El 14 de septiembre del 2008, Ehud Olmert, en un intento por pronunciar unas últimas palabras antes de que la puerta de la oficina de Primer Ministro se cerrara de golpe detrás de él, sugirió que la noción de un Gran Israel (enlace en inglés) ya no existe. Cuatro días más tarde, en una exhibición de supremacía, el Presidente con mentalidad apocalíptica de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, declaró que la idea de un "menor Israel (enlace en inglés) también ha expirado”.
¿Qué quieren decir por Gran o menor Israel?
Para poner todo esto en perspectiva, Israel se asienta hoy sobre aproximadamente 8,000 a 9,000 millas cuadradas del Medio Oriente. Esto hace al moderno estado judío comparativo en tamaño a Nueva Jersey, que está establecido en tan sólo 7,417 millas cuadradas de suelo Americano.
Contraste esto con hace casi un siglo, después de la I Guerra Mundial, en 1917, cuando la comunidad internacional tenía un plan llamado la Declaración Balfour (enlace en inglés) sobre la mesa de negociaciones, que presentó al pueblo judío, que había estado sin una patria por cerca de 1,847 años, una enorme propuesta de bienes raíces. Esta oferta dedicó aproximadamente 46,000 millas cuadradas, extendiéndose desde el Mar Mediterráneo hacia el Este del Río Éufrates, que cursa a través de los modernos Irak y Siria.
La historia nos dice que la propuesta de Lord Balfourd se encontró con oposición firme, pues los líderes árabes en la posible región afectada le recordaron de inmediato a los franceses y a los británicos su deuda con ellos por ayudarlos en la derrota del Imperio Otomano, que había gobernado el gallinero del Medio Oriente entre 1517 y 1917.
Es por eso que en 1947, después de que Hitler había anulado casi exitosamente la necesidad de cualquier propuesta más para un Estado judío, las Naciones Unidas aprobaron la resolución 181, el "Plan de Partición" (enlace en inglés), que redujo el alcance del Estado judío a su comparable tamaño actual. Para disgusto israelí, y para sorpresa de nadie, este intento internacional para alentar una patria judía en la infame Tierra Santa, se ha enfrentado con el continuo rechazo árabe desde su inicio.
Sin importar cuán pequeño o grande usted mida a Israel, de acuerdo con la profecía bíblica, el Israel de hoy no es más que un simple fragmento del Estado judío de mañana. Génesis 15:18 nos informa que hace 4,000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Éufrates fue legado al patriarca hebreo Abraham. De acuerdo con numerosos pasajes posteriores de Génesis, esta Tierra Prometida fue transferida después a través de su hijo Isaac, a su nieto Jacob, y a las manos de todos sus descendientes, que son el pueblo judío de hoy.
En ningún momento en la historia hebrea, el pueblo judío ocupó alguna vez la totalidad de esta tierra, causando que muchos eruditos de la Biblia enseñen hoy que una época futura debe estar en el horizonte, en la cual los descendientes de Abraham harán su reclamo final de toda esta Tierra Prometida. Dado que los Estados árabes de Siria, Jordania, Arabia Saudita, Egipto y Líbano poseen actualmente la mayor parte de esta tierra, parecería como si algunos eventos importante geopolíticos necesitarían ocurrir en el Medio Oriente, que servirían para entregar este suelo árabe a la soberanía judía.
Para complicar más la ecuación escatológica de los tiempos del fin, Salmo 83 (enlace en inglés) nos dice que Israel está a punto de ser empujado involuntariamente a una grave guerra regional con estas poblaciones árabes circundantes. Escrituras conexas sugieren que Israel saldrá victorioso, explotará los despojos de guerra, confiscará porciones considerables de territorio árabe y se convertirá en una de las naciones más ricas del mundo.
En mi libro recientemente publicado, “Isralestine, The Ancient Blueprints of the Future Middle East” (Isralestina: Los Planos Antiguos del Futuro Medio Oriente), detallo este cercano evento del Salmo 83 que cambiará al mundo. Sin embargo, la historia de los últimos días se extiende desde ahí y, al parecer, la nación de Israel lo hace junto a ella.
En el periodo posterior a la guerra árabe – israelí del Salmo 83, Rusia está prevista a formar una alianza con un Irán equipado con armas nucleares y con otras siete importantes poblaciones del mundo, y a invadir a Israel en esta próxima condición de “Grande”. Debido a las poderosas relaciones nacionales sin precedentes existentes hoy entre Rusia y Irán, eruditos de la profecía bíblica como Joel Rosenberg, un autor cristiano best-seller, y muchos otros están animando a sus audiencias a mantener sus Biblias abiertas en Ezequiel 38 y 39, y sus ojos centrados en CNN y/o WorldNetDaily 24/7, ya que este evento profético también parece estar listo a ocurrir.
Marchando más allá de todo lo antes dicho, el asunto final que preside en el calendario de los tiempos del fin es el llamado pacto falso de siete años establecido entre Israel y el Anticristo, descrito en Daniel 9:27 e Isaías 28:15,18. Durante 60 años, desde la creación del Estado judío en 1948, la mayoría de los eruditos cristianos han enseñado que este instrumento se convierte en el pacto político que finalmente trae la paz al Medio Oriente entre los palestinos y los judíos. El tema de esta enseñanza ha sido que Israel necesitará protección de los árabes, de forma específica, y de antisemitismo mundial, de forma general. A la luz de los acontecimientos descritos anteriormente, parece que esta teoría necesita ser reevaluada.
Israel está destinado para la grandeza y supuestamente alcanzará la paz militarmente en lugar de políticamente. La miopía de muchos líderes actuales del mundo y de la Iglesia, que siguen mirando a Israel a través del lente limitado del actual Estado judío, ha conducido a conclusiones extremadamente cuestionables y potencialmente dañinas. En caso de que los eventos proféticos anteriores ocurrieran tal como están arriba secuenciados, para el momento en que la Bestia Anticristo de Apocalipsis 13 llegue al escenario mundial, Israel no necesitará necesariamente protección del mundo; sino que el mundo poseerá probablemente un verdadero temor divino de un Gran Israel.
Israel está a punto de conquistar a sus sangrientos y jurados enemigos árabes y en el proceso continúa no sólo poseyendo su avanzado armamento militar, sino que además adquiere los arsenales de armas de los derrotados árabes. Luego, pisando los talones de la guerra árabe-israelí, el consorcio ruso-iraní cae supuestamente en amarga derrota a través de la mano divina del Jehová de los judíos, según Ezequiel 39:1-6. A menos que todas estas poderosas afirmaciones proféticas resulten ser un producto de la imaginación de un cuento de hadas, el Israel del que Ehud Olmert y Mahmoud Admadinejad hablaron en septiembre (del 2008), no permanecerá en ninguna manera en tal condición de “menor”.
Teniendo en cuenta el hecho de que las poblaciones árabes del Salmo 83, que incluyen a sus compañeros terroristas, Hezbolá, Hamás y Al-Qaeda, están todas actualmente armadas y peligrosas, unido con el entendimiento de que la mayoría de estos pueblos todavía ni siquiera reconocen el derecho de Israel a existir; quizás sería conveniente para la humanidad dejar de mirar a través de los lentes limitados de menor Israel.
Los intentos fracasados de la política internacional para lograr una paz duradera en el Medio Oriente, han ascendido a nada más que a grandiosas esperanzas de negociar un acuerdo de bienes raíces en la Tierra Prometida no apoyado bíblicamente. Mientras más duro intenta el mundo forzar al Estado judío a negociar con sus antiguos enemigos árabes, más rápido se encuentra a sí mismo en quiebra financiera.
En el horizonte cercano parece estar el surgimiento de un Gran Israel y, por lo tanto, podría ser el momento de sustituir la vista microscópica de Israel con la perspectiva telescópica más expansiva. Para todos los efectos, la Biblia predice que Israel poseerá la Tierra Prometida, y algún día cercano gobernará el gallinero del Medio Oriente.