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sábado, 5 de febrero de 2011

Seis ataques estratégicos de Satanás contra la Fe Cristiana



Algunos líderes evangélicos han estado anunciando gozosamente que hay un gran avivamiento espiritual llevándose a cabo en nuestro país. Sin embargo, una mirada más cercana y discerniente revela que hay una infiltración innumerable de engañadores haciéndose pasar como mensajeros de Cristo que están falsificando la fe cristiana. “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Cor. 11:14). Estas legiones de mentirosos forman parte del ataque insidioso de Satanás contra la única fe verdadera. La meta final de Satanás es frustrar la cosecha de almas perdidas de Dios al mantenerlos cautivos con sus mentiras mortales. Sus ataques implacables están dirigidos estratégicamente contra seis objetivos.

1. La Supremacía de la Palabra de Dios
2. La Suficiencia del Hijo de Dios
3. La Singularidad del Evangelio de Dios
4. La Soberanía de la Gracia de Dios
5. La Seguridad de los Hijos de Dios
6. La Santidad de la Iglesia de Dios

1. La Supremacía de la Palabra de Dios

El ataque a gran escala de Satanás contra la Palabra de Dios empezó en el Jardín del Edén. Disfrazado como una encantadora serpiente, persuadió a Eva a desestimar la palabra de Dios y a creer en su mentira. Primero creó duda al preguntar: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gn. 3:1). Luego Satanás convenció a Eva de que la palabra de Dios no era cierta y no podía confiarse en ella. Él dijo: “¡Ciertamente no morirás!” (Gn. 3:4).

Ahora el Padre de Mentiras usa esta misma estrategia para engañar al mundo por medio de todas sus religiones. Él usa a líderes religiosos para preguntar: “¿Conque Dios ha dicho, ‘La paga del pecado es muerte’?” (Ro. 6:23). Luego, hablando por medio de la Iglesia Católica Romana, dice: “Ciertamente no morirás – los pecados veniales no producen condenación" (Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], párrafo 1863).

El ataque de Satanás contra la Palabra de Dios es comprensible, debido a que es la autoridad suprema para la fe cristiana y produce vida eterna a aquellos que la creen (1 P. 1:23). Nada más posee su carácter divino. La Escritura es digna de confianza debido a que es verdadera y dada por la inspiración de Dios (2 Tim. 3:16, Jn. 17:17). La Biblia también es el único libro que predice el futuro y lo hace con mucha precisión y detalle. Es sagrada y no debe ser alterada nunca (Prov. 30:6). De hecho, Dios dio una fuerte reprensión a los que pervierten la Palabra de Dios con las palabras de los hombres (Jer. 23:36).

Sin embargo, los obispos católicos romanos han escogido justamente hacer eso. Se atreven a decir que sus tradiciones, que neciamente han añadido a la Escritura, conforman un único depósito de la Palabra de Dios (CIC, 97). Al hacer esto, los obispos han elevado su tradición a la misma autoridad que la Escritura y, para su conveniencia, se han convertido en la autoridad suprema para la fe católica (CIC, 85). Cada vez que la autoridad suprema de Dios es reemplazada con la autoridad de los hombres, la perversión de las doctrinas bíblicas prolifera.

2. La Suficiencia del Hijo de Dios

La Resurrección de Jesús es uno de los pilares fundamentales del Cristianismo, ya que su veracidad demuestra que Jesús es quien dijo ser: El Hijo de Dios.

El ataque del adversario contra el Hijo de Dios es habilidoso, porque Jesús es el Autor y Perfeccionador de la fe cristiana. Él solo es suficiente y capaz de salvar completamente a los pecadores del pecado (Heb. 7:25). Su ofrenda por el pecado perfecciona a los creyentes para siempre (Heb. 10:14). Su sangre es suficiente para purificar a todo creyente de todo pecado (1 Jn. 1:7). Su muerte fue suficiente para cancelar la deuda eterna de pecado de todo creyente (Col. 2:14). Pablo describió la suficiencia de Jesús cuando escribió: “Vosotros estáis completos en Él” (Col. 2:10). Toda bendición espiritual que alguien pudiera desear o necesitar se encuentra en Cristo Jesús.

Por estas razones, Satanás ataca con venganza la suficiencia de Cristo. El príncipe de este mundo ha convencido a muchos de que necesitan a Cristo más la psicología, o a Cristo más rituales y sacramentos, o a Cristo más el purgatorio y las indulgencias, o a Cristo más el guardar la ley y hacer buenas obras. Sus agentes niegan que la obra de redención de Cristo esté terminada. Creen neciamente que tienen el poder de llamar de regreso del cielo al Señor Jesús para ofrecerlo una y otra vez en sus altares. Estos ataques difamatorios contra la suficiencia de Cristo no sólo le roban al verdadero Jesús Su gloria, sino que le señalan a los perdidos a otro Jesús que es incapaz de salvarlos sin la ayuda de otros (2 Cor. 11:4). Satanás ofrece otros mediadores, pero Dios nos ha dado sólo Uno (1 Tim. 2:5). Satanás ofrece otros salvadores, pero Dios ha dado sólo un Nombre (Hch. 4:12). Los ministros del diablo que niegan la suficiencia del Hijo de Dios deben predicar otro evangelio para instruirles a las personas lo que deben hacer para ser salvas. Otro Jesús siempre produce otro evangelio.

3. La Singularidad del Evangelio de Dios

Usted creería que la condenación indiscutible de Pablo de los judaizantes por pervertir el Evangelio mantendría al Evangelio puro dentro de la iglesia profesante. Sin embargo, el Evangelio de Roma es una distorsión mayor. Requiere que los católicos reciban los sacramentos, guarden la ley, asistan a sacrificios semanales y que hagan obras de misericordia por su salvación (CIC, Párr. 815; 1032; 1129; 2068). Los ataques implacables de Satanás contra el Evangelio continúan proviniendo de dos enemigos distintos – el legalismo, que es más prominente en el Catolicismo Romano, y el antinomianismo, que es más observable a lo largo del Protestantismo liberal. Los que enseñan el antinomianismo distorsionan el Evangelio al declarar que cualquier persona que ha sido justificada por la fe en Cristo no está obligada más a obedecer la ley moral. El apóstol Pablo corrigió esta doctrina impía en 1 Cor. 5-6.

Cada vez que el “Padre de Mentiras” sube al púlpito, no niega el Evangelio, sino que lo pervierte con adiciones o substracciones. Cualquier perversión del Evangelio es definitivamente el engaño del diablo, que mantiene prisioneros a sus cautivos. Con tantas perversiones en la Iglesia hoy, existe una necesidad desesperada de la predicación del puro Evangelio de Dios. Él solo tiene el poder para salvar a los pecadores del castigo, poder y, finalmente, la presencia del pecado (Ro. 1:16).

4. La Soberanía de la Gracia de Dios

Una de las expresiones más fuertes de la gracia soberana de Dios es dada por Pablo: [Dios Padre] nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo… en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef. 1:4-6). Es claramente la voluntad de Dios, no la voluntad del hombre lo que determina quién será adoptado graciosamente dentro de la familia eterna del Padre (Jn. 1:12-13). Sin embargo, la Iglesia Católica Romana rechaza la soberanía de Dios y enseña que es la voluntad del hombre la que determina quién se convierte en un hijo de Dios. Considere las enseñanzas de Roma: “El Bautismo… hace al neófito una nueva criatura, un hijo adoptado de Dios… y co-heredero con Él” (CIC, 1265). “La Iglesia y los padres, le negarían a un hijo la gracia invaluable de convertirse en un hijo de Dios, sino le confirieran el Bautismo poco después de su nacimiento” (CIC, 1250).

La gracia soberana es el único medio por el cual nuestro Dios misericordioso salva a los pecadores (Ef. 2:8-9). Satanás, estando al tanto de todo esto, creó un camino falso de salvación que nulifica o suspende la gracia salvadora de Dios. Su sistema de obras-justicia se encuentra en todas las religiones del mundo. Desde el Budismo hasta el Zoroastrianismo, la influencia del diablo se encuentra en las enseñanzas que dicen que usted debe hacer buenas obras para merecer el favor de Dios o apaciguar Su justicia.

5. La Seguridad de los Hijos de Dios

El príncipe de las tinieblas sabe que nunca podrá secuestrar a los hijos de Dios que han sido trasladados a la gloriosa luz del Hijo, pero puede hacer su caminar ineficaz. Su herramienta más eficaz es el engaño. Usa a falsos maestros para mentir acerca del poder y las promesas de Dios que están reveladas explícitamente en el Evangelio de la gracia. La promesa misma del Evangelio es vida eterna respaldada por el poder del Dios Todopoderoso para guardar a los que ha salvado. Este regalo divino de vida eterna no puede perderse, revocado o rechazado una vez que se ha recibido (Jn. 10:28; Ro. 11:29). Los cristianos que están inseguros acerca de la duración eterna de su salvación son paralizados con frecuencia en su caminar con Cristo. Tropiezan con la duda y se sienten indefensos contra los ataques de Satanás.

6. La Santidad de la Iglesia de Dios

Como el falsificador maestro, Satanás deprecia la santidad de la Iglesia, al sembrar cizaña entre el trigo (Mt. 13:25-40). Esta cizaña podría no darse cuenta nunca que son peones del diablo, pero infectan a la Iglesia y traen mucha vergüenza al nombre de Jesucristo. Ninguna asamblea es inmune a estos infiltradotes demoniacos que causan desorden y división con sus errores doctrinales y su pecado habitual. Pablo escribió: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hch. 20:29-30). Sabemos que la comisión primaria de la Iglesia es equipar y animar a los creyentes a ir por el mundo y hacer discípulos para el Señor Jesucristo. Con el fin de contrarrestar este objetivo, Satanás trae el mundo a la Iglesia para distraerla de su propósito. En lugar de alimentar a las ovejas, la Iglesia empieza a entretener a los cabros.

Cómo deben responder los creyentes

A medida que las tinieblas cubren la menguante luz del Evangelio, los creyentes deben ser de espíritu sobrio y estar alertas (1 P. 5:1). Los que pertenecen al Señor Jesús deben ponerse toda la armadura de Dios cada día y deben estar preparados para la guerra espiritual (Ef. 6:10-18). Satanás continuará tomando ventaja de los que ignoran sus maquinaciones (2 Cor. 2:11). Sus ataques sostenidos contra la fe cristiana se volverán más y más fieros a medida que nos acercamos al día cuando Jesucristo regrese triunfalmente a la tierra. Hasta esa gloriosa aparición de nuestro Salvador, los espíritus engañadores continuarán influenciando la gran apostasía de la fe. “La apostasía” está llevándose a cabo en todas partes, a medida que los apóstatas se apartan de la verdad para seguir las doctrinas de demonios (1 Tim. 4:1).

¿Cómo pueden los creyentes prepararse para la tormenta que sabemos que hará que naufrague la fe de los apóstatas? Pablo nos exhorta: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10). “Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre” (1 Cor. 15:58). En la epístola de Judas, que es llamada a menudo los Hechos de los Apóstatas, se nos exhorta a “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).

Artículos relacionados:
Apologética

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (
endefensadelafe.org)

Original article:
Satan's six strategic assaults on the Christian Faith

Proclaiming the Gospel Ministries (pro-gospel.org)

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Reprensión Divina de la Autoridad Religiosa Corrupta


Dos corrientes del Cristianismo han estado operando lado a lado durante 2,000 años. Una es el Cuerpo de Cristo, la Iglesia Apostólica, que incluye a todos aquellos que han nacido de nuevo con el Espíritu de Dios. Esta iglesia verdadera se aferra a la fe de los apóstoles y se somete a la autoridad de la Escritura. La otra corriente es el cristianismo apóstata; aquellos que profesan a Cristo pero que se aferran a un evangelio diferente y que, por lo tanto, nunca han experimentado el segundo nacimiento (1 Juan 2:19-20).

Dado que la apostasía también ocurrió en el judaísmo, existe una pregunta crítica a considerar. ¿Fue la acción que causó que los judíos se desviaran de la única religión que Dios había ordenado, la misma acción que causó que los apóstatas se desviaran de la única Iglesia que Cristo estableció? ¡Sí! El error fatal común a ambos ocurrió cuando los líderes religiosos reemplazaron la autoridad de Dios con su propia autoridad. Los fariseos usaron la Cátedra de Moisés para distorsionar la Palabra de Dios con sus propias tradiciones y la Iglesia Católica Romana ha usado la Cátedra de Pedro para hacer lo mismo. Es en efecto asombroso ver cómo el clero católico se asemeja a los fariseos del judaísmo del I Siglo. Ambos se corrompieron cuando rechazaron la absoluta autoridad suprema de la Escritura. Mientras que conocemos cómo condenó Jesús a los fariseos hipócritas por su carácter y conducta, sólo podemos adivinar si las mismas reprensiones aplican hoy al clero católico. El terco rechazo de los fariseos a someterse a la autoridad de Dios los condujo en última instancia a rechazar a Jesús como el Mesías, mientras que el mismo rechazo terco ha conducido al clero católico a rechazarlo como su Salvador todo suficiente.

En Mateo 23 Jesús da Su último sermón público y éste está lleno de fuertes reproches contra el corrupto liderazgo religioso de los fariseos. El sermón también es una advertencia para aquellos que siguen a falsos pastores en lugar de al Pastor Verdadero. Es, por lo tanto, mi oración que los católicos darán una mirada objetiva a sus líderes religiosos. ¿Se han vuelto tan corruptos como los pastores del pueblo escogido de Dios? Veamos las similitudes entre los fariseos y el clero católico romano.

Se Oponen a la Autoridad Divina

En Mateo 23:2, Jesús dice: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”, la posición de autoridad. Observe que fueron ellos los que se sentaron, Dios no los puso ahí. Al hacer eso, se opusieron a la autoridad divina al establecer la suya. Esto es análogo a los sacerdotes católicos. Obstinadamente continúan un sacerdocio sacrificial que fue terminado divinamente hace 2000 años. Cuando Jesús, el Sumo Sacerdote se ofreció a Sí Mismo una vez, como sacrificio por el pecado, para siempre, no había más necesidad de sacrificios sacerdotales. Nuestro Dios misericordioso puso en claro esto cuando rasgó el velo que una vez impedía el acceso a Su presencia de alguien distinto a los sacerdotes santificados (Mr. 15:38). Ahora “teniendo libertad para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de Su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…” (Heb. 10:19-22).

Los sacerdotes católicos no son llamados por Dios, ni están en la voluntad de Dios. Sus ofrendas falsas nunca pueden quitar el pecado ni tampoco pueden hacer lo que Jesús ya ha hecho: “Con un sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).

Impiden la Entrada al Cielo

En Mateo 23:13, Jesús condena a los fariseos por hacer la misma cosa que los sacerdotes católicos están haciendo. Jesús declara: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”. Los fariseos y el clero católico han mantenido a las personas fuera del Reino con sus enseñanzas legalistas que nulifican la gracia soberana de Dios. Ellos trancan las puertas del Cielo con un sistema de obras-justicia que deja a sus seguidores desesperadamente culpables y sin seguridad o paz. Muchos católicos, que son celosos de Dios, están trabajando para establecer su propia justicia debido a que se les ha enseñado una perversión del Evangelio. Sus sacerdotes “difaman el camino de la verdad” y les señalan el camino ancho que conduce a la destrucción (Mt. 7:13; 2 P. 2:1-2).

Sus Conversos se Vuelven Hijos del Infierno

En el versículo 15, Jesús maldice de nuevo a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”. El clero católico también vuelve a sus conversos “hijos del infierno”. Su ministerio no es uno de conversión, sino de perversión. En lugar de proclamar las buenas noticias de la finalizada obra de redención de Cristo, pervierten el mensaje con ofrendas continuas que mantienen a los conversos en esclavitud legalista (Catecismo [CIC], 1367). Los sacerdotes niegan la suficiencia del sacrificio de Cristo al insistir que los católicos deben hacer su propia satisfacción por los pecados (CIC, 1459). Después de hacer penitencia, los sacerdotes dan a los católicos la falsa esperanza de que sus pecados han sido perdonados.

A los católicos se les instruye que Jesús simplemente abrió las puertas del Cielo con Su muerte y resurrección. Dado que sólo Él hizo posible la salvación, es necesaria una perversión del verdadero evangelio para instruir a los católicos lo que deben hacer para entrar por las puertas del Cielo (CIC, 2027). Los conversos a este evangelio condenatorio de obras y sacramentos permanecen bajo la ira de Dios. Su destino permanece sin cambio – una eternidad de tormento sin Cristo.

Son Auto-Indulgentes y Ladrones

En el versículo 25, Jesús maldijo a los líderes judíos por su piedad externa que escondía su corrupción interna. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia”. El clero católico también es culpable de robo y auto-indulgencia. Aunque sus súbditos los miran como dignos de confianza con un toque sobrenatural de santidad, tienen una larga historia de inmoralidad sexual que incluye violar niños y robarles su inocencia. Algunos de los sacerdotes pedófilos han sido capturados y expuestos, pero sus obispos los reubicaron en otras parroquias donde continuaron satisfaciendo sus perversiones sexuales. En lugar de ser pastores piadosos que protegen su rebaño, son lobos perversos que destruyen el rebaño.

No existe forma amable de exponer al clero católico que roba y extorsiona millones de dólares cada año de sus congregaciones con la práctica impía de las indulgencias. Los sacerdotes perpetúan la estafa fraudulenta de las indulgencias y el purgatorio con el fin de recolectar estipendios de individuos dolientes que quieren reducir el tiempo de sufrimiento para sus seres amados. Éste podría ser el fraude más cruel de todos los tiempos. Es una práctica engañosa que mantiene a las personas en esclavitud a su iglesia, no sólo en esta vida sino que aun después de la muerte.

Son Hipócritas

En el versículo 27, Jesús los maldice por su hipocresía. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. Esta hipocresía también es común entre el clero católico. Parecen piadosos en sus vestidos litúrgicos, pero debajo de sus vestimentas son hombres espiritualmente muertos. Sus corazones no regenerados provocan que otros caigan en hipocresía. Dado que no tienen corazones controlados por el Espíritu, deben esconder sus corazones perversos con pompa exterior. Dicen que representan a Jesucristo pero, por medio de la hipocresía, siguen las doctrinas de demonios (1 Tim. 4:1-3). Dado que rechazan “la doctrina conforme a la piedad”, sus vidas están marcadas por el pecado en lugar de por la piedad (1 Tim. 6:3; Judas 4, 8-16).

Son Orgullosos y Presumidos

En el versículo 29, Jesús condena a los líderes religiosos por jactarse de que ellos eran mejores que sus ancestros. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas”. Recientemente hemos escuchado disculpas del Vaticano por la persecución de los judíos y los cristianos a lo largo de la historia. El clero católico de hoy está diciendo, no somos como nuestros ancestros, no matamos más a los siervos de Dios, pueden confiar en nosotros. Estamos de acuerdo en que son mejores ahora que en el pasado, pero eso no es algo para presumir. La historia revela que los papas anteriores fueron culpables de cometer casi cada pecado y crimen posibles, incluyendo asesinatos, muerte, violación, adulterio, fornicación, incesto, robo, conspiración, soborno, fraude y perjuro. La corrupción de 29 papas es tan despreciable, que el Vaticano los ha enumerado como los “anti-papas”. Sin embargo, su intento de revisar la historia no puede borrar los escándalos y crímenes impíos del papado.

Jesús acentúa sus reprensiones con una pregunta aleccionadora,
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?" ¡Qué todos podamos aprender de la historia bíblica y que urgente y convincentemente advirtamos a nuestros seres amados, que estén siguiendo a falsos pastores, a volverse al único Pastor Verdadero!

Si desea obtener información adicional acerca de éste y otros temas relacionados, visite nuestra sección:
Apologética

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (
endefensadelafe.org)

Original article:
The Divine Rebuke of Corrupt Religious Authority

Proclaiming the Gospel Ministries (pro-gospel.org)

domingo, 31 de octubre de 2010

¡Ironías Vergonzosas!


Martín Lutero es recordado y extensivamente honrado hoy en día en muchas partes del mundo, especialmente en todo el mundo occidental. La reciente película que ha sido hecha en Hollywood acerca de su vida, fue un gran éxito a pesar de su contenido religioso. Lutero se enfrentó con gran valor y valentía en contra de las doctrinas falsas de la Iglesia Católica Romana, a pesar de la determinación del Papa León X, que quería arrestarlo y quemarlo en la hoguera. Él (Lutero) se había desilusionado cuando había visitado el Vaticano y había visto la hipocresía y descarada inmoralidad entre los miembros del clero, desde el sacerdote hasta al Papa. El colmo vino con la venta de indulgencias por Roma, con el propósito de "liberar" del purgatorio a los parientes muertos de una persona, para que pudieran entrar al cielo. Esta infame práctica que recaudó muchísimo dinero, prometía que "tan pronto la moneda al cofre toque, una alma salta del purgatorio y al cielo toca". El dinero obtenido por esta descarada, desvergonzada estafa pagó por la reparación y engrandecimiento de la Basílica de San Pedro. ¡Esta imponente construcción representa hoy en día un monumento al evangelio falso que la Iglesia Católica todavía predica y practica!

Desilusionado y furioso, Lutero escribió su "Diputación sobre el Poder y Eficacia de Indulgencias" (conocida como "Las Noventa y Cinco Tesis") y las clavó en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenburg. Copias de este documento se distribuyeron ampliamente en varios idiomas europeos, haciendo temblar a toda Europa, incitando intensos debates, provocando la Reforma Protestante y el éxodo de millones de la Iglesia Católica Romana, talvez con la esperanza de traer salvación a muchos de ellos.

Aunque Lutero retuvo algo de su catolicismo, su audaz declaración (a diferencia de la actitud de muchos cristianos de hoy en día), ante el Concilio Imperial de Worms inspiró a millones cuando dijo: "Yo estoy sujeto a las Escrituras y mi conciencia es cautiva a la Palabra de Dios. Yo no puedo y no retiro nada... aquí me quedo, mi postura es inmovible; que Dios me ayude." Lutero, al hablar estas palabras, confrontaba a las máximas autoridades religiosas de su época y estaba dispuesto a encarar las consecuencias. Tal acción le hubiera costado su vida, si no hubiera sido por algunos poderosos príncipes alemanes, que lo protegieron como una protesta en contra de Roma y a consecuencia de este evento se originó el término "Protestante."

En un acto de desesperación para poder mantener la autoridad totalitaria de la Iglesia, los obispos católicos y cardenales lanzaron una Contra-Reforma en la cual definían las doctrinas de la iglesia y demandaban obediencia total por decretos acordados en el Concilio de Trento (1545-1563). Sus derechos canónicos y decretos denunciaban la sola autoridad de la Escritura afirmada por Lutero, negaba la salvación por fe en Cristo, sin los sacramentos de la iglesia y buenas obras, y básicamente rechazaba todo lo que los reformadores habían pedido que la iglesia aceptara en sumisión a la Palabra de Dios. El Concilio de Trento enumeró más de 100 anatemas (excomulgación/condenación) en contra de todos aquellos quienes aceptaban cualquier enseñanza de la Reforma. Costaba muy caro afirmarse en la verdad de la Palabra de Dios en aquellos días, y miles de creyentes no comprometieron sus convicciones a pesar de torturas y muerte.

Existe una gran necesidad de un avivamiento de tal convicción inquebrantable hoy en día. Desdichadamente no va a ocurrir tal avivamiento a no ser que se produzca primero un ansia, un anhelo de buscar una rectitud individual y una pasión profunda por nuestro Señor y por Su Palabra. Tristemente, la verdad es que Dios no está ignorado solamente, sino también está siendo debilitado por muchos líderes evangélicos a quienes millones de cristianos admiran. Trágicamente, multitudes están siendo preparadas para seguir el gran engaño que va a ocurrir a aquellos quienes "no recibieron el amor a la verdad para ser salvos" (2 Tesalonicenses 2:10).

¿Es la Reforma del siglo XV y la oposición de Roma a tal Reforma en esa época un evento simplemente histórico que no tiene relación con el tiempo presente? ¡De ninguna manera! La batalla continúa y ha llegado a una etapa que es mucho más letal. Una ilusión falsa, que se ha originado y continúa en nuestros tiempos presentes, ha engañado a miles de personas para que acepten el Compromiso Ecuménico, mientras que al mismo tiempo les están haciéndoles creer que todavía están al lado del Señor.

En 1962, en la apertura del Segundo Concilio del Vaticano en Roma, el Papa Juan XXIII afirmó, "Yo acepto totalmente lo que se decidió en el Concilio de Trento" El Segundo Concilio del Vaticano "también propone los decretos de El Concilio de Trento". En Diciembre 31, 1995, honrando el 450 aniversario del Concilio de Trento, el Papa Juan Pablo II declaró, "Las conclusiones (del Concilio de Trento) mantienen todo su valor (o continúan en vigencia)".

Una panorámica del Concilio Vaticano II

A pesar de lo que un amigo católico, o un sacerdote liberal, o un profesor en una universidad católica puedan decir, los decretos, las reglas y doctrinas que se llegaron a acordar en el Concilio de Trento continúan en vigencia y siguen siendo las enseñanzas oficiales de la iglesia católica y has sido confirmadas y afirmadas desde esa época hasta nuestros días por las más altas autoridades de la iglesia católica. Aquí enumeramos algunos de los anatemas (condenaciones) del Concilio de Trento, todos los cuales fueron renovados por el Segundo Concilio del Vaticano, El Código de la Ley Canónica, y el actual Catecismo de la Iglesia Católica, y que continúa en los tiempos actuales como la enseñanza oficial del Catolicismo Romano, manteniendo los dogmas inflexibles de la "infalible" Iglesia Católica, a pesar de declaraciones contrarias hechas por cualquier persona:

"Si alguien negara que por el... bautismo, la culpabilidad del pecado original es perdonado o niega que... la justicia, santificación y redención... de Jesucristo es aplicado a ambos, adultos y bebés por el sacramento del bautismo... esa persona será anatema... (condenada)".

"Si alguien dijera que los sacramentos de la Nueva Ley (los siete sacramentos de la Iglesia Católica Romana) no son necesarios para la salvación... y que sin ellos... uno puede obtener de Dios, por fe solamente la gracia de justificación... esa persona será anatema..."

"Si alguien dijera que el bautismo no es necesario para la salvación, que esa persona sea anatema..."

"Si alguien dijera que después del recibimiento de la gracia de justificación, la culpabilidad es perdonada y la deuda de castigo eterno es eliminada... que ninguna deuda de castigo temporal tenga que pagarse, ya sea en este mundo o en el purgatorio, antes que las puertas del cielo puedan abrirse, que esa persona sea anatema..."

"Si alguien dijera que el sacrificio de la misa... donde la víctima da su vida y por el cual nosotros somos reconciliados con el Padre y es diariamente inmolado en el altar por los sacerdotes... es solamente una conmemoración del sacrificio consumado en la cruz pero no es propiciatorio... ofrecido por los vivos y los muertos, por los pecados, castigos, satisfacciones y otras necesidades, que esa persona sea anatema."

No puede haber un rechazo más claro de la Biblia y del evangelio de Jesucristo. Estos breves ejemplos representan la enseñanza actual del Catolicismo Romano tal cual es enseñado y practicado por cientos de millones de católicos de hoy en día. No puede haber duda alguna que esto es un evangelio falso que, tristemente, mantiene a los católicos romanos en esclavitud y también los está llevando a las llamas, no de un "purgatorio" inventado por los papas, sino al eterno Lago de Fuego. ¿Cómo es posible que aquellos que profesan admirar a Lutero y a la Reforma se atrevan a defender el Catolicismo?

Dándose estas realidades indiscutibles, ningún evangélico podría llamar a los católicos romanos "cristianos que han nacido de nuevo". ¡La ironía más vergonzosa es que muchos líderes evangélicos y sus seguidores, mientras que por una parte dicen honrar la Reforma y su evangelio de salvación por fe sola en Jesucristo, por otra parte cierran los ojos a la verdad y actúan como si la Reforma nunca hubiera ocurrido y como si los católicos creyeran en el evangelio bíblico! ¿Hemos acaso olvidado que aquellos que no creen el evangelio bíblico están perdidos eternamente? ¿Seremos nosotros culpables de alguna manera de su eterna perdición?

Las ironías vergonzosas abundan. Aunque la Iglesia Católica Romana ya no condena a sus oponentes a la hoguera como lo hacía antes (una práctica tan repugnante aun en el mundo secular), todavía mantiene cada enseñanza y cada doctrina falsa que fue opuesta por Lutero y sus compañeros reformadores, y de esta manera continúa engañando a millones de personas. Todavía enseña la salvación por medio del bautismo, las buenas obras y el cumplimiento de los sacramentos con María como la intercesora, como la "puerta hacia Cristo"; y también continúa ofreciendo indulgencias por un precio determinado para salir del purgatorio y poder entrar al cielo; ¡y continúa rechazando la autoridad final de las Sagradas Escrituras! Todas las anatemas declaradas en el Concilio de Trento en contra de las creencias de los protestantes se mantienen en completo vigor y obligación en la doctrina católica. ¡Y aún muchos de los seguidores de Lutero hoy en día aceptan el catolicismo romano como el verdadero evangelio!


En Octubre 31 de 1999, los representantes de La Federación Mundial de Luteranos y la Iglesia Católica Romana firmaron un pacto mutuo declarando que ambos habían resuelto las principales diferencias que originó la Reforma. Ni una sola doctrina o práctica cambió en la Iglesia Católica. Mientras que los luteranos se felicitaban entre ellos mismos por este maravilloso "Acuerdo", el papa Juan Pablo II estaba ofreciendo indulgencias de salvación para el año 2000. ¡Si Martín Lutero hubiera estado vivo, él hubiera denunciado a estos traidores que están dirigiendo la iglesia que lleva su nombre y hubiera clavado su "Noventa y cinco Tesis" en la puerta de las oficinas principales de la Federación Luterana Mundial! ¿Cómo se puede explicar esta ceguera que está produciendo esta inaudita traición de la Reforma, de Cristo y de Su Palabra?

Hace cinco años, en otra vergonzoso evento, los líderes evangélicos Bill Bright, Charles Colson, Os Guinness, Richard Mouw (presidente del Seminario Teológico de Fuller), J.I. Packer, Pat Robertson, John White (presidente anterior de la Asociación Nacional de Evangélicos), endorsaron y ratificaron el movimiento, "Evangélicos y Católicos Unidos: La Misión Cristiana en el Tercer Milenio". Este movimiento, este pacto, este acuerdo arenga a los evangélicos a unirse con los católicos romanos para evangelizar a los Estados Unidos y al mundo entero. Dicen ellos: "Le agradecemos a Dios por habernos descubierto el uno y al otro como hermanos y hermanas en Cristo"

Este acuerdo que se ratificó no fue en realidad algo nuevo sino que fue la culminación del compromiso de la verdad que había estado creciendo dentro del movimiento evangélico por bastante tiempo. Inclusive, aproximadamente 40 años antes de este acuerdo, Billy Graham había estado declarando que sus creencias eran básicamente iguales a las de los católicos romanos ortodoxos, y que él y el Papa están de acuerdo en casi todo aspecto de doctrina, ¡incluyendo el camino hacia la salvación! La misma postura ha sido adoptada por mucho tiempo por las universidades evangélicas como las de Wesmont y Wheaton, publicaciones como "Christianity Today" (El Cristianismo Actual) y "Charisma" (Carisma), organizaciones como "Campus Crusade for Christ" (Cruzadas de Universidades por Cristo), "Youth with a Mission" (La Juventud con una Misión) y "World Vision" (Visión Mundial), al igual que otras instituciones evangélicas y líderes. Enfocando la esquizofrenia del evangelismo, la universidad de Wheaton, que tiene un enorme Museo honorando a Billy Graham y que emplea a Profesores Católicos, por períodos breves de enseñanza, despidió el año pasado a un profesor muy popular por haberse "convertido al catolicismo" y al mismo tiempo lo llamaba "¡un talentoso hermano en Cristo".

¡Martín Lutero y otros Reformadores hubieran preferido morir en la hoguera en vez de firmar tales documentos o hacerse partícipe de tales movimientos mencionados! ¿Cómo podemos explicar el rechazo, de todo lo que la Reforma a través de tanta lucha y sufrimiento pudo lograr, por aquellos que dicen honrar y seguir en el mismo camino y fe de los Reformadores? Tratando de entender de alguna manera a esta esquizofrenia espiritual, el periódico "The New York Times" publicó en Marzo 30 de 1994 el siguiente anuncio:

"Juntos han trabajado en los movimientos en contra del aborto y en contra de la pornografía y ahora los líderes católicos y evangélicos están pidiendo a sus congregaciones... que finalmente se acepten el uno al otro como cristianos. En lo que se ha llamado como una declaración histórica, los evangélicos... unidos con Conservadores Líderes Católicos Romanos... Urgen a católicos y evangélicos a parar de convertir las congregaciones de ambas religiones. John White, el presidente de la Universidad de Génova y anterior presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos, dijo que la declaración fue un "momento triunfante" en la vida religiosa de los Estados Unidos después de tantos siglos de desconfianza..."

Rick Warren con Barack Obama

El evangelio de Jesucristo, por el cual uno nace de nuevo (1 Pedro 1:22-25) es negado. Ese es el resultado, con el destino eterno de las almas en una inseguridad aterradora. Aunque personalmente no firmaron tales tratados, los líderes evangélicos Bill Hybels y Rick Warren al igual que otros, dan la apariencia de cooperación total y estar en completo acuerdo con Roma. En completa violación de las Sagradas Escrituras que nos exhorta a que "contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3), ni Hybels, ni Warren, ni ningún otro líder evangélico, incluyendo Billy Graham, usan su enorme influencia para traer una advertencia o una corrección dirigida a la Iglesia Católica Romana o hacia los evangélicos que están aceptando este evangelio falso romano.

El Ecumenismo es una de las manifestaciones de la apostasía de los días postreros de la Iglesia.

Hasta el Islam es defendido como un "fe válida" y con la cual Rick Warren coopera a través de su plan mundial al cual él llama "La Nueva Reforma". En sus declaraciones Warren dice que él "confiaría en cualquier líder musulmán o sacerdote católico o rabino judío..." ¿Es que acaso ya no creemos en el evangelio y acaso tampoco creemos que aquéllos que lo rechazan están perdidos eternamente?

Juan Pablo II denunció todo lo que la Reforma había logrado e irónicamente él también es honrado y alabado por aquellos que dicen seguir el camino de Lutero. ¿Cómo podemos honrar dos creencias que están diametralmente opuestas? ¿Es que se han vuelto locos los ‘cristianos'? Palabras han cambiado sus definiciones, convicciones contradictorias son profesadas simultáneamente y la verdad es definida para acomodar cualquier punto de vista de la persona. Estamos navegando en un océano de ideas que no tienen ningún sentido, sin timón ni compás y aún así todo el mundo celebra el "progreso" que se está haciendo. Al igual que el mundo que parece decir "soy rico y me he enriquecido" (Apocalipsis 3:17), la iglesia voluntariamente borra las esenciales diferencias que existen entre la Verdad de Dios y las mentiras de Satanás. Aunque los evangélicos todavía afirman seguir la Palabra de Dios, nadie confronta las falsas doctrinas popularizadas por la actual radio y televisión "cristianas" y tampoco nadie confronta a "La Madre de las Rameras" como lo hizo Lutero.


Aunque la Reforma es aún aparentemente respetada, las profundas convicciones que dieron origen a tal movimiento trascendental, han sido comprometidas. El tiempo se acorta, la hora es ya tarde y la iglesia evangélica necesita hacer frente a algunas preguntas claves y honestas:

1) ¿Cuál fue el propósito de la Reforma?
2) ¿Fue su inflexible, sometimiento intransigente a las verdades bíblicas absolutamente necesaria y apropiada en los tiempos de Lutero, pero no es apropiado ni necesario ahora?
3) ¿Qué fue tan importante en ese entonces que costó la vida de tantos mártires y causó tanto sufrimiento, que ahora se pueda negar tan fácilmente?
4) ¿Ha cambiado Jesucristo o Su evangelio?
5) ¿Ha cambiado algún aspecto, doctrina o creencia en la Iglesia Católica que pueda justificar que los evangélicos acepten el catolicismo como el evangelio bíblico?

Mientras que los evangélicos realmente están mofándose de los Reformadores, una poderosa Reforma del Islamismo está ocurriendo y está avanzando a pasos agigantados en el mundo musulmán. Urgentes llamadas fueron hechas a los musulmanes para que se abstengan de la inmoralidad de América, "El Gran Satanás". Después de las derrotas a manos de Israel en 1948 y 1967, los líderes musulmanes empezaron a predicar que Alá no estaba contento con lo que estaba ocurriendo e incitaban a todos los musulmanes a regresar a las enseñanzas del verdadero Islamismo y al Corán. El resultado ha sido un resurgimiento, un despertar al fundamentalismo del Islam con su respectivo terrorismo.

Al mismo tiempo, el mundo "cristiano" del Occidente continúa hundiéndose en una depravación moral. Como por ejemplo, uno de los programas más populares en la radio es el programa auspiciado por Howard Stern, cuyos modales perversos, manera grosera y glorificación de la inmoralidad lo han convertido en la persona mejor pagada en los Estados Unidos. El que las películas, la televisión y los programas radiales continúen agresiva y descaradamente en su constante burla y fomento de la homosexualidad y otras vergonzosas perversiones, sólo refleja lo que la gran mayoría de gente en este lado del mundo, incluyendo católicos y protestantes, realmente quiere y disfruta.

La Biblia no ha cambiado. Dios no ha cambiado. ¿Ha cambiado acaso nuestra esperanza? En vez de estar "aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13), ¿estaremos esperanzados en los "políticos cristianos" para nuestra salvación? La iglesia evangélica de hoy en día está cegada y tiene esta obsesión, esta tendencia, este afán de acomodarse, de comprometerse, de unirse. ¿Serán éstos los "tiempos peligrosos" (2 Timoteo 3:1) que de una manera amenazadora se profetizan en las Sagradas Escrituras?

Nota del editor: Este artículo fue publicado en febrero del año 2006.

Fuente:

sábado, 30 de octubre de 2010

El Purgatorio: ¿Fuego Purificador o Fábula Mortal?


Los católicos que creen que un fuego purificador purgará sus pecados son víctimas engañadas de una mentira mortal. La invención de un lugar para la purificación de los pecados llamado el Purgatorio es una de las atracciones más seductoras de la religión católica romana. El Pastor John MacArthur, de Grace Community Church, describió de forma brillante este fraude engañoso. Él dijo:

“El Purgatorio es lo que hace que todo el sistema funcione. Quite el Purgatorio y sería difícil ser un católico. El Purgatorio es la red de seguridad, de que cuando muera, no irá al infierno. Usted va (al Purgatorio) y arregla las cosas y finalmente llega al Cielo si ha sido un buen católico. En el sistema católico nunca sabes si vas a ir al Cielo. Sólo sigues intentando e intentando… en un largo viaje hacia la perfección. Bien, es muy desalentador. Las personas en ese sistema están llenos de culpa, llenos de temor y no tienen conocimiento acerca de si entrarán o no al Reino. Si no hay ningún Purgatorio, no hay ninguna red de seguridad que me agarre y que me dé alguna oportunidad para llegar al Cielo. Es una segunda oportunidad, es otra oportunidad después de la muerte” (De “El Papa y el Papado” – enlace en inglés).

El Origen del Purgatorio

No hubo ninguna mención del Purgatorio durante los dos primeros siglos de la Iglesia. Sin embargo, cuando el Emperador romano Teodosio (379-395) decretó que el Cristianismo sería la religión oficial del imperio, miles de paganos inundaron la Iglesia y trajeron con ellos sus creencias y tradiciones paganas. Una de esas creencias paganas era un lugar de purificación adonde las almas iban para hacer satisfacción por sus pecados.

El concepto se extendió mucho más cerca del 600 A.D., debido al fanatismo del Papa Gregorio el Grande. Él desarrolló la doctrina a través de visiones y revelaciones de un fuego Purgatorio. Según la Enciclopedia Católica (EC), el Papa Gregorio dijo que los católicos “expiarán sus culpas por llamas purgatorias”, y “el dolor (es) más intolerable que lo que cualquiera pueda sufrir en esta vida”. Siglos después, en el Concilio de Florencia (1431), fue declarado un dogma infalible. Luego fue reafirmado por el Concilio de Trento (1564). El dogma se basa en gran parte en la tradición católica de escritos extra-bíblicos e historia oral.

“Tan profundo estaba arraigada esta creencia en nuestra común humanidad que fue aceptada por los judíos y, al menos en una forma oscura, por los paganos, mucho antes de la aparición del Cristianismo” (EC).

Parece incomprensible que Roma admita usar una tradición pagana para la defensa de una sus más estimadas doctrinas “cristianas”.

El Engaño del Purgatorio

El Purgatorio proviene de una palabra en latín “purgare”, que significa limpiar o purificar. La Enciclopedia Católica define el Purgatorio como “un lugar o condición de castigo temporal para los que, muriendo en la gracia de Dios, no están completamente libres de fallas veniales, o no han pagado completamente la satisfacción debido a sus transgresiones”. Ellos deben ser purificados de estos pecados “veniales” antes de que se les permita entrar al Cielo. Aquí observamos al catolicismo perpetuando la mentira seductora de Satanás al declarar “ciertamente no morirás” cuando cometas pecados veniales (Gn. 3:4).

El Concilio de Trento se atreve a declarar que “Dios no siempre remite el castigo completo debido al pecado junto con la culpa. Dios requiere satisfacción y castigará el pecado… El pecador, fallando en hacer penitencia en esta vida, puede ser castigado en otro mundo, y así no ser alejado eternamente de Dios” (Sesión 15, Can. Xi).

Esos obispos católicos tuvieron la audacia de declarar que el sacrificio y la muerte del hombre perfecto de Dios y el perfecto substituto del hombre no fueron suficientes para satisfacer la justicia divina por el pecado.

La Motivación del Purgatorio

Durante el curso de los siglos, se han pagado billones de dólares a los sacerdotes católicos romanos para obtener alivio de sufrimientos imaginarios en el fuego del Purgatorio. El clero católico ha enseñado siempre que el periodo de sufrimiento en el Purgatorio puede ser acortado comprando indulgencias y novenas, comprando tarjetas de misas y proveyendo ofrendas de dinero. Cuando un católico muere, se extrae dinero a los seres amados dolientes para acortar el castigo del fallecido en el Purgatorio.

Cuando mi querido anciano padre falleció como un devoto católico de 79 años, estaba sorprendido por los cientos de tarjetas de misas compradas para él por amigos bienintencionados. Hemos oído de otros católicos que han dejado en herencia sus propiedades enteras a su religión para que misas perpetuas puedan ser ofrecidas por ellos después de que mueran. No es de extrañar que la religión católica se haya convertido en la institución más rica del mundo. La compra y venta de la gracia de Dios ha sido un negocio muy lucrativo para el Vaticano.

Otro motivo de Roma para fabricar la doctrina herética del Purgatorio es su poderoso efecto para controlar a las personas. En última instancia, la esclavitud y la subyugación de las personas es la meta de toda religión falsa, y el Purgatorio hace exactamente eso. El concepto de una prisión aterradora con un fuego purgador, gobernado por líderes religiosos, es un invento muy brillante. Mantiene a la gente cautiva, no sólo en esta vida sino también en la próxima vida. El clero católico no dirá cuántos años tienen que sufrir las personas por sus pecados o cuántas misas deben ser compradas antes de que puedan ser liberados de las llamas. ¡Este temor y esta inseguridad espantosos es la forma más despiadada de esclavitud religiosa y engaño!

El Apoyo Bíblico para el Purgatorio

¡No existe absolutamente ninguno! De hecho, ni la palabra ni el concepto de un fuego purificador del pecado se encuentran en la Escritura. El Vaticano fue confrontado con esto en el siglo XVI cuando los Reformadores protestaron su práctica de comprar y vender la gracia de Dios a través de las indulgencias. Acorralado en una esquina, el Concilio de Trento añadió los libros apócrifos a su canon de la Escritura. Roma declara ahora que existe apoyo escritural para el Purgatorio en el libro apócrifo de 2 Macabeos. El Concilio ignoró el hecho de que los escribas judíos nunca reconocieron a los libros apócrifos como inspirados o como parte de las escrituras hebreas. Nunca fueron incluidos debido a sus muchos errores históricos, teológicos y geográficos. Dado que Dios no es el autor del error, Él obviamente no inspiró a los escritores de la Apócrifa. Éste es el porqué la Apócrifa nunca fue incluida en el canon original de 66 libros.

Los versos apócrifos que Roma usa para defender su doctrina del Purgatorio se refieren a los soldados judíos que murieron usando amuletos paganos alrededor de sus cuellos. Judas Macabeo,
“Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado. Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos. Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados de su pecado” (2 Macabeos 12:43-46).

Roma argumenta que dado que Judas Macabeo oró por los muertos, debe haber esperanza por aquellos que mueren en pecado. Esto, por supuesto, va en contra de lo que la Palabra de Dios declara,

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27).

El intento de Roma de dar crédito al Purgatorio al usar esta práctica impía de los judíos, que tuvieron una historia de desobediencia a Dios, es patético.

En otro intento por encontrar apoyo para el Purgatorio, muchos católicos apuntan a este versículo:

“Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Cor. 3:15).

Claramente, el contexto de este versículo es la prueba de las obras de un hombre por el fuego. Las obras que sobreviven son las obras hechas para la gloria de Cristo y son llamadas oro, plata y piedras preciosas (Ef. 2:10). Todas las otras obras superfluas son quemadas en el fuego y son llamadas madera, heno y hojarasca. No son los pecados del hombre que están siendo purgados, son las obras espurias del hombre las que están siendo quemadas y destruidas.

La Reprensión Bíblica del Purgatorio

La Palabra de Dios no deja absolutamente ninguna posibilidad para que el pecado sea purgado por algo más que la sangre de Jesucristo. El querido apóstol Juan escribió estas palabras con claridad irrefutable. Él escribió,

“La sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” y “de toda maldad” (1 Jn. 1:7,9).

¡Juan no dijo “algunos” o la “mayoría” de pecados, sino que todos! Esto reprende rotundamente la necesidad de un fuego purgador de pecados. La Palabra de Dios también declara, “Casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22). Cuando Jesús “habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Heb. 1:3). Los que desean tener sus pecados purgados necesitan confiar en una persona, no en un lugar. ¡La sangre de Cristo es el único agente limpiador del pecado! Aquellos que vienen a la cruz de Cristo deben venir con manos vacías de fe, no trayendo nada más que sus pecados.

Cada creyente comprado con sangre está instantáneamente presente con su Redentor al momento de su muerte. Estar “ausente del cuerpo” es estar “presentees al Señor” (2 Cor. 5:6-8). Esta buena noticia fue afirmada por el Señor con la promesa que Le dio al ladrón arrepentido en el Calvario. Él le dijo, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23:43). Este pecador habitual no necesitó un fuego para purgar sus pecados.

A los católicos que creen en el Purgatorio debe preguntárseles: “¿Quién está a cargo de liberar las almas del fuego purgador?” No puede ser Dios debido a Su promesa a los creyentes. “No me acordaré más de sus pecados e iniquidades” (Heb. 10:17).

Después de la conversión, Dios no cuenta más los pecados contra Sus hijos (2 Cor. 5:19).


El Purgatorio es una burla indignante de la justicia de Dios y una mentira vergonzosa que le roba a Cristo Jesús Su gloria y honor. Él solo satisfizo la justicia divina, de una vez por todas, por el sacrificio perfecto y completo de Sí Mismo. El engaño fatal del Purgatorio ciega a los católicos del glorioso Evangelio de la gracia. Es una de las muchas mentiras de Satanás que evita que sus cautivos conozcan y confíen en la suficiencia de Jesucristo. Es Cristo solo que nos presentará “sin mancha delante de Su gloria” (Judas 24).

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martes, 12 de octubre de 2010

¿Necesita la Iglesia Cristiana ser evangelizada?


La iglesia cristiana visible ya no es un santuario para el pueblo de Dios. En cambio, se ha convertido en un gran campo misionero que necesita ser evangelizado. Las iglesias ahora están llenas de cristianos profesantes que dicen que tienen fe pero que nunca han nacido de Dios. Esto no debería sorprendernos, por causa de la parábola que Jesús dio en Mateo 13:25-43 que describe los días postreros. Él habló de un hombre dueño de un campo que sembró buenas semillas (los hijos del reino) en su campo, pero mientras sus hombres dormían, vino el enemigo y sembró cizaña (los hijos del diablo). Jesús dijo que el hombre dueño del campo es el Hijo del Hombre y que el enemigo es el diablo.

Actualmente tenemos mucha cizaña en nuestras iglesias debido a que los líderes de la iglesia no están protegiendo los campos. Muchos han hecho crecer sus iglesias a la manera del hombre en lugar de a la manera de Dios. Esta estrategia utilitarista ha producido algunas consecuencias trágicas – de las cuales la más seria es la falsa esperanza que da a la cizaña no convertida. Algunos de la cizaña son víctimas de métodos de evangelismo antibíblicos; otros son víctimas de evangelios falsificados. Estas víctimas no le pueden decir los elementos esenciales del Evangelio o lo que Dios requiere para entrar al Cielo. Algunos saben que su deuda eterna de pecado debe ser perdonada, pero muy pocos saben que también necesitan la justicia de Jesús y nacer de nuevo del Espíritu.

La necesidad del Nuevo Nacimiento

Jesús le dijo a Nicodemo “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:5). Sólo el Dios triuno puede producir vida. Jesús dijo: “Como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Juan 5:21). “El Espíritu es el que da vida” (Juan 6:63). Dios llama a los espiritualmente muertos a la vida por medio de Su Palabra. “Él, de Su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Stg. 1:18). Los hijos de Dios son “renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23).

La fe salvadora viene del escuchar la palabra de Cristo. De ella aprendemos las doctrinas esenciales de la salvación: los atributos de Dios, el Evangelio de la gracia y la obra redentora de Jesucristo. Cuando las personas escuchan la Palabra de Dios y, mediante el Espíritu de Dios, confían en el Hijo de Dios, se convierten en un hijo de Dios, todo para la gloria de Dios.

Así como el hombre no puede iniciar su nacimiento físico, también es incapaz de causar su nacimiento espiritual. Antes que cualquiera de nosotros naciera, no pudimos haberle suplicado a nuestros padres que nos concibieran. ¡No existíamos! Lo mismo es cierto en la esfera espiritual (Juan 1:12-13). Los hijos de Dios no son nacidos de sangre (la vida espiritual no se hereda genéticamente), ni de voluntad de carne (la vida física no puede producir la vida espiritual, la carne sólo puede producir carne), ni de voluntad de hombre (la vida espiritual no puede iniciarse por los deseos de los hombres).

Entonces, ¿cómo ayudamos a la cizaña no convertida a ver que han sido confundidos o engañados? Como creyentes, debemos animar a todos a probar su fe por su propio bien así como para la gloria de Cristo. Pablo escribió: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estés reprobados?” (2 Cor. 13:5). Pedro nos exhortó: “Tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección” (2 P. 1: 10).

Siempre adoro escuchar testimonios de cómo nuestro Señor soberano llama hacia Él a los pecadores perdidos. Así pues, siempre que conozco cristianos, con frecuencia les pido que describan los eventos que rodearon su conversión. Una bandera roja se eleva si dicen que se hicieron cristianos en el momento que fueron: bautizados, pasaron al frente en una llamada al altar, repitieron una oración, firmaron una tarjeta de compromiso, se unieron a una iglesia local o que nacieron de padres cristianos. Hablando la verdad en amor, les explico que uno no se puede convertir en cristiano sin arrepentimiento y sin fe en el Señor Jesucristo (Hch. 20:21).

Muchos creen en un Evangelio falsificado

¿Qué acerca de aquellos que dicen que tienen fe en Jesús pero que no muestran ninguna evidencia de una vida cambiada? Todos ellos pueden creer en el Jesús histórico que vivió hace 2000 años, pero pocos de ellos creen lo que Él enseñó, lo que promete, lo que ordena, lo que consumó y lo que ahora está haciendo. Pueden ser víctimas de un evangelio falsificado, una versión adulterada que es ofrecida por un dios de amor genérico. Este evangelio ofrece un “seguro contra incendios” sin ningún llamado al arrepentimiento (Lc. 24:47). Es un evangelio de gracia barata que fracasa en instruir a las personas a decir “no” a la impiedad y a los deseos mundanos (Tito 2:12).

El otro evangelio falsificado que engaña a las personas es el asesino de la gracia, el evangelio de obras. Inicialmente introducido por los judaizantes, este evangelio nulifica la gracia de Dios al añadir requisitos para la salvación tales como la circuncisión, el bautismo, los sacramentos, las buenas obras, el guardar la ley, la penitencia o las indulgencias (Gál. 1:6-9).

Si no confrontamos amorosamente a las víctimas del evangelismo antibíblico y de evangelios falsificados, un día podrían oír las palabras más aterradoras que alguien puede alguna vez escuchar cuando Jesús diga: “Nunca os conocí, apartaos de Mí”. Estas horrorosas palabras serán escuchadas por muchos cristianos profesantes en el día final (Mt. 7:22-23).

Dos formas de probar la Fe

Aquellos que quieren probar su fe ahora, antes de que sea demasiado tarde, pueden hacerlo de dos maneras – objetivamente y subjetivamente. La prueba objetiva es ésta: ¿Ha creído usted las verdades objetivas de la Palabra de Dios? Pablo escribió: “Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo” (Ef. 1:13). La Palabra de Dios es nuestra autoridad suprema para conocer la verdad objetiva. Debemos creer en el Evangelio eterno tal como está revelado en la Escritura. Hoy es el mismo Evangelio que el de hace 6000 años. El Evangelio de hoy es el mismo que el de hace 6000 años.

La prueba subjetiva hace la pregunta: ¿Hay alguna evidencia de fe salvadora? La fe genuina produce buenas obras, pero la fe sin obras está muerta (Ef. 2:10; Stg. 2:17). Esta segunda prueba es subjetiva, ya que existen diferentes niveles de madurez y crecimiento mientras los creyentes caminan con Cristo. Los nuevos bebés en Cristo pueden no mostrar tanta evidencia como aquellos que han caminado con Él durante muchos años. Cuando al principio nacemos en la familia de Dios, no nos parecemos en nada a Su Hijo. Pero, a medida que crecemos en la gracia y el conocimiento de Dios, por medio del poder del Espíritu Santo, somos conformados a la imagen de Cristo. Esto también lo miramos en el plano físico. Cuando un bebé nace, podría no parecerse a sus padres. Pero, a medida que crece, empieza a tomar las características físicas de sus padres.

El apóstol Juan nos da un retrato de cómo se miran los hijos de Dios en su primera epístola. Aquellos que son nacidos de Dios son adoptados en Su familia eterna para andar en la luz (1:6-7); guardan Sus mandamientos (2:3-5); no aman al sistema mundial (2:15); anhelan el regreso de Cristo para que puedan ser como Él (3:2-3); viven para agradarle y evitan pecar (3:7-8); aman a Sus otros hijos (3:14) y usan la doctrina apostólica para el discernimiento (4:6). Cada uno de nosotros debe determinar si ésta es una imagen de cómo nos vemos.

Dos clases de Fe

La prueba de la fe de uno es vital ya que la Biblia habla de dos clases de fe – una “fe dada por Dios, sobrenatural y salvadora” y una fe “muerta” que se encuentra en el hombre natural no convertido. Pablo escribió de personas que creyeron en vano debido a que no se aferraban a la enseñanza apostólica (1 Cor. 15:2). Jesús habló de otros que creyeron por las razones equivocadas (Juan 2:23).

La fe muerta está limitada a lo que el hombre natural puede comprender sin la ayuda divina debido a que sido cegado por Satanás y no puede ver la luz del Evangelio (2 Cor. 4:4). Ésa es la razón por la que Pablo escribió: “Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Cor. 2:5).

La fe dada por Dios se inicia en la voluntad de Dios y es un regalo dado por el Padre de arriba (Fil. 1:29; Stg. 1:17). Será perfeccionada por el Hijo de Dios mientras el recipiente se conforma a la Palabra de Dios. Jesús es el Autor y Perfeccionador de esta fe, que es la certeza de lo que se espera y la convicción de las cosas que no se ven (Heb. 11:1, 12:2).

Los que tienen la fe dada por Dios entran por la puerta estrecha trayendo nada más que sus pecados a la cruz (Mt. 7:13). Los que tienen la fe muerta entran por la puerta ancha trayendo sus sucios trapos de justicia (Mt. 7:14).

Los que tienen la fe dada por Dios la demuestran dando mucho frutos para la gloria de Dios (Juan 15:8). Los que tienen la fe muerta la demuestran dando malos frutos para su propia gloria (Mt. 7:15-17).

Los que tienen la fe dada por Dios desean probar y prueban su fe con la Escritura sola (2 Cor. 13:5). Los que tienen la fe muerta prueban su fe con enseñanzas denominacionales y tradiciones del hombre (Juan 12:42-43; Hch. 15:5-10).

Los que tienen la fe dada por Dios habitualmente no escucharán o seguirán a un falso maestro (Juan 10:5-8). Los que tienen la fe muerta habitualmente no seguirá a un verdadero maestro (Juan 10:19).

Los que tienen la fe dada por Dios confían en el poder de Dios para guardarlos y protegerlos (1 P. 1:5). Los que tienen la fe muerta confían en su propio poder para guardarlos de apostatar.

La fe muerta sólo toca el intelecto. La fe dada por Dios involucra a la persona entera. La mente entiende, el corazón desea y la volunta actúa sobre la Palabra de Dios.

Para concluir, existen muchas preguntas minuciosas que podemos hacer a aquellos que desean probar su fe. ¿Ha renunciado a toda forma falsa que se opone al Evangelio de la gracia? ¿Vive en acción de gracia y alabanza por haber sido escogido y adoptado en la familia eterna de Dios? ¿Demuestra ser un discípulo de Cristo al permanecer en Su Palabra? ¿Se disciplina usted mismo para la piedad? ¿Saben sus amigos, vecinos y compañeros de labores que Jesucristo es su Señor y Salvador? ¿Tiene el deseo de compartir a Jesucristo con otros o se avergüenza de Su Evangelio?

Los hijos de Dios sabrán que le pertenecen a Él, porque “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16). El Espíritu hace esto por medio de las Escrituras que Él inspiró. ¡Todos los hijos de Dios confían en Su Palabra!

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (
endefensadelafe.org)

Original article:
¿Does the Christian Church need to be evangelized?


Proclaiming the Gospel Ministries (
pro-gospel.org)

lunes, 26 de julio de 2010

Tres errores comunes de los falsos maestros



Puesto que ahora estamos viviendo en la era de la tolerancia religiosa y la unidad ecuménica, hay algunas personas que inmediatamente llamarán a este artículo insensible y divisionista. Otros preguntarán, “¿Qué derecho tiene para juzgar a otra religión?” La respuesta es dada en las Escrituras. Todas las personas temerosas de Dios están llamadas a hacer juicios justos, juicios que ya han sido establecidos por los principios objetivos de la Palabra de Dios (Jn. 7:24). Puede ser que no haya algo más importante que advertir a las personas que están siendo engañadas acerca de su destino eterno. Si no las confrontamos amorosamente con el Evangelio de Dios, podrían no saber nunca cómo escapar del fuego eterno del castigo de Dios. Claramente, la cosa más insensible que podemos hacer es ignorarlas y dejarlas continuar el camino hacia la destrucción. Por esta razón, siempre estoy dispuesto a ofender a las personas con la ofensa y la exclusividad del Evangelio, con la esperanza que Dios pueda conceder a algunas de ellas el arrepentimiento que conduce al conocimiento de la verdad (2 Tim. 2:25). Veamos tres errores fatales de los falsos profetas y cómo manejarlos.

1. Los falsos maestros usurpan la autoridad de Dios

La suprema autoridad de la Biblia está establecida por su origen divino y su inspiración (2 P. 1:21). Es la infalible Palabra de Dios, y cumplirá el propósito de Dios (Is. 55:11). Es el fundamento mismo sobre el cual descansan todas las verdades cristianas. Para los seguidores del Señor Jesucristo, la Biblia es la corte final de apelación en todos los asuntos pertenecientes a la fe y la piedad. “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16). La autoridad divina de las Escrituras corrige y refuta toda falsa enseñanza porque no hay autoridad superior o fuente infalible a la cual apelar. Es la Palabra de Dios, y Dios no puede mentir, no puede romper Su promesa y no puede engañar.

Las personas caen en error y pecado graves cuando exaltan su propia autoridad sobre la autoridad de Dios o cuando suprimen la verdad de la Palabra de Dios para promover sus propias agendas autocomplacientes. La religión Católica Romana ha hecho esto al establecer que sus tradiciones y enseñanzas son iguales en autoridad con la Escritura (Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], par. 82). De este modo, ha usurpado la autoridad suprema de nuestro soberano Dios, el único que tiene el derecho para regir y determinar los destinos eternos de los hombres. Este error fatal ha abierto las compuertas a otras numerosas herejías mortales, incluyendo: la predicación de otro evangelio, la adoración a un falso Jesús, la compra y venta de la gracia de Dios por medio de indulgencias, la creación de un lugar ficticio llamado purgatorio, el establecimiento de otros mediadores y las oraciones a y por los muertos. Estos errores son fatales porque cualquiera que los esté abrazando, cuando respire su último aliento, experimentará la muerte eterna.

A los católicos que están siendo engañados por estos errores fatales debe decírseles que el mundo ha conocido sólo un maestro infalible. El es el Señor Jesucristo, quien era la personificación de la verdad y cada palabra que El habló era verdad (Jn. 14:6; 17:17). Aquéllos que están buscando la verdad necesitan mirar sólo a Cristo y Su Palabra. La religión Católica se ha corrompido en la misma forma que el Judaísmo se corrompió – siguiendo las tradiciones de los hombres en lugar de la Palabra de Dios (Mr. 7:13). Los fariseos enseñaron mucha verdad, pero al mezclarla con el error, “invalidaron la palabra de Dios”. Nunca debemos olvidar que la Biblia es lo que Dios dice y la religión es lo que el hombre dice que Dios dice.

2. Los falsos maestros distorsionan la Persona de Cristo

Jesucristo es el hombre perfecto de Dios y el Dios perfecto del hombre. El es el Sumo Sacerdote perfecto que se ofreció a Sí mismo – el sacrificio perfecto – una vez por los pecados de Su pueblo. Esta única ofrenda por el pecado ha perfeccionado para siempre a los santos (Heb. 10:14). Por esta razón no hay más ofrendas por el pecado (Heb. 10:18). La deuda eterna del pecado del creyente fue pagada en su totalidad y su redención fue asegurada cuando Dios levantó a Jesucristo de entre los muertos (Ro. 4:25). ¿Habría falsos maestros que negarían esto y se robarían la gloria y el honor de nuestro Salvador?

Sí, Pablo incluso nos advirtió que algunos vendrían predicando a otro Jesús. Ellos ofrecerán un Jesús falso “al quien nosotros (los apóstoles) no hemos predicado” (2 Cor. 11:4). Muchos de estos falsos maestros son Católicos Romanos que predican un “Jesús” que no salva a los pecadores completamente y para siempre. Ellos dicen que los Católicos deben hacer su parte expiando y haciendo satisfacción por sus propios pecados por medio de las penitencias (CIC, 1459). De esta forma, alcanzan su propia salvación por medio de buenas obras (CIC, 1477). El Jesús católico ofrece vida condicional, no vida eterna (CIC, 1035). Se dice que este falso Cristo regresa físicamente a los altares católicos más de 200,000 veces cada día para ser una ofrenda por el pecado por los vivos y los muertos (CIC, 1367).

Los católicos deben ser advertidos de las consecuencias de no conocer y de no creer al verdadero Jesús. Esto fue aclarado por Jesús cuando dijo: “si no creéis que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis" (Jn. 8:24). Siempre que la religión rechaza la autoridad de Dios, crea “otro Jesús”, lo cual conduce a “otro evangelio”. ¿Por qué? Porque siempre que se niega la suficiencia de Cristo, se debe elaborar otro evangelio para instruir a las personas lo que deben hacer para ser salvas.

3. Los falsos maestros pervierten el Evangelio de Cristo

El Evangelio es la gozosa proclamación de la obra redentora de Dios por medio de Jesucristo, quien salva a Su pueblo del castigo, poder y, finalmente, la presencia del pecado. Es el único mensaje de redención y el mismo mensaje para cada generación (Ef. 4:4-6; Ap. 14:6). Dado que el Evangelio es acerca de un Salvador, es exclusivo y, por lo tanto, declara que todas las otras fe y religiones son falsas (Jn. 14:6; Mt. 7:13-14). Este glorioso Evangelio declara que la salvación es totalmente de gracia y que aquéllos que le añaden cualquier cosa se encuentra condenados (Gá. 1:6-9). No es de extrañar que la perversión más popular del Evangelio es la mentira fatal que las buenas obras o la rectitud inherente son necesarias para apaciguar a un Dios santo. Cada religión en el mundo perpetúa esta mentira del diablo. Sin embargo, la mentira más antigua y más letal de Satanás es, “ciertamente no morirás” (Gn. 3:4). Esta mentira todavía se propaga en el catolicismo (CIC, 1863).

¿Por qué querría cualquier líder religioso distorsionar el glorioso Evangelio de gracia? La razón principal es controlar a las personas manteniéndolas cautivas en esclavitud legalista. Es por esta razón que el Señor Jesús dio la marca de un verdadero discípulo. El dijo, “Si vosotros permaneciereis en Mi palabra… y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:31-32). Las personas en esclavitud religiosa sólo pueden ser puestas en libertad cuando vienen a un conocimiento de la verdad que se halla en la Escritura.

El catolicismo romano no está solo en pervertir el Evangelio de Dios. Hay muchos cultos y sectas protestantes que hacen lo mismo. El Catolicismo, sin embargo, no sólo engaña a su pueblo con un falso evangelio, sino que tontamente condena a aquéllos que creen el verdadero Evangelio. Más de 100 condenaciones del Concilio de Trento son pronunciadas sobre los cristianos que creen que el Señor Jesús es suficiente para salvar a los pecadores completamente y para siempre. El “evangelio” católico enfatiza lo que el hombre debe HACER para ser salvo, en lugar de lo que Cristo ha HECHO. Esto incluye la necesidad de hacer buenas obras (CIC, 2016), recibir los sacramentos (1129), asistir a misas meritorias (1405), guardar la ley (2068), comprar indulgencias (1498) y el purgatorio (1030).

Los falsos maestros deben ser confrontados

Nunca debemos dejar que el error doctrinal siga sin cesar, porque deshonra a Dios y engaña a los desprevenidos. El error doctrinal profana la conciencia, corrompe el corazón y destruye el alma. De acuerdo con las Escrituras, lo que fluye de los labios de falsos maestros incluye: “doctrinas extrañas”, “mandamientos de hombres”, “doctrinas de demonios”, “herejías condenables”, “tradiciones de hombres”, “mentiras”, “falsedad”, “mentiras vanas” y “filosofías engañosas”. Los labios mentirosos son una abominación al Señor en todo tiempo y en todos los casos (Prov. 12:22). Conociendo el fruto de los falsos maestros, debemos contender encarecidamente contra ellos. Pedro y Pablo dijeron que los falsos maestros provocan que los creyentes caigan de su firmeza y pura devoción a Cristo (2 P. 3:17; 2 Cor. 11:3). Ellos no están de acuerdo con las palabras de Jesús y traen fricción constante dentro de la Iglesia (1 Tim. 6:4-5). Ellos dan lugar a la especulación y discusiones infructuosas que obstaculizan los propósitos de Dios (1 Tim. 1:4-6).

Muchos que profesan a Cristo ya no están abrazando la sana doctrina porque quieren que les hagan cosquillas a sus oídos y están buscando maestros que harán justamente eso (2 Tim. 4:2). Usando la Palabra de Dios, debemos estar listos para reprobar, refutar y exhortar con mucha paciencia e instrucción. Aquéllos a quienes se les ha confiado la verdad deben adoptar una postura contra aquéllos que intentan desviar a los hombres. Aun cuando Pedro no fue franco acerca de la verdad del Evangelio, Pablo lo enfrentó en su cara y le reprendió duramente (Gál. 2:11-14). Judas nos exhortó a “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Aquéllos que rehúsan defender la verdad de Dios están demostrando su falta de pasión por la verdad. Debemos amar la verdad y odiar todo camino falso (Sal. 119:104). Nunca seamos intimidados por los falsos maestros porque “el temor del hombre pondrá lazo” (Prov. 29:25).

La Batalla por la Verdad

Seamos conscientes de las palabras de A. W. Tozer, quien escribió: “Tan hábil es el error imitando la verdad que los dos están constantemente siendo confundidos el uno con el otro. Es, por lo tanto, sumamente importante que el Cristiano aproveche todas las ventajas de cada provisión que Dios ha hecho para salvarlo del engaño – oración, fe, meditación constante de las Escrituras, obediencia, humildad y la iluminación del Espíritu Santo" (Ese Cristiano Increíble).


Necesitamos pedirle a Dios valor y firmeza mientras dependemos del poder de Su Palabra. Que todos seamos más como los apóstoles que fueron fuertes, firmes, audaces, dogmáticos, no complacientes del error, valientes, intolerantes con el pecado, inflexibles con respecto al Evangelio, controversiales, dispuestos a morir por la verdad y totalmente dedicados a Cristo. Ya no debemos más ser niños, arrojados de aquí y allá por las olas y llevados por estratagemas de hombres, que usan con astucia las artimañas del error (Ef. 4:14). Durante estos tiempos de gran engaño, el Cuerpo de Cristo debe responder con una cosmovisión teológica y bíblica que defienda la gloria y el honor de nuestro Señor Jesucristo. Debemos proteger la pureza de Su Evangelio por el bien de Sus escogidos.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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