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jueves, 2 de mayo de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 4 (parte 1 de 3)

Los Horrores del Holocausto

Por Dr. David R. Reagan


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En este punto surge una pregunta muy importante: Si Dios no ha rechazado a los judíos, y si realmente los ama, entonces ¿por qué permitió que sufrieran una de las atrocidades más horribles en la historia de la humanidad — a saber, el Holocausto?

No es una pregunta agradable, pero es legítima y debe ser tratada. Y para lidiar con esto adecuadamente, debemos comenzar con una consideración de lo que la Biblia tiene que decir acerca de la naturaleza de Dios y Su relación con el sufrimiento.

El Ejemplo de Job

La mayoría de los eruditos de la Biblia consideran que el libro de Job es el libro más antiguo de la Biblia. Es interesante que este antiguo libro se centre en el problema del sufrimiento. Ezequiel dice que Job fue uno de los tres hombres más justos que jamás haya vivido, junto con Noé y Daniel (Ez. 14:14). Sin embargo, pocos han sufrido como Job.

El increíble sufrimiento de Job fue agravado por sus supuestos amigos que acudieron a él y culparon de todo su dolor y pérdida a sus pecados. Sus acusaciones eran injustificadas, porque el primer versículo del libro de Job dice que era un hombre “íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.

Después de una larga y dolorosa discusión con sus amigos, uno de ellos cambió el argumento de los supuestos pecados de Job a una respuesta parcialmente correcta en cuanto a por qué estaba sufriendo. Dijo que el sufrimiento era con el propósito de refinar a Job en justicia (capítulos 32-37).

Llamo a esto una “respuesta parcialmente correcta”, porque la Biblia enseña claramente que el sufrimiento puede refinarnos espiritualmente si nuestros corazones están verdaderamente rendidos a Dios. Considere estas palabras del apóstol Pablo, otro hombre justo que sufrió mucho (Ro. 5):

1) Justificados, pues, por la fe tenemos[a] paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 

2) por medio de quien también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 

3) Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia, 

4) y la perseverancia produce carácter probado, y el carácter probado produce esperanza.

Job sufrió para ser refinado en justicia. Pero había otra razón, más importante y definitiva, para su sufrimiento.

Mientras Job continuaba clamando: “¿Por qué a mí, Señor?”, Dios finalmente respondió a su pregunta con una larga serie de contrapreguntas, constituyendo el discurso más largo de Dios que se registra en la Biblia (Job 38-41). Dios preguntó:

“¿Dónde estabas tú cuando creé los cielos y la tierra?”

“¿Dónde estabas cuando hablé para que existiera el león?  

“¿Dónde estabas cuando colgué las estrellas en el espacio y les di nombres?

En resumen, Dios estaba diciendo: “¿Quién eres tú para cuestionarme?”.

Dios nunca responde a la pregunta: “¿Por qué a mí, Señor?”. En lugar de eso, Él llama a la persona que pregunta a apoyarse en su fe y confiar en que Dios sabe lo que es mejor y que todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que conocen al Señor. Por lo tanto, la respuesta final a la razón del sufrimiento de Job fue cumplir los propósitos perfectos de Dios, que no siempre se nos revelan.

El Ejemplo de Habacuc

Un ejemplo clásico de este principio se puede encontrar en el libro de Habacuc. Este hombre fue llamado por Dios para ser profeta de la nación de Judá. En respuesta, Habacuc llamó a la nación al arrepentimiento, advirtiéndoles que, si no se arrepentían, sufrirían el mismo destino que sus hermanos del norte en la nación de Israel, que habían sido llevados cautivos por los asirios.

Pero el pueblo se negó rotundamente a arrepentirse a pesar de las repetidas advertencias del profeta. Finalmente, Habacuc se volvió a Dios con desesperación y clamó: “¿Hasta cuándo, oh Señor, vas a tolerar la maldad de esta gente que se ríe de mis advertencias? ¿Cuándo me vas a validar como profeta disciplinándolos con tu ira?”.

Cuando Dios finalmente respondió a los lamentos de Habacuc, el profeta se sorprendió. Dios le dijo que iba a enviar a los babilonios, “un pueblo furioso e impetuoso”, para conquistar a Judá (1:5-6). Esta revelación llevó a Habacuc a hacer una pregunta teológica perspicaz: “¿Cómo puedes castigar a los que son malos con los que son más malos?” (1:12-13). La respuesta de Dios fue profunda y resuena a través de los siglos. Se cita en el Nuevo Testamento en Romanos 1:17, Gálatas 3:11 y Hebreos 10:38. La respuesta que Dios dio fue: “El justo por su fe vivirá” (2:4).

Fue una respuesta difícil. Pero Dios suavizó el golpe al dejar en claro que Él, a su vez, trataría con los babilonios (2:6-12), lo cual, por supuesto, es exactamente lo que hizo cuando el Imperio Medo-Persa conquistó Babilonia en un día.

El hecho es que Dios a menudo obra a través de las fuerzas del mal en la historia para lograr Sus propósitos. Cuando le reveló a Jeremías que Judá sería conquistada por Babilonia, llamó a los ejércitos babilonios mi “martillo, y armas de guerra” (Jer. 51:20). Y, cuando le dijo a Isaías que Babilonia sería conquistada por los medos y los persas, se refirió a ellos como “mis consagrados” (Is. 13:3).

Sólo Dios tiene el panorama general. Sólo Él conoce el esquema general de la historia. Se nos asegura una y otra vez en Su Palabra que Él es un Dios de justicia (Is. 61:8). Lo que puede parecernos una injusticia a corto plazo, en última instancia obrará para la justicia a largo plazo. Debemos andar por fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios...” (He. 11:6).

La Naturaleza de Dios

Otro de los problemas clave que tenemos al lidiar con el sufrimiento es nuestra visión limitada de la naturaleza de Dios. El cristianismo mismo es parcialmente responsable de esto.

En la predicación cristiana a lo largo de los siglos, el énfasis se ha puesto principalmente en el amor de Dios, lo que ha provocado la pregunta: “¿Cómo puede un Dios de amor permitir el sufrimiento?”.

No hay duda de que el verdadero Creador de este universo es un Dios de amor — algo que nunca se dice en el Corán del falso dios del islam. Dios emerge claramente, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, como un Dios de amor, gracia y misericordia.

Pero ése es sólo un lado de la naturaleza del carácter de Dios. Lo que se ha ignorado es el hecho de que las Escrituras también revelan que Él es un Dios de santidad, rectitud y justicia. Y como tal, Él no puede tolerar el pecado. Él se ve obligado a lidiar con ello, y lo hace de una de dos maneras: con gracia o con ira.

Juan el Bautista destacó este importante punto en uno de sus sermones registrados en Juan capítulo 3. Todos los cristianos están familiarizados con Juan 3:16, que es probablemente el versículo más conocido de la Biblia, pero pocos están familiarizados con Juan 3:36, donde Juan el Bautista proclamó: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

Cada persona sobre la faz de la tierra vive bajo la gracia de Dios o bajo Su ira. Es algo glorioso estar bajo la gracia de Dios; es algo temible vivir como sujeto de Su ira.

Un Ejemplo de Ignorancia Cristiana

La mayoría de los cristianos han escuchado poco, si es que han escuchado algo, acerca de la ira de Dios. Esto me recuerda una ocasión en la década de 1980 cuando me invitaron a ser entrevistado en una estación de radio secular en Oklahoma City. El presentador del programa, que decía ser cristiano, había escuchado una de mis enseñanzas en cinta de casete y había quedado impresionado. Así que me invitaron a ser entrevistado.

Comenzó la entrevista pidiéndome que definiera el propósito de mi ministerio. Le expliqué que es un ministerio que se enfoca en la profecía bíblica, para proclamar el pronto regreso de Jesús. Continué diciendo: “Ese mensaje es como una espada de dos filos. Para el creyente es un llamado a la santidad y a la evangelización; para el incrédulo es un llamado a huir de la ira que está por venir, al huir a los brazos amorosos de Jesús ahora mismo”.

“¿Qué quieres decir con ira?”, preguntó. Le expliqué que en la Segunda Venida de Jesús, Él derramará la ira de Dios sobre aquellos que han rechazado la gracia, la misericordia y el amor de Dios.

“¡Nunca antes había escuchado tales tonterías en toda mi vida!”, exclamó. “¡Jesús es mi Dios, y Él es un Dios de amor que nunca lastimaría a una mosca!”. Entonces proclamó: “¡Tu Dios es un monstruo!”. En ese momento me colgó.

Lo primero que me vino a la mente fueron las palabras de Jesús que dirigió a la iglesia de Tiatira, cuando los llamó a arrepentirse de los pecados que estaban cometiendo al tolerar a una falsa profetisa en medio de ellos. Esas palabras están registradas en Apocalipsis 2:

22) He aquí, yo la arrojo en cama [a la falsa profetisa], y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 

23) Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

Hasta aquí el Jesús manso y gentil “que no le haría daño a una mosca”.

La Cuestión del Pecado

Simplemente no podemos estar convencidos de que Dios toma en serio el pecado y que tiene la intención de tratarlo de una manera muy seria. Pensamos en Él como el osito de peluche cósmico que hace un guiño a nuestros pecados y que es fácil de convencerr.

No existe tal Dios. El punto de vista bíblicamente equilibrado de Dios se puede encontrar en el libro de Nahúm. Proclama la verdad que se ha enseñado a todos los cristianos: “¡Bueno es el SEÑOR! Es una fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian” (1:7). Ésa es una verdad que celebramos y proclamamos al mundo.

Pero Nahúm no se detiene ahí. En el capítulo 1 procede a revelar la naturaleza completa de Dios:

2) ¡Dios celoso y vengador es el SEÑOR! Vengador es el SEÑOR y está indignado. El SEÑOR se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos. 

3) El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable . . .

Esas son palabras aleccionadoras. Son palabras que rara vez escuchamos desde un púlpito.

“¿Cómo puede un Dios de amor ser también un Dios de ira?”, nos preguntamos. La respuesta, de nuevo, es porque Él es un Dios de santidad, rectitud y justicia, y por lo tanto debe lidiar con el pecado. En realidad, Su amor requiere ira, porque ¿cómo podría un Dios de amor ignorar a un asesino en serie o a un abusador de niños? Él no sería un Dios de amor si dejara el pecado sin castigo.

Una vez más, Dios toma el pecado muy en serio. Él es un Dios santo, y no puede tener comunión con aquellos que son impíos. Debido a la naturaleza caída de la humanidad, somos capaces de racionalizar todos los pecados. Esa es la razón por la que Dios nos dio los Diez Mandamientos — para confrontarnos con nuestro pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Y ésa es la razón por la que Él hizo lo impensable al encarnarse, vivir una vida perfecta, y ofrecerse a Sí mismo como sacrificio por nuestros pecados. Él lo hizo para que pudiéramos ser reconciliados con Él a través de la fe en Jesús como nuestra ofrenda por el pecado.

Todos somos pecadores. Ninguno de nosotros es inocente. “No hay justo, ni aun uno” (Ro. 3:10). Y “la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). Cuando respondemos al sufrimiento diciendo: “¡No me lo merezco!”, olvidamos que lo único que cualquiera de nosotros “merece” es la muerte. Cada respiro que damos es un regalo de la gracia de Dios.

El tema del pecado es tan importante que ha llevado a un observador reflexivo del Holocausto a concluir que es la cuestión crucial para entender lo que sucedió:1

La culpa del Holocausto recae directamente sobre los hombros de la humanidad pecadora. El Holocausto fue el producto de las decisiones pecaminosas tomadas por hombres pecadores en rebelión contra un Dios santo. Si el Holocausto prueba algo, es la depravación total del hombre.


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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sábado, 27 de abril de 2024

Nueva Guía de Estudio del Apocalipsis

El Regreso del Justo

Un Estudio Exhaustivo del Último Libro de la Biblia

Por Dr. David R. Reagan

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¡El Apocalipsis se revela con sorprendente detalle a medida que el Dr. David Reagan enseña a través del libro versículo por versículo! Éste es uno de los recursos de estudio más populares jamás producido por el Ministerio Cordero y León.

Resumen: Una amplia reseña general del último libro de la Biblia. Presentaciones detalladas, preguntas que invitan a la reflexión y “datos clave” — junto con un resumen detallado que acompañará a 12 sesiones de audio por el Dr. David Reagan (remasterizadas digitalmente). Éste es un recurso de referencia para profundizar en la Revelación definitiva de Jesús acerca del Tiempo del Fin.

Presentación: Este estudio actualizado y ampliado del libro de Apocalipsis se presenta versículo por versículo. Este enfoque interpretativo vital acepta que el libro de Apocalipsis significa exactamente lo que dice.


Nota: La versión en español de este valioso recurso estará disponible exclusivamente para nuestros colaboradores.

viernes, 26 de abril de 2024

Video: Un Análisis del Conflicto de Israel contra Irán (parte 1)

En este programa, analicé el trasfondo geo-estratégico de la guerra que la nación de Israel está llevando a cabo contra el fanático régimen de los ayatolás iraníes, quienes están dispuestos a incendiar el mundo, con tal de que su 12do imán, al-Mahdi, aparezca en el escenario mundial. 

Los invito a suscribirse al canal “Profecías, Misterios y Otras Cosas”, y activar las notificaciones, para que puedan recibir las alertas cada que vez que se publique un nuevo video. También, los animo a compartir estos videos con sus contactos.  

Recursos recomendados:

10 Razones por las que Dios dio la Profecía Bíblica

Por Dr. Nathan E. Jones

¿Sabía que, en un enorme 31% de la Biblia, Dios revela cómo se desarrollarán los acontecimientos antes de que sucedan? ¡Nuestro Padre Celestial desea que Sus hijos sepan lo que les depara el futuro!

Nathan Jones y Todd Hampson (del podcast Prophecy Pros) han compilado una lista de las siguientes razones por las que creen que existe la profecía bíblica. Puede encontrar más información que acompaña a cada uno de estos 10 puntos en el artículo completo publicado en nuestro sitio web.

1. Muestra que Dios dice la verdad.

2. Prueba que la Biblia es la Palabra de Dios. 

3. Muestra que Dios tiene el control. 

4. Demuestra el amor de Dios. 

5. Describe el plan de Dios. 

6. Demuestra el poder de Dios. 

7. Prueba que Dios es digno. 

8. Promete que el mal será castigado. 

9. Nos prepara para estar bien con Él.

10. Nos da esperanza.

Artículos condensados como éste se comparten con los seguidores del Ministerio Cordero y León cada semana, a través de nuestro boletín electrónico en línea (en inglés). Si desea suscribirse para recibir artículos gratuitos, oportunos y perspicaces que comparten el Evangelio y el mensaje del pronto regreso de Jesús, visite ChristinProphecy.org

En febrero y marzo, nuestro programa de televisión Cristo en la Profecía se centra en el libro de Daniel. Presentamos el libro de Todd Hampson, The Non-Prophets Guide to the Book of Daniel (disponible en inglés). Es una lectura amena y esclarecedora. Visite nuestro sitio web o llame a nuestro ministerio para solicitar una copia. 

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Artículo recomendado:


Recurso recomendado:


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

La Primacía de la Profecía (Parte 2 de 2)


Dios del Espacio y el Tiempo

Aunque estamos confinados al tiempo y limitados en nuestro conocimiento, Dios no lo está. Él es el Dios del espacio y del tiempo — una verdad claramente demostrada incluso en el primer milagro de Jesús.

Ante la crisis única y personal de la escasez de vino en Caná, la mamá judía de Jesús lo animó a ayudar al anfitrión de la boda. Reacio a revelar Su poder, porque aún no había llegado Su hora, Jesús honró la petición de su madre (Juan 2:1-11). Sin fanfarria y sin esfuerzo o intervención personal, milagrosamente transformó el agua en vino.

Este comienzo relativamente mundano de Sus señales y milagros estableció Su poder sobre el universo material (porque el agua no se transforma naturalmente en vino), el tiempo (porque la conversión del jugo de uva en vino no es instantánea) y el espacio (porque Él sabía que el vino estaba listo sin interactuar físicamente con las tinajas).

Después de Su resurrección, Jesús tenía un cuerpo físico y podía comer y tener comunión con Sus discípulos (Lucas 24:38-43). Sin embargo, también demostró Su capacidad para pasar a través de puertas cerradas (Juan 20:19 y 26), desaparecer en un instante (Lucas 24:31) y ascender a los cielos y desaparecer de la vista (Hechos 1:9). Tal vez disfrutemos de estas mismas habilidades en nuestros cuerpos glorificados.

Debido a que Dios existe fuera del espacio y el tiempo, Él puede mirar hacia abajo en nuestro universo y en el tiempo tal como lo conocemos sin restricciones. Y, aunque Él eligió entrar en el mundo en forma humana en un momento señalado en el tiempo humano, Él también puede ver de eternidad en eternidad. Eso le da una perspectiva única.

La Visión del Ojo de Dios

El desafío de prever el futuro ha intrigado a la humanidad a lo largo de la historia. Pero sólo somos capaces de experimentar el tiempo de una manera lineal. Tenemos algún recuerdo del pasado, pero no tenemos conciencia del futuro.

Viajar por la autopista presenta una analogía adecuada. Podemos mirar por el espejo retrovisor y ver una distancia limitada detrás de nosotros. Si el tiempo está despejado, podemos ver una distancia limitada por delante. Pero, a menos que tengamos una aplicación moderna en nuestro automóvil o en nuestro teléfono, no tenemos forma de saber qué nos espera más allá del próximo giro. Inevitablemente, nos sorprendemos cuando llegamos a una colina y nos encontramos en un atasco de tráfico de kilómetros de largo.

Pero, como piloto, puedo volar por encima de la tierra y ver muchos kilómetros por delante de los conductores justo debajo de mí. De hecho, desde 30-40,000 pies, puedo ver más de cien millas en todas las direcciones. Sé lo que les espera a los conductores inconscientes en la próxima curva y una hora por delante. Los pilotos llaman a esto una “visión del ojo de Dios”, no por falta de respeto, sino porque reconocen que la perspectiva de Dios está mucho más allá de la de los humanos confinados a la tierra.

La capacidad de Dios para ver mucho más allá de los horizontes de nuestro tiempo es muy parecida. Sin estar limitado por nuestra línea de tiempo lineal, Él ve detrás y delante de nosotros con la misma claridad. Desde su infinita perspectiva, el principio y el fin son tan claros como el aquí y el ahora. Es por eso que Él puede proclamar: “Yo soy Dios, y no hay otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí. “Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10).

El Propósito de la Profecía

Hice la afirmación de que la profecía bíblica tiene la intención de ofrecer una advertencia, instrucción, expectativa o exhortación divina, pero que, en todos los casos. el profeta y la profecía señalan y glorifican a Dios. El “consiervo” que Juan encontró en su visión del cielo explicó que “el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Ap. 19:10). Pedro nos recuerda que “porque jamás fue traída la profecía por voluntad humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Así que, de nuevo, las profecías son reveladas por Dios, al pueblo de Dios, y para el propósito de Dios.

A medida que somos testigos de la disolución de nuestra sociedad y de la convergencia de señales que apuntan a los Tiempos del Fin, el valor de la profecía bíblica se demuestra día tras día. Satanás todavía está susurrando: “¿Realmente dijo Dios?”. Los burladores todavía se burlan: “¿Dónde está la promesa de Su venida?”. Ciertamente, en este mundo, nuestros problemas se multiplican.

Todo lo que el Señor nos ha revelado se adhiere a la revelación que Jesús compartió con sus discípulos: “Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33). La tribulación o aflicción que tenemos en el mundo es externa, mientras que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, [guarda nuestros] corazones y mentes en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).

La profecía bíblica me asegura que Dios tiene el control, que Él hace que todas las cosas cooperen para Su gloria y mi bien (Ro. 8:28), y que Jesús me rescatará de la ira venidera (1 Tes. 1:10).

¿Qué Harás con la Palabra Profética de Dios?

Pilato hizo una pregunta retórica a la muchedumbre reunida alrededor de su palacio en Jerusalén: “¿Qué haré con Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22). Su respuesta demostró la dureza de su corazón y su rechazo al Señor: “¡Crucifícalo!”.

Hoy en día, la Palabra de Dios presenta un desafío para todos los que afirman seguirlo. ¿Qué harás con la Palabra profética que Él ha revelado para tu instrucción, exhortación y Su gloria? ¿La creerás, la estudiarás y la obedecerás? ¿O la desestimarás, la descartarás y la ignorarás?

La elección es tuya, pero la bendición es sólo para aquellos que “la leen y la guardan”, como se describe en Apocalipsis 1:3 y 22:7.

Lea la parte 1 aquí

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 24 de abril de 2024

La Primacía de la Profecía (Parte 1 de 2)

Editor Ejecutivo
Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León

¿Pueden sus ídolos presentar tales obras? ¡Que vengan y muestren lo que pueden hacer! dice Dios, el Rey de Israel. Que procuren decirnos qué ocurrió en el pasado lejano o qué guarda el futuro. ¡Sí, a la prueba! ¡Si son dioses, dígannos lo que va a ocurrir en el porvenir, o realicen algún milagro que nos deje atónitos, estupefactos! ¡Pero no! ¡Son menos que nada y nada pueden hacer!” (Isaías 41:21-24; Nueva Biblia Viva).

Omnisciente. Omnipotente. Audaz.

Esas palabras describen la capacidad y la determinación de Dios para proclamar de antemano Sus planes para la humanidad. Su disposición a arriesgarse al predecir lo que sucederá en el futuro es exclusiva del Dios vivo y verdadero. Ningún otro supuesto dios hace predicciones declarativas — y por buenas razones.

La profecía no sólo es una característica única de la Biblia, sino también un aspecto que valida todo lo que contiene. Pero tal vez deberíamos dar un paso atrás y definir estos términos.

Proclamación y Predicción

La profecía bíblica puede definirse como la proclamación de la verdad o la predicción de lo que está por venir. Las profecías son reveladas por Dios a través de un profeta humano como advertencias, instrucciones, expectativas o exhortaciones divinas. Siempre, el profeta y la profecía señalan y glorifican a Dios.

La profecía que predice eventos futuros (ya sea que ya se hayan realizado o que aún no se hayan cumplido) constituye entre el 28 y el 32% de la Biblia. Incluso esa variación se basa en si se cuentan versículos, capítulos o libros. Pero es evidente. para cualquiera que lea el texto. que una porción considerable de las Escrituras se refiere a personas, circunstancias y eventos mucho antes de su aparición en la historia humana.

Durante los últimos dos años, he enfatizado que toda la Palabra de Dios es profética si se incluye la porción que dice la verdad. De principio a fin, la Biblia afirma revelar la verdad de Dios. Aunque no hubo un testigo ocular humano de la Creación, Génesis establece una secuencia precisa de eventos “en el principio”. Cada declaración hecha por Dios — ya sea atribuida a Él como una cita directa o registrada por los autores de las Escrituras según el Espíritu Santo los inspiró — contiene la Verdad que Él quiere que Sus criaturas comprendan.

Algunos profetas se especializaron en decir la verdad. Cuando el profeta Natán se acercó al rey David y le describió la codiciosa ofensa de un hombre rico, David se indignó con razón. Pero el profeta no tardó en dar el ultimátum de Dios sobre el grave pecado de David: “¡Tú eres ese hombre!” (2 Samuel 12:7). Esa verdad anunciada hirió a David hasta lo más profundo, e inmediatamente reconoció su pecado. Tristemente, la única verdad predicha en ese encuentro fue la predicción de Natán de que el hijo de David y Betsabé moriría.

La frase, “Así dice el Señor”, se encuentra más de 1,900 veces en la Biblia. Es como si Dios quisiera dejar muy claro que Él es el autor de las Escrituras. Es por eso que llamamos a la Biblia la Palabra de Dios.

También es la razón por la que Satanás ha estado decidido a socavar la credibilidad de Dios ante los ojos de las criaturas hechas a Su imagen desde el principio.

¿Dios Realmente Dijo?

Cuando Dios creó los cielos y la tierra y colocó al hombre y a la mujer en la tierra para someterla y gobernarla (Génesis 1:28), hizo una sola estipulación: no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Mucho antes de que existieran los Diez Mandamientos, sólo había un límite que el hombre debía observar.

Las Escrituras no nos dicen cuánto tiempo Adán y Eva disfrutaron de la buena tierra mientras cultivaban y guardaban el Jardín del Edén. Pero Génesis 3 registra que en poco tiempo, Satanás vino en forma de serpiente para cuestionar la clara directiva de Dios. Primero preguntó: “¿De veras Dios les ha dicho: No coman de ningún árbol del jardín? Al confundir deliberadamente la instrucción de Dios, Satanás tenía la intención de sembrar sutilmente la duda y sugerir que la prohibición de Dios era demasiado extrema.


"La Historia de Satanás" (Haga clic sobre la imagen para ir a la sección de descarga)

Cuando Eva respondió con su propia interpretación errónea del mandato de Dios, Satanás contradijo directamente a Dios al declarar: “¡No morirán!”.

Jesús dijo del diablo: “Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). En el siglo XXI después de Cristo, podemos dar fe de los milenios de mentiras perpetradas por el diablo y un sinnúmero de personas desventuradas engañadas para que no creyeran en Dios.

Tristemente, hoy en día hay muchos que afirman seguir a Cristo, pero niegan la realidad de la profecía bíblica, o al menos minimizan su relevancia y poder. O, por ignorancia deliberada, simplemente descartan por completo la profecía bíblica. Con respecto a la Palabra profética de Dios, si Satanás preguntara: “¿Realmente dijo Dios?”, esencialmente responderían: “No lo sé, y realmente no me importa”.

Otros que sí conocen la Palabra profética de Dios se han convertido en burladores. Cumpliendo la profecía de Pedro, ahora son burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo permanece como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4). Pedro dijo que los días postreros estarían marcados por este tipo de burlas. Tristemente, estaba hablando de los burladores que saben del regreso prometido de Jesús y de Su relato de la creación, en otras palabras, de los que profesan ser cristianos.

Palabras para Informar, Inspirar y Exhortar

Puede sonar duro describir la actitud de los que ignoran o minimizan tan cruelmente la profecía bíblica. Pero imagínese si su cónyuge le escribiera una carta y se propusiera contarle sus pensamientos más profundos y sus planes de mayor alcance. ¿Quién en su sano juicio se diría a sí mismo: “Leeré las partes de su carta que describen el clima y su actividad diaria, pero no tengo ningún interés en sus planes para el futuro”?

¿Por qué Dios se revela a Sí mismo y a sus planes a nosotros, Sus criaturas? Porque Él quiere que sepamos lo que Él escoge revelar. Amós escribió: “Ciertamente, nada hará el SEÑOR Dios sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Eso no quiere decir que Dios nos diga todo lo que sólo Su mente infinita puede saber o comprender.

Moisés habló con verdad cuando dijo: ““Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para siempre...” (Dt. 29:29). Para algunos, esa revelación selectiva es desagradable y los deja sin ganas de creer en Dios. Me he dado cuenta de que es la gran bondad de Dios la que le impide revelarnos muchas cosas.

Por un lado, nuestras mentes limitadas no podrían contener o comprender la mente de Dios. Por otro lado, demasiado conocimiento resultaría destructivo para nosotros, tal como lo fue para Adán y Eva. Y, finalmente, como sabe cualquiera que haya estado expuesto a cualquier información ultrasecreta, cierta información sólo debe compartirse cuando sea “necesario”.

Dios ha revelado lo que Él quiere que sepamos (y lo que necesitamos saber) para informarnos, inspirarnos y exhortarnos. Pero Él no está obligado ni inclinado a revelar más de lo que podemos comprender. Jueces 13 ofrece un maravilloso ejemplo de esto. El ángel del Señor se apareció a Manoa y a su esposa para profetizar que tendrían un hijo. En un gran presagio mesiánico, la única respuesta del ángel a una pregunta acerca de su identidad fue: “Yo soy” (Jueces 13:11). Cuando se le presionó para que le diera su nombre real, el ángel respondió: “¿Por qué preguntas por mi nombre? Es Admirable” (Jueces 13:18).

Más tarde, Manoa se dio cuenta de que durante su interacción con el ángel había “visto a Dios”. Muchos creen que el ángel era Jesús en forma pre-encarnada. Se negó a revelar su nombre a Manoa y a su esposa porque aún no era el momento de hacerlo.

Por lo tanto, aunque podemos impacientarnos por saber lo que aún no se ha revelado, debemos regocijarnos de que muchas cosas ya se han revelado para nosotros. Por ejemplo, podemos llamar a Jesús por Su nombre y alabarlo por Su obra de salvación terminada. Pedro escribió: “Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para ustedes. Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas” (1 Pedro 1:10-11).

Tenemos la bendición y la ventaja de la retrospectiva, mientras que ellos miraban hacia adelante como a través de un espejo, vagamente. Y, sin embargo, incluso ahora sabemos en parte, y vivimos anticipando el cumplimiento de “la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13).

Lea la parte 2 aquí

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 23 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 3 (parte 2 de 2)

El Acontecimiento Histórico Más Importante del Siglo XX

Por Dr. David R. Reagan


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Grandes Oleadas de Inmigración

Las siguientes grandes oleadas de inmigración fueron el resultado de la Guerra de Suez de 1956 y la Guerra de los Seis Días de 1967. Después de la Guerra de Suez, Egipto expulsó a casi toda su población judía. Después de la Guerra de los Seis Días, el resto del mundo árabe siguió su ejemplo. Como resultado de estas expulsiones, casi 800,000 judíos fueron expulsados por la fuerza de las naciones árabes de Medio Oriente. En 1948, había 851,000 judíos en las naciones árabes de Medio Oriente. Treinta años después, en 1978, sólo quedaban 31,000.10

Pero la población judía más grande del mundo no pudo regresar a su tierra natal porque estaban cautivos en la Unión Soviética. Los rusos odiaban a los judíos, pero los usaban como chivos expiatorios, culpándolos de todos los problemas de su nación.

Sin embargo, había una profecía bíblica de que un día se permitiría a los judíos de Rusia regresar a su tierra natal. Se encuentra en Isaías 43. El profeta cita a Dios diciendo:

4) Puesto que ante mis ojos tú eres de gran estima, y eres honorable, y yo te amo . . .

5) “No temas, porque yo estoy contigo. Del oriente traeré a tus descendientes, y del occidente te recogeré. 

6) Diré al norte: ‘¡Entrégamelos!’. Y al sur: ‘¡No los retengas!’ Trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra.

Nótese que esta profecía dice que los judíos vendrán libremente del este y del oeste, pero el mundo tendrá que exigir que los del norte sean liberados. Todas las direcciones en la Biblia se dan desde Jerusalén. La parte más lejana del norte sería la nación de Rusia en la actualidad. Nótese también que la profecía dice que el mundo tendrá que decir al sur: “No los retengas”. Veremos en un momento a qué se refiere.

Pero primero, echemos un vistazo al norte. En cumplimiento de esta profecía, cuando el imperio soviético comenzó a desmoronarse a principios de la década de 1990, el mundo comenzó a exigir que se permitiera a los judíos rusos regresar a Israel. Y, en 1990, el primer ministro ruso, Mijaíl Gorbachov, abrió repentinamente las puertas de la Unión Soviética.

El resultado fue una avalancha de refugiados en Israel. Durante los dos años siguientes, casi 400,000 judíos rusos llegaron a Israel, con un promedio de más de 16,600 al mes.11 Era equivalente a que Estados Unidos absorbiera hoy a la totalidad de los 27 millones de habitantes de Arabia Saudita durante el mismo período de tiempo.

Sorprendentemente, los refugiados llegaron sabiendo:

  • Tendrían que abandonar todos los objetos de valor. 
  • Se enfrentarían a la necesidad de aprender hebreo. 
  • Tendrían que vivir en viviendas mínimas. 
  • Se enfrentarían al servicio militar. 
  • Encontrarían un mercado laboral inexistente. 
  • Tendrían que pagar algunos de los impuestos más altos del mundo. 
  • Se enfrentarían a la amenaza constante del terrorismo y la guerra.

Eran plenamente conscientes de estas crudas realidades porque casi todos ellos tenían parientes que vivían en Israel.

Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, llegaron. ¿Por qué? Yo creo que llegaron, y siguen llegando, porque Dios ha puesto en los corazones del pueblo judío el camino a Sion, y ha desencadenado el impulso para que regresen a casa. Considere el Salmo 84:5 (NBLA):

¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en Ti, en cuyo corazón están los caminos a Sion!

Operación Salomón

La población judía más grande al sur de Jerusalén, a mediados del siglo XX, estaba formada por los judíos negros de Etiopía. Nadie sabe con certeza el origen de estos judíos. La especulación más común es que fueron el resultado de una unión entre el rey Salomón y la reina de Saba (2 Cr. 9), pero no hay evidencia bíblica de esto. Todo lo que sabemos con certeza es que existían en los tiempos del Nuevo Testamento, porque el capítulo 8 de Hechos contiene la historia de un judío etíope que vino a Jerusalén para observar las fiestas y que fue convertido al cristianismo en su camino de regreso a casa en África por un evangelista llamado Felipe.

A finales de la década de 1980, los judíos de Etiopía comenzaron a sentir un tirón en sus corazones para regresar a la patria judía. En respuesta, comenzaron a emigrar a Addis Abeba por miles, donde acamparon alrededor del aeropuerto internacional, exigiendo transporte a Israel. El gobierno se negó rotundamente a dejarlos irse, en cumplimiento de la profecía de Isaías 43:6 que dice que los judíos del sur serán retenidos.

Pero en 1991, cuando el gobierno etíope comenzó a desmoronarse en medio de una guerra civil, Estados Unidos e Israel intervinieron, proporcionando sobornos a los líderes militares. El gobierno cedió y dio un plazo de 48 horas para que los refugiados se marcharan.

El puente aéreo resultante en mayo fue increíble. En poco menos de 36 horas, 14,500 judíos etíopes, casi toda la población judía, fueron trasladados a Tel Aviv en 40 vuelos con 35 aviones. En un momento dado, había 28 aviones en el aire a la vez. Y se estableció un récord mundial cuando un Boeing 747 de El Al, diseñado para transportar a unas 350 personas, fue cargado con 1,086 pasajeros. Esto fue posible porque todos los asientos habían sido retirados del avión, los etíopes pesaban muy poco y no tenían equipaje. Cuando ese avión en particular llegó a Tel Aviv, había un total de 1,088 personas a bordo, ¡porque dos bebés habían nacido en el camino!12

Cuando leí acerca de ese acontecimiento en los periódicos de ese tiempo, inmediatamente pensé en una profecía en Jeremías 31:8 que dice lo siguiente: “He aquí, yo los traigo de la tierra del norte, y los reuniré de los confines de la tierra. Entre ellos vendrán los ciegos y los cojos, la mujer encinta y la que da a luz. Como una gran multitud volverán acá”.

Hoy en día, más de 6 millones de judíos — tantos como los que fueron asesinados en el Holocausto — han sido reunidos de regreso a su patria, y todavía continúan llegando.

El Propósito

¿Por qué Dios está reuniendo al pueblo judío después de una dispersión que duró casi 2,000 años?

Es porque Él ha prometido que traerá un remanente de los judíos a la salvación antes de la consumación de la historia (Zac. 12:10; Is. 10:20-23; y Ro. 9:27).

Las Escrituras proféticas revelan que Dios tiene un plan específico para lograr esa meta. Él los reunirá, y luego traerá a todas las naciones del mundo contra ellos, permitiendo que sean golpeados hasta que lleguen al final de sí mismos y se vuelvan a Él en arrepentimiento, aceptando a Su Hijo como su Mesías. ¡Qué glorioso será ese día!

Así es como el profeta Zacarías describe ese día (Zac. 12:10 y 13:1; RVR-1995):

10) Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí [el Mesías], a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito.

1) En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

Conclusión

La reunificación mundial del pueblo judío fue el acontecimiento profético más importante del siglo XX, ya que sin ella, el Estado de Israel nunca se habría establecido. Además, resultó en que el pueblo judío fuera puesto en su lugar para que todo el mundo converja en su contra, lo que resultará en que sus corazones se volverán a Dios.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 3 (parte 1 de 2)

El Acontecimiento Histórico Más Importante del Siglo XX

Por Dr. David R. Reagan


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Uno de los más grandes ejemplos del amor continuo de Dios por el pueblo judío se puede encontrar en el acontecimiento profético más importante del siglo XX.

Cuando pienso en el siglo XX, y en todos sus asombrosos sucesos, recuerdo algunas palabras que se encuentran en Habacuc 1:5. Constituyen una declaración hecha por Dios al profeta:

Observen entre las naciones y miren. Quédense asombrados y atónitos, porque yo haré en sus días algo que aun si se los contara, no lo creerían.

El siglo XX estuvo lleno de acontecimientos trascendentales que nadie podría haber previsto en 1900. Mirando hacia atrás a ese siglo, ¿cuál consideraría que es el evento más importante desde una perspectiva bíblica — particularmente desde el punto de vista de la profecía bíblica?

  • ¿Primera y Segunda Guerra Mundial?
  • ¿La Gran Depresión?
  • ¿La explosión de la primera bomba atómica?
  • ¿El desarrollo de la tecnología informática?
  • ¿El advenimiento de Internet?
  • ¿El inicio de los viajes espaciales?
  • ¿El colapso del comunismo?
  • ¿La reunificación de Europa?
  • ¿El resurgimiento del islam?

La respuesta desde la perspectiva de la profecía bíblica es: Ninguno de estos eventos. El acontecimiento más importante del siglo XX — más importante que todos estos acontecimientos juntos — fue la reunión mundial del pueblo judío en su tierra natal.

Y para que no piensen que estoy exagerando, permítanme demostrárselos. 

Las Profecías Relevantes

Hay muchas profecías bíblicas concernientes a la reunión del pueblo judío en incredulidad. De hecho, su reunión en incredulidad es la profecía más prolífica de las Escrituras del Antiguo Testamento.

Echemos un vistazo a tres de las profecías más importantes. La primera se encuentra en Jeremías 16. Es alucinante. Léala detenidamente:

14) Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vienen días en que no se dirá más: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!’, 

15) sino: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras a donde los había desterrado!’. Pues los haré volver a su suelo, el cual di a sus padres.

Esta misma profecía se repite textualmente en Jeremías 23:7-8.

No puedes apreciar completamente lo que se dice en estos versículos a menos que sepas algo sobre el judaísmo. El único evento que todos los judíos consideran el milagro más grande de su historia es la liberación de sus antepasados del cautiverio egipcio bajo el liderazgo de Moisés.

Pero este pasaje de las Escrituras afirma que llegará un momento en que los judíos mirarán hacia atrás en su historia y proclamarán que su reunión de los cuatro rincones de la tierra — el evento que comenzó en la década de 1890 y continúa hasta el día de hoy — fue un milagro mayor que su liberación de la esclavitud egipcia. En otras palabras, ¡La Reunión en el Siglo 20 eclipsará el Éxodo!

Esto significa que usted y yo tenemos el privilegio de presenciar uno de los mayores milagros de la historia. Y, sin embargo, la mayoría de los cristianos no aprecian lo que está sucediendo porque ignoran la profecía bíblica y se les ha enseñado que Dios ha terminado con los judíos. Por lo tanto, la reunión actual es vista simplemente como un accidente de la historia.

La segunda profecía que quiero llamar su atención es una que ya hemos considerado en el capítulo 1. Se encuentra en Isaías 11:

10) Acontecerá en aquel día que las naciones buscarán a aquel que es la raíz de Isaí y que estará en pie como una bandera para los pueblos . . . 

11) Asimismo, acontecerá en aquel día que el SEÑOR volverá a poner su mano para recobrar el remanente que habrá quedado de su pueblo, desde Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar, Hamat y las costas del mar. 

12) Él levantará bandera para las naciones, y juntará a los desterrados de Israel. Reunirá a los dispersos de Judá desde los cuatro extremos de la tierra.

Como mencioné antes, algunos han tratado de desacreditar cualquier aplicación moderna de esta profecía afirmando que se cumplió unos 500 años antes de la época de Jesús con el regreso de los judíos del cautiverio babilónico. Pero eso no puede ser. El pasaje se refiere a una “segunda” reunión (el regreso de Babilonia es la primera). Además, afirma que ésta será una reunión “desde las costas del mar”, que es un coloquialismo hebreo para todo el mundo, como se aclara en el versículo 12 donde se afirma que la reunión será “de los cuatro extremos de la tierra”. Además, el versículo 12 dice que “los desterrados”, tanto de Israel como de Judá, serán reunidos. El regreso de Babilonia fue una reunión de judíos de Judá. Los judíos del reino del norte de Israel, que fueron llevados cautivos por los asirios, no fueron incluidos.

La tercera profecía se encuentra en Ezequiel 37. Ésta es la famosa profecía del Valle de los Huesos Secos. El profeta fue colocado en un valle lleno de huesos y se le dijo que les predicara. Al hacerlo, los huesos comenzaron a juntarse, la carne volvió a crecer sobre ellos, y volvieron a la vida, convirtiéndose en “un ejército grande en extremo” (Ez. 37:1-10). En ese momento, el Señor le explicó a Ezequiel lo que estaba presenciando:

11) Luego me dijo: Oh hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí que ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado. Se ha perdido nuestra esperanza. Somos del todo destruidos”. 

12) Por tanto, profetiza y diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré sus sepulcros. Los haré subir de sus sepulcros y los traeré a la tierra de Israel”.

Ésta es una profecía simbólica. Los huesos secos representan al pueblo judío en su dispersión del tiempo del fin, sin esperanza de volver a existir como nación. La resurrección de sus tumbas representa su reunión de las naciones donde habían sido dispersados.

Podemos estar seguros de esta interpretación porque es la que Dios mismo proporciona más adelante en el capítulo:

21) Y les dirás que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘He aquí, yo tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron; los reuniré de todas partes y los traeré a su propia tierra. 

22) Haré de ellos una sola nación en la tierra, en los montes de Israel, y todos ellos tendrán un solo rey. Nunca más serán dos naciones ni nunca más estarán divididos en dos reinos.

Una vez más, aquellos que están decididos a argumentar que Dios no tiene ningún propósito para el pueblo judío, intentan invalidar estos versículos como una profecía del tiempo del fin, argumentando que se cumplieron cuando los judíos regresaron del cautiverio en Babilonia. Pero eso simplemente no puede ser.

Todo el capítulo tiene un contexto del tiempo del fin. Habla de una reunión de “las naciones”, y no sólo de Babilonia (versículo 21). Dice que esta reunión resultará en una unión de judíos de Israel y Judá (v. 19). Y dice que, después de esta reunión, el pueblo judío volverá sus corazones a Dios y se convertirá en “mi pueblo” (versículo 23).

En el versículo 24, el capítulo se traslada al reinado milenial de Jesús, cuando habla de David (en su cuerpo glorificado) una vez más convirtiéndose en el rey del pueblo judío. Además, afirma que en ese tiempo, “las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR que santifico a Israel...” (versículo 28).

La Visión de Herzl

Como señalé en el capítulo anterior, el cumplimiento de estas profecías comenzó a finales del siglo XIX, a través de los esfuerzos de un judío húngaro llamado Theodor Herzl (1860-1904). Era un intelectual que se desempeñaba como periodista vienés cuando ocurrió el infame caso Dreyfus en Francia.

Alfred Dreyfus (1859-1935) fue un joven oficial de artillería francés que era judío. Fue acusado falsamente de traición en 1894.1 Esta acusación se produjo en medio de una ola de antisemitismo que se había generado por la publicación de un libro en 1886 titulado La Francia Judía.2 El autor, Edouard Drumont (1844-1917), era un antisemita virulento que atacó el papel de los judíos en Francia y argumentó a favor de su exclusión de la sociedad.3 El libro se hizo muy popular y pasó por más de 150 impresiones antes de finales del siglo.

Cuando se presentó la acusación de traición contra Dreyfus, la prensa popular siguió a las masas y decidió destacar el caso como prueba del caso de Drumont contra los judíos. Procedieron a azuzar al público en general en un frenesí.

Herzl fue enviado a París para cubrir el juicio para su periódico. Cuando llegó, fue sorprendido por los parisinos que gritaban: “¡Muerte a los judíos!”.4 De repente experimentó una epifanía en la que se dio cuenta de que los judíos no habían sido asimilados a la sociedad europea, como él había supuesto. Además, se dio cuenta de que nunca lo serían. Sintió que se avecinaba una persecución aún mayor.

Esta constatación llevó a Herzl a escribir un breve folleto político titulado El Estado Judío, que se publicó en 1896.5 En él, pedía el regreso de los judíos a su patria y la creación de su propio Estado. Argumentó que ésta sería la mejor cura para el antisemitismo. Su frase más famosa en el libro fue: “Si lo deseas, no es un sueño”.

El folleto capturó la imaginación de los judíos de todo el mundo, y produjo el Primer Congreso Sionista, que se celebró en Basilea, Suiza, en 1897. Durante esa conferencia, Herzl escribió en su diario que esperaba que el Estado judío llegara a existir dentro de 50 años.6 Esa declaración resultó ser profética, cuando las Naciones Unidas votaron 50 años después, en 1947, para crear un Estado para el pueblo judío.

Otro resultado del llamado de Herzl a una patria judía fue una serie de lo que los judíos llamaron aliás.7 Éstas fueron grupos de judíos que decidieron levantar las apuestas en Europa y regresar a la tierra de Palestina, como se llamaba entonces, con el fin de ser pioneros en la tierra y restablecer una fuerte presencia judía.

Otra respuesta, muy significativa, se produjo al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno británico emitió la Declaración Balfour, en la que prometía hacer de Palestina una patria para los judíos.8

La Motivación para Regresar

Sin embargo, no hubo una gran oleada de judíos que regresaron a su tierra natal. La perspectiva de ser un pionero en medio de un desierto no era lo suficientemente atractiva como para atraer a los judíos de vuelta a casa, a pesar del creciente antisemitismo que estaban experimentando.

La Primera Guerra Mundial proporcionó la tierra para la nación judía, pero se necesitaría la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto para proporcionar la motivación para regresar a la tierra.

El pueblo judío salió del Holocausto proclamando: “¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Vamos a tener nuestra propia tierra y nuestro propio Estado, y nos vamos a gobernar a nosotros mismos!”.

En 1900, sólo había 40,000 judíos en toda Palestina. Al final de la Segunda Guerra Mundial, ese número se había disparado a más de 600,000.9

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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