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jueves, 1 de mayo de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 5 (Parte 3 de 3)

 Reinar con Jesús 

Por Dr. David R. Reagan

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Preguntas Sobre el Milenio

Fiel es esta palabra: Si morimos con él, también viviremos con él. Si perseveramos, también reinaremos con él (2 Timoteo 2:11-12).

1) ¿Por qué querría Jesús regresar a este mundo enfermo de pecado? Me parece que Él solo querría poner fin a la historia llevando a todos los creyentes al Cielo y luego destruyendo esta tierra.

Ésta es una pregunta que a menudo me lanzan los amilenialistas. Lo entiendo perfectamente porque es la primera pregunta que hice cuando me presentaron el concepto del Milenio, cuando tenía unos 30 años.

La razón básica es que Dios ha hecho promesas que tiene la intención de cumplir durante el Milenio, y Dios siempre cumple Sus promesas (Números 23:19):

Dios no es hombre para que mienta,
ni hijo de hombre para que se arrepienta. 
Él dijo, ¿y no lo hará?
Habló, ¿y no lo cumplirá?

Como ya he expuesto en detalle muchas de estas promesas, simplemente señalaré las categorías.

Promesas a los Judíos

La primera razón por la que debe haber un Milenio es que Dios ha hecho promesas a los judíos que Él cumplirá durante ese tiempo.

Dios ha prometido que reunirá en la tierra de Israel al remanente de judíos que acepten a Jesús como su Mesías al final de la Tribulación (Ez. 36:22-28 y Zac. 10:6-9). Él derramará Su Espíritu sobre este remanente (Is. 32:15 y 44:3), expandirá grandemente su número y su tierra (Ez. 36:10-11 y 48:1-29), y los convertirá en la nación principal en todo el mundo (Is. 60-62).

Promesas a la Iglesia

Una segunda razón para el Milenio se relaciona con una promesa que Dios ha hecho a la Iglesia. Dios ha prometido que los redimidos en Cristo reinarán sobre todas las naciones del mundo.

El apóstol Pablo declaró esta promesa en los términos más simples: “Si perseveramos, también reinaremos con Él” (2 Ti. 2:12). Jesús afirmó la promesa en Su carta a la iglesia en Tiatira cuando escribió (Ap. 2:26-27): 

26) Al que venza y guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones; 

27) él gobernará con una vara de hierro...”.

Promesas a las Naciones

Dios ha prometido que llegará un tiempo en que las naciones verán cumplido su sueño más grande— la paz mundial. Éste ha sido un sueño internacional desde el principio de los tiempos, pero ha demostrado ser imposible de alcanzar.

Se ha celebrado una conferencia de paz tras otra. Se han firmado múltiples tratados. Se han formado organizaciones mundiales. Sin embargo, la guerra continúa devastando a las naciones.

Dios ha prometido dar a la humanidad y a la tierra un descanso de sus guerras. Pero esa paz no llegará hasta que el Príncipe de Paz regrese. Sólo entonces las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces”. Sólo entonces realizaremos el sueño de un mundo donde “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4).

Promesas a la Creación

Dios también ha hecho promesas a Su Creación, que Él cumplirá durante el Milenio. Dios ha prometido quitar la maldición que puso sobre la Creación debido al pecado del Hombre. Él ha prometido liberar a la Creación de su esclavitud a la decadencia y restaurarla a su belleza, equilibrio y paz originales (Ro. 8:18-23).

Los animales carnívoros se volverán herbívoros (Is. 11:67). Los animales mortíferos dejarán de ser peligrosos (Is. 11:8-9). El reino vegetal florecerá y producirá abundantemente (Is. 35 y Ez. 34:25-31). La tierra de Israel se transformará tan radicalmente, que los visitantes proclamarán con asombro: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ez. 36:35).

Promesas a Jesús

La razón más importante para el Milenio es que Dios lo va a usar para cumplir las promesas que le ha hecho a Su Hijo. Dios le ha prometido a Jesús que será glorificado en la historia para compensar, en parte, Su humillación en la historia. La Biblia dice rotundamente que Jesús regresará para manifestar Su gloria (Is. 24:23; 66:18-19 y 2 Tes. 1:7-10).

Para cumplir estas promesas, Dios le va a dar a Jesús dominio sobre todo el mundo y Él reinará sobre las naciones desde el Monte Sion en Jerusalén (Dn. 7:13-14; Is. 2:2-4 y Zac. 14:1-9).

Debe tenerse en cuenta que Jesús es actualmente un “rey en espera”. Al igual que el rey David, que tuvo que esperar muchos años después de ser ungido antes de convertirse en rey de Israel, Jesús ha sido ungido Rey de reyes y Señor y señores, pero aún no ha comenzado a gobernar.

Actualmente está sirviendo como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (He. 8:1). Él está esperando el mandato de Su Padre de regresar y reclamar todos los reinos de este mundo (He. 2:5-9 y Ap. 19:11-16).

Una Razón Final

Hay otro propósito para el Milenio que debe tenerse en cuenta. Creo que Dios va a usar el Milenio para demostrarle a la humanidad de una vez por todas que la religión del humanismo de Satanás está totalmente en bancarrota

Todos los humanistas, independientemente de sus etiquetas políticas o teológicas, están de acuerdo en que la fuente del mal en el mundo es externa al hombre. Ven el mal como arraigado en la corrupción de la sociedad. Creen que la solución a todos los problemas del hombre se puede encontrar en una reforma social.

Pero la Biblia revela que no se puede cambiar la naturaleza básica de las personas cambiando su entorno. Mejorar su entorno simplemente los convierte en pecadores más sofisticados.

El punto de vista humanista es absolutamente contrario a la Escritura. La Palabra de Dios enseña que la fuente del mal está enraizada dentro de la naturaleza caída del hombre, y que es el hombre, y no la sociedad, el que necesita ser cambiado (Gn. 8:21; Jer. 17:9-10 y Mr. 7:20-23). La Palabra también enseña que la única manera en que este cambio puede tener lugar es a través de la obra del Espíritu Santo dentro de una persona que ha puesto su fe en Jesús.

Dios va a probar este punto usando el Milenio como un gran laboratorio experimental. Él va a colocar a la Humanidad en un ambiente perfecto de paz y prosperidad durante mil años. Satanás será atado. La justicia abundará.

Sin embargo, al final, cuando Satanás sea liberado, la mayoría de la gente se unirá a él cuando llame a las naciones a rebelarse contra Jesús (Ap. 20:7-10). El Milenio demostrará que lo que el hombre necesita no es una nueva sociedad, sino un nuevo corazón.

Por lo tanto, la historia terminará como comenzó. Al principio, había dos personas en un ambiente perfecto y se rebelaron contra Dios. Al final, toda la humanidad estará en una sociedad perfecta, y muchos de ellos se rebelarán.

2) ¿Por qué alguien se rebelaría contra Dios después de vivir en una sociedad perfecta durante 1,000 años?

Los sobrevivientes de la Tribulación que han aceptado a Jesús como Señor y Salvador entrarán en el Milenio en sus cuerpos físicos. Comenzarán a procrear, y sus hijos nacerán con una naturaleza pecaminosa. Los rebeldes vendrán de estos niños. No todos se rebelarán, porque muchos pondrán su fe en Jesús durante el Milenio.

Aquellos que rechazan a Jesús y viven hasta el fin del Milenio responderán con gusto a la rebelión de Satanás, porque han sido miserables viviendo en la carne bajo lo que la Biblia llama el “gobierno de la vara de hierro” de Jesús (Ap. 2:27, 12:5 y 19:15).

El reinado milenial de Jesús será una teocracia. Eso significa que Jesús será un gobernante absoluto. Él será nuestro sumo sacerdote, nuestro jefe ejecutivo y nuestro único legislador. Quienes estemos en cuerpos glorificados haremos cumplir Sus leyes.

Ahora, deténganse y piensen por un momento cómo sería vivir bajo tal gobierno en la carne. La naturaleza pecaminosa de la humanidad tendrá todos sus deseos carnales, pero esa naturaleza tendrá que ser reprimida debido al miedo a la “vara de hierro”. Aquellos que violen la ley serán arrestados, juzgados y sentenciados inmediatamente, y no habrá apelación ya que las decisiones de todos los jueces (que estarán en cuerpos glorificados con la mente de Cristo) serán perfectas.

Los rebeldes supremos alabarán a Jesús durante el Milenio con los dientes apretados. Vivirán buscando una oportunidad para rebelarse.

Tengan en cuenta que Jesús ya estuvo en esta tierra. Todo lo que hizo fue enseñar, sanar, alimentar y amar a las personas, y ellas lo asesinaron. Al final del Milenio, intentarán matarlo de nuevo. La afirmación de Jeremías de que no hay nada tan depravado como el corazón humano será probada como cierta (Jer. 17:9).

3) ¿Por qué los amileniales se oponen tanto a aceptar que las Escrituras acerca del Milenio significan lo dicen?

Se debe a lo que se llama la Teología del Reemplazo, que es enseñada por la mayoría de las iglesias cristianas hoy en día, incluyendo tanto la católica como la protestante.

Esta teología tan antibíblica enseña que, dado que los judíos mataron a Jesús, Dios se desentendió de ellos y los reemplazó con la Iglesia. Debido a esto, sus promesas del reino fueron transferidas a la Iglesia. Por lo tanto, el Milenio consiste en la presente Era de la Iglesia. Uno de los principales problemas con esto, por supuesto, es que a los judíos se les prometió un reino mundial con Jesús reinando sobre él en persona desde Jerusalén. La Iglesia no está reinando sobre todo el mundo hoy. Ni Jesús está aquí en persona.

Esta teología retorcida es refutada directamente en las Escrituras en Romanos 9-11. Por ejemplo, en Romanos 11:1, Pablo pregunta: “¿Acaso ha rechazado Dios a su pueblo?” Durante 2,000 años, la Iglesia ha respondido. “¡Sí!”. Pero Pablo responde a su propia pregunta diciendo: “¡De ningún modo!”.  Luego, añade, “Dios no ha rechazado a su pueblo, al cual conoció de antemano” (Ro. 11:2).

Además, tenemos que enfrentar el hecho de que los judíos por sí solos no fueron responsables de la muerte de Jesús. Los responsables son identificados en Hechos 4:27 como: “Herodes, Poncio Pilato, junto con los gentiles y el pueblo de Israel”. A esa lista debemos agregarnos tú y yo porque Jesús murió por los pecados de toda la humanidad (1 Juan 2):

1) Hijitos míos, estas cosas les escribo para que no pequen. Y si alguno peca, abogado tenemos delante del Padre, a Jesucristo el justo. 

2) Él es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros sino también por los de todo el mundo.

Las promesas de Dios a los judíos siguen siendo válidas y se cumplirán para un remanente judío de creyentes en Jesús como su Mesías (Is. 10:20-21 y Ro. 9:27). Los creyentes gentiles participarán en el reinado de Jesús, pero será un reino judío.

4) ¿Es cierto que la participación en el Milenio por parte de los creyentes glorificados (tanto gentiles como judíos) estará relacionada con su servicio al Señor en esta vida?

Sí, esto es definitivamente cierto. Este principio es enseñado por Jesús en Lucas 19:11-27. Contó la historia de un hombre rico que se fue de viaje. Antes de irse, llamó a algunos de sus esclavos y confió a cada uno la misma cantidad de dinero, pidiéndoles que hicieran negocios con el dinero para obtener una ganancia. Cuando regresó, recompensó a cada esclavo que reinaba en su reino en proporción a las ganancias que habían obtenido. Así, una se colocó sobre diez ciudades y otra sobre cinco. A los que no habían obtenido ninguna ganancia se les negó toda autoridad reinante.

Durante esos gloriosos mil años, Jesús reinará como Rey de reyes desde Jerusalén (Ap. 19:16). David, en su cuerpo glorificado, reinará como rey de Israel (Ez. 34:23-24). Los creyentes en sus cuerpos glorificados serán esparcidos por toda la tierra para ayudar a administrar el gobierno mundial de Jesús (Dn. 7:18 y 27).

Algunos de nosotros serviremos en el poder ejecutivo: presidentes, reyes, primeros ministros, gobernadores y alcaldes. Otros se desempeñarán como agentes de la ley y jueces. La mayoría serán maestros. La cuestión es que cada persona en una posición de responsabilidad gobernante será una persona en un cuerpo glorificado sometido a la guía del Espíritu Santo (Dn. 7:18 y 27 y Ap. 2:26). No es de extrañar que la tierra esté llena de paz, rectitud y justicia.

Un papel que ninguno de nosotros cumplirá es el de legislador. No habrá abominaciones como la Legislatura de Texas o el Congreso de los Estados Unidos, porque todas las leyes serán dictadas por Jesús. Su reinado será uno teocrático en el que la Palabra de Dios servirá como la constitución y la ley (Sal. 2:9 y Ap. 2:27).

5) ¿No está Jesús reinando sobre Su Iglesia hoy desde el Cielo? Y, si es así, ¿por qué no se puede interpretar esto como el cumplimiento de las profecías acerca de Su reinado milenial?

El libro de Hebreos deja claro que el papel principal de Jesús en el Cielo hoy es el de servir como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (He. 4:14-16). Él vino a la tierra por primera vez como nuestro Salvador. Ahora está sirviendo como nuestro Sumo Sacerdote. Regresará a la tierra como Rey de reyes y Señor de señores.

Jesús es un Rey en espera. Aunque Su muerte en la Cruz le da derecho a ser el Rey del mundo, el libro de Hebreos declara que todas las cosas aún no están sujetas a Él (He. 2:8). Lo estarán cuando Él regrese a esta tierra (Ro. 16:20).

Como cabeza de la Iglesia, Jesús sirve como su defensor. De hecho, Jesús declaró que “las puertas del Hades no prevelecerán contra ella” (Mt. 16:18). Pero este papel no cumple las profecías de que un día Él reinará sobre toda la tierra, reinando desde el trono de David en Jerusalén (Lc. 1:32-33). Actualmente se sienta junto al Padre en Su trono en el Cielo (He. 1:3).

El punto de vista amilenial no resiste la prueba ni de las Escrituras ni de la realidad. ¿Cómo puede alguien creer verdaderamente que estamos viviendo actualmente en el Milenio?

  • La Biblia dice que Jesús regresará a la tierra y reinará personalmente desde Jerusalén durante el Milenio (Zac. 14:1-9). Esa no es una realidad hoy, ni lo ha sido nunca.
  • La Biblia dice que durante el Milenio, “la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar” (Is. 11:9). ¿Suena así como el mundo en el que vivimos?
  • La Biblia dice que durante el Milenio, Satanás será atado para que “ya no pueda engañar a las naciones” (Ap. 20:1-3). ¿Es ese nuestro mundo hoy? ¡No! Todas las naciones, incluyendo a los Estados Unidos, son engañadas.
  • La Biblia dice que el Milenio se caracterizará por la paz mundial sin guerra alguna (Is. 2:4 y Miq. 4:3). Sin embargo, dondequiera que miremos hoy vemos guerras en todo el mundo.
  • La Biblia dice que la rectitud y la justicia prevalecerán en todo el mundo durante el Milenio (Is. 11:4-5, 42:1-4). En contraste, actualmente vivimos en un mundo donde prevalecen la maldad y la injusticia.
  • La Biblia dice que el Milenio será un tiempo en el que el mundo entero manifestará santidad (Is. 4:2-4 y Ez. 28:25-26). Ese no es el mundo de hoy que se regodea en la inmoralidad y la blasfemia.
  • La Biblia dice que, cuando comience el Milenio, toda la naturaleza se reconciliará consigo misma y con la humanidad. Ya no habrá animales venenosos o carnívoros, y la agricultura en todo el mundo producirá abundantes cosechas (Is. 11:6-9; Joel 3:18; y Amós 9:13). Estas son profecías que aún no se han cumplido.
  • La Biblia dice seis veces en Apocalipsis 20 que el Milenio durará 1,000 años. Nunca hemos experimentado un período de mil años en la historia con las características enumeradas anteriormente para el Milenio. Tampoco hay ninguna razón lógica para espiritualizar los mil años como un período de tiempo indefinido.

En resumen, se necesita mucha espiritualización de las Escrituras para llegar al punto de vista amilenial.

El Tema de Prolíficas Profecías

“A lo largo de todo el Antiguo Testamento, y especialmente en los Profetas, este Reino, este reinado de mil años de Cristo en la tierra, se presenta ante nosotros. De hecho, hay más Escrituras — esto puede sorprenderte — sobre este tema que sobre cualquier otro tema en la Biblia. Los profetas tenían más que decir acerca de este Reino venidero que cualquier otra cosa. Era su tema principal. Suenan como un disco rayado, diciendo una y otra vez que el Rey viene, el Reino viene y que habrá grandes bendiciones sobre esta tierra” — J. Vernon McGee, “The Millennium”, Blue Letter Bible (www. blueletterbible.org).


Lea la parte 1 aquí 
Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 30 de abril de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 5 (Parte 2 de 3)

 Reinar con Jesús 

Por Dr. David R. Reagan

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Características del Reinado Milenial

Políticas — El reinado será mundial (Isaías 2:2; 9:6-7). Será de naturaleza pacífica (Isaías 2:4) y el mundo será bendecido con rectitud (Isaías 11:4-5) y justicia (Isaías 42:3-4).

El trono del Señor será establecido en Jerusalén, ya que Él ocupará el trono de David (Isaías 2:3). Su gobierno será uno teocrático en el que fungirá como rey, legislador y juez (Isaías 33:17-22). Los redimidos reinarán con el Señor como príncipes (Isaías 32:1). Y debido a que el Señor estará reinando desde Jerusalén, la nación de Israel será la nación más importante en el mundo (Isaías 2:2-3; 49:22-23; 60:1-62:7).

Espirituales — Isaías pasa una gran cantidad de tiempo describiendo las bendiciones espirituales del Milenio, la mayor de las cuales es el hecho de que la gloria y la santidad del Señor se manifestarán (Isaías 40:3-5; 52:13-15; 61:3; 66:18). La santidad abundará (Isaías 4:2-4) y una actitud de gozo y alabanza prevalecerá (Isaías 35:10):

“Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido”

Un templo reconstruido en Jerusalén servirá como el centro de adoración del mundo (Isaías 2:2-3; 56:6-8; 60 7b, 13). De forma increíble, la gloria Shejiná de Dios se cernirá sobre la ciudad de Jerusalén como un dosel (Isaías 4:5). Y “la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).

Naturaleza — Un aspecto del Milenio que es fuertemente resaltado por los profetas hebreos es la redención de la naturaleza. La tierra de Israel ya no será un lugar de desolación (Isaías 62:3-5). En cambio, “el fruto de la tierra”, será el orgullo de Israel (Isaías 4:2). “Aguas brotarán en el desierto” y los desiertos se volverán estanques de agua (Isaías 35:6b-7).

Además de la abundancia agrícola, el reino animal será restaurado a su perfección original. Los animales venenosos dejarán de serlo y los animales carnívoros se volverán herbívoros. Todos los miembros del reino animal vivirán juntos en perfecta paz entre sí  y con la humanidad (Isaías 11:6-9; 65:25).

Calidad de Vida — En un emocionante pasaje en Isaías 65, el profeta revela que la esperanza de vida de quienes vivan en sus cuerpos físicos será grandemente  expandida a “según los días de los árboles” (Isaías 65:22). Por consiguiente, cualquiera que muera a la edad de 100 será considerado un joven (Isaías 65:20).

Toda persona tendrá su propia casa y un viñedo. No habrá desamparados o hambrientos (Isaías 65:21-22). Todo el trabajo será redimido (Isaías 65:23) en el sentido de que será productivo y no será confiscado por otros.

La enfermedad será reducida (Isaías 33:24) y las personas nacidas con desventajas físicas serán curadas (Isaías 35:5-6a):

5) Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. 

6) Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo . . .

El Clímax de Isaías 

A Isaías le fueron dadas tantas visiones gloriosas y palabras de conocimiento en relación con el majestuoso reinado del Señor, que casi estaba rebozando con anticipación para cuando llegó al final de su libro. Esto lo motivó a exclamar repentinamente (Isaías 64:1-2):

1) ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, 

2) como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!” 

Ahora bien, tengan en cuenta que sólo he compartido con ustedes unos cuantos pasajes del libro de Isaías. Hay muchos otros pasajes con respecto al Milenio que están esparcidos por todo el Antiguo Testamento.

Profecías de los Profetas Mayores Acerca del Milenio

Jeremías describe el Milenio como un tiempo cuando Israel y Judá estarán unidos en paz y la ciudad de Jerusalén será llamada “El Trono del Señor” (Jeremías 3:17-18). Jesús, “el Renuevo justo”, “reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5). Y por causa de Su nuevo papel como rey, el nombre de Jesús será cambiado a Jehová-Tsidkenu, que significa, “Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 23:6).

David, en su cuerpo glorificado, fungirá como rey de Israel (Jeremías 30:9) y todos los enemigos de Israel serán destruidos (Jeremías 30:11). La ciudad de Jerusalén y el Templo serán reedificados (Jeremías 30:18) y la población se multiplicará (Jeremías 30:19). El luto del pueblo judío se convertirá en gozo (Jeremías 31:13).

El pueblo judío se arrepentirá del rechazo de su Mesías y entrará en un nuevo pacto con Dios que estará escrito en sus corazones (Jeremías 31:31-34; 32:37-40). Las calles de Jerusalén estarán llenas con “voz de gozo y de alegría…” (Jeremías 33:11).

Ezequiel confirma que el pueblo judío entrará en un nuevo pacto con Dios que estará escrito en sus corazones (Ezequiel 11:19-20; 16:60-62). También confirma que el Señor garantizará su seguridad y hará “juicios en todos los que los despojan en sus alrededores” (Ezequiel 28:26). La tierra de Egipto será castigada particularmente por su trato de Israel y permanecerá desolada durante los primeros 40 años del Milenio (Ezequiel 29:9-16).

Ezequiel también confirma que David será hecho rey de Israel (Ezequiel 34:23-24; 37:24). El Señor derramará “lluvias de bendición” sobre Israel, incluyendo la abundancia agrícola (Ezequiel 34:26-29) y la reedificación de su Templo (Ezequiel 37:26-27). El resultado es que la gloria del Señor será establecida entre las naciones (Ezequiel 39:21).

Desde el capítulo 40 hasta el capítulo 46, Ezequiel se centra en describir el Templo Milenial. Es mucho más grande que cualquiera de los templos judíos anteriores y el Lugar Santísimo en el Templo no contiene ningún arca. Jeremías ya había profetizado que el arca no sería reconstruido ni recordado (Jeremías 3:16). 

Una de las profecías del tiempo del fin de Ezequiel que ya ha sido cumplida se relaciona con la Puerta Oriental. Él dice que ésta será sellada y no será reabierta hasta que el Mesías regrese (Ezequiel 44:1-3). La puerta fue cerrada en los años 1500’s y permanece así hasta este día.

Ezequiel revela que parte de la redención de la naturaleza será la conversión del Mar Muerto en un mar de agua dulce (Ezequiel 47:8-9). Él concluye su libro diciendo cómo la redimida y muy expandida tierra de Israel será dividida entre las 12 tribus (Ezequiel 48).

Las profecías del tiempo del fin de Daniel se centran en la Tribulación y el Anticristo. Su primera mención del Milenio ocurre en el capítulo 2, donde él interpreta el sueño de Nabucodonosor acerca de la secuencia de imperios gentiles. Él revela que el último imperio será destruido por el regreso del Mesías y el establecimiento de Su reino “que no será jamás destruido” (Daniel 2:44-45).

En el capítulo 7, Daniel enfatiza que los redimidos reinarán con el Mesías: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo…” (Daniel 7:27).

Daniel concluye su libro indicando que habrá un interregnum de 75 días entre el momento del regreso del Señor y el establecimiento de Su gobierno mundial (Daniel 12:11-12). Éste es muy probablemente el periodo de tiempo cuando el Mesías juzgará a todos aquellos que queden vivos al final de la Tribulación para determinar si entrarán o no al Milenio en sus cuerpos físicos.

Este periodo de tiempo muy probablemente también será usado para organizar el gobierno del Mesías, parte del cual será para hacer nombramientos de gobierno para los redimidos que estarán en cuerpos glorificados.

Profecías de los Profetas Menores Acerca del Milenio

Oseas habla acerca de cómo Dios usará el Milenio para cumplir todas las promesas que les ha hecho al pueblo judío (Oseas 1:10-11; 2:14-20; 14:4-7).

Él confirma que Dios establecerá la paz en el reino animal y la paz entre las naciones (Oseas 2:18). Y él deja en claro que las bendiciones de Dios también serán derramadas sobre los gentiles (Oseas 2:23).

La profecía más fascinante de Oseas tiene que ver con el momento del regreso del Señor. Él indica que será “dos días” después de Su ascensión al Cielo (Oseas 5:15-6:2). El contexto del pasaje indica que los dos días representan 2,000 años. Oseas dice que después de los dos días, el Mesías “nos resucitará” (la resurrección) para que “vivamos delante de Él” durante “el tercer día” (los 1,000 años del Milenio).

Las profecías del tiempo del fin de Joel se centran principalmente en “el día del Señor”, el cual, en su contexto, es el día de la Segunda Venida del Mesías (Joel 1:15; 2:1,13; 3:14). Pero nos da un vistazo del Milenio cuando declara que cuando el Mesías regrese, Él habitará “en Sión, mi santo monte” y que Jerusalén estará caracterizada por la santidad (Joel 3:17, 21). También confirma que la tierra será revitalizada para una gran producción agrícola: “Los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas” (Joel 3:18). 

Amós presenta una imagen del Mesías regresando como un león rugiente (Amós 1:2). Lo único que él tiene que decir acerca del Milenio es que se caracterizará por la abundancia agrícola (Amós 9:14) – hasta el punto que “el que ara alcanzará al segador” (Amós 9:13).

El único comentario significativo de Abdías acerca del Milenio es su declaración de que éste se caracterizará por la santidad (Abdías 17).

Jonás no tiene nada que decir acerca del Milenio.

Miqueas comienza su profecía con una visión de la Segunda Venida (Miqueas 1:3-4). Con respecto al Milenio, Miqueas presenta una visión gloriosa de él y lo hace con palabras que son casi idénticas a las de Isaías (Miqueas 4:1-7; Isaías 2:2-4). El enfatiza la paz y prosperidad que caracterizarán el Milenio (Miqueas 4:3-4). También subraya la promesa de Dios de que Él hará al pueblo judío la nación más importante del mundo durante el Milenio (Miqueas 4:6-7).

Nahúm se hace eco de Joel al centrar sus profecías en “el día del Señor” (Nahúm 1:1-8). Lo único que él tiene que decir con respecto al Milenio es que el pueblo judío disfrutará de perfecta paz (Nahúm 1:15) y que el esplendor de su nación será restaurado (Nahúm 2:2).

Habacuc comienza su libro asegurándole al lector que Dios será fiel en enviar al Mesías de regreso “en el tiempo señalado” (Habacuc 2:3 NVI). Luego presenta una visión muy dramática de la Segunda Venida (Habacuc 3:3-13). Él no tiene nada que decir acerca del Milenio.

Sofonías comienza su libro presentando una visión poderosa y aterradora acerca de la Segunda Venida (Sofonías 1:14-18). Él concluye su libro con una breve profecía acerca del Milenio (Sofonías 3:14-20). Él revela que el Señor reunirá a todos los creyentes judíos de regreso en la tierra y que Él vivirá en medio de ellos (Sofonías 3:17-20). Y él promete que Dios convertirá a la nación judía en la nación más importante del mundo (Sofonías 3:20).

Hageo afirma que en el momento de la Segunda Venida, Dios hará temblar los cielos y la tierra (Hageo 2:6-7), derrocando a todos los reinos gentiles (Hageo 2:22). La riqueza de las naciones será transferida a Jerusalén, y el Templo será reconstruido en gloria (Hageo 2:7). Y luego, usando a Zorobabel, el gobernador de Judá, como un tipo profético del Mesías, Hageo dice que Dios le dará Su “anillo de sellar” – lo que significa que él se convertirá en el Rey de reyes y Señor de señores (Hageo 2:23).

Zacarías dice que el Señor “volverá a Jerusalén” y reconstruirá el Templo (Zacarías 1:16). Exhorta al pueblo judío a “cantar y a alegrarse” debido a que el Señor le ha dicho que “he aquí vengo, y moraré en medio de ti” (Zacarías 2:10).

En cuanto a la naturaleza del reinado del Señor, Zacarías dice que Él será “un sacerdote en su propio trono”, confirmando que el gobierno será una teocracia (Zacarías 6:12-13). La ciudad de Jerusalén será llamada “La Ciudad de la Verdad” y “El Monte de la Santidad” (Zacarías 8:3 NVI). Los creyentes judíos serán reunidos desde todas partes del mundo (Zacarías 9:14-17), y la población de Jerusalén vivirá en paz y prosperidad (Zacarías 8:8, 12). El pueblo judío será grandemente bendecido que cuando un judío camine, diez gentiles agarrarán su túnica y dirán, “¡Déjanos acompañarte! ¡Hemos sabido que Dios está con ustedes!” (Zacarías 8:23 NVI).

Zacarías también declara que durante el Milenio, todas las naciones del mundo deberán enviar delegaciones a Jerusalén para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos (Zacarías 14:16). Aquellas naciones que no lo hagan, no recibirán lluvia (Zacarías 14:17-18).

Zacarías concluye su libro haciendo hincapié en la santidad que abundará durante el Milenio. Él dice que las campanas en las bridas de los caballos estarán grabadas con las palabras “Santidad a Jehová” (Zacarías 14:20-21).

Malaquías contiene varios pasajes acerca de la Segunda Venida, pero lo único que tiene que decir acerca del Milenio es que el nombre del Señor será “grande entre las naciones” (Malaquías 1:11).

Otras Profecías del Antiguo Testamento

Hay referencias dispersas entre los libros históricos del Antiguo Testamento acerca de la Segunda Venida y el Milenio, y los Salmos están llenas de ellas, pero no tengo el espacio para enumerarlas en detalle. Puede encontrar esa lista en mi libro La Guía de Estudio de Cristo en la Profecía (disponible sólo en idioma inglés). Baste con decir que creo que he presentado evidencia más que suficiente para demostrar que el Antiguo Testamento está lleno de profecías acerca de los tiempos del fin y el Milenio.

Algunos Puntos Finales

Así que permítanme enfatizar una vez más que Apocalipsis 20 no es el único capítulo en la Biblia donde el Milenio es profetizado. Sin embargo, sí nos presenta información nueva que no es mencionada en otras partes:

1) Satanás estará atado durante el Milenio.

2) El reinado del Señor durará 1,000 años (Esto está fuertemente implicado en lenguaje figurado en el libro de Oseas).

3) El Milenio terminará con una gran rebelión que será dirigida por Satanás y que será sofocada por Dios.

Se nos dice en el libro de los Hechos que, después de Su resurrección, Jesús pasó 40 días con Sus discípulos “hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:3). Al final de esos 40 días, cuando reunió a Sus discípulos en el Monte de los Olivos para Su ascensión al Cielo, ellos le preguntaron, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Él no respondió diciéndoles que no habría ningún reino. Por el contrario, les dijo que no les correspondía a ellos saber el tiempo (Hechos 1:7).

Y tengan en cuenta que, aunque el reino del Señor será judío y estará centrado en Jerusalén, los creyentes judíos jugarán un papel importante en él. Nosotros, en nuestros cuerpos glorificados, seremos esparcidos por toda la tierra para reinar sobre aquellos a quienes se les permita entrar en el Milenio en sus cuerpos físicos. Eso significa que toda persona en una posición de autoridad — administradores, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, jueces y maestros— será un creyente glorificado con la mente de Cristo. No es de extrañar que “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Yahvé, como las aguas cubren el mar” (Hab. 2:14).

Jesús nos dejó muchas señales que debemos observar y que marcarían la época de Su regreso (véase Mateo 24). Esas señales están por todas partes. Jesús regresará pronto. Él va a reinar en majestad desde Jerusalén, y los redimidos compartirán ese reinado con Él (2 Ti. 2:12 y Ap. 2:26-27). Vivimos en tiempo prestado. ¿Estás listo?

Billy Graham sobre el Milenio

“El difunto Arnold Toynbee previó que ‘sólo un gobierno mundial puede salvar a la humanidad de la aniquilación por armas nucleares’. ¡Así es! Y Jesucristo será el Rey sobre toda la tierra en Su gobierno teocrático mundial. . .

No puede haber un nuevo gobierno mundial en las condiciones actuales. Algo dramático tiene que suceder para alterar al hombre y su mundo. Eso nos deja con una sola certeza absoluta sobre el futuro: Cristo como el Príncipe de Paz, con el gobierno sobre sus hombros. Los sueños utópicos de los filósofos e idealistas a lo largo de la historia se cumplirán a través de su gobierno. El Mesías se hará cargo por completo de los pueblos de toda la tierra...”.

— Billy Graham, Approaching Hoofbeats: The Four Horsemen of the Apocalypse (Waco, TX: Word Books, 1983) páginas 228-229.


Lea la parte 1 aquí 

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 29 de abril de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 5 (Parte 1 de 3)

 Reinar con Jesús 

Por Dr. David R. Reagan

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9) Digno eres [Jesús] de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.

10) Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra — Apocalipsis 5

La mayoría de los cristianos no son conscientes de una bendición increíble que les espera después de su muerte y resurrección. Esto se debe a que son miembros de iglesias que enseñan lo que se llama el punto de vista amilenial de los eventos del tiempo del fin.

Tales iglesias niegan que Jesús alguna vez regresará a esta tierra para reinar, aunque Apocalipsis 19 y 20 declaran claramente que Él regresará y reinará sobre toda la tierra. Además, Apocalipsis 20 dice seis veces que su reinado durará 1,000 años.

¿Cómo eluden estas iglesias esta clara enseñanza de las Escrituras? Lo hacen espiritualizando lo que dice la Biblia. Esa es una buena manera de decir que no creen en lo que las Escrituras prometen acerca de un futuro reinado de Jesús en esta tierra, por lo que declaran que Su promesa de tal reinado terrenal no significa lo que dice.

En cambio, argumentan que Jesús está reinando ahora desde el cielo sobre Su Iglesia y que los mil años son sólo un símbolo de un largo período de tiempo. Específicamente, dicen que es el período de tiempo entre Su Primera y Segunda Venidas. Ésta es una enseñanza muy desafortunada, ya que priva a los creyentes algunas de las “preciosas y magníficas promesas” que Dios ha hecho a los creyentes después de su muerte y resurrección (2 P. 1:4).

Una Experiencia Personal

Permítanme darles un ejemplo de lo que estoy hablando. Mientras crecía en una iglesia amilenial, una de las declaraciones que escuchaba en los sermones una y otra vez era ésta: “No hay un solo versículo en la Biblia que siquiera insinúe que Jesús volverá a poner sus pies en esta tierra”.

Pueden imaginarse  mi sorpresa cuando, a la edad de 12 años, descubrí por casualidad Zacarías 14:1-9, donde dice rotundamente que el Mesías regresará al Monte de los Olivos y que, cuando Sus pies toquen el suelo, la montaña se partirá por la mitad. El pasaje también dice en el versículo 9 que en ese día el Mesías “será rey sobre toda la tierra”.

Le llevé este pasaje a mi pastor y le pregunté qué significaba. Lo estudió en silencio durante mucho tiempo, y luego dijo: “Hijo, no sé lo que significan estos versículos, ¡pero puedo garantizarte que no significan lo que dicen!”.

Más tarde descubrí que Zacarías 14 no es el único lugar en el Antiguo Testamento donde las Escrituras dicen que Jesús regresará a esta tierra. Considere, por ejemplo, Ezequiel 43:7 donde Jesús, en una aparición pre-encarnada, lleva a Ezequiel en un recorrido visionario por el Templo Milenario, y en medio de ese recorrido, Él dice: “Oh hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar de las plantas de mis pies, en el cual habitaré en medio de los hijos de Israel para siempre. . .”.

Creo que también es significativo notar que el profeta Ezequiel afirma que, cuando el Señor regrese, el nombre de la ciudad de Jerusalén será cambiado a “Yahvé-sama”, que significa “Yahvé está allí” (Ez. 48:35).

Interpretación Profética

Yo creo que la profecía debe ser interpretada por su significado de sentido llano. Esto se debe a que mi regla para interpretar toda la Biblia, incluida la profecía, se puede resumir de la siguiente manera: “Si el sentido llano tiene sentido, no busques otro sentido, no sea que termines en un sinsentido”.

Otro punto muy importante a tener en cuenta es que todas las profecías sobre la Primera Venida de Jesús significaron exactamente lo que dijeron. ¿Por qué, entonces, habrían de ser diferentes las profecías de la Segunda Venida?

Con esta regla de interpretación en mente, echemos un vistazo a lo que dice la Biblia sobre el gobierno milenario de Jesús y sus bendiciones para todo el mundo. Al hacerlo, por favor observen cuántos de los versículos que citaré provienen del Antiguo Testamento.

Digo esto porque los amilenialistas a menudo sostienen que el único lugar donde se menciona el Milenio en la Biblia es en Apocalipsis 20. Bueno, se menciona allí, pero la vasta y abrumadora información bíblica sobre el Milenio proviene del Antiguo Testamento. Apocalipsis es acerca de la Tribulación. Casi toda nuestra información sobre el futuro reinado terrestre de Jesús proviene de las Escrituras hebreas.

La Biblia enseña que Jesús establecerá su reinado personal sobre toda la tierra en el momento de Su Segunda Venida, y el Antiguo Testamento contiene muchas profecías acerca de ese evento. Como ya hemos visto, Zacarías 14 dice que el Señor regresará al Monte de los Olivos, desde donde ascendió al Cielo. En el relato de Isaías del mismo evento, se refiere al regreso del Señor al Monte Sion, que es un nombre alternativo para Jerusalén (Is. 31:4b-5; RVA-2015):

4) Porque así me dice Yahvé: así descenderá Yahvé de los Ejércitos para luchar sobre el monte Sion y sobre su colina. 

5) Como los pájaros que revolotean, así defenderá el Yahvé de los ejércitos a Jerusalén. La defenderá y la auxiliará, la preservará y la rescatará”.

Tanto Isaías como Jeremías retratan al Señor regresando en ira. Jeremías dice que Él “rugirá” desde los cielos (Jer. 25:30-31). Isaías dice que Él estará “lleno de indignación” y Su lengua será como “un fuego consumidor” (Is. 30:27-28). Sofonías dice que el día de Su regreso será uno de “terrible aflicción y angustia” y de “ruina y desolación” (Sof. 1:14-18).

Sí, en el momento de la Segunda Venida de Jesús — al final de la tribulación — Él va a derramar la ira de Dios sobre las naciones que se han rebelado contra Su Palabra y han blasfemado Su nombre. Pero la ira será seguida por la gloria, cuando Jesús establezca su reinado mundial desde Jerusalén (Is. 24:23):

“La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso”.

Es por eso que titulé mi comentario sobre el libro de Apocalipsis, Ira y Gloria.1

El libro del Antiguo Testamento que contiene la mayor cantidad de información sobre el reinado del Señor aquí en la tierra es Isaías. Todos los diversos aspectos del reinado milenario del Señor se detallan en las profecías de Isaías. De hecho, el libro comienza con una visión gloriosa del Milenio (Isaías 2:2-4, NTV):

2) En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra.S e levantará por encima de las demás colinas, y gente del mundo entero vendrá allí para adorar.

3) Vendrá gente de muchas naciones y dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Allí él nos enseñará sus caminos, y andaremos en sus sendas”. Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor; de Jerusalén saldrá su palabra.

4) El Señor mediará entre las naciones y resolverá los conflictos internacionales. Ellos forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en herramientas para podar. No peleará más nación contra nación, ni seguirán entrenándose para la guerra.


Lea la parte 2 aquí

Lea la parte 3 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 10 de septiembre de 2024

¿Es Apocalipsis Demasiado Difícil de Creer?

 Por Tim Moore

A algunas personas les cuesta aceptar la realidad. Algunas cosas simplemente suenan “demasiado buenas para ser verdad”. Eso podría decirse de las promesas de Jesús a aquellos que lo aceptan: perdón absoluto y vida eterna en la presencia de Dios.

Por otro lado, algunas personas no pueden aceptar la clara enseñanza de las Escrituras. Niegan la ira de Dios que está sobre todos los que no obedecen al Hijo aceptándolo como Salvador y Señor (Juan 3:36). Les gusta la idea de un dios que no haría daño a una mosca, pero no pueden aceptar al Dios vivo que derramará su justa indignación sobre un mundo que lo ha rechazado. Les horroriza aún más la idea de que Jesús, el Cordero que fue inmolado, administre la ira de Dios. Sin embargo, eso es exactamente lo que enseña Apocalipsis (6:16).

Se ha dicho que el Apocalipsis es demasiado difícil de entender. Pero Henry Morris, el fundador del Instituto para la Investigación de la Creación, dijo una vez: “El Apocalipsis no es difícil de entender. Es difícil de creer; pero si lo crees, lo entenderás”.

Es fundamental que entendamos desde el principio que este último libro del canon de la Palabra de Dios no es simplemente la visión fantasiosa e imaginativa del apóstol Juan. El primer versículo del libro establece que es “La Revelación de Jesucristo”. El mismo versículo continúa explicando el propósito detrás de que Jesús revelara todo lo que Juan tendría la tarea de registrar: “...que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. La declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. Para enfatizar aún más el punto, el versículo 2 nos dice que Juan dio “testimonio de la palabra de Dios, del testimonio de Jesucristo y de todas las cosas que ha visto”.

Otros profetas de Dios afirman la inspiración divina a sus profecías entretejiendo con frecuencia la frase: “Así dice el Señor”. Pero Juan estableció desde el principio que Apocalipsis es el testimonio de nadie menos que Jesucristo.

El Apocalipsis es único en otro aspecto. Ningún otro libro ofrece una promesa de bendición por el simple hecho de leer lo que está escrito. Pero el versículo 3 dice: “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca” (NBLA). ¿No está lo suficientemente claro? Jesús repite la misma promesa en 22:7: “¡Vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”.

Leer y escuchar es algo que se puede hacer con facilidad. Pero, ¿cómo se puede prestar atención a un libro de profecías? — especialmente a uno tan extenso como Apocalipsis? Apocalipsis describe profecías radicales que aún no se han cumplido y que, a menudo, se relacionan con la ira de Dios que está sobre el mundo incrédulo. ¿Cómo puedo prestar atención a la esperanza profética y a la advertencia que se encuentran en Apocalipsis? Haciendo lo que Henry Morris defendía y creyendo en este gran libro de profecía.

En otras palabras, tomar la palabra de Jesús al pie de la letra. 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

Recurso recomendado:

martes, 3 de septiembre de 2024

¿Es el Libro de Daniel una Falsificación?

Por Dr. David Bowen

Los críticos de las Escrituras dicen que Daniel es una falsificación que fue escrita durante el período macabeo — los cuatrocientos años entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. ¿Por qué afirman esto incorrectamente? Porque el contenido de Daniel es tan preciso, pero también tan adelantado a su tiempo, que aquellos que no tienen una visión elevada de la inspiración y la inerrancia creen que Dios no pudo haberle dado a Daniel estas palabras para que las escribiera.

Dos veces, Daniel afirmó ser el autor, en Daniel 7:12 y 12:4. Escribió en tercera persona hasta el capítulo 7. Sin embargo, de los capítulos 7 al 12, escribió en primera persona. Además, Ezequiel 14:14 habla de la obediencia de Daniel y Ezequiel 28:3 habla del carácter de Daniel. La confirmación definitiva de que Daniel escribió este libro se encuentra en las palabras de Jesús en Mateo 24:15 y Marcos 13:14.

Interpretación Divina

Una clave para entender los libros proféticos, como Daniel, Ezequiel, Zacarías y Apocalipsis, es entender que la profecía tendrá visiones, símbolos y, lo que es más importante, alguna interpretación divina. En el caso de Daniel, vemos varias veces donde un ángel explica la visión que Daniel está viendo. Esto es importante porque, en los capítulos 2, 7, 8, 10, 11 y 12, Daniel registra la verdad que sólo Dios podía revelar.

Cuando un profeta ve la visión, las registra exactamente como las ve. A menudo él mismo no los entiende, por lo que un intérprete, a menudo un ángel, explica el significado de la visión.

El Tema de Daniel

La estructura de Daniel no es temática cronológica. Lo mismo puede decirse del libro de Jeremías. El tema de Jeremías explica la razón del castigo divino de Judá. Daniel registra desde la perspectiva de los que están en cautiverio. El tema general de Daniel es “El tiempo de los gentiles”. Además del aspecto profético de Daniel, esta obra también detalla cómo los judíos pueden vivir en un mundo gentil y ser fieles a la ley de Moisés. Además, este libro enseña a las naciones gentiles la naturaleza del Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

El Tiempo de Daniel

Por último, veamos el tiempo del libro de Daniel. Tres veces, el rey babilonio Nabucodonosor se apoderó de Jerusalén y llevó a los judíos exiliados de regreso a Babilonia. Esto sucedió a lo largo de diecinueve años. La primera captura ocurrió en el año 605 a. C., cuando un joven Daniel fue llevado a Babilonia. La segunda captura ocurrió cuando Ezequiel y su esposa estaban entre los 10,000 judíos llevados cautivos a Babilonia en el año 597 a. C. — cuando Ezequiel tenía unos 25 años. La tercera y última captura ocurrió en 586 a. de C. 2 Reyes 25:8 registra la fecha muy específicamente: “En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia”.

Con la destrucción de Jerusalén, los babilonios se llevaron todos los artículos de plata y oro del Templo y se llevaron a muchos judíos a Babilonia. Esto plantea una pregunta importante: ¿Fue derrotado el Dios de Israel? En la antigüedad, cuando una nación era derrotada, sus dioses también eran derrotados. ¡Su Dios también va al cautiverio! Pero no había ningún ídolo de Dios en el templo judío para que los babilonios lo tomaran y conquistaran. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob no pudo ser capturado y derrotado. Saquearon todos los vasos utilizados para el culto, pero esa decisión eventualmente llevaría a la caída de Babilonia.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

martes, 4 de julio de 2023

El Discernimiento Espiritual de las Señales y las Épocas

Por Dr. David R. Reagan

El mensaje del Ministerio Cordero y León es: “¡Jesús Regresará Pronto!”. Todo nuestro alcance puede reducirse a ese mensaje singular. La mayoría de las personas que creen que Jesús vendrá de nuevo comparten una pregunta común: ¿Cuándo?

¿Podemos Saber el Momento?

¿Hay algo que podamos saber acerca del regreso del Señor Jesucristo?

Si me hubiera hecho esa pregunta hace años, habría dicho: “¡No, absolutamente no! No hay una sola cosa que pueda saber acerca de la segunda venida de Jesucristo”. Pero después de más de 45 años de estudio intensivo de la profecía bíblica, he llegado a una conclusión diferente. Cuando la gente me pregunta ahora: “¿Podemos saber cuándo regresará Jesús?”, mi respuesta es: “Sí y No”. No, no podemos saber la fecha. Sí, podemos saber la época.

Ahora, cuando digo que no podemos saber la fecha en que Jesús regresará, lo digo con todo mi corazón. La Biblia deja muy claro que no podemos saber la fecha. En Mateo 24:36 Jesús mismo dijo: “Acerca de aquel día y aquella hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre”. Simplemente no podemos saber la fecha. Desafortunadamente, hay muchas personas sinceras que están fijando fechas. No dudo de su sinceridad, pero están sinceramente engañadas.

Por Qué Fijar Fechas es tan Peligroso

Verá, Satanás ama a los que fijan fechas, porque desacreditan la profecía bíblica. Ya sabe cómo funciona eso. Alguien fija una fecha. La gente tiene sus esperanzas enfocadas en esa fecha en lugar de en su Salvador, Jesucristo. Se obsesionan y corren por todas partes hablando incesantemente sobre la fecha. La prensa retoma la historia y se enfoca en la fecha. Entonces, la fecha llega y pasa, y los burladores ridiculizan a aquellos que creyeron en la fecha. Las personas que ponen su fe en esa fecha se avergüenzan y se amargan. Se dicen a sí mismos: “Te diré una cosa, ¡nunca volveré a hacer eso!”. Entonces, cuando un maestro de profecía responsable viene y dice: “No sé la fecha, pero sí sé que Jesús viene pronto”, dicen: “Oh, claro, he escuchado esas tonterías antes”, y se niegan a escuchar. Cierran sus mentes a la palabra profética de Dios. Y a Satanás le encanta.

Cuanto más nos acerquemos al Rapto, más de estos fijadores de fechas Satanás va a engañar. El efecto será como la persona que constantemente grita: “¡Viene el lobo, viene el lobo, viene el lobo!”. Aunque el falso mensajero continúa gritando una advertencia, la gente se frustra y decide ignorar el mensaje. Y entonces viene el lobo.

Entonces, aunque no podemos saber la fecha en que Jesús vendrá, podemos saber la época del regreso del Señor.

Podemos Conocer la Época

Uno de los pasajes más importantes de las Escrituras que demuestra que podemos conocer la época del regreso del Señor está en la carta de Pablo a la iglesia de Tesalónica. En 1 Tesalonicenses 5:1-2, escribió: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, hermanos, no tienen necesidad de que les escriba. Porque ustedes mismos saben perfectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche”.

Note que, para la mayor parte del mundo, la venida de Jesús será “¡como un ladrón en la noche!”. El versículo 3 dice que ocurrirá mientras la gente dice: “¡Paz y seguridad!”. En ese momento, Pablo dice: “…entonces vendrá la destrucción de repente sobre ellos, como vienen los dolores sobre la mujer que da a luz, y de ninguna manera escaparán”.

Pero demasiados cristianos dejan de leer en el versículo 3 y nunca llegan al punto fundamental que se encuentra en el versículo 4. Subraye ese versículo crucial en su Biblia. Nunca lo olvide. El versículo prueba sin lugar a dudas que usted y yo podemos conocer la época del regreso del Señor. 1 Tesalonicenses 5:4, dice: “Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas como para que aquel día los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes son hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios”".

Ahora, ¿qué nos dice ese versículo? Pablo está diciendo que Jesús viene como un ladrón en la noche. Pero no para los hermanos, no para los cristianos. Él viene como un ladrón en la noche para el mundo. Él viene como un ladrón en la noche para los paganos. Él viene como un ladrón en la noche por aquellos cristianos profesantes que no tienen ninguna relación personal con Él, que en realidad nunca han nacido de nuevo, y que se niegan a creer y estudiar la Palabra de Dios.

¿Qué creen que quiere decir Pablo cuando dice: “Somos hijos de luz y no de las tinieblas”? Creo que a lo que se refiere es al hecho de que si realmente eres un hijo de Dios nacido de nuevo, tienes el Espíritu Santo residiendo dentro de ti. El Espíritu Santo es la Persona de Dios que inspiró la Biblia. Así que si te apoyas en el Espíritu Santo, Él iluminará tu mente y tu corazón, abriendo tus ojos espirituales para entender los misterios de la Palabra de Dios — incluida la época del regreso del Señor. Y entonces la Biblia dice rotundamente, Jesús no viene como un “ladrón en la noche” para aquellos que lo conocen y lo aman.

...si te apoyas en el Espíritu Santo, Él iluminará tu mente y tu corazón, abriendo tus ojos espirituales para entender los misterios de la Palabra de Dios — incluida la época del regreso del Señor.

Hay un pasaje similar en Hebreos 10:25: “...no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. ¿Qué día? El día del juicio mencionado en el versículo 27, el día en que el Señor regresará. Es el día mencionado en el versículo 31, donde se nos advierte que es una “horrenda cosa caer en manos del Dios vivo”. Note nuevamente el versículo 25, donde dice que debemos animarnos unos a otros “al ver que el día se acerca”. Eso significa que podemos decir algo sobre la época en la que vivimos. Significa que no tenemos que ser totalmente ignorantes acerca del momento del regreso del Señor.

Aguardando la Esperanza la Bienaventurada

El punto nuevamente es que No, no podemos saber la fecha; pero si ejercitamos el discernimiento espiritual que la Palabra de Dios les dice a los cristianos que debemos tener, entonces Sí, podemos conocer la época.

Mis amigos, Jesús viene pronto, por eso todos los días clamo desde lo más profundo de mi corazón, “¡Maranata!”. ¡Ven pronto, Señor Jesús!

David Reagan fundó el Ministerio Cordero y León en 1980. Aunque se retiró en 2020 como Director y Evangelista Sr., Dave continúa siendo fiel a su llamado de compartir las buenas nuevas del pronto regreso de Jesús, al continuar escribiendo libros y otros materiales sobre la Palabra profética de Dios. Dave también hace apariciones ocasionales en el programa de televisión, Cristo en la Profecía.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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lunes, 5 de septiembre de 2022

Libro: ¿Cuál es la Diferencia Entre un Milenio y un Milpiés? – Capítulo 11

Nuestra Bienaventurada Esperanza 
La razón para exclamar: "¡Maranata!" 

Por Dr. David R. Reagan

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Asistía a la iglesia cada vez que se abría la puerta durante los primeros 30 años de mi vida. Sin embargo, al final de ese tiempo, si me hubiera preguntado qué sucede cuando muere, le habría dado una respuesta patética.

Le habría dicho que, cuando muere, su alma se duerme y permanece en la tumba hasta que el Señor regrese. Al regreso del Señor, su alma resucitará y será juzgada, y será consignado al infierno, o se le permitirá entrar al Cielo.

Mi concepto del cielo era el de un mundo espiritual donde los salvos pasan la eternidad como espíritus incorpóreos, flotando en las nubes, tocando arpas.

Una Idea Equivocada

No hace falta decir que no podía emocionarme mucho con todo eso. Ciertamente no me gustaba la idea de estar inconsciente en una tumba durante eones de tiempo. Tampoco podía desarrollar ningún entusiasmo por la perspectiva de ser un espíritu incorpóreo sin identidad o personalidad particular. ¡Y la idea de tocar un arpa por toda la eternidad era francamente escandalosa, porque me habían enseñado que la música instrumental en la adoración era una abominación!

Por lo tanto, pueden imaginar la sensación de conmoción que sentí cuando comencé a estudiar la profecía bíblica y descubrí que todas estas ideas mías sobre la vida después de la muerte eran ajenas a la Palabra de Dios. Pero mi conmoción rápidamente dio paso a la euforia, cuando descubrí lo que el Señor realmente tiene reservado para mí.

El Punto de Vista Bíblico

Aprendí de la Palabra de Dios que, cuando los que somos cristianos morimos, nuestros espíritus nunca pierden su conciencia (Filipenses 1:21-23; 2 Corintios 5:8). En cambio, nuestros espíritus plenamente conscientes son llevados inmediatamente a la presencia de Jesús por Sus santos ángeles (Lucas 16:22).

Nuestros espíritus permanecen en la presencia del Señor hasta que Él aparezca por Su Iglesia en lo que se llama el Rapto. En ese momento, Él trae nuestros espíritus con Él, resucita nuestros cuerpos, reúne nuestros espíritus con nuestros cuerpos, y luego glorifica nuestros cuerpos, perfeccionándolos y haciéndolos eternos (1 Tes. 4:13-18).

Regresaremos con Él al Cielo en nuestros cuerpos glorificados, donde seremos juzgados por nuestras obras para determinar nuestros grados de recompensa (2 Corintios 5:10). Cuando se complete este juicio, participaremos en una gloriosa fiesta de bodas para celebrar la unión de Jesús y Su Novia, la Iglesia (Ap. 19:7-9).

Testigos de Gloria

Al concluir la fiesta, irrumpimos de los cielos con Jesús, regresando con Él a la tierra en gloria (Colosenses 3:4; Ap. 19:14). Somos testigos de Su victoria en Armagedón, exclamamos “¡Aleluya!”, cuando Él es coronado Rey de reyes y Señor de señores, y nos deleitamos en Su gloria cuando comience a reinar sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Zacarías 14:1-9; Ap. 19:17-21).

Participamos en ese reinado durante mil años, ayudándole con la instrucción, administración y aplicación de Sus leyes perfectas (Daniel 7:13-14, 18, 27; Ap. 20:1-6). Vemos la tierra regenerada y la naturaleza reconciliada (Isaías 11:6-9). Vemos abundar la santidad y la tierra inundada de paz, rectitud y justicia (Miqueas 4:1-7).

Al final del Milenio, somos testigos de la liberación de Satanás para engañar a las naciones. Vemos la naturaleza verdaderamente despreciable del corazón del hombre, cuando millones de personas se unen a Satanás en su intento de derrocar el trono de Jesús. Pero exclamaremos “¡Aleluya!” de nuevo, cuando seamos testigos de la destrucción sobrenatural por parte de Dios de los ejércitos de Satanás, y veamos a Satanás mismo arrojado al lago de fuego, donde será atormentado para siempre (Ap. 20:7-10).

A continuación, seremos testigos del Juicio del Gran Trono Blanco, cuando los injustos sean resucitados para comparecer ante Dios. Veremos la santidad y la justicia perfectas en acción, cuando Dios pronuncie Su terrible juicio sobre esta congregación de condenados que han rechazado Su don de amor y gracia en Jesucristo (Ap. 20:11-13).

Jesús será plenamente vindicado cuando toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él es el Señor. Entonces los injustos recibirán su justa recompensa cuando sean arrojados al lago de fuego (Ap. 20:14-15).

Testigos de una Nueva Creación

A continuación, seremos testigos del espectáculo de fuegos artificiales más espectacular de toda la historia.

Seremos llevados a la Nueva Jerusalén, la mansión eterna preparada por Jesús para Su Novia, y desde allí veremos cómo Dios renueva esta tierra con fuego, quemando toda la inmundicia y la contaminación dejada por la última batalla de Satanás (2 Pedro 3: 12-13).

Así como los ángeles se regocijaron cuando Dios creó el universo, nos regocijaremos cuando veamos a Dios sobrecalentar esta tierra y remodelarla como una bola caliente de cera en la Tierra Nueva, la tierra eterna, el paraíso donde viviremos para siempre en la presencia de Dios (Ap. 21:1-7).

Qué glorioso momento será cuando seamos descendidos a la Tierra Nueva dentro de la fabulosa Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). Dios descenderá del Cielo para morar con nosotros (Ap. 21:3). Él proclamará: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5).

Veremos a Dios cara a cara (Ap. 22:4). Él enjugará todas nuestras lágrimas (Ap. 21:4). La muerte ya no existirá (Ap. 21:4). Se nos darán nuevos nombres (Ap. 2:17), y existiremos como personalidades individuales revestidos por cuerpos perfectos e inmortales (Filipenses 3:21). Y creceremos eternamente en el conocimiento y amor de nuestro Creador infinito, honrándolo con nuestros talentos y dones.

¡Sí que puedo emocionarme con eso!

El Estado Intermedio

Algunas de las mayores confusiones sobre la vida después de la muerte se relacionan con el estado intermedio entre la muerte y la eternidad. Algunas personas defienden un concepto llamado “sueño del alma”. Argumentan que tanto los salvos como los no salvos están inconscientes después de la muerte hasta el regreso de Jesús.

Pero la Biblia deja muy claro que nuestro espíritu no pierde la conciencia al morir. Lo único que “se duerme” es nuestro cuerpo, en un sentido simbólico (ya que algún día se despertará cuando resucite). Pablo dice en 2 Corintios 5:8, que preferiría estar “ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”. En Filipenses 1:21, observa: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Luego agrega en el versículo 23 que su deseo es “partir y estar con Cristo”. ¡Pablo ciertamente no esperaba estar en una tumba en coma después de morir!

Entonces, si nuestros espíritus retienen su conciencia después de la muerte, ¿a dónde van? La Biblia enseña que, antes de la resurrección de Jesús, los espíritus de los muertos iban a un lugar llamado Hades (“Seol” en el Antiguo Testamento). Los espíritus existían allí conscientemente en uno de los dos compartimentos, ya sea el Paraíso o Tormentos. Este concepto se representa gráficamente en la historia de Jesús del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31).

Figura 10: El Hades o Seol antes de la Cruz

La Biblia indica que, después de la muerte de Jesús en la Cruz, Él descendió al Hades para declarar las buenas nuevas de que Él había derramado Su sangre por los pecados de la humanidad (1 Pedro 3:18-19 y 4:6).

La Biblia también indica que, después de Su anuncio, Jesús ascendió al Cielo, llevándose con Él las almas que estaban en el Paraíso (Efesios 4:8-9; 2 Corintios 12:1-4). A partir de entonces, los espíritus de los santos muertos son descritos somo si estuvieran en el Cielo ante el trono de Dios (ver Ap.6:9 y 7:9).

Figura 11: El Paraíso trasladado al Cielo después de la Cruz.

Los espíritus de los muertos justos no podían ir directamente al Cielo antes de la Cruz, porque sus pecados no estaban perdonados. En cambio, sus pecados fueron simplemente cubiertos por su fe. El perdón de sus pecados tenía que esperar el derramamiento de la sangre del Mesías (Levítico 17:11; Romanos 5:8-9; Hebreos 9:22).

El Cuerpo Intermedio

Durante el estado intermedio, entre la muerte y la resurrección, ¿cuál es la naturaleza de la existencia de los salvos y los perdidos? ¿Se convierten en espíritu puro en la naturaleza? La respuesta es no, no en absoluto.

Sólo Dios es espíritu (Juan 4:24). El hombre, como los ángeles, fue creado para tener un cuerpo. Como Pablo lo expresa en 2 Corintios 5:3, “no seremos hallados desnudos”.

Cuando nos despojamos de nuestros cuerpos mortales en la muerte, con la separación del espíritu del cuerpo, la Biblia enseña claramente que recibimos un cuerpo espiritual intermedio — intermedio entre nuestro cuerpo mortal actual y el cuerpo inmortal que recibiremos en el momento en que resucitemos. La evidencia de este hecho se puede encontrar en varios lugares de la Biblia.

  • Cuando el rey Saúl quiso saber cómo le iría en una próxima batalla, acudió a una bruja en Endor y le pidió que llamara a Samuel de entre los muertos, para que pudiera consultar con él. Evidentemente pensando que su espíritu demoníaco familiar aparecería, la bruja se sorprendió cuando Samuel apareció en su lugar y procedió a condenar a Saúl por traficar con lo oculto (1 Samuel 28:7-19). Tanto ella como Saúl reconocieron inmediatamente a Samuel cuando apareció.
  • Cuando Jesús contó la historia de Lázaro y el hombre rico, dejó en claro que se reconocieron completamente después de que murieron y sus espíritus fueron al Hades — Lázaro al compartimento llamado Paraíso, y el hombre rico al compartimento llamado Tormentos. Sus espíritus fueron incorporados en cuerpos identificables (Lucas 16:19-31).
  • En Su transfiguración, Moisés y Elías se unieron a Jesús, y los apóstoles que estaban presentes pudieron reconocer a ambos hombres mientras hablaban con Jesús (Mateo 17:1-7).
  • Cuando el apóstol Juan fue llevado al cielo, vio a una inmensa multitud de personas vestidas de blanco de pie ante el trono de Dios con ramas de palma en sus manos. Cuando preguntó quiénes eran, se le dijo que eran mártires que salían de la Gran Tribulación (Ap.  7:9-15).

En cada uno de estos casos, vemos personas muertas cuyos espíritus han sido incorporados a cuerpos reconocibles que están vestidos.

Eventos en la Muerte

Entonces, ¿qué sucede hoy cuando mueres? Si eres un hijo de Dios, tu espíritu es llevado inmediatamente a la presencia de Jesús por Sus santos ángeles. Se te da un cuerpo espiritual intermedio, y permaneces en el Cielo, en la presencia de Dios, hasta el momento del Rapto.

Cuando Jesús viene por Su Iglesia, trae tu espíritu con Él. Él resucita tu cuerpo, infundiéndolo con tu espíritu, y glorifica tu cuerpo, haciéndolo de naturaleza eterna (1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4). Reinas con Jesús por mil años y luego vives eternamente con Él en la nueva tierra (Apocalipsis 20-22).

Si no eres un hijo de Dios, entonces tu espíritu irá al Hades cuando mueras. Éste es un lugar de tormentos donde tu espíritu es retenido hasta la resurrección de los injustos, que tiene lugar al final del Reinado Milenial de Jesús. En esa resurrección eres llevado ante el Gran Trono Blanco de Dios donde eres juzgado por tus obras y luego condenado a la “segunda muerte”, que es el “lago de fuego” o infierno (Ap. 20:11-15).1

Preparándose para la Eternidad

Una cosa es cierta: “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que ‘¡Jesús es el Señor!’” (Isaías 45:23 y Romanos 14:11). Tu destino eterno estará determinado por el momento en que hagas esta confesión.

Si se hace antes de que mueras, entonces pasarás la eternidad con Dios. Si no, entonces harás la confesión en el juicio del Gran Trono Blanco antes de ser arrojado al Lago de Fuego. Para pasar la eternidad con Dios, tu confesión de Jesús como Señor debe hacerse ahora.

“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. — Romanos 10:9

El mayor engaño de Satanás siempre ha sido la mentira de que puedes ganarte el camino al cielo realizando buenas obras. La negación de esta mentira es una de las cosas que distingue al cristianismo de todas las demás religiones del mundo. Esto se debe a que todas las demás religiones, incluidos las sectas cristianas, como los mormones y los Testigos de Jehová, enseñan que la salvación debe ganarse viviendo una buena vida y realizando ciertos ritos religiosos.

El cristianismo dice: “¡NO!” a la salvación por obras. Considere estas palabras de Efesios 2:

8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

9) no por obras, para que nadie se gloríe.

Por lo tanto, la salvación es por gracia a través de la fe en Jesús y no por obras. Robert Jeffress, pastor de la Primera Iglesia Bautista en Dallas, Texas, a menudo destaca este punto al observar: “Todas las demás religiones del mundo dicen: ‘¡HAZ!’. Sólo el cristianismo dice: ‘¡HECHO!’”.2 Su punto, por supuesto, es que Jesús hizo todo lo que era necesario para nuestra salvación cuando murió en la Cruz. Todo lo que debemos hacer para recibir el perdón de nuestros pecados es poner nuestra fe en Él como nuestro Señor y Salvador.

Skip Heitzig, pastor de Calvary Church en Albuquerque, Nuevo México, lo ha resumido todo de otra manera al afirmar: “Las personas buenas no van al Cielo; las personas salvas van al Cielo”.3

Una Aclaración

Nací en una familia cristiana y crecí yendo a la iglesia. Y una y otra y otra vez, escuché la declaración proclamada desde el púlpito de que “Jesús murió por tus pecados”.

No tenía idea de lo que eso significaba, ni entendía afirmaciones similares como: “Eres salvo por la sangre de Jesús”, o “Jesús lo pagó todo”. Pero confié en mis maestros y predicadores de la Biblia, así que cuando tenía 11 años, en mayo de 1950, acepté a Jesús como mi Señor y Salvador y fui bautizado. Pensaba que no necesitaba entender estas declaraciones más de lo que necesitaba entender por qué se encendía una luz cuando accionaba un interruptor.

Cuando estaba al final de mi adolescencia, comencé a hacer preguntas sobre el significado de estas afirmaciones, y la mejor explicación que recibí fue que ser salvado por Jesús era como ser condenado a muerte por cometer un asesinato y luego tener un amigo que se acercara al juez y se ofreciera como voluntario para tomar mi sentencia en mi nombre. Esa explicación ayudó, pero más tarde descubrí que necesitaba profundizar más.

Entonces, permítanme intentar ponerlo en términos bíblicos simples y comprensibles.

Las Verdades Fundamentales

La Biblia dice que todos nosotros somos pecadores. Por supuesto, sabemos eso, pero, sin la Palabra de Dios para confrontarnos con la realidad, siempre podemos lidiar con nuestros pecados justificándolos con excusas o culpando a los demás.

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).

La segunda verdad fundamental que necesitamos reconocer con respecto al pecado es que produce la muerte. Morimos porque somos pecadores. La Biblia lo pone en un lenguaje colorido: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

Salvación Antes de la Cruz

En los tiempos del Antiguo Testamento, las personas lidiaban con sus pecados poniendo su fe en Dios, la que manifestaban al ofrecer sacrificios de animales. ¿Por qué sacrificios? Porque la Biblia enseña que la vida está en la sangre (Levítico 17:11) y "sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).

Pero el derramamiento de la sangre de los animales era insuficiente para pagar en su totalidad el castigo por nuestros pecados (Hebreos 9:12-14). Estos sacrificios sólo cubrían los pecados. No resultaban en un perdón completo. Ésa es la razón por la que antes de la Cruz, cuando los creyentes morían, sus almas iban a un compartimento llamado Paraíso, que estaba ubicado en un lugar llamado Seol (Hades en el Nuevo Testamento). No podían ir directamente al Cielo y estar en la presencia de un Dios Santo hasta que sus pecados hubieran sido completamente perdonados.

La Solución al Pecado

Entonces, ¿qué se necesitaba? Un hombre perfecto que nunca pecó. Sólo una persona que no merecía morir podía servir legítimamente como sustituto de todos los que merecíamos la muerte.

Jesús era esa persona. Vivió una vida sin pecado. Este hecho se afirma muchas veces en las Escrituras. Por ejemplo, el apóstol Pedro proclamó: “Él [Jesús] no cometió ningún pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22). El apóstol Juan hizo la misma afirmación cuando escribió: “... no hay pecado en Él [Jesús]” (1 Juan 3:5). El autor del libro de Hebreos declaró que Jesús puede “compadecerse de nuestras debilidades”, porque fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

Entonces, Jesús fue la única persona que ha vivido que no merecía morir porque nunca pecó. Por lo tanto, cuando murió, lo hizo voluntariamente, tomando sobre Sí los pecados — pasados, presentes y futuros — de todos aquellos que ponen su fe en Él.

Salvación Desde la Cruz

Se nos dice que después de Su muerte, Jesús descendió al Hades e hizo una proclamación (1 Pedro 3:18-19). No se nos dice lo que proclamó, pero lo más probable es que fuera la declaración de que “la sangre ha sido derramada”. Eso significaba que los pecados de los que estaban en el Paraíso ya no estaban sólo cubiertos. Más bien, ahora estaban completamente perdonados. Y así, se nos dice en Efesios 4:8-10 que, cuando Jesús ascendió al Cielo, se llevó a los que estaban en el Paraíso con Él, y desde ese momento, cuando los creyentes mueren, sus almas van directamente al Cielo.

Es por eso que Romanos 6:23 no termina con la declaración de que: “La paga del pecado es muerte”. El versículo continúa declarando triunfalmente, “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Y eso, mis amigos, es justificación para exclamar: “¡ALELUYA!”.

“Al que no conoció pecado [Jesús], por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).

Además, las increíbles bendiciones que se prometen en la Palabra Profética de Dios a aquellos que ponen su fe en Jesús, son suficientes para que cada creyente comience cada nuevo día exclamando en su corazón: “¡MARANATA!”. Ésta es una frase aramea que significa: “¡El Señor viene!” o “Señor nuestro, ¡ven!” (1 Corintios 16:22).


“Sólo el que conoce la profecía puede morar en la calma de la eternidad ahora”. Charles L. Feinberg, Millennialism (Chicago, IL: Moody Press, 1980) página 30.


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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