jueves, 6 de febrero de 2020

Un Modelo para el Discipulado Balanceado

Por Dr. Charles C. Bing



Los cristianos están de acuerdo en que Jesús nos mandó a hacer discípulos en Mt. 28:18-20. Pero hacer discípulos tiene diferentes significados para diferentes personas. ¿Cómo podemos saber cuándo hemos hecho un discípulo? ¿Es alguien que ha pasado un curso o una serie de cursos de discipulado? ¿Es alguien que ha aprendido la doctrina bíblica? ¿O hemos hecho un discípulo cuando le enseñamos a alguien a tener un tiempo de meditación o devocional?

Una encuesta de los programas de discipulado, cursos, y libros demuestra las diferentes opiniones acerca de lo que significa hacer discípulos. Algunos nunca clarifican lo que están tratando de producir, y rápido se vuelve evidente que existen diferentes maneras de llegar allí. Algún material está altamente orientado hacia el conocimiento de la doctrina o de la Biblia. Otros escogen un enfoque hacia hábitos de disciplina como orar, estudio bíblico, y evangelismo. Aun así, otros materiales se pueden enfocar en las relaciones o en el carácter.

Un elemento que parece faltar consistentemente en los materiales de discipulado es una adecuada motivación. Tal vez ésta es la razón por la que muchos que pasan los cursos de discipulado fallan cuando tratan de cumplir con su compromiso. Jesús le puso un gran precio al discipulado. Los discípulos deben estar motivados a pagar el precio. Cuando Jesús explicaba acerca del discipulado, Él constantemente hablaba de bendiciones, consolaciones, recompensas, y significado eterno. Un discípulo verdaderamente motivado va a vencer todos los obstáculos para aprender la doctrina y la Biblia, va a hacer las disciplinas necesarias, y va a desarrollar las relaciones necesarias.

Aquí es donde entra la gracia. La gracia de Dios que nos da la salvación es la motivación para seguir a Cristo como discípulos. Tristemente, muchos o la mayoría de los materiales parecen omitir una aplicación constante de las bendiciones de la gracia para la vida y crecimiento del cristiano. Sin embargo, Jesús incorporó la gracia en Sus enseñanzas de discipulado como una motivación. Él habló de las recompensas temporales y eternas, una rendición de cuenta en el futuro para nuestras obras (en el Tribunal de Cristo), y un significado eterno (Mt. 10:37-39; 16:24-27; Mr. 10:28-31; Lc. 9:23-26; Jn. 8:31-32).

Para hacer un discípulo, debemos empezar pensando en el final. En Mt. 10:25, Jesús dice, “Bástale al discípulo ser como su maestro”. Nuestro objetivo debe ser hacer que el discípulo se parezca a Cristo. Los programas de discipulado, cursos, o materiales deben producir un seguidor de Cristo comprometido, quien está cimentado en la gracia, y por lo tanto, está motivado a crecer en las características de un discípulo como lo enseñó nuestro Señor.

Con eso en mente, aquí hay un modelo de cuatro partes para un discipulado balanceado:

1. ¿En qué quiere Dios que yo me convierta? Esto involucra una transformación mientras el discípulo se hace más como Jesús en su carácter interior.

2. ¿Qué es lo que Dios quiere que conozca? La información que se provee en forma de doctrina y el conocimiento de la Biblia son necesarios para vivir una vida piadosa.

3. ¿Qué es lo que Dios quiere que haga? No podemos tener un verdadero discipulado sin disciplina, aunque podemos tener disciplina sin discipulado. El enfoque aquí es en la aplicación de la verdad en la vida y el comportamiento.

4. ¿Qué es lo que Dios quiere que disfrute? Aquí está la motivación para el discipulado continuo mientras el discípulo obtiene una perspectiva eternal a través de la apreciación de la gracia de Dios.

Conclusión

El discipulado es más que conocimiento. Es más que hacer. Es conocimiento, y hacer, y ser por las razones correctas. Esas razones son la respuesta del cristiano a la gracia de Dios. Sabemos que estamos produciendo discípulos de Cristo cuando vemos gente balanceada en la apariencia de Cristo a través de la transformación, la información, la aplicación, y la motivación. Tal discípulo va a producir discípulos similares.


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