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domingo, 12 de marzo de 2017

La Preservación del Pueblo Judío: Un Gran Milagro




Las Páginas Amarillas

Uno de mis mentores espirituales cuando yo tenía 20 años, era un gran hombre de Dios llamado Carl Ketcherside (1908-1989). Lo escuché en una sesión de preguntas y respuestas una vez cuando le preguntaron, “¿Cuál cree que es la mayor evidencia de que la Biblia provino de Dios?”. 

Su respuesta: “Las páginas amarillas de la guía telefónica”. Sobra decir que todos estábamos aturdidos por esta respuesta.

Cuando el interrogador le preguntó qué quería decir, Carl dijo, “Mira los nombres de los bancos, los nombres de las tiendas por departamento, los nombres de los abogados y doctores y contadores. Verá un nombre judío tras otro. Dios prometió que Él preservaría al pueblo judío, y lo ha hecho”.

De igual manera, hace más de 300 años, el Rey Luis XIV de Francia (1638-1715) le pidió a Blaise Pascal (1623-1662), el gran filósofo cristiano, que le diera prueba de la existencia de Dios. Pascal respondió, “¡Los judíos, su Majestad, los judíos!”.1 

Ketcherside y Pascal se estaban refiriendo al cumplimiento de profecías bíblicas acerca de los judíos, siendo una de las más excepcionales el hecho de que, a pesar de su dispersión mundial y persecución sin precedentes, mantendrían su identidad y serían preservados como una nación de personas reconocible. 

“El Muro de los Lamentos, Jerusalén”, es una pintura de Carl Friedrich Werner (1808-1894). La pintura fue hecha en 1863. Werner era un pintor de acuarela alemán. Observe que, en el momento de esta pintura, no había división en el muro entre los hombres y las mujeres, como existe hoy. 

Un Gran Milagro

La preservación de los judíos ha sido uno de los milagros más grandes de la historia. También es excepcional — tan históricamente impresionante — que su singularidad ha sido notada y comentada por una gran variedad de personas.

Considere, por ejemplo, al gran historiador Arnold Toynbee (1889-1975). Él reconoció plenamente la naturaleza inusual de la experiencia judía. En su obra de diez volúmenes, Un Estudio de la Historia (1934-1961), trazó el ascenso y la caída de 26 civilizaciones, y desarrolló un esquema de la historia en el que la civilización judía no encajaba.

Toynbee terminó clasificando a los judíos como “fósiles de la historia”, debido a que parecían estar congelados en el tiempo, negándose a ser asimilados en la sopa de la humanidad.2

Tomás Newton (1704-1782), el renombrado clérigo británico y erudito bíblico, quien sirvió como Obispo de Bristol, declaró en uno de sus sermones:3

La preservación de los judíos es realmente uno de los actos más significativos e ilustres de la providencia divina...y que más que un poder sobrenatural podría haberles preservado en tal forma que ninguna otra nación en la tierra ha sido preservada. 

Ni es menos notable la providencia de Dios en la destrucción de sus enemigos, que en su preservación...Vemos que los grandes imperios, que a su oportunidad sometieron y oprimieron al pueblo de Dios, cayeron todos en la ruina...Y si tal ha sido el final fatal de los enemigos y opresores de los judíos, que sirva como advertencia a todos aquellos que en cualquier momento o en cualquier ocasión inicien un clamor o una persecución contra ellos.

León Tolstói (1828-1910), el gran novelista ruso, expresó su asombro por la preservación de los judíos con estas palabras:4

¿Qué es un judío?... Qué clase de criatura peculiar representa el judío, sobre quien todos los gobernantes y todas las naciones han cometido abuso y dado tormento, han oprimido y perseguido, pisoteado y masacrado, quemado en la hoguera y ahorcado…, y a pesar de todo ello, todavía sigue vivo…El judío es el símbolo de la eternidad.

Para tener una idea de lo absurdo que es la preservación de los judíos desde una perspectiva humana, considere esta ilustración por el rabino Doy Greenberg, quien es el Director Ejecutivo del Jabad (el Movimiento Judío Jasídico) en la Universidad Stanford:5

Imagine que pudiéramos viajar hacia atrás en el tiempo y decir al gran Faraón [de la época de Moisés]: “Tenemos una noticia buena y una mala. La noticia buena es que cierta gente que está viva hoy sobrevivirá y cambiará la visión moral del mundo. La mala es: no serán ustedes. Será ese grupo de esclavos hebreos que está construyendo sus gloriosos templos, los Hijos de Israel.” 

Nada parecería más ultrajante. El Egipto del tiempo del Faraón era el imperio más grande del mundo antiguo, inteligente en las artes y ciencias, formidable en la guerra. Los israelitas eran gente sin tierra, esclavos impotentes. De hecho, ya en la antigüedad, aquellos que estaban en el poder creían que los Israelitas estaban al borde de la extinción.

Quizá el comentario más profundo acerca de la inmortalidad del pueblo judío fue escrito por el novelista norteamericano Mark Twain (1835-1910), quien era un agnóstico y un escéptico. Su artículo apareció en la revista Harper en 1897:6

Si las estadísticas son correctas, los judíos constituyen el uno por ciento de la raza humana. Es como una nebulosa partícula de polvo dentro del polvo estelar perdido en la grandeza de la Vía Láctea. Realmente no debería escucharse casi nada acerca del judío, sin embargo, se oye acerca de él, y siempre se ha oído. Es tan prominente en el planeta como cualquier otro pueblo, y su importancia comercial está extremadamente fuera de proporción en relación a su pequeñísimo tamaño.

Sus contribuciones a la lista de grandes nombres en el mundo en literatura, ciencia, arte, música, finanzas, medicina y el aprendizaje abstruso están también fuera de proporción en relación a la debilidad de sus números. Ha peleado de una manera excepcional en el mundo, en todas las épocas; y lo ha hecho siempre con las manos atadas detrás de su espalda. Podría ser vanidoso y ser excusado por ello.

Los egipcios, babilonios y persas, crecieron, llenaron el planeta con sonido y esplendor, y después desaparecieron como parte de un sueño. Después aparecieron los griegos y los romanos e hicieron mucho ruido, pero también desaparecieron. Otros pueblos han crecido y mantenido su antorcha prendida en alto por algún tiempo, pero finalmente se les apagó y ahora se encuentran en el crepúsculo o ya no existen. El judío los vio a todos y les ganó a todos. Es ahora lo que siempre fue, no ha mostrado decadencia ni envejecimiento, ningún debilitamiento de sus partes, ningún enlentecimiento de sus energías, ningún entorpecimiento de su mente alerta y agresiva. Todo es mortal excepto el judío; todas las demás fuerzas pasan, pero él perdura. ¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?

La pregunta de Twain, “¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?”, puede ser contestada de una sola manera, y esa respuesta fue proporcionada por David Ben-Gurión (1886-1973), el primer Primer Ministro de Israel: “En Israel, para ser realista, tienes que creer en los milagros”.7

En el segundo segmento de esta serie acerca de la preservación del pueblo judío, veremos la magnitud del milagro y algunas teorías sobre lo que hizo posible el milagro. 

Notas

1) Rabbi Kalman Packouz, “7 Wonders of Jewish History,” www.simpletoremember.com/articles/a/7-wonders-of- jewish-history, page 1.

2) William Varner, “The Preservation of the Jewish People,” www.foi.org, page 2.

3) Anonymous, “9 Great Quotes About Jews by Non-Jews,” www.aish.com, page 1.

4) Ibid.

5) Dov Greenburg, “The Science of Jewish Survival,” www.chabad.org, page 1,

6) Mark Twain, “The Secret of Jewish Survival,” www.shomreitorah.org, page 2.

7) Virtual Jerusalem, “10 of the Greatest Quotes About Israel and the Jews,” www.virtualjerusalem.com/culture.php? Itemid=11334, page 1.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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