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jueves, 11 de diciembre de 2025

El Carácter Justo del Rey

Por Dr. Nathan E. Jones


A medida que la temporada navideña nos envuelve suavemente, como si fuera una manta cálida, fresca y fragante recién salida de la secadora, ningún servicio religioso se sentiría completo sin la lectura de este maravilloso pasaje navideño:

Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 

El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6-7).

A lo largo de los siglos, muchos han atribuido la profecía de Isaías sobre el nacimiento del Mesías a la llegada de Cristo instaurando un reino eclesiástico: la Era de la Iglesia. Pero, en realidad, este pasaje apunta mucho más adelante en el tiempo, al advenimiento de un reino aún mayor: el Reino Milenial.

Mientras estamos viviendo en esta Era de la Iglesia, nos encontramos sufriendo en un mundo lleno de miedo, violencia y conflictos. La paz interminable prometida por el profeta sigue siendo estacional y pasajera. En contraste, Isaías estaba revelando un Rey y un Reino que acabarían con todos estos vicios. Profetizó lo que nuestros corazones han deseado durante tanto tiempo: que la paz de la Navidad duraría todo el año.

Conquistador de los Tres Tiranos

Si un reino refleja el carácter de quien lo gobierna, entonces este venidero reino de Cristo ciertamente emula la divinidad de su Rey Mesiánico. Y el libro de Isaías hace justicia especialmente al describir el carácter justo de su monarca. 

En el pasaje de Isaías, el Hijo de Dios es identificado como la máxima autoridad sobre todo gobierno durante Su reinado. Él dirigirá palabras maravillosas y consoladoras a Sus súbditos. Mientras el Hijo gobierna con justicia desde el trono de David, Su asombroso poder garantizará un régimen pacífico.

Lograr una paz mundial tan universal presupone un reconocimiento universal de Dios y una sumisión voluntaria a Su juicio. Y, para aquellos que elijan desobedecer Su ley moral, Cristo traerá un juicio rápido, pero todo con perfecta justicia, pues Él gobernará con gran celo y atención sobre Su reino.

Al comentar sobre Isaías 9, Martín Lutero concluyó que, cuando la justicia define tal reino, naturalmente conquistará lo que él denominó los Tres Tiranos: (1) el pecado, (2) la muerte y (3) el Diablo. Lutero explicó: “El dominio del pecado está roto. El yugo de la muerte está destruido. La ley que condena ha sido sometida”.

Estandarte del Todo Armonioso

Aprendemos mucho más sobre el carácter justo del Rey y del reino al leer Isaías 11:

Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces. Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Él se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean Sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de Su boca, y con el soplo de Sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de Sus lomos, y la fidelidad ceñidor de Su cintura. 

Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como estandarte para los pueblos, y será gloriosa Su morada (1-5, 10).

En este pasaje, el gobernante justo se describe de manera desconcertante tanto como “un retoño del tronco de Isaí” como “una Raíz de Isaí”. ¿Cómo puede el Rey ser al mismo tiempo progenitor y descendiente? Para encontrar la respuesta, recurrimos al significado mesiánico implícito en la descripción de Isaías. El pasaje no sólo identifica a un rey individual de descendencia humana nacido de la línea del padre de David, Isaí, sino que también, en virtud de su contexto, señala que el rey también sería el antepasado de Isaí. Al presentarnos este supuesto enigma, Isaías quiso que comprendamos que este gobernante justo sólo puede ser el Rey Mesiánico profetizado, pues aunque es un hombre, también proviene de orígenes divinos y antiguos.

Al leer sobre el carácter justo del Rey en Isaías 11, el expositor Richard Brand comparó hermosamente la descripción de Isaías sobre la venida de la Santidad de Dios con “flotar levemente en la habitación con una brisa primaveral al son de la hermosa música de cuerdas de Vivaldi”. El “Retoño” poseerá tres pares específicos de estos bellos dones, que se identifican como (1) sabiduría y entendimiento, (2) el Espíritu de consejo y fortaleza, y (3) el Espíritu de conocimiento y temor del Señor. Brand explicó que, según el primer par, el Rey poseerá la perspicacia práctica necesaria para arbitrar asuntos políticos y judiciales. Según el segundo par, poseerá las cualidades para avanzar en negociaciones diplomáticas y consolidar la autoridad militar. Y, según el tercer par, confirmará la piedad del rey ideal, afirmando así su estatus como instrumento de Dios.

La sabiduría divina, el consejo divino y la justicia perfecta—¿caracterizan esto a los líderes caídos de nuestros gobiernos hoy en día? ¡Ciertamente que no! No es de extrañar que los comentaristas hayan descrito el pasaje mesiánico de Isaías como “lleno de imágenes que han moldeado la imaginación de judíos y cristianos durante siglos”. Porque, como Brand identificó tan acertadamente, “Todos nosotros viviremos juntos en un todo armonioso. Éste será el lugar donde toda la creación vive en paz”.

Defensor de la Verdad y la Justicia

Otras características definitorias del reinado del Rey Mesiánico incluyen la justicia perfecta y la verdad absoluta. Veamos nuevamente los escritos de Isaías y Miqueas. Estos dos profetas se hicieron eco mutuamente en sus profecías, declarando que el Rey servirá como legislador y juez. “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Él juzgará entre muchos pueblos, y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas” (Miqueas 4:1-3; véase también Isaías 2:2-4).

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será colocado a la cabeza de los montes, más alto que los collados, y acudirán a él los pueblos (Miqueas 4:1)

Tanto Miqueas como Isaías compartieron una poderosa visión de un futuro que contrastará notablemente con la desagradable experiencia de la humanidad con los gobernantes fallidos de hoy. Dejan a los justos anhelando el día en que el Rey Jesús finalmente transforme este mundo caótico. El Monte Sion se convertirá en la Corte Suprema del mundo. Y el Rey Mesiánico gobernará como soberano sobre todas las naciones, porque sólo Él tendrá todo el poder legítimo para gobernar y juzgar (véase también Salmos 2; 47; 82; 95; 96; 98; 99).

Isaías exhortó a sus lectores a “Contempla a Sion, ciudad de nuestras fiestas señaladas. Tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud… Porque allí, el Majestuoso, el Señor, será para nosotros… Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey; Él nos salvará” (Isaías 33:20-22). 

Un juez generalmente se percibe como alguien que trae condena a los culpables. En cambio, durante el Reino Milenial, la presencia de Cristo será bienvenida como Salvador. Isaías también proclamó la incansable pasión por la justicia del Rey Mesiánico: “Con fidelidad traerá justicia. No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia. Las islas esperarán Su ley” (Isaías 42:3-4).

Jesús recitó este pasaje a las multitudes a las que enseñaba en Mateo 12 (ver versículos 18-21). Lo hizo para revelarse como este Legislador divino profetizado. Podemos extraer tres reflexiones principales de las enseñanzas de Cristo en Mateo 12: (1) Sus milagros compasivos, (2) Su silencio impuesto sobre los sanados y (3) Su alejamiento de los fariseos que conspiraban.

Jesús modeló la justicia temperada con gentileza y moderación, con una actitud hacia los débiles y vulnerables, y lo hizo de una manera extraordinariamente misericordiosa, tierna e imparcial. La vida de Cristo estaba destinada a proporcionarnos un modelo de cómo serán realmente nuestras vidas una vez que vivamos en la verdad y la justicia, como lo haremos durante el Reino Milenial.

Digno Siervo de las Cortes Exaltadas 

Isaías también señaló que aquellos que algún día estarán en el tribunal milenial del Señor mostrarán el mismo asombro reverente que quienes una vez estuvieron ante las exaltadas cortes del Rey Salomón: “He aquí, mi siervo actuará con prudencia; será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado… Los reyes cerrarán la boca ante Él” (Isaías 52:13, 15). Como acertadamente señaló el traductor de la Biblia Wycliffe Kenneth Litwak, “La exaltación del Siervo no tiene precedentes”.

Así asombrará él a muchas naciones. Los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado y entenderán lo que jamás habían oído (Isaías 52.15).

Isaías 52 no sólo profetiza el regreso del remanente de Judá a casa algún día desde el cautiverio babilónico bajo Ciro; en cambio, Dios tenía en mente algo mucho mayor: una liberación definitiva del Señor, que Él llevará a cabo a través del misterioso personaje conocido únicamente como “Mi Siervo”. El sufrimiento de Mi Siervo lo había hecho digno de tan gran exaltación; una gloria reservada sólo para Dios.

Recuerda que, durante el ministerio terrenal de Jesucristo, se le consideraba poco atractivo, débil y un marginado. Aparte de su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos, Jesús rara vez recibió la exaltación que merecía por parte de las multitudes.

Y, sin embargo, debido a las acciones desinteresadas de Mi Siervo al traer la salvación a la humanidad, los ciudadanos del Reino Milenial equipararán a Cristo como verdaderamente digno de recibir la misma gloria que el Dios del universo. Aquellos que comparezcan ante las cortes del Siervo quedarán boquiabiertos y maravillados ante esta transformación. Nosotros también nos quedaremos con la boca abierta, asombrados por la justicia misericordiosa y divina de Cristo, y lo exaltaremos con toda la alabanza que corresponde a un Señor tan justo.

Es en el Reino Milenial cuando la profecía navideña de Isaías finalmente se habrá cumplido. Las pruebas y tribulaciones de esta corrompida Era de la Iglesia habrán pasado. Allí, el mundo conocerá finalmente la rectitud, la justicia, y la paz, habiendo recibido las recompensas por nuestra esperanza. ¡Y el celo del Señor de los ejércitos lo hará realidad!

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

Recurso recomendado:

Libro: JESÚS - El Cordero y el León

Read in Lamplighter (pdf):

domingo, 10 de diciembre de 2023

Revista Llamada de Medianoche – Diciembre 2023

Oren por Israel

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Temas incluidos en esta edición:

»» ¿Qué pensar sobre la relación entre judíos y árabes?
»» Manifestaciones mundiales
»» ¿Por qué Belén?
»» Oración de David para Jánuca
»» Descansen un poco

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miércoles, 5 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 5 (parte 2 de 2)

El Nacimiento de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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Las Promesas Olvidadas de la Navidad

La mayoría de la gente parece haber olvidado que, al mismo tiempo que el ángel Gabriel le dio a María una serie de promesas con respecto a la Primera Venida del Mesías, también le reveló algunas promesas con respecto a la Segunda Venida del Mesías. Yo llamo a estas últimas promesas las “promesas olvidadas de la Navidad”. Echemos un vistazo a las promesas que Gabriel le dio a María (Lucas 1:31-33):

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Siete Promesas Gloriosas

Esta magnífica declaración contiene siete promesas. Cuatro de ellas se relacionan con la Primera Venida del Señor y, por lo tanto, todas se han cumplido. María concibió y dio a luz un hijo. Su nombre fue llamado Jesús. Él fue grande, y fue llamado el Hijo de Dios.

Las últimas tres promesas que Gabriel hizo a María no se han cumplido. Se relacionan con la Segunda Venida de Jesús:

1) Se le dará el trono de David.

2) Él reinará sobre la casa de Jacob.

3) Su reino no tendrá fin.

Llamo a estas tres promesas las “promesas olvidadas” de la Navidad porque la mayoría de las iglesias de la cristiandad no las enseñan hoy. Eso es porque la mayoría de las iglesias toman la posición de que Jesús nunca regresará a esta tierra para reinar. Esto se llama el punto de vista Amilenial.

Promesas Espiritualizadas

El punto de vista amilenial se basa en la suposición de que la Biblia no quiere decir lo que dice. Para corroborar el punto de vista, sus defensores se ven obligados a espiritualizar las Escrituras. Así, en su interpretación de las promesas de Lucas 1:31-33, convierten el trono de David en el trono de Dios y la casa de Jacob se convierte en la Iglesia. Luego concluyen que las promesas se han cumplido en el reinado actual de Jesús desde el trono de Su Padre sobre Su Iglesia.

El Trono de David

No hay duda de que Jesús está reinando actualmente desde el trono de su Padre sobre Su reino, la Iglesia. Pero, identificar ese reinado con el prometido a María requiere un gran salto de la imaginación.

El “trono de David” no es el trono de Dios. El trono de Dios está en el Cielo. El trono de David está en Jerusalén (Salmo 122:5).

Jesús mismo diferencia claramente entre el trono de Dios y Su propio trono en Apocalipsis 3:21. En ese versículo, Jesús dice que un día permitirá que los creyentes se sienten con Él en Su trono, tal como Su Padre le ha permitido compartir Su trono.

Jesús no está en el trono de David hoy. Él está sentado a la diestra de Su Padre, en el trono de Su Padre. Él ocupará el trono de David cuando regrese a la tierra para reinar desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 24:21-23).   

La Casa de Jacob

La “casa de Jacob” no es la Iglesia. Éste es un término del Antiguo Testamento para los hijos de Israel (Éxodo 19:3). La Iglesia nunca es referida en las Escrituras como la casa de Jacob. La Biblia enseña que un remanente de los judíos un día aceptará a Jesús como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27). Esto ocurrirá al final de siete años de un terrible sufrimiento llamado la Tribulación, o “el tiempo de angustia de Jacob” (Jeremías 30:7).

Cuando Jesús regrese al final de ese tiempo de sufrimiento, el remanente judío será reunido en la tierra de Israel y se convertirá en la nación más importante del mundo (Ezequiel 37:11-28; Zacarías 8: 22-23). Jesús entonces gobernará sobre la casa de Jacob.

El Reino Eterno

El reino actual de la Iglesia no es un reino eterno. El reino de la Era de la Iglesia terminará con el Rapto de la Iglesia.

El reino de la Iglesia será seguido por el reino milenial, cuando Jesús reinará sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Isaías 2:1-4). Ese reino durará mil años (Ap. 20:1-7).

El reino final y Eterno de Cristo se establecerá en una tierra nueva y perfeccionada (1 Corintios 15:24; Ap. 21:1-8).

Creyendo la Palabra de Dios

¿Por qué no podemos aceptar que las promesas hechas a María significaron lo que dijeron? Las primeras cuatro querían decir exactamente lo que dijeron. ¿Por qué deben espiritualizarse las tres últimas? La única razón para espiritualizarlas es para forzarlas a conformarse a alguna doctrina preconcebida.

Creo que Dios sabe cómo comunicarse. Si Dios hubiera tenido la intención de prometer a María que su Hijo reinaría desde el Cielo sobre la Iglesia para siempre, lo habría dicho. En cambio, Él le reafirmó la promesa que había hecho muchas veces a través de los profetas del Antiguo Testamento, de que Su Hijo reinaría desde el trono de David en Jerusalén sobre Israel, y que a Él se le daría un reino que duraría para siempre (Isaías 9:6-7; Ezequiel 37:21-28).

Si las promesas que Dios hizo a los judíos no querían decir lo que dijeron, entonces, ¿cómo podemos estar seguros de que Sus promesas a la Iglesia significan lo que dicen? Creo que Dios quiere decir lo que dice.

Un Dios de Profecía

Nuestro Dios conoce el futuro y tiene la audacia de proclamarlo (Isaías 46:10). Él también tiene el poder de asegurarse de que lo que proclama se cumpla (Isaías 46:11). Lo más importante es que Él es fiel (1 Corintios 1:9), por lo que podemos descansar en Sus promesas.

Regocijémonos de que el nacimiento en Belén de hace tanto tiempo, es una prueba positiva de que el que nació allí pronto regresará en gloria como Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:16).

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 15 de diciembre de 2022

Revista Llamada de Medianoche – Diciembre 2022

¿Por qué debía hacerse la Navidad?

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Temas incluidos en esta edición:

»» Pablo enseña acerca de la Iglesia e Israel
»» ¿Acuerdo o guerra con Líbano?
»» Israel y la oración
»» Disney se desenmascara solo
»» El poder del Cristo exaltado para la Iglesia sufriente

Entre otros.

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lunes, 21 de noviembre de 2022

Esperando a Nuestro Mesías (Parte 1 de 2)

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba sobre él. Lucas 2:25

En los largos y oscuros años que siguieron a la finalización del Antiguo Testamento, Israel descendió a un período de oscuridad silenciosa. Como se profetizó, parecía haber hambre por la Palabra del Señor, porque después de Malaquías no hubo más revelaciones.

El Imperio Griego se levantó y cayó, dando paso finalmente al Imperio Romano. Posicionado en la encrucijada del mundo antiguo, Israel se convirtió en un Estado sometido. Las revueltas de corta duración ofrecieron una esperanza de corta duración. Hace poco más de 2,000 años, la pesada bota de la paz romana había aplastado las esperanzas religiosas y nacionalistas de la mayoría de los judíos. Sólo los zelotes estaban listos para tomar las armas y luchar contra Roma.

Las provincias de Judea representaban una molestia constante para los jefes supremos romanos. Siempre discutiendo, y obstinadamente resistentes a abrazar a los dioses romanos, los judíos insistieron en endurecer sus cervices y adorar a su propio Dios, en lugar de seguir la corriente del gobierno romano.

Fue durante este tiempo oscuro en la historia humana — en un lugar remoto pero estratégico — que Dios envió a Su Hijo al mundo.

Todos estamos familiarizados con la historia de la Navidad, incluso si algunos de los detalles que conocemos son extrabíblicos. Gabriel se le apareció primero al padre de Juan el Bautista, Zacarías, y luego a María. José también tuvo un visitante angelical que predijo el nacimiento de Jesús.

Aparte de esos tres y la esposa de Zacarías, Elizabeth, no hay registro en las Escrituras de que el nacimiento real de Jesús haya sido predicho a nadie más.

La noche en que Jesús nació, aparecieron ángeles en el cielo sobre Belén. No vinieron a proclamar las Buenas Nuevas a los bien conectados o religiosamente orgullosos. Llegaron a “algunos pastores” — hombres en los márgenes mismos de la sociedad que dormían con su ganado en los campos por la noche. Pero, ¡oh, qué espectáculo vieron cuando una multitud de las huestes celestiales apareció sobre sus cabezas y prorrumpió en un canto de alabanza. Informados del nacimiento del Salvador, se apresuraron a Belén para ver al Bebé. Al regresar a sus rebaños, iban “glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido dicho” (Lucas 2:20).

Pero había otras dos personas que, según la Biblia, estaban anticipando al Mesías del Señor. Simeón era un anciano que aguardaba la consolación de Israel”, un título que se refería a la promesa de que el Mesías liberaría a Israel. Y Ana era una profetisa de 84 años. Viuda por muchos años, estaba en el templo día y noche, ayunando, orando y esperando en el Señor.

Lucas describe cómo estos dos judíos fieles recibieron la bendición de conocer al Niño Jesús. El Espíritu Santo le había revelado a Simeón que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo (Lucas 2:26). Ana también tenía discernimiento espiritual. Tan pronto como lo vio, reconoció a Jesús como el Ungido y dio gracias a Dios por permitirle mirar la Redención de Jerusalén.

¿Por Qué Sólo Dos?

Nos gustaría suponer que Simeón y Ana, un hombre y una mujer devotos, eran representantes de un grupo mucho más grande que estaba esperando al Mesías. Pero no creo que ése sea el caso. Sabemos que, cuando los magos llegaron a Jerusalén buscando encontrar y adorar al “Rey de los judíos”, Herodes se turbó — y toda Jerusalén junto con él.

¿Por qué se turbó el rey idumeo y por qué la ciudad se inquietó junto con él? Ciertamente no porque carecieran de señales con respecto al nacimiento de Jesús. Los principales sacerdotes y escribas que se reunieron para responder a la pregunta de Herodes dijeron correctamente que el Mesías nacería “en Belén de Judea, porque esto es lo que ha escrito el profeta” (Mateo 2:5). Las Escrituras no indican que ninguno de ellos se molestara en ir a Belén y ver por sí mismos. A diferencia de los humildes pastores que se apresuraron a ver al Niño Jesús, no pudieron molestarse en caminar las pocas millas hasta la ciudad de David, literalmente en las afueras de Jerusalén hacia el sur.

Herodes tampoco estaba interesado en ir a ver o adorar al niño Rey de los judíos. Envió a los magos visitantes en su camino y les pidió que le informaran. El supuesto deseo de Herodes de eventualmente adorar era evidentemente falso, por lo que Dios advirtió a los sabios en un sueño que no regresaran a Herodes.

No, el rey de los judíos de Idumea estaba preocupado porque el verdadero rey de los judíos —incluso cuando era un niño pequeño en Belén — representaba una gran amenaza para su reinado. Herodes hizo matar a su amada esposa Mariamna y a dos de sus propios hijos, sólo porque su paranoia lo llevó a pensar que su poder estaba en riesgo. Entonces, dada la tendencia de Herodes a arremeter contra cualquiera que pudiera socavar su derecho al trono, toda la ciudad estaba nerviosa preguntándose cómo podría reaccionar cuando los emisarios extranjeros vinieran a adorar al Mesías recién nacido.

Isaías dijo que el Mesías surgiría de la raíz de Isaí (Isaías 11:1), pero que como un “brote tierno” o una “raíz de tierra seca”, Él no tendría “aspecto hermoso ni majestuoso” (Isaías 53:2). Con respecto a la referencia a la tierra seca, la brecha de 400 años entre el Antiguo Testamento y el Nuevo refleja ese período de silencio celestial, y demuestra al menos un cumplimiento parcial de Amós 8:11-12:

He aquí que vienen días, dice el SEÑOR Dios, en los cuales enviaré hambre a la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír las palabras del SEÑOR. Irán errantes de mar a mar. Desde el norte hasta el oriente andarán errantes buscando palabra del SEÑOR y no la encontrarán”.

El Ungido nacido en Belén no era el poderoso rey guerrero que muchos judíos anhelaban. Querían un salvador que los liberara de la opresión romana y restaurara su primacía nacional, no un Salvador que los liberara de sus pecados y restaurara su relación con el Dios Todopoderoso. De hecho, los sacerdotes y escribas se ofendieron mucho cuando Jesús se atrevió a sugerir que serían considerados indignos, o peor aún, que la gracia de Dios se extendería a los gentiles en lugar de a ellos. Fue la referencia de Jesús a la bendición de Dios extendida a los gentiles en lugar de a los judíos lo que indignó a las personas reunidas en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:22-29).

Desde el momento en que nació, Jesús no fue anunciado para las masas. Según las Escrituras, sólo había seis judíos (María, José, Zacarías, Isabel, Simeón y Ana) que esperaban a Jesús con anticipación, junto con “algunos pastores”, a quienes se les informó de Su llegada. El resto de la sociedad judía parece haber estado viviendo sin discernimiento espiritual alguno.

El Patrón Consistente Durante Su Ministerio

De niño, Jesús no sólo era precoz; era diferente a cualquiera que hubiera venido antes (¡un eufemismo de todos los tiempos!). Cuando tenía sólo 12 años, los maestros de la Ley en el templo estaban “asombrados de su entendimiento y de sus respuestas” (Lucas 2:47). Después de que comenzó su ministerio público, confundió a los escribas y fariseos al enseñar como alguien con autoridad. Y aun así, la gente no lo reconoció por quién era.

Incluso los discípulos de Jesús no estaban seguros de qué hacer con Él. Multiplicar panes y peces; calmar un mar tormentoso; curar a los sordos, cojos, leprosos y ciegos; liberar a los poseídos por demonios de la esclavitud; todavía se necesitó la revelación del Padre en el cielo para que Pedro finalmente confesara: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:13-17).

Mientras tanto, las masas, aunque atraídas por los milagros de alimentación y curación, ignoraban en gran medida que Jesús era el Mesías profetizado.

Por Sus propias buenas razones, Jesús no transmitió ese hecho. La mayoría de las veces, les dijo a las personas que sanó que siguieran la Ley, pero que no le dijeran a nadie acerca de Él. Incluso habló en parábolas, para que la plenitud de Su significado fuera irreconocible para las masas que realmente no habían puesto su confianza en Él. Sus palabras y la verdad que revelaron fueron para “los que tienen ojos para ver y oídos para oír” (Mateo 13:16).

En un sentido muy real, sólo las ovejas que reconocieron Su voz lo escucharían y seguirían —entonces y ahora (Juan 10:27-28).

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:27-28

Para algunos de nosotros, la promesa de Su venida resuena en nuestros corazones e inspira nuestros días. Nos despertamos cada mañana con la esperanza de que Él venga ese mismo día.

En la segunda y última parte de este artículo acerca de aquellos que esperan a su Mesías, examinaremos las cuatro categorías de anticipación de los creyentes por el regreso de Cristo y reflexionaremos en qué categoría podemos caer cada uno.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article: Awaiting Our Messiah 

lunes, 20 de diciembre de 2021

Revista Llamada de Medianoche – Diciembre 2021

 Del Pesebre a la Cruz

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Temas incluidos en esta edición:

»» Con Bennet como primer ministro, ¿queda fuera de discusión la solución de dos Estados?
»» El calendario judío-bíblico
»» Israel: un pueblo muy especial
»» ¿Cuáles son las señales para la Venida de Cristo y cuán cerca estamos de su cumplimiento?
»» La doctrina de Balaam

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martes, 22 de diciembre de 2020

Las Promesas Olvidadas de Navidad (pdf)

 

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Si desea obtener más información sobre este tema, puede visitar nuestra sección dedicada a la Primera Venida de Jesús aquí.

miércoles, 12 de febrero de 2020

El Vigilante: Desde Belén, la Verdadera Historia de la Primera Navidad.


Erick Stakelbeck está en Belén con el historiador bíblico Aaron Eime, para visitar el sitio de la primera Navidad y aprender la verdadera historia del nacimiento de Jesús.

lunes, 9 de diciembre de 2019

El Milagro de la Encarnación

El Milagro Más Singular




Recientemente estaba pensando en los milagros de Dios, y decidí hacer una lista de lo que consideré los milagros más grandes de la historia. A continuación se muestra la lista que compilé:
  • La Creación de la Tierra
  • El Diluvio de Noé
  • La Encarnación de Jesús
  • La Resurrección de Jesús
  • La Reunión del Pueblo Judío

Mientras meditaba en esta lista, algo en lo que nunca antes había pensado me llamó la atención. En términos de la profecía bíblica, sólo hay un milagro en la lista que único.

“La Natividad”, por Lenain. Las pinturas simplemente firmadas, “Lenain”, fueron un esfuerzo de colaboración producido por tres hermanos, que eran pintores en la Francia del siglo XVII Antoine Le Nain (c.1600-1648), Louis Le Nain (c.1603-1648), y Mathieu Le Nain (1607–1677).

La Resurrección

Y no es el que la mayoría de la gente identificaría —a saber, la Resurrección de Jesús. Muchos no lo consideran único, porque hay ejemplos esparcidos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento de personas que fueron resucitadas de entre los muertos.

Pero éstas no fueron verdaderas resurrecciones. En cambio, fueron resucitaciones, porque cada una de estas personas murió de nuevo. Una verdadera resurrección es cuando una persona regresa de entre los muertos para vivir para siempre.

 Por lo tanto, la resurrección de Jesús es única por el momento. Pero la profecía bíblica dice que no seguirá siendo única, porque llegará un momento cuando otras resurrecciones ocurrirán. En el Rapto de la Iglesia, todos aquellos que hayan aceptado a Jesús como Señor y Salvador durante la Era de la Iglesia, y que hayan muerto, serán resucitados a la vida eterna. Además, en la Segunda Venida de Jesús, al final de la Tribulación, todos los santos del Antiguo Testamento y los mártires de la Tribulación serán resucitados.

La Creación

Entonces, ¿qué acerca del primer elemento de la lista? Seguramente la creación de la tierra es un milagro único. Bueno, no según la profecía bíblica. Después del reino milenial de Jesús, Dios va a envolver esta tierra en fuego, para quemar la contaminación de la última rebelión de Satanás (2 Pedro 3:12). Y se nos dice que de ese infierno ardiente saldrá una tierra nueva y perfecta, que servirá como el hogar eterno de los redimidos. En otras palabras, Dios va a realizar una recreación milagrosa de esta tierra (Ap. 21:1).

El Diluvio de Noé

El siguiente elemento de la lista, el Diluvio de Noé, ciertamente parece único, particularmente cuando considera el hecho de que Dios ha prometido que nunca más destruirá la tierra con agua.

Pero, ¿de qué se trataba el diluvio? Fue una manifestación de la ira de Dios en respuesta al abrumador pecado de la humanidad.

Y la profecía bíblica dice que Dios va a desatar Su ira una vez más en el futuro, cuando el mundo se vuelva tan violento e inmoral como lo era en los días de Noé (Mateo 24:3).

La Reunión de los Judíos

Entonces, ¿qué pasa con la reunión del pueblo judío desde los cuatro ángulos del mundo? éste es un milagro que comenzó en la década de 1890 y continúa hasta nuestros días. 

Es cierto que hubo una reunión de los judíos del cautiverio babilónico, que comenzó en el año 538 a.C., pero eso fue sólo un puñado, es decir, de las tribus de Benjamín y Judá. No se puede comparar con la reunión que estamos presenciando hoy, ya que Dios está trayendo a la tierra de Israel literalmente a millones de judíos de todas las tribus y de todas las naciones del mundo. 

Dos veces, Jeremías profetizó que, cuando la historia haya terminado, el pueblo judío mirará hacia atrás y ya no jurará por el Dios que los liberó del cautiverio egipcio; pero jurarán, en cambio, por el Dios que los reunió de todo el mundo (Jeremías 16:14-15; 23:7-8). El mismo Dios hizo ambas cosas. El punto que Jeremías está haciendo es que el pueblo judío considerará que su reunión en los tiempos del fin es un milagro mayor que su liberación del cautiverio egipcio.

Pero la reunión del pueblo judío que estamos presenciando hoy no será un milagro único según la profecía bíblica. Eso es porque la Biblia dice que, en la Segunda Venida de Jesús, llevará a cabo otra reunión, en la que llamará a todos los judíos creyentes que queden vivos en la tierra a regresar a Israel, para entrar al Milenio en sus cuerpos mortales, y para convertirse en la nación principal en la tierra, a través de quienes fluirán todas las bendiciones de Dios (Deut. 30:1-9).

La milagrosa reunión que está ocurriendo ahora es una reunión en incredulidad. La que ocurrirá cuando Jesús regrese a esta tierra será una reunión en fe. 

La Encarnación

Bueno, como pueden ver, esto deja sólo un milagro en mi lista — la Encarnación, ese increíble momento cuando Dios se hizo hombre. Éste es el único milagro singular en la lista. Nunca se repetirá.

¡Y qué milagro fue! La Palabra se hizo carne y moró entre nosotros (Juan 1:14). Jesús era Emmanuel, que significa “Dios con nosotros” (Isaías 7:14; Mateo 1:22-23).

Cuando se hizo carne, experimentó la humanidad, con todas sus pruebas, tentaciones y decepciones. Sufrió dolor físico y emocional. La única cosa que nunca experimentó fue el dolor por el pecado — hasta que, por supuesto, fue clavado en la cruz y colocaron todos los pecados de la humanidad sobre Él, momento en el cual experimentó una ruptura momentánea con Dios el Padre, lo que lo motivó a exclamar desde lo más profundo de Su alma: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado” (Mateo 27:46).

Todo esto está más allá de nuestra comprensión. Después de todo, si pudiéramos entender completamente la Trinidad y la Encarnación, entonces Dios no sería Dios. Su naturaleza infinita y eterna como un Dios en tres personas está más allá de nuestras mentes finitas.

La Encarnación emerge, por lo tanto, como el milagro más singular de la historia. Nunca volverá a ocurrir. Jesús todavía está en Su cuerpo resucitado y glorificado, y siempre lo estará. Las heridas en Sus manos y costado eran visibles para Sus discípulos después de Su resurrección, cuando estaba en Su cuerpo glorificado (Lucas 24:39; Juan 20:24-28).

Creo que esas heridas siempre estarán allí como un recordatorio para los redimidos del precio que se tuvo que pagar por nuestros pecados, para permitirnos ser reconciliados con Dios el Padre.

Esta Navidad, en medio de todo el alboroto en el que se ha convertido la celebración, recordemos de qué se trata la Navidad: Dios convirtiéndose en hombre en un humilde establo en la pequeña aldea de Belén, hace dos mil años. Alabemos a Dios por ese evento increíble y sagrado, y gritemos: “¡Maranatha! ¡Ven pronto, Señor Jesús!”.


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

sábado, 22 de diciembre de 2018

Nuestra Portada

Observaciones del Editor



La Iglesia de la Natividad marca el sitio tradicional del nacimiento de Jesús en la ciudad de Belén. Está construida sobre una cueva donde se cree que tuvo lugar el nacimiento.

La antigüedad de esta tradición es atestiguada por el apologista cristiano, Justino Mártir (ca. 100-165), quien se refirió a ella en su Diálogo con Trifón. Afirmó que María y José se había refugiado en una caverna fuera de la ciudad, donde nació el niño Jesús (capítulo LXVIII). Otro de los primeros Padres de la Iglesia, Orígenes de Alejandría (ca. 185-254), también afirmó en sus escritos que la cueva de Belén fue el lugar del nacimiento de Jesús (Contra Celso, libro 1, capítulo LI).

La primera iglesia en el sitio fue construida por orden de Helena, la madre del Emperador Constantino. Se inició en el año 327 y se completó en el 333. Fue destruida por un incendio en el año 529.

La iglesia actual fue reconstruida en su forma actual en el año 565 por el Emperador Justiniano I. Cuando los persas invadieron en el año 614, la iglesia se salvó de la destrucción, debido a que contenía un mural de los magos que visitaron a Jesús, todos los cuales estaban representados con ropas persas. 

Los cruzados hicieron reparaciones a la iglesia y la expandieron. El primer Rey de Jerusalén, Balduino de Boloña, fue coronado en la iglesia el 25 de diciembre de 1100.

Durante los tiempos de los cruzados (1095-1291) la entrada a la iglesia fue reducida en gran medida para prevenir que los soldados montaran sus caballos en la iglesia. La puerta es tan baja que sólo se puede se puede entrar inclinándose. Por eso llegó a ser conocida como “La Puerta de la Humildad”.

Entrada a la Iglesia de la Natividad

El interior de la iglesia es oscuro y lúgubre, tanto literal como espiritualmente. Es administrada conjuntamente por sacerdotes de tres iglesias: católica romana, ortodoxa griega, y armenia.

El altar de la iglesia está situado directamente sobre una cueva llamada “la Gruta de la Natividad”. Éste es el sitio donde se cree que Jesús nació. El punto exacto está marcado por una estrella de plata de 14 puntas. No es inusual encontrar peregrinos arrodillados, besando la estrella.

La estrella de plata de 14 puntas en la Gruta de la Natividad.

En una cueva cercana, también ubicada debajo de la iglesia, San Jerónimo (347-427) vivió durante 36 años, mientras traducía la Biblia al latín, lo que produjo la traducción de la Vulgata Latina, que se usó en el mundo occidental durante más de mil años.

Si desea conocer más acerca de este tema, visite nuestra sección:

La foto de la portada fue tomada por el Dr. Reagan. Fue mejorada por Jack Smith. El diseño de la portada fue ejecutado por Keith Fink, de The Master's Press en Dallas, Texas.

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La Verdad del Nacimiento Virginal (pdf)

¿Es esencial para la fe cristiana?


Haga clic sobre la imagen para ir a la página de descarga



Me gustaría comenzar afirmando mi tesis desde el principio: La creencia en el nacimiento virginal de Jesús es absolutamente esencial para la fe cristiana. Negar el nacimiento virginal es negar la deidad de Jesús, y si Jesús no fue Dios en la carne, entonces usted y yo no tenemos esperanza en absoluto. 

Estimado lector: Su valiosa contribución, por medio de sus oraciones y sus ofrendas voluntarias, hace posible que sigamos produciendo materiales que contribuirán grandemente a su crecimiento y edificación espiritual. Si desea conocer cómo puede hacer su aporte, visite nuestra sección Donativos:


La Verdad del Nacimiento Virginal (conclusión)

¿Es Esencial para la Fe Cristiana?


La Iglesia de la Natividad en Belén


Reflexiones sobre María

En ese sentido, quisiera añadir unas palabras sobre María. En la tradición protestante, ella ha sido casi completamente ignorada, principalmente debido al hecho de que los católicos le han prestado mucha atención.

Ahora, ella ciertamente no debe ser elevada al estatus de un dios, como algunos lo han hecho, pero sí merece nuestra atención. Por un lado, la mayoría de las personas parecen no darse cuenta de que probablemente tenía 13 años cuando fue visitada por el ángel Gabriel. Ésa era la edad del matrimonio en Israel en esa época, como aún lo es en mucha de esa parte del mundo.


Por lo tanto, estamos hablando de una adolescente que es un modelo de fe, pureza y devoción a Dios. Y una de las claves de su carácter se revela en el cántico de regocijo que entonó cuando quedó embarazada del Niño Jesús. Ese cántico, registrado en Lucas 1, revela que ella estaba impregnada de las Escrituras. Obviamente había nacido en una familia justa, donde se le había enseñado la Palabra de Dios desde la infancia.

Sin embargo, las Escrituras también revelan que era una pecadora que necesitaba un Salvador, al igual que todos nosotros. Ella comenzó su cántico de regocijo declarando: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:46b-47).

Y, como María, todos nosotros hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Todos nosotros necesitamos un Salvador.


Lea la parte 1 »»aquí
Lea la parte 2 »»aquí
Lea la parte 3 »»aquí
Lea la parte 4 »»aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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