domingo, 29 de marzo de 2009

Jesús Vino

¿Qué sigue?



Si usted está leyendo esto debido a que millones de personas han desaparecido repentina y misteriosamente, entonces usted está buscando respuestas a qué ha ocurrido, por qué ha ocurrido y qué es lo que estará ocurriendo luego.

Qué ha ocurrido

Primero, en cuanto a lo que ha ocurrido – Jesucristo, el Hijo de Dios, ha regresado.

Durante 2000 años la Biblia ha estado proclamando al mundo que Jesús regresaría. Jesús declaró en Juan 14:1: “Vendré otra vez”.

Debido a que Jesús ha regresado, millones de personas que han puesto su fe y confianza en Jesús como Salvador, al aceptar Su regalo gratuito de salvación, han desaparecido en un evento llamado el Arrebatamiento.

Usted puede estar pensando que había algo misterioso en la repentina desaparición de millones de personas, pero la Biblia ya ha explicado este supuesto misterio. Jesús dijo que cuando Él volviera, vendría por aquéllos que son salvos. El dijo, “Os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis”. (Juan 14:1-4). El apóstol Pablo lo puso en esta forma: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Cor. 15:51-52).

El Rapto sucedió para aquéllos de nosotros que aceptamos a Cristo como Salvador, tanto a los vivos como a aquéllos que habían muerto desde que Jesús resucitó. Ambos grupos – los creyentes vivos y los resucitados – fueron arrebatados para recibirle en el aire. (1 Tes. 4:13-18).

Todo esto ocurrió muy rápidamente, como el destello de un relámpago. Jesús se fue tan súbitamente como vino, tomando a aquéllos que lo han aceptado a El y a Su salvación, y dejando atrás a aquéllos que lo han rechazado. Y usted, tristemente, ha sido dejado atrás.

Bueno, talvez usted conozca a un ser amado que ha desaparecido – una esposa, un esposo, un hijo, un amigo – y se está preguntando qué ha sido de ellos. En ese destello, en el que aquéllos que habían aceptado a Jesús como su Salvador fueron arrebatados para recibir a Jesús en el aire, cambiaron sus cuerpos terrenales por cuerpos que son perfectos, imperecederos e inmortales (1 Cor. 15:42-44; 50-55).

Ahora están en el Cielo sentados con Jesús en un gran banquete llamado “La Cena de las Bodas del Cordero (Ap. 19). Vivirán en gran gozo y no conocerán tristeza. Estarán con su Rey y vivirán en amor por siempre. Están siendo bien atendidos y no tiene que preocuparse por ellos.

Por qué ha ocurrido

Pero, es el porqué de las desapariciones lo que es su causa para preocuparse. Porque los creyentes en Jesús fueron sacados de este mundo para librarlos de la gran ira que apenas ha empezado a ocurrirle al planeta (Ro. 5:9, 1 Tes. 1:10; 5:9).

El regreso de Jesús por todos Sus verdaderos creyentes fue sólo un preludio a Su Segunda Venida final. La segunda fase del regreso de Jesús es la de establecer Su Reino en la tierra. El Reino de Jesús es la razón por la que todo esto está ocurriendo.

Verá, hemos llegado al final de una era y pronto estaremos iniciando la era del glorioso reinado de Jesús aquí en la tierra. Pero primero, Dios tiene que tratar con la rebelión – pecado – antes de establecer Su Reino. Dios va a usar este periodo intermedio de tiempo, en el que usted ahora vive, para derramar Su ira sobre la humanidad por su continuo rechazo a aceptar Su Señorío. El tiempo en el que usted vive es llamado la Tribulación.

De qué se trata

¿De qué se trata la Tribulación? El horror sin paralelo de la Tribulación está explicado detalladamente tanto en las Escrituras Hebreas como en el Nuevo Testamento. Isaías escribió que será un día del “terror del Señor” cuando “el orgullo de los hombres será abatido” (Isaías 2;10,17,19). Sofonías proclamó que será un “día de ira”, un “día de angustia y de aprieto” y un “día de destrucción y de asolamiento”. Los hombres tropezarán como si estuvieran ciegos y “la sangre de ellos será derramada como polvo” (Sofonías 1:15,17).

Este cuadro sombrío se repite en el Nuevo Testamento. Jesús dijo que será un tiempo de tribulación “cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. De hecho, Jesús dijo que será tan terrible que si no fuera detenido al final de los siete años, resultaría en la destrucción de toda la vida (Mt. 24:21-22).

El apóstol Juan declara que el caos será tan grande que los líderes del mundo se arrastrarán hacia las cuevas y gritarán a las rocas de las montañas para que caigan sobre ellos (Ap. 6:15-16).

¿Por qué va a haber tal carnicería? ¿Cómo podría un Dios de gracia, misericordia y amor permitir tal brote de terror y baño de sangre desenfrenados?

Una razón es para satisfacer la justicia de Dios. Sí, Dios se caracteriza por la gracia, la misericordia y el amor. Dios es un Dios de amor. Jesús dice eso en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Pero Dios es también un Dios de justicia. La Biblia también dice en Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. La naturaleza misma de Dios es amar, pero también ver justicia hecha para el mal.

Qué sigue luego

Entonces, ¿qué sigue luego? Para iniciar, las personas van a tratar de encontrar una explicación convincente para el Arrebatamiento con toda clase de teorías salvajes, como posiblemente Calentamiento Global u Ovnis. Supuestos líderes “cristianos” van a aparecer y a decir que la Iglesia todavía está por estos lados porque ellos no desaparecieron.

Jesús dijo en Mateo 24:24 que no se les puede creer, porque los tiempos estarán llenos con falsos maestros religiosos. Al mayor de estos falsos maestros la Biblia lo llama el Falso Profeta y, aparentemente, será capaz de hacer muchos milagros y promoverá una religión y un líder mundiales (Ap. 13:11).

En medio de todo el caos del Arrebatamiento, la Biblia enseña que el mundo se volverá a un líder dinámico que traiga el orden y la paz (Ap. 6:1-2). Tendrá éxito donde ninguna otra persona ha sido capaz al establecer un tratado de paz con Israel (Dn. 9:27). Ese tratado marca el inicio oficial de los 7 años que durará la Tribulación.

Pero, el líder mundial, conocido por los creyentes en Jesús como el Anticristo, es cualquier cosa menos pacífico. Hundirá el planeta en una guerra mundial nuclear, resultando en terribles hambrunas, pestilencias y muertes en masa. La violencia, enfermedad y el hambre serán una forma de vida. Un cuarto de la población mundial – casi 2 billones de personas – morirán por esta guerra (Ap. 6).

En Jerusalén, aparecerán 2 hombres y predicarán ahí por 3 ½ años que Jesús es el Mesías que los judíos han estado buscando (Ap. 11:3). 144,000 judíos llamarán a Jesús su Mesías y también predicarán acerca de El por todo el mundo entero. Millones aceptarán a Jesús como su Salvador – esperemos que usted sea uno de ellos. Pero, muchos de esos millones de creyentes serán asesinados por el Anticristo por no jurar su lealtad a él recibiendo su marca, ya sea en la mano derecha o en la frente. La persecución de los creyentes en Jesús será espantosa en la Tribulación (Dn. 7:22; Ap. 7).

Luego, el más grande terremoto que el mundo haya experimentado aún devastará el planeta (Ap. 6:12-14). Algo que cae del espacio quemará luego a un tercio de toda la vegetación del mundo. Un segundo objeto del espacio, probablemente un meteoro, se estrellará en el océano y aniquilará un tercio de la vida marina y barcos del mundo. Un tercer objeto del espacio contaminará el suministro de agua del mundo, envenenando a millones (Ap. 8:7-11)

La devastación de la atmósfera bloqueará la mayor parte de la luz del sol y de la luna, así que los días parecerán más cortos (Ap. 8:12).

Luego, algunos “ayes” sobrenaturales le acontecerán a la humanidad. Primero, el lugar que aprisiona a una horda demoníaca es abierto y millones de demonios con imagen de langostas salen y aguijonean a las personas tal como los escorpiones. El dolor durará 5 meses enteros. Segundo, 200 millones de jinetes sobre criaturas como caballos quemarán y empalarán, eliminando un tercio restante de las personas (Ap. 9:1-19).

3 ½ años después de iniciada la Tribulación, mirará a los 2 hombres testificando en Jerusalén muertos, pero 3 ½ días después volverán a la vida (Ap. 11:7-12). También mirará al Anticristo supuestamente asesinado y parecer volver a la vida también (Ap. 13:3).

Y eso es sólo la primera mitad de la Tribulación. Tan mala como la primera mitad de la Tribulación es, la siguiente mitad es incluso peor (Ap. 16).

Aquéllos que tomen la marca de lealtad del Anticristo en su mano o frente sufrirán de llagas dolorosas. Aquéllos que no tomen la marca serán cortados del comercio y cazados, pero la Biblia asegura (Ap. 20:4-6) que aquéllos que tomen la marca han hecho una decisión que durará para siempre – condenación eterna - ¡así que no la tome!
Los océanos y todo lo que hay en ellos son totalmente destruidos, así como toda el agua pura. El calor del sol llegará a ser abrasador. El reino del Anticristo caerá en tinieblas extremas.

Un terremoto incluso mayor que el de 7 años antes arrasará la tierra y granizos de 100 libras aplastarán a los habitantes.

El Río Éufrates en Irak se secará y un masivo ejército del Este cruzará y entrará al Valle de Armagedón en Israel para pelear contra el ejército del Anticristo. Esto es lo que el libro de Revelación llama la Batalla de Armagedón.

Es el momento en el que Jesús regresará gloriosamente con todos aquellos que desaparecieron en el Arrebatamiento. Con sólo hablar, Jesús mismo destruirá los ejércitos en Armagedón. Jesús lanzará al Anticristo y al Falso Profeta al Infierno y a Satanás en un abismo profundo. Jesús será victorioso y todos los que continuaron en rebeldía serán muertos – todos ellos (Ap. 19:11-21; 20:1-3). Esto es la Tribulación – la ira de Dios.

Qué puede hacer

Ahora, usted puede estar preguntándose, “Dios, ¿por qué no nos dijiste de todo esto antes del Arrebatamiento para que pudiéramos estar listos?” Bueno, El lo hizo. La Biblia claramente enseña que Dios nunca derrama Su ira sin advertencia, porque es un Dios amante y justo que no desea que ninguno perezca. Este es el porqué Dios proveyó la Biblia, las Buenas Nuevas de Jesús esparcidas por todo el planeta, y las muchas señales para alertarnos del hecho de que estábamos viviendo en el umbral de la Tribulación y el cercano retorno de Jesucristo. Por 2000 años, Dios le dio al mundo toda posible oportunidad para arrepentirse de su rebelión y para volverse a El.

Pero, no es demasiado tarde para que usted esté con Jesús, a menos que haya tomado la marca. Verá, esta historia tiene un final feliz. El regreso de Jesús al final de la Tribulación significa gran gozo para aquellos que lo aman. Jesús purificará al mundo del mal y de los daños de Su ira y restaurará el planeta a una condición prístina. Jesús reinará desde Jerusalén sobre todos aquéllos que a través de la historia humana han puesto su fe y confianza en El (Ap. 20:4-6, 9).

Usted puede ser una de esas personas. Ya sea que usted muera o no en la Tribulación, lo que realmente importa es dónde usted terminará eternamente. Todos los que no acepten a Jesús como Salvador durante la Tribulación irán al Infierno por su rebelión. Cualquiera que acepte a Jesús como Salvador, aunque sus cuerpos terrenales puedan morir durante la Tribulación, luego vivirán para siempre en cuerpos glorificados con Jesús en Su amor y gloria.

Recuerde la promesa de Jesús en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ore ahora por perdón para sus pecados y pídale a Jesús que sea el Señor y Salvador de su vida. ¡No se demore!


En el poco tiempo que tenga en esta vida, obtenga una Biblia o descargue una de
Bible.org, (sitio en inglés), para que pueda conocer la voluntad de Dios para su vida. Descargue esto y todo lo que pueda de nuestro sitio en Lamb & Lion (sitio en inglés) u otros como Rapture Ready (sitio en inglés) para que pueda conocer más acerca de Jesús y de lo que está reservado para usted en la Tribulación y acerca del regreso glorioso de Jesús. Reúnase rápidamente con otros que han aceptado a Jesús como Salvador para apoyarse y adorar juntos.

Si usted ha aceptado a Jesús como su Salvador, lo estaremos esperando al otro lado de éste. ¡Qué Dios le bendiga y le guarde! ¡Maranatha!

“Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia; y protector de los que en El confían” (Nahum 1:7 NVI)

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Traducción y diagramación: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original: Jesus Came

lunes, 23 de marzo de 2009

El Destino de los Musulmanes

¿Provee Dios alguna esperanza?


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La Biblia profetiza que Dios derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por sus intentos de reclamar como propia la patria judía. Considere por ejemplo Joel 3:19. Este pasaje tiene un claro contexto del tiempo del fin y, en ese contexto, dice: “Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente”.

Mantenga en mente que Edom es usado a menudo como un término simbólico para todos los pueblos árabes, así como Israel es usado como un término para todas las tribus judías. Ezequiel dice que “todo Edom” será tratado en los tiempos del fin debido a su odio contra los judíos y a su lujuria por su tierra (Ez. 35:10-11 y 36:1-7). El resultado será la desolación de los estados árabes (Ez. 35:15). El libro de Abdías profetiza un destino similar para Edom en “el día del Señor” (Abdías 15-18).

Parte de esta destrucción va a tomar lugar en las guerras del Salmo 83 y Ezequiel 38, muy probablemente antes de que empiece la Tribulación. Pero estas guerras afectan sólo a las naciones en el Medio Oriente. La vasta mayoría de musulmanes vive en naciones fuera del Medio Oriente.

El Juicio de la Tribulación

Creo que los musulmanes en otras partes del mundo, como Pakistán, Bangladesh e Indonesia probarán la ira de Dios al comienzo de la Tribulación cuando rechacen aceptar al Anticristo europeo. Se convertirán en el foco de las acciones militares del Anticristo para someter a su autoridad a todo el mundo.

El libro de Revelación declara que un cuarto de la humanidad morirá en la campaña militar inicial del Anticristo (capítulo 6). Eso es 1.5 billones de personas en términos actuales. Luego, se nos dice que la guerra se extenderá a lo que parece ser un holocausto nuclear y, durante esta segunda fase (capítulos 8 y 9) un tercio de aquéllos restantes morirán. Esos son otros 1.5 billones.

Así que, un total de 3 millones de personas van a ser asesinadas en las guerras del Anticristo durante la primera mitad de la Tribulación. Creo que la mayoría de ellos serán musulmanes.

Esperanza para los árabes

Pero el futuro para los árabes no es del todo sombrío. Ellos deben sufrir por sus pecados, así como el pueblo judío sufrirá durante la Tribulación. Y, al igual que los judíos, un remanente de los árabes surgirá de su sufrimiento con sus corazones vueltos al único y verdadero Dios (Jer. 12:14-17).

La profecía más notable referente a la salvación futura de un remanente árabe está contenida en Isaías 19:16-25. Isaías dice que cuando el Señor hiera a Egipto y a Asiria, ellos se volverán a El y El tendrá compasión de ellos y “los sanará”. Isaías presenta luego un increíble cuadro de Egipto, Asiria e Israel viviendo juntos en paz durante el Milenio, ¡adorando al mismo Dios!

Otra profecía notable se refiere a los árabes que estarán viviendo en la tierra de Israel después de que el Señor regrese. Esta profecía se relaciona con el hecho de que el territorio de Israel será ampliado grandemente cuando Jesús regrese, incorporando muchas de las naciones árabes que hoy existen. (Las fronteras de Israel ampliadas considerablemente durante el Milenio están detalladas en Ezequiel 47:15-20). Asombrosamente, Ezequiel dice que los árabes viviendo en Israel en esa época le será “dada una heredad” de la tierra juntamente con las tribus de Israel (Ezequiel 47:21-23. Vea también Isaías 14:1-2)

El amor de Dios por los árabes

La Biblia dice que el pueblo judío son la “niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8), pero eso no significa que El no tiene amor por sus primos, los árabes. Así como Dios tiene pactos con los judíos, El tiene un pacto con los pueblos árabes. Usted puede encontrarlo en Génesis 16:11-12 y 17:20-21. En este pacto, Dios prometió hacer de los descendientes de Ismael (los árabes) una gran nación y darles toda la tierra al este de sus hermanos judíos.

Dios ha sido fiel a estas promesas. Hoy hay 22 naciones árabes con una población combinada de 289 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo. En contraste, sólo hay un estado judío con una población de 5 millones de judíos que están apretujados en tan sólo 8 mil millas cuadradas de espacio. Esa es una tasa poblacional de 58 a 1 y una tasa de tierra de 662 a 1. Los árabes realmente han sido bendecidos.

Nuestro Dios imparcial

Con Dios no hay parcialidad (Ro. 2:11). El escogió a los judíos, no para que fueran un repositorio de Sus bendiciones, sino para que fueran un vehículo a través del cual El bendeciría a todas las naciones del mundo, incluyendo a los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Dios – para el judío y el árabe, así como para todas las personas – es aceptar el regalo del amor de Dios en Jesús, recibiéndole como Mesías.

Cuando considero las bendiciones que Dios ha dado a los pueblos árabes y la gracia que va a mostrar hacia ellos en el futuro, a pesar de su persecución de Su Pueblo Escogido, me acuerdo de lo que Pablo escribió cuando consideró la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33).


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Traducido por: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
The Fate of the Muslims

domingo, 15 de marzo de 2009

Dios y los Judíos

¿Por qué parece Dios estar tan obsesionado con los judíos?


Esta es una pregunta frecuente durante los foros proféticos. La respuesta es que El los ama, así como ama a toda Su creación. Pero hay ciertamente un sentido en el que la profecía bíblica parece enfocarse sobre el pueblo judío. Eso es debido a que Dios llamó a los judíos a ser Su “pueblo escogido”, a través del cual El cumpliría Su plan maestro para la historia (Dt. 7:6). Fue a través del pueblo judío que Dios dio al mundo Su Palabra. Y fue a través de los judíos que El envió al Mesías.

Las Escrituras Hebreas dicen que los judíos también fueron escogidos para ser testigos de Dios – de lo que significa tener una relación con El (Is. 43:10-12). La historia de Israel atestigua el hecho de que cuando alguien es fiel a Dios, El bendice; cuando alguien es infiel, El disciplina; y cuando alguien se arrepiente, Dios perdona y olvida y empieza a bendecir una vez más. Actualmente, los judíos están bajo la disciplina de Dios, pero la profecía bíblica nos dice que se acerca un día cuando un gran remanente de ellos se arrepentirá y recibirá a Jesús como su Mesías (Zac. 12:10). Cuando eso suceda, Dios los hará la nación más exaltada del mundo (Is. 60 – 61:5). Jesús vivirá entre ellos como Rey de reyes (Ez. 43:7) y todas las bendiciones de Dios para las naciones, fluirán a través de ellos (Zac. 8:22-23).

Los judíos también son el reloj profético de Dios. Con esto, quiero decir que El a menudo relaciona futuros eventos importantes con cosas que les ocurrirán a los judíos como nación. La profecía de las 70 semanas de años de Daniel es un buen ejemplo. Daniel dice que había que esperar un decreto que permitiría la reconstrucción de Jerusalén. Luego él declara que 483 años después de que el decreto fuera emitido, el Mesías vendría y moriría (Dn. 9:24-26).

En el Nuevo Testamento, tenemos otro buen ejemplo. Jesús les dijo a Sus discípulos que vendría un día cuando los judíos serían dispersados entre todas las naciones del mundo y que Jerusalén sería pisoteada por los gentiles. Pero luego El añadió que cuando Jerusalén no esté más bajo control gentil, El regresaría (Lc. 21:24). Jesús simplemente estaba enfatizando un punto que se hace repetidamente en las Escrituras Hebreas – a saber, que cuando los judíos sean restaurados a su tierra y a la ciudad de Jerusalén, el Mesías vendrá (Zac. 12:3, 6, 8-10; 13;1).

Otra razón para el enfoque profético sobre los judíos es debido a que Dios ha prometido que El traerá un gran remanente a la salvación durante los años finales de las 70 semanas de años de Daniel. La Biblia aclara que durante la última mitad de la Tribulación, Dios centrará la ira del Anticristo sobre los judíos, trayéndolos al final de sí mismos y motivándolos a volverse a Dios en arrepentimiento (Zac. 12:10, Ro. 9:27; 11:25-26).

¿No ha invalidado la desobediencia de los judíos las promesas de Dios hacia ellos?

Absolutamente no. O, para ponerlo en las palabras del apóstol Pablo, “¡En ninguna manera!” (Ro. 11:1).

Desde el IV Siglo, cuando la Iglesia adoptó el Amilenialismo y empezó a divorciarse de su herencia judía, el enfoque cristiano prevaleciente con relación a los judíos ha sido de que “Dios se lavó Sus manos con ellos” en el I Siglo cuando derramó Su ira sobre Jerusalén y permitió que los judíos fueran dispersados mundialmente. Una doctrina acompañante que se ha desarrollado durante los años se llama “teología del reemplazo”. Es la idea de que Dios sustituyó a los judíos con la Iglesia, que la Iglesia ha venido a ser el “nuevo Israel” y que la Iglesia ha heredado todas las bendiciones que previamente fueron prometidas a los judíos. No es necesario decir que estas ideas han servido como una fuente de mucho del Antisemitismo que ha caracterizado a la Iglesia durante los pasados 1600 años.

La idea de que Dios se ha “lavado Sus manos de los judíos” es completamente antibíblica. En Jeremías 31:36 Dios dice que el pueblo judío continuará siendo “una nación delante de Mí eternamente”. El enfatiza el punto al decir que seguirán como una nación especial de gente hasta que el orden fijado del universo cese o hasta que todos los cielos y profundidades del océano hayan sido medidos (Jer. 31:36-37). En Isaías 49:14-16 Dios usa una metáfora diferente para enfatizar Su devoción hacia Israel. ¡El dice que tiene a la nación inscrita en las palmas de Sus manos!

Hay tres capítulos en el Nuevo Testamento que enfatizan fuertemente el continuado amor de Dios por los judíos. Estos tres capítulos han sido despreciados e ignorados (o espiritualizados hacia la insignificancia) a través de mucha de la historia cristiana. Los capítulos son Romanos 9-11. En Romanos 9:4 Pablo escribe que Dios aún tiene pactos con los judíos los cuales El promete cumplir. Luego él aclara que los judíos que recibirán las bendiciones son un gran remanente que será salvado en los tiempos del fin (Ro. 9:27).

Pablo incluso aborda específicamente la cuestión de si Dios ha rechazado o no al pueblo judío. Él pregunta, “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?” (Ro. 11:1). Durante 1600 años la Iglesia ha respondido a esta pregunta con un incompetente, “¡Sí!” Pero Pablo la responde diciendo, “¡En ninguna manera! ...Dios no ha desechado a Su pueblo, al cual desde antes conoció” (Ro. 11:1-2).

Pero, ¿qué acerca de su desobediencia? ¿Qué acerca de su rechazo a Dios como rey de su nación y a Jesús como rey de sus corazones? ¿No ha anulado su desobediencia las promesas de Dios? Otra vez, Pablo trata específicamente con este asunto. El pregunta, “¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?” (Ro. 3:3). Y otra vez, durante siglos la Iglesia ha respondido, “¡Sí!”. Pero no Pablo. El responde diciendo, “¡De ninguna manera! Antes bien sea Dios veraz y todo hombre mentiroso” (Ro. 3:4).

Pablo llega a estar tan abrumado por la gracia de Dios al nunca darse por vencido con los judíos, que finalmente prorrumpe en una exclamación extática: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!” (Ro. 11:33).

Cuando empecé a predicar acerca del amor de Dios hacia el pueblo judío y de Su determinación absoluta de traer a salvación a un gran remanente, a pesar de su terquedad y rebelión, mi esposa me dijo: “¡Me haces querer ser un judío!”. Yo le respondí diciendo: “No cariño, no querrías ser un judío, porque las posibilidades abrumadoras son de que tendrías un velo espiritual que impediría que reconocieras a Jesús como tu Mesías” (2 Cor. 3:14-16).

Luego le señalé que Dios no está haciendo algo por el pueblo judío que El no esté dispuesto a hacer por cualquiera. Los judíos, de nuevo, son simplemente un testigo del deseo de Dios de que todas las personas vengan al arrepentimiento y sean salvas (2 P. 3:9). Dios no se “lava Sus manos” de cualquiera. El persigue y persigue, intentando traernos al final de nosotros mismos para que nos volvamos a El en arrepentimiento y seamos salvos. Eso es exactamente lo que le va a pasar al remanente judío al final de la Tribulación. Aquí está como lo puso el profeta Malaquías en Malaquías 3:2-4: “¿Y quién podrá soportar el tiempo de Su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando El se manifieste? Porque El es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se asentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos”.

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Traducción y diagramación: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
God and the Jews

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Por qué un Milenio?

¿Realmente necesita Jesús regresar a la tierra para reinar?



Cuando empecé a estudiar la profecía bíblica, la pregunta, “¿Qué propósito cumpliría el Milenio?”, realmente me molestaba. La Palabra claramente enseña que el Señor va a regresar a esta tierra para reinar por mil años. Pero yo seguía preguntando, “¿por qué?”

Desde entonces he descubierto que la mayoría de los amilenialistas sienten de esa misma forma. Ellos preguntarán, “¿por qué querría el Señor regresar a este mundo putrefacto? ¿Cuál posiblemente podría ser Su propósito para regresar a este mundo para reinar por mil años? ¿Por qué necesitan el Señor o el mundo un Milenio?”


Mi estudio de la Palabra me ha llevado a la conclusión de que Dios tiene varios propósitos de vital importancia para el Milenio.

Promesas a los judíos

La primera razón por la que debe haber un Milenio es que Dios ha hecho promesas a los judíos que El cumplirá durante esa época.

Dios ha prometido que El reunirá en la tierra de Israel al remanente de judíos que acepten a Jesús como su Mesías al final de la Tribulación (Ezequiel 36:22-28 y Zac. 10:6-9). El derramará Su Espíritu sobre este remanente (Is. 32:15; 44:3), aumentará grandemente su número y su tierra (Ez. 36:10-11; 48:1-29) y los hará la nación más importante de todo el mundo (Is. 60-62).

Servirán como una lección objetiva de la gracia y la misericordia que Dios otorga a aquéllos que se vuelven a El en arrepentimiento: “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición” (Zac. 8:13).

Zacarías dice que las bendiciones de Dios sobre el remanente judío serán tan grandes en esos días que “…diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’” (Zac. 8:23).

Promesas a la Iglesia

Una segunda razón para el Milenio se relaciona con una promesa que Dios ha hecho a la Iglesia. Dios ha prometido que los Redimidos en Cristo reinarán sobre todas las naciones del mundo.

Esta promesa fue dada a través del profeta Daniel en las siguientes palabras: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27).

En el Nuevo Testamento, Pablo repitió la misma promesa en los términos más sencillos: “Si sufrimos, también reinaremos con él” (2 Ti. 2:12). Jesús afirmó la promesa en Su carta a la iglesia de Tiatira cuando escribió: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” (Ap. 2:26-27).

Cuando Juan fue llevado al Cielo para visitar el salón del trono de Dios, escuchó una hueste celestial entonando un cántico que contenía el siguiente versículo: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:10).

Esta promesa a la Iglesia de dominio mundial va a ser cumplida durante el Milenio. Eso es a lo que Jesús se estaba refiriendo en el Sermón del Monte cuando dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5).

Jesús reinará como rey del mundo desde el Monte Sión en Jerusalén (Is. 24:23 y Zac. 14:9). Los Redimidos, en sus cuerpos glorificados, le ayudarán con Su reinado sirviendo a nivel mundial como administradores, jueces y tutores espirituales de aquéllos que entren en la carne al reino – y de sus hijos (Dn. 7:18,27; Jer. 3:15; Lc. 19:11-17)

Promesas a las naciones

Dios ha prometido que vendrá un tiempo cuando las naciones serán provistas con su más grande sueño – a saber, la paz mundial. Éste ha sido un sueño internacional desde el comienzo del tiempo, pero ha demostrado ser imposiblemente evasivo.

Conferencia de paz tras conferencia de paz han sido llevadas a cabo. Múltiples tratados han sido firmados. Organizaciones mundiales han sido formadas. Y aún, la guerra continúa causando estragos a las naciones.

Dios ha prometido darle a la Humanidad y a la tierra un descanso de sus guerras. Pero esa paz no vendrá hasta que el Príncipe de la Paz regrese. Sólo entonces las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces”. Sólo entonces veremos el sueño de un mundo donde “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4).

Dios ha prometido que inundará la tierra con paz, rectitud, justicia y santidad:La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Is. 11:9). Incluso las campanillas en los frenillos de los caballos y las ollas de las cocinas llevarán la inscripción “Santidad a Jehová” (Zac. 14:20,21).

Estas gloriosas promesas de paz, reposo y rectitud serán cumplidas durante el Milenio.

Promesas a la Creación

Dios también ha hecho promesas a Su creación, las que cumplirá durante el Milenio. Dios ha prometido remover la maldición que puso sobre la creación debido al pecado del Hombre. Él ha prometido liberar a la creación de su atadura de corrupción y restaurarla a su belleza, balance y paz originales (Ro. 8:18-23).

Los animales carnívoros se convertirán en herbívoros (Is. 11:6). Los animales mortíferos dejarán de ser venenosos (Is. 11:8-9). El reino vegetal florecerá y producirá abundantemente (Is. 35 y Ez. 34:25.31). La tierra de Israel será transformada tan radicalmente que los visitantes proclamarán en asombro: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ez. 36:35).

Promesas a Jesús

La razón más importante para el Milenio es que Dios va a usarlo para cumplir las promesas que ha hecho a Su Hijo.

Dios le ha prometido a Jesús que será glorificado en la historia para compensarlo en parte por Su humillación en la historia. La Biblia dice a quemarropa que Jesús regresará para manifestar Su gloria (Is. 24:23; 66:18-19; 2 Tes. 1:7-10).

Dios también ha prometido que le dará a Jesús dominio sobre todo el mundo y que El reinará sobre todas las naciones desde el Monte Sión en Jerusalén (Dn. 7:13-14; Is. 2:2-4; Zac. 14:1-9).

El Salmo 2 presenta un buen resumen de estas promesas. Comienza examinando la rebelión de los líderes políticos del mundo contra Dios y Su Hijo, mencionado en el pasaje como “Su Ungido” (versículos 1-2). Este salmo describe el desprecio de éstos hacia el Señor (versículo 3).

Pero el salmo dice que Dios está sentado en los cielos y se ríe y se burla de ellos porque El ha señalado un día de cuentas cuando “los aterrará en Su furor” (versículo 5). Ese será el día cuando El ponga a Jesús como “Rey sobre Sión” (versículo 6).

Después habla Jesús y cuenta de la promesa que Su Padre le ha hecho: “Yo publicaré el decreto; el Señor me ha dicho: Mi Hijo eres Tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro…” (Salmo 2:7-9).

Debe mantenerse presente que Jesús actualmente es un “rey en espera”. Al igual que el Rey David, quien tuvo que esperar muchos años después de que fue ungido antes de que pudiera convertirse en rey de Israel, Jesús ha sido ungido Rey de reyes y Señor de señores, pero aún no ha empezado a gobernar.

Actualmente está actuando como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (Heb. 8:1). El está esperando la orden de Su Padre para regresar y reclamar todos los reinos de este mundo (Heb. 2:5-9 y Ap. 19:11-16).

Una razón final

Hay otro propósito para el Milenio que debería tenerse en cuenta. Creo que Dios va a usar el Milenio para demostrarle al Hombre de una vez por todas que la religión de Satanás, el Humanismo, está totalmente en bancarrota.

Todos los Humanistas, sin importar su etiqueta política o teológica, coinciden en que la fuente del mal en el mundo es externa al Hombre. Miran al mal arraigado en la corrupción de la sociedad. Creen que la solución a todos los problemas del Hombre puede encontrarse en una reforma social.

Tome, como un ejemplo, su actitud hacia el crimen. Ellos creen que la sociedad es la causa raíz del crimen. Todo lo que tenemos que hacer para eliminar el crimen, argumentan, es proveerles a las personas un trabajo garantizado que les suplirá el ingreso suficiente, de modo que puedan vivir en un bonito suburbio.

Pero tales reformas no transforman la naturaleza básica de las personas. En el gueto, un hombre pagará 25 dólares por una prostituta. En el suburbio, perseguirá a la esposa de su vecino. En el gueto, lanzará una piedra a una ventana y robará un aparato de televisión. En el suburbio, se pondrá su traje de tres piezas, irá a la oficina, manipulará la computadora y desfalcará un millón de dólares.

Usted no cambia la naturaleza básica de las personas cambiando su ambiente. Cambiar su ambiente simplemente los convierte en pecadores más sofisticados.

El enfoque Humanista es absolutamente contrario a las Escrituras. La Palabra de Dios enseña que la fuente del mal está arraigada en la naturaleza caída del Hombre y que es el Hombre, no la sociedad, quien necesita ser cambiado (Gn. 8:21; Jer. 17:9-10; Mr. 7:20-23). La Palabra también enseña que la única manera en que este cambio puede ocurrir es a través de la labor del Espíritu Santo dentro de una persona que ha puesto su fe en Jesús.

Dios va a demostrar este punto usando el Milenio como un gran laboratorio experimental. Va a colocar a la Humanidad en un ambiente perfecto de paz y prosperidad durante mil años. Satanás estará atado. La rectitud abundará.

Sin embargo, al final, cuando Satanás sea soltado, la mayoría de las personas se unirán a él cuando llame a las naciones a rebelarse contra Jesús (Ap. 20:7-10). El Milenio demostrará que el Hombre no necesita una nueva sociedad, sino un nuevo corazón.

Esencial para el Plan Maestro

El Milenio es esencial para el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha hecho a los judíos, la Iglesia, las naciones y la creación.

También es esencial para Su determinación de demostrar que la fuente de todo mal es la naturaleza caída del Hombre, no la corrupción de la sociedad, y que la única esperanza para este mundo es Jesús, no reformas políticas.

Más importante, el Milenio es esencial para el propósito de Dios de glorificar a Su Hijo. El va a manifestar la gloria de Jesús ante Sus santos redimidos y ante todas las naciones del mundo.

“Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino y El regirá las naciones… La posteridad le servirá.; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que El hizo esto” (Salmo 22:27-31).

La Fidelidad de Dios

El Creador de este universo es un Dios de pactos que es fiel a todas Sus promesas. El no puede mentir (Heb. 6:18). El no puede olvidar una promesa (Dt. 4:31). El es fiel incluso cuando nosotros somos infieles (2 Ti. 2:13)

Así como El cumplió todas las promesas relacionadas con la Primera Venida de Su Hijo, El va a cumplir todas aquéllas que se relacionan con Su Segunda Venida, incluyendo la promesa de un reinado milenial.

Muchos en la Iglesia pueden ignorar Sus promesas aún no cumplidas. Otros pueden haberlas olvidado. Pero Dios no lo ha hecho. El pretende cumplir cada una de ellas.

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que podemos ser testigos de la forma en que Dios está orquestando los eventos de este mundo hacia el cumplimiento de todas las promesas en Su plan maestro.

Engrandeced a nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en El;
Es justo y recto.
(Dt. 32: 3b-4)

Preguntas rápidas acerca del Milenio

1) ¿Quiénes poblarán la tierra durante el Milenio?

A aquéllos que estén vivos al final de la Tribulación y que hayan aceptado a Jesús como su Señor y Salvador se les permitirá entrar al Milenio en la carne (Mt. 25:3-46). Todos los incrédulos sobrevivientes serán consignados a la muerte (Lc. 17:26-37).

Éste será un pequeño número de personas, porque la mayoría de aquellos que pongan su fe en Jesús durante la Tribulación serán martirizados por su fe (Ap. 7:9-14).

Los creyentes que entren al Milenio en la carne empezarán a propagarse, y la población del mundo crecerá exponencialmente. La razón por la que el crecimiento será tan rápido se deberá a que los lapsos de vida se expandirán y la muerte será reducida.

Isaías dice que la gente vivirá tanto como un árbol
(Is. 65:22) y ya no habrá más infantes que vivan sólo unos pocos días (Is. 65:20). Aquéllos que mueran a los 100 años de edad serán considerados jóvenes y sólo aquéllos que rechacen aceptar al Señor morirán a esa edad (Is. 65:20). La implicación de la profecía de Isaías es que durante el Milenio el lapso de vida de aquéllos en la carne regresará a cómo era antes del diluvio, cuando las personas vivían entre 800 y 1000 años. Si esto es así, entonces para el final del Milenio la población de la tierra podría exceder fácilmente los 6 billones actuales.

2) ¿El Milenio se llevará a cabo en esta tierra o en una nueva?

El reinado Milenial de Jesús se llevará a cabo sobre esta tierra, pero la tierra será grandemente cambiada en su naturaleza.

La primera tierra, la tierra de Adán y Eva, era perfecta. No había plantas o animales venenosos. No había animales carnívoros. No había cataclismos naturales como terremotos, maremotos o huracanes. El Hombre y la naturaleza vivían juntos en perfecta armonía.

Pero cuando el Hombre pecó, Dios puso una maldición sobre la tierra y la naturaleza de la tierra cambió radicalmente. La muerte entró al mundo. La naturaleza se volvió contra la Humanidad. Esta nueva tierra, la número 2, existió hasta la época de Noé.

Cuando ocurrió el diluvió universal, esta segunda tierra fue “destruida” (2 P. 3:6) en el sentido que cambió radicalmente otra vez. La capa de vapor de la tierra colapsó, su masa terrestre se separó en continentes, la tierra giró sobre sus ejes y la presión del agua forzó la formación de nuevas cordilleras montañosas. Hemos estado viviendo en la tierra número tres desde entonces.

Cuando Jesús regrese a reinar, la tierra cambiará radicalmente una vez más. Los agentes de cambio serán terremotos y fenómenos sobrenaturales en los cielos (Ap. 6:12-14). Todas las islas serán movidas (Ap. 16:18-20). Cada valle será alzado y cada monte será reducido (Is. 40:4). La topografía de Israel cambiará radicalmente, con Jerusalén convirtiéndose en el lugar más alto sobre la tierra (Is. 2:2)


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
Why a Millennium?
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