jueves, 16 de septiembre de 2021

Libro: Ira y Gloria (3ra edición) – Capítulo 1 (parte 1)

La Comprensión del Apocalipsis

Por Dr. David R. Reagan

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“¡El libro de Apocalipsis es un rompecabezas chino que nadie puede entender!”. Debo haber escuchado esas palabras cientos de veces cuando crecía en la iglesia. 

¿Saben qué pasó? Que deseché el libro como causa perdida, y lo ignoré durante treinta años. ¿Para qué perder el tiempo tratando de descifrar un libro misterioso que ni siquiera los eruditos bíblicos podían entender?

Durante los cuarenta años, he estado enseñando profecía bíblica en todos los Estados Unidos y alrededor del mundo. Al hablar con cristianos de todas las denominaciones, he descubierto que la mayoría ignora el libro de Apocalipsis, y muchos realmente le tienen miedo.

La Importancia del Apocalipsis 

Este es el triste estado de cosas de la Iglesia en su conjunto, así como para los cristianos individuales. Es como leer una novela genial, pero nunca leer el último capítulo para ver cómo termina la historia. La lectura y la comprensión del libro de Apocalipsis son de vital importancia para la cristiandad, ¡porque nos dice que vamos a ganar al final! Es un libro de victoria, que está diseñado para animar a los cristianos mientras tratan de hacer frente, y superar a, este mundo pagano.

Estudiar el libro de Apocalipsis hoy es particularmente importante, porque los cristianos se enfrentan a dos grandes desafíos—la decadencia de la sociedad y la creciente apostasía en la Iglesia.1 Al enfrentar estas sombrías realidades, necesitamos el aliento que contiene el libro de Apocalipsis.

Hay otra razón por la que deberíamos enfocarnos en el Apocalipsis. Las señales de los tiempos claramente que estamos viviendo en los últimos días — que Jesús está a las puertas mismas del cielo, esperando el mandato de Su Padre de regresar por Su Iglesia.  que su Padre le dé la orden de regresar. El Estado de Israel ha sido restablecido. Los judíos están de regreso en Jerusalén. Europa se ha unido. Ya la tecnología moderna le ha dado sentido a numerosas profecías que nunca antes habíamos entendido.

A principios del siglo XX, no había señales en absoluto que indicaran el pronto regreso del Señor. La primera señal apareció en 1917, cuando la Declaración Balfour fue emitida por el gobierno británico, en la que prometía que Palestina se convertiría en una patria para los judíos. Hoy en día, hay tantas señales que apuntan al pronto regreso del Señor, que uno tendría que ser espiritualmente ciego para no discernirlas. Ya no busco señales; estoy escuchando sonidos — el toque de una trompeta y el grito de un ángel: “¡Viene el Novio!”.

¿Gloria o Ira?

Jesús regresará pronto, y ese hecho hace que el libro de Apocalipsis sea relevante para nuestras vidas. El libro comienza y termina con la promesa de que Jesús regresará. En Apocalipsis 1:7 se nos dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por”. El libro termina con Jesús mismo haciendo la misma proclamación: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).

El regreso de Jesús será el evento culminante de la historia. Para algunos, será el día más maravilloso de sus vidas, porque Jesús vendrá como su gloria, como su “bienaventurada esperanza” (Tito 2:13). Para otros, Su regreso será una experiencia aterradora, porque vendrá como su santo terror, derramando la ira de Dios sobre todos aquellos que han rechazado el regalo de amor, gracia y misericordia de Dios (Apocalipsis 19:11).

La Biblia dice que toda persona sobre la faz de la tierra está bajo la ira de Dios, o bajo Su gracia: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). Es gloria estar bajo la gracia de Dios. Es terror estar bajo Su ira.

El regreso de Jesús significará gloria o ira para cada uno de nosotros. También significará ambas cosas para Jesús. Cuando regrese a esta tierra, vendrá en ira para juzgar y hacer la guerra contra los enemigos de Dios (Apocalipsis 19:11). Pero la ira será seguida por la gloria, cuando sea coronado Rey de reyes y Señor de señores y comience Su majestuoso reinado desde el monte Sion, como “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Él manifestará Su gloria ante las naciones (Isaías 24:21–23), y recibirá el honor y la alabanza que le fueron negadas cuando vino por vez primera (2 Tesalonicenses 1:10).

Ira y gloria — estas dos palabras resumen el significado del regreso del Señor para ti, para mí y para Él.

Dios, en Su insondable gracia, no desea que nadie perezca, sino que todos sean traídos al arrepentimiento y la salvación (2 Pedro 3:9). Por tanto, Dios nos ha dado el maravilloso

Libro de Apocalipsis, para advertirnos de Su ira y llamarnos a Su gloria. Cuando comparezcamos ante Él, no tendremos excusas. Él nos lo ha explicado todo con anticipación y en detalle en el libro de Apocalipsis.

El Descuido de la Profecía

Comencemos nuestro estudio de Apocalipsis mirando dos versículos de 2 Timoteo 3 — los versículos 16 y 17. Pablo le escribió estas palabras a un joven predicador: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

Estos son versículos que la mayoría de los cristianos conocemos muy bien. Es posible que los conozca de memoria porque los ha memorizado, o puede que casi los haya memorizado porque los ha escuchado tantas veces. Probablemente se esté preguntando por qué motivo alguien comenzaría un estudio del libro de Apocalipsis con estos dos versículos. 

La mayoría de los cristianos conocemos muy bien estos versículos. Tal vez hasta te los sepas de memoria porque te los has aprendido, o casi los sepas de memoria por haberlos escuchado tantas veces. Tal vez te estés preguntando por qué razón estamos comenzando un estudio del Apocalipsis con estos dos versículos.

Bueno, les diré por qué. No hay porción de la Palabra de Dios que haya sido más ignorada por los estudiantes de la Biblia y por la Iglesia en general que la Palabra Profética de Dios. Eso es increíble si se tiene en cuenta el hecho de que casi un tercio de la Biblia es de naturaleza profética. 

Permítanme darles un ejemplo de lo que estoy hablando. La mayoría de los jóvenes que están estudiando hoy para ser predicadores, culminarán el seminario y nunca tomarán un curso sobre profecía bíblica. Se graduarán y predicarán durante años, y nunca predicarán un solo sermón sobre profecía bíblica. De hecho, ignoran un tercio de la Santa Palabra de Dios. 

Eso es lamentable, porque Pablo dijo, por inspiración del Espíritu Santo, que toda la Escritura — no sólo el Nuevo Testamento, no sólo los libros de historia del Antiguo Testamento, sino toda la Escritura — es inspirada por Dios. Eso incluye la profecía bíblica. Cuando Pablo dijo que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”, quiso decir que esa declaración incluía la profecía bíblica. 

Cuando Pablo dijo que «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra», tenía la intención de que en esas palabras quedara incluida la profecía bíblica.

Toda la Palabra de Dios es práctica, realista y necesaria si queremos ser moldeados por el Espíritu Santo a la imagen de Jesús. Necesitamos toda la Palabra de Dios, y eso incluye la Palabra Profética de Dios, y eso incluye el libro de Apocalipsis. 

Una Experiencia Personal

Supongo que crecí en una iglesia bastante típica. Me crié en una iglesia que enfatizaba el Nuevo Testamento e ignoraba la profecía bíblica. Asistía fielmente a la iglesia cada vez que la puerta estuvo abierta durante 30 años. Estaba allí los domingos por la mañana y por la noche, los miércoles por la noche y durante la escuela bíblica de vacaciones. Sin embargo, después de treinta años de ir a la iglesia, no sabía absolutamente nada sobre la profecía bíblica, porque la ignorábamos casi por completo.

Cada vez que nos metíamos en un estudio de la profecía, simplemente lo repasábamos muy rápidamente y tratábamos de terminarlo tan pronto como podíamos. El resultado fue que,

después de treinta años de ir a la iglesia, yo era tan ignorante de la profecía bíblica, que si me hubieran preguntado qué es Rapto, probablemente habría dicho: “¡Es una sensación que sientes cuando tu novia te besa!”. De la misma manera, probablemente habría identificado a Gog y Magog como un equipo de comediantes. Para mí, el Anticristo era un “predicador denominacional”, porque nos considerábamos no denominacionales, y pensábamos que éramos la única iglesia verdadera. 

Sencillamente ignorábamos la palabra profética de Dios. La trágica consecuencia es que nuestro crecimiento espiritual se atrofió. Nuestra santificación —es decir, nuestro desarrollo a la imagen de Jesús — se retrasó, porque el espíritu del hombre fue creado para alimentarse con la Palabra de Dios; y no sólo del Nuevo Testamento, no sólo del Antiguo Testamento, sino toda la Palabra de Dios.

La Principal Barrera al Apocalipsis

Los predicadores con los que crecí, generalmente tomaban la posición de que el libro de Apocalipsis era imposible de entender. Creo que la única vez que estudiamos el libro, fue cuando un ministro se dejó llevar un poco por el entusiasmo y se comprometió precipitadamente al decir: “Les diré lo que vamos a hacer. Vamos a comenzar por el evangelio de Mateo, y seguir por todo el Nuevo Testamento, estudiando todos los libros”. Tres años después, cuando llegamos al libro de Apocalipsis, se arrepentiría de haber hecho la promesa. Pero la había hecho y, por lo tanto, se sentía obligado a cumplirla.

Entonces, se ponía de pie ante la congregación y decía algo como esto: “Bueno, hermanos, prometí que recorreríamos todo el Nuevo Testamento. Hemos llegado al libro de Apocalipsis. Se los diré ahora mismo, nadie puede entenderlo. Nadie lo ha hecho nunca. Nadie lo hará jamás. Es un rompecabezas chino”. No puedo comenzar a decirles cuántas veces he escuchado eso.

“Sí, es un rompecabezas chino”, enfatizaría el ministro. “Así que les diré lo que haremos. Lo estudiaremos los próximos miércoles por la noche, y trataremos de terminarlo tan rápido como podamos”.

¿Saben lo que pasó? La asistencia disminuyó drásticamente, mientras el predicador se ponía de pie y trataba de salir del paso y acabar este libro que consideraba un rompecabezas. No lo entendía. Cómo pensaba que podía enseñárselo a alguien, no lo sé. 

El efecto fue que se creó una barrera psicológica en mi mente. Como dije antes, desde entonces descubrí que esta barrera mental contra el libro existe en el pensamiento de la mayoría de los cristianos profesantes, independientemente de la iglesia en la que crecieron.

Lea la parte 2 aquí

Lea la parte 3 aquí

Recurso recomendado:

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)

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lunes, 13 de septiembre de 2021

Libro: Ira y Gloria (3ra edición) – Prefacio

Por Dr. David R. Reagan

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La primera edición de este libro se publicó en 2001. Desde entonces, ha pasado por muchas ediciones y se ha publicado en más de una docena de idiomas extranjeros en todo el mundo. Una segunda edición se publicó en 2016.

En esta tercera edición, el mensaje sustantivo sobre el significado del libro de Apocalipsis se ha mantenido básicamente igual, con pocos cambios. Los cambios más importantes se encuentran en el capítulo 4, “La Exploración del Apocalipsis”. Sin embargo, hay revisiones, así como elaboraciones para explicar mejor algunos conceptos.

Un Libro que los Cristianos Temen

Winston Churchill dijo una vez que Rusia es “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”. Esa es la forma en que la mayoría de los cristianos ven el Apocalipsis. Se estremecen ante la idea de leerlo o estudiarlo. 

Es una pena, porque, como espero mostrar en este libro, es una joya espiritual que podemos comprender y aplicar a nuestras vidas aquí y ahora.

No tienes que ser un genio, ni tienes que ser clarividente para comprenderlo. Además, el libro de Apocalipsis les asegura a los creyentes que van a ganar al final. 

Un Libro de Imágenes Vívidas

Le quiero expresar mi gratitud a la Sra. H. Grant Hicks, de Henryville, Indiana, por su permiso para usar el increíble cuadro, Mesías, en la portada de este libro. Lo hizo su hijo, Phelan Douglas Hicks, cuando sólo tenía diecisiete años. Dos años más tarde se ahogó en el lago Michigan, mientras hacía obra misionera en el centro de la ciudad de Chicago.

El libro de Apocalipsis está lleno de imágenes vívidas como la que pintó Douglas Hicks. Esas imágenes se han convertido en parte de mi alma, y su mensaje ha sido una gran bendición para mí. Quiero compartir esa bendición contigo. 

Grupos de Estudio

Este libro está siendo utilizado en todo el mundo por grupos de estudio bíblico. Si vas al sitio web del Ministerio Cordero y León, en www.lamblion.com, encontrarás una Guía del Estudiante y una Guía del Maestro descargables gratuitas. Los enlaces a estas guías se pueden encontrar en la página que describe el libro en detalle (https://bibleprophecyresources.com/shop/wrath-and-glory). Te recomiendo que utilice estos recursos para ayudarte a establecer y dirigir un grupo de estudio del Apocalipsis, usando este libro como su texto principal.

En esa misma página web puedes encontrar copias descargables gratuitas del libro en árabe, bengalí, farsi, urdu, polaco y español.

Mi Oración

Mientras lees este libro, oro para que te sientas atraído a una relación más profunda con Jesús. También oro para que tu esperanza aumente grandemente, a medida que comprendas mejor las increíbles promesas que Dios ha hecho acerca del futuro.

¡Maranata!

Dr. David R. Reagan
Allen, Texas
Marzo, 2021

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Libro: Ira y Gloria (3ra edición) – Índice

Por Dr. David R. Reagan


Contenido

Prefacio

Capítulo 1: La Comprensión del Apocalipsis 
¿Es posible comprender el Apocalipsis? Y, si es así, ¿cuáles son las claves?

Capítulo 2: La Interpretación del Apocalipsis 
Una visión general de todo el libro, capítulo por capítulo.

Capítulo 3: La Sistematización del Apocalipsis 
¿Qué relación tienen los sucesos presentados en el Apocalipsis, tanto entre sí como con las otras profecías sobre los tiempos del fin?

Capítulo 4: La Exploración del Apocalipsis 
Echando un vistazo a las preguntas más frecuentes acerca del Apocalipsis.

Capítulo 5: La Aplicación del Apocalipsis 
Las lecciones del Apocalipsis que se aplican a la vida cristiana aquí y ahora. 

Acerca del Autor

Recurso recomendado:

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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Libro: Ira y Gloria (3ra edición)

Por Dr. David R. Reagan

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Él no regresará como un bebé en un pesebre.

Jesucristo regresará pronto en...

IRA Y GLORIA

Muchos cristianos se sienten intimidados por el libro de Apocalipsis. Están convencidos de que no contiene más que malas noticias. Y se sienten aún más desestimulados por la gran variedad de extrañas interpretaciones del libro.

En este libro, el Dr. Reagan explica que Apocalipsis contiene sólo buenas noticias para aquellos que han aceptado a Jesús como su Señor y Salvador. Además, demuestra que el libro puede ser entendido por cualquier cristiano que esté dispuesto a aceptar su significado de sentido llano.

A medida que el Dr. Reagan abra el libro a su comprensión, se emocionará con las promesas de Dios que contiene para los creyentes y, al concluir el libro, se encontrará anhelando fervientemente el pronto regreso del Señor como nunca antes.

Este es un libro para todas las denominaciones y todas las edades. Disipa los mitos sobre el Apocalipsis, al tiempo que muestra que los mensajes del Apocalipsis son desesperadamente necesitados por la Iglesia del siglo XXI, que está siendo apostatada desde dentro y perseguida desde fuera.

Recurso recomendado:

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 9

 Los Árabes en la Profecía

¿Tienen alguna esperanza?



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“¿Por qué ustedes los que enseñan profecía bíblica pasan todo el tiempo hablando sobre los judíos? Hay muchos más árabes que judíos. ¿No creen que Dios también se preocupa por los árabes?”.

Fue una pregunta irritante durante un foro abierto en una de mis conferencias sobre profecía. Era una que había escuchado muchas veces antes de varias maneras. Me recordó a una carta que había recibido en la que una persona preguntaba: “¿No tienen derechos los palestinos también? ¿Dios ama sólo a los judíos?”.

No hay duda de que los maestros de profecía bíblica pasan mucho tiempo hablando y escribiendo sobre el pueblo judío. Sería fácil, por lo tanto, concluir que los pueblos árabes son ignorados en la Palabra Profética de Dios. Pero, como veremos, ese no es el caso. La profecía bíblica se centra en el pueblo judío porque es el Pueblo Elegido de Dios. En el proceso, no ignora a los árabes.

La Importancia de los Judíos

Dios escogió a los judíos para que le dieran al mundo las Escrituras, y fue a través de los judíos que proveyó al Mesías. Los judíos también sirven como el reloj profético de Dios, ya que él a menudo señala eventos futuros en su historia como la clave para el momento de otros eventos importantes.

Por ejemplo, el momento de la Primera Venida del Mesías estuvo relacionado con eventos en la historia judía. Daniel dijo que el Mesías vendría 483 años después de que se emitiera un edicto para la reconstrucción de Jerusalén (Daniel 9:25–26).

De la misma manera, Jesús les dijo a Sus discípulos que Jerusalén un día caería en manos de los gentiles (lo cual sucedió 40 años después en el 70 d.C.) y que permanecería bajo el control de los gentiles hasta que llegara el momento de que Él regresara a la tierra (Lucas 21:24). En otras palabras, Jesús dijo que Su Segunda Venida ocurriría cuando Jerusalén estuviera de vuelta en manos de los judíos judíos (algo que sucedió el 7 de junio de 1967).

El Testimonio Continuo de los Judíos

Hay otra clave para la importancia de los judíos. Continúan sirviendo hoy como testigos escogidos de la gracia de Dios. Esto se manifiesta en su propia existencia, porque ¿qué otro Dios, excepto un Dios de gracia, hubiera tolerado durante tanto tiempo a un pueblo tan terco y rebelde?

También continúan siendo testigos de lo que significa tener una relación con Dios. Su historia revela que, cuando las personas son fieles a la Palabra de Dios, Él bendice; cuando son infieles, disciplina; y cuando se arrepienten, perdona, olvida y comienza a bendecir de nuevo. Este es el ciclo constante que está claramente modelado en el libro de los Jueces.

La Primacía de los Judíos

La Biblia dice que el pueblo judío continuará sirviendo como el Pueblo Elegido — como Su testigo especial — en el futuro.

Al final de la Tribulación, un gran remanente de los judíos será llevado al final de sí mismos y se volverá a Dios en arrepentimiento y aceptará a Su Hijo como su Mesías (Zacarías 12:10; 13:1). Exclamarán: “¡Baruj haba b'shem Adonai!” — es decir, “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 23:39). Es en este punto que se levantará la disciplina de Dios y el pueblo judío comenzará a ser bendecido nuevamente.

Moisés profetizó que, cuando el remanente judío se arrepienta, serán reunidos de todo el mundo de regreso a la tierra de Israel (Deuteronomio 30:1–5). Isaías dice que Israel entonces servirá como la nación principal del mundo (durante el reinado milenial del Señor), y detalla todas las increíbles bendiciones que serán derramadas sobre la nación y la ciudad de Jerusalén (Isaías 60– 62).

Pero los judíos no serán sólo un depositario de las bendiciones de Dios. Zacarías dice que serán un canal de bendiciones para el mundo entero (Zacarías 8:13), y dice que la actitud del mundo hacia los judíos cambiará radicalmente. El antisemitismo será reemplazado por respeto y admiración: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

¿Significan estas promesas a los judíos que Dios no tiene bendiciones para los multitudinarios pueblos árabes? Para nada. Dios les ha dado grandes bendiciones en el pasado y tiene grandes bendiciones reservadas para ellos en el futuro.

Identidad Árabe

Pero antes de ver esas bendiciones, consideremos primero la identidad de los pueblos árabes. ¿Quiénes son ellos?

Un concepto erróneo popular es que la identidad árabe está determinada por la religión—que, si eres musulmán, entonces eres árabe. Eso no es cierto.

La nación musulmana más poblada del mundo es Indonesia, una nación insular en el sudeste asiático. Los indonesios no son árabes. Son malayos. Asimismo, la nación de Irán está compuesta por musulmanes, pero no son árabes. Son persas.

También hay árabes cristianos esparcidos por todo el Medio Oriente. Hasta hace poco, la ciudad de Belén estaba dominada por árabes cristianos. Nazaret sigue siendo una ciudad con muchos cristianos árabes.

La identidad árabe no está determinada por la religión. La mayoría de los árabes son musulmanes, pero no todos; y ciertamente no todos los musulmanes son árabes. La identidad árabe está determinada por la herencia étnica. ¡Y lo asombroso es que todos los árabes — como todos los judíos — son descendientes de la familia de Abraham! Eso significa que el conflicto árabe-israelí es una disputa familiar, la disputa familiar más prolongada e intensa de la historia.

Orígenes Árabes

Todo comenzó cuando Abraham decidió ayudar a Dios. Ésa es una forma agradable de decir que decidió adelantarse a Dios. Me refiero, por supuesto, a su impaciencia con la promesa de Dios de que un heredero le sería dado.

Mientras él y Sara continuaban avanzando en años sin un hijo, decidieron “ayudar” a Dios haciendo que Abraham concibiera un hijo por medio de Agar, la esclava egipcia de su esposa. El niño nacido de esa unión fue nombrado Ismael. Dios dejó en claro que Ismael no sería el hijo de la promesa, por medio del cual todo el mundo sería bendecido (Génesis 17:20–21), pero Dios hizo algunas promesas grandes a la madre de Ismael.

Dios prometió que haría fructífero a Ismael y que multiplicaría sus descendientes en gran manera, haciendo de él una “gran nación” (Génesis 17:20). También dio a los descendientes de Ismael la tierra al oriente de Canaán (Génesis 16:12).

Dios ha sido fiel a esas promesas. Hoy en día, hay 22 naciones árabes con una población combinada de más de 400 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo. Por el contrario, solo hay un estado judío con una población de 7 millones de judíos que están apretujados en sólo 8,000 millas cuadradas de espacio. Esa es una proporción de población de 57 a 1 y una proporción de tierra de 662 a 1. Los árabes han sido verdaderamente bendecidos.

Tribus Árabes

Ismael tomó a una esposa egipcia (Génesis 21:21) y se convirtió en el padre de 12 tribus que se enumeran en Génesis 25:12–16. Estas tribus se convertirían en el núcleo de los pueblos árabes, un pueblo con una mezcla de sangres semítica y egipcia.

Otras tribus árabes remontan su origen a los seis hijos de Abraham que le nacieron de su segunda esposa, Cetura. Se enumeran en Génesis 25:1–4. Finalmente, algunas tribus árabes surgirían de los descendientes de Esaú, el hermano gemelo de Jacob, que engendró las 12 tribus de Israel.

Todas las tribus árabes históricamente se han caracterizado por su naturaleza impulsiva y violenta. Han estado involucradas en interminables guerras entre ellas mismas y contra judíos y cristianos.

Es interesante observar que su naturaleza volátil es un cumplimiento de la profecía. Dios le dijo a Agar que su hijo, Ismael, sería “un hombre indómito como asno salvaje” y que “su mano será contra todos” (Génesis 16:12).

Profecías Árabes

Veamos ahora lo que la Biblia profetiza acerca de los pueblos árabes. Primero, dice que reclamarán la tierra de Israel que Dios dio a sus hermanos, los judíos. El profeta Ezequiel dice que este reclamo será hecho en los tiempos del fin (Ezequiel 35:5, 10; 36:2, 5).

Esta profecía se cumplió en el siglo XX. Durante más de 1,900 años, los judíos fueron dispersados de la tierra que Dios les dio, y durante ese largo período de tiempo nunca hubo un estado árabe en el área que el mundo llamara Palestina. Los árabes que vivían en la tierra se consideraban sirios. No tenían conciencia como palestinos, y nunca se hizo ningún esfuerzo por crear un estado palestino.

Cuando los judíos comenzaron a regresar a principios del siglo XX, los árabes alegremente les vendieron la tierra a precios inflados, porque era considerada sin valor. Fue la Primera Guerra Mundial que cambió el punto de vista árabe. La guerra produjo que la tierra de Palestina fuera transferida de los turcos a los británicos, y los británicos inmediatamente proclamaron que sería una patria para los judíos. De repente, los árabes se enfrentaron con la perspectiva de un Estado judío, y comenzaron a ser intransigentes, reclamando la tierra como propia.

Los británicos cedieron a la presión árabe y, en 1922, entregaron dos tercios de Palestina a los árabes, creando el Estado de Trans-Jordania. Ésta era tierra que implícitamente habían prometido a los judíos. Pero esta acción no satisfizo el apetito árabe. Querían toda la tierra que Dios les había dado a los judíos, y ellos aún la codician hasta este día, tal como se profetizó.

Juicios Árabes

La Biblia también profetiza que Dios derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por su intento de reclamar como propia la patria judía. 

Considere, por ejemplo, Joel 3:19. Este pasaje tiene un claro contexto del tiempo del fin y en ese contexto dice, “Egipto quedará desolado, y Edom convertido en desierto, por la violencia cometida contra el pueblo de Judá, en cuya tierra derramaron sangre inocente”.

Tenga en cuenta que Edom se usa a menudo como un término simbólico para todos los pueblos árabes, así como Israel se usa como un término para todas las tribus judías. Ezequiel dice que Dios se encargará de “todo Edom” en los tiempos del fin, debido a su odio contra los judíos, y el resultado será desolación (Ezequiel 35:10–11, 15). El libro de Abdías profetiza un destino similar para Edom en “el día del Señor” (Abdías 15–18).

Promesas Árabes

Pero el futuro de los árabes no es del todo sombrío. Deben sufrir por sus pecados, tal como lo ha hecho el pueblo judío durante siglos y continuará haciéndolo durante la Tribulación. Y, como los judíos, un remanente de los árabes emergerá de su sufrimiento con el corazón vuelto hacia el único Dios verdadero (Jeremías 12:14–17).

La profecía más notable concerniente a la salvación futura de un remanente árabe está contenida en Isaías 19:16–25. Isaías afirma que cuando el Señor hiera a Egipto y Asiria, ellos se volverán a Él y Él tendrá compasión de ellos y “los sanará”. ¡Isaías presenta luego una imagen increíble de Egipto, Asiria e Israel viviendo juntos en paz, adorando al mismo Dios!

Otra profecía notable se refiere a los árabes que estarán viviendo en la tierra de Israel después de que el Señor regrese. Esta profecía se relaciona con el hecho de que el territorio de Israel se expandirá enormemente cuando Jesús regrese, incorporando muchas de las naciones árabes que existen hoy. (Las fronteras considerablemente ampliadas de Israel durante el Milenio están detalladas en Ezequiel 47:15–20). Asombrosamente, ¡Ezequiel dice que a los árabes viviendo en Israel en esa época se les dará “su heredad” de la tierra junto con las tribus de Israel! (Vea Ezequiel 47:21–23 e Isaías 14:1–2).

Un Dios Imparcial

No hay acepción de personas con Dios (Romanos 2:11). Escogió a los judíos, no para ser un depósito de Sus bendiciones, sino para ser un vehículo a través del cual bendeciría a todas las naciones del mundo, incluidos los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Dios — para los judíos y los árabes, así como para todas las personas — es aceptar el regalo de amor de Dios en Jesús, al recibirle como Mesías.

Cuando considero la gracia de Dios hacia los pueblos árabes, me acuerdo de lo que Pablo escribió cuando consideró la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!” (Romanos 11:33).

Tenga en cuenta que la asombrosa gracia que Dios está mostrando hacia los árabes y los judíos está disponible para usted. El mensaje de las relaciones de Dios con los descendientes físicos de Abraham es que no hay ningún pecado tan grande y oscuro que pueda separarle del amor de Dios, que Él ha expresado en Jesús.

La clave para experimentar esa gracia es el arrepentimiento. Tal como Pablo lo dijera en su sermón en Atenas: “Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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