Respuesta: Al tratar con el problema del mal en el mundo, nos encontramos con muchos problemas como éste. ¿Podría Dios haber evitado el Holocausto? Sí, Él podría haberlo hecho. También podría haber impedido las masacres de Stalin en la Unión Soviética, la tortura de disidentes de la Inquisición española, y el reinado de terror de Nerón. En cada caso, Dios permitió que hombres malvados ejercieran una cierta cantidad de poder durante un corto período de tiempo.
En última instancia, no sabemos las razones de lo que Dios permite. Sus caminos y pensamientos son infinitamente más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9). Su plan soberano abarca todo el ámbito de la historia, pasado, presente y futuro, y abarcando todos los posibles cursos de acción, todas las causas y efectos, todas las potencialidades, y todas las contingencias. No hay forma de que podamos entender las complejidades de Su diseño. Por la fe, confiamos en que Su plan es el mejor plan posible para restaurar a una humanidad caída y un mundo maldito a la justicia y la bendición.
Pero podemos entender esto: el permiso de Dios no es lo mismo que Su aprobación. Dios permitió que Adán comiera del árbol prohibido, pero no aprobó la acción. De la misma manera, que Dios permitiera el Holocausto de ninguna manera sugiera Su aprobación del mismo. Dios es afligido por la pecaminosidad del hombre y la dureza de su corazón.
También sabemos que Dios ha hecho todo lo posible para redimirnos del pecado que nos destruiría. Él dio a Su único Hijo, quien sacrificó Su vida por nuestro pecado y tomó nuestro castigo. Todos los que se vuelven a Jesús en fe son salvados. El pecado en este mundo, y los horrores tales como el Holocausto, son el resultado directo de la continua rebelión de la humanidad contra Dios.
Si bien nada puede justificar el Holocausto, sí vemos al menos una cosa buena que provino de la Segunda Guerra Mundial: Israel ahora existe como una nación. El Holocausto fue la razón principal por la que el Libro Blanco de 1939 fue rescindido, lo que liberó a los judíos para inmigrar a Israel. El hecho de que, a partir de 1948, los judíos tengan una identidad nacional restaurada, ayuda a cumplir profecías bíblicas como las de Ezequiel 37 y Mateo 24. Derrotar al nazismo y dar la tierra de Israel de regreso a los judíos es un ejemplo clásico de Dios frustrando el plan de Satanás y ocasionando el bien a pesar a del mal.
En todas Sus obras, Dios es justo (Salmo 145:17). La culpa del Holocausto recae directamente sobre los hombros de la humanidad pecaminosa. El Holocausto fue el producto de decisiones pecaminosas hechas por hombres pecaminosos contra un Dios santo. Si el Holocausto demuestra algo, es la depravación total del hombre. Tan sólo catorce años después de “la guerra para terminar con todas las guerras” (la Primera Guerra Mundial), Hitler ascendió al poder. Lo que es aun más chocante es que millones lo siguieron, permitiendo sus horribles políticas y siguiendo un camino hacia la destrucción nacional.
Y mientras el nazismo se apoderaba de Alemania, ¿dónde estaban las iglesias europeas? Algunas, es cierto, se mantuvieron firmes contra el mal en medio de ellas, y algunos eclesiásticos, como Dietrich Bonhoeffer, pagaron el precio máximo por disentir. Pero eran la minoría. La mayoría de las iglesias de la época aceptaron las reglas del Partido Nazi y permanecieron en silencio mientras los judíos eran masacrados. ¿Dónde estaban los líderes mundiales? Aparte de Winston Churchill de Inglaterra, los políticos del mundo tomaron la ruta del aislamiento o el apaciguamiento. Ninguno funcionó. ¿Dónde estaba la gente buena y decente? Edmund Burke a menudo es citado diciendo, “Todo lo que se necesita para que el mal triunfe en el mundo es que suficientes hombres buenos no hagan nada”. Aunque hubo algunos cuantos alemanes y algunos europeos como Oscar Schindler y Terrie ten Boom y su familia, quienes arriesgaron sus vidas para salvar a miles de judíos de la aniquilación, la mayoría permaneció en silencio y el Holocausto se produjo. La pregunta no es tanto, “¿Por qué permitió Dios el Holocausto?”, sino, “¿Por qué lo permitimos nosotros?”.
Dios le da a la humanidad la libertad de elección. Podemos elegir seguirlo y defender la rectitud, o podemos rebelarnos contra Él y perseguir el mal. El problema reside en el corazón del hombre. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Hasta que el corazón del hombre se vuelva a Dios, el mundo seguirá siendo testigo de “limpiezas étnicas”, genocidios, y atrocidades como el Holocausto.
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article
Why did God allow the Holocaust?