar libre de cualquier obra, compromiso, o idea de mérito de nuestra parte, para que la gracia siga siendo gracia.

La segunda inquietud es que debemos ser claros acerca del contenido del evangelio, o en lo que se tiene que creer. El contenido del evangelio es la persona y la obra de Jesucristo, que son inseparables como el objeto de la fe que salva.

La Persona de Jesucristo

Somos salvos por Alguien, el Señor Jesucristo. No sólo cualquier Jesús, sino el enviado de Dios, quien es el Hijo de Dios. Existen muchas cosas implícitas en la designación Señor Jesucristo como la deidad, la humanidad, y la misión mesiánica. Si bien es posible que alguien no comprenda una Cristología en su totalidad, debe haber cierta comprensión de la unicidad y autoridad divina de Jesús. El evangelio de Juan, reconocido por su intención evangelista (Jn. 20:30-31), enfatiza la deidad de Jesús más que cualquier otro libro de la Biblia (por ejemplo, Jn. 1:1-3, 14, 18; 5:17-21; 6:69; 7:38; 8:19, 58; 10:30; 20:28). En Juan, la persona de Jesucristo es el objeto de la fe en varios contextos evangelísticos (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:29, 47; 9:35-37; 11:25-26).

La Provisión de Jesucristo

Como el Hijo de Dios, Jesús nos salva por lo que hizo por nosotros; Él proveyó para nuestra mayor necesidad. Después de todo, somos salvos de algo y para algo. Como pecadores separados de Dios, necesitábamos que alguien pagara la pena que nosotros no podíamos pagar. Jesús pagó ese precio al morir en la cruz. Por supuesto, un salvador muerto no podía a nadie, así que Jesús se levantó de entre los muertos. Su resurrección muestra que el precio ha sido pagado, que Dios aceptó el pago, y que Él vive para darnos la vida eterna. Jesús hizo posible que pasemos de muerte a vida, si aceptamos Su provisión (Jn. 5:24).

La persona de Jesús no puede separarse de Su obra. Jesús es el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él dio Su vida por nosotros (por ejemplo, Jn. 6:51; 10:11-18) como el supremo sacrificio por nuestros pecados (Heb. 10:5-10). Isaías 53 habla proféticamente acerca de la muerte sustitutiva de Jesús (Is. 53:3-12) y Su resurrección (Is. 53:10-12).

Una vez más, existen muchas complejidades insondables y profundas que rodean la muerte y resurrección de Jesús, que una persona inconversa pueda no comprender de inmediato. Sin embargo, parece que debe haber al menos la comprensión más simple de que somos pecadores separados de Dios, que Jesús removió la barrera causada por el pecado a través de Su muerte y resurrección, y que ahora vive para darnos Su vida. Es por eso que vemos la predicación de la cruz y de la resurrección en la iglesia primitiva (por ejemplo, Hch. 2:23-24, 36; 3:18-20; 4:2, 10; 5:29-31; 10:39-40; 13:29-30; 17:3; 26:22-23) y por qué esos grandes hechos fueron reiterados en las epístolas (por ejemplo,  Ro. 3-8, 1 Cor. 1:18-24; 2:1-2; 15:1-4; Ga. 3:1; Ef. 1:20; Fil 2:8-9; Col. 2:12- 14; Hebreos; 1 Pe.1:3, 18-21; 3:18).

La Promesa de Jesucristo

Ciertamente es concebible que una persona pueda comprender los hechos acerca de la persona y la obra de Cristo y, sin embargo, no ser salva porque no los aplica a su propia condición espiritual. Creemos en Cristo para algo, y eso es la vida eterna. Dios nos ha prometido que cualquiera que cree en Cristo Jesús como Aquel que murió y resucitó tendrá vida eterna (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:40, 47; 7:38; 10:26-29; 11:25-26; 12:44-50; 20:31). Una persona debe creer, o ser persuadida, de que la promesa es verdadera, y que es verdadera para él.

La vida eterna tiene muchas implicaciones que una persona puede no comprender por completo. Abarca la seguridad eterna, el perdón de pecados, la justificación, el nuevo nacimiento, la glorificación, y otras verdades maravillosas que se aclararán con la instrucción de la Palabra de Dios. La vida eterna también se define  como conocer a Dios a través de Cristo (Jn. 17:3). Una persona debe creer en la promesa de Dios para algún aspecto salvífico de esta vida eterna.

Algunas Incógnitas 

Si bien el contenido del evangelio es esencialmente simple y podemos compartirlo claramente, pueden existir algunas preguntas acerca de ciertas situaciones: ¿Cómo entiende un niño muy pequeño comprender el contenido del evangelio? ¿Cómo puede ser salva una persona con discapacidad mental? ¿Qué les sucede a los bebés que mueren sin ningún conocimiento del evangelio? ¿Cómo entiende un hindú los conceptos de Dios, pecado, Hijo de Dios, resurrección, y vida eterna?

Cuando compartimos el evangelio, debemos darnos cuenta de que el proceso de comunicación tiene dos componentes, el comunicador y el que lo recibe. El oyente no siempre procesa la información exactamente como lo dice el comunicador. En otras palabras, existen barreras en la comunicación del evangelio como el idioma, la interpretación cultural, la atención, la claridad, el procesamiento, la comprensión previa , y las idea religiosas preconcebidas.

A la luz de estas incógnitas, debemos reconocer humildemente que la comprensión de una persona puede no ser siempre lo que pensamos que es. Afortunadamente, el Espíritu Santo sabe lo que nosotros no sabemos. Si bien es nuestra responsabilidad compartir el evangelio con la mayor claridad posible, es Su obra convencer al oyente de Su veracidad (Jn. 16:8). Cuando compartamos el evangelio, debemos depender del Espíritu Santo para que trabaje en el oyente para darle suficiente comprensión para producir fe (Ro. 10:14-17). La forma exacta en que obra el Espíritu Santo en el entendimiento de una persona, seguirá siendo un misterio (Jn. 3:8; 6:44-45, 65). Sin embargo, nada de esto quita el hecho de que, si nos equivocamos en nuestro mensaje, el oyente estará equivocado en su fe.

Conclusión

Estamos llamados a compartir el evangelio de salvación lo que significa que compartimos la persona, la provisión, y la promesa de Jesucristo. ¿Por qué compartiríamos menos que eso? Ya sea que lo expliquemos en los términos más básicos o con gran profundidad, siempre es el Espíritu Santo quien trae el entendimiento que impulsa la fe. Predicamos el evangelio de la gracia a través de la fe sola en Cristo solo y dejamos que Dios haga el resto. Ciertamente eso requiere que lo comuniquemos claramente, y también a que oremos fervientemente.


Fuente:

jueves, 22 de octubre de 2020

Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Parte 1

Vocabulario Profético


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Hace poco pasé tiempo con un pastor que me preguntó sobre mi papel en el Ministerio Cordero y León. Le expliqué que proclamamos el pronto regreso de Jesucristo. Discutimos brevemente el Rapto y la Segunda Venida, pero, entonces, el joven ministro afirmó que es amilenialista. Cuando le pregunté por qué, su respuesta fue reveladora. Él dijo: “Realmente no lo sé”.

El amilenialismo se ha convertido en la posición predeterminada de muchos dentro de la Iglesia — incluidos muchos evangélicos. Sin realmente ahondar en la Palabra Profética de Dios, han gravitado hacia un punto de vista que se ha convertido en la enseñanza de facto de la Iglesia. Mi joven amigo pastor admitió fácilmente que nunca ha pensado mucho en el asunto. Aunque es un proclamador reflexivo y deliberado del Evangelio, no ha estudiado la profecía bíblica lo suficiente, como para anticipar con entusiasmo el reinado terrenal de nuestro Rey.

¿Por qué hay tanta confusión e incluso ignorancia sobre un tema sobre el que la Biblia es muy clara? ¿Qué cree un amilenialista o postmilenialista clásico? ¿Realmente importa mientras estemos de acuerdo en que Jesús es el Mesías — el propio Hijo de Dios quien fue crucificado, que murió y fue sepultado, y que ahora ha resucitado a la vida eterna?

Creo que sí. Puede sonar como un montón de nimiedades sobre 1,000 años, pero va al corazón de la comprensión de las gloriosas promesas de Dios para el futuro.

Revisemos los términos proféticos relevantes antes de que examinemos los diversos puntos de vista. Luego explicaré por qué el pre-milenialismo es el punto de vista correcto y por qué importa. 

Revisión de Términos Proféticos

Muchas personas están abrumadas por las terminologías asociadas con la profecía bíblica. Los términos describen momentos y eventos específicos. Aquí hay una breve lista de términos relevantes y su significado:

Rapto — El “arrebatamiento” de la Iglesia. La Biblia dice que los cristianos que ya han muerto serán resucitados para encontrarse con el Señor en el aire, y luego los que todavía estén vivos  serán arrebatados con Jesús en el cielo en un “abrir y cerrar de ojos” (1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:51-53). La creencia de que esta remoción de la Iglesia es inminente (que no requiere eventos intermedios), conduce a lo que se llama la expectativa “Pre-Tribulación” del Rapto.

Tribulación — El período de siete años, en el que Dios derramará juicio sobre el mundo. En el Antiguo Testamento, una parte de este período es llamada el tiempo de “angustia” judía (Deuteronomio 4.:30; Jeremías 30:7; Daniel 12:1). Esto se debe a que el pueblo judío será perseguido como nunca antes por el Anticristo durante los últimos tres años y medio. La Tribulación comenzará cuando el Anticristo firme un acuerdo de paz con los judíos en Israel (Daniel 9:27). Éste terminará 2,520 días después (Apocalipsis 11:3; 12:6), cuando Jesucristo regrese a la tierra en gloria y derrote a Satanás y al Anticristo con el aliento de Su boca (2 Tesalonicenses 2:8).

Segunda Venida —  El regreso glorioso de Jesucristo a la tierra. En el momento de Su Ascensión, los ángeles testificaron que volverá de la misma manera que se fue hace casi 2,000 años (Hechos 1:9-11). Las Escrituras dicen que esto ocurrirá al final de los siete años de la Tribulación (Mateo 24:29). Jesús dijo que, cuando regrese, se sentará “en Su trono de gloria” para juzgar a las naciones — separando a las ovejas de las cabras (Mateo 25:31-33).

Milenio – Esta palabra simplemente significa mil años. Aplicada a la profecía bíblica, se refiere al reinado de 1,000 años de Jesús en la tierra, después de Su Segunda Venida. Durante este tiempo, Satanás será atado, y la tierra se inundará de paz, rectitud y justicia (Isaías 9:6-7).

Reseña 

Una manera de presentar un argumento es tergiversar las opiniones con las que uno no está de acuerdo, creando una especie de hombre de paja que pueda ser derribado fácilmente. Ésa no es mi intención. Aunque tengo grandes desacuerdos con los puntos de vista amilenial y postmilenial, tengo la intención de presentarlos de la manera más directa posible.

Amilenialismo — En pocas palabras, un amilenialista comprometido no cree que Jesús reinará sobre la tierra durante mil años. En cambio, el amilenialista clásico afirma que el reinado de Jesús es de naturaleza espiritual y comenzó en la Cruz. Además, creen que Su reinado continuará hasta Su Segunda Venida. Este punto de vista afirma que Él ya está reinando sobre todo el mundo a través de la Iglesia y que Satanás está atado ahora. Rechazando un reinado literal de 1,000 años (tanto en duración como en naturaleza), los amilenialistas niegan un futuro reinado de Jesús sobre un reino terrenal. En cambio, sostienen que el Estado Eterno comenzará inmediatamente después de Su regreso.

Cabe señalar que existe una forma extrema de amilenialismo llamada “preterismo”: en su forma más radical, este punto de vista afirma que todas las profecías del tiempo del fin se cumplieron en el año 70 d.C. — incluida la Segunda Venida de Jesús espiritualmente para reinar sobre su reino terrenal — la Iglesia. Como tal, rechaza un reinado literal de 1,000 años y espiritualiza la mayoría de las profecías bíblicas relacionadas con los tiempos del fin. No abordaré el preterismo en este folleto, porque siendo, por mucho, una posición minoritaria dentro de la Iglesia.

Postmilenialismo — Este punto de vista acepta la realidad de un reino literal de 1,000 años aquí en la Tierra, pero afirma que Jesús no estará presente. En cambio, reinará a través de la Iglesia y no regresará a la Tierra hasta el final de los mil años, momento en el cual el reino le será presentado por la Iglesia. El postmilenialismo espera que la Iglesia gane poder político a medida que evangeliza toda la tierra y cada nación se convierte al cristianismo. Según este punto de vista, “Cristo regresará a un mundo verdaderamente cristianizado”. La Iglesia entregará el reino idílico que ha creado y ha estado administrando durante 1,000 años literales, y Jesús cerrará la historia humana.

Premilenialismo — Este punto de vista acepta que Jesús regresará a la Tierra en gloria, acompañado por los santos de la Era de la Iglesia, en sus cuerpos glorificados. Derrotará al Anticristo y atará a Satanás. Después del Juicio de las Ovejas y las Cabras, los creyentes mortales que han vivido hasta el final de la Tribulación, entrarán al Reino Milenial en sus cuerpos físicos y repoblarán la Tierra. Jesús reinará personalmente durante 1,000 años literales — gobernando con vara de hierro e inundando la tierra con paz, rectitud y justicia. Los santos glorificados reinarán con Él. Al final de esos mil años edénicos, Satanás será liberado para engañar al mundo por última vez — para demostrar que el pecado del hombre se debe a su naturaleza inherente, no a su ambiente. Los premilenialistas discrepan entre ellos  en cuanto al momento del Rapto de la Iglesia. La mayoría lo coloca antes de la Tribulación, otros a la mitad o cerca del final, y algunos los combinan con la Segunda Venida al final de la Tribulación.

Con esta amplia descripción general de los principales puntos de vista, consideremos cómo los conceptos erróneos sobre el reino del Mesías se infiltraron en la Iglesia. 


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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martes, 20 de octubre de 2020

Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Introducción

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En abril de 2020, el Ministerio Cordero y León celebró su cuadragésimo aniversario. El Señor llamó a David Reagan en 1980 a dar un paso de fe y proclamar audazmente el pronto regreso de Jesús.

A lo largo de los años, la profundidad y la amplitud de la enseñanza que Cordero y León ofrece han crecido enormemente. Hemos hablado de la Palabra Profética de Dios a lo largo de la Escritura, lo que ha despertado una fe expectante y un evangelismo urgente. Hemos ayudado a las personas a comprender la continua importancia del pueblo judío, y hemos llevado a muchos peregrinos a Israel. Pero nuestro mensaje central sigue siendo el pronto de Jesús.

Incluso mientras atravesamos una  transición en el liderazgo del Ministerio Cordero y León, el enfoque y el propósito impulsor, que Dave Reagan ha mantenido fielmente, continuarán. Con eso en mente, y discerniendo de que estamos viviendo en la época del regreso del Señor, es apropiado presentar y reconfirmar claramente las creencias fundamentales de nuestro mensaje. 

Como Juan el Bautista, clamamos con valentía en el desierto: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas” (Marcos 1.2-3, citando Isaías 40:3). Nuestro mensaje se centra en el inminente regreso de Jesús por Su Iglesia en el Rapto, seguido por siete años de terror llamados la Tribulación, y culminando con Su gloriosa Segunda Venida acompañado por Sus santos. Cuando regrese, Jesús reinará durante mil años, trayendo paz, rectitud y justicia. 

Este folleto explicará por qué soy premilenialista. Ruego que lo lleve a una fe más profunda y a regocijarse por nuestro Rey que pronto regresará.


¡Vayan con Dios!
Tim Moore
Verano de 2020


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Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Índice



Tabla de Contenidos

Introducción

Parte 1: Vocabulario Profético

Parte 2: Cómo se Desarrollaron las Diversos Puntos de Vista

Parte 3: Expectativas Premileniales

Parte 4: Falacias Amileniales y Postmileniales

Parte 5: Quién, Qué, Cuándo, Dónde, Cómo, Por qué

Parte 6: Aplicación

Referencias 

Acerca del Autor

Documento completo en pdf


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miércoles, 14 de octubre de 2020

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 8

Los Judíos en la Profecía

¿Han sido desechados?



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Pocos estudios bíblicos son tan emocionantes como un examen de los judíos en la profecía, ya que los judíos son uno de los puntos focales clave de la profecía bíblica. 

De hecho, si es antisemita, odiará la profecía bíblica. Eso es porque la Palabra Profética de Dios deja en claro que Él tiene un amor profundo y perdurable por el pueblo judío. 

Las Escrituras revelan a los judíos como “la niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8). Su tierra es descrita como “santa” (Zacarías 2:12). Su ciudad de Jerusalén se denomina el “centro de las naciones” (Ezequiel 5:5). Se les describe como la esposa descarriada de Dios (vea Ezequiel 16 y el libro de Oseas). Y la Biblia deja en claro que serán objeto, tanto de la ira de Dios (Jeremías 30:7), como de Su gracia (Zacarías 13:1) en los tiempos del fin. 

El panorama de la profecía que se relaciona con los judíos es impresionante. Se aplica al pasado, al presente y al futuro. Demuestra el amor y la gracia de Dios como nada más lo hace, excepto la Cruz misma. Pablo estaba tan abrumado por la paciente determinación de Dios de llevar a un remanente de los judíos, que exclamó en éxtasis: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”. 

Echemos un vistazo a las increíbles profecías que conciernen al pueblo judío, y comencemos con las profecías que ya se han cumplido.

Profecías Cumplidas 

1) Dispersión — A los judíos se les advirtió repetidamente que serían dispersados por todo el mundo si no eran fieles a su pacto con Dios. Considere las palabras de Moisés: “Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo…” (Deuteronomio 28:64; Levítico 26:33).

2) Persecución — El Señor también les advirtió a los judíos que serían perseguidos dondequiera que fueran. De nuevo, las palabras de Moisés son gráficas a este respecto: “Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma” (Deuteronomio 28:65).

3) Desolación — Dios prometió que, después de su dispersión, su tierra se volvería “desolada” y sus ciudades se convertirían en “ruinas” (Levítico 26:33). Moisés lo expresó de manera más gráfica cuando dijo: “y el extranjero que vendrá de lejanas tierras… dirá azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna” (Deuteronomio 29:22-33).

4) Preservación — Pero Dios, en Su maravillosa gracia, prometió que preservaría a los judíos como un pueblo separado durante sus andanzas mundiales (Isaías 66:22; Jeremías 30:11; 31:35-37). Isaías lo expresa de una manera colorida. Dice que el Señor no podría olvidar a Israel más de lo que una madre podría olvidar a su hijo lactante (Isaías 49:15). Luego añade que Dios no puede olvidar a Israel porque los tiene inscritos en las palmas de Sus manos (Isaías 49:16).

Cumplimiento

Dios ha cumplido estas cuatro profecías durante los últimos 2,000 años. En el año 722 a.C., los asirios conquistaron la nación de Israel y dispersaron sus diez tribus por Eurasia. En el año 70 d.C., los romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén y llevaron a la nación de Judá al cautiverio, desolaron la tierra y esparcieron sus dos tribus por toda la faz de la tierra. Y, como se profetizó, dondequiera que fueran los judíos, eran perseguidos, culminando con el Holocausto nazi de la Segunda Guerra Mundial.

Pero Dios también preservó a los judíos, y el cumplimiento de esta profecía ha sido uno de los milagros más notables de la historia. Ningún otro pueblo ha estado tan disperso y, sin embargo, ha sido capaz de conservar su identidad como nación. 

Profecías Actuales

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que Dios está cumpliendo muchas profecías a los judíos. Hace poco estaba hablando con un hombre sobre la Primera Venida de Jesús, y me dijo: “Dave, ¿no habría sido emocionante vivir en tiempos bíblicos?”. ¡Respondí señalando que estamos viviendo en tiempos bíblicos! Estamos siendo testigos del cumplimiento de las profecías del tiempo del fin a nuestro alrededor. 

¡Qué testimonio es éste del hecho de que Dios está vivo, que Dios está en Su trono y en control, y que Dios es fiel a Sus promesas! Echemos un vistazo a las profecías que se están cumpliendo hoy entre el pueblo judío. 

1) Reunión del Pueblo — Los profetas del Antiguo Testamento prometieron repetidamente que llegaría el día en que Dios reuniría a los judíos en incredulidad en la tierra de Israel (Isaías 11:10-12; Ezequiel 36:22-28). Esta notable reunión de los judíos desde los cuatro ángulos de la tierra ha ocurrido en nuestro tiempo. La Primera Guerra Mundial preparó la tierra para el pueblo, cuando el control de Palestina fue transferido de una nación que odiaba a los judíos (los turcos) a una nación que simpatizaba con su regreso (Gran Bretaña). El Holocausto de la Segunda Guerra Mundial preparó al pueblo para la tierra, al motivarlos a regresar. 

2) Restablecimiento del Estado — Los profetas declararon que, cuando el pueblo fuera reunido, la nación de Israel sería restablecida (Isaías 66:7-8; Zacarías 12:3-6). Esto ocurrió el 14 de mayo de 1948. Éste es el evento profético fundamental de nuestra época. Es un evento al que los eruditos proféticos han señalado durante los últimos 400 años, en medio de muchas burlas y menosprecio por parte de aquellos que no creían que Israel volvería a existir como nación. 

3) Recuperación de la Tierra — Dios prometió que, con el restablecimiento de la nación, la tierra florecería de nuevo (Isaías 35:1-7; Joel 2:21-26). Como dijo Ezequiel, la gente exclamaría algún día: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ezequiel 36:35). Y eso es exactamente lo que la gente dice hoy cuando visitan Israel, porque una vez más es una tierra de leche y miel. Más de 250 millones de árboles fueron plantados durante el siglo XX. Las precipitaciones durante ese siglo aumentaron un 450 por ciento. Los antiguos pantanos infestados de malaria se han convertido en tierras cultivadas. El agua del Mar de Galilea se ha canalizado a los desiertos, haciendo que florezcan. 

4) Renacimiento del Idioma — Cuando los judíos fueron esparcidos por todo el mundo en el primer siglo, dejaron de hablar el idioma hebreo. Los judíos que se establecieron en Europa desarrollaron un idioma llamado yiddish (una combinación de hebreo y alemán). Los judíos de la cuenca del Mediterráneo mezclaron el hebreo con el español para producir un idioma llamado ladino. El profeta Sofonías dio a entender que llegaría un momento en que el idioma hebreo reviviría (Sofonías 3:9). Lo ha hecho. Hoy los israelíes hablan hebreo bíblico. Es el único ejemplo en la historia de la resurrección de una lengua muerta. El hombre que Dios usó para revivir el idioma fue Eliezer Ben Yehuda (1858-1922).

5) Reocupación de Jerusalén — Jesús dijo que una de las señales más seguras de Su inminente regreso sería la reocupación de Jerusalén por los judíos (Lucas 21:24). Esto ocurrió durante la Guerra de los Seis Días en junio de 1967.

6) Resurgimiento de la Fuerza Militar — Zacarías profetizó que, cuando los judíos fueran restablecidos en la tierra, su fuerza militar sería abrumadora — como “antorcha ardiendo entre gavillas” — y que “consumirían” a todos los pueblos a su alrededor (Zacarías 12:6). ¿Es necesario decir algo sobre el cumplimiento de esta profecía?

7) Reenfoque de la Política Mundial — Israel siempre es descrito como el punto focal de la política mundial en los tiempos del fin (Zacarías 12:3; 14:1-9). Esto ha sido cierto desde el boicot del petróleo árabe en 1973. Occidente se dio cuenta de repente de su dependencia del petróleo árabe y comenzó a alinearse detrás de la obsesión árabe de aniquilar a Israel. 

Profecías Futuras

Al ser testigos de antiguas promesas al pueblo judío que se están cumpliendo ante nuestros ojos hoy, podemos estar seguros de que Dios un día cumplirá todas las profecías restantes concernientes al destino de Israel. 

1) Tribulación — Dios someterá al pueblo judío a un período de tribulación sin paralelo (Deuteronomio 4:30), durante el cual dos tercios de los judíos perecerán (Zacarías 13:8-9). El propósito será ablandar los corazones de un remanente para que acepten a Jesús como su Mesías. 

2) Salvación — Al final de la Tribulación, un remanente de los judíos “mirarán a mí, a quien traspasaron”, y se arrepentirán y lo aceptarán como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 11:1-6, 25-29). En ese día glorioso, la Biblia dice que “habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1).

3) Primacía — En la Segunda Venida de Jesús, Dios reunirá a todos los judíos creyentes en Israel, donde serán establecidos como la nación principal del mundo durante el Milenio (Deuteronomio 28:1,13; 2 Samuel 7:9; Isaías 60-62; Miqueas 4:1-7). Las bendiciones de Dios para el mundo fluirán una vez más a través del pueblo judío, y así, cuando un judío pase, diez gentiles tomarán su túnica y dirán: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

Una Doctrina Perniciosa

Estas profecías concernientes al Israel actual y su glorioso futuro dejan en claro que Dios no se ha desentendido del pueblo judío, como muchas denominaciones cristianas afirman hoy.

Una de las doctrinas más perniciosas que ha infestado a la Iglesia desde sus primeros días es una llamada Teología del Reemplazo. Sostiene que, cuando los judíos rechazaron a Jesús, Dios los hizo a un lado permanentemente y los reemplazó con la Iglesia. En el proceso, transfirió a la Iglesia todas las bendiciones que se le habían prometido a Israel. 

Esta doctrina contradice directamente las profecías del Antiguo Testamento concernientes al futuro de Israel. También viola la clara enseñanza de Pablo en el libro de Romanos. 

Por ejemplo, en Romanos 3:1-4, Pablo presenta una pregunta retórica, para una consideración reflexiva. Él pregunta: “¿Ha rechazado Dios a Su pueblo debido a su incredulidad?”. Durante casi dos mil años, la Iglesia ha respondido a esta pregunta, “¡Sí!”. Pero Pablo responde: “¡De ninguna manera!”.

Nuevamente, en el capítulo 11, Pablo pregunta: “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?”. Y, una vez más, responde a su propia pregunta afirmando: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció” (Romanos 11:1-2). Luego procede a afirmar la promesa del Antiguo Testamento de que un gran remanente de los judíos será salvo en los tiempos del fin (Romanos 11:25-33; Romanos 9:27).

Durante 2,000 años, el pueblo judío ha sido condenado por la Iglesia como “asesinos de Cristo”. Necesitamos aclarar nuestras mentes y corazones en cuanto a quién fue el que realmente mató a Jesús. Se nos dice en Hechos 4:27, que dice: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”.

¿Quiénes dice este versículo que fueron los asesinos de Jesús? Enumera a los líderes judíos (Herodes), los romanos (Pilato), los gentiles, los judíos y alguien más que no se menciona — usted y yo. Todos nosotros tenemos la sangre de Jesús en nuestras manos, porque Él murió por todos nuestros pecados. 

El Amor Infinito de Dios

Dios hizo a un lado a los judíos y los puso bajo disciplina debido a su desobediencia, pero no los apartó de Su gracia. 

Él tiene la intención de llevar a Su esposa descarriada a casa: “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe…Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios…y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días” (Oseas 3:4-5).

La bondad y la misericordia de Dios en el cumplimiento de Sus promesas al pueblo judío deberían ser una fuente de aliento para todos los cristianos. Al observar a Dios cumplir las promesas que hizo al pueblo judío hace miles de años, podemos estar absolutamente seguros de que será fiel para cumplir todas las promesas que le ha hecho a la Iglesia. 

El pueblo judío es testigo de la asombrosa gracia de Dios. Y esa misma gracia está disponible para todos nosotros, seamos gentiles o judíos. 


Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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lunes, 12 de octubre de 2020

Revista Llamada de Medianoche – Octubre 2020

 Racismo y la Biblia 

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Temas incluidos en esta edición:

»» Momento culminante sionista: 100 años de la Conferencia de San Remo
»» Implicaciones de una anexión posible
»» Israel: un pueblo muy especial
»» John MacArthur vs. California 
»» El racismo y la Biblia

Entre otros.

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Si desea obtener materiales adicionales, visite la página web del Ministerio Llamada de Medianoche:

miércoles, 7 de octubre de 2020

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 7

La Profecía y la Salvación

¿Es esencial la creencia en el milenio?


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¿Cuál es la relación de la doctrina profética con la salvación? ¿Es posible ser salvo y, sin embargo, rechazar la enseñanza bíblica de que el Señor va a regresar para reinar sobre todo el mundo durante mil años?

Planteo este tema porque las diferencias en la doctrina profética han sido usadas por muchos grupos denominacionales para trazar líneas de comunión entre los cristianos. ¡Algunos incluso han llegado a hacer de la doctrina profética una condición de la salvación!

Una Experiencia Personal

Hablo desde una dolorosa experiencia personal con respecto a este punto. Crecí en una denominación que era amilenial en su punto de vista profético. Eso significa que rechazábamos por completo la idea de que Jesús alguna vez volverá a esta Tierra para reinar. 

Los líderes de nuestra iglesia sentían tan fuertemente acerca de este asunto, que lo convirtieron en una prueba de comunión y una condición de la salvación.  Cualquier persona entre nosotros, que desarrollara una visión premilenial (que Jesús volverá para reinar durante mil años), era etiquetada como “hereje” y, tarde o temprano (generalmente temprano), era expulsado de la comunión. Luego descartarían a esa persona como alguien que había “caído de la gracia”. 

No hace falta decir que, finalmente, me convertí en uno de esos hermanos que eran condenados y rechazados, debido a que mi estudio de la Palabra me llevó a adoptar una interpretación premilenialista de la profecía. 

El Problema

El problema fundamental aquí no tiene nada que ver con la profecía. El problema es el concepto erróneo de la salvación.

Aquellos que trazan líneas de comunión sobre asuntos como la interpretación profética, son personas que creen en la salvación por conocimiento perfeccionado; es decir, creen que la salvación depende de tener razón en cada doctrina.

Aún puedo recordar vívidamente una expresión clásica de esta actitud hace varios años, en una conferencia de profecía que ayudé a organizar. Tratamos de hacer arreglos para tener un orador que representara cada uno de los principales puntos de vista proféticos. 

A la persona que presentó el punto de vista amilenialista, un predicador de mi denominación de la infancia, se le preguntó después de su presentación si un premilenialista podía ser salvo o no. Su respuesta fue: “Yo no podría ser salvo si fuera un premilenialista, porque sé que está mal”. Quería levantarme y detener la discusión sobre la profecía y pasar el resto del día discutiendo el verdadero tema de la salvación. 

¿Somos salvamos por tener razón sobre la profecía? ¿Puedo realmente perder mi salvación si estoy equivocado acerca de mi creencia de que Jesús regresará para reinar sobre la tierra?

Si usted y yo podemos perdernos por equivocarnos sobre la profecía, entonces podemos perdernos por equivocarnos en cualquier cosa — como la frecuencia de la comunión o el papel de las mujeres en la Iglesia. Eso significa que realmente no tenemos esperanza de salvación, porque ninguno de nosotros tiene razón en todo. 

La Certeza de la Salvación

Y, sin embargo, la Biblia dice que podemos estar seguros de nuestra salvación. Considere estas palabras del apóstol Juan: 

“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida” (1 Juan 3:14).

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:13).

“Sabemos que somos de Dios” (1 Juan 5:19).

Una y otra vez Juan dice que podemos saber que somos salvos. Pero, ¿cómo podemos tener tal seguridad si nuestra salvación depende de que tengamos razón en todo? La respuesta es que no podemos. Y es precisamente por eso que algunas iglesias conservadoras están llenas de almas que parecen seguras de todo, excepto de lo más importante de todo: ¡su salvación!

Puede saber con absoluta certeza que es salvo, porque Pablo dijo que es salvo por la gracia de Dios “como un regalo” (Romanos 3:24). También puede estar seguro de su salvación, porque si es salvo, entonces conoce a su Salvador, y sabe que es digno de confianza, y que lo decía en serio cuando dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).

Nuestra confianza también está asegurada por la gloriosa proclamación: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La Esencia de la Salvación

Esto significa que usted y yo podemos estar equivocados en muchas cosas, pero si tenemos razón en una cosa — Jesucristo — entonces podemos reclamar la promesa de la salvación eterna. También significa que, aunque toda verdad es importante, no toda es igualmente importante. 

En consecuencia, cualquiera que sea la verdad sobre cosas como la música instrumental, o la comunión o la profecía, estas verdades no son nada comparadas con la verdad de que Jesús es el Señor (1 Corintios 12:3). Por eso Pablo escribió: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). 

La esencia de la salvación no es la perfección doctrinal. Más bien, es una relación con una persona. Jesús lo expresó de esta manera: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

¿Significa esto que lo que cree acerca de la profecía es irrelevante? ¡De ningún modo! Sólo significa que no tiene nada que ver con su justificación  — es decir, con su posición judicial ante Dios. Somos justificados por nuestra fe en Jesús como nuestro Señor y Salvador (Romanos 3:21-26). 

El Proceso de la Salvación

Gran parte del problema aquí se debe al hecho de que muchas iglesias nunca han distinguido entre justificación, santificación y glorificación. El resultado es que muchos cristianos ignoran el hecho de que la salvación es un proceso.

La justificación es el punto de partida. Ocurre cuando pone su fe en Jesús. 

El proceso de la salvación continúa con su santificación. Éste es un proceso de toda la vida de morir a sí mismo y vivir más y más para Cristo. 

El proceso se consuma en su glorificación, cuando es resucitado y recibe un cuerpo inmortal. Es entonces cuando estará cara a cara con el Señor y será plenamente conformado a Su imagen (Romanos 8:29-30).

La justificación da como resultado que nazca de nuevo espiritualmente. Cuando es justificado, se viste de la justicia de Cristo, y está sin culpa ante el tribunal de Dios, lavado en la sangre del Cordero (1 Corintios 1:30). Recibe el don del Espíritu Santo, que mora en usted, como garantía de su herencia eterna (Efesios 1:13-14), y comienza su caminar con el Señor. 

El Significado de la Santificación

Es cierto que es santificado cuando es justificado, porque es lavado de sus pecados y es apartado del mundo como posesión sagrada de Dios (1 Corintios 6:11; Hebreos 10:10). Pero el proceso de santificación continúa, mientras comienza a caminar con el Señor.

A través del proceso de santificación, Dios da forma a su alma (su voluntad, emociones y personalidad) a la imagen de Cristo. Esto ocurre a medida que aprende más y más acerca del Señor y Su Palabra, a través del estudio bíblico, la oración, la adoración y la comunión. Esto no significa que la santificación sea algo que se gane. Al igual que la justificación, la santificación es un regalo de la gracia de Dios, a través del poder de Su Santo Espíritu obrando dentro de usted. 

Pero, mientras que es justificado al responder a la verdad del Evangelio (la muerte, sepultura y resurrección de Jesús — 1 Corintios 15:1-4), es santificado al responder a las verdades de la doctrina cristiana. Esto significa que la calidad de su caminar con el Señor se verá sustancialmente afectada por lo que crea acerca de cosas tales como el Espíritu Santo, la Iglesia, el discipulado, la mayordomía, los milagros, la oración y la profecía. 

El Impacto de la Profecía

Para usar otro ejemplo personal: Antes de llegar a una comprensión premilenial de la profecía, tenía poco entusiasmo por el regreso de Jesús. Ciertamente no estaba atento a Su regreso, y sentía que el único impacto de Su regreso en la historia mundial sería ponerle fin.

Ahora tengo una perspectiva completamente nueva, que me ha acercado al Señor y ha fortalecido mi fe, ha profundizado mi amor y ha aumentado mi esperanza.

Ahora espero el regreso de Cristo con ferviente expectación como mi “bienaventurada esperanza” (Tito 2:13). Mi vigilancia se ha convertido en un poderoso motivador para una vida santa (Romanos 13:11-14). Me emociona pensar en el triunfo de Jesús sobre Satanás (Apocalipsis 20:1-2, 10). Espero con gozo el establecimiento del reinado del Señor de perfectas paz y justicia aquí en la tierra (Miqueas 4:1-7). Me regocijo de que Jesús pronto será plenamente vindicado en la historia, así como fue humillado en la historia (Isaías 24:21-23).

He sido llevado a la asombrosa comprensión de que uno de los mayores milagros de la historia está ocurriendo antes mis propio ojos: la reunión de los judíos en su patria (Jeremías 16:14-15). Los pasajes de las Escrituras concernientes a los judíos que nunca tuvieron ningún significado para mí, han cobrado vida repentinamente (Jeremías 23:5-8; Ezequiel 36 y 37; Amós 9:14-15).

Por primera vez, comprendo el significado de los escritos de Pablo en Romanos 9-11, donde habla de la gracia de Dios para el pueblo judío. Me regocijo de que un remanente de los judíos llegará a conocer a su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27; 11:25-27), y que serán establecidos como la nación principal del mundo, a través de la cual todas las naciones serán bendecidas (Isaías 60-62).

Alabo a Dios por la redención que Jesús traerá a toda la creación (Romanos 8:18-32). Y aguardo con gran anticipación una eternidad en la presencia de Dios sobre esta tierra, después de que haya sido purgada de su corrupción, y renovada a su gloria anterior (2 Pedro 3:1-13; Apocalipsis 21:1-4). 

Tengo una comprensión del plan maestro de la historia de Dios que nunca antes había tenido, y eso me ha dado un sentido de consuelo y paz, que sirve como un ancla sólida en tiempos tan peligrosos como éstos. Ahora sé con certeza que la Palabra de Dios es segura; que Sus promesas son ciertas; que está vivo; que todavía se preocupa intensamente por Su creación; y que todavía interviene de maneras maravillosas y milagrosas, para dirigir y consolar a Su pueblo, mientras orquesta las malas obras del hombre a un clímax que traerá honor y gloria eternos a Su santo nombre (Salmos 2).

Un Llamado a Amar

Como puede ver, lo que creemos acerca de la profecía hace una diferencia en la calidad de nuestras vidas cristianas. Es por eso que siempre me enojo un poco cuando escucho a un cristiano decir: “No sé nada sobre la profecía bíblica, y no me importa, porque lo que usted crea sobre la profecía no hace ninguna diferencia”. No es así. Hace una gran diferencia. 

Pero no debería hacer ninguna diferencia en cuanto a nuestra actitud hacia los demás, como hermanos y hermanas en Cristo. Tengo hermanos y hermanas cristianos que son premilenialistas, amilenialistas y postmilenialistas, ¡y tengo algunos parientes en Cristo que no saben la diferencia entre un milenio y un milpiés!  Pasaré la eternidad con algunos que ni siquiera han leído el libro de Apocalipsis.

Tenemos que dejar de jugar a ser Dios, trazando líneas de comunión que no tenemos derecho a trazar  por asuntos de opinión, y tenemos que comenzar a amarnos unos a otros, porque compartimos una creencia en el hecho fundamental de la historia — a saber, que Jesús es el Señor. 


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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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