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jueves, 4 de mayo de 2023

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 11 (parte 1 de 2)

 Las Naciones en la Profecía

¿Habrá una cierta configuración del tiempo del fin?


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Él multiplica las naciones, y él las destruye; esparce a las naciones, y las vuelve a reunir. Job 12:23

La interpretación de la profecía bíblica no puede ser dictada por los acontecimientos mundiales. Si la Biblia dice que un evento va a ocurrir en el futuro — como una invasión rusa contra Israel — va a suceder, independientemente de las tendencias en la política mundial.

Cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, muchas personas sintieron que ése era el final de cualquier posible invasión rusa contra Israel, como se profetizó en Ezequiel 38 y 39. Pero la invasión rusa contra Israel predicha en la profecía bíblica nunca ha dependido de que Rusia sea un Estado comunista.

Creyendo lo que Dice la Biblia

Al interpretar lo que la Biblia dice acerca de las naciones en los tiempos del fin, necesitamos tener la fe que fue demostrada por C. I. Scofield, cuando publicó su famosa Biblia de Estudio en 1909. Interpretó Ezequiel 38 y 39 en el sentido de que Rusia invadiría Israel en los tiempos del fin. Esa interpretación fue cuestionada e incluso ridiculizada.

Los eruditos preguntaron: “¿Cómo es posible que digas que estos capítulos profetizan una invasión rusa contra Israel? Rusia es una nación cristiana ortodoxa, ¡e Israel ni siquiera existe! Tampoco hay posibilidad alguna de que Israel vuelva a existir”.

La respuesta de Scofield fue simple: “No lo entiendo, y no puedo explicarlo, pero la Biblia lo dice, y por lo tanto, lo creo”.

Hoy, cien años después, Israel existe y Rusia es cualquier cosa menos una nación cristiana. Los rusos lucen actualmente un delgado barniz democrático, pero debajo hay una fea herencia de dictadura, represión y antisemitismo. Además, la sociedad se está revolcando en el caos económico y la violencia, ya que los ex funcionarios comunistas ahora operan como matones de la mafia que construyen imperios regionales que operan bajo la protección del gobierno. Otra cosa a tener en cuenta es que las repúblicas rusas centrales contienen una enorme población islámica que se opone con vehemencia al Estado de Israel.

La Nación Clave

Rusia es sólo una de varias naciones que se mencionan específicamente en las profecías del tiempo del fin. La nación clave es Israel, porque toda la profecía del tiempo del fin gira en torno al pueblo judío.

Hace cuatrocientos años, los eruditos puritanos comenzaron a predicar que la nación de Israel sería restablecida en los tiempos del fin, justo antes del regreso de Jesús. Un buen ejemplo de esta enseñanza se puede encontrar en un libro de Increase Mather, The Mystery of Israel’s Salvation (El Misterio de la Salvación de Israel), que fue publicado en 1667.

La mayoría de los cristianos se burlaron de la afirmación puritana. Después de todo, los judíos habían sido dispersados por todo el mundo, y su patria, llamada Palestina, era parte del Imperio Otomano. No parecía alguna perspectiva de que la nación de Israel volviera a existir.

El Testimonio de las Escrituras

Pero la afirmación puritana se basaba en evidencia bíblica sólida. Isaías 11:10-12 declara claramente que, en los tiempos del fin, habrá una “segunda” reunión de los judíos (la primera es desde Babilonia). El pasaje dice, además, que ésta será una reunión de judíos de todas las tribus, tanto las diez tribus de Israel como las dos tribus de Judá (el regreso de Babilonia incluyó sólo a Judá). Finalmente, el pasaje dice que esta reunión será “desde los cuatro confines de la tierra”.

Otra de las grandes profecías de la reunión del tiempo del fin se encuentra en Ezequiel 37. Es la famosa profecía del valle de los huesos secos. Ezequiel fue llevado por el Espíritu de Dios a un valle sembrado de huesos. Se le dijo que les predicara a los huesos.

Cuando Ezequiel comenzó a predicar, ¡los huesos comenzaron a cobrar vida! Volvieron a juntarse, y se formaron músculos en ellos. Cuando reasumieron sus formas humanas, el aliento entró en ellos, ¡y se pusieron de pie!

El Señor le dijo al asombrado profeta que los huesos representaban al pueblo judío, que había sido dispersado y parecía no tener esperanza. Luego, el Señor le aseguró a Ezequiel que un día las “tumbas” del pueblo judío — las naciones donde serían dispersados —serían abiertas, y el pueblo sería traído de regreso a la tierra de Israel (Ezequiel 37:11-12).

Una vez más, Ezequiel afirma que ésta será una reunión que incluirá tanto a Israel como a Judá: “Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano” (Ezequiel 37:19). También dice que esto ocurrirá justo antes del regreso del Mesías para reinar sobre las naciones desde Jerusalén (Ezequiel 37:24-28).

Profecías similares se pueden encontrar a lo largo de las Escrituras hebreas. De hecho, el regreso de los judíos a su patria en los tiempos del fin es la profecía más prolífica en el Antiguo Testamento, mencionada con más frecuencia que cualquier otra.

Desencadenando las Profecías

El Señor inició Su cumplimiento de estas profecías cerca del final del siglo XIX, cuando le dio a un periodista vienés una visión para el restablecimiento del Estado de Israel. El hombre era un judío húngaro llamado Theodor Herzl (1860-1904). Como la mayoría de los intelectuales judíos de su tiempo, Herzl creía que los judíos habían sido asimilados en la sociedad europea. Pero, en 1894, su actitud cambió radicalmente.

Fue a París para cubrir el juicio de un oficial del ejército francés llamado Alfred Dreyfus. El oficial había sido acusado falsamente de traición porque era judío. Cuando Herzl llegó al juzgado, se sorprendió al ver a miles de parisinos parados en las calles gritando: “¡Muerte a los judíos!”.

Esta experiencia agonizante convenció a Herzl de que la única esperanza para los judíos era que formaran un Estado propio. Expresó este sentimiento de manera muy convincente en 1896, en un folleto llamado “Der Judenstaat” (“El Estado Judío”). Su panfleto condujo a la convocatoria del Primer Congreso Sionista, celebrado en Basilea, Suiza, en agosto de 1897. Herzl escribió en su diario: “En Basilea, fundé el Estado judío”. Predijo que dentro de 50 años la gente vería la verdad de su declaración.

Efectivamente, 50 años después, en noviembre de 1947, las Naciones Unidas autorizaron la creación de un Estado judío en Palestina. Y, el 14 de mayo de 1948, nació el Estado de Israel.

La Amenaza Árabe

Una vez que Israel sea restablecido, como lo ha sido, la Biblia profetiza que será amenazado por todas partes por una variedad de naciones. En primer lugar, la existencia misma de Israel será desafiada por los Estados árabes circundantes.

Ezequiel profetizó que “en el tiempo de su aflicción” (su término para los últimos tiempos), Dios derramará Su ira sobre el “Monte de Seir” (un término colectivo para los pueblos árabes) porque codiciarán la tierra que Él ha dado a los judíos (Ezequiel 35:5, 10-11). Isaías había dado previamente la misma profecía, cuando declaró que vendrá un tiempo cuando Dios derramará Su ira sobre Edom (el término colectivo de Isaías para los árabes) debido a su maltrato al pueblo judío (Isaías 34:5-6).

Una de las guerras del tiempo del fin descrita en la profecía que aún no ha ocurrido es la “guerra de aniquilación” que se describe en el Salmo 83. Este salmo retrata una conspiración árabe del tiempo del fin contra Israel. El salmista dice que todas las naciones árabes que tienen una frontera común con Israel intentarán aniquilar al Estado judío. Esos estados incluyen Jordania, Egipto, Líbano, Gaza, Arabia Saudita, Siria e Irak.

El salmo no revela el resultado de esta guerra, pero sabemos que los judíos prevalecerán, porque hay profecías que dicen que Israel ganará todas sus guerras del tiempo del fin. Por ejemplo, Zacarías 12:6 dice que Dios pondrá “a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán . . .a todos los pueblos alrededor. . .”. Zacarías agrega que el Señor destruirá “a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén” (Zacarías 12:9).

Estas profecías se han cumplido desde el restablecimiento del Estado judío en 1948. Las naciones árabes que rodean a Israel han lanzado guerra tras guerra contra el Estado judío, en un intento incesante de aniquilarlo. Además, ha habido varias intifadas significativas (levantamientos palestinos). Pero Israel ha prevalecido en todas estas batallas.

La Amenaza Rusa

Los árabes no son los únicos enemigos de Israel profetizados para los tiempos del fin. La Biblia dice que otra némesis de los judíos será Rusia. En Ezequiel 38 y 39, se nos dice que una nación de “las partes remotas del norte” demostrará ser el mayor enemigo de Israel (Ezequiel 38:6, 15).

Todas las instrucciones en la Biblia se dan con referencia a Jerusalén. Si toma una cuerda y pone un extremo de ella en la ciudad de Jerusalén en un globo terráqueo, y luego coloca el otro extremo en el Polo Norte, verás que la cuerda pasa por Moscú, la capital de Rusia. Ésta es una buena indicación de que Ezequiel está hablando de Rusia como la nación en “las partes remotas del norte”.

Hay otros indicadores. Ezequiel dice que esta nación comprenderá la tierra de Magog (Ezequiel 38:2), que el historiador judío, Josefo, identificó como el área ocupada por los escitas en el centro sur de Rusia. También se identifica como la tierra gobernada por “el príncipe de Rosh” (Ezequiel 38: 2). Rosh es una antigua palabra raíz para Rusia.

Una Coalición de Naciones

Los rusos son representados como invasores de Israel con una coalición de naciones. Persia es nombrada primero (Ezequiel 38:5). En ese momento, Persia incluía la actual Siria, Irak, Irán y Afganistán. También se nombran Etiopía, Put (Libia) y dos áreas, Gomer y Bet-Togarma, incluidas en la Turquía moderna (Ezequiel 38:5-6).

Ezequiel dice que la invasión rusa de Israel ocurrirá en un momento en que los judíos viven en “ciudades sin muros” (Ezequiel 38:11). Ese no es el caso hoy en día, ya que hay un muro de seguridad que zigzaguea por el centro de Israel, corriendo por una longitud de 440 millas. Ezequiel también dice que el pueblo de Israel vivirá “en reposo” y “seguro" (Ezequiel 38:11). Una vez más, ésa no es ciertamente la situación actual. Estas condiciones deben prevalecer después de que Israel derrote a todos sus vecinos en la Guerra del Salmo 83.

Como dije anteriormente en este capítulo, no hay nación en la tierra con una historia antisemita más larga y persistente que Rusia. Los gobernantes rusos han utilizado a los judíos como chivos expiatorios a lo largo de su historia registrada, culpando de todos los males de la sociedad rusa a “la conspiración judía internacional”. Ese espíritu demoníaco de antisemitismo permanece firmemente arraigado en la sociedad rusa hasta el día de hoy.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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miércoles, 3 de mayo de 2023

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 10

 Los Imperios en la Profecía

¿Revivirá el Imperio Romano?


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¡Sea bendito el nombre de Dios desde la eternidad hasta la eternidad! Porque suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las ocasiones; quita reyes y pone reyes . . . Daniel 2:20b-21a

Antes del nacimiento del sistema de estado-nación, que ha dominado la política mundial desde el siglo XIX, la humanidad parecía enamorada del concepto de imperio, real o imaginario.

En los albores de la historia, los pueblos de la tierra trataron de unirse en Babilonia para formar un imperio mundial que llegaría “hasta los cielos”, desafiando incluso la soberanía de Dios (Génesis 11: 1-4). Dios puso fin a ese intento confundiendo el lenguaje de la gente (Génesis 11:6-9).

Imperios Bíblicos

Pero en poco tiempo, la gente volvió a hacerlo. Primero vino el Imperio Egipcio (que se remonta al 3500 a. C.) y luego el Asirio (fundado en el 1810 a. C.). Los conflictos entre estos imperios y los que siguieron están registrados en los libros de historia del Antiguo Testamento.

La razón por la que la Biblia contiene tanta información acerca de ellos es debido a la ubicación estratégica del antiguo Israel. Esa pequeña nación constituía un puente terrestre que conectaba África, Asia y Europa. El resultado es que a menudo sirvió como campo de batalla para imperios en competencia.

Uno de los imperios que tuvo un tremendo impacto sobre el pueblo judío fue el babilónico. Existió sólo 73 cortos años, desde el 612 a. C. hasta el 539 a. C., pero Dios obró a través de él para disciplinar a los judíos por su idolatría. Permitió que los babilonios conquistaran Jerusalén y, en última instancia, la destruyeran junto con el Templo judío.

Un Hombre Extraordinario

Uno de los muchos cautivos que fueron llevados en el primer sitio de Jerusalén en el año 605 a. C.  fue un joven llamado Daniel. Rápidamente llamó la atención de los líderes babilonios debido a su capacidad para interpretar los sueños.

El evento que lo catapultó al centro de atención fue un sueño que Dios le dio al rey de Babilonia, Nabucodonosor. El rey hizo una petición inusual a los magos y hechiceros de su corte. En lugar de simplemente pedirles que interpretaran su sueño, ¡exigió que primero le dijeran el contenido de su sueño! Estaban desconcertados y estaban a punto de ser ejecutados, cuando Daniel envió un mensaje al rey de que él podía revelar el sueño y proporcionar su interpretación (Daniel 2:14-16).

Cuando el rey Nabucodonosor accedió a darle una audiencia a Daniel, el joven y sus compañeros de prisión se arrodillaron en oración y clamaron a Dios por comprensión (Daniel 2:17-18). El misterio fue revelado inmediatamente a Daniel en una visión nocturna (Daniel 2:19).

Un Sueño Extraordinario

Cuando Daniel fue conducido a la presencia del rey, comenzó revelando los detalles del sueño (Daniel 2:31-35). Declaró que el rey había visto una enorme estatua de un hombre que era a la vez espléndida e impresionante en apariencia. La estatua estaba hecha de una sucesión de metales. Tenía una cabeza de oro, un pecho de plata, muslos de bronce y piernas de hierro. Descansaba sobre una base precaria — pies de hierro mezclados con arcilla.

Mientras Nabucodonosor miraba fijamente la estatua, admirando su belleza, los pies fueron golpeados repentinamente por una piedra sobrenatural (“una piedra cortada sin manos”). La estatua se derrumbó, y la piedra se expandió rápidamente hasta convertirse en una montaña que envolvió al mundo entero (Daniel 2:31-35).

Una Interpretación Profética

Daniel explicó que el sueño trataba con el futuro y se extendía incluso a los “postreros días” (Daniel 2:28). Señaló que la cabeza dorada era representativa del imperio babilónico. Sería sucedido por otro imperio representado por el pecho de plata y, a su vez, sería derrocado por otro imperio, simbolizado por los muslos de bronce. El imperio final estaba representado por las piernas de hierro (Daniel 2:36-40).

Más tarde, Dios le reveló a Daniel que el imperio que seguiría a Babilonia sería el medo-persa que, a su vez, sería derrocado por los griegos bajo Alejandro Magno (Daniel 8:1-8, 20-21).

El imperio representado por las piernas de hierro nunca fue identificado específicamente, pero sabemos por la historia que fue el Imperio Romano, el que finalmente se dividió en dos partes, los imperios oriental y occidental.

Con respecto a los pies de hierro mezclados con barro, Daniel declaró que éste sería el reino mundial final de la humanidad y que sería fuerte como el hierro y quebradizo como el barro. Daniel afirmó además que este reino final de la humanidad sería repentina y totalmente destruido cuando “el Dios de los cielos establezca un reino que jamás será destruido” (Daniel 2:44). Ese reino, representado por la piedra, abarcará todo el mundo, destruirá todos los demás reinos y "permanecerá para siempre" (Daniel 2:44-45). Ese reino de piedra es, por supuesto, un símbolo del reino eterno del Mesías.

Una Brecha Profética

La profecía evidentemente contiene una brecha de tiempo porque no hay nada en la historia que corresponda al imperio representado por los pies de hierro mezclados con barro. Además, debe contener un intervalo de tiempo porque el texto establece específicamente que se relaciona con “los postreros días”.

Los amilenialistas (aquellos que niegan que habrá un futuro reinado de Jesús en la tierra) objetan la idea de que la profecía contiene una brecha de tiempo. Argumentan que la piedra representa el reino de la Iglesia que destruyó el Imperio Romano y procedió a expandirse por toda la tierra.

Pero el cristianismo sirvió para unir y consolidar el Imperio Romano en lugar de destruirlo. Y aunque la Iglesia se ha extendido por todo el mundo, ciertamente no ha desplazado a los reinos de este mundo. Tampoco la Biblia enseña que la Era de la Iglesia durará para siempre. De hecho, la Biblia enseña que se detendrá bruscamente cuando la Iglesia sea arrebatada de este mundo.

Más Revelaciones

En sueños y visiones posteriores, el Señor le reveló a Daniel que este reino de hierro mezclado con barro sería una confederación suelta de diez gobernantes (Daniel 7:24). Esta confederación surgiría del territorio del imperio de hierro — el Imperio Romano (Daniel 7:7-8). A Daniel también se le mostró que esta confederación europea revivida serviría como base para la consolidación del último gran imperio mundial gentil, es decir, el imperio del Anticristo (Daniel 7:8, 24-26 y 8:19-27).

Estas revelaciones proporcionan evidencia adicional de una brecha de tiempo en la profecía, porque la historia no muestra una confederación europea de diez naciones expandiéndose en un imperio mundial y luego siendo repentinamente destruida por una intervención sobrenatural de Dios. Tampoco ninguna confederación europea ha producido jamás un líder equivalente al Anticristo descrito tanto en Daniel como en Apocalipsis.

Una Interpretación Precisa

La interpretación de Daniel del sueño de Nabucodonosor demostró ser históricamente precisa hasta el más mínimo detalle. Tal como se profetizó, el Imperio Babilónico fue derrocado por el Imperio Medo-Persa en el 539 a. C. Los griegos, bajo Alejandro Magno, conquistaron a los persas en el 331 a. C., y los romanos sucedieron a los griegos. Como dijo un escritor: “Daniel escribió la historia por adelantado mejor que cualquier historiador que la haya escrito después de los hechos”.

El Imperio Romano se dividió en el 395 d. C. y entró en un largo declive. En el siglo V d. C., el imperio estaba muerto. Pero la idea del imperio nunca moriría. La esperanza de revivirlo continuó capturando la imaginación de los líderes europeos.

Intentos de Avivamiento

En el año 800 d. C., Carlomagno, junto con la Iglesia Católica Romana, sentó las bases de lo que se conoció como el Sacro Imperio Romano. Duró hasta 1806, pero nunca fue realmente un verdadero imperio. Consistía principalmente en estados alemanes gobernados por reyes alemanes que generalmente buscaban pero no siempre recibían la coronación como emperador por los papas en Roma.

Fue un intento de revivir el antiguo Imperio Romano, pero existía principalmente en el papel y en la imaginación de sus “emperadores”. Voltaire lo resumió sucintamente cuando escribió: “No es ni santo, ni romano, ni un imperio”.

La forma de gobierno que realmente existió durante la Edad Media fue el feudalismo en forma de estados-tribales, ciudades-estado y ciudades-ligas. El sistema de estado-nación irrumpió en la escena en el siglo XVIII, después de que la imprenta y la difusión de la educación hicieran que la gente tomara conciencia de las agrupaciones nacionales, alimentando el deseo de que cada grupo nacional tuviera su propio estado.

Sin embargo, incluso el nacionalismo extremo del sistema de estado-nación no fue suficiente para matar la idea de revivir el antiguo Imperio Romano. Napoleón intentó hacerlo y casi lo logró. Hitler soñaba con lograrlo, y en el proceso, redujo a Europa a un montón de cenizas.

El Renacimiento Milagroso

Pero, de las cenizas, surgió un renovado celo por unir a Europa. El celo estaba motivado por la desesperación. Los líderes europeos visionarios se dieron cuenta de que si alguna vez iban a reconstruir Europa, tendrían que dejar de lado sus rivalidades nacionales e integrar sus economías.

Establecieron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951, que abarcaba seis naciones (Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo). En 1958 se amplió el alcance de esta organización para cubrir todas las actividades económicas. Pasó a llamarse Comunidad Económica Europea. Entre 1973 y 1993 se agregaron seis estados adicionales a la comunidad, incluida Gran Bretaña.

El paso más grande y audaz se dio en 1993, cuando las naciones miembros decidieron renunciar a su soberanía política al acordar integrarse política y económicamente. Con este paso, nació la Unión Europea.

Hoy en día, la Unión Europea está formada por 27 naciones con una población de más de 515 millones de personas. Otras naciones están preparadas para entrar en la unión. No hay duda de que la UE se está convirtiendo en una superpotencia como China y los Estados Unidos.

Lo que la humanidad nunca podría lograr con la guerra se ha convertido en una realidad pacíficamente a través de la diplomacia durante un período de 50 años. La razón, por supuesto, es que ahora es el tiempo de Dios para que el antiguo Imperio Romano renazca.

Los Británicos

Cuando los británicos votaron en junio de 2016 para retirarse de la Unión Europea, muchas personas concluyeron inmediatamente que la UE no iba a ser el Imperio Romano revivido predicho en la profecía bíblica del tiempo del fin.

Pero, por el contrario, fue una manifestación de una parte de la profecía de Daniel que preveía que la coalición europea del tiempo del fin sería inestable. Ese era el significado del simbolismo que retrataba el imperio revivido del tiempo del fin como uno de hierro mezclado con barro — una mezcla altamente inestable.

Las Diez Naciones

Pero, ¿qué pasa con la profecía de que el avivamiento del Imperio Romano en el tiempo del fin consistirá en una confederación de diez gobernantes o naciones (los diez dedos de los pies y los diez cuernos de Daniel 2:41-41 y 7:7)? ¿Cómo cumple la UE, con sus 27 naciones, (y más por venir) esta profecía?

Tendremos que esperar y ver, pero las bases para su cumplimiento probablemente se están estableciendo en la actualidad a través del énfasis de la UE en la desnacionalización. Lo que esto significa es que la UE está haciendo todo lo posible para restar importancia a las identidades nacionales y sustituirlas por una identidad europea común. En otras palabras, se anima a la gente a pensar en sí misma no como franceses, alemanes o españoles, sino como europeos.

En consecuencia, los pasaportes se han cambiado para indicar primero que la persona es miembro de la Unión Europea y, en segundo lugar, es ciudadano de un Estado en particular. Pero esto es sólo un paso transitorio hacia un pasaporte que no dirá nada más que la persona es un ciudadano de la UE.

Más importante aún, las naciones, como tales, ya no están representadas en el Parlamento Europeo. Los delegados representan secciones de naciones y deben ocupar un escaño en el Parlamento por ideología política (liberal, moderada o conservadora), y no por origen nacional. A medida que se agreguen más naciones y la organización se vuelva más difícil de manejar, parece probable que la UE se divida en unidades administrativas que traspasarán las fronteras nacionales. Muy bien podría ser que haya un total de diez unidades de este tipo, cada una encabezada por su propio gobernante.

El Elemento Faltante

La Unión Europea tiene ahora un parlamento, un tribunal, un banco y una moneda comunes. Está en proceso de organizar un ejército. Lo principal que le falta es un líder fuerte. Su ejecutivo actualmente consiste en un comité llamado La Comisión. Se compone de una persona de cada uno de los 27 Estados miembros. Está encabezado por un presidente que tiene muy poco poder, pero la profecía bíblica deja en claro que el comité pronto será reemplazado por un solo individuo.

Dentro de poco, surgirá una personalidad política dinámica y carismática dentro de la Unión Europea que parecerá tener las respuestas a todos los problemas del mundo. Él se hará cargo de la Unión, y luego se aventurará a construir un nuevo orden mundial, usando tanto el engaño como la fuerza (Daniel 11:36-45 y Apocalipsis 6:1-6).

El Nuevo Orden Mundial

Este imperio final del Anticristo unirá al mundo entero política, social, económica y espiritualmente. El Anticristo será asistido por un Falso Profeta que unirá a las religiones del mundo en una súper iglesia amalgamada y apóstata que adorará al Anticristo (Ap. 13:11-18).

La Biblia deja en claro que este imperio del Anticristo será el único y verdadero imperio mundial de la historia porque, a diferencia de todos los demás imperios que han existido, este incluirá “toda tribu y pueblo y lengua y nación” (Ap. 13:7).

El Destino del Imperio del Anticristo

El imperio mundial final de la humanidad será brutal. La mitad de la humanidad morirá en los primeros tres años y medio, cuando el Anticristo conquiste el mundo a través del poder militar, lanzando una guerra convencional (Apocalipsis 6) que parece transformarse en una guerra nuclear (Apocalipsis 8-9). Luego, utilizando la tecnología moderna, instituirá una dictadura totalitaria que controlará todos los aspectos de la vida (Ap. 13: 16-17).

Afortunadamente, su reinado será corto. Al final de siete años de tribulación sin precedentes sobre la tierra, Dios derramará Su ira sobre este último imperio. Su abrumadora destrucción por el fuego tendrá lugar en una hora (Apocalipsis 18).

Es entonces cuando Jesús regresará para establecer el imperio de Dios. Será radicalmente diferente de todos los imperios de la humanidad, porque dará como resultado un orden mundial perfecto. Jesús reinará desde el Monte Sion en Jerusalén con una vara de hierro, y el mundo será inundado de paz, rectitud y justicia (Salmo 2 y Miqueas 4).

Una Advertencia

No se dejen engañar por toda la charla actual sobre un “Nuevo Orden Mundial”. Es el viejo orden mundial vestido con ropa nueva.

Satanás está reuniendo un último imperio mundial en su inútil intento de frustrar el plan maestro de Dios. La mayor parte del mundo será engañado creyendo que este “Nuevo Orden Mundial” producirá una utopía en la tierra. Creará, en cambio, un infierno viviente.

El “Nuevo Orden Mundial” está condenado al fracaso, porque estará basado en la sabiduría del hombre. Ore por la venida del orden mundial perfecto que Jesús establecerá cuando regrese. Estará basado en la Palabra de Dios.


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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lunes, 13 de septiembre de 2021

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 9

 Los Árabes en la Profecía

¿Tienen alguna esperanza?



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“¿Por qué ustedes los que enseñan profecía bíblica pasan todo el tiempo hablando sobre los judíos? Hay muchos más árabes que judíos. ¿No creen que Dios también se preocupa por los árabes?”.

Fue una pregunta irritante durante un foro abierto en una de mis conferencias sobre profecía. Era una que había escuchado muchas veces antes de varias maneras. Me recordó a una carta que había recibido en la que una persona preguntaba: “¿No tienen derechos los palestinos también? ¿Dios ama sólo a los judíos?”.

No hay duda de que los maestros de profecía bíblica pasan mucho tiempo hablando y escribiendo sobre el pueblo judío. Sería fácil, por lo tanto, concluir que los pueblos árabes son ignorados en la Palabra Profética de Dios. Pero, como veremos, ese no es el caso. La profecía bíblica se centra en el pueblo judío porque es el Pueblo Elegido de Dios. En el proceso, no ignora a los árabes.

La Importancia de los Judíos

Dios escogió a los judíos para que le dieran al mundo las Escrituras, y fue a través de los judíos que proveyó al Mesías. Los judíos también sirven como el reloj profético de Dios, ya que él a menudo señala eventos futuros en su historia como la clave para el momento de otros eventos importantes.

Por ejemplo, el momento de la Primera Venida del Mesías estuvo relacionado con eventos en la historia judía. Daniel dijo que el Mesías vendría 483 años después de que se emitiera un edicto para la reconstrucción de Jerusalén (Daniel 9:25–26).

De la misma manera, Jesús les dijo a Sus discípulos que Jerusalén un día caería en manos de los gentiles (lo cual sucedió 40 años después en el 70 d.C.) y que permanecería bajo el control de los gentiles hasta que llegara el momento de que Él regresara a la tierra (Lucas 21:24). En otras palabras, Jesús dijo que Su Segunda Venida ocurriría cuando Jerusalén estuviera de vuelta en manos de los judíos judíos (algo que sucedió el 7 de junio de 1967).

El Testimonio Continuo de los Judíos

Hay otra clave para la importancia de los judíos. Continúan sirviendo hoy como testigos escogidos de la gracia de Dios. Esto se manifiesta en su propia existencia, porque ¿qué otro Dios, excepto un Dios de gracia, hubiera tolerado durante tanto tiempo a un pueblo tan terco y rebelde?

También continúan siendo testigos de lo que significa tener una relación con Dios. Su historia revela que, cuando las personas son fieles a la Palabra de Dios, Él bendice; cuando son infieles, disciplina; y cuando se arrepienten, perdona, olvida y comienza a bendecir de nuevo. Este es el ciclo constante que está claramente modelado en el libro de los Jueces.

La Primacía de los Judíos

La Biblia dice que el pueblo judío continuará sirviendo como el Pueblo Elegido — como Su testigo especial — en el futuro.

Al final de la Tribulación, un gran remanente de los judíos será llevado al final de sí mismos y se volverá a Dios en arrepentimiento y aceptará a Su Hijo como su Mesías (Zacarías 12:10; 13:1). Exclamarán: “¡Baruj haba b'shem Adonai!” — es decir, “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 23:39). Es en este punto que se levantará la disciplina de Dios y el pueblo judío comenzará a ser bendecido nuevamente.

Moisés profetizó que, cuando el remanente judío se arrepienta, serán reunidos de todo el mundo de regreso a la tierra de Israel (Deuteronomio 30:1–5). Isaías dice que Israel entonces servirá como la nación principal del mundo (durante el reinado milenial del Señor), y detalla todas las increíbles bendiciones que serán derramadas sobre la nación y la ciudad de Jerusalén (Isaías 60– 62).

Pero los judíos no serán sólo un depositario de las bendiciones de Dios. Zacarías dice que serán un canal de bendiciones para el mundo entero (Zacarías 8:13), y dice que la actitud del mundo hacia los judíos cambiará radicalmente. El antisemitismo será reemplazado por respeto y admiración: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

¿Significan estas promesas a los judíos que Dios no tiene bendiciones para los multitudinarios pueblos árabes? Para nada. Dios les ha dado grandes bendiciones en el pasado y tiene grandes bendiciones reservadas para ellos en el futuro.

Identidad Árabe

Pero antes de ver esas bendiciones, consideremos primero la identidad de los pueblos árabes. ¿Quiénes son ellos?

Un concepto erróneo popular es que la identidad árabe está determinada por la religión—que, si eres musulmán, entonces eres árabe. Eso no es cierto.

La nación musulmana más poblada del mundo es Indonesia, una nación insular en el sudeste asiático. Los indonesios no son árabes. Son malayos. Asimismo, la nación de Irán está compuesta por musulmanes, pero no son árabes. Son persas.

También hay árabes cristianos esparcidos por todo el Medio Oriente. Hasta hace poco, la ciudad de Belén estaba dominada por árabes cristianos. Nazaret sigue siendo una ciudad con muchos cristianos árabes.

La identidad árabe no está determinada por la religión. La mayoría de los árabes son musulmanes, pero no todos; y ciertamente no todos los musulmanes son árabes. La identidad árabe está determinada por la herencia étnica. ¡Y lo asombroso es que todos los árabes — como todos los judíos — son descendientes de la familia de Abraham! Eso significa que el conflicto árabe-israelí es una disputa familiar, la disputa familiar más prolongada e intensa de la historia.

Orígenes Árabes

Todo comenzó cuando Abraham decidió ayudar a Dios. Ésa es una forma agradable de decir que decidió adelantarse a Dios. Me refiero, por supuesto, a su impaciencia con la promesa de Dios de que un heredero le sería dado.

Mientras él y Sara continuaban avanzando en años sin un hijo, decidieron “ayudar” a Dios haciendo que Abraham concibiera un hijo por medio de Agar, la esclava egipcia de su esposa. El niño nacido de esa unión fue nombrado Ismael. Dios dejó en claro que Ismael no sería el hijo de la promesa, por medio del cual todo el mundo sería bendecido (Génesis 17:20–21), pero Dios hizo algunas promesas grandes a la madre de Ismael.

Dios prometió que haría fructífero a Ismael y que multiplicaría sus descendientes en gran manera, haciendo de él una “gran nación” (Génesis 17:20). También dio a los descendientes de Ismael la tierra al oriente de Canaán (Génesis 16:12).

Dios ha sido fiel a esas promesas. Hoy en día, hay 22 naciones árabes con una población combinada de más de 400 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo. Por el contrario, solo hay un estado judío con una población de 7 millones de judíos que están apretujados en sólo 8,000 millas cuadradas de espacio. Esa es una proporción de población de 57 a 1 y una proporción de tierra de 662 a 1. Los árabes han sido verdaderamente bendecidos.

Tribus Árabes

Ismael tomó a una esposa egipcia (Génesis 21:21) y se convirtió en el padre de 12 tribus que se enumeran en Génesis 25:12–16. Estas tribus se convertirían en el núcleo de los pueblos árabes, un pueblo con una mezcla de sangres semítica y egipcia.

Otras tribus árabes remontan su origen a los seis hijos de Abraham que le nacieron de su segunda esposa, Cetura. Se enumeran en Génesis 25:1–4. Finalmente, algunas tribus árabes surgirían de los descendientes de Esaú, el hermano gemelo de Jacob, que engendró las 12 tribus de Israel.

Todas las tribus árabes históricamente se han caracterizado por su naturaleza impulsiva y violenta. Han estado involucradas en interminables guerras entre ellas mismas y contra judíos y cristianos.

Es interesante observar que su naturaleza volátil es un cumplimiento de la profecía. Dios le dijo a Agar que su hijo, Ismael, sería “un hombre indómito como asno salvaje” y que “su mano será contra todos” (Génesis 16:12).

Profecías Árabes

Veamos ahora lo que la Biblia profetiza acerca de los pueblos árabes. Primero, dice que reclamarán la tierra de Israel que Dios dio a sus hermanos, los judíos. El profeta Ezequiel dice que este reclamo será hecho en los tiempos del fin (Ezequiel 35:5, 10; 36:2, 5).

Esta profecía se cumplió en el siglo XX. Durante más de 1,900 años, los judíos fueron dispersados de la tierra que Dios les dio, y durante ese largo período de tiempo nunca hubo un estado árabe en el área que el mundo llamara Palestina. Los árabes que vivían en la tierra se consideraban sirios. No tenían conciencia como palestinos, y nunca se hizo ningún esfuerzo por crear un estado palestino.

Cuando los judíos comenzaron a regresar a principios del siglo XX, los árabes alegremente les vendieron la tierra a precios inflados, porque era considerada sin valor. Fue la Primera Guerra Mundial que cambió el punto de vista árabe. La guerra produjo que la tierra de Palestina fuera transferida de los turcos a los británicos, y los británicos inmediatamente proclamaron que sería una patria para los judíos. De repente, los árabes se enfrentaron con la perspectiva de un Estado judío, y comenzaron a ser intransigentes, reclamando la tierra como propia.

Los británicos cedieron a la presión árabe y, en 1922, entregaron dos tercios de Palestina a los árabes, creando el Estado de Trans-Jordania. Ésta era tierra que implícitamente habían prometido a los judíos. Pero esta acción no satisfizo el apetito árabe. Querían toda la tierra que Dios les había dado a los judíos, y ellos aún la codician hasta este día, tal como se profetizó.

Juicios Árabes

La Biblia también profetiza que Dios derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por su intento de reclamar como propia la patria judía. 

Considere, por ejemplo, Joel 3:19. Este pasaje tiene un claro contexto del tiempo del fin y en ese contexto dice, “Egipto quedará desolado, y Edom convertido en desierto, por la violencia cometida contra el pueblo de Judá, en cuya tierra derramaron sangre inocente”.

Tenga en cuenta que Edom se usa a menudo como un término simbólico para todos los pueblos árabes, así como Israel se usa como un término para todas las tribus judías. Ezequiel dice que Dios se encargará de “todo Edom” en los tiempos del fin, debido a su odio contra los judíos, y el resultado será desolación (Ezequiel 35:10–11, 15). El libro de Abdías profetiza un destino similar para Edom en “el día del Señor” (Abdías 15–18).

Promesas Árabes

Pero el futuro de los árabes no es del todo sombrío. Deben sufrir por sus pecados, tal como lo ha hecho el pueblo judío durante siglos y continuará haciéndolo durante la Tribulación. Y, como los judíos, un remanente de los árabes emergerá de su sufrimiento con el corazón vuelto hacia el único Dios verdadero (Jeremías 12:14–17).

La profecía más notable concerniente a la salvación futura de un remanente árabe está contenida en Isaías 19:16–25. Isaías afirma que cuando el Señor hiera a Egipto y Asiria, ellos se volverán a Él y Él tendrá compasión de ellos y “los sanará”. ¡Isaías presenta luego una imagen increíble de Egipto, Asiria e Israel viviendo juntos en paz, adorando al mismo Dios!

Otra profecía notable se refiere a los árabes que estarán viviendo en la tierra de Israel después de que el Señor regrese. Esta profecía se relaciona con el hecho de que el territorio de Israel se expandirá enormemente cuando Jesús regrese, incorporando muchas de las naciones árabes que existen hoy. (Las fronteras considerablemente ampliadas de Israel durante el Milenio están detalladas en Ezequiel 47:15–20). Asombrosamente, ¡Ezequiel dice que a los árabes viviendo en Israel en esa época se les dará “su heredad” de la tierra junto con las tribus de Israel! (Vea Ezequiel 47:21–23 e Isaías 14:1–2).

Un Dios Imparcial

No hay acepción de personas con Dios (Romanos 2:11). Escogió a los judíos, no para ser un depósito de Sus bendiciones, sino para ser un vehículo a través del cual bendeciría a todas las naciones del mundo, incluidos los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Dios — para los judíos y los árabes, así como para todas las personas — es aceptar el regalo de amor de Dios en Jesús, al recibirle como Mesías.

Cuando considero la gracia de Dios hacia los pueblos árabes, me acuerdo de lo que Pablo escribió cuando consideró la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!” (Romanos 11:33).

Tenga en cuenta que la asombrosa gracia que Dios está mostrando hacia los árabes y los judíos está disponible para usted. El mensaje de las relaciones de Dios con los descendientes físicos de Abraham es que no hay ningún pecado tan grande y oscuro que pueda separarle del amor de Dios, que Él ha expresado en Jesús.

La clave para experimentar esa gracia es el arrepentimiento. Tal como Pablo lo dijera en su sermón en Atenas: “Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

Recurso recomendado:

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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miércoles, 14 de octubre de 2020

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 8

Los Judíos en la Profecía

¿Han sido desechados?



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Pocos estudios bíblicos son tan emocionantes como un examen de los judíos en la profecía, ya que los judíos son uno de los puntos focales clave de la profecía bíblica. 

De hecho, si es antisemita, odiará la profecía bíblica. Eso es porque la Palabra Profética de Dios deja en claro que Él tiene un amor profundo y perdurable por el pueblo judío. 

Las Escrituras revelan a los judíos como “la niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8). Su tierra es descrita como “santa” (Zacarías 2:12). Su ciudad de Jerusalén se denomina el “centro de las naciones” (Ezequiel 5:5). Se les describe como la esposa descarriada de Dios (vea Ezequiel 16 y el libro de Oseas). Y la Biblia deja en claro que serán objeto, tanto de la ira de Dios (Jeremías 30:7), como de Su gracia (Zacarías 13:1) en los tiempos del fin. 

El panorama de la profecía que se relaciona con los judíos es impresionante. Se aplica al pasado, al presente y al futuro. Demuestra el amor y la gracia de Dios como nada más lo hace, excepto la Cruz misma. Pablo estaba tan abrumado por la paciente determinación de Dios de llevar a un remanente de los judíos, que exclamó en éxtasis: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”. 

Echemos un vistazo a las increíbles profecías que conciernen al pueblo judío, y comencemos con las profecías que ya se han cumplido.

Profecías Cumplidas 

1) Dispersión — A los judíos se les advirtió repetidamente que serían dispersados por todo el mundo si no eran fieles a su pacto con Dios. Considere las palabras de Moisés: “Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo…” (Deuteronomio 28:64; Levítico 26:33).

2) Persecución — El Señor también les advirtió a los judíos que serían perseguidos dondequiera que fueran. De nuevo, las palabras de Moisés son gráficas a este respecto: “Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma” (Deuteronomio 28:65).

3) Desolación — Dios prometió que, después de su dispersión, su tierra se volvería “desolada” y sus ciudades se convertirían en “ruinas” (Levítico 26:33). Moisés lo expresó de manera más gráfica cuando dijo: “y el extranjero que vendrá de lejanas tierras… dirá azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna” (Deuteronomio 29:22-33).

4) Preservación — Pero Dios, en Su maravillosa gracia, prometió que preservaría a los judíos como un pueblo separado durante sus andanzas mundiales (Isaías 66:22; Jeremías 30:11; 31:35-37). Isaías lo expresa de una manera colorida. Dice que el Señor no podría olvidar a Israel más de lo que una madre podría olvidar a su hijo lactante (Isaías 49:15). Luego añade que Dios no puede olvidar a Israel porque los tiene inscritos en las palmas de Sus manos (Isaías 49:16).

Cumplimiento

Dios ha cumplido estas cuatro profecías durante los últimos 2,000 años. En el año 722 a.C., los asirios conquistaron la nación de Israel y dispersaron sus diez tribus por Eurasia. En el año 70 d.C., los romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén y llevaron a la nación de Judá al cautiverio, desolaron la tierra y esparcieron sus dos tribus por toda la faz de la tierra. Y, como se profetizó, dondequiera que fueran los judíos, eran perseguidos, culminando con el Holocausto nazi de la Segunda Guerra Mundial.

Pero Dios también preservó a los judíos, y el cumplimiento de esta profecía ha sido uno de los milagros más notables de la historia. Ningún otro pueblo ha estado tan disperso y, sin embargo, ha sido capaz de conservar su identidad como nación. 

Profecías Actuales

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que Dios está cumpliendo muchas profecías a los judíos. Hace poco estaba hablando con un hombre sobre la Primera Venida de Jesús, y me dijo: “Dave, ¿no habría sido emocionante vivir en tiempos bíblicos?”. ¡Respondí señalando que estamos viviendo en tiempos bíblicos! Estamos siendo testigos del cumplimiento de las profecías del tiempo del fin a nuestro alrededor. 

¡Qué testimonio es éste del hecho de que Dios está vivo, que Dios está en Su trono y en control, y que Dios es fiel a Sus promesas! Echemos un vistazo a las profecías que se están cumpliendo hoy entre el pueblo judío. 

1) Reunión del Pueblo — Los profetas del Antiguo Testamento prometieron repetidamente que llegaría el día en que Dios reuniría a los judíos en incredulidad en la tierra de Israel (Isaías 11:10-12; Ezequiel 36:22-28). Esta notable reunión de los judíos desde los cuatro ángulos de la tierra ha ocurrido en nuestro tiempo. La Primera Guerra Mundial preparó la tierra para el pueblo, cuando el control de Palestina fue transferido de una nación que odiaba a los judíos (los turcos) a una nación que simpatizaba con su regreso (Gran Bretaña). El Holocausto de la Segunda Guerra Mundial preparó al pueblo para la tierra, al motivarlos a regresar. 

2) Restablecimiento del Estado — Los profetas declararon que, cuando el pueblo fuera reunido, la nación de Israel sería restablecida (Isaías 66:7-8; Zacarías 12:3-6). Esto ocurrió el 14 de mayo de 1948. Éste es el evento profético fundamental de nuestra época. Es un evento al que los eruditos proféticos han señalado durante los últimos 400 años, en medio de muchas burlas y menosprecio por parte de aquellos que no creían que Israel volvería a existir como nación. 

3) Recuperación de la Tierra — Dios prometió que, con el restablecimiento de la nación, la tierra florecería de nuevo (Isaías 35:1-7; Joel 2:21-26). Como dijo Ezequiel, la gente exclamaría algún día: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ezequiel 36:35). Y eso es exactamente lo que la gente dice hoy cuando visitan Israel, porque una vez más es una tierra de leche y miel. Más de 250 millones de árboles fueron plantados durante el siglo XX. Las precipitaciones durante ese siglo aumentaron un 450 por ciento. Los antiguos pantanos infestados de malaria se han convertido en tierras cultivadas. El agua del Mar de Galilea se ha canalizado a los desiertos, haciendo que florezcan. 

4) Renacimiento del Idioma — Cuando los judíos fueron esparcidos por todo el mundo en el primer siglo, dejaron de hablar el idioma hebreo. Los judíos que se establecieron en Europa desarrollaron un idioma llamado yiddish (una combinación de hebreo y alemán). Los judíos de la cuenca del Mediterráneo mezclaron el hebreo con el español para producir un idioma llamado ladino. El profeta Sofonías dio a entender que llegaría un momento en que el idioma hebreo reviviría (Sofonías 3:9). Lo ha hecho. Hoy los israelíes hablan hebreo bíblico. Es el único ejemplo en la historia de la resurrección de una lengua muerta. El hombre que Dios usó para revivir el idioma fue Eliezer Ben Yehuda (1858-1922).

5) Reocupación de Jerusalén — Jesús dijo que una de las señales más seguras de Su inminente regreso sería la reocupación de Jerusalén por los judíos (Lucas 21:24). Esto ocurrió durante la Guerra de los Seis Días en junio de 1967.

6) Resurgimiento de la Fuerza Militar — Zacarías profetizó que, cuando los judíos fueran restablecidos en la tierra, su fuerza militar sería abrumadora — como “antorcha ardiendo entre gavillas” — y que “consumirían” a todos los pueblos a su alrededor (Zacarías 12:6). ¿Es necesario decir algo sobre el cumplimiento de esta profecía?

7) Reenfoque de la Política Mundial — Israel siempre es descrito como el punto focal de la política mundial en los tiempos del fin (Zacarías 12:3; 14:1-9). Esto ha sido cierto desde el boicot del petróleo árabe en 1973. Occidente se dio cuenta de repente de su dependencia del petróleo árabe y comenzó a alinearse detrás de la obsesión árabe de aniquilar a Israel. 

Profecías Futuras

Al ser testigos de antiguas promesas al pueblo judío que se están cumpliendo ante nuestros ojos hoy, podemos estar seguros de que Dios un día cumplirá todas las profecías restantes concernientes al destino de Israel. 

1) Tribulación — Dios someterá al pueblo judío a un período de tribulación sin paralelo (Deuteronomio 4:30), durante el cual dos tercios de los judíos perecerán (Zacarías 13:8-9). El propósito será ablandar los corazones de un remanente para que acepten a Jesús como su Mesías. 

2) Salvación — Al final de la Tribulación, un remanente de los judíos “mirarán a mí, a quien traspasaron”, y se arrepentirán y lo aceptarán como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 11:1-6, 25-29). En ese día glorioso, la Biblia dice que “habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1).

3) Primacía — En la Segunda Venida de Jesús, Dios reunirá a todos los judíos creyentes en Israel, donde serán establecidos como la nación principal del mundo durante el Milenio (Deuteronomio 28:1,13; 2 Samuel 7:9; Isaías 60-62; Miqueas 4:1-7). Las bendiciones de Dios para el mundo fluirán una vez más a través del pueblo judío, y así, cuando un judío pase, diez gentiles tomarán su túnica y dirán: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

Una Doctrina Perniciosa

Estas profecías concernientes al Israel actual y su glorioso futuro dejan en claro que Dios no se ha desentendido del pueblo judío, como muchas denominaciones cristianas afirman hoy.

Una de las doctrinas más perniciosas que ha infestado a la Iglesia desde sus primeros días es una llamada Teología del Reemplazo. Sostiene que, cuando los judíos rechazaron a Jesús, Dios los hizo a un lado permanentemente y los reemplazó con la Iglesia. En el proceso, transfirió a la Iglesia todas las bendiciones que se le habían prometido a Israel. 

Esta doctrina contradice directamente las profecías del Antiguo Testamento concernientes al futuro de Israel. También viola la clara enseñanza de Pablo en el libro de Romanos. 

Por ejemplo, en Romanos 3:1-4, Pablo presenta una pregunta retórica, para una consideración reflexiva. Él pregunta: “¿Ha rechazado Dios a Su pueblo debido a su incredulidad?”. Durante casi dos mil años, la Iglesia ha respondido a esta pregunta, “¡Sí!”. Pero Pablo responde: “¡De ninguna manera!”.

Nuevamente, en el capítulo 11, Pablo pregunta: “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?”. Y, una vez más, responde a su propia pregunta afirmando: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció” (Romanos 11:1-2). Luego procede a afirmar la promesa del Antiguo Testamento de que un gran remanente de los judíos será salvo en los tiempos del fin (Romanos 11:25-33; Romanos 9:27).

Durante 2,000 años, el pueblo judío ha sido condenado por la Iglesia como “asesinos de Cristo”. Necesitamos aclarar nuestras mentes y corazones en cuanto a quién fue el que realmente mató a Jesús. Se nos dice en Hechos 4:27, que dice: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”.

¿Quiénes dice este versículo que fueron los asesinos de Jesús? Enumera a los líderes judíos (Herodes), los romanos (Pilato), los gentiles, los judíos y alguien más que no se menciona — usted y yo. Todos nosotros tenemos la sangre de Jesús en nuestras manos, porque Él murió por todos nuestros pecados. 

El Amor Infinito de Dios

Dios hizo a un lado a los judíos y los puso bajo disciplina debido a su desobediencia, pero no los apartó de Su gracia. 

Él tiene la intención de llevar a Su esposa descarriada a casa: “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe…Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios…y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días” (Oseas 3:4-5).

La bondad y la misericordia de Dios en el cumplimiento de Sus promesas al pueblo judío deberían ser una fuente de aliento para todos los cristianos. Al observar a Dios cumplir las promesas que hizo al pueblo judío hace miles de años, podemos estar absolutamente seguros de que será fiel para cumplir todas las promesas que le ha hecho a la Iglesia. 

El pueblo judío es testigo de la asombrosa gracia de Dios. Y esa misma gracia está disponible para todos nosotros, seamos gentiles o judíos. 


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Traducido por Donald Dolmus
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miércoles, 7 de octubre de 2020

Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 7

La Profecía y la Salvación

¿Es esencial la creencia en el milenio?


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¿Cuál es la relación de la doctrina profética con la salvación? ¿Es posible ser salvo y, sin embargo, rechazar la enseñanza bíblica de que el Señor va a regresar para reinar sobre todo el mundo durante mil años?

Planteo este tema porque las diferencias en la doctrina profética han sido usadas por muchos grupos denominacionales para trazar líneas de comunión entre los cristianos. ¡Algunos incluso han llegado a hacer de la doctrina profética una condición de la salvación!

Una Experiencia Personal

Hablo desde una dolorosa experiencia personal con respecto a este punto. Crecí en una denominación que era amilenial en su punto de vista profético. Eso significa que rechazábamos por completo la idea de que Jesús alguna vez volverá a esta Tierra para reinar. 

Los líderes de nuestra iglesia sentían tan fuertemente acerca de este asunto, que lo convirtieron en una prueba de comunión y una condición de la salvación.  Cualquier persona entre nosotros, que desarrollara una visión premilenial (que Jesús volverá para reinar durante mil años), era etiquetada como “hereje” y, tarde o temprano (generalmente temprano), era expulsado de la comunión. Luego descartarían a esa persona como alguien que había “caído de la gracia”. 

No hace falta decir que, finalmente, me convertí en uno de esos hermanos que eran condenados y rechazados, debido a que mi estudio de la Palabra me llevó a adoptar una interpretación premilenialista de la profecía. 

El Problema

El problema fundamental aquí no tiene nada que ver con la profecía. El problema es el concepto erróneo de la salvación.

Aquellos que trazan líneas de comunión sobre asuntos como la interpretación profética, son personas que creen en la salvación por conocimiento perfeccionado; es decir, creen que la salvación depende de tener razón en cada doctrina.

Aún puedo recordar vívidamente una expresión clásica de esta actitud hace varios años, en una conferencia de profecía que ayudé a organizar. Tratamos de hacer arreglos para tener un orador que representara cada uno de los principales puntos de vista proféticos. 

A la persona que presentó el punto de vista amilenialista, un predicador de mi denominación de la infancia, se le preguntó después de su presentación si un premilenialista podía ser salvo o no. Su respuesta fue: “Yo no podría ser salvo si fuera un premilenialista, porque sé que está mal”. Quería levantarme y detener la discusión sobre la profecía y pasar el resto del día discutiendo el verdadero tema de la salvación. 

¿Somos salvamos por tener razón sobre la profecía? ¿Puedo realmente perder mi salvación si estoy equivocado acerca de mi creencia de que Jesús regresará para reinar sobre la tierra?

Si usted y yo podemos perdernos por equivocarnos sobre la profecía, entonces podemos perdernos por equivocarnos en cualquier cosa — como la frecuencia de la comunión o el papel de las mujeres en la Iglesia. Eso significa que realmente no tenemos esperanza de salvación, porque ninguno de nosotros tiene razón en todo. 

La Certeza de la Salvación

Y, sin embargo, la Biblia dice que podemos estar seguros de nuestra salvación. Considere estas palabras del apóstol Juan: 

“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida” (1 Juan 3:14).

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:13).

“Sabemos que somos de Dios” (1 Juan 5:19).

Una y otra vez Juan dice que podemos saber que somos salvos. Pero, ¿cómo podemos tener tal seguridad si nuestra salvación depende de que tengamos razón en todo? La respuesta es que no podemos. Y es precisamente por eso que algunas iglesias conservadoras están llenas de almas que parecen seguras de todo, excepto de lo más importante de todo: ¡su salvación!

Puede saber con absoluta certeza que es salvo, porque Pablo dijo que es salvo por la gracia de Dios “como un regalo” (Romanos 3:24). También puede estar seguro de su salvación, porque si es salvo, entonces conoce a su Salvador, y sabe que es digno de confianza, y que lo decía en serio cuando dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).

Nuestra confianza también está asegurada por la gloriosa proclamación: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La Esencia de la Salvación

Esto significa que usted y yo podemos estar equivocados en muchas cosas, pero si tenemos razón en una cosa — Jesucristo — entonces podemos reclamar la promesa de la salvación eterna. También significa que, aunque toda verdad es importante, no toda es igualmente importante. 

En consecuencia, cualquiera que sea la verdad sobre cosas como la música instrumental, o la comunión o la profecía, estas verdades no son nada comparadas con la verdad de que Jesús es el Señor (1 Corintios 12:3). Por eso Pablo escribió: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). 

La esencia de la salvación no es la perfección doctrinal. Más bien, es una relación con una persona. Jesús lo expresó de esta manera: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

¿Significa esto que lo que cree acerca de la profecía es irrelevante? ¡De ningún modo! Sólo significa que no tiene nada que ver con su justificación  — es decir, con su posición judicial ante Dios. Somos justificados por nuestra fe en Jesús como nuestro Señor y Salvador (Romanos 3:21-26). 

El Proceso de la Salvación

Gran parte del problema aquí se debe al hecho de que muchas iglesias nunca han distinguido entre justificación, santificación y glorificación. El resultado es que muchos cristianos ignoran el hecho de que la salvación es un proceso.

La justificación es el punto de partida. Ocurre cuando pone su fe en Jesús. 

El proceso de la salvación continúa con su santificación. Éste es un proceso de toda la vida de morir a sí mismo y vivir más y más para Cristo. 

El proceso se consuma en su glorificación, cuando es resucitado y recibe un cuerpo inmortal. Es entonces cuando estará cara a cara con el Señor y será plenamente conformado a Su imagen (Romanos 8:29-30).

La justificación da como resultado que nazca de nuevo espiritualmente. Cuando es justificado, se viste de la justicia de Cristo, y está sin culpa ante el tribunal de Dios, lavado en la sangre del Cordero (1 Corintios 1:30). Recibe el don del Espíritu Santo, que mora en usted, como garantía de su herencia eterna (Efesios 1:13-14), y comienza su caminar con el Señor. 

El Significado de la Santificación

Es cierto que es santificado cuando es justificado, porque es lavado de sus pecados y es apartado del mundo como posesión sagrada de Dios (1 Corintios 6:11; Hebreos 10:10). Pero el proceso de santificación continúa, mientras comienza a caminar con el Señor.

A través del proceso de santificación, Dios da forma a su alma (su voluntad, emociones y personalidad) a la imagen de Cristo. Esto ocurre a medida que aprende más y más acerca del Señor y Su Palabra, a través del estudio bíblico, la oración, la adoración y la comunión. Esto no significa que la santificación sea algo que se gane. Al igual que la justificación, la santificación es un regalo de la gracia de Dios, a través del poder de Su Santo Espíritu obrando dentro de usted. 

Pero, mientras que es justificado al responder a la verdad del Evangelio (la muerte, sepultura y resurrección de Jesús — 1 Corintios 15:1-4), es santificado al responder a las verdades de la doctrina cristiana. Esto significa que la calidad de su caminar con el Señor se verá sustancialmente afectada por lo que crea acerca de cosas tales como el Espíritu Santo, la Iglesia, el discipulado, la mayordomía, los milagros, la oración y la profecía. 

El Impacto de la Profecía

Para usar otro ejemplo personal: Antes de llegar a una comprensión premilenial de la profecía, tenía poco entusiasmo por el regreso de Jesús. Ciertamente no estaba atento a Su regreso, y sentía que el único impacto de Su regreso en la historia mundial sería ponerle fin.

Ahora tengo una perspectiva completamente nueva, que me ha acercado al Señor y ha fortalecido mi fe, ha profundizado mi amor y ha aumentado mi esperanza.

Ahora espero el regreso de Cristo con ferviente expectación como mi “bienaventurada esperanza” (Tito 2:13). Mi vigilancia se ha convertido en un poderoso motivador para una vida santa (Romanos 13:11-14). Me emociona pensar en el triunfo de Jesús sobre Satanás (Apocalipsis 20:1-2, 10). Espero con gozo el establecimiento del reinado del Señor de perfectas paz y justicia aquí en la tierra (Miqueas 4:1-7). Me regocijo de que Jesús pronto será plenamente vindicado en la historia, así como fue humillado en la historia (Isaías 24:21-23).

He sido llevado a la asombrosa comprensión de que uno de los mayores milagros de la historia está ocurriendo antes mis propio ojos: la reunión de los judíos en su patria (Jeremías 16:14-15). Los pasajes de las Escrituras concernientes a los judíos que nunca tuvieron ningún significado para mí, han cobrado vida repentinamente (Jeremías 23:5-8; Ezequiel 36 y 37; Amós 9:14-15).

Por primera vez, comprendo el significado de los escritos de Pablo en Romanos 9-11, donde habla de la gracia de Dios para el pueblo judío. Me regocijo de que un remanente de los judíos llegará a conocer a su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27; 11:25-27), y que serán establecidos como la nación principal del mundo, a través de la cual todas las naciones serán bendecidas (Isaías 60-62).

Alabo a Dios por la redención que Jesús traerá a toda la creación (Romanos 8:18-32). Y aguardo con gran anticipación una eternidad en la presencia de Dios sobre esta tierra, después de que haya sido purgada de su corrupción, y renovada a su gloria anterior (2 Pedro 3:1-13; Apocalipsis 21:1-4). 

Tengo una comprensión del plan maestro de la historia de Dios que nunca antes había tenido, y eso me ha dado un sentido de consuelo y paz, que sirve como un ancla sólida en tiempos tan peligrosos como éstos. Ahora sé con certeza que la Palabra de Dios es segura; que Sus promesas son ciertas; que está vivo; que todavía se preocupa intensamente por Su creación; y que todavía interviene de maneras maravillosas y milagrosas, para dirigir y consolar a Su pueblo, mientras orquesta las malas obras del hombre a un clímax que traerá honor y gloria eternos a Su santo nombre (Salmos 2).

Un Llamado a Amar

Como puede ver, lo que creemos acerca de la profecía hace una diferencia en la calidad de nuestras vidas cristianas. Es por eso que siempre me enojo un poco cuando escucho a un cristiano decir: “No sé nada sobre la profecía bíblica, y no me importa, porque lo que usted crea sobre la profecía no hace ninguna diferencia”. No es así. Hace una gran diferencia. 

Pero no debería hacer ninguna diferencia en cuanto a nuestra actitud hacia los demás, como hermanos y hermanas en Cristo. Tengo hermanos y hermanas cristianos que son premilenialistas, amilenialistas y postmilenialistas, ¡y tengo algunos parientes en Cristo que no saben la diferencia entre un milenio y un milpiés!  Pasaré la eternidad con algunos que ni siquiera han leído el libro de Apocalipsis.

Tenemos que dejar de jugar a ser Dios, trazando líneas de comunión que no tenemos derecho a trazar  por asuntos de opinión, y tenemos que comenzar a amarnos unos a otros, porque compartimos una creencia en el hecho fundamental de la historia — a saber, que Jesús es el Señor. 


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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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