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viernes, 15 de febrero de 2019

Libro: Los Fundamentos de la Profecía Bíblica – Lección 23 (conclusión)

La Muerte

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Nuestros Cuerpos

Después de la muerte, nunca habrá un momento en el que existamos sin un cuerpo. ¡Nunca seremos espíritus etéreos!

Aquellos de nosotros que somos salvos estamos destinados a tener dos cuerpos futuros. Primero recibiremos un cuerpo intermedio espiritual — intermedio entre nuestro cuerpo físico actual y nuestro cuerpo glorificado futuro. 

La evidencia de tal cuerpo se encuentra en varios lugares en la Escritura:
  • 1 Samuel 28 — Cuando Samuel, quien estaba muerto, se les apareció a Saúl y la bruja de Endor.
  • Mateo 17 — Cuando Moisés y Elías aparecieron en la Transfiguración de Jesús.
  • Lucas 16 — Cuando el hombre rico y Lázaro son descritos en el Hades.
  • Apocalipsis 7 — Cuando los mártires de la Tribulación son representados de pie ante el trono de Dios con túnicas blancas.

Nuestro segundo cuerpo futuro será recibido al momento de nuestra resurrección, que para los creyentes de tiempo actual será al momento del Rapto.

En ese momento, si hemos muerto anteriormente, nuestros cuerpos actuales serán resucitados y glorificados. Y si estamos vivos, nuestros cuerpos súbitamente serán trasladados de lo mortal a lo inmortal.

Todo esto se describe en 1 Tesalonicenses 4:13-18, donde el apóstol Pablo describe una serie de eventos que ocurrirán al momento del Rapto:
  • Una trompeta sonará y un arcángel gritará. 
  • Jesús aparecerá en los cielos, trayendo con Él los espíritus de los santos muertos de la Era de la Iglesia.
  • Él resucitará nuestros cuerpos, reunirá sus espíritus con sus cuerpos, y luego glorificará sus cuerpos.
  • Luego arrebatará a todos los creyentes vivos, y convertirá sus cuerpos de mortales a inmortales en ruta hacia arriba.

El cuerpo glorificado que recibiremos al momento de nuestra resurrección será nuestro cuerpo para la eternidad. Esto plantea la pregunta, “¿Qué es un cuerpo glorificado?”.

El Cuerpo Glorificado

Pablo lo describe en 1 Corintios 15:42-44. Él dice que nuestros cuerpos son enterrados en “corrupción” y son levantados en “incorrupción”. Se “siembra en deshonra” y “resucitará en gloria”. “Se siembra en debilidad” y “resucitará en poder”. Concluye diciendo, “Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”. Observe las palabras clave:
  • Incorruptible — Eterno
  • Glorioso — Perfeccionado
  • Poderoso — Victorioso sobre el pecado
  • Espiritual — Sujeto totalmente al Espíritu Santo

Aquellos que sean glorificados nunca más estarán sujetos a la enfermedad, dolor, sufrimiento, y muerte. Sus cuerpos serán perfeccionados y, por lo tanto, los cojos caminarán, los sordos oirán, los ciegos verán, los mudos hablarán y aquellos con demencia tendrán su mente despejada.

Quizás  la mejor manera de pensar en un cuerpo glorificado sea pensar en el cuerpo de Jesús después de Su resurrección. Se describe en Filipenses 3:

20) …esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Así, de acuerdo con este pasaje, nuestro cuerpo glorificado será como el cuerpo resucitado de Jesús. Será tangible y reconocible. Pero tendrá una dimensión diferente, porque el cuerpo de Jesús podía aparecer y desaparecer repentinamente y podía viajar instantáneamente de un lugar a otro.

Preguntas

Una de las preguntas más comunes que las personas hacen sobre la vida después de la muerte es, “¿Nos conoceremos en el Cielo?”. La respuesta es sí. Y se puede deducir fácilmente a través de la lógica. Sólo piense: Si usted es Juan o Betty en esta vida y es salvado, pero se convierte en alguien más en el Cielo, entonces Juan y Betty no fueron salvos. 

Otra pregunta común es si comeremos o no en nuestros cuerpos glorificados. Y de nuevo, la pregunta es sí. Sabemos esto con certeza porque Jesús comió varias veces con Sus discípulos en Su cuerpo glorificado, después de Su resurrección (Lucas 24:42-43; Juan 21:10-15).

Una pregunta muy seria es si podremos o no pecar en nuestros cuerpos glorificados. Después de todo, la perfección del Cielo no evitó que Satanás pecara. Jesús prometió en Apocalipsis 21:4 que en el Cielo “y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor…”. Dado que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), la promesa de no más muerte es una promesa de no más pecado. 

Nuestra naturaleza caída se habrá ido, reemplazada por la justicia de Cristo (Romanos 5:19).Sí, es cierto que Adán y Eva no tenían una naturaleza pecaminosa cuando fueron creados y, sin embargo, pecaron. Pero no habían sido hecho justos por Cristo, y los que ahora son creyentes lo han sido. 

Randy Alcorn, quien ha escrito el libro más exhaustivo sobre el Cielo, ha resumido la respuesta a esta pregunta vital con estas palabras:

Una vez que nos convirtamos en lo que el Dios soberano nos ha hecho ser en Cristo, y una vez que lo veamos como Él es, entonces veremos todas las cosas — incluido el pecado — por lo que son. Dios no necesitará restringirnos. El pecado no tendrá absolutamente ningún atractivo. Será, literalmente, impensable. 

¡Maranatha! 


Preguntas: 

1) ¿Qué fue lo más sorprendente que descubrió en esta lección?

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2) ¿Qué piensa sobre la siguiente cita del libro de Randy Alcorn acerca del Cielo? “La muerte es una condición anormal, debido a que desgarra lo que Dios creó y unió [cuerpo y alma]. Dios quería que nuestros cuerpos duraran tanto como nuestras almas… Somos seres unificados. Es por eso que la resurrección de los muertos es tan vital. Y es por eso que Job se regocijó de que en su carne vería a Dios (Job 19:26)”.

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3) ¿Tiene miedo a la muerte? ¿Quiere estar seguro del triunfo sobre la muerte? Entonces ponga su fe en Jesús como su Señor y Salvador. Puede hacerlo orando sinceramente: “Padre Celestial, te confieso que soy un pecador. Lo siento por mis pecados, y deseo que sean perdonados al poner mi fe en tu Hijo, Jesús, como mi Señor y Salvador. Creo en fe que has oído esta oración, y la has respondido, y me regocijo de que ha nacido de nuevo en Tu familia eterna. En el nombre de Jesús, amén”. Después de haber dicho esta oración, busque una iglesia que crea en la Biblia, donde pueda atestiguar de su fe en una confesión pública de Jesús y en el bautismo. Luego, participe en un estudio bíblico donde pueda crecer en la Palabra de Dios. 


Lea la parte 1 »»aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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