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martes, 19 de abril de 2011

Estudio Bíblico Mesiánico: Los Resultados de la Muerte del Mesías




Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Romanos 10:4

Una de las obras más grandes de la gracia de Dios fue la muerte del Mesías, la que produjo diez resultados específicos.

I. El fin de la Ley de Moisés

El primer resultado fue que señaló el fin de la Ley Mosaica. Este hecho es destacado en pasajes tales como Hechos 15:10-11: Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.

El contexto de este pasaje aborda la forma en la que un gentil es salvado. ¿Son salvados estrictamente por gracia a través de la fe o también deben guardar la Ley Mosaica? La conclusión del Concilio de Jerusalén fue que ellos no necesitan guardar la Ley, ya que ellos son salvados puramente por gracia a través de la fe, sin añadir nada. Si los gentiles no necesitan guardar la Ley, eso significa que la muerte del Mesías trajo la Ley a su fin, ya que si la Ley aún estuviera en efecto, entonces los gentiles estarían obligados a guardarla.

El mismo punto es hecho varias veces en el libro de Romanos. El primer ejemplo es Romanos 3:21-22: Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia…

Y, en segundo lugar, Pablo declara en el verso 31: ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

Después, Pablo escribió estas palabras en Romanos 4:13-16: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros…

Otro pasaje en el libro de Romanos hace el mismo punto, y esa referencia es Romanos 10:4: Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

El punto de estos pasajes es que la muerte del Mesías produjo el fin de la Ley Mosaica. Ninguna promesa está siendo cumplida hoy por medio de la Ley, sino que en cambio, las promesas son recibidas por gracia a través de la fe. El Mesías puso fin a la Ley por medio de su cumplimiento.

II. El Juicio de la Naturaleza de Pecado

La muerte de Yeshúa (Jesús) dejó inoperante al poder reinante de la naturaleza pecaminosa. La muerte de Jesús dejó inoperantes a la autoridad y el poder de la naturaleza pecaminosa para reinar sobre el creyente, de manera que está muerto al pecado, lo que significa que es libre de la dominación de la naturaleza pecaminosa. La naturaleza de pecado no está muerta, pero el creyente está muerto a ella, en el sentido de que no está obligado a obedecer sus exigencias, tal como lo estaba antes de ser salvo.

Este hecho es desarrollado extensamente por Pablo en Romanos 6:1-8:13. Este largo pasaje puede resumirse en cuatro puntos. Primero, el Mesías murió al pecado. Segundo, la muerte sustitutoria del Mesías incluyó morir por la naturaleza pecaminosa así como por los pecados personales; ése es el énfasis del capítulo 6. Tercero, todo el sistema de méritos, con su llamado a las obras y esfuerzos humanos representados en la relación de la Ley, ha pasado para el creyente y los que emplean este sistema de obrar con sus propias fuerzas serán derrotados debido a su incapacidad para controlar la naturaleza pecaminosa; ése es el punto del capítulo 7. Pablo demostró que esto es cierto por sus propias experiencias cuando, como un bebé creyente joven e inmaduro, intentó usar la Ley como base para controlar la naturaleza pecaminosa y vivir la vida espiritual. Aquí es cuando aprendió que la vida espiritual debe vivirse por fe, así como la salvación es alcanzada. Cuarto, hay victoria triunfante en la que la completa voluntad de Dios es cumplida en el creyente, pero nunca por el creyente, ya que él simplemente no tiene ese tipo de poder; ése es el punto del capítulo 8.

III. La Base para el Perdón y la Limpieza

No sólo es la muerte del Mesías la base para el perdón del pecado en el sentido de la salvación, sino que también es la base para el perdón de los pecados cometidos después de creer en el sentido del perdón familiar (I Juan 1:1-2:2). Así que la razón por la que los pecados del creyente están siendo limpiados continuamente es debido a que la muerte del Mesías es la base para el perdón y la limpieza del creyente.

IV. La base para Posponer el Justo Juicio Divino

La muerte del Mesías es la razón por la que el justo juicio divino ha sido pospuesto. Esto es destacado en Romanos 2:4-5: ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios…

Tal es el pecado del hombre que Dios tiene todo el derecho de juzgar al hombre inmediatamente. Pero el juicio está siendo retrasado, está siendo pospuesto por causa de la muerte de la muerte del Mesías para que el hombre tenga una oportunidad extendida para aceptar la gracia gratuita de Dios.

Pablo hizo el mismo punto en Romanos 9:22: ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción…

De nuevo, Dios tiene todo el derecho para herir de muerte al hombre en el momento que cometa su primer pecado. Pero el juicio es pospuesto sobre la base de la muerte del Mesías.

Lo que Pablo enseñó también fue enseñado por Pedro. Por ejemplo, I Pedro 3:20 declara: …los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua…

Aquí, Pedro recuerda otra ocasión en la que Dios pospuso Su juicio, ya que en los días de Noé, Él retrasó el Diluvio por ciento veinte años. La aplicación es que Él aún está posponiendo Su juicio sobre la base de la muerte del Mesías.

Pedro enseñó otra vez esta verdad en II Pedro 3:9: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Y luego, en el verso 15, escribió: Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito…

Aquí, Pedro se remonta a las palabras de Pablo para enfatizar el mismo punto: que el juicio es pospuesto debido a la muerte del Mesías.

V. La Remoción de los Pecados Anteriores a la Cruz

Yeshúa no murió sólo por los pecados que fueron cometidos después de Su muerte, sino también por los pecados cometidos antes de Su muerte. Él no murió sólo por los pecados de los santos del Nuevo Testamento, sino también por los pecados de los santos del Antiguo Testamento. Dios pudo haber juzgado a los santos del Antiguo Testamento inmediatamente, pero Él pospuso su juicio hasta la Cruz. Entonces ese juicio cayó sobre el Mesías como su sustituto así como el sustituto de los creyentes del Nuevo Testamento. De esa forma, sus pecados fueron removidos.

Esto es enseñado por Hechos 17:30: Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan…

Él hizo el mismo punto en Romanos 3:25: …a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados…

De nuevo, él señaló que los pecados cometidos antes de la muerte del Mesías pudieron haber sido juzgados inmediatamente, pero fueron pospuestos, pasados por alto temporalmente o “ignorados”, hasta la muerte del Mesías como su sustituto.

En Hebreos 10:4, el escritor dijo: …porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

El sacrificio de animales no podía remover y no removió los pecados de los santos del Antiguo Testamento; simplemente los cubrió temporalmente. Una vez que el Mesías murió, sólo entonces sus pecados fueron removidos también.

VI. El Despojo de los Principados y Potestades

La muerte de Jesús no sólo produjo resultados en la esfera humana, también produjo resultados en la esfera angelical, especialmente en la esfera de los ángeles caídos o esfera demoníaca. La muerte del Mesías significó el despojo de los principados y potestades. Esto es destacado en varias formas. Por ejemplo, Yeshúa dijo en Juan 12:31: Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.

Según este verso, la muerte de Yeshúa logró dos cosas: primera, el juicio de este mundo; y segunda, también la expulsión del príncipe de este mundo.

Luego, Yeshúa habló estas palabras en Juan 16:11: …y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

La muerte del Mesías representó el juicio de Satanás individualmente; ella dio lugar al juicio de Satanás personalmente. No sólo Satanás fue juzgado, sino también todas sus cohortes demoniacas según Colosenses 2:14-15: ...anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

VII. La Purificación de las Cosas en el Cielo

No sólo las cosas en la tierra fueron purificadas por la muerte del Mesías, tales como los santos, sino que las cosas en el Cielo también fueron purificadas. Por ejemplo, esto es resaltado en Romanos 8:21-23: ...porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Toda la creación, que incluye a la tierra así como a toda la esfera celestial, los cuerpos celestiales o el primer y segundo cielos, fue purificada por la muerte del Mesías.

El mismo punto es hecho en Hebreos 9:11-12: Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

Y luego, el escritor añade estas palabras en Hebreos 9:21-24: Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios…

En estos pasajes, se hace el punto de que Yeshúa purificó las cosas en los cielos mismos. Pero la pregunta es: ¿Por qué necesitaban las cosas en los cielos ser purificadas? Debe recordarse que la caída de Satanás ocurrió en el Cielo. Como resultado de su caída, el pecado fue introducido al Cielo mismo, y el santuario celestial, del que Satanás fue una vez sacerdote, fue profanado. Mientras que la sangre de animales era suficiente para limpiar el santuario terrenal, no era suficiente para limpiar el santuario celestial. Eso requería una mejor sangre: la sangre del Mesías. Así que la sangre del Mesías fue usada para limpiar el santuario celestial.

VIII. La Base para la Paz

La muerte de Yeshúa es la base para la paz en tres planos. En primer lugar, es la base para la paz entre Dios y el hombre según Romanos 5:1: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo…

En segundo lugar, la muerte de Jesús es también la base para la paz entre los judíos y los gentiles. Éste es el punto de Efesios 2:11-16 así como Colosenses 3:11, que dice: ...donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

En tercer lugar, la muerte de Yeshúa es la base para la paz en el universo según Colosenses 1:20: …y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

IX. La Base para la Salvación Nacional de Israel

La razón por la que un día habrá una salvación nacional de Israel es debido a la muerte del Mesías. Algún día, todo Israel creerá en Él. En el Antiguo Testamento, esto es enseñado en Deuteronomio 30:3 y Jeremías 31:31-34. En el Nuevo Testamento, este punto es hecho Romanos 11:25-29. Este resultado de la muerte del Mesías – la salvación nacional futura de Israel – es también la precondición para la Segunda Venida.

X. La Base para el Establecimiento del Reino Mesiánico

Apocalipsis 5:8-14 hace el punto de que el Reino Milenial no podía ser establecido aparte de la muerte del Mesías. Su muerte es la base para el establecimiento del Reino Milenial o Mesiánico.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La Resurrección en la Profecía

Un evento claramente previsto por Jesús y los profetas hebreos


¡El ha resucitado! ¡Aleluya!


La resurrección del Mesías estaba bien establecida en las escrituras proféticas hebreas mucho antes de la muerte y resurrección de Jesús.

Las Profecías de David e Isaías

La más sencilla y mejor conocida de las profecías de la resurrección es la escrita por David en el Salmo 16:10, escrita mil años antes del nacimiento de Jesús: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que Tu Santo vea corrupción”.

El Día de Pentecostés, cuando Pedro predicó el primer sermón del Evangelio, él afirmó con denuedo que Dios había levantado a Jesús de los muertos (Hch. 2:24). Luego él explicó que Dios había realizado este hecho milagroso en cumplimiento de la profecía de David en Salmo 16. De hecho, el citó en detalle las palabras de David contenidas en Salmo 16:8-11. Años después, Pablo hizo la misma cosa cuando habló a los judíos de Antioquía en Pisidia. Al igual que Pedro, declaró que Dios había levantado a Jesús de los muertos en cumplimiento del Salmo 16:10 (Hch. 13:33-35).

La resurrección del Mesías está inferida fuertemente en otro de los salmos de David, a saber el Salmo 22. Los primeros dieciocho versículos de este increíble salmo describen el sufrimiento del Mesías en vívido detalle, mencionando incluso la naturaleza de Su muerte: “Horadaron mis manos y mis pies” (Salmo 22:16). Luego, en los versículos 19-21, el Salvador sufriente ora por liberación “de la boca del león” (una metáfora para Satanás). Esta oración desesperada es seguida inmediatamente en los versículos 22-24 por un himno de alabanza en el que el Mesías agradece a Dios por escuchar Su oración y por salvarle. La resurrección del Mesías está claramente inferida entre el final de la oración en el verso 21 y el comienzo del canto de alabanza en el verso 22.

Se habla de la resurrección más deliberadamente en el famoso pasaje de Isaías del “Salvador Sufriente” en Isaías 53. Después de profetizar que el Salvador sufriría por nuestros pecados y que luego sería “cortado de la tierra de los vivientes”, Isaías declara que El “verá Su descendencia” y que Dios el Padre “prolongará Sus días” (Is. 53:5, 8 y 10). Isaías procede a reafirmar la promesa de la resurrección en palabras diferentes: “Después de Su sufrimiento verá la luz y quedará satisfecho” (Is. 53:11).

Las Profecías de Jesús

Pero las profecías de la resurrección no están confinadas al Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento contiene muchas de ellas en las enseñanzas de Jesús. Quizá la más temprana está registrada en Juan 2 que narra la historia de la primera visita de Jesús a Jerusalén después de la inauguración de Su ministerio. Los judíos le pidieron una señal para demostrar que El era el Mesías. Jesús respondió con una declaración sorprendente: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn. 2:19). Los judíos pensaron que El estaba hablando acerca del Templo de Herodes, pero Juan dice, “Mas El hablaba del templo de Su cuerpo” (Jn. 2:21). Y Juan añade una observación interesante: “Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, Sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Jn. 2:22).

Luego, en Su discurso del Buen Pastor, registrado en Juan 10, Jesús declaró que llegaría el día cuando El pondría Su vida por Su propia iniciativa. Pero, El afirmó inmediatamente que así como El pondría Su vida por Su propia autoridad, El tenía la autoridad para “volverla a tomar” (Jn. 10:17-18).

En la tumba de Lázaro, justo antes que Jesús demostrara Su poder sobre la muerte al resucitar a Lázaro de los muertos, Jesús dijo a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Jn. 11:25).

Muchas veces a lo largo de Su ministerio, Jesús habló en privado a Sus discípulos acerca de Su muerte y resurrección. Por ejemplo, justo después de la famosa confesión de Pedro de Jesús como el Hijo de Dios, se nos dice que “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a Sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mt. 16:21 y Mr. 8:31).

En el evangelio de Mateo se revela que inmediatamente después de Su Transfiguración, Jesús les dijo a Sus discípulos que no deberían compartir la experiencia con nadie hasta después de que El fuera resucitado de los muertos (Mt. 17:9). Marcos relata la misma historia en su evangelio, pero añade que los discípulos “guardaron la palabra entre sí (que El sería levantado de los muertos), discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos” (Mr. 9:9-10). Parece que los discípulos nunca comprendieron totalmente el significado de las profecías de Jesús acerca de Su resurrección hasta después que la resurrección había realmente ocurrido.

A pesar de que los discípulos siempre parecían estar desconcertados por las declaraciones acerca de Su resurrección, Jesús continuó haciéndoles las afirmaciones de que El sería asesinado y luego resucitaría al tercer día (Mt. 17:22-23; 20:18-19; 26:31-32; Mr. 10:32-34 y Lc. 18:31-33).

Profecías Simbólicas

Al hablar de Su resurrección, Jesús a menudo recurrió al uso de una poderosa profecía simbólica. El la llamó la “señal de Jonás”. Cuando los judíos le pedían una señal (es decir, un milagro) para demostrar que El era el Mesías, el respondería diciendo, “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás” (Mt. 16:4). En al menos una ocasión, El definió exactamente lo que quería decir con esta expresión muy enigmática: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:40).

Jonás siendo lanzado a la superficie por el gran pez.

La resurrección también está representada simbólicamente en la vida de José. Sus hermanos le traicionaron así como Jesús fue traicionado por Sus hermanos judíos. Después, los hermanos de José le lanzaron en un pozo y le dijeron a su padre que estaba muerto. Jesús en realidad murió a manos de sus hermanos. Pero José fue rescatado del pozo en una resurrección simbólica que apuntó a la verdadera resurrección del Mesías. Luego, José se presentó a sus hermanos, y le recibieron como su salvador, al igual que Jesús reaparecerá un día cuando los judíos estén dispuestos a ver a Aquél a quien traspasaron y griten, “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Zac. 12:10 y Mt. 23:39).

El ángel detiene a Abraham justo en el momento en que va a matar a su hijo Isaac.

Uno de los retratos más bello y conmovedor de la resurrección en la profecía simbólica se puede encontrar en la vida de Abraham cuando le fue dicho por Dios que sacrificara a su precioso hijo, Isaac. Cuando Abraham estaba listo para hundir el cuchillo en su hijo, un ángel lo detuvo y la vida de su hijo le fue devuelta como un símbolo de la resurrección del Mesías. El escritor de Hebreos reconoció el simbolismo de esta historia cuando escribió: “Consideraba (Abraham) que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos” (Heb. 11:19).

El Hecho de la Resurrección

Estas profecías fueron cumplidas cuando Jesús de Nazaret fue levantado de los muertos. Su triunfo sobre la tumba certifica que El era quien dijo ser – es decir, el Hijo de Dios (Hchs. 13:33).

Panorámica del Jardín de la Tumba

"No está aqui, porque ha resucitado". ¡Gloria a Dios!

Jesús ha vencido a la muerte, el gran enemigo que es temido por toda la humanidad (Heb. 2:15). Por lo tanto, se le ha dado autoridad sobre la muerte (el cuerpo) y el Hades (el espíritu). Jesús mismo proclamó esta gran verdad a Juan en la isla de Patmos: “No temas; Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:17-18).

Nuestro corazón anhela el regreso de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo. ¡Maranatha!

Un día cercano Jesús aparecerá en los cielos. El traerá con El los espíritus de aquéllos que han muerto con su fe puesta en El. El resucitará sus cuerpos en un gran milagro de restauración y luego El reunirá sus espíritus con sus cuerpos, dándoles cuerpos glorificados que serán perfectos e inmortales (1 Tes. 4:13-18 y 1 Cor. 15:42-44, 51-54).



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Traducción y diagramación: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (
www.endefensadelafe.org)

Artículo original:
The Resurrection in Prophecy

Cortesía de:

Lamb & Lion Ministries (www.lamblion.com)

lunes, 13 de abril de 2009

La Resurrección de Jesús en la Profecía

¿Cumplió la profecía de Jonás?



La profecía más significativa en la Biblia referente a la resurrección de Jesús es conocida como “la profecía de Jonás”. Es una profecía simbólica representada por los tres días y tres noches que Jonás pasó en el vientre de un gran pez (Jonás 1:17).

Jesús explicó el simbolismo profético de este acontecimiento único en una ocasión cuando reprendió a los fariseos por buscar una “señal” de El. Por “señal”, ellos se referían a un milagro que validara la afirmación de Jesús de ser el Mesías.

El Significado de la Profecía

Jesús tomó su palabra y jugó con ella al decirles que la única “señal” que les sería dada sería “la señal de Jonás”. Jesús luego procedió a explicar acerca de lo que estaba hablando: “…Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:38-40).

Jesús profetiza clara y distintivamente aquí, usando el ejemplo de Jonás, que El pasaría tres días y tres noches en la tumba antes de que ocurriera Su resurrección.

Esta profecía, al igual que todas las profecías Mesiánicas, tenía que cumplirse en la vida de Jesús si verdaderamente El era el Mesías de Dios. Jesús mismo enfatizó este punto después de Su resurrección cuando le dijo a Sus discípulos: “…Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lc. 24:44).

La Profecía vs. la Tradición

Pero, ¿realmente se cumplió la profecía de Jonás en la práctica del entierro de Jesús? De acuerdo con la cronología de eventos tradicionalmente aceptada, ¡no lo fue!

La cronología tradicional coloca la crucifixión en la mañana del viernes y el entierro al final de la tarde del viernes. Fija la resurrección en la mañana del domingo. Así que, de acuerdo con el enfoque tradicional, el cuerpo de Jesús estuvo en la tumba sólo un día completo (sábado) y dos noches completas (viernes y sábado). Jesús dijo que Su cuerpo estaría en la tumba tres días y tres noches.

Ha habido varios intentos para reconciliar el problema que surge aquí por la divergencia entre la profecía y el enfoque tradicional de su cumplimiento, pero todos los intentos que yo he leído siempre se quedan cortos en producir un verdadero cumplimiento de la profecía. Jesús dijo que toda la profecía Mesiánica tenía que cumplirse en El y creo que El quiso dar a entender cada detalle de cada profecía Mesiánica. De lo contrario, podría argumentarse que El no era el Mesías.

La Fuente del Problema

Consideremos los eventos en la última semana de la vida de Jesús, para ver si podemos encontrar algunas pistas que resolverán el problema. Quizás el mejor lugar para empezar sea con el problema mismo. Está arraigado en Marcos 15:42 donde dice que la crucifixión tuvo lugar en “el día de la preparación antes del Sabbath” (Nota del traductor: usaré esta palabra para “día de reposo”).


Este versículo ha conducido a la mayoría de las personas a asumir que la crucifixión tuvo lugar en un viernes dado que el Sabbath judío es sábado. Y esa suposición ha, por consiguiente, conducido a la conclusión que la crucifixión haya ocurrido ya sea en el año 30 o en el 33 AD debido a que ésos son los únicos dos años en el periodo general de tiempo de la muerte de Jesús cuando el día de la preparación (14 Nisán en el calendario judío) cayó en un viernes.

Peculiaridades del Calendario Judío

Un estudio cuidadoso de las prácticas del calendario judío mostrará que la presunción que el día de la preparación en el año de la muerte de Jesús haya caído en un viernes ¡es inválida! Tal presunción está basada en la ignorancia gentil acerca de los días de fiesta judíos.

Lo que la iglesia gentil ha fracasado en reconocer durante los siglos es que el primer día después de la Pascua (15 de Nisán) es un día de fiesta, o “día solemne”, porque es el comienzo de la Fiesta de los Panes sin Levadura. Es, por lo tanto, considerado ser un Sabbath, sin importar cuál día de la semana en el que caiga. Lea Números 28:16-18. El versículo 18 indica claramente que el primer día después de la Pascua, 15 de Nisán, tiene que ser observado como un Sabbath – y así ha sido a través de la historia judía hasta este día.

Ahora bien, el Evangelio de Juan aclara que el Sabbath después de la crucifixión no fue un Sabbath regular. Al contrario, fue un Sabbath de día de fiesta, marcando el comienzo de la Fiesta de los Panes sin Levadura. Considere las palabras de Juan 19:31“Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí”.

Solucionando el Problema

Una vez más, el punto de todo esto es que Jesús no tuvo que ser muerto en un viernes para que Su crucifixión precediera al Sabbath debido a que pudo haber dos Sabbaths durante la semana de Su crucifixión, dependiendo en cuál día de la semana haya caído el día de fiesta solemne. Si cayó en sábado, entonces sólo hubo un Sabbath. Pero si cayó en otro día de la semana, como ocurre usualmente, habría dos Sabbaths.

Tome como ejemplo el año 31 AD. En ese año, el 14 de Nisán, el día de Pascua en el cual Jesús habría sido crucificado, cayó en miércoles, 25 de abril. El día siguiente, jueves, habría sido el día de fiesta solemne y, por lo tanto, habría sido un Sabbath.

Hacia el Santo Sepulcro

El Santo Sepulcro

Así que, si Jesús fue crucificado en el año 31, El habría sido crucificado el miércoles y enterrado esa tarde antes que el gran día de fiesta del Sabbath empezara. Su cuerpo habría permanecido en la tumba por tres días (jueves, viernes y sábado) y tres noches (miércoles, jueves y viernes) tal como El predijo. Eso significa que Su resurrección habría ocurrido en la tarde del sábado, 28 de abril. Para el judío, eso colocaría la resurrección del Señor en domingo, el primer día de la semana, porque el día judío comienza en el ocaso.

La Pista Crucial

Hay una pista en las Escrituras que la semana de la crucifixión tuvo dos Sabbaths. En Marcos 15:47, se nos dice que María Magdalena y María, la madre de Jacobo permanecieron en la tumba después que Jesús hubo sido sepultado.

En Marcos 16:1 dice que las dos ellas compraron especias para ungir el cuerpo de Jesús después que hubo terminado el Sabbath. Pero en Lucas 23:56 dice que ellas trajeron las especias antes del Sabbath y luego descansaron en el Sabbath antes de dirigirse hacia la tumba en la mañana del domingo.

Parece haber sólo una explicación de la contradicción aparente en estos versículos. Después de descansar en el día solemne de Sabbath el jueves, las señoras trajeron las especias el viernes y luego descansaron otra vez el Sabbath regular semanal el sábado, antes de proceder a la tumba el domingo en la mañana. Esto explica cómo pudieron haber comprado las especias tanto antes como después del Sabbath. Ellas las compraron después del Sabbath el jueves pero antes del Sabbath regular el sábado.

Una Corroboración Sorprendente

Un hecho fascinante que también indica que la resurrección ocurrió el año 31 AD se encuentra en los escritos de Josefo, el historiador judío del primer siglo. El dice que el último Jubileo que se celebró en la tierra (antes de la conquista romana en el 70AD) empezó en el otoño del 27 AD.

Esa fecha marca muy probablemente el comienzo del ministerio de Jesús, ya que Su ministerio fue un cumplimiento simbólico de las promesas del Jubileo. Esto está indicado por la escritura que Jesús leyó en la sinagoga en Nazaret cuando lanzó su ministerio público (Lc. 4:16-24; Is. 61:1-2): “El Espíritu del Señor está sobre Mí, Porque me Ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor”.

Es comúnmente aceptado que el ministerio de Jesús duró 3 ½ años. Una fecha de lanzamiento en el otoño del 27 AD, para coincidir con el comienzo del Jubileo, ubicaría Su muerte en la primavera del 31 AD – el año en el cual la semana de Pascua tuvo dos Sabbaths.

Un Problema Final

Otro punto de controversia acerca de la semana de resurrección está relacionado con la naturaleza de la última cena del Señor con Sus discípulos. La iglesia ha enseñado tradicionalmente que ésta era la cena de Pascua. Pero las Escrituras indican que el alimento fue comido la noche antes de la Pascua.


Jesús fue crucificado el día de la preparación para la Pascua. De hecho, El murió a las 3 en punto de la tarde en el momento preciso en el que los corderos de Pascua estaban siendo sacrificados para la comida de Pascua esa tarde (Mt. 27:45-46). Jesús y Sus discípulos habían comido su última comida juntos la noche antes de la Pascua. Sin embargo, Jesús se refirió a Su última comida con Sus discípulos como “celebrar la Pascua” (Mt. 26:18). Así pues, debió haber sido una comida de Pascua que fue celebrada una noche antes.

El profesor Harold Hoehner del Seminario Teológico de Dallas ha propuesto una solución para este problema. El dice que hay evidencia que los judíos galileos reconocían el tiempo de forma diferente a los judíos de Judea. Mientras que los judíos de Judea contaban un día de atardecer a atardecer, los judíos de Galilea, de acuerdo con Hoehner, contaban un día de amanecer a amanecer. Si esto es cierto, entonces Jesús y Sus discípulos, siendo galileos, habrían celebrado la Pascua una noche antes que sus hermanos judíos del área de Jerusalén. (Vea “Chronological Aspects of the Life of Christ” – “Aspectos Cronológicos de la Vida de Cristo”; por Harold W. Hoehner).

Un sumario del orden de eventos concernientes a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús en el 31 AD


Jesús y Sus discípulos comieron la comida de Pascua en una noche de martes (24 de abril) en el Aposento Alto en el Monte de Sión.

Después de la comida de Pascua, Jesús y Sus discípulos salieron del Aposento Alto y caminaron al Jardín de Getsemaní en el Valle del Cedrón, entre la Ciudad Antigua y el Monte de los Olivos.

Jesús fue traicionado y arrestado temprano en la tarde del martes. Sus varios juicios duraron a través de la noche del martes hasta temprano en la mañana del miércoles.

Jesús fue crucificado cerca de las 9:00 a.m., en la mañana del miércoles (25 de abril). Al mediodía, tinieblas llenaron la tierra. Cerca de las 3:00 p.m., Jesús murió.

Jesús fue sepultado el miércoles cerca del ocaso.

Las dos Marías esperaron hasta después del gran Sabbath el jueves (26 de abril) para comprar las especias para la unción del cuerpo de Jesús. Ellas compraron las especias el viernes (27 de abril) y luego descansaron otra vez durante el Sabbath regular el sábado (28 de abril) antes de regresar a la tumba el domingo por la mañana (29 de abril).

La resurrección de Jesús ocurrió la tarde del sábado (domingo según el reconocimiento del tiempo de los de Judea). La resurrección fue descubierta el domingo por la mañana cuando las mujeres regresaron a la tumba.

¿Qué diferencia hace?

A no ser que usted se sienta tentado a descartar todo esto como mucho ruido y pocas nueces, déjeme explicar porqué pienso que es importante. La profecía y su cumplimiento validan a Jesús como el que El dijo que era – es decir, Dios en la carne. La profecía y su cumplimiento también validan a la Biblia como la inspirada Palabra de Dios. La profecía debe cumplirse precisamente, no aproximadamente.


El cumplimiento preciso de la profecía concerniente a la Primera Venida de Jesús es nuestra garantía de que todas las profecías concernientes a Su Segunda Venida también se cumplirán completamente hasta el último detalle. Dios no olvidará ni pasará por alto algo. El es fiel a Su Palabra. El guarda Sus promesas.


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
The Resurrection of Jesus in Prophecy

viernes, 10 de abril de 2009

Tres días y tres noches

La mayoría de nosotros, hemos asumido que Jesús murió en viernes santo y resucitó de entre los muertos, al amanecer del Domingo de Pascua. Como Jesús dijo que resucitaría al tercer día, algunos cuentan parte del viernes como un día, sábado como el segundo y parte del domingo, como el tercero. Pero Cristo habló del periodo de tiempo entre su muerte y su resurrección, como tres días y tres noches. ¡Del viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana, no hay tres días y tres noches! ¿Cuál es entonces la explicación correcta?

Cuando los fariseos se llegaron a Jesús, y le pidieron una señal de que era el verdadero Mesías, El les dijo que no les daría más señal que la del profeta Jonás. “Porque como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches” (Mt. 12:38-40 y Jonás 1:17).

En otros vv., Jesús dijo que resucitaría al “tercer día” (Mt. 16:21, Mr. 10:34 y Lc. 24:7). No hay contradicción alguna – como algunos han supuesto – entre esta expresión y la de “tres días y tres noches”. Ambas expresiones se usan en las Escrituras. Volviendo al Génesis, por ejemplo, leemos que “…Y apartó Dios la luz de las tinieblas y llamó Dios a la luz día y a las tinieblas llamó noche; y fue la tarde (tinieblas) y la mañana (luz) un día…, y fue la tarde y la mañana el día segundo…, y fue la tarde y la mañana (tres periodos de tinieblas y tres periodos de luz) el día tercero (Gn. 1:4-13). Aquí podemos ver un ejemplo de que el “tercer día” indica tres días y tres noches.

Teniendo en mente que Jesús resucito al “tercer día”, notemos que el domingo no es el tercer día después del viernes: ¡Un día después del viernes es sábado, el segundo día es el domingo y el tercer día después del viernes, sería el lunes! Marcos 8:31 dice que Jesús habría de ser muerto y resucitar después de tres días”. Es evidente que hay algo incorrecto en la creencia de que el viernes fue el día de la crucifixión o el domingo el día de la resurrección.

Debido a que hay doce horas en el día y doce en la noche (Jn. 11:9-10), “tres días y tres noches” serían 72 horas como el tiempo requerido entre la muerte y resurrección de nuestro Señor. ¿Pero fueron realmente 72 horas?

De acuerdo con las Escrituras, Jesús debía estar en la tumba no menos de 72 horas, “tres días y tres noches” y resucitó “después de tres días” (Mt. 12:40 y Mr. 8:31). No vemos razón alguna para pensar que fueron menos de 72 horas. Ni tampoco que fueran más. Jesús dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré…”. El hablaba del templo de su cuerpo. El tiempo aquí expresado no puede ser más de 72 horas, pues un minuto más de las 72 horas, hubiese sido ya el cuarto día. ¡72 horas son el total completo de 3 días y 3 noches!

Jesús estuvo en la tumba no menos ni más de 72 horas. Dios es un Dios de exactitud. El hace todo a la hora propicia. No hay nada de accidental en todo lo que El hace.

Fue “venido el cumplimiento del tiempo”, no un año antes ni un año después, sino justamente a tiempo que “Dios envió a su Hijo” (Gál. 4:4). La hora de su Unigénito fue preordenada y de ella nos habló Daniel. De igual manera fue exacto el tiempo cuando Jesús fue “entregado” por los pecados del pueblo. Aquellos que trataron de matarlo antes, fallaron porque su “hora no había llegado”. No solamente el día y el año de su muerte fueron preparados de antemano, ¡sino que hasta la hora era parte del plan divino! “Padre – clamó Jesús –, la hora ha llegado…” (Jn. 17:1).

Ahora bien, ya que había una hora exacta para el nacimiento de Cristo, una hora exacta para su ungimiento, una hora exacta para el comienzo de su ministerio, una hora exacta para su muerte, no es impropio pensar que había también una hora exacta para su resurrección. Exactamente 72 horas.

¡Teniendo esto presente, podemos comprender a qué hora del día tuvo lugar la resurrección! Como Jesús estuvo en la tumba tres días y tres noches (72 horas), podemos pensar que la resurrección se realizó a la misma hora de su muerte, tres días después. En otras palabras, si hubiese sido enterrado al mediodía, resucitaría al mediodía del tercer día. Si fuese enterrado en la noche, habría resucitado la noche del tercer día. ¡Si solamente podemos hallar la hora en que fue enterrado, sabremos automáticamente a qué hora resucitó!

La Biblia nos dice que Jesús murió poco después de la “hora novena”. Es decir, las tres de la tarde.1 (Mt. 27:46-50; Mr. 15:34-37 y Lc. 23:44-46). De acuerdo al horario bíblico, cada día terminaba y comenzaba al amanecer (Lv. 23:32). Y como nuestro Señor fue crucificado en la “preparación”, el día antes del gran sábado, se tomaron medidas especiales para asegurar que su cuerpo fuera quitado antes del atardecer, antes de que comenzara la fiesta del sábado: “Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día del sábado, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados… Mas cuando vinieron a Jesús, como lo vieron muerto ya…” (Jn. 19:31-33). Fue entonces bajado de la cruz y sepultado en la tumba de José de Arimatea. “Porque aquel sepulcro estaba cerca” (Jn. 19:42). Estas cosas tuvieron lugar “cuando fue la tarde”. La palabra griega traducida “tarde” es opsios, que significa “al atardecer” (Mr. 15:42).

1. Las horas del día están divididas en la Biblia en cuatro partes, comenzando al amanecer y terminando al atardecer. La hora tercera sería aproximadamente las 9 de la mañana, la sexta serían las 12 del mediodía. La novena serían las 3 de la tarde y la hora doceava serían las 6 de la tarde.

De modo que como la resurrección de Cristo tuvo lugar tres días después, pero a la misma hora que fue sepultado, ¡sabemos a qué hora resucitó! Fue sepultado al atardecer, de modo que su resurrección sucedió al atardecer, tres días después. ¡Sabemos con seguridad que la resurrección no tuvo lugar al amanecer! Lo que es evidente en el hecho de que cuando vinieron a visitarlo, después del sábado (sábado regular) “muy de mañana, el primer día de la semana” (Mr. 16:2), la tumba ya estaba vacía. ¡Tampoco resucitó Jesús durante la noche, pues no fue enterrado durante la noche! Estuvo en el sepulcro tres días y tres noches pero se levantó al tercer día, ¡no por la noche!

¿En qué día aconteció la resurrección? La Biblia nos dice que María Magdalena vino a la tumba, “muy de mañana, el primer día de la semana, siendo aún oscuro (Jn. 20:1-2). Los escritores de los evangelios nos cuentan varias visitas diferentes hechas por los discípulos a la tumba, el domingo en la mañana. En cada ocasión, hallaron la tumba vacía. Un ángel dijo: “No está aquí, porque ha resucitado como dijo” (Mt. 28:6).


"No está aquí, porque ha resucitado"

De modo que las Escrituras indican que Jesús resucitó antes del amanecer y como no estaba la tumba muy temprano el domingo, podemos deducir que la resurrección tuvo lugar al atardecer del día anterior. De acuerdo con este punto, la resurrección se realizó al atardecer del sábado por la noche.

Pero, ¿acaso no dice la Biblia que Jesús resucitó el primer día de la semana, muy temprano? La Biblia nos dice que el primer día de la semana fue cuando los discípulos descubrieron que había resucitado (Mt. 28:1-6, Mr. 16:2-6; Lc. 24:1-2 y Jn. 20:1-2).

¡Pero ninguno de estos versículos enseña que ésta fue la hora de la resurrección! ¡En cada ocasión, la tumba estaba vacía! ¡Ya había resucitado!

Algunos han enseñado, sin embargo, que Marcos 16:9 enseña que la resurrección fue el domingo en la mañana. Aquí está el versículo: “Mas como Jesús resucitó por la mañana el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena de la cual había echado siete demonios”. Pero este versículo no dice que Jesús hubiera resucitado el primer día de la semana. Fíjense bien. ¿Dice que en el primer día de la semana estaba resucitado o que resucitó a esa hora? ¡No! Dice que al llegar el primer día de la semana “ya había resucitado”. Esta frase está en tiempo antipretérito.

La palabra griega aquí escrita “resucitó” es Anastas y tiene el significado “habiendo resucitado”, que es en pasado. La palabra griega no indica que Cristo resucitó en la mañana del primer día de la semana; al contrario, expresa que ya había resucitado.

Un estudio de Marcos 16:9 y los versículos que siguen hasta el 14, demuestran que Marcos está relatando acerca de varias “apariciones” que hizo Jesús durante el primer día de la semana. El contenido explica claramente que no estaba hablando del día en que tuvo lugar la resurrección1.

1. Acerca del orden lógico de tales apariciones según los cuatro relatos evangélicos continuados, véase el discurso 16 del Vol. I de Biblioteca del Predicador, por Samuel Vila.

Hallamos perfecta armonía en las Escrituras si reconocemos que Jesús fue sepultado el miércoles antes del anochecer y resucitó el sábado antes del amanecer del domingo. Así cumplió su señal de tres días y tres noches y se levantó al tercer día.

Algunos se han confundido por las palabras de los discípulos en el camino a Emaús: “Mas nosotros esperábamos que él fuese el que había de redimir a Israel y ahora es el tercer día desde que esto ha acontecido”. Debido a que Jesús se apareció a estos discípulos en el primer día de la semana (Lc. 24:13-15), y éste era según ellos el “tercer día”, ¿no indica esto que Jesús murió en el viernes? ¡No! ¡Un día “desde” el viernes sería sábado, dos días, sería domingo y tres días “desde” el viernes hubiera sido lunes! Obviamente, este versículo no es prueba de la crucifixión en el viernes.

Los discípulos dijeron que era el tercer día desde que “estas cosas” fueron hechas. Hablaban de "todas aquellas cosas que habían sucedido" (v. 14). Hablaban acerca de más de un acontecimiento. Sin duda, “aquellas cosas” incluían el arresto, la crucifixión, la sepultura y la puesta del sello y la guarda en la tumba de Jesús. Todas “estas cosas” no fueron “hechas” – no fueron completadas – sino hasta el jueves. Jesús, como hemos visto, fue crucificado en la “preparación” (miércoles). “El día siguiente (jueves), después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos con Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche y le hurten y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero” (Mt. 27:62-66). Y por este motivo, la tumba fue sellada y guardada. Así pues, “aquellas cosas” no se terminaron hasta que la tumba fue sellada y guardada. Esto sucedió, como hemos visto, el jueves de la semana de pasión. El domingo fue el tercer día “desde que estas cosas fueron hechas”, pero no el tercer día después de la crucifixión.

"Vista panorámica del Santo Sepulcro"

Como Cristo fue crucificado según la cita del día antes del sábado, podemos comprender el porqué algunos han creído que fue el viernes el día la crucifixión. Pero el sábado que siguió a la crucifixión del Señor no era el sábado semanal, era el gran día de reposo anual, pues dice que era el “sábado grande” (Jn. 19:31). Este sábado podía caer en cualquier día de la semana.

Nota: Cuando la Biblia fue escrita originalmente, las comas eran desconocidas. La puntuación fue inventada por Aldus Manutions, en el siglo XV. Como los manuscritos originales no tenían puntuación alguna, los traductores añadieron las comas en donde pensaron que debían ir, basados en la lógica. En Mr. 16:9, notemos que la coma está situada después de la palabra mañana. El poner la coma aquí conecta al primer día de la semana con la hora de la resurrección. Pero si la coma se pone después de la palabra “resucitó”, vemos el significado correcto de las Escrituras. Recordemos que fueron las palabras de la Biblia las inspiradas, no la puntuación, que fue añadida más tarde por los hombres.

Creemos que las Escrituras indican que en el año en que Jesús fue crucificado, el sábado anual fue jueves. Jesús fue crucificado y sepultado en el día de la gran preparación (miércoles), el día siguiente fue el gran día del sábado (jueves), luego vino el viernes, día laborable, seguido por el sábado semanal. Con esta explicación, podemos comprender que Cristo fue crucificado el día antes del sábado, que se levantó de la tumba al llegar el día después del sábado y así, ¡cumplió la señal de los tres días y tres noches! Todo esto se nos aclara cuando comprendemos que había dos sábados en esa semana; el sábado semanal y el Gran Sábado Anual.

Una cuidadosa comparación de Marcos 16:1 con Lucas 23:56, nos provee más evidencia aún de que hubo dos sábados esa semana, y un día laborable entre ambos. Notemos que Marcos 16:1 dice: “Y como pasó el sábado, María Magdalena y María, la madre de Jacobo y Salomé, compraron esencias aromáticas para venir a ungirle”. Este v. indica claramente que fue “después del sábado” que estas mujeres compraron las esencias aromáticas y vueltas las aparejaron y reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento (Lc. 23:56).*

* Si Jesús hubiese sido crucificado el viernes no habría habido tiempo material para pedir el cuerpo a Pilatos; recibir el permiso; bajarlo de la cruz; ponerlo en el sepulcro de José de Arimatea; ir a comprar las drogas aromáticas y prepararlas (Lo que posiblemente quiere indicar mezclarlas y distribuirlas en varios tarros para que cada una de las mujeres concertadas acarrease el suyo). Recordemos que Nicodemo vino con cien libras que juzgó necesarias para que un buen ungimiento dejara el cuerpo del Señor indemne de corrupción. Aun cuando las mujeres adquirieran una cantidad menor, no sería menos que unas cuantas libras para cada una. Esto aumenta la dificultad para realizarlo el viernes antes de la puesta del sol, que es cuando empieza el sábado judío, aun en nuestros días.

Mateo añade que, después que el cuerpo de Jesús fue puesto en la cueva, María Magdalena y la otra María se quedaron “sentadas dentro del sepulcro”. De haber sido el viernes de la crucifixión, habrían corrido presurosas a comprar y preparar las drogas aromáticas. Por esto Lucas indica que después de pasado el sábado (el gran sábado anual) compraron las drogas y las prepararon y, a continuación, reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento. – (Nota Ed.)

El jueves fue el Gran Sábado y “después” de este sábado – el viernes – las mujeres “compraron” sus ungüentos y aromas y los prepararon. Después de prepararlos, reposaron el sábado semanal. Luego, yendo a la tumba el primer día de la semana, hallaron el sepulcro vacío. Jesús no estaba allí, ¡ya había resucitado! Verdaderamente, Jesús había cumplido la señal del tercer día, tres días y tres noches. Con esta interpretación, los diferentes términos usados en los Evangelios se complementan, no se contradicen.

T. A. Torrey, un notable evangelista y líder de un instituto bíblico, años atrás dio esta explicación de tres días y tres noches. Como esta posición no era la aceptada generalmente por sus hermanos denominacionales, él habló por convicción y no por conveniencia. Esto hace que sus palabras fueran especialmente significativas.

En su libro “Dificultades, errores y contradicciones de la Biblia”, escrito en 1907, Torrey dijo: “De acuerdo a la tradición comúnmente aceptada en la Iglesia, Jesús fue crucificado en viernes… y resucitó de entre los muertos temprano en la mañana del siguiente domingo. Muchos lectores de la Biblia se confunden al tratar de figurarse cómo se puede interpretar un intervalo entre el viernes en la tarde y el domingo en la mañana, como de tres días y tres noches. En realidad parece ser dos noches y un día con una pequeña porción de otro día”.

“La solución a esta aparente dificultad, propuesta por muchos comentaristas, es que “un día y una noche” es simplemente otra forma de decir “un día y que los antiguos judíos reconocían la fracción de un día como un día entero… Pero esta solución no puede satisfacer a muchas personas y el autor es libre de confesar que a él no le satisface en ninguna manera… más bien parece una excusa…”

“La Biblia no dice en ninguna parte que Jesús fue crucificado y murió en viernes. Se dice que Jesús fue crucificado en el día “antes del sábado”… Pero no da lugar a duda en cuanto a qué sábado se refiere en este caso… No es el sábado semanal (o sea, el viernes) sino el día antes del Sábado de Pascua, el cual cayó ese año en jueves, es decir, el día en que Jesucristo fue crucificado fue el miércoles. Juan hace esto tan claro como el día…”

“Resumiendo todo: Jesús murió poco antes del atardecer del miércoles. Setenta y dos horas después… resucitó de la tumba. Cuando las mujeres visitaron la tumba antes del amanecer del domingo la hallaron vacía…”

“No hay absolutamente nada a favor de una crucifixión en viernes, pero todas las Escrituras armonizan perfectamente con la idea de la crucifixión en miércoles. Es increíble cuántos pasajes proféticos y típicos del Antiguo Testamento son culminados y cuántas aparentes diferencias en el Evangelio se aclaran una vez que comprendemos que Jesús murió en miércoles y no en viernes”. 1

T. A. Torrey, “Dificultades de la Biblia”, pp. 104-109

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Diagramación por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Tomado de: “Babilonia, Misterio Religioso”, por Ralph Woodrow
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