domingo, 17 de febrero de 2019

Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 24 (pdf)

Un Resumen General

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Hecho: El mensaje de la profecía bíblica para los creyentes es que “¡Jesús triunfará, y ganaremos al final!”.  

Escritura Clave: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).

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Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 23 (pdf)

La Muerte

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Hecho: Muy pocos creyentes son conscientes de lo que la Biblia enseña acerca de la vida después de la muerte. 

Escritura Clave: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).

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sábado, 16 de febrero de 2019

Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 24

Un Resumen General

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Hecho: El mensaje de la profecía bíblica para los creyentes es que “¡Jesús triunfará, y ganaremos al final!”.

Escritura Clave: Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).

Hemos aprendido de la Palabra de Dios que cuando los que somos cristianos morimos, nuestros espíritus nunca pierden su conciencia (Filipenses 1:21-23; 2 Corintios 5:8). En cambio, nuestros espíritus plenamente conscientes son conducidos inmediatamente a la presencia de Jesús por Sus santos ángeles (Lucas 16:22).

Nuestros espíritus son vestidos con un cuerpo espiritual intermedio y permanecen en la presencia del Señor hasta que aparezca por Su Iglesia al momento del Rapto. En ese momento, Él trae nuestros espíritus con Él, resucita nuestros cuerpos, y luego glorifica nuestros cuerpos, perfeccionándolos y haciéndolos eternos (1 Tesalonicenses 4:13-18).

Regresamos con Él al Cielo en nuestros cuerpos glorificados donde somos juzgados por nuestras obras para determinar nuestros grados de recompensas (2 Corintios 5:10). Cuando este juicio termine, participamos en una gloriosa fiesta de bodas para celebrar la unión de Jesús y Su Novia, la Iglesia (Apocalipsis 19:7-9).

Testigos de Gloria

Al final de la fiesta, irrumpimos de los cielos con Jesús, regresando con Él a la tierra en gloria (Apocalipsis 19:14). Somos testigos de Su victoria en Armagedón, gritamos “¡Aleluya!”, cuando es coronado Rey de reyes y Señor de señores, y nos deleitamos en Su gloria cuando comienza a reinar sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Zacarías 14:1-9; Apocalipsis 19:17-21).

Durante mil años participamos en ese reinado, asistiéndole con la instrucción, administración y aplicación de Sus leyes perfectas (Daniel 7:13-14, 18, 27; Apocalipsis 20:1-6). Vemos la tierra regenerada y la naturaleza reconciliada (Isaías 11:6-9). Vemos abundar la santidad y la tierra inundada con paz, rectitud y justicia (Miqueas 4:1-7).

Al final del Milenio, somos testigos de la liberación de Satanás para engañar a las naciones. Vemos la naturaleza verdaderamente despreciable del corazón del hombre cuando millones se unen a Satanás en su intento de derrocar el trono de Jesús. Pero gritaremos “¡Aleluya!” otra vez cuando presenciamos la destrucción sobrenatural  por Dios de los ejércitos de Satanás y vemos a Satanás mismo lanzado al lago de fuego, donde será atormentado para siempre (Apocalipsis 20:7-10).

Luego seremos testigos del Juicio del Gran Trono Blanco, cuando los injustos son resucitados para comparecer ante Dios. Veremos las perfectas santidad y justicia en acción cuando Dios pronuncie Su terrible juicio sobre esta congregación de condenados que han rechazado Su regalo de amor y misericordia en Jesucristo (Apocalipsis 20:11-13).

Jesús será plenamente vindicado, ya que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es el Señor. Entonces los injustos recibirán su justo merecido cuando sean lanzados al lago de fuego (Apocalipsis 20:14-15).

Testigos de una Nueva Creación

Luego seremos testigos del espectáculo de juegos artificiales más espectacular de toda la historia.

Seremos llevados a la Nueva Jerusalén — la Nueva Jerusalén preparada por Jesús para Su Novia — y desde allí observaremos cómo Dios renueva esta tierra con fuego, quemando toda la inmundicia y contaminación  dejada por la última rebelión de Satanás (2 Pedro 3:12-13).

Así como los ángeles se regocijaron cuando Dios creó el universo, nos regocijaremos al ver a Dios sobrecalentar esta tierra y remodelarla como una bola de cera caliente en la Tierra Nueva, la tierra eterna, el paraíso donde viviremos para siempre en la presencia de Dios (Apocalipsis 21:1-7).

¡Qué momento glorioso será cuando bajemos a la Tierra Nueva dentro de la fabulosa Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:3). Él proclamará: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5).

Veremos a Dios cara a cara (Apocalipsis 22:4). Él enjugará todas nuestras lágrimas (Apocalipsis 21:4). La muerte no será más (Apocalipsis 21:4). Se nos darán nuevos nombres (Apocalipsis 2:17), y existiremos como personalidades individuales revestidos en cuerpos perfectos (Filipenses 3:21). Y creceremos eternamente en conocimiento y amor de nuestro Creador infinito, honrándolo con nuestros dones y talentos. 

Por decir lo menos, éstas son promesas de Dios que deberían darnos esperanza. Deberíamos poder entusiasmarnos con ellas y desear compartirlas con aquellos que no conocen a Jesús como su Señor y Salvador. 

Cita:

“Un continuo mirar hacia el mundo eterno no es, como algunos piensan, una forma de escapismo o un hacerse castillos en el aire, sino una de las cosas que el cristiano debe hacer. No quiere decir que debamos dejar el mundo actual tal como  es. Si leemos la historia, veremos que los cristianos que más hicieron por el mundo presente fueron precisamente los que más se ocuparon del mundo venidero. Los apóstoles mismos que pusieron los fundamentos para la conversión del Imperio Romano, los grandes hombres que edificaron la Edad Media y los evangélicos ingleses que abolieron la trata de esclavos dejaron su marca sobre la tierra, precisamente porque sus mentes se hallaban ocupadas por las cosas del cielo. Desde que los cristianos han dejado de pensar en el otro mundo han llegado a ser ineficaces en éste. Aspiren al cielo y obtendrán la tierra "por añadidura"; aspiren a la tierra y no tendrán ni lo uno ni lo otro”. C. S. Lewis en Cristianismo…¡y nada más!

Preguntas:

1) ¿Entiende ahora por qué un estudio de la profecía bíblica es tan importante? ¿Cuál cree que es la razón más importante?

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2) ¿Desea profundizar más en la Palabra Profética de Dios? ¿Hay algún tema particular sobre el que desee obtener más información?

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3) Repasando las lecciones de este libro, ¿cuál fue la más interesante para usted, y por qué?

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4) Muchas personas, incluyendo a algunos pastores, les gusta bromear que no son amileniales, premileniales ni postmileniales. En cambio, dicen que son “pan-mileniales” porque no saben lo que va a suceder en el futuro, pero creen que “todo saldrá bien al final”. ¿Ve que esto es sólo una excusa para no estudiar la profecía bíblica? ¿Y se da cuenta ahora de cuánto de la Palabra de Dios está ignorando? ¿Cuál sería su respuesta a un pan-milenialista?

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5) Muchos cristianos ignoran la profecía bíblica porque dicen que es “demasiado aterradora”. Como resultado, muchos ni siquiera han leído el libro de Apocalipsis. ¿Cómo le respondería a una persona así?

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6) Muchos pastores ignoran la enseñanza y predicación de la profecía bíblica porque dicen que es una quimera sin ninguna relevancia para el aquí y ahora. ¿Cuál es su respuesta?

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

viernes, 15 de febrero de 2019

Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 23 (conclusión)

La Muerte

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Nuestros Cuerpos

Después de la muerte, nunca habrá un momento en el que existamos sin un cuerpo. ¡Nunca seremos espíritus etéreos!

Aquellos de nosotros que somos salvos estamos destinados a tener dos cuerpos futuros. Primero recibiremos un cuerpo intermedio espiritual — intermedio entre nuestro cuerpo físico actual y nuestro cuerpo glorificado futuro. 

La evidencia de tal cuerpo se encuentra en varios lugares en la Escritura:
  • 1 Samuel 28 — Cuando Samuel, quien estaba muerto, se les apareció a Saúl y la bruja de Endor.
  • Mateo 17 — Cuando Moisés y Elías aparecieron en la Transfiguración de Jesús.
  • Lucas 16 — Cuando el hombre rico y Lázaro son descritos en el Hades.
  • Apocalipsis 7 — Cuando los mártires de la Tribulación son representados de pie ante el trono de Dios con túnicas blancas.

Nuestro segundo cuerpo futuro será recibido al momento de nuestra resurrección, que para los creyentes de tiempo actual será al momento del Rapto.

En ese momento, si hemos muerto anteriormente, nuestros cuerpos actuales serán resucitados y glorificados. Y si estamos vivos, nuestros cuerpos súbitamente serán trasladados de lo mortal a lo inmortal.

Todo esto se describe en 1 Tesalonicenses 4:13-18, donde el apóstol Pablo describe una serie de eventos que ocurrirán al momento del Rapto:
  • Una trompeta sonará y un arcángel gritará. 
  • Jesús aparecerá en los cielos, trayendo con Él los espíritus de los santos muertos de la Era de la Iglesia.
  • Él resucitará nuestros cuerpos, reunirá sus espíritus con sus cuerpos, y luego glorificará sus cuerpos.
  • Luego arrebatará a todos los creyentes vivos, y convertirá sus cuerpos de mortales a inmortales en ruta hacia arriba.

El cuerpo glorificado que recibiremos al momento de nuestra resurrección será nuestro cuerpo para la eternidad. Esto plantea la pregunta, “¿Qué es un cuerpo glorificado?”.

El Cuerpo Glorificado

Pablo lo describe en 1 Corintios 15:42-44. Él dice que nuestros cuerpos son enterrados en “corrupción” y son levantados en “incorrupción”. Se “siembra en deshonra” y “resucitará en gloria”. “Se siembra en debilidad” y “resucitará en poder”. Concluye diciendo, “Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”. Observe las palabras clave:
  • Incorruptible — Eterno
  • Glorioso — Perfeccionado
  • Poderoso — Victorioso sobre el pecado
  • Espiritual — Sujeto totalmente al Espíritu Santo

Aquellos que sean glorificados nunca más estarán sujetos a la enfermedad, dolor, sufrimiento, y muerte. Sus cuerpos serán perfeccionados y, por lo tanto, los cojos caminarán, los sordos oirán, los ciegos verán, los mudos hablarán y aquellos con demencia tendrán su mente despejada.

Quizás  la mejor manera de pensar en un cuerpo glorificado sea pensar en el cuerpo de Jesús después de Su resurrección. Se describe en Filipenses 3:

20) …esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Así, de acuerdo con este pasaje, nuestro cuerpo glorificado será como el cuerpo resucitado de Jesús. Será tangible y reconocible. Pero tendrá una dimensión diferente, porque el cuerpo de Jesús podía aparecer y desaparecer repentinamente y podía viajar instantáneamente de un lugar a otro.

Preguntas

Una de las preguntas más comunes que las personas hacen sobre la vida después de la muerte es, “¿Nos conoceremos en el Cielo?”. La respuesta es sí. Y se puede deducir fácilmente a través de la lógica. Sólo piense: Si usted es Juan o Betty en esta vida y es salvado, pero se convierte en alguien más en el Cielo, entonces Juan y Betty no fueron salvos. 

Otra pregunta común es si comeremos o no en nuestros cuerpos glorificados. Y de nuevo, la pregunta es sí. Sabemos esto con certeza porque Jesús comió varias veces con Sus discípulos en Su cuerpo glorificado, después de Su resurrección (Lucas 24:42-43; Juan 21:10-15).

Una pregunta muy seria es si podremos o no pecar en nuestros cuerpos glorificados. Después de todo, la perfección del Cielo no evitó que Satanás pecara. Jesús prometió en Apocalipsis 21:4 que en el Cielo “y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor…”. Dado que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), la promesa de no más muerte es una promesa de no más pecado. 

Nuestra naturaleza caída se habrá ido, reemplazada por la justicia de Cristo (Romanos 5:19).Sí, es cierto que Adán y Eva no tenían una naturaleza pecaminosa cuando fueron creados y, sin embargo, pecaron. Pero no habían sido hecho justos por Cristo, y los que ahora son creyentes lo han sido. 

Randy Alcorn, quien ha escrito el libro más exhaustivo sobre el Cielo, ha resumido la respuesta a esta pregunta vital con estas palabras:

Una vez que nos convirtamos en lo que el Dios soberano nos ha hecho ser en Cristo, y una vez que lo veamos como Él es, entonces veremos todas las cosas — incluido el pecado — por lo que son. Dios no necesitará restringirnos. El pecado no tendrá absolutamente ningún atractivo. Será, literalmente, impensable. 

¡Maranatha! 


Preguntas: 

1) ¿Qué fue lo más sorprendente que descubrió en esta lección?

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2) ¿Qué piensa sobre la siguiente cita del libro de Randy Alcorn acerca del Cielo? “La muerte es una condición anormal, debido a que desgarra lo que Dios creó y unió [cuerpo y alma]. Dios quería que nuestros cuerpos duraran tanto como nuestras almas… Somos seres unificados. Es por eso que la resurrección de los muertos es tan vital. Y es por eso que Job se regocijó de que en su carne vería a Dios (Job 19:26)”.

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3) ¿Tiene miedo a la muerte? ¿Quiere estar seguro del triunfo sobre la muerte? Entonces ponga su fe en Jesús como su Señor y Salvador. Puede hacerlo orando sinceramente: “Padre Celestial, te confieso que soy un pecador. Lo siento por mis pecados, y deseo que sean perdonados al poner mi fe en tu Hijo, Jesús, como mi Señor y Salvador. Creo en fe que has oído esta oración, y la has respondido, y me regocijo de que ha nacido de nuevo en Tu familia eterna. En el nombre de Jesús, amén”. Después de haber dicho esta oración, busque una iglesia que crea en la Biblia, donde pueda atestiguar de su fe en una confesión pública de Jesús y en el bautismo. Luego, participe en un estudio bíblico donde pueda crecer en la Palabra de Dios. 


Lea la parte 1 »»aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 23 (parte 1)

La Muerte

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Hecho: Muy pocos creyentes son conscientes de lo que la Biblia enseña acerca de la vida después de la muerte. 

Escritura Clave:Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).

¿Está listo para el regreso del Señor? ¿Qué pasa si muere antes de que Él regrese? ¿Está listo para enfrentar a la muerte? ¿Puede decir con confianza que después de su último aliento, estará en la presencia del Señor?

¿Y sabe lo que le pasa a las personas cuando mueren? ¿Van los creyentes a un lugar llamado Purgatorio donde son atormentados para purificarlos para el Cielo? ¿Van los incrédulos directamente al infierno? ¿Los creyentes se convierten en ángeles y los incrédulos en demonios?

La Biblia dice que la mayoría de las personas viven en permanente servidumbre al temor de la muerte (Hebreos 2:15). La mayoría de las veces, el miedo se suprime, pero siempre está allí, justo debajo de la superficie. Normalmente surge cuando un amigo o un miembro de la familia mueren, cuando una persona experimenta un evento cercano a la muerte, como un grave accidente de auto o cuando una persona comienza a alcanzar la edad media. Y, por supuesto, ¡estar agachado en una trinchera con bombas explotando a su alrededor siempre da lugar a pensar en la muerte!

Eventos de la Muerte

Entonces, ¿qué pasa cuando muere? Si eres un hijo de Dios, tu espíritu es inmediatamente introducido al seno de Jesús por Sus santos ángeles. Tu espíritu permanece en el Cielo, en la presencia de Dios, hasta el momento del Rapto.

Cuando Jesús venga por Su Iglesia, trae tu espíritu con Él, resucita y glorifica tu cuerpo, y lo hace de naturaleza eterna (1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4). Usted reina con Jesús por mil años  y luego vive eternamente con Él en la tierra nueva (Apocalipsis 20-22).

Si no eres un hijo de Dios, entonces tu espíritu va al Hades en tu muerte. Éste es un lugar de tormentos, donde tu espíritu es mantenido hasta la resurrección de los injustos, que tiene lugar al final del reinado milenial de Jesús.

En esa resurrección, eres llevado al Gran Trono Blanco de Dios, donde eres juzgado por tus obras y luego condenado a la “muerte segunda”, que es el “lago de fuego” (Apocalipsis 20:11-15).

El Estado Intermedio

Algunas de las mayores confusiones acerca de la vida después de la muerte se relacionan con el estado intermedio entre la muerte y la eternidad. Algunas personas abogan por un concepto llamado “el sueño del alma”. Argumentan que tanto los salvos como los perdidos están inconscientes después de la muerte, hasta el regreso de Jesús.

Pero la Biblia deja muy en claro que nuestro espíritu no pierde su conciencia en la muerte. Lo único que “se queda dormido” es nuestro cuerpo — en un sentido simbólico.

Pablo dice en 2 Corintios 5:8 que preferiría estar “ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”. En Filipenses 1:21, él observa, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Luego añade en el versículo 23 que su deseo es “partir y estar con Cristo”. ¡Pablo ciertamente no esperaba estar en coma después de su muerte!

Si entonces nuestros espíritus retienen su conciencia después de la muerte, ¿a dónde van? La Biblia enseña que antes de la resurrección de Jesús, los espíritus de los muertos iban a un lugar llamado Hades (Seol en el Antiguo Testamento). Los espíritus existían allí conscientemente en uno de dos compartimentos, el Paraíso o el Tormento. Esto concepto está representado gráficamente en la historia de Jesús sobre el rico y Lázaro (Lucas 16:19-31).

La razón por la que los salvos iban al Paraíso en el Hades en lugar del Cielo es porque sus pecados estaban cubiertos por su fe, pero no perdonados. Por lo tanto, no podían ser conducidos a la presencia del Padre Santo. La Biblia enseña que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22; Levítico 17:11).

El perdón de sus pecados tuvo que esperar el sacrificio de una persona perfecta quien moriría por sus pecados y no por los Suyos. Esa persona fue Jesús (2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:24).

La Biblia indica que después de la muerte de Jesús en la Cruz, Él descendió al Hades para declarar las buenas noticias de que había derramado Su sangre por los pecados de la humanidad (1 Pedro 3:18-19; 4:6). La Biblia también indica que después de Su resurrección, cuando ascendió al Cielo, Jesús se llevó el Paraíso con Él, y transfirió los espíritus de los santos muertos del Hades al Cielo (Efesios 4:8-9; 2 Corintios 12:1-4). Los espíritus de los santos muertos son representados después estando en el Cielo ante el trono de Dios (vea Apocalipsis 6:9; 7:9).


Lea la conclusión »»aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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