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sábado, 20 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 3 (parte 1 de 2)

 ¿Es Alá el Padre Amoroso de la Biblia?

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice 

Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

Quizás la característica más sorprendente del Dios de la Biblia es que es un Padre amoroso y cariñoso que desea una relación íntima con sus hijos.

El concepto de la paternidad de Dios está presente a lo largo de toda la Biblia, y es uno de los aspectos más importantes de quién es Dios. Aunque su amor paternal y su cuidado por su pueblo Israel es evidente en el Antiguo Testamento, su paternidad se hace mucho más obvia en el Nuevo Testamento, especialmente en Su relación con Jesús.

Pero la paternidad de Dios no se limita sólo a Israel y a Jesús. En consecuencia, echemos un vistazo a la paternidad de Dios que se extiende a todos aquellos — gentiles y judíos — que ponen su fe en Jesús como su Señor y Salvador.

Yahvé como Padre en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, Dios es el Padre de la nación de Israel (Dt. 1:31 y 14:1; Isaías 63:16; 64:8). La paternidad amorosa, bondadosa y gentil de Dios hacia la nación de Israel quizás se revela mejor en las propias palabras de Dios en Oseas 11 (NTV):

1) Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo; 

2) pero cuanto más lo llamaba, más se alejaba de mí y ofrecía sacrificios a las imágenes de Baal y quemaba incienso a ídolos.

3) Yo mismo le enseñé a Israel a caminar, llevándolo de la mano; pero no sabe ni le importa que fui yo quien lo cuidó.

4) Guie a Israel con mis cuerdas de ternura y de amor. Quité el yugo de su cuello y yo mismo me incliné para alimentarlo.

Así, el Antiguo Testamento nos presenta a un Dios afectuoso y bondadoso que ha sido el Padre Celestial de la nación de Israel desde sus comienzos en los días de Abraham. Yahvé nunca ha sido un gobernante distante, sino que siempre ha sido un Padre amoroso y cariñoso que está muy interesado e involucrado en la vida de Su pueblo. Los siguientes versículos son una prueba más de la paternidad de Dios para su pueblo:

Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito (Éxodo 4:22-23).

¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová (Jeremías 31:20).

Éstas y otras palabras similares, y las acciones de Yahvé que las acompañan, nos muestran que Él realmente tiene un amor paternal por el pueblo judío. La profundidad y calidad de su paternidad supera con creces las palabras y acciones de todos los padres terrenales. No hay duda de que Dios en el Antiguo Testamento es un Padre muy afectuoso, preocupado e involucrado, y no un gobernante distante, indiferente y despótico.

Yahvé como Padre en el Nuevo Testamento

Después de observar la paternidad afectuosa de Dios en el Antiguo Testamento hacia el pueblo judío, como gentil no pude evitar envidiarlos y desear tener también un padre así. Deseaba que yo también pudiera ser contado como un hijo del Dios del universo. Deseaba que Dios también me amara, cuidara y guiara como Su hijo.

Además, estaba seguro de que éste sería no sólo mi anhelo, sino el anhelo de muchos gentiles a lo largo de generaciones y en todo el mundo de hoy. Como gentil, bajo la dispensación del Antiguo Testamento, probablemente nunca habría recibido el honor y el privilegio de convertirme en hijo de Dios.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento sucede algo asombroso. Jesucristo abre las puertas de la casa de Dios a todas las personas. Independientemente de su nacionalidad, género, edad, cultura y color, cualquier persona de cualquier lugar ahora puede convertirse en un hijo de Dios al creer en Jesús (Juan 1:12; 1 Juan 5:1).

La extensión de la paternidad de Dios a las personas no judías, y su adopción en la familia de Dios, es un aspecto maravilloso del Evangelio de Jesucristo. En otras palabras, la preocupación principal de la misión y el Evangelio de Jesucristo no es que las personas deban observar varias ordenanzas religiosas para asegurar su lugar en algún tipo de paraíso o cielo.

En cambio, la misión y el Evangelio de Jesús tienen un único objetivo principal — que las personas sean adoptadas como hijos e hijas de Dios en la familia de Dios. Los creyentes en Jesucristo son hijos adoptivos de Dios y, naturalmente, se refieren a Dios como su “Padre”, como se ve en las enseñanzas de Jesús a lo largo de Su “Sermón del Monte” (Mateo 5-7).

Estoy agradecido con Jesús por morir en la cruz por mí para que, como gentil, yo también pueda ser aceptado en la familia de Dios. Por lo tanto, ahora puedo acercarme a Dios y llamarlo “Abba, Padre”, tal como lo hizo Jesús (Marcos 14:36). Creo que una de las mejores explicaciones del proceso de adopción de los gentiles en la familia de Dios se encuentra en Efesios 2:

11) No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados “paganos incircuncisos” por los judíos. . . 

12) En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza, 

13) pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.

14) Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. 

15) Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. 

16) Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.

17) Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. 

18) Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.

19) Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios (NTV – énfasis agregado).

El Amor es la Característica de Yahvé y Su Familia

El pasaje anterior de Efesios 2 deja claro que los que creen y siguen a Jesucristo ya no son extranjeros ni esclavos, sino hijos e hijas de Yahvé, que son amados por Él. El amor es la característica más importante del Reino de Dios, como se muestra claramente en el gran poema de amor de Pablo en 1 Corintios 13. Además, Yahvé mismo es amor (1 Juan 4:7-21). Su trato con su pueblo está impulsado por su amor paternal y su cuidado por ellos (2 Co. 6:18; 1 Juan 3:1).

De la misma manera, lo que Yahvé espera de Sus hijos es el amor y no la esclavitud o la servidumbre resultante de la opresión. Primero, están llamados a amar a su Padre Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente (Mateo 22:36). En segundo lugar, se les instruye a amar a otras personas como se aman a sí mismos (Mateo 22:39). Yahvé espera que todas las acciones, actividades, devoción y adoración de Sus hijos sean impulsadas por su amor a Dios y a las personas en general.

Por lo tanto, con un gran nivel de confianza podemos decir que Yahvé es un Padre amoroso y cuidadoso para con Su pueblo. La paternidad es uno de los aspectos más prominentes de quién es Él. Tanto es así, que ni siquiera podemos imaginarlo de otra manera. Al mismo tiempo, podemos decir que aquellos que son adoptados por este Dios amoroso de la Biblia son verdaderamente bendecidos. No son llamados ni tratados como esclavos o ciudadanos de segunda clase en el Reino, sino que son llamados y tratados como hijos mismos de Dios.

No son vistos como trabajadores y luchadores prescindibles e inútiles, sino que son valorados como hijos e hijas. ¡Cuán bienaventurados son los adoptados por Yahvé!

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Haga clic en la siguiente imagen si desea adquirir el libro (por el momento disponible sólo en inglés)

Estimado lector: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.

jueves, 18 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 2 (parte 3 de 3)

 ¿Son Yahvé y Alá el mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

Trinitario versus Unitario

Como todos los cristianos creyentes en la Biblia reconocerían, el Dios de la Biblia es un Dios trinitario, lo que significa que Él es un Dios en tres personas distintas — Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque la palabra “trinidad” nunca se encuentra en la Biblia, el concepto de trinidad se extiende tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, haciendo de la Doctrina de la Trinidad una de las doctrinas más importantes del cristianismo. La Doctrina de la Trinidad se puede definir de la siguiente manera:

Dios existe eternamente como tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y cada persona es completamente Dios, y constituyen el único Dios.

Es una doctrina de vital importancia porque nos revela y nos enseña acerca de la naturaleza de Dios. Un teólogo del siglo XIX, Augustus H. Strong (1836-1921) hizo la siguiente observación: 

En la naturaleza del único Dios hay tres distinciones eternas, que se nos representan bajo la figura de personas, y estas tres son iguales. Esta triple personalidad de la Divinidad es exclusivamente una verdad de revelación. Está claramente, aunque no formalmente, dada a conocer en el Nuevo Testamento, y se pueden encontrar indicios de ella en el Antiguo. 

Como señala Strong, nuestro conocimiento y fe en la naturaleza trinitaria de Dios se basan únicamente en la autorrevelación específica de Dios tal como se registra en la Biblia.

En el Antiguo Testamento, el Dios de la Biblia se presenta como compuesto de más de una persona: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza...”. (Génesis 1:26). Otros ejemplos como éste se pueden encontrar en pasajes como Génesis 3:22 y 11:7, Isaías 6:8 y Salmos 45:6-7. Al mismo tiempo, Deuteronomio 6:4-5 afirma que las tres personas divinas son un solo Dios:

4) Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 

5) Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Entonces, el Antiguo Testamento revela progresivamente que el Dios de la Biblia consiste en tres personas en unidad, y Él es un solo Dios. 

En el Nuevo Testamento se nos presenta a las personas de Dios en la asombrosa escena que representa el bautismo de Jesús, que se registra en tres de los cuatro Evangelios. Como observa el teólogo Wayne Grudem, en este evento de bautismo somos testigos de que los tres miembros de la Trinidad están presentes en el mismo lugar, al mismo tiempo y realizan tres actividades diferentes:4

Dios el Padre está hablando desde el cielo; Dios el Hijo está siendo bautizado; y luego Dios el Padre le habla desde el cielo; y Dios el Espíritu Santo está descendiendo del cielo para descansar sobre Jesús y darle poder para Su ministerio.

Además, pasajes del Nuevo Testamento como Mateo 28:19, 2 Corintios 13:14 y Efesios 4:4-6 confirman las tres personas distintas de Dios en unidad.

Por lo tanto, podemos decir con seguridad que el Dios de Abraham es un solo Dios, que existe eternamente en tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Así, la naturaleza trinitaria de Dios es un absoluto en la revelación bíblica de Dios.

Basándonos en este hecho absoluto (verdad inmutable y atemporal) también podemos razonar con seguridad que, si el islam adorara al mismo Dios que el cristianismo, entonces el dios del islam tiene que ser un Dios en tres personas, al igual que el Dios del cristianismo. Si Alá no es trinitario como lo es Yahvé, entonces Alá no puede ser igual a Yahvé. Si Alá no es un Dios en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), entonces la palabra “Alá” no es el nombre árabe del Dios de Abraham, como algunos han estado afirmando.

El Dios Unitario del Islam

Examinemos ahora las enseñanzas formativas del islam para ver si Alá es trinitario como Yahvé. Primero, en el Corán, Alá afirma que él es un solo dios: “Vuestro Alá un Alá; no hay más Alá que Él, el Compasivo, el Misericordioso” (Corán 2:163, Pickthall).

Esta afirmación es muy similar a cómo Yahvé se presenta en el libro de Deuteronomio: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4).

Hasta el momento no parece haber ningún problema. Sin embargo, surge una gran inconsistencia cuando Alá niega rotundamente tener alguna asociación con Jesucristo y el Espíritu Santo en forma de una trinidad:

¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra . . . ¡Creed, pues, en Alá y en Sus enviados! ¡No digáis ‘Tres’! [Trinidad] ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él! Tener un hijo. . . (Corán 4:171; Sahih)

Este pasaje es entendido por los musulmanes como el rechazo de Alá a la trinidad bíblica, así como de la deidad de Cristo y el Espíritu Santo. Alá reclama deidad sólo para sí mismo. Por lo tanto, rechaza con vehemencia la Santísima Trinidad como una blasfemia contra sí mismo:

No creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el tercero de tres». No hay ningún otro dios que Dios Uno y, si no paran de decir eso, un castigo doloroso alcanzará a quienes de ellos no crean (Corán 5:73; Ali). 

Después de haber reclamado el trono de Dios para sí mismo y haber rechazado a la Santísima Trinidad, Alá habla de castigar severamente a aquellos que todavía continúan creyendo en la Santísima Trinidad o asocian a Alá con la Santísima Trinidad. En la teología islámica, el nombre de este gran pecado blasfemo es “shirk”.  El predicador y autor islámico, el Dr. Abu Ameenah Bilal Philips, define shirk de la siguiente manera: “Shirk significa literalmente asociación, compartir o asociarse, pero islámicamente se refiere al acto de asignar compañeros a Alá en cualquier forma que pueda tomar”. 

Según el Corán, el acto de shirk o asociar a Jesucristo y al Espíritu Santo con Alá, sería el pecado más atroz e imperdonable, como se ve en este versículo del Corán:

Alá no perdona que se Le asocie. Pero perdona lo menos grave a quien Él quiere. Quien asocia a Alá comete un gravísimo pecado (Corán 4:48; Shakir).

La Identidad de Jesús y el Espíritu Santo

Si Jesús y el Espíritu Santo no son miembros divinos de la Trinidad — ambos iguales a Dios el Padre, entonces, ¿quiénes son según el Corán?  

Trataremos en detalle el concepto que el islam tiene de Jesús en un capítulo posterior. Baste por el momento decir que Jesús es visto por los musulmanes como un líder espiritual que fue un mensajero de Alá y uno de sus muchos profetas (Sura 4:121 y Sura 5:75). En resumen, Jesús era un siervo de Alá (Sura 19:30). Eso significa que los musulmanes niegan la divinidad de Jesús — que Él es Dios hecho carne. 

La visión islámica del Espíritu Santo es similar a la de Jesús.  Los musulmanes niegan que el Espíritu Santo sea una persona divina que sea parte de la Trinidad. En cambio, afirman que Él es el Arcángel Gabriel (Jibril, en árabe). Y por lo tanto, consideran que el Espíritu Santo es simplemente un mensajero especial de Alá. De hecho, afirman que el Corán fue revelado por Alá a Mahoma por Gabriel (Sura 2:97). También es visto como un sostén especial de Jesús en su ministerio (Sura 12:87).

Entonces, para decirlo sucintamente, el islam ve a Jesús como un hombre ungido por Alá para ser su siervo. El Espíritu Santo es considerado como un ángel especial, que también está al servicio de Alá. Ninguno de los dos es considerado divino.

Conclusión

Alá quiere ser conocido y adorado como el Dios de la Biblia, pero no quiere ser asociado con el Dios de la Biblia.

Yahvé es un Dios trinitario — un Dios que existe eternamente en tres personas. La Biblia (tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento) revela progresivamente la naturaleza trinitaria de Yahvé. Él es un Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En contraste, Alá se autoproclama unitario. Fue introducido en la arena mundial 600 años después de que se completó la Biblia, y Mahoma afirmó que él era el único dios verdadero. También afirmó que Alá era el Dios de Abraham y el Dios de la Biblia.   

Sin embargo, mientras que Alá reclamó el trono de Dios para sí mismo, rechazó la naturaleza trinitaria de Dios como un pecado blasfemo imperdonable contra sí mismo. 

A la luz de esta gran inconsistencia sobre la naturaleza básica de Alá y Yahvé, y considerando la oposición y aversión de Alá a la Santísima Trinidad, ¿cómo podemos concluir que Alá y Yahvé son una y la misma deidad?       

Con base en el análisis anterior, la única conclusión razonable a la que podemos llegar es que Alá no es el Dios de la Biblia.  Si fuera el Dios de la Biblia, sería parte de la Santísima Trinidad y estaría en paz con esa revelación. En cambio, el Corán revela el odio absoluto de Alá hacia la Santísima Trinidad.

Pero la naturaleza trinitaria del Dios verdadero no es la única diferencia entre Alá y Yahvé. Procedamos a considerar las distintas personalidades de los dos.


Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 16 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 2 (parte 2 de 3)

 ¿Son Yahvé y Alá el mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu

La Reivindicación Islámica de Alá

Aquí es donde el dios del islam entra en nuestra discusión. La religión del islam afirma que su dios, Alá, es la misma deidad que el Dios de la Biblia. Por lo tanto, los musulmanes afirman que ellos, junto con cristianos y judíos, adoran al mismo Dios, que se llama Alá en el islam y Yahvé en la Biblia. ¿Es esta afirmación realmente cierta? ¿Todas estas religiones adoran al mismo Dios?

¿Podría ser posible que algunas cualidades generalmente reveladas del Dios verdadero   hayan sido atribuidas a Alá, elevándolo a la posición de dios? ¡Sí, es muy posible! De hecho, estas cualidades del Dios verdadero han sido asignadas a muchos dioses falsos desde los días de Adán y Eva. Así es como la humanidad tiene tantos dioses y religiones falsos.

La única manera en que uno puede encontrar al Dios verdadero es a través de la Biblia, porque sólo en la Biblia se da a conocer la identidad de Dios. Si Alá del islam es verdaderamente una y la misma persona que el Dios de la Biblia, entonces debe tener la misma identidad, las mismas características, los mismos deseos y planes que los de Yahvé.    

El Juego de Nombres

Antes de proceder a comparar a Alá y Yahvé, creo que debemos echar un vistazo al famoso (o mejor dicho, infame) “juego de nombres” que ha causado tanta confusión. Este juego es uno de los argumentos favoritos de los defensores de la herejía de que “musulmanes y cristianos adoran al mismo Dios”. Afirman que el Alá del Corán es el mismo dios que Yahvé de la Biblia.

En apoyo de este argumento, llaman la atención sobre el hecho de que en muchos países islámicos, los cristianos usan la palabra Alá en referencia a Yahvé. Por lo tanto, concluyen que Alá y Yahvé son uno y lo mismo y, por lo tanto, los musulmanes y los cristianos adoran al mismo Dios.

Aceptar tal afirmación y construir nuestras convicciones teológicas con respecto a la identidad de Dios basadas en este “reclamo del nombre” sería un acto irresponsable. Sería tan irresponsable como rendir homenaje e impuestos a un tal Sr. Joe Baden sólo porque tiene un nombre similar al del presidente Joe Biden. Las similitudes de palabras y nombres no pueden ni deben tener ningún peso teológico ni ninguna influencia en nuestra búsqueda para encontrar a Dios.

La verdad es que los nombres o las palabras pueden cambiar, escribirse mal o pronunciarse mal en diferentes lugares, generaciones e idiomas. Construir nuestra fe, y nuestra vida, sobre las conclusiones basadas en algún tipo de juego de nombres es, en el mejor de los casos, tan tonto como construir una casa con ladrillos de hielo en la playa.

Si realmente queremos saber quiénes son Alá y Yahvé, tenemos que profundizar y mirar mucho más allá de los nombres que están asociados con ellos en diferentes idiomas. Tenemos que examinar su historia, sus características, sus palabras y sus hechos.

Hechos Retorcidos

Este juego de nombres se basa en algunos hechos retorcidos, como muchas otras herejías. Es cierto que en muchos países predominantemente islámicos los cristianos usan las palabras Alá e Isa en referencia a Yahvé y Jesús.   Hay múltiples razones para esto, pero hay tres en particular que quiero enfatizar.

1) Persecución — Literalmente, en todos los países y comunidades predominantemente musulmanes, los cristianos son oprimidos, aterrorizados y perseguidos por sus vecinos musulmanes y por los gobiernos musulmanes. Esto no es un fenómeno nuevo. Siempre ha sido así desde los días de Mahoma.

Debido a esta persecución interminable, muchos cristianos en los países musulmanes se ven obligados a pasar a la clandestinidad. En otras palabras, en el exterior, se ven, actúan y hablan como lo hacen los musulmanes, pero secretamente conservan su fe en Jesucristo y adoran con otros creyentes clandestinos en la privacidad de sus hogares.  

Muchos de estos cristianos clandestinos usan deliberadamente las palabras Alá e Isa como un camuflaje. No pueden usar ninguna palabra como “Yahvé” y “Yeshúa”, ya que estas palabras revelarían su cristianismo y causarían una severa persecución para ellos y sus seres queridos. 

Por lo tanto, no es plausible ni teológicamente aceptable decir que los cristianos y los musulmanes adoran al mismo Dios, sólo porque algunos cristianos en los países musulmanes usan palabras islámicas en referencia a Dios.

2) Educación — Hay una falta de educación teológica sobre Yahvé entre los cristianos indígenas en los países musulmanes. Este problema es el resultado directo de casi 1,400 años de continua destrucción islámica, persecución y terrorismo dirigidos a cristianos y judíos en territorios que fueron invadidos y han sido gobernados por el islam.

Para finales del siglo IV, el Mar Mediterráneo, el mar más grande del mundo conocido, se parecía a un lago judeocristiano, rodeado de personas y civilizaciones que veneraban y adoraban al Dios de la Biblia. 

Sin embargo, cuando los ejércitos musulmanes comenzaron a invadir territorios cristianos en el siglo VII, intencional y sistemáticamente destruyeron todo lo que era judeocristiano, incluyendo las  iglesias, sinagogas,  escuelas, las bibliotecas  más magníficas e incluso los cementerios cristianos y judíos.

Todo esto se hizo para erradicar el cristianismo y el judaísmo y crear un gobierno totalitario del islam sobre las naciones. En la doctrina y práctica islámica, este devastador ataque islámico contra judíos y cristianos se llama “yihad”. Como explicó el Dr. Reagan en el capítulo inicial, los musulmanes deben librar la yihad (guerra) contra judíos y cristianos hasta que sean derrotados y subyugados a Alá y los gobernantes islámicos — o hasta que sean completamente erradicados.

Una vez que una civilización judeocristiana había sido invadida por ejércitos islámicos, los sobrevivientes podían continuar existiendo sólo convirtiéndose al islam, hablando árabe y olvidando su pasado judeocristiano. La única alternativa era vivir en “dhimmitud”, lo que significaba someterse a la opresión islámica pagando altos impuestos por sus vidas.

Su herencia judeocristiana fue erradicada, y como resultado, quedan pocos rastros de judaísmo y cristianismo en las naciones árabes del norte de África y Medio Oriente (incluida Turquía). Es por eso que las iglesias cristianas en estos países musulmanes sufren mucho por la falta de formación teológica adecuada y de un pensamiento crítico constructivo.

3) Idioma — Las limitaciones lingüísticas son otra razón por la cual los cristianos en los países musulmanes usan palabras árabes. Los ejércitos islámicos destruían iglesias, bibliotecas y centros de aprendizaje cuando invadían una ciudad cristiana.

La destrucción de la gran biblioteca de Alejandría por el ejército musulmán invasor en el siglo VII es sólo uno de muchos eventos de este tipo. La instrucción del califa Omar concerniente a la biblioteca al comandante del ejército musulmán que invadió Alejandría, revela la mentalidad islámica con respecto a los libros y bibliotecas de los no musulmanes. 

En cuanto a los libros que mencionaste, aquí está mi respuesta. Si su contenido está de acuerdo con el libro de Alá, podemos prescindir de ellos, porque en ese caso el libro de Alá es más que suficiente. Si, por otro lado, contienen materia que no está de acuerdo con el libro de Alá, no puede haber necesidad de preservarlos. Procede, pues, y destrúyelos.

El lenguaje bíblico se convirtió en una víctima de la destrucción a medida que los escritos bíblicos fueron destruidos. Además, los sobrevivientes tuvieron que abandonar el lenguaje, las creencias y las costumbres judeocristianas para sobrevivir. La única otra opción era pagar un fuerte impuesto jizyah cada año, que la mayoría no podía pagar.

Incluso aquellos que no negaron la fe en el Dios de la Biblia en condiciones tan terribles, fueron asimilados sistemática y gradualmente en el modo de vida, la cultura y el idioma islámicos durante muchos años. Es por eso que hoy, en los países musulmanes de todo el mundo, la presencia muy fuerte del idioma árabe, el código de vestimenta y la cosmovisión es innegable. Parece como si el islam fuera un arma política de Arabia Saudita. Cada nación que es “islamizada” se convierte en una colonia de Arabia Saudita. La ley, la cultura, el idioma, la ética y las creencias árabes son implementadas por la fuerza por los invasores musulmanes.

Cuando alguien en un país “islamizado” y “arabizado” se convierte al cristianismo, naturalmente se dirigirá a Dios en el único idioma que habla (árabe o la versión “arabizada” de su idioma nativo) usando las palabras árabes como Alá e Isa.  Las limitaciones lingüísticas de su contexto lo obligan a usar palabras islámicas (árabes). Él no conoce algo mejor. Incluso si lo supiera, aún no podría hacerlo mejor, porque vive bajo la persecución interminable de los musulmanes.

Vocabulario Occidental

Sin embargo, como ciudadanos cristianos de sociedades occidentales libres, debemos saber mejor y hacerlo mejor. Tenemos toda la libertad y fácil acceso a todos los datos bíblicos para aprender acerca de Dios y adorar a Dios libremente.  No tenemos excusa para confundir al Dios Santo de la Biblia con los falsos dioses y demonios de Satanás, ni siquiera en los niveles de nombres y semántica.

El Dios de la Biblia nos ha revelado muy claramente Su nombre, identidad y características en Su Palabra. Luego nos advirtió diciendo: “No habrá en ti dios ajeno, Ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy Jehová tu Dios . . .” (Salmos 81:9-10). Él presentó esta misma advertencia en Éxodo: “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es” (Éxodo 34:14).

Deuteronomio 6:13-15 contiene una advertencia aún más específica y terrible acerca de seguir dioses falsos:

13) A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre jurarás. 

14) No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; 

15) porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra.

Es nuestra responsabilidad dada por Dios estudiar, enseñar y predicar la autorrevelación específica de Dios (la Biblia), y también ayudar a nuestros hermanos y hermanas cristianos en tierras musulmanas a comprender y honrar las verdades bíblicas, a pesar de sus difíciles circunstancias. Es nuestro llamado a apreciar, salvaguardar y promover lo que Dios ha revelado en la Biblia.

Sin embargo, si nos dejamos llevar y engañar por las mismas mentiras que el islam impone a la fuerza a los cristianos en los países islámicos, ¿en qué nos diferenciamos de un soldado perezoso, irresponsable y cobarde que abandona su puesto y huye a la primera vista del enemigo?

En conclusión, este juego de nombres es una gran y fea mentira, producto del engaño, la destrucción y la persecución islámica contra la verdad bíblica y aquellos que creen en ella. Sí, algunos cristianos en países musulmanes usan las palabras islámicas “Alá” e “Isa” en referencia a Dios y Jesús, debido a la persecución, la falta de teología bíblica avanzada y las limitaciones lingüísticas. 

Sin embargo, su práctica no constituye una base teológica sólida para sugerir que Alá y Yahvé son el mismo Dios, o que Alá es el Dios de la Biblia.  En cambio, esta práctica de los cristianos en tierras musulmanas debería alentarnos a esforzarnos más en estudiar, enseñar y predicar la autorrevelación bíblica de Dios. 

Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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lunes, 15 de enero de 2024

Libro: Islam y Cristianismo – Capítulo 2 (parte 1 de 3)

 ¿Son Yahvé y Alá el mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan

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Nota: Este capítulo fue escrito por Marko Kiroglu.

Después de comparar el Alá del Corán y el Yahvé de la Biblia, debería resultar evidente que no podrían estar refiriéndose al mismo Dios. O el Alá musulmán es el Dios verdadero o el Yahvé cristiano es el Dios verdadero, o ninguno de los dos es verdadero. Como enseña la Ley de la No Contradicción, ambas cosas no pueden ser ciertas. Sin embargo, una cosa debe ser segura: El dios de Mahoma no puede ser el Padre de Jesús”. Daniel Janosik, profesor adjunto de Apologética; Universidad Internacional de Columbia, Carolina del Sur.

El mahometismo conquistó las partes más bellas de la tierra con la espada y las maldijo con la poligamia, la esclavitud, el despotismo y la desolación. El poder conmovedor de las misiones cristianas era el amor a Dios y al hombre; el poder motriz del islam era el fanatismo y la fuerza bruta”. — Philip Schaff, (1819-1893), teólogo e historiador de la iglesia protestante estadounidense, nacido en Suiza.

Hoy en día, cuando oímos hablar de “robo de identidad”, generalmente pensamos en una persona que roba o asume la identidad de otra persona con fines de explotación financiera. Junto con esto, también tendemos a pensar que éste es un tipo bastante nuevo de delito, perteneciente a nuestra Era de la Información.

Sin embargo, de hecho, el delito de robo de identidad es una forma de delito muy antigua. Además, no se limita en absoluto a los abusos financieros. Sus objetivos pueden ser mucho más amplios, y sus estrategias pueden ser mucho más complejas de lo que solemos pensar.  

Por lo tanto, me gustaría definir el robo de identidad como alguien que reclama la identidad de otra persona con el propósito de explotar, abusar e incluso destruir el nombre, la fama, la posición, las posesiones, las visiones, los planes y los sueños de la otra persona. En otras palabras, el robo de identidad es un crimen antiguo, donde un ladrón de identidad logra asumir de manera fraudulenta la identidad de su víctima para explotar y destruir todo lo que la víctima es y todo lo que tiene.

El Máximo Robo de Identidad

En las siguientes páginas, desenmascararé el intento de robo de identidad más atrevido y escalofriante de todos los tiempos — el intento de Alá de robar la identidad de Yahvé. Satanás ha ideado e implementado un ataque tan bien pensado y complejo, que de hecho ha hecho que millones de personas crean sus mentiras y lo adoren como dios en la forma del dios islámico llamado Alá.  

Hoy, en nuestra llamada Era de la Información, muchas personas en todo el mundo parecen estar más hipnotizadas y convencidas que nunca por los reclamos fraudulentos de Alá al trono de Yahvé (el Dios de la Biblia).

En consecuencia, la cosmovisión posmoderna políticamente correcta de nuestros tiempos sugiere que, dado que los musulmanes creen en un solo dios, al igual que los cristianos y los judíos, entonces el dios del islam, Alá, debe ser el mismo dios que el Dios del cristianismo y el judaísmo, es decir, Yahvé. Pero, ¿es eso cierto? ¿Son los nombres Alá y Yahvé simplemente nombres diferentes para el mismo Dios?

Tengo la intención de proporcionar respuestas bíblicas completas a estas preguntas. Mis respuestas se basarán en las autorrevelaciones de Yahvé y Alá tal como se presentan en sus respectivos textos religiosos, a saber, la Biblia y el Corán. Trataré de analizar comparativamente la naturaleza, el carácter, las palabras y los hechos de Alá con los de Yahvé y ver si coinciden.

Lo que hace que mi punto de vista sea único no es el alcance de mis investigaciones y descubrimientos, sino el hecho de que soy un ex musulmán que adoró a Alá durante muchos años.   

Los Musulmanes y Alá

 Como cristiano de origen musulmán, sé muy bien cuán sinceros y llenos de buena voluntad son la mayoría de los musulmanes. Su deseo de servir a Dios es algo que me ha fascinado muchas veces. Desafortunadamente, todos los musulmanes piensan que Alá es Dios, y por lo tanto ofrecen todo lo que tienen y todo lo que son para la adoración y el servicio de Alá.   

Por lo tanto, cuando pienso en los musulmanes, veo un grupo de personas que quieren conocer, amar y servir a Dios. Voy a mencionar cosas desagradables que algunos musulmanes han hecho en obediencia a las instrucciones de Alá.  Mi intención no es atacar o representar a los musulmanes como malas personas, sino mostrar cómo Alá ha abusado y utilizado a estas personas para llevar a cabo sus planes malvados.

De acuerdo con las enseñanzas de Yahvé a lo largo de la Biblia, entiendo y creo que los musulmanes, al igual que todas las demás personas, son creados por Yahvé a Su propia imagen, y Yahvé desea salvarlos, prosperarlos y bendecirlos con todas las bendiciones enumeradas en la Biblia.

Creo que Jesús los ama tanto, que, voluntariamente, dio su vida para salvarlos. De la misma manera, también amo a los musulmanes y oro por su salvación. Ruego que el verdadero Dios los bendiga con vida, paz, gozo y toda otra bendición.

Lo más importante es que oro para que Jesús se les revele a los musulmanes de todo el mundo, y que el Espíritu Santo los guíe gradualmente a una vida de fe en Jesucristo. También oro para que Jesucristo abra sus ojos y les ayude a encontrar la verdad.  Ruego para que cada musulmán que lea este libro sea bendecido por la verdad presentada en estas páginas, y sea guiado por el Espíritu Santo al Rey de reyes, el único y verdadero Salvador, Jesucristo. 

¿Podemos Encontrar a Dios?

Como seres humanos mortales, con nuestras propias habilidades, ¿podemos encontrar y llegar a conocer a Dios? ¡La respuesta a esta pregunta es un rotundo no! Si Dios no se revelara progresivamente a nosotros, nunca podríamos encontrarlo ni descubrir nada acerca de Él. Todo lo que sabemos y todo lo que podemos saber acerca de Dios es el resultado de Sus autorrevelaciones a nosotros. 

 Siempre ha sido la voluntad de Dios que lo   conozcamos y que tengamos una relación personal íntima con Él. Así, Dios se ha estado revelando a todas las personas de todas las generaciones   y naciones. Esta autorrevelación de Dios se presenta progresivamente en cuatro capas diferentes.

La Autorrevelación de Yahvé

1) Revelación Innata — Dios se revela   poniendo un misterioso “sentido interno”, o conocimiento de sí mismo en los corazones de todas las personas (Ro. 2:14-15). Esta primera capa de la autorrevelación de Dios ayuda a todas las personas a saber que fueron creadas por un Dios poderoso y que le pertenecen.

Este misterioso sentido o conocimiento interno trasciende todas las culturas. Las personas de todo el mundo tienen este sentido interno de un Dios Creador detrás de su existencia. No hace falta decir que muchas personas tratan de   ignorar o silenciar este sentido interno debido a su mentalidad secular o atea. Al mismo tiempo, muchos otros muestran este sentido interno adorando a los diversos dioses de sus respectivas religiones.

2) Revelación General — Dios revela más de Su poder, creatividad, soberanía, e incluso Su gloria, a todas las personas en todo el mundo a través de la Creación (Salmos 8:1-3; 19:1-2).  Los teólogos cristianos se refieren a esto como “la autorrevelación general de Dios”.

Esta segunda capa, como la anterior, también es dada por Dios a todas las personas en cada nación y generación. No importa quién seas ni dónde estés, con sólo observar la naturaleza tendrás evidencia de un Creador inteligente. Él es también el Sustentador de Su creación. En esa capacidad, Él sostiene las estrellas en los cielos y restringe las aguas de los océanos. 

En este nivel, Dios revela una gran cantidad de información sobre Su gloria, poder, creatividad y soberanía, pero no revela casi nada acerca de Su personalidad y cómo podemos acercarnos a Él. Para esta información debemos pasar a un nivel más profundo de autorrevelación que se llama “revelación específica”.

Por lo tanto, cualquier religión o llamada teología que se base en la primera y segunda capas de la autorrevelación de Dios (es decir, el “sentido interno” y la “autorrevelación general”) será, en el mejor de los casos, insuficiente y engañosa. En el peor de los casos, tales intentos religiosos serán utilizados por Satanás para producir y promover muchos dioses falsos, y llevar a muchas personas a la destrucción.

3) Revelación Específica — Dios ha revelado información muy específica y muy personal acerca de Sí mismo a través de los escritores de la Biblia ungidos por el Espíritu Santo. Esta tercera capa de la autorrevelación de Dios hace posible que las personas entren en una relación redentora y eterna con Él.

Esto se conoce como la “autorrevelación específica” de Dios, que es la única manera en que las personas pueden aprender la verdad acerca del único Dios verdadero y, al mismo tiempo, protegerse de las mentiras de las religiones falsas y los dioses falsos de Satanás.

Tenga en cuenta que la Biblia no es un libro ordinario, sino un milagro asombroso por sí mismo. Desde la primera letra hasta la última, toda la Biblia es inspirada por Dios y registrada por los autores que Dios escogió para esta gran tarea (2 Ti. 3:16). Fue escrita durante un período de más de 1,500 años, por más de 40 autores, en tres continentes (Asia, Europa y África) y en tres idiomas — hebreo, arameo y griego. 

Sin embargo, a pesar de un proceso de escritura tan largo por parte de tantos autores, en tantas generaciones, lugares e idiomas, la Biblia tiene una continuidad asombrosamente armoniosa. Esto se debe al hecho de que todo el   libro fue inspirado por el único Dios todopoderoso y soberano. 

Esta fascinante realidad hace de la Biblia un milagro viviente. Dios, en Su soberanía, ha orquestado y supervisado la escritura, preservación y traducción de la Biblia a la mayoría de los idiomas del mundo, para que todas las naciones puedan conocer e incluso entrar en una relación personal eterna con Él. 
 
Las revelaciones generales nos proporcionan algunas cualidades acerca de Dios, pero sólo la Biblia revela Su identidad. Por lo tanto, cualquier esfuerzo humano para encontrar y adorar al Dios verdadero tiene que basarse en la Biblia. Cualquier dios que no esté revelado en la Biblia no es el Dios verdadero.

4) Revelación Personal — Jesucristo es la capa final y el pináculo de la autorrevelación de Dios. Jesús mismo enfatizó esta verdad en Sus enseñanzas. Por ejemplo, en Juan 10:30 Él dijo: “Yo y el Padre uno somos”. Del mismo modo, en Juan 12:45 Él dijo: “El que me ve, ve al que me envió”.

Mientras que la Biblia es el único registro escrito de la revelación especial de Dios, Jesucristo es la única manera que Dios ha provisto para que lo conozcamos personalmente y lleguemos a Él. Así, a través de un estudio de la vida de Jesús, podemos concluir que Yahvé es un Dios de gracia, misericordia y bondad. También podemos determinar que Él es un Dios de santidad, rectitud y justicia. La vida de Jesús revela además que Yahvé es un Dios personal que está ansioso por bendecir a aquellos que han puesto su fe en Su Hijo.

Es imperativo que cualquier persona que desee conocer la verdad concerniente al Dios verdadero tenga que estudiar la Biblia responsablemente. Del mismo modo, cualquier persona que quiera alcanzar al Dios verdadero y entrar en una relación con Él tiene que pasar por Jesucristo. No hay otra manera. Jesús mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Como dije anteriormente, es absolutamente imposible para nosotros como humanos mortales, con nuestras habilidades limitadas, encontrar y conocer a Dios. Si Dios no se hubiera revelado progresivamente, nunca podríamos haberlo encontrado. Si Jesús nunca hubiera mostrado el   camino y muerto por nuestros pecados, nunca podríamos haber entrado en una relación con Dios el Padre. 

Lea la parte 2 aquí

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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sábado, 30 de diciembre de 2023

¿Deberían los Cristianos Apoyar a Israel?

Por Dr. Nathan E. Jones

Dios está cumpliendo hoy las promesas que se hicieron al pueblo judío hace miles de años. Estas promesas se basan en una serie de acuerdos legales, llamados pactos, hechos entre Dios y el pueblo judío, que se centran en la tierra de Israel.

El pacto fundamental — el Pacto Abrahámico — otorga el título de propiedad de la tierra de Israel a los descendientes del linaje de Abraham, Isaac y Jacob. Esta promesa incondicional, irrevocable y eterna fue literalmente sellada con sangre (Génesis 12:1-7; 13:14-18; 17:7; 1 Crónicas 16:17-18; Salmos 105:8-11; Romanos 9:4).

El Pacto de la Tierra de Dios promete que Israel un día se convertirá en la nación principal del mundo, es decir, siempre y cuando el pueblo judío permanezca obediente a Dios (Dt. 28:1, 13).

El Pacto Davídico promete un Rey eterno que descenderá del linaje del Rey David. Un día este Mesías gobernará sobre el mundo entero desde Jerusalén (2 Samuel 7:10-16).

Estos pactos son la razón por la que durante cientos de años, los cristianos han creído, sólo porque Dios lo dijo, que naturalmente debemos apoyar a la nación de Israel. Bueno, “¡No es así!”, dice un grupo particular de cristianos, cristianos que se reúnen en conferencias con nombres como “Cristo en el Puesto de Control”. Cuestionan la legitimidad de estos pactos y si los cristianos realmente deberían apoyar a Israel.

Mitos Desmentidos

Vamos a desmentir siete de los mitos más populares de estos detractores sobre por qué los cristianos no deberían apoyar a la nación de Israel.

Mito #1: “¡Los judíos mataron a Jesús!”.

Aquellos que acusan a los judíos de matar a Jesús parecen haber olvidado deliberadamente que la Biblia dice: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel” (Hechos 4:27-28).

Por lo tanto, no sólo judíos y gentiles participaron en el asesinato de Jesús, sino que, en verdad, todos somos pecadores y, por lo tanto, todos somos responsables de que Jesús muriera en la cruz. Pero, en realidad, Jesús mismo declaró claramente que sólo Él dio Su vida y que nadie se la quitó (Juan 10:15-18).

Mito #2: “Los judíos han sido desheredados a causa de su incredulidad”.

Es posible que los judíos hayan sido expulsados de su tierra — dos veces — debido a su rebelión contra Dios. Pero, como explica el Salmo 105, Dios garantizó en Su Pacto Abrahámico que la tierra de Israel pertenece incondicionalmente y para siempre a los hijos de Jacob. Y, como argumentó el apóstol Pablo en Romanos 9-11, “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita... No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció”.

Y entonces, no, Dios no ha desheredado al pueblo judío ni ha revocado sus pactos territoriales.

Mito #3: “La Iglesia ha reemplazado a Israel y ahora recibe su herencia”.

¡No según el apóstol Pablo! Cuenta la historia de un olivo cuyas ramas fueron podadas debido a la incredulidad, y las vides silvestres fueron injertadas (Romanos 11). Pero, cuando las ramas naturales comenzaran a creer de nuevo, serían injertadas de nuevo en el árbol. La salvación puede haber llegado a las vides de olivos silvestres, la Iglesia, pero Dios todavía tiene planeada la salvación para las ramas naturales: Un Israel creyente que llamará a Jesús Salvador.

Mito #4: “Los judíos que se están reuniendo de nuevo en la tierra de Israel no pueden ser de Dios porque no se han arrepentido y aceptado a Jesús como su Mesías”.

El regreso de los judíos a Israel en incredulidad es exactamente lo que Dios predijo que sucedería. Isaías profetizó que los judíos serían reunidos por segunda vez de las naciones del mundo, y Ezequiel dejó en claro que los judíos se reunirían en incredulidad para que Dios mismo les diera un nuevo corazón para Él (Isaías 11:10-12; Ezequiel 36:22-28).

No es un accidente de la historia que un pueblo desposeído de su país durante 1,900 años pudiera haber mantenido su identidad étnica y haber hecho renacer su nación dos milenios después. ¡Nunca ha sucedido algo así! Y esta es la nación de la Biblia de la que estamos hablando. Por lo tanto, la reunión de los judíos sólo puede ser un milagro de Dios.

Mito #5: “Apoyar a Israel es apoyar cada acción del gobierno israelí”.

Nadie apoya todas las acciones de ningún gobierno, ni siquiera el suyo propio. Apoyar a Israel es apoyar la obra redentora que Dios está haciendo para llevar a un remanente de su pueblo a la salvación en Cristo y, en última instancia, al cumplimiento de Sus pactos.

Mito #6: “Los judíos robaron la tierra de los palestinos y viven allí ilegalmente”.

En primer lugar, el Pacto Abrahámico concede al pueblo judío la escritura eterna de la tierra de Israel. En segundo lugar, cuando los judíos comenzaron a regresar a principios del siglo XX, no existía tal cosa como un palestino. El puñado de árabes que vivían en ese páramo vendió la tierra a los judíos a precios exorbitantes. Y, en tercer lugar, Israel fue creado legalmente en respuesta a una declaración de las Naciones Unidas, aprobada en noviembre de 1947, que autorizaba el establecimiento de un Estado judío en la tierra que los romanos habían rebautizado como Palestina. No puedes robar tierras que ya son legalmente tuyas.

Mito #7: “Apoyar a Israel es odiar al pueblo palestino”.

Contrariamente a la propaganda árabe, los que se llaman a sí mismos palestinos disfrutan de más libertades y derechos en Israel que si vivieran en cualquier nación musulmana. Porque no son los judíos los que odian y abusan de los palestinos, sino sus propios líderes terroristas los que roban miles de millones de su ayuda exterior y niegan a los refugiados el acceso a sus países de origen, Siria y Jordania.

Desde 1948, a los palestinos se les han dado varias oportunidades para crear otro Estado palestino además de Jordania, pero cada vez han rechazado esas ofertas y, en cambio, han respondido con violencia. ¿Por qué? Porque su objetivo final es la aniquilación de Israel. Entonces, ¿quién odia exactamente a quién aquí?

Con esos mitos derribados, veamos algunas de las razones por las que los cristianos deberían apoyar a Israel.

1. Democracia

La nación de Israel es la única democracia de estilo occidental en un mar de tiranía islámica. Apoyar a Israel es apoyar a la única nación de Medio Oriente que ofrece libertad religiosa y derechos humanos a las mujeres.

2. Defensa

Israel protege a Occidente y a la cristiandad, al erigirse como la primera línea de defensa contra el islam violento y radical.

3. Economía

Israel aporta al mundo una cantidad alucinante de alimentos, medicinas y tecnologías de vanguardia. que elevan el nivel de vida en todo el mundo.

4. Bendición

Cuando se trata de apoyar a la nación de Israel, Dios prometió en Génesis 12: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”. Apoyar a Israel conlleva la bendición de Dios.

5. Es Bíblico

No hace falta decir que es bíblicamente correcto que los cristianos apoyen a Dios. Puesto que Dios ama al pueblo judío y quiere que regresen a Él, ¿no deberían los cristianos querer esto también? Amar a Israel expresa nuestro amor por Dios.

6. Es Profético

Y finalmente, ya sea que ames u odies a la nación de Israel, o incluso al pueblo judío, independientemente de lo que pensemos los simples mortales, la profecía bíblica se cumplirá. Se hará la voluntad de Dios, y no hay forma de detenerla. Después de todo, ¿quién podría enfrentarse al Dios Viviente y esperar ganar (Salmo 76:7; Hebreos 10:31)?

Así que, en conclusión, no es “¿Deberían los cristianos apoyar a Israel?”, sino más bien, “¡Los cristianos deben apoyar a Israel!”.

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La Teología del Reemplazo

Dios y los Judíos

Los Judíos en la Profecía de los Tiempos del Fin

Estudio Bíblico Mesiánico: La Iglesia y los Judíos

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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